Sous le ciel de Paris

Da NatsumiNiikura

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Marinette y Luka disfrutan de una relación fuerte y sana, Kitty Section continúa adelante imparable y la rela... Altro

01.- Despertar
02.- Padre e hijo
03.- La joven compositora
04.- Un helado amargo
05.- Morir
06.- Sueño
07.- Malas noticias
08.- El balcón
09.- Comienzos
10.- Praga
11.- La vida sin Luka
12.- Nocturno
13.- Bunnyx
14.- Frío
15.- Debut
16.- Agreste
17.- El factor Chat Noir
18.- Akuma
19.- Abismo
20.- Consecuencias
21.- Pedazos
22.- París
23.- Reloj de arena
25.- Conspiración
26.- Las decisiones que hay que tomar
27.- Un traje de serpiente
28.- Kwamis
29.- Un plan mayor

24.- Lento

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Da NatsumiNiikura

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 2168.

24.- Lento

Dejar París sin poder hablar en conficiones con Marinette le pesaba. Había tanto que decir, tantos temas de los que hablar y tantas cosas por aclarar, pero no pudo ser. Aquel beso necesitado que habían compartido seguía resonando en su pecho. Esperaba que pudieran hablar y poner orden al volver, también que no fuese demasiado tarde para hacerlo.

Se sacó la llave del bolsillo de la cazadora y dudó antes de meterla en la cerradura. Por un momento tuvo la sensación de que se encontraría a Cléa al otro lado, era irracional. Sacudió la cabeza para apartarla de sus pensamientos, metió la llave, la giró y la puerta cedió.

—¡Luka! —Marco se levantó de un salto de la silla con el móvil en la mano y dio una teatral vuelta sobre sí mismo—. Te llamo luego.

—No hacía falta que colgases para saludarme —replicó riendo y aceptando un estrecho abrazo de bienvenida.

—No era importante —musitó encogiéndose de hombros y mirándole con atención—. ¿Cómo ha ido por París? ¿Has podido descansar o esa cabeza tuya ha trabajado a toda marcha?

—Bien, me he desconectado un poco.

Marco cerró la puerta como si alguien pudiese cruzarla y ensuciar aquel reencuentro.

—Y ¿estás bien?

—Lo estaré.

—Oye, siento que te hicieran volver a casa. Yo no dije nada, te lo prometí y sabes que nunca rompo una promesa.

—Lo sé, Marco.

—¿Qué te parece si vamos a comer cualquier guarrería nada sana por ahí?

—Deja que me duche primero.

—Mi cuarto de la residencia, es tu cuarto de la residencia.

—Idiota. —Rió Luka—. Gracias por la bienvenida.

Se sintió tranquilo, Luka parecía mucho más animado que antes de volver a París, esperaba que eso significase que había podido hablar con Marinette y que lo habían arreglado. No iba a preguntárselo, ya se lo explicaría si quería, aunque tal vez le preguntase a ella.

—¿Viste la actuación del miércoles? —preguntó oyendo el agua de la ducha correr.

—No, ¿por qué?

—Han puesto a Stéphane en el lugar de Cléa y estuvo tocando fuera de tempo todo el rato. El director estaba tan frustrado que parecía a punto de estallar.

—Pobre Stéphane.

—¡Pobre público! —exclamó Marco divertido—. Aunque no estoy seguro de que notasen nada raro por cómo aplaudían.

»En el concierto de esta noche la viola principal será Odile, que es a quien deberían de haber puesto desde el principio.

—Entonces todo arreglado, ¿no? —pronunció saliendo del cuarto de baño en calzoncillos y la ropa sucia, entre la que se ocultaba Sass, arrugada en la mano.

—Bueno, sí. La cuestión es que lo han hecho todo demasiado complicado. —Marco se encogió de hombros—. Creo que han sido muy torpes intentando ocultar todo este embrollo. Entiendo el escándalo y que sus padres seguramente han puesto sobre la mesa un buen fajo de billetes de doscientos euros, pero lo están haciendo muy difícil.

—No es asunto nuestro.

Era parte implicada, era asunto suyo lo quisiera o no. No quería hablar de ello, de acuerdo, tocaba cambiar de tema.

—Espero que tengas hambre, porque invito yo.

—¿A dónde piensas llevarme?

—A una hamburguesería genial que está aquí al lado. Te encantará.

Si le servía para aclimatarse de nuevo le parecía perfecto.

º º º

La trampilla de su cuarto se alzó con suavidad. Marinette apartó la vista del monitor de su ordenador y observó a su padre que tenía aquella mueca preocupada estampada en el rostro desde hacía semanas.

—Hija, tienes visita.

—Dile a Juleka que no tengo ganas de otra charla, estoy trabajando en...

—No es Juleka, es...

—Somos nosotros.

Marinette reconoció la voz y el acento americano antes de que Jagged asomase la cabeza por el estrecho hueco que dejaba su padre. Suspiró, apagó la pantalla.

—Está bien, papá, puede pasar.

—Os traeré algo para comer.

—Gracias, señor Dupain, si tiene algo con miel para mi ayudante se lo agradeceré.

