Sanando Heridas/Michael Jacks...

By _moon_19970

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Descubre lo que Jenna tiene para decirte de nuestro cantante favorito. La historia está tomando fecha y lugar... More

0.
02. Miradas azules
03. Solo Miradas.
04. Llamadas.
05. Cenas y huracanes
06. Flames
07. Leave me alone
08.Uvas y vinos
09. Pastillas y pruebas positivas
10. Pequeño milagro de felicidad
11. Respuestas
12. Reuniones y hermanos pequeños
13. Los Angeles, parte 1
14. Los Angeles, parte 2
15. Promesas
16. Despedidas.
17. Sanando Heridas (1)
18. Sanando heridas (2)
19. Cicatrices
20. Besos
21. Meseras
22. Peleas y kilómetros.
23. Desconocidos
24. Deseos
25. Historias
26. ¿Familia?

01. ¿Quién demonios es John Branca?

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By _moon_19970

Caminé temblorosa hacia los adentros del hospital, mientras el tiempo respiraba en mi nuca.
Había sido otra noche sin dormir desde la primera vez que vi a Liam luego de tantos meses.

Solo dos días atrás.

Sus ojos azules me miraron y me trataron de dar una sonrisa que no pude devolver, por que me encontraba muy ocupada ocultando las malditas lagrimas que se resbalaban por mis mejillas.

Verle de nuevo, con su peinado de siempre, sus gestos impecables y su presencia extremadamente pulcra de cirujano se sentía tan ajeno a lo que quería experimentar al verle, cuando me retraté miles de veces un encuentro casual y sin ninguna discusión, y fue por muy lejano lo que experimenté, iniciando con el nudo en mi garganta y las ganas de vomitar.
Su traslado hacia otro hospital había sido tanto una maldición como una bendición para mi, para mi trabajo, para mi carrera, y me prometí más de mil veces no volver a esto, no volver a noches oscuras, a un irrevocable insomnio, a almohadas mojadas, a sollozos en silencio, a días sin sol. Estaba harta de aquello, me había ya enamorado del tiempo que me había enseñado a caminar de nuevo, pero él no me había enseñado a cómo reaccionar si le veía, y por aquello le culpaba, una y otra vez.

—¿entonces solo te sonrió y ya?—Hayley y Alice cruzaban sus brazos frente a mi, con una expresión enojada, mientras yo trataba de esconderme detrás de una expresión en blanco.—¿cree que de verdad tiene derecho a sonreírte después de lo que te hizo?

Gritos, peleas, insultos, mentiras, heridas, daños; frío, solo frío.

—ya no importa.—fruncí mi ceño.
Mordí mis labios, tratando de canalizar las ganas de gritar.

El ácido que sentía por escuchar su nombre todavía quemaba.
Hayley miró a Alice, y el gesto de preocupación que le lanzó solo hizo que encendiera alarmas en mi cabeza, no quiero comentarios o indirectas acerca de este tema, no quería ni siquiera pensarlo, estaba ya más que cansada de lo mismo.
—si importa...—susurró Alice, con una pequeña mueca en su rostro.—pero ahora no es el momento para hablar de esto.
Suspiré hondo, muy de acuerdo con lo que mencionó, sintiendo un instantáneo alivio que casi se vio interrumpido por las miradas amenazadoras de Hayley, las cuales me prometían que la charla no había terminado ahí. Miré a otro lugar, buscando alguna que otra excusa para distraernos.

—está algo movido esto—Alice me fulminó con la mirada cuando cambié drásticamente de tema. Mi voz estaba chillona.

La sala de reuniones estaba llena de mis compañeros, algunos salieron antes de tiempo, otros tuvieron que retirarse de sus puestos, nadie sabía que rayos pretendía Webber con reunirnos a todos en esta sala donde el calor era infernal, o al menos eso estaba sintiendo yo.
Todos murmuraban con más fuerza ante la presencia del director y del presidente dentro de la sala.

—que rayos es esto.—apareció Jackie junto a mi, susurrando, se le veía ofuscado.—estaba con una chica, y me interrumpió un dermatólogo loco diciéndome que esto era importante.

—demonios, Jackie. Tienes chupetes por todo el cuello.—Alice le señaló chupetes imaginarios en su cuello mientras hacía una mueca de asco bastante fingida.
Yo no podía evitar sentirme bastante risueña ante las ocurrencias de Alice.

—¡¿qué?!—exclamó, casi reventándome el tímpano mientras tapaba con sus dos manos su cuello descubierto.
Las tres reímos mirando su expresión de terror antes de abandonar la habitación esquivando a Geller y Gunther, que se acercaban a nosotras confundidos ante la actitud de su mejor amigo, quien ya había cruzado toda la sala.

