La Flor Negra® [+21]

By FrancoGPacheco

232K 20K 9.6K

🥀La oscuridad la dominará... y sus espinas... te masacrarán🥀 La historia de Giselle, una jovencita pura e... More

SINOPSIS
Personajes
Prólogo
🌹Capítulo 1🌹
🌹Capítulo 2🌹
🌹Capítulo 3🌹
🌹Capítulo 4🌹
🌹Capítulo 5🌹
🌹Capítulo 6🌹
🌹Capítulo 7🌹
🌹Capítulo 8🌹
🌹Capítulo 9🌹
🌹Capítulo 10🌹
🌹Capítulo 11🌹
🌹Capítulo 12🌹
🌹Capítulo 13🌹
🌹Capítulo 14🌹
🌹Capítulo 15🌹
🌹Capítulo 16🌹
🌹Capítulo 17🌹
🌹Capítulo 18🌹
🌹Capítulo 19🌹
🌹Capítulo 20🌹
🌹Capítulo 21🌹
🌹Capítulo 22🌹
🌹Capítulo 23🌹
🌹Capítulo 24🌹
🌹Capítulo 25🌹
🌺Capítulo 26🌺
🌺Capítulo 27🌺
🌺Capítulo 28🌺
🌺Capítulo 29🌺
🌺Capítulo 30🌺
🌺Capítulo 31🌺
🌺Capítulo 32🌺
🌺Capítulo 33🌺
🌺Capítulo 34🌺
🌹Capítulo 35🌹
🌹Capítulo 36🌹
🌹Capítulo 37🌹
🌹Capítulo 38🌹
🌹Capítulo 39🌹
🌹Capítulo 40🌹
🌹Capítulo 41🌹
🌹Capítulo 42🌹
🌹Capítulo 43🌹
🌹Capítulo 44🌹
🌹Capítulo 45🌹
🌹Capítulo 46🌹
🌹Capítulo 47🌹
🌹Capítulo 48🌹
🌹Capítulo 49🌹
🌹Capítulo 50🌹
🌹Capítulo 51🌹
🌹Capítulo 52🌹
🌹Capítulo 53🌹
🌹Capítulo 54🌹
🌹Capítulo 55🌹
🌹Capítulo 56🌹
🌹Capítulo 57🌹
🌹Capítulo 58🌹
🌹Capítulo 59🌹
🌹Capítulo 61🌹
🌹Capítulo 62🌹

🌹Capítulo 60🌹

814 48 33
By FrancoGPacheco

U N   D O R A D O   D E S P E R T A R


Narrador Omnisciente

William Blake había sido descubierto por su propio hijo, quién permanecía con una mirada de amargura hacia su progenitor, al ver tal escena frente a sus ojos.

— Ansel — William suspiró asombrado — ¿Qué haces aquí?

Ansel sonrió sarcástico — Lo mismo me pregunto yo, ¿Qué haces tú aquí? Aunque ahora mi respuesta llega por sí sola — se puso enfrente de ellos, desvió su mirada a Mirella — ¿Y tú que explicación me vas a dar?

— ¿Yo? — aquella chica estaba nerviosa.

— ¿Así me agradeces después de que te recomendé con mi madre, y que te dieran un empleo en la empresa? — este joven se mostraba con completa indignación.

— Ansel, es que tú no sabes...

— No Mirella — se rió — Lo único que se es que no quiero ver tu cara nunca más — expresó tajante — Así que no te vuelvas a presentar en la empresa de modas porque tu despido es inmediato. No voy a fomentar a que "La amante" de mi padre siga haciendo burla con su presencia a mi mamá.

Ansel Blake, actuaba con la cordura y la madurez que debía tener en este momento. Estaba severamente dolido por este acto de su padre, pero justo era el instante preciso para que el padre y el hijo tuvieran una conversación definitiva.

— Ahora Mirella, déjame a solas con mi papá, después puedes regresar a este departamento que él te compró — dijo éste contenido por dentro.

Mirella hizo caso, tomando su bolso y con una timidez notoria, salió del apartamento para darles privacidad.

— Hijo yo...

