Afrodita🌼

By daddyywilkkk

163K 14.4K 9.1K

"- Si, somos nuevos aquí. Yo soy Aiden. - contestó uno de los cuatro. Tenía el pelo color blanco ceniza y uno... More

Sinopsis.
Capítulo 1: El comienzo del último curso.
Capítulo 2: Arrodillarse para rezar.
Capítulo 3: Verdades y retos.
Capítulo 4: Una pequeña boxeadora.
Capítulo 5: Al son de la música con un chico de cabellos cenizos.
Capítulo 6: La F1.
Capítulo 7: Celos absurdos.
Capítulo 8: De palomitas y chucherías.
Capítulo 9: Lágrimas de cocodrilo.
Capítulo 10: Los tres enjaulados.
Capítulo 11: "Tic, tac, tic, tac".
Capítulo 12: Sin descanso.
Capítulo 13: Inspiración y pesadillas.
Capítulo 15: El paseíllo de la muerte.
Capítulo 16: Mascarillas y verdades a medias.
Capítulo 17: Contando lunares.

Capítulo 14: Confesiones dolorosas.

2K 199 57
By daddyywilkkk

CAPÍTULO 14.

CONFESIONES DOLOROSAS. 

Tenéis una notita al final del capítulo. Gracias por leer!!

Me remuevo entre las sábanas que me envuelven. Siento calidez y estoy tan cómoda rodeada por todo el cuerpo de Sean que tengo ganas de quedarme aquí eternamente y no empezar mi día, pero él no para de recolocarse, intentado tomar distancia de mi cuerpo y causando que esa nube de mi cabeza se vaya poco a poco.

- ¿Puedes parar de una vez? - le pregunté entre quejidos con los ojos cerrados, pegándome más a su cuerpo para no perder el calor, pues a lo largo de la noche me había dado cuenta de que este apartamento era muy frío, al menos comparado con mi casa.

No escuché su respuesta, pero se mantuvo estático detrás de mí. Agarré su brazo, sujetándolo alrededor de mi cintura, suspirando de gusto volviendo a dejarme llevar por el sueño. Aunque no tardó mucho en volver a molestarme.

- Sean. - suspiré girándome para verlo con los ojos entrecerrados. - ¿Se puede saber cual es tu problema? - volví a quejarme, apenas enfocando la mirada en él cuando toda mi atención se dirigió a otro sitio, uno que hizo que el sueño que tenía se esfumase. - Joder.

Fue lo único que fui capaz de pronunciar viendo como el bulto de su bóxer iba en aumento y él se encontraba con una de sus manos en la cara y la otra justo ahí, tapándose ligeramente avergonzado. Lo poco que veía de sus mejillas se encontraba con un color rojizo y después de observar por unos minutos su cuerpo, fijándome en su abdomen marcado, los tatuajes que lo recorrían y finalmente en aquello que había captando todo mi interés, aparté la mirada lo más rápido que pude.

- Dios, lo siento. - murmuré con vergüenza, poniéndome de espaldas a él. Pero al momento me di cuenta de mi error, al sentir esta vez aquello que no había hecho cuando me encontraba tan dormida. Grande, duro y tan cerca de mi culo que me hizo suspirar y sentir una chispa de excitación en la parte baja de mi estómago. - Vale no, está posición no. - volví a darme la vuelta, incorporándome en la cama antes de que las hormonas me hiciesen hacer alguna tontería de la que quizás me arrepentiría minutos después o horas, dependiendo de lo que durare la tontería.

- Ya sabes como funciona esto. - habló por fin, tomando la almohada para colocarla encima de su parte más íntima, intentando que yo no viese lo que ya había analizado bastante bien. - No quería incomodarte nena, por eso me movía tanto. - murmuró apoyándose contra el cabecero, dejando de estar tumbado.

- No...no me has incomodado, es algo normal. - intenté tranquilizarlo, sin querer hacer que se sintiese peor o su cabeza formase algún otro pensamiento. - Y no te disculpes, yo soy la que debería hacerlo. Al fin y al cabo estoy invadiendo tu cama y no paraba de pegarte a mi. - murmuré cruzando mis piernas sobre el colchón, intentando que de esa manera la excitación que me había producido sentirlo desapareciese.

