Un dulce y encantador dilema

By JanePrince394

23.5K 4.5K 7.8K

Dulce ama a Chayanne. Después de sus intentos fallidos por convertirse en su esposa, su asistente y la cuidad... More

Ya que casarme con Chayanne no funcionó...
Capítulo 1. ¿Un golpe de suerte? + Nota de autor
Capítulo 2. Mi madre no me enseñó a chantajear, llamémoslo talento natural
Capítulo 3. Cuando el doble de Chayanne cruza la puerta
Capítulo 4. Definitivamente él no es San Pedro, ni yo un ángel
Capítulo 5. Comida gratis y corazonadas, el oro del siglo XXI
Capítulo 6. Los trabajadores explotados solo quieren divertirse
Capítulo 7. Vivos, pobres y traumatizados de por vida
Capítulo 8. Ritual de apareamiento (Nuevo capítulo)
Capítulo 9: Fangirleando desde el cielo (Nuevo capítulo)
Capítulo 10: Apuestas vampíricas (Nuevo capítulo)
Capítulo 11: Chismosa, pero honesta
Capítulo 12: Toda cita empieza con un tropiezo
Capítulo 13: Tratos familiares
Capítulo 14: Viejos amigos y nuevos enemigos
Capítulo 15: Un monstruo sin máscara
Capítulo 16: Cuando el sueño se convierte en pesadilla
Capítulo 17: La persona correcta en el momento equivocado
Capítulo 18: La belleza de las estrellas
Capítulo 19: Un viaje al pasado
Capítulo 20: Existe una canción para todo
Capítulo 21: Palabras que matan
Capítulo 22: ¿Regresarías al pasado?
Capítulo 23: Visitas dolorosas
Capítulo 24: Fantasmas del pasado
Capítulo 25: Sueños incumplidos
Capítulo 26: Si Cenicienta hubiera bailado Tiempo de vals
Capítulo 27: Cuando un corazón habla
Capítulo 28: Los fantasmas no son buenos consejeros
Capítulo 29: Dos favores
Capítulo 30: Enseñanzas de mamá
Capítulo 31: Papeles invertidos
Capítulo 32: Esperada confrontación
Capítulo 33: Nada peor que el hubiera
Capítulo 34: Un dulce y encantador dilema
Capítulo 35: Un plan aprueba de cobardes
Capítulo 36: Cuando la pesadilla se vuelve realidad
Capítulo 37: No me iré, tú no lo hagas
Capítulo 39: Decir adiós también es un acto de amor
Capítulo 40: Todavía falta el mejor capítulo + Aviso importante
Capítulo 41 (Final)
AVISO IMPORTANTE ANTES DE DECIR ADIÓS... ¿Qué pasará con Dulce?

Capítulo 38: Una estación del cielo en el infierno

396 84 191
By JanePrince394

Recuerden que los quiero mucho. 🥺💕

Había abandonado mi alma en algún rincón del mundo y ahora la buscaba arrastrando mis pies por ese solitario pasillo de hospital. Vacía, como una vasija que habían llenado hasta romperse. Aletargada me grabé cada detalle, el sonido de los aparatos trabajando, el aroma familiar a cloro impregnado en los pisos, las luces cegadoras que parecen guiarte al túnel final. Cada uno de mis cansados pasos resonó como un tambor de guerra a la par los latidos de mi corazón  perforaban mi pecho.   

No era la primera vez que recorría ese tortuoso camino, hace más de dos años mamá se llevó un pedazo de mi corazón al marcharse, y aunque cualquiera podría pensar estaría preparada para lo que mis ojos encontrarían detrás del cristal, me quebré. Mis ojos se inundaron de lágrimas al intentar reconocer al chico acostado en aquella cama. No se parecía a Andy, pese a ser idéntico a él, le falta esa chispa de vida que lograba que la gente lo quisiera apenas se daban la oportunidad de conocerlo.   

Pero era él, no podía ser nadie más, lo comprobé cuando con torpeza me acerqué al permitirme ingresar a su habitación. Perdida me aferré al sutil sonido de su respiración para no perder el norte, me acomodé en una pequeña silla al costado del colchón sin apartarle la mirada, sin importar lo mucho que me dolía lo que veía. En aquel espantoso silencio, apenas rotó por los aparatos que no me dejaban olvidar dónde estabas, me prometí que me quedaría a su lado todo el tiempo que la vida me lo permitiera. Nunca abandonaría a los que amaba.   