Se preguntó a quién se refería, Penny nunca hacía peticiones especiales, además, era ella quien siempre aceptaba o rechazaba la comida. ¿Sería Katie? Desde el accidente de Penny le acompañaba a veces, pero siempre era por temas laborales. Sin embargo, no tuvo que seguir teorizando durante mucho más tiempo, la cabeza de Máša se asomó con la curiosidad brillando en sus ojos negros. Jagged la alzó en brazos y la dejó en el suelo una vez estuvieron dentro del cuarto.

—Hoy la he llevado yo a la psicóloga, Penny necesita un descanso.

—¿Necesitas una canguro?

—No. Vengo a ver tu trabajo.

—Mi... —Sacudió la cabeza. los diseños, no había trabajado apenas en ello y no estaba orgullosa—. Bu-bueno, claro, pero aún me falta mucho.

Jagged empujó con suavidad a Máša para que avanzase hacia el escritorio en el que Marinette trabajaba. Él se apoyó en el tablero de madera y le sonrió amable. Resignada sacó el cuaderno del fondo del cajón en el que lo había abandonado frustrada. Acarició los marcadores de colores que sobresalían de entre las páginas y, finalmente, lo abrió por el marcador de color amarillo y se lo ofreció.

—Son sólo algunas ideas.

El siseo de las páginas al ser pasadas una a una le crispó los nervios. No era un buen trabajo, lo sabía perfectamente, evitó encogerse sobre sí misma.

—Esto es... —Jagged suspiró ruidosamente—. Decepcionante. Sé que no estás pasando por un buen momento, pero esto está muy lejos del estándar más bajo que pudiera esperar de cualquier otra persona.

—Lo siento.

La trampilla se abrió de nuevo, su padre canturreó alegre, dejó la comida sobre el escritorio y acomodó dos sillas plegables para que Jagged y Máša tuvieran donde sentarse.

—No quiero desanimarte —declaró cuando estuvieron de nuevo los tres a solas—. Creo que tú misma eres consciente de que esto no es digno de ti.

—Lo siento —repitió observando como los dedos largos de Jagged acariciaban la portada del cuaderno tras dejarlo sobre el escritorio—. No estoy muy concentrada, me está costando encontrar...

—¿Es por Luka o porque te preocupa me vuelva loco y te chille por haberle dejado?

Se encogió de hombros, aunque podría haber contestado que ambas cosas, especialmente la segunda. Desvió la mirada hacia la niña que estaba toqueteando los pedazos de tela de un muestrario.

—El tercero, de color rojo, es mi preferido —susurró indicando un pedazo de delicado terciopelo. Sus deditos se movieron hasta la muestra indicada—. Es muy suave.

—Marinette, lo que pase entre vosotros es cosa vuestra. —Atrapó su rostro entre las manos con gentileza y bajó el tono—. Sí, es mi hijo y sí, me preocupo por él. Luka no quiere que me meta en sus cosas y yo no pretendo hacerlo, así que tranquila. Sobre lo de chillar, bueno —soltó y rió encogiéndose de hombros—, chillar es una de las cosas que se me dan bien. Podría chillarte por muchas cosas y ninguna de ellas tendría nada que ver con lo que haya ocurrido con Luka.

»Pero no voy a chillarte —continuó viéndola tensa, la soltó y le dio un par de palmaditas en la cabeza tal y como le había visto hacer con Máša cuando se asustaba—. Volvamos a empezar, ¿de acuerdo? Hablemos de estos diseños. —Abrió de nuevo el cuaderno por el marcador amarillo—. La forma es como... no sé... el parquin de un centro comercial. ¿Útil? Sí. ¿Se puede usar? Por supuesto. Pero no tiene personalidad, es plano, hecho con molde.

—Personalidad. Plano. Con molde —murmulló Máša ausente.

—Necesitamos ¡gárgolas!

—¿Gárgolas?

—Algo que destaque.

—Amarillo.

—Exacto, Máša, algo que destaque como el amarillo. —Sacudió las manos en el aire alegre—. Eres una ayudante maravillosa, recuérdame que te suba la asignación semanal.

La pequeña sonrió feliz. Marinette se preguntó si había entendido las palabras de Jagged, si era por poder juguetear con las telas o por haber roto con su rutina. Fuera por lo que fuese se le contagió.

—Vamos a comernos todo esto y trabajemos. Tengo un par de horas antes de que Penny empiece a echarme de menos.

º º º

La madriguera empezaba a ser su segundo hogar. Había tenido que poner un montón de excusas para cancelar planes y eso no le hacía sentir especialmente orgullosa, pero lo que estaba haciendo era importante, así que aprendería a vivir con ello.

Su visita al maestro Fu había abierto todo un nuevo horizonte de inquietudes, algo que cualquier conspiranoico disfrutaría de lindo. Sin embargo, ella no era ese tipo de persona y le hacía sentir nerviosa. Al principio había creído que intentar seguir el hilo del guardián sería sencillo, pero con el paso de los días había descubierto que no lo era en absoluto y había acabado por rendirse, en parte.