- ¿Has dormido bien? - preguntó intentando desviar el tema de conversación, algo que tanto yo como mi sistema nervioso y hormonal agradecimos internamente.

- Si, tu cama es muy cómoda. - asentí con una sonrisa, sin querer apartar mis ojos azules de los suyos. - Realmente necesitaba descansar, ayer el día fue muy largo. - suspiré evitando volver a llenar mi cabeza de malos pensamientos y temores.

Junto a Sean la noche se había pasado rápida, sin pesadillas, sin miedos y sin preocupaciones. Me había envuelto con sus brazos y su calor, trasmitiéndome esa tranquilidad que tanto necesitaba para poder cerrar mis ojos y descansar, sabiendo de sobra que si me hubiese quedado en mi casa o incluso en el sofá del apartamento sola, no lo habría conseguido en ningún momento. El insomnio y los malos recuerdos hubiesen vuelto a hacer mella en mí, sin permitirme conciliar el sueño en ningún momento.

- Me alegro de que hayas descansado, se notaba que te hacía falta, preciosa.- respondió con una sonrisa, colocando unos de mis mechones sueltos detrás de mi oreja.- Bueno... creo que voy a darme una ducha. - habló después de unos minutos de silencio, donde solo nos dedicamos a mirarnos fijamente el uno al otro, sin saber qué más decir. Yo no quería hacer referencia al incidente mañanero suyo y él sabía de sobra que no era buena idea insistir en saber el motivo por el que había aparecido anoche en su habitación pidiéndole dormir con él cuando era algo que estando completamente en mis cabales, no lo hubiese hecho.

Abandonó la cama todavía con la almohada cubriéndolo. Sean no era un chico vergonzoso o al menos, eso era lo que transmitía, pero sabía que el cubrirse y el andar con cuidado realmente lo hacía para que no me sintiese incómoda o tuviera que presenciar alguna escena violenta. Algo que apreciaba mucho, si era sincera. No cualquier chico hace eso hoy en día o al menos, no los más decentes.

Seguí con mis ojos todos sus pasos hasta que finalmente se encerró en el baño, no sin antes recoger la carpeta del bufete de abogados que vagamente conseguí leer anoche antes de acostarme. Fue el recordar eso lo que hizo que mi cabeza alejase las malas experiencias del día anterior y me comenzase a preguntar para qué necesitaría Sean un bufete de abogados.

¿Estaría metido en algún lío o sería el mismo en el que todos ellos estaban involucrados?

No quería meterme en sus vidas ni mucho menos en su expediente policial, pues no era de mi incumbencia y mucho menos si era algo que todos y cada uno de ellos pretendía ocultar, manteniéndolo como un tema privado que no compartirán con una persona a la que conocen de tan poco tiempo como es mi caso porque, al fin y al cabo, realmente ha pasado menos de un mes desde la primera vez que coincidimos en el instituto y, a pesar de que nuestra relación y amistad vaya viento en popa, no tenemos la suficiente confianza cómo para pasar a temas más personales o si por fin estábamos preparados, iba a ser un proceso largo y paulatino, tal y como había comenzado con Aiden.

Cuando escuché el agua de la ducha correr, supe que era un buen momento para salir de ahí y dejar atrás una escena tan chocante como la que acabamos de compartir. Además, estaba segura de que Sean necesitaba un poco de intimidad para relajar su problema mañanero.

Estaría encantada de ayudarle si él así me lo pide, pensé de la forma más irracional posible.

Me reí de mí misma y negué con la cabeza, poniendo los pies en el suelo y saliendo a continuación de la habitación, dirigiéndome escaleras abajo. Supuse que era bastante temprano porque los primeros rayos de sol comenzaban a entrar por los grandes ventanales del salón y la cara de Aiden, el primero con el que me crucé, mostraba lo malo que era para los seres humanos madrugar.