— Exacto, habla — Ansel se cruzó de brazos — Más vale que me expliques todo...de lo contrario juro que te perderé el respeto para siempre — encaró y amenazó a su padre, haciendo que William tragara grueso por el pavor de perder el cariño de su hijo.

— No tienes por qué tener una postura tan severa conmigo, hijo — espetó Will.

Ansel permanecía en silencio, con su mirada fija y una expresión que quería tornarse a lamento.

— Porque sí, tal vez yo cometí una grave falta, pero caí en el pecado por la indiferencia de años de tu madre — se desahogaba — Aurora en estos últimos años se obsesionó más con el trabajo, con su empresa...dejándome a mí, con el tiempo logré entender que no se había casado conmigo sino con su sueño de triunfar y llegar alto.

— Cómo cada persona tiene sus metas, papá.

— Sí Ansel, pero tu madre se olvidó de nosotros, ambos cometimos el error de evadir los problemas, de no preocuparnos por el bienestar del otro.

— Padre, mi mamá, porque Aurora también es mi mamá a pesar de que no llevo su sangre, ha trabajado para satisfacer a su familia a manos llenas, para que no nos falte nada — Ansel salió en defensa de Aurora — Y nosotros en vez de apoyarla, la encasillamos tan duramente.

— ¡Yo la apoyé todos estos años! — William impuso su voz una vez más — Yo estuve con ella en cada paso que dio, sin embargo, mientras ella crecía yo quedaba aún más abajo en su corazón — este hombre comenzó a demostrar llanto y frustración.

— Y por eso te venías para acá, con esa cualquiera — Ansel golpeó la pared por un instante de cólera.

— El culpable soy yo. Porque también me aproveché de que Mirella me admirase tanto como actor — William optó por mostrar coraje — Pero eso terminó hijo, precisamente estaba aquí hoy...porque le dije a Mirella que no puedo seguir con esta mentira.

— Pero no has terminado aún con nada padre, crees que puedes detener la tormenta que se te avecina pero no lo vas a lograr — Ansel entraba en un sentido de negación.

— Ansel, yo sé que se viene algo muy difícil para nuestra familia, pero al menos espero que comprendas por qué me sentía tan solo y apartado.

El joven Blake buscaba la manera de entrar en empatía con su papá, no obstante, el lazo tan fuerte que había forjado con Aurora le impedía ser imparcial. William Blake tomó asiento en uno de los sofás del departamento, con la cabeza abajo y un gimoteo perdurante.

— ¿Mi mamá, ya lo sabe? — preguntó éste.

William negó — Aún no.

— ¿Sí y cuándo piensas decírselo, o acaso pensabas en no decirle nunca? — Ansel contraatacaba — ¡¿Pretendías no confesarnos nunca tu bajeza?!

— ¡Hijo no puedo echar abajo mi matrimonio con tu madre! — William se levantó de su asiento en un santiamén.

— ¡Tu matrimonio se fue al abismo en el momento en que se te dio por tener una amante! — su hijo lo señaló acercándose a él — Así que ve buscando la manera de decírselo...o sino lo haré yo.

A William se le hizo un terrible nudo en la garganta, uno que casi lo hizo atorarse con su saliva. El impulso de Ansel de decir la verdad lo tenía al borde del colapso.

— Hijo por favor entiéndeme...

— ¡Entiéndeme tú a mí! — Ansel lo encaró — Engañaste a una mujer que no se lo merecía, tú y yo somos como dos pilares para mi madre, ¿Sabes qué va a suceder cuando se entere de tu traición? Uno de esos pilares caerá, provocando un derrumbe del cual quien sabe si volverá a resurgir, porque los pedazos de un corazón roto difícilmente se reparan, papá.

Ansel se encaminaba a la puerta para dejar a su padre y ponerle fin a su conversación.

William en sollozos quedaba cabizbajo — Perdóname. Perdónenme.

Ansel no volteó a verlo, mantenía sus ojos cerrados, conteniendo las lágrimas para no mostrar debilidad.

— Adelantaré mis vuelos en la aerolínea. Prefiero estar pilotando un avión que ver hipocresías — decía este joven — Pero dentro de un mes estaré de vuelta...si para ese entonces no le has dicho la verdad a mi madre, olvídate que tienes un hijo.