—Prometo que todo irá bien —le susurré como él siempre lo hacía.

Recé todas las oraciones que conocía, al derecho y al revés, que aquí entre nos no eran muchas, y mientras me reprendía entre dientes por haberme distraído en las clases se catecismos, ocurrió un milagro. Un ángel me habló.

—Dulce...   

Mi primera sospecha fue que venía a regañarme por algún error en el orden de las palabras, pero no tardé mucho en reconocer esa voz. Mi corazón se detuvo, fue un instante de irrealidad, que acabó cuando me armé de valor para abrir los ojos de a poco. Temerosa, como si despertara de una pesadilla, presencié como se convirtió en el sueño más bello cuando choqué con la mirada de Andy. Trasparente, brillante, viva. Vivo. Vivo. Vivo.   

—Despertaste... —murmuré con la voz entrecortada antes de que mis ojos se nublaran por las lágrimas de alegría.  

En medio de la neblina logré distinguir una débil sonrisa que me regresó la vida.  

—No llores, Dulce —me pidió.   

Escuchar mi nombre entre sus labios me hizo sollozar en medio de una risa. No pude contenerme, presa de la felicidad me incliné para acunar su rostro y llenar de besos sus mejillas. No recordaba haberme sentido más feliz antes, con el corazón estallando como luces pirotécnicas. Mi cielo oscuro se llenó de colores.   

En un impulso reposé mi cabeza en su pecho, sin resistir las ganas de abrazarlo. Cerré los ojos, reconociendo el sonido de sus latidos. Sonaba tan bonito que deseé quedarme ahí para siempre, con él existiendo, simplemente con eso bastaba.  

—Estás bien —murmuré sonriendo para mí, sintiéndome en un sueño, hasta que la cordura me puso en alerta—. Ah, no, perdón, ¿no te lastimé? —pregunté preocupada, alejándome de golpe. Negó con una débil sonrisa ante mi reacción. Afilando la mirada lo estudié—. Mientes —lo acusé, pero no fue un reproche, terminé riéndome dominado por la alegría—, pero no podría enfadarme contigo.  

Nunca lo hice, no empezaría en ese momento.  

—Resistí a una bala, creo que puedo con uno de tus abrazos, Dulce —expuso de buen humor.    

Tenía razón, arrastré la silla lo más que pude antes de capturar su mano para colocarla en mi mejilla, necesitando sentirlo. Mis ojos se cristalizaron disfrutando de su cálida caricia.   

—Dios, no sé qué hubiera hecho si algo malo te pasaba —murmuré.  

—Seguir adelante, Dulce —recomendó en voz baja, cansado—, como siempre lo has hecho.  

Mordí mi labio, disimulando una débil sonrisa que tembló presa de las emociones.  

—No sabes lo que dices —admití. Él no podía hacerse una idea de lo que hubiera significado su perdida para mí— pero no importa, habla todo lo que quieras, no sabes lo hermoso que es escucharte. ¿Sabes? Tienes la voz más bonita del mundo —le comenté, ladeando la cabeza, sintiéndome como una adolescente. Perfecta para calmar un terremoto como yo.  

—Nunca había recibido tantos elogios —reconoció—, la clave es estar inconsciente —deduje con una pizca de diversión.

—Eso fuiste. La bala pudo matarte —le hice ver la gravedad del asunto.  

—O a ti —me recordó—, pero no lo hizo.  

—Fue un milagro —repetí las palabras del médico—. Estoy tan agradecida con Dios en este momento, que de no quererte tanto como lo hago me convertiría en monja —expuse haciéndolo reír.   

—Espero no se enfade conmigo.  

—No podría hacerlo, no cuando eres tan bueno. Ni siquiera creo que lo haga con quien te hizo esto —cuchicheé entre dientes.  

—¿Qué pasó con Silverio? —me preguntó al acordarse del plan.  