Lo observé mientras me adentraba en la cocina. Él removía su cabeza con pesadez, cómo si no fuese líquido y suspiraba con cansancio, manteniendo un gesto enfadado que lo hacía verse bastante atractivo.

- Buenos días. - saludé acercándome a él para besar su mejilla.

- Tu no vienes de dormir en el sofá - afirmó directamente echándome un vistazo de arriba a abajo con el ceño fruncido.

- ¿Y eso cómo lo sabes?

- Por qué no estabas en el salón cuando bajé hace diez minutos, he escuchado tus pasos por las escaleras y obviamente nadie se despierta con tan buena cara después de dormir en un sofá, por muy guapa que sea. - argumentó sacándome una sonrisa.

- ¿Entonces crees que soy guapa?

Le pregunté dándole la espalda para ponerme a preparar algo de desayuno para todos. Era lo mínimo que podía hacer después de haber aparecido de la nada en su apartamento y haber dormido en él. Necesito ser agradecida para así dejar de sentirme cómo una intrusa de vez en cuando.

- Ese adjetivo puede llegar hasta a ser insuficiente e incluso vulgar. - respondió mirándome a los ojos de una forma intensa, de una forma que generó una sensación en mi pecho que no supe diferenciar. - Pero no me cambies de tema, bonita. Responde a la pregunta.

- He dormido con Sean. - afirmé justo en el momento en el que Aaron y Liam aparecían en la cocina, escuchando nuestra conversación. - Buenos días, chicos. - les sonreí a modo de saludo.

El ceño de Aaron se encuentra ligeramente fruncido y Liam mantenía una mueca en sus labios, ambos para nada contentos con lo que acababa de decir. Supuse que era porqué tanto ellos como Aiden, dueños del apartamento al igual que Sean, sólo me habían invitado a dormir en su sofá, no a repartirme por alguna de las habitaciones. Y es que en ese momento, mientras sentía tres pares de ojos puestos en mi, los nervios no me permitieron imaginar alguna otra explicación, otra que implicase un motivo mucho más íntimo e incluso divertido.

A pesar de su molestia, Aaron se acercó para besar mi mejilla con cierto cariño, abrazándome después, envolviéndome con sus fuertes brazos y su torso desnudo. Su piel era suave y la temperatura de su cuerpo era caliente mientras lo dejaba acercarse a mi.

- ¿Has dormido bien, bombón? - preguntó cerca de mi oreja, volviendo la conversación privada. - Aunque hayas preferido el calor de otro. - murmuró con un toque no lo suficiente burlón para tomarlo cómo una broma, pero tampoco lo suficientemente serio cómo para llegar a pesar que de verdad le había molestado no tenerme durmiendo con él.

- No he preferido el calor de ningún otro. - aclaré no solo para que él lo escuchase, sino para que Aiden y Liam también lo hiciesen. - Y por supuesto no hicimos nada más lejos que dormir.

- Ya me jodería si hubiese pasado algo más.

Liam rodó los ojos con molestia, acercándose a mí para dejar un simple beso en mi mejilla como saludo y pasar a continuación a tomar un vaso de agua, recostando su cuerpo contra la encimera, únicamente cubierto por unos pantalones de pijama azules. Sus pelos rubios se encontraban revueltos y verlo pasar su mano por los mechones y colocarlos fue curiosamente atractivo, a pesar de su notable molestia.

Escuché los pasos de Sean por las escaleras, el cual apareció ya completamente vestido con unos vaqueros negros y una camiseta del mismo color. Su cabello negro estaba húmedo y peinado, pero lo que más llamo mi atención fue el olor de su colonia, el cual se extendió por toda la cocina hasta llegar a mi nariz.

- No penséis en cosas raras, hermano. - negó con la cabeza, mostrando disconformidad con lo que por lo visto había escuchado de nuestra conversación. - Tuvo una pesadilla y no podía dormir sola. Sabía que vosotros estabais cansados por el entrenamiento y Aiden por la sesión de fotos, por lo que tocó la puerta de mi habitación. La dejé pasar, dormimos y listo.