Sin más que decir, Ansel Blake se retiró del lugar, dejando a un hombre en profundos lamentos y una avalancha que se aproximaba a su ser y compostura.

Mientras tanto en Manhattan...

Adeline había abofeteado de forma feroz a Giselle, quién se contuvo de regresarle el golpe.

— Podrás haber obtenido cosas a lo largo de este tiempo, pero escúchame bien hermanita, nunca lograrás pasar por encima de mí — arremetió Adeline — Jamás lograrás doblegarme.

— Alardeas tanto que ya me cansé de escucharte, además de que no me voy a rebajar a tu nivel respondiéndote — Giselle se peinó hacia atrás.

— Cuídate mucho Giselle.

— ¡A mí no me amenazas Adeline! — se enfadó ésta —Porque cada cosa que se te venga encima yo la disfrutaré cómo no tienes idea.

Giselle terminó por salir del baño hacia el frío ambiente de la gran manzana, frotándose los brazos para intentar entrar en calor.

Nicholas quién se había quedado esperándola en una banca, se puso de pie al verla caminar aprisa hacia otro rumbo, decidió ir tras ella.

— ¡Giselle espera! — Nick adelantó sus pasos tan rápido como pudo y logró detenerla mientras le bloqueaba el paso.

Al detenerse pudo notar una frustración en esta joven.

— ¿Qué tienes? — preguntó turbado.

— Serán consecuencias mucho mayores... — destiló ella

— ¿A qué te refieres, Giselle?

— No voy a soportar que señalen a mi papá por mi culpa — ésta negaba con la cabeza — Ahora las cosas están apacibles por las fiestas pero pasando todo este tiempo, van a empezar a hostigar a mi papá.

— No pienses así...

— Es que eso pasará Nicholas — levantó la voz — Van a estar persiguiéndolo, lo van a fustigar con sus críticas, comentarios y chismes sobre mí, sobre mi bebé y todo lo malo de esta situación.

Giselle se sentía aturdida, por un minuto necesitó reposar para recuperar el aire por la ansiedad que la carcomía por dentro.

— Y sé que él dice que no le importa pero, mi papá no se merece estar en boca de todos por lo que yo hice.

— Yo lo escuché esta mañana discutiendo con tu madre — le dijo Nick y Giselle se alarmó — Tu papá te defendió hasta el cansancio. Y créeme, nada va a ser que tu padre te deje de querer.

— Cómo sea, por él es que no me termino por sentir tranquila, son como punzadas en mi corazón que me advierten de que mi papá podría sufrir.

En ese momento, Nick no lo pensó más y la abrazó de lado, para darle calor en este tiempo de invernación. Giselle se aferró a la calidez de su abrazo y su cuerpo, sintiéndose pacífica.

— No dejes que esto te abrume principessa, le encontraremos solución — él la apoyaba — ¿Ahora podrías regalarme una sonrisa?

— No — dijo como niña pequeña.

Nick esparció una risa juguetona — ¿Te pondrás difícil? — él comenzó a hacerle cosquillas.

— Déjame en paz — Giselle caminó más rápido que él.

— Bueno, al menos el frijolito me apoya.

Giselle se dio media vuelta y empezó a perseguirlo mientras Nick se escapaba — ¡Deja de llamar a mi hijo frijol!

Siempre había un momento para...volver a sonreír. Era algo que aquellos debían no perder nunca, menos en los momentos más duros e insondables como la fría nieve.

Y mientras en Manhattan las cosas parecían estar tranquilas, en California parecía más que un mar muerto por las aguas termales que perdieron su paz en el corazón de Evelyn. Esta jovencita, toda una adulta ahora, empacaba para desocupar el cuarto en la universidad donde se encontraba estudiando con Giselle y Mirella.

Tras la muerte de su madre en una época como esta, sus ánimos estaban por los suelos, y más se había hundido en la desolación por haber perdido la beca universitaria. Las faltas en su acta se intensificaron los días anteriores, y justo ahora le estaba pesando.