—Creo que lo atraparon —lo puse al tanto sin estar segura, me encogí de hombros, indiferente—, no me importa, nada me importa más que tú —comenté, admirándolo. Mi mundo se reducía a él. Abandoné mi asiento para acariciar su cabello, haciéndome un espacio a su lado—. El doctor dijo que vas a tardar un poco en recuperarte del todo, tendrán que hacerte curaciones, hacerte un par de estudios, pero en algunas semanas estarás como nuevo. Yo voy a estar contigo hasta que esto se convierta en solo un recuerdo...  

—Dulce —murmuró, sorprendiéndome al tomar mi mano para detenerme—, no tienes que hacer esto.  

Entendí a lo que se refería. Una sonrisa se me escapó ante su confusión. Crucé mis manos sobre su hombro, apoyando mi mentón. Me encantaba sentirlo conmigo.  

—Lo sé, tú no me lo exigirías —dicté, conociéndolo, pero no era agradecimiento lo que me tenía a su lado, sino algo mucho más fuerte—. Escucha, no creas que no valoro la locura que hiciste por mí, lo hago de todo corazón, es solo que... Estuve así de perderte —dicté separando mis dedos apenas unos milímetros—, déjame convencerme no te marcharás —murmuré cerrando mis ojos, recostando mi cabeza en su hombro.   

—Nunca vas a perderme —murmuró haciéndome sonreír, porque sonaba a una promesa, de esas que me hacían confiar—. Al menos me quedaré todo el tiempo que tú quieras —se corrigió nervioso, con esa timidez que lo volvía adorable.  

—Entonces quédate toda la vida —le pedí, acurrucándome—. Esta y todas las que siguen. Si es verdad eso de que las almas se encuentran con las que están destinadas a ser voy a buscarte en cada una de ellas —me sinceré—. No podrás librarte de mí tan fácil, Andy —remarqué—, no después de comprobar la falta que me harías.  

—Estoy muerto, ¿cierto? —lanzó, sonriéndome como siempre lo hacía, con su dulzura sobrepasando la fatiga, la maldad, la crueldad.

—Eres demasiado bueno para ir al infierno, Andy —le recordé juguetona.   

—Esto tiene más parecido al cielo —mencionó con una media sonrisa, apoderándose de mi corazón.  

—Deben ser los efectos de la anestesia lo que te está haciendo alucinar, me lo advirtieron —reconocí—. O tal vez ese medicamento que te inyectaron para que puedas dormir sin dolor. No te preocupes, Andy, yo voy a cuidarte hasta que vuelvas a la realidad —le aseguré, acariciando su rostro.  

No solo esa noche, sino siempre que me necesitara.  

—¿En la realidad estarás tú? —preguntó, con sus ojos tentados a cerrarse.

Sonreí ante su temor. Cuánto daño nos había hecho el pasado, pero ese era un nuevo punto de partida. No faltaba mucho para que el medicamento hiciera su función y no quería olvidarlo. Admirándolo con adoración, mis dedos rozaron su mejilla, grabándome su tierna mirada.  

—Me quedaré todo el tiempo que tú quieras.

Andy dibujó una sonrisa que habló por sí misma.   

—Entonces quédate toda la vida...  

Sin embargo, las palabras quedaron en el aire cuando liberándome de viejos temores, desaparecí la distancia entre los dos y estampé mis labios en los de él necesitando darle el mando a mi corazón, ese que había reprimido desde la primera vez que lo vi. El tiempo se paralizó, igual que Andy que tras un segundo de confusión me correspondió. Dejé de pensar en el ayer, en el mañana, cerré los ojos disfrutando de la calidez de su tímido roce. Sus labios eran suaves, igual que el tacto de sus manos que haciendo uso de todas sus fuerzas acariciaron mi cabello con la ternura que lo caracterizaba. Fue una explosión en mi pecho, le entregué mi alma en ese beso. Lo había hecho mucho antes de saberlo, cuando en mi mente solo su mirada tenía espacio, pero esa noche descubrí, mientras su boca se fundía con la mía, que estaba justo en el lugar que más deseaba.   

—Definitivamente es el cielo —murmuró sobre mis labios, apartándose solo un poco para verme a los ojos con esa mirada que solo me regalaba a mí.  