- ¿Una pesadilla? - preguntó Aiden, dejando de mirar su café para incorporarse completamente en el taburete, dejando de estar apoyado contra la mesa. - ¿Qué tipo de pesadilla?

- Una de esas horribles, que te quitan la respiración.- contesté soltando un pequeño suspiro. Realmente quería tener la oportunidad de compartir mis preocupaciones con alguien y sobre todo con personas de confianza como creía que eran ellos, pero tampoco quería agobiarlos con algo que no era su problema.- Lo siento, os estoy causando muchas molestias.

Volví a concentrarme en la preparación del desayuno mientras sentía sus ojos puestos en mi. Sabía que el tema del que quería hablarles era delicado y muy personal, pero desde hace años nunca había tenido oportunidad de contarle la historia completa a nadie que no fuese mi madre, mis antiguas amigas con las que ya no compartía ninguna relación o la policía. En ningún momento lo compartí con Brooke a pesar de haber sido mi novia y ni siquiera lo hice con mi grupo de amigos de las carreras, aún cuando confiaba plenamente en ellos. Pero, por algún momento que no conseguí comprender no tenía ningún miedo de hablar con los chicos de Ainsworth, me sentía segura a su lado y quería que supieran esto de mi, dar un paso para que nos empezáramos a conocer de una forma mucho más personal y no tan banal. Quizás si lo hacía, incluso conseguía que me hablaran sobre sus problemas con la ley, quién sabe.

Pensaba que no iban a decir nada más y lo iban a dejar pasar, pero claramente estaba muy equivocada.

- Princesa, puedes hablar con nosotros. No eres ninguna molestia.

Liam se acercó a mí, quitándome de las manos la espátula y apartando la sartén del fuego. Mis ojos lo miraron, ligeramente enrojecidos por las lágrimas que se estaban empezando a acumular y que no estaba segura de poder retener tan bien como lo había hecho anoche. Al fin y al cabo era humana y por mucho que no quisiese que fuese así, el tema me seguía afectando y en su momento supuso un real trauma para mi.

Al verme así, Liam no tardó en hacerle una señal a los chicos y los cinco nos dirigimos al salón, donde nos repartimos encima de los sillones. Quedé junto a Liam, quien acariciaba mi mano con cariño y Aaron, quienes tomó mis piernas con cuidado, pasando sus dedos con una suavidad que parecía impropia de él y haciendo que mis nervios se relajasen un poco. Al otro lado, Sean y Aiden no podían apartar sus ojos de mi. El primero tenía el ceño ligeramente fruncido y la mandíbula apretada mientras que el segundo me miraba fijamente, con una expresión que no supe interpretar, completamente ansiosa por algo que no entendía, que tenía otro significado pero que finalmente terminé de interpretar como ganas de saber lo que me había pasado.

- Bueno, no es un tema del que me guste hablar ni del que me sienta muy orgullosa. De hecho, cuando lo hablé con mi madre y unas antiguas amigas me sentí como una completa estúpida. - comencé a decir, sin saber muy bien cómo explicarme. - Cuando tenía catorce años y seguía siendo una estúpida adolescente que llevaba pocos cursos en el instituto, el amor era una de las cosas que más deseaba. Me encantaba y lo sigue haciendo, leer novelas de romance donde aparecía un chico guapo y rebelde que cambiaba completamente la personalidad por la chica tímida y bonita que era ignorada por la mitad del instituto. No era mi caso, yo nunca he sido tímida ni ignorada por la mitad del instituto, de hecho siempre he sido muy extrovertida. - miré mi mano entrelazada con la de Liam, intentando apaciguar mis nervios. - Era ingenua y tenía todo muy idealizado. Todavía no había tenido ningún novio o novia, solo unos cuantos besos sin mucho sentido y que, si pienso en ellos ahora mismo, admito que fueron bastante asquerosos. Pero bueno, esa es una de las características principales de la inexperiencia, por lo que, cuando llegó a mitad de curso un chico moreno, alto, con una sonrisa preciosa y una actitud rebelde y tras varios encontronazos acabó poniendo sus ojos en mí, las estúpidas mariposas de mi estómago se volviendo locas. - negué con la cabeza, todavía cuestionándome cómo podía haber sido tan tonta.- Su nombre era David Rossi, pero todos le decían Rossi. Tenía tres años más que yo, diecisiete, pero había repetido cursos así que íbamos a la misma clase. Había sido trasladado desde Mónaco, su padre era un gran patrocinador de la F1 y yo, una loca de los coches desde que era pequeña me quedé flipando. No tardamos mucho en tener nuestra primera conversación y poco después nuestro primer beso. - admití, completamente avergonzada. Levanté la cabeza y los chicos me miraban completamente expectantes, esperando que continuase. - No tardó mucho tiempo en dejarle claro a todo el instituto que estábamos saliendo, en especial a aquellos chicos que alguna vez habían tenido interés en mi. Y, bueno, comenzamos lo que parecía una relación normal. Rossi me trataba muy bien, era muy detallista, le encantaba regalarme cosas y era muy cariñoso, pero sin dejar de ser respetuoso conmigo. A pesar de nuestra diferencia de edad, mi cuerpo estaba físicamente muy desarrollado, en especial mis pechos, por lo que sabía que él quería mucho más de mi que unos simples besos. Aunque nunca intentó propasarse conmigo hasta que... descubrí el motivo de su traslado a la ciudad.