Empero, Evelyn parecía muy calmada, o era mejor decir que, se daría una pausa en sus estudios de medicina.

— ¿Entonces ya no estudiarás aquí? — Mirella la veía terminando de empacar en su respectivo cuarto.

— Sí seguiré, pero pedí un plazo de espera de un par de meses en lo que consigo trabajo para solventar mis estudios, los libros, hogar y demás — Evelyn exhalaba con exageración, abrumada — Esto no lo tenía en mente. Pero la muerte de mi madre fue repentina que... — sollozó un instante — Necesito un espacio para aclarar mis ideas y mi mente.

— Ni siquiera el repartidor de pizzas se quedó contigo.

— Yo le pedí a Nathaniel que se fuera, no podía desperdiciar la oportunidad en Europa de terminar su carrera — Evelyn bajó su maleta de su cama ya empacada.

— Lo quieres, ¿Verdad? — Mirella insistió.

— Con el tiempo llegué a tenerle un inmenso cariño. Pero no soy egoísta como para atarlo a mi sufrimiento y no dejarlo ser.

— Eve, ¿Y a dónde irás? — Mirella se apoyó en su hombro.

— Me entrevisté hace poco para ser chica de servicio en una casa. Me dieron el puesto — manifestó Eve — Me darán techo y comida mientras trabaje ahí.

— ¿Sirvienta? — Mirella se exaltó leve.

— Por algo se empieza, además será temporal — Evelyn terminó por salir de la habitación y caminaba por el pasillo con su amiga.

— No me creo esto, sino salía del departamento porque Ansel nos descubrió a mí y a su padre no me enteraba que te ibas.

Evelyn se asombró — ¡¿Y lo dices así tan tranquila?! — volteó a verla con amargura — Destruiste un matrimonio Mirella, la señora Aurora no tardará en enterarse si su hijastro ya lo sabe.

— Yo no destruí nada, esa familia ya estaba rota desde antes — Mirella se cruzó de brazos seria.

— Cómo sea, por lo que tengo entendido me contaste que te mandó a volar, así que olvídate del señor William de una vez — Evelyn fue tajante.

— No, no lo haré.

— ¡Mirella recapacita! — esta chica no lo podía asimilar, como su amiga terminó por obsesionarse con un hombre.

En esos segundos, Adam Lee, pasó cerca de ellas, él y Mirella compartieron miradas por momentos fugaces pero que se sintieron profundos, hasta que Adam terminó por irse incómodamente.

— Él sí vale la pena, y tú lo lastimaste.

— Hazme el favor Evelyn, ningún daño causó algo que nunca empezó — Mirella arremetió — Te dije, no te metas en mis asuntos, porque voy a lograr lo que más quiero.

— Sí, yo también lograré mis objetivos Mirella, pero de la forma correcta, no cómo tú. Preocúpate más bien cuando tengas que enfrentar a la esposa de ese señor, y sobre todo... a Giselle, que hasta el día de hoy no sabe nada de esto.

Finalmente, Evelyn llevó sus pasos y equipaje afuera de la universidad, donde un taxi en la entrada la esperaba. Ésta se adentró en el e inmediatamente partió a su destino.

Con casi 45 minutos de viaje, poco a poco, la mansión que se mostraba a lo lejos, al fondo de innumerables y grandes pinos, fue imponiéndose cada vez más.

Se notaba muy acogedora pero también temible por su gran tamaño y presencia.

Cuando Evelyn descendió del auto junto a su equipaje, la ama de llaves la esperaba en la entrada principal.

— Evelyn Price, gracias por la oportunidad — ella extendió su mano y fue correspondida.

— Bien jovencita a ponernos en marcha, no hay tiempo que perder. Te explicaré todo lo que se debe hacer antes de Navidad.

Ambas se adentraron a la enorme casa en el bosque y alejada de la ciudad, cosa que al menos a Eve la hacía despejarse de todo lo vivido antes.

— Justo ingresas en la víspera de las fiestas, así que tendrás que aprender rápido — la ama de llaves caminaba con las manos por detrás, mandando.

— No dude de mí, así lo haré.