—gracias a esto tuve que cancelar mi viaje con Susan.—se quejó Geller, rodeando sus ojos. Yo le miré divertida, sintiéndome un poco ligera. Ellos causaban eso en mi, todo el tiempo, paz.

Olvidaba tantas cosas cuando les veía todos juntos hablar de tonterías.

—gracias a esta recaudación de fondos muchos niños son felices.—le regañé, causando que Gunther lo codeara burlón y se intercambiaran un par de insultos.

—oigan.—Hayley nos interrumpió, quejándose de nuestro ruido.

—...es por eso que quiero darles la bienvenida a nuestro equipo de bienhechores, iniciando con ustedes y terminando con una persona que hizo esto más que posible, y a la que probablemente; ya conozcan.—continuó Webber, mientras varios personajes en traje entraban a la sala, unos que ya conocía desde mi internado, incluso uno que otro de nuestros profesores, pero aquello no fue lo extraño, sino la pelota de hombres trajeados y altos que entraban a la sala sin parar.

—¿a esto se refería Webber?—Gunther puso su mano en mi hombro para robar nuestra atención.—cuando nos dijo en la reunión pasada que había gente importante detrás de la fundación que ni siquiera nos imaginábamos.

Me encogí de hombros.

—...a Kennedy, al doctor Kiam y a John Branca, quién nos ha ayudado de manera extraordinaria estos últimos años.—Webber continuaba, mencionando nombres que a veces parecían conocidos y otras veces parecían simples trabalenguas, aunque la mención del último fue el que llamó la atención de Hayley, pues sus ojos se abrieron de golpe, y sus mejillas pálidas tomaron un color rojizo casi al instante.

Bufé, totalmente estresada ante los rodeos que la situación estaba tomando,  sintiendo lo mucho que necesitaba estar ahora no dentro de un grupo de doctores exasperados, sino dentro de alguna sala de cirugías, olvidando de inmediato la cara de Liam para reemplazarla por gasas, pinzas mosquito, bisturíes, una que otra consulta, papeleo, lo que sea que me tuviera ocupada, lo que sea que pudiera hacerme olvidar.

La costumbre había sido una de mis peores enemigas, especialmente cuando la cama se siente más vacía que antes, o cuando la penumbra dentro del apartamento cuando ellos no están es dolorosa, impasible para mi. Desde que me mudé con Hayley y Alice todo había sido más llevadero, pero los silencios y la soledad seguían siendo monstruos debajo de mi cama.
Era incluso peor cuando mi hermana me decía con la mirada que ella me lo advirtió, que nada bueno sale cuando una persona se casa a una edad tan temprana, cuando todo es amor lo único que falta en aparecer es el maldito dolor, la maldita soledad, el asqueroso orgullo, y el único deseo que nace en el corazón es...simplemente dejar de sentir.

—no puede ser.—Hayley llamó nuestras miradas en un susurro bastante alto, interrumpiendo el giro que estaban tomando mis pensamientos, y aquello lo agradecí.
Puso una mano temblorosa en su frente mientras su pecho subía y bajaba, las pocas personas que estaban dentro de la sala empezaban a murmurar, y justo las que estaban al frente lanzaron algunos chirridos anónimos, algo imposible de ignorar cuando se trataba de un hospital, con gente tan aburrida.

—¿que demonios es?—Gunther dió un pequeño salto para poder alcanzar el escándalo del frente, sin embargo, fue en vano.

—solo queda esperar.—Alice encogió sus hombros, sin embargo no era ella quien me interesaba, sino la expresión congelada de Hayley, que conforme más pasaba el tiempo más parecía enrojecerse y temblar.

—¿Hayley?—moví una mano frente a ella, y dejó salir un par de balbuceos de su boca.

—¿saben quién es John Branca?—de pronto giró bruscamente hacia nosotros, como si estuviera a punto de resolver la cura para el cáncer y el único paso que le falta estuviera en la punta de su lengua.

El nombre de aquel hombre no me dejaba de sonar, parecía mas familiar dentro de mi día a día, como si hubiera sido algo tan importante para Hayley que no podía creer que nosotros no lo supiéramos, indignada y deshecha ante lo que nuestras muecas podían dar a conocer; nuestra ignorancia ante el tema, aun así tratábamos de averiguar a lo que se refería, lo podía notar por la manera en la que Geller arrugaba su frente y achicaba sus ojos como yo, forzando nuestra memoria.

—Chicos, ese nombre me suena muy parecido, solo piénsenlo.