La bilis me subió por la garganta y una serie de recuerdos dolorosos me atravesaron. Era asqueroso solo pensar como podía haber estado con un chico así.

- Tranquila, bonita. Él no está aquí, estamos nosotros.

Aiden se incorporó del sofá para arrodillarse al lado mío y dejar cosquillas en mis piernas, tal y como Aaron seguía haciendo, intentando que esta confesión no fuese tan pesada.

- Además, no tienes porqué contarnos más si no quieres nena. - añadió Sean, mucho más tenso que antes de que empezase a contarles el origen de mi pesadilla.

- Puedo hacerlo, juré que iba a tratar lo que pasó con normalidad. No puedo permitir que se me enquiste en el corazón, ni en mi mente ni en mi piel. Me prometí a mi misma no dejar que él tuviese ese efecto en mí. - asintieron, compresivos. Suspiré antes de continuar.- Para cuando me enteré del motivo, ya nos habíamos acostado por primera vez. Estaba más eufórica que nunca antes y estaba cien por cien convencida de que ese acto había roto la diferencia de edad que teníamos, a pesar de lo perturbador que era pensar que realmente una simple niña de catorce años se había acostado con un chico de diecisiete. - Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y sujeté la mano de Liam con un poco más de fuerza. - Todo seguía de maravilla tras eso. Rossi se había vuelto todavía más cariñoso y nunca se quería despegar de mí. Era protector y a mi no me parecía mal, es decir, él me hizo pensar que era bastante lógico ya que era su novia. Pero, cuando empecé a escuchar los murmullos de la gente cuando pasaba por su lado en los pasillos o las miradas que me echaban entendí que algo no iba bien. Mis antiguas amigas siempre me habían dicho que Rossi les parecía extraño y que a veces lo habían pillado mirándome de una forma que les había producido escalofríos. Pero, no se, era ingenua como he dicho y todo eso me parecía más una señal de amor que de alarma. Que equivocada estaba.- solté una risa amarga.- No tardé mucho en descubrir el motivo de esos murmullos y miradas ni de saber cuál era el motivo del traslado de Rossi. Lo había acusado de violar a una chica en Mónaco, su país natal pero, como su padre era un pez gordo consiguió huir de todos los cargos que la chica y su familia habían presentado, a pesar de que claramente lo incriminaban y lo dejaban como autor de semejante delito.

Negué asqueada de pesar que mi primera vez romántica y también sexual había sido con semejante monstruo. Aunque bueno, supongo que una no espera eso del primer chico que realmente llama su atención, simplemente se deja llevar por la nueva sensación, tal y como hice yo en su momento.

- Hijo de puta. - siseó Aaron, visiblemente cabreado.