— Faltan cinco días para noche buena y es cuando el señor vendrá a instalarse.

— ¿El dueño de todo esto? — Evelyn no podía dejar de admirar la mansión por dentro.

Esta tenía más de mil metros cuadrados repartidos en tres plantas. Bajo una claraboya, que irradiaba de luz cada rincón, una gran chimenea de fuerte roca que alcanzaba la segunda planta de la vivienda, y era la más vistosa del salón principal, tras la cual se escondían las escaleras.

Aquellos colores neutros vestían tanto las piezas principales, entre las que destacaban un sofá en cuero blanco cubierto por una sábana verde oscura y una gran mesa de centro de hierro negro, siendo decorada por otras chicas de servicio con luces y flores rojas para la noche buena. La pincelada más cálida la lucía la alfombra en tonos beis y crema, adición a esto los cojines también contaba con la misma gama de colores.

— Durante estos días te tocará el aseo de los salones y dormitorios, comienza con lo privado, es importante que las camas estén bien tendidas y oliendo a nuevo por si el señor trae visitas.

— Okey, perfecto — Evelyn llevó un rato poniéndose el uniforme con el cual serviría en esta casa.

— El polvo, es fundamental desaparecer hasta la más mínima pizca — seguía esta mujer — Proseguirás así por estos días, terminando con la sala de estar, la de juegos, y el estudio que es lo más complicado por el montón de cosas que el dueño conserva ahí.

Eve asintió — Comprendido.

Y ya lista para empezar, Evelyn se miró por un segundo en su reflejo a través de un plato plateado que resplandecía con fervor. Sentía que necesitaba subsistir por ahora, y después tocaría seguir luchando por su sueño. Pensó en su madre, en su padre, a quienes ya no tenía consigo en este tiempo, pero los haría enorgullecer.

...

24 de Diciembre; Nochebuena.

El trabajo llevó casi toda la semana, y las reglas de la ama de llaves a algunos hacía agobiar, las ventanas abiertas al alba para dejar la luz perpetrar en las habitaciones, mantener la chimenea cerrada e inspeccionarla cada cierto tiempo por si había una entrada de ardillas u otros animalitos.

Durante la mañana y la tarde los trabajadores tenían un tiempo de 30 minutos para alimentarse, asearse y descansar para después seguir con las labores; y el torbellino se aproximó cerca de las nueve en punto de la noche, pues el dueño se aproximaba en una gran limosina de un negro azabache y pulcro.

Del horno y la cocina se apresuraron a salir platillos gourmet, dulces, chocolate, etc. La alacena quedó exageradamente vacía por los platos, copas y botellas de vino y champagne que las sirvientas, incluyendo a Eve, se apresuraron a sacar y poner en la mesa.

Pronto escucharon al carro estacionarse en la cochera, y la ama de llaves con un silbato literalmente los alertó para abortar las misiones que los demás se encontraban haciendo.

— ¡Está aquí! — exclamaba con apuro.

Todos se ordenaron en fila frente a unos cuantos metros de la puerta, esperando su entrada. Evelyn veía a todos muy entusiasmados, al parecer no era por miedo tanto orden, lo cual le pareció curioso.

Las llaves se escucharon por el exterior, también varias voces jóvenes...en realidad muy jóvenes.

La puerta grande se abrió dando la bienvenida a su dueño. Un hombre de unos casi treinta años, trajeado en esta ocasión, una tez clara y ojos tibios azulados; de pelo castaño. Destilando una bonita aura en el hogar se introdujo Christian Reynolds a esta víspera de navidad.

NUEVO

Evelyn Price quedó congelada y luego emotiva por su aparición aquí, el ver como sus sirvientes lo recibían con regocijo y éste con un fuerte y amistoso apretón de manos los agasajaba, la dejó sorprendida.

Por su atrás de él, se hicieron presentes alrededor de ocho niños, todos enaltecidos e inocentes, con rasgos distintos entre sí.

— ¿Son sus hijos? – Evelyn abrió los ojos.

— Shh no — una compañera de servicio le susurró — Son niños de casas hogares.

— Ah entonces es como una obra de generosidad todo esto...