Sonreí como una tonta antes de volver a callarlo con un beso porque cuando me besaba tenía la sensación que estaba en él. 

Andy se quedó dormido poco después, mi plan de quedarme a su lado toda la noche a su lado tuvo que hacer una pequeña pausa cuando una enfermera me avisó había gente preguntando por él. Pegué un salto al recordar a su abuela, entre tantas emociones me había olvidado por completo del resto. Imaginando su preocupación le di un beso en la frente antes de salir de la habitación. Afuera no fue difícil dar con ellos, la mujer acompañada de Nael y Celia me abordó apenas me reconoció. 

Quiso hablar, pero Nael se le adelantó. 

—Tardamos porque la abuela de Andy se puso mal ante la noticia —expuso, aunque también sonó a una recomendación para que intentara ser prudente—, y tuvimos que estabilizarla.

Me alarmé al enterarme, abrí la boca para preguntar cómo seguía, sin embargo, ella tenía otra prioridad en mente.

—¿Cómo está, Andy? —me cuestionó deprisa. En su rostro inundado por la incertidumbre quedó claro que la angustia dominaba su sistema. Le dediqué una débil sonrisa, compadeciéndome de su tortura. 

—Bien, bien —resolví para tranquilizarla. Respiró hondo, el alma le volvió al cuerpo—, hace apenas un rato despertó. El médico dijo que corrió con mucha suerte porque la bala no dañó ningún órgano vital. Así que si sigue todas sus recomendaciones se recuperará —festejé en complicidad porque solo ella podía entenderme. Su sonrisa pareció iluminar todo el hospital—. Tenemos a Andy para rato.

—Alabado sea Dios —murmuró elevando la mirada al cielo.

—Si quiere puede pasar a verlo —propuse imaginando que poder contemplarlo con sus propios ojos le daría un descanso a su corazón. Ella ni siquiera se lo pensó—, aunque esté dormido.

Ell aceptó de inmediato, me dejó de lado para ocuparse de su nieto. Me despedí con un ademán de mano cuando le dieron el número de cuarto y entonces por primera vez fijé mi mirada en Nael que había mantenido sus ojos en mí desde que llegó. Su camisa aún tenía rastros de sangre y su expresión dictaba seguía procesando la carga de adrenalina de hace unas horas. Aproveché su atención para acercándome, regalándole mi sonrisa más sincera.

—Nael, nunca podré pagar lo que hiciste hoy —dije conmovida, con toda la gratitud de mi alma—. El doctor no se cansó de repetir que la rápida atención que recibió marcó la diferencia. Si no hubiera sido por ti quién sabe qué hubiera pasado.  Le salvaste la vida a Andy y eso jamás voy a olvidarlo —le agradecí sintiéndome en deuda con él. 

—No tienes que agradecerme—mencionó intentando no colgarse medallas que merecía, siendo modesto—. Eso lo  hubiera hecho por cualquiera. Y en verdad me alegro que Andy esté bien —aseguró. Sonaba sincero. Sus hechos lo respaldaban. Quise volver a reiterarle mi gratitud, sin embargo, lo olvidé cuando con un ademán me pidió alejamos un poco de Celia que estaba al pendiente de los dos. Lo obedecí sin entenderlo, intrigada—. Y ahora que estás un poco más tranquila —comenzó en voz baja, para que solo yo pudiera escucharlo, capturando mi atención. Asentí atenta con su mirada fija en mí—, necesito hablar contigo de algo muy importante.

La forma en que sus ojos negros me estudiaron al pronunciar eso último me adelantó no se trataban de buenas noticias. Pude sentir la avalancha acercarse. No me equivoqué.

Continue Reading

You'll Also Like

78.4K 4.1K 53
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...
168K 6.1K 32
"Jamás has estado realmente para mi, pero así funcionaba, tú te ibas y yo me arrastraba. Estaba demasiado perdida en tu mirada que no me di cuenta qu...
173K 22.3K 42
De una adolescente torpe, dos hermanastros de bellas sonrisas, una amiga fiel, una Fresita y 1Fan enamorado. |SINOPSIS en el interior| *** Esta hist...
48.5K 1.8K 26
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...