- En cuanto me enteré, corté rápidamente todos los lazos con él, a pesar de que me dijo que eso no era así y que, aunque lo fuese, conmigo era diferente. Que eso no pasaría.- rodé los ojos. Sin poder olvidar sus palabras. - Al principio pareció tomárselo bien, sin más, no parecía que le había afectado nuestra ruptura pero, poco a poco, comenzó a aparecer en todas partes y a todas horas siempre que estuviera yo presente. Si tenía matemáticas avanzadas, él de repente cursaba esa clase. Si estaba en la cafetería, él estaba en las mesas del fondo, mirándome fijamente. Si iba al centro comercial a comer un helado con mis amigas, él y su grupo de amigos casualmente tenían el mismo plan. Rossi estaba por todos lados, acosándome, siguiéndome hasta en mi propio vecindario y, a pesar de que mis amigas me lo repitieron miles de veces, nunca lo denuncié.- admití, cabizbaja.- Su padre tenía poder en todas partes y sabía que no iba a dar resultados por lo que intenté ignorarlo lo máximo que pude hasta que realmente empecé a sentir miedo. Lo veía cerca de mi casa y juraría que una noche lo había visto en la oscuridad de la esquina de mi habitación, mirándome con esos ojos tan perversos. Pero me callé y cometí el error de, tras encontrarme su nota en mi taquilla días después, quedar con él.

Todos me miraron asombrados ante mi confesión y hacía donde estaban yendo mis palabras.

- Solo quería arreglar las cosas y quedar finalmente como amigos o bueno, solamente quería volver a dejarle las cosas claras y librarme de él. Pero, como tonta, caí en su trampa y en el momento en el que me tuvo en ese solitario parque pasada ya la media tarde, no dudó en intentar propasarse conmigo. - Solté un sollozo, sin poder contener más mis lágrimas. - Discutimos acaloradamente y después de volverle a gritar que no quería verlo nunca y que era un monstruo me agarró la nuca y me besó. Intenté alejarme de él, pero era mucho más alto y fuerte y, a pesar de cómo lloraba, Rossi siguió tocándome por encima de la ropa hasta romper una de mis faldas favoritas. - más lágrimas cayeron, liberando ese doloroso recuerdo. - No creo que haga falta deciros cómo continuó la cosa. Por suerte una chica que había salido a correr nos vió y pudo impedir que Rossi llegará a penetrarme. Fue como un milagro, porque después de los golpes que me había dado en la cara, dejándome medio inconsciente y de arrancarme la mitad de la ropa, temí lo peor.

Liam acercó una de sus manos a mis mejillas, limpiando las lágrimas que caían por ellas antes de besar mi mano y abrazarme. Ese gesto me hizo llorar todavía más, mojando parte de su camiseta con mi llanto.

- Sentimos mucho que tuvieses que pasar por una experiencia así, Afrodita.- habló Sean, quien también había abandonado su asiento para acercarse más a mi. - ¿Lo denunciaste?

- Si, después de eso sí y más al contarle a mi madre lo que había pasado cuando la llamaron del hospital donde me curaron las heridas. - respondí como pude, alejándome un poco del pecho de Liam. - Pero no sirvió de nada, lo acusaron pero volvió a desaparecer y se fue del país. Supongo que su padre volvió a ayudarlo a escapar de la justicia, porque no tuvo ninguna represalia por lo que me hizo.

- No me puedo creer que después de lo que te hizo no haya recibido ningún castigo. - miré a Aaron, cuya expresión estaba completamente seria y cuyos ojos, de un azul precioso y brillante, se habían oscurecido completamente, recordándome a un mar enfurecido. Su mirada transmitía rabia e incluso cierta locura.

- ¿Cómo dijiste que se llamaba el cabrón? - preguntó Aiden, su voz sonando como trueno en medio de todo el salón, sorprendiéndome. Tomó mi mano rápidamente con cuidado. - Lo siento, lo que menos pretendía era asustarte, bonita. - me intentó dar una sonrisa tranquilizadora pero lo único en lo que pude fijarme era en como su otra mano se había apretado en un puño y la vena de su cuello palpitaba con cólera.