— Sí — le respondió la chica — El señor adora a los niños y les alimenta el espíritu navideño.

— Bueno no es tan señor por los años — Evelyn seguía observándolo de lejos.

— Por supuesto que no, así le decían a su padre que en paz descanse — bajó la cabeza la compañera — se fue el año pasado, dejando todo a su único hijo.

Pronto, Christian se acercó a los demás y, cruzó miradas con Evelyn, que fueron hipnotizantes.

— Ahm...Desdemona — él llamó a su ama de llaves.

— Dígame señor.

— ¿A quién tenemos aquí? — se cercioró este hombre de un nuevo rostro, pues conocía y era amigo de quienes trabajaban en su mansión.

— Es la nueva chica de servicio que se contrató.

— Soy Evelyn Price —ella le extendió su mano — Es un placer.

Christian la tomó de forma sutil — Igualmente, el gusto es mío — le sonrió y por segundos no pudo despegar la mirada de aquella tez trigueña y ojos café de la tierna Eve, lo cual lo hicieron sentir bien.

En la propia Evelyn también pasaron cosas en su pequeño interior, algo que no supo describir.

Las horas pasaron y pronto el inmortal e imponente reloj marcaría las doce, anunciando la navidad tan esperada. Un árbol de más de tres metros reposaba en la sala con muchísimas luces tiritando unas a otras, acompañadas de la gran estrella dorada, esferas decorativas de todos los tamaños y frutos naturales como las cerezas y las piñas de árbol. Un pie forrado de una alfombra circular de una pureza y claridad, y justo al costado, los niños, con caretas de ternura sentados sobre el suelo, atentos escuchando a Christian contándoles un cuento para dormir.

Algunos de los sirvientes se quedaron junto a Desdemona cuando el festín acabó, Evelyn aprovechó para asomarse también. Veían la dulzura con la que el hombre hacía reír a los infantes con una de las tantas fábulas de su libro para niños, cómo las expresiones graciosas y las voces variables hacían entretener a todos, la propia Eve sonreía gustosamente.

Y para finalizar este acto de buena fe, Christian despedía a los niños con un supuesto dote musical, trayendo consigo su guitarra acústica.

— Sean amables por favor, espero no estar tan oxidado — rieron todos con el comentario de este joven hombre.

Las notas no se hicieron esperar, en un ritmo apaciguador como lo fue una canción de jazz lento, una de las tantas que Eve escuchó cuando estaba en Nueva Orleans con su familia y de la que recordó con algunas lágrimas.

Minutos después, los niños se fueron a dormir en habitaciones compartidas en la mansión, se quedarían una noche para al día siguiente recibir sus regalos de navidad dados por el señor.

Evelyn estaba terminando de quitar el polvo en el estudio, cuando Christian Reynolds la sorprendió.

— Eres muy eficiente, demasiado — sonreía éste.

Eve estaba sobre una escalera de madera que había usado para limpiar la parte alta de un estante — Disculpe señor, ahora termino.

— Ya casi es Navidad, creo que así está bien, no te preo...

— No, descuide ya casi acabo, solo...

En ese instante, Eve hizo un mal movimiento y perdió el equilibrio en la escalera e iba cayendo. Afortunadamente Christian fue a su rescate y la sostuvo entre sus brazos asustado por el casi accidente de esta chica.

— ¿Estás bien?

— Sí — suspiró ella — Gracias y lo siento tanto.

— No te disculpes Eve — respiró aliviado — Me diste un susto — se rió a los segundos.

— En serio no sabe cuanto...

— Suficiente — dijo suavemente — No te sobrecargues, anda a descansar. Y bienvenida a esta casa.

Eve con una última mirada salía del estudio apenada — Gracias.

Christian Reynolds solo pudo dejar ver una afable sonrisa que se formó sin pensarlo. Frunció el ceño y mantenía esa curiosidad por aquella joven que de forma inesperada ya estaba entrando en sus pensamientos.

Narradora - Giselle Rousseau

Manhattan.

Me sentía desesperada internamente. Las voces, esas palabras retumbaban en mi mente de manera indefinida. Esas palabras dichas por él.

Huyamos juntos, seamos felices...