Y dentro de mi mente pasaron miles de ideas, miles de cosas que podía soltar una por una para no olvidarlas, podía intentarlo una y otra vez con cada uno de mis comentarios, pero solamente un nombre se me venía a la cabeza, uno que ella y mi hermana compartían desde el momento en el que se conocieron, uno que la hacía gritar o voltear su rostro cada vez que era mencionado o incluso si quiera escuchado a lo lejos.

—¿Doctora Alice?—la voz grave de Webber interrumpió mis ocurrencias. Alice reaccionó al instante hacia él. Y después de unos segundos regresó, haciendo una mueca de confusión.

—nos quiere ver dentro de 10 minutos en su oficina, dice que es algo importante, mencionó algo sobre lo que significa el departamento de pediatría para la fundación.—explicó, mirándome.

Maravilloso, justamente tenía que ser mi departamento el más involucrado, justamente cuando necesitaba salir de aquí lo más rapido posible.

—la voy a matar —Jackie apareció, negando su cabeza, pero su humor se fue disipando cuando vió la expresión de cada uno en la sala.

—un tal John Branca vino y Hayley nos está obligando a pensar quien demonios es.

Su cara lo dijo todo, en definitiva era mejor estar haciendo lo que sea allá afuera que estar aquí.

—Chicos nos tenemos que ir, al parecer Webber necesita nuestra presencia en su oficina.

—si recuerdo quien es ese hombre me debes 20 dolares.

Los chicos frente a mi seguían peleando, y yo trataba de seguir sus pasos rápidos hacia fuera del ascensor.

—bien, así tal vez me pagarías los 20 dolares que me debes.

—¿ganas un salario mayor que todos nosotros y no le puedes dar 20 dolares?—Gunther hizo su voz chillona, otra vez.

—cállense—les regañé.—estamos a punto de entrar.

Perfecto, tal vez y con suerte de parte de Webber tenga más trabajo, y así pueda saciar la ardiente sed de activismo para sacar mi mente de otros pensamientos, otros mundos, otros errores que solo sirven para atormentar mi futuro y mi vida.

Tal vez y con suerte también a mi mejor amiga se le olvide cualquier tontería que esté pensando sobre Liam, y ninguna conversación salga a la luz después de esto.

Mi vista se posaba en la cabeza de mis amigos, quienes bloqueaban mi vista de lo que sea que había estado pasando por que pronto se acumularon todos uno junto al otro, intactos, congelados, y el silencio de un universo entero de años se coló en la habitación que ahora parecía más y más pequeña.

Pensé que Webber había remodelado su oficina, y no. Seguía igual de pequeña y estrujada. Bufé.

Odiaba por todo lo que tenía mi estatura, mi falta de capacidad para poder codearme con la gente y ser la primera en mirar algo, o tal vez la falta de entusiasmo.
Aun así, al escuchar los chirridos de Hayley, quien estaba cerca de mi, y los balbuceos de una Alice preocupada, me hizo perder la paciencia al instante y  decidirme en apartar el espacio suficiente para encajar junto a ellas.

—¡muchachos! Justo a tiempo para presentarles a...

No puede ser.—el susurro descompuesto de Hayley lo volvió todo más borroso, obligó a mis ojos a separarme de ella para vislumbrar lo que estaba teniendo protagonismo dentro de la oficina.

Madre mía.

Él estaba junto a Webber, cruzando sus manos detrás de su espalda, con un gesto paciente, ahora preocupado, sus mejillas rojas, un par de lentes oscuros que se quitó al instante cuando miró la escena frente a él, dejó libres un par de ojos cafés bellísimos, atracadores, tenía unos rizos rebeldes en su frente, rodeado de gente que no tenía ni siquiera mínima idea de que había ignorado solo por mirarle, por pasearme rápidamente por su expresión. Todo aquello no parecía caberme en la realidad alterada que ahora pensaba se estaba creando en mi cabeza.

¿De verdad estaba Michael Jackson en la sala de la oficina de mi jefe? ¿Qué rayos hace aquí?... oh no.

¿Había deseado algo con lo que distraerme y olvidarme de todo lo que había pasado con mi ex esposo? Aquí estaba, por que al voltear a mi izquierda donde se suponía estaba Hayley; había un Gunther sosteniendo su cuerpo inválido y flácido en los brazos de Alice.

Ella se había desmayado.

—creo que ya sé quien es John Branca.

•••

Hola, moonwalkers. Espero les haya gustado este primer capítulo que les escribí con todo mi amor y gratitud.
Esta novela es inspirada en dos de las cosas que más me gustan; mi carrera y Michael Jackson.
Soy estudiante, así que no sean tan duros conmigo si me equivoco en algo con respecto al área de la salud. Solo espero que se diviertan con todos los personajes y lleguen a amarlos tanto como los amo yo.

Besos. 💗

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