- David Rossi. - respondí a su pregunta, antes de soltar su mano para terminar de limpiar las lágrimas que caían de mis mejillas. - Sois los primeros con los que comparto esto desde que lo hice la última vez, cuando le denuncié. - admití.

- Gracias por compartirlo con nosotros, Afrodita. - Aaron tomó mi cara entre sus manos, plantando un suave beso en mi frente que me hizo suspirar. - Y siento mucho que hayas pasado por algo así, es horrible y ninguna mujer merece ser tratada de esa manera ni mucho menos guardar en su mente un recuerdo tan horrible.

- Nunca suelo pensar mucho en él, pero hay veces que los recuerdos vuelven a mi sin ni siquiera quererlo. - murmuré. Estaba segura de que este era el mejor momento para contarles también lo de las notas. Ellos me ayudarían pero, después de reflexionarlo, la idea voló de mi cabeza. No quería preocuparme por eso ahora, todavía tenía que descubrir si realmente alguien quería hacerme daño o simplemente eran bromas pesadas. - Gracias por escucharme chicos, de verdad. No sabéis lo mucho que lo aprecio. - añadí, sintiendo como mis ojos se cristalizaban otra vez.

- Nunca dudes en hablar con nosotros, princesa. Nunca.

Liam tomó mi mano y dejó un tierno beso en mi dorso, antes de entregarme una cálida sonrisa.

- Y no llores más, nena, nos mata verte así. - declaró el tatuado antes de que los cuatro me rodeasen y me diesen un gran abrazo que me dejó prácticamente sin respiración. Demasiado musculo a mi alrededor.

Pero se sintió bien, se sintió como el lugar correcto después de haber compartido algo tan íntimo con ellos. Después de soltarme, cada uno depositó un suave beso en mi mejilla, haciéndome sonrojar. Tenían que parar de jugar con mi sistema nervioso y hormonal a la mínima que podían o acabaría dándome un ataque al corazón.

- Con nosotros a tu lado nunca te pasará nada. - sentenciaron hablando al unísono, sorprendiéndome y robando ligeramente un pedacito de mi corazón. Compartieron una mirada entre ellos antes de volver a fijar sus ojos en mi. Sinceramente, su seriedad me produjo escalofríos. Había mucho más detrás de esa mirada de lo que yo misma podía entender. - Nunca.

- Parecéis unos matones psicópatas de película. - murmuré para aligerar el ambiente y la seriedad en sus expresiones. - ¿Está bien si ahora desayunamos? - me levanté del sofá. - Muero de hambre. - añadí sacándole una sonrisa al menos a dos de ellos, puesto que Aaron y Aiden parecían no poder dejar pasarlo que les acababa de contar. - Por favor, no le deis más vueltas, lo que menos quiero es que esto cambie la idea que tenías de mí. - agarré sus manos, acariciándolas suavemente entre las mías. - ¿Chicos?.

No tardaron en salir de sus pensamientos cuando Sean silbó, devolviéndolos a la realidad.

- Nunca cambiaría la idea que tengo sobre ti por algo de tu pasado, bonita. - afirmó Aiden, acariciando mi palma con su pulgar en un gesto de cariño bastante impropio de él.

- ¿Has dicho desayuno? - preguntó Aaron, tomándome en brazos de repente. - Yo también muero de hambre. - volvimos a la cocina mientras mis piernas rodeaban su cintura y mis brazos su cuello. Dios, creo que hasta ahora no me había dado cuenta de lo grande y alto que era Aaron. En comparación con su anchos hombros, fuertes brazos y torso marcado parecía una pequeña muñeca. - Espero que cocines algo rico para mi, ya que me dejaste anoche solo y esperando a que subieras a mi habitación. - susurró para que solo nosotros dos lo escucháramos.

- ¿Estuviste esperando por mi?

- Hasta que el sueño me venció. - admitió sin apartar sus ojos de los míos. Seguían estando más oscuros de lo normal. - Ahora, por favor, hazme algo rico para desayunar puesto que tú no estás en el menú. - sonrió besando mi nariz y por un momento se sintió tan íntimo que no