¿Acaso podía ser tan sencillo?

Me encontraba en mi habitación de hotel, sentada al borde de mi cama, de brazos cruzados y con una mirada perdida a los alrededores. Era nochebuena, la noche en que Owen dijo que me esperaría una vez que aterrizara en California nuevamente, para de plano y sin más...fugarnos de tantas adversidades.

Cerraba mis ojos unos segundos y podía verlo, todos los sufrimientos que vivimos, todo el daño que nos hicimos, nada bueno quedaba de nosotros...

O quizás y, solo ese quizás era el hijo que nos unía, la criatura que se aferraba a mi vientre, la que era parte de mí y de Owen. Mi respiración se aceleraba cada vez que pensaba en mi bebé y en lo que pronto enfrentaría. Parecía sencillo, fácil; retirar la demanda en contra de Owen por varias inconsistencias que yo misma también armé, e... irme de aquí... suspiraba de frustración tratando de ordenar mis ideas pero se volvió todo un caos.

Y de repente...como un impulso, algo fulminante y sin aviso, me acerqué a mi guardarropa y saqué mis cosas de ahí, una por una, con prisa.

Mi maletero lo descubrí por la parte debajo de mi cama y la puse sobre la misma para adentrar todos mis atuendos allí. Era una locura, pero no lo estaba siquiera meditando, una ropa tras otra se introducían en la maleta y mi pecho entraba casi en un ataque de pánico que sentía que podía surgir en cualquier momento.

Comencé a sudar frío, pasé una de mis manos por mi frente en un roce para notar lo nerviosa que me había puesto, el pavor parecía estar consumiéndome.

Seguía empacando y a la vez vistiéndome apropiada para el frío de esta noche hasta camino al aeropuerto, hacía una fuerte ventisca y se encontraba nevando afuera.

Por un momento choqué contra mi espejo y me divisé de forma sorpresiva.

— Qué haces... — destilé apenas en un susurro ahogado.

Procedí a cerrar mi maleta ya preparada y la bajé de la cama, la jalaba hasta la puerta para salir de la habitación, cuando un llamado a esta me puso sobre aviso y retrocedí al instante, mi corazón a mil por hora, ya no aguantaba.

— Giselle, ¿Estás ahí? — era la voz de Nicholas al otro lado de la puerta.

Velozmente, guardé mi maleta debajo de mi cama y me serené unos segundos, luego me encaminé hacia la puerta y me dispuse a abrir.

— ¿Qué pasó señor Rizzo, se le perdió algo?

Nick me guiñó un ojo — Sí, a una damisela que necesita estar con su familia para recibir las doce, se parece a ti pero menos quejosa.

Lo empujé por ese comentario mientras él se reía. No pude negarme, se darían cuenta de que algo me sucedía. Así que acepté bajar con él.

Y el tema fue que Nicholas me sacó del hotel, y mientras caminábamos me nubló la visión con una venda, aunque algo me decía que íbamos hacia el Central Park. Reía de forma simpática, este sujeto me sorprendía con cada ocurrencia suya.

— Ya dime, ¿Dónde estamos? Por favor no me secuestres — carcajeamos juntos.

— Está bien. Solo quiero decirte que los despertares pueden ser muy brillantes Giselle, solo debes ser valiente — me sopló al oído.

Al principio no lo entendí, solo podía oler la fría brisa de este ambiente.

Fue entonces cuando me descubrió los ojos y yo misma me vi en medio de una avenida cerrada por la víspera navideña, y en dicha carretera se había construido una especie de túnel hecho de luces doradas que te llenaban de esperanza con tan solo apreciarlas.

Mis ojos no perdían de vista el hecho tan...mágico.

— ¿Esto también lo hiciste tú junto a los hermanos Baker?

Nick rió simpático — No, esto es algo referente a la gran manzana, pero gracias por atreverte a darme los créditos, te sorprendí.

Dentro del túnel habían más personas sacándose fotografías en familia, muy entusiastas y conmovidas. Sin duda era una noche maravillosa.