No tenía muy claro si los guardianes tenían algún poder especial otorgado por su entrenamiento, pero no le quedaban muchas más opciones.

Con cierto temor se asomó a la ventana temporal que apuntaba al templo de los guardianes. Contuvo la respiración esperando que alguien mirase directamente hacia la ventana temporal desde la que les observaba, pero nada ocurrió. Los hombres continuaron con sus labores inalterables, nada de miradas inquisidoras desviándose hacia ella.

El prodigio emitió el primer aviso.

Tenía que concentrarse en buscar al guardián del callejón, ver qué estaba haciendo e intentar descubrir si tenía cómplices. Seguramente los tendría, si no lo eran todos, tampoco sería descabellado pensarlo. Aún y así, prefería ser optimista y pensar que no todas aquellas personas formaban parte de aquel plan de derrocar a su amiga y la alianza con Hawk Moth.

Se concentró en el recuerdo que tenía de él, dibujó la cara tras sus párpados y la ventana temporal fluyó por el lugar hasta dar con él. Estaba meditando en el centro de un bonito jardín que Alix se preguntó como soportaba las bajas temperaturas de la montaña durante el invierno. Solo. Aislado. De lo más inocente. si no hacía nada no podría averiguar nada.

—Muévete. Haz algo. Ve a hablar con tus amigos. A tomar un té con galletitas. Lo que sea.

El hombre no se movió. Decidió hacer avanzar el tiempo. El segundo aviso sonó al mismo tiempo que el guardián se ponía en pie. Aún tenía tiempo para echarle un vistazo al lugar al que se dirigía. Lugar que deseaba no fuera el lavabo. El guardián regresó al interior del edificio recorrió uno de los largos pasillos repletos de puertas, abrió una y se adentró en la estancia que, definitivamente, no era un lavabo. Le sorprendió encontrarse en lo que parecía ser una biblioteca repleta de estanterías, libros y pergaminos. Le recordó a la que se ocultaba en el sótano del Louvre, aunque bastante más siniestra.

Le observó mientras consultaba algunos pergaminos, no perdió el tiempo tratando de ver qué ponía porque estaba segura de que no entendería ni una sola palabra. Quería que delatase algún comportamiento extraño, pero nada de lo que hacía era raro.

El tercer aviso la sobresaltó.

—Maldición.

No tenía tiempo de buscar la ventana temporal que llevaba a su cuarto. Era una mala idea, pésima en realidad, pero la alternativa era peor. Evocó uno de los pasillos, saltó fuera de la ventana temporal y rodó por el desierto pasillo al tiempo que la transformación caía.

—Qué hambre —se quejó Fluff.

—Ahora no —musitó Alix atrapándolo entre las manos y mirando a su alrededor.

Necesitaba encontrar un lugar en el que esconderse, le valía el cuarto de las escobas si es que en aquel lugar existía algo parecido. Miró a Fluff, había vivido allí, sabría dónde esconderse. No hubo tiempo para preguntas, escuchó un par de voces acercándose, abrió la primera puerta que encontró y se escondió dentro. Se agazapó, asegurándose de quedarse completamente inmóvil, no había tenido tiempo de ver qué había dentro, no quería arriesgarse a moverse y tirar algo que delatase su presencia allí.

—Tengo...

—Silencio, Fluff, por favor, quédate en silencio —bisbiseó.

Las voces se acercaron, rezó para que pasasen de largo, incluso contuvo la respiración temiendo que pudieran oírla en medio de todo aquel silencio. La puerta se abrió. Alix se mordió el labio maldiciendo su suerte. Ante ella se encontraba un guardián, alto, de rostro serio y que parecía estarle lanzando un millón de preguntas con su mirada. El hombre entrecerró la puerta, habló con su acompañante. Alix oyó unos pasos ligeros alejándose antes de que la puerta volviera a abrirse.

—Yo... ya me iba —pronunció agobiada, sacó una zanahoria del bolsillo de su cazadora y Fluff se abalanzó sobre ella—. Esto ha sido un accidente. Desafortunado. Muy desafortunado. Lo siento. No volverá a pasar.

—¿Os ha enviado la guardiana de París? —preguntó en un francés rudimentario con un fuerte acento.

—¿Qué?

—Ladybug.

—No. Sí. No exactamente.

—Al final de este pasillo hay una tabla que... —El guardián frunció el ceño—. Hace ruido, la pared de la izquierda oculta un pasadizo. Espérenme allí.

Cerró la puerta sin darle tiempo a aceptar o negarse.

Era raro. Podría ser peligroso. Podría ser una trampa. Pero estaba atascada y necesitaba respuestas.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! El título de este capítulo es una alusión a la estructura de la historia que imita los cuatro movimientos de una sonata (allegro, lento —adagio—, minuetto o scherzo y rondó), a pesar de que la primera parte sigue la forma sonata (introducción, exposición, reexposición y coda).
Por un lado tenemos a Luka regresando a su rutina en Praga; por la otra a Marinette trabajando con Jagged mucho más relajada. Y a Alix metiéndose en la boca del lobo por voluntad propia, en este capítulo la que importa es ella y su investigación.
Nos leemos en unos días.


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