Por mi parte seguía manteniendo el cuello alzado hacia las luces que formaban un techo sobre mi cabeza, me sentía y contemplaba llena. A los pocos minutos, mis padres, abuela y hermana pasaron por el túnel para acompañarnos a ambos. Nick había planeado recibir la dicha de la navidad justo aquí.

Y fue cuando el reloj de  Central Park sorpresivamente marcó las doce, los fuegos artificiales de inmediato chisporrotearon y procrearon un bullicio en el cielo nocturno y la euforia de las personas contagiaron a todos los cercanos de esta magia presenciada ahora.

— Feliz Navidad Giselle — Nick emitió tranquilo.

No podía controlar la emoción, es más, no podía percibirme de otra forma, feliz; era lo que necesitaba.

No obstante, algo más estaría por pasar, algo que sorprendería a todos los presentes tal vez...

Algo que nadie, ni siquiera yo misma me pude haber imaginado.

— Y yo que iba a... — dije en voz alta y no me di cuenta, me callé antes de terminar.

Empero, Nicholas me había escuchado — ¿Ibas a qué? ¿... O a dónde?

Mi padre se acercó a nosotros, interrumpiéndonos, abrazándome con una gran calidez que amaba tanto, y fue en ese instante cuando Nick habló.

— Hay algo que tengo que decir... — sonó curioso.

— Dime querido, ¿Qué sucede?

— Señor George, lo respeto y admiro mucho, y se que usted me dijo que si deseaba pedirle algo lo...lo podía hacer.

¿A qué se estaría refiriendo? Permanecía mirándolo con sigilo. Realmente lo veía y escuchaba decidido sobre algo...que no podía precisar ni descifrar que era.

— Claro Nick, sabes que sí, tú te has ganado mi absoluto cariño — Papá lo abrazó por unos instantes.

— Pues, ha llegado el momento de pedirle algo señor Rousseau... — respiró profundo, sus ojos se fijaron en su propósito más grande —...y eso es su hija.

No lo captaba aún. Quedé pasmada ante tal afirmación, por un momento no sentí mis manos, como si mi estado de shock hubiera paralizado mi cuerpo, como si todo me pesara.

Nick se me acercó lentamente — El dorado despertar es algo mucho más que un nuevo comienzo...y podemos hacer que este reinicio sea de nosotros.

Parpadeaba tratando de saber si lo estaba soñando, pero esto parecía ser real...

Era real.

Suspiraba, mis labios se entre abrían, querían poder formular alguna palabra pero les era inútil.

Cada latido de mi corazón...era más sonoro que el anterior, aumentando una agonía que podría ser perpetua.

El reinicio puede ser nuestro...sé mi esposa.

Sé mi esposa...; sé mi esposa...

"Las palabras el viento las guió, y traspasaron mi alma, provocando el mayor enigma en mi ser..."

________________________________________

¡¿Cuál es el propósito de Nicholas al pedir la mano de Giselle?!!!

¡FELIZ NAVIDAD GENTE!

Agradecido con ustedes por el apoyo y el cariño hacia esta historia, justo en época navideña coincidimos en la navidad de los personajes 🎄✨🎇

Gracias eternamente a ustedes

❤️Iremos por más❤️

☕🖊️.


Posdata: El árbol del personaje nuevo Christian es míooo🤧😂😂😂 soy un Navilover 🎇 en sí todo el salón principal de mi casa decoradísimo siempre en esa época me vuelvo un niño ✨

Continue Reading

You'll Also Like

29.1K 5.7K 85
«Eres libre de estar en Paradwyse, pero el Concejo te prohíbe salir del reino. Serás sometido a arresto domiciliario hasta el día de la muerte de Est...
65.6K 6.6K 47
Mandalay es una prostituta desprestigiada por todos, la cual terminó allí por el mal comportamiento con su madre. Mandalay vive una miseria todos los...
598 102 8
Historia de una AU, que narra un mundo donde los poderes son otorgados en un "Despertar", cada uno perteneciente a una casa dedicada a una estación d...
30.8K 2.8K 33
Emma pasó por la mayor catástrofe de su vida: el chico del que estuvo enamorada toda su vida, le terminó por un mensaje de WhatsApp y la dejó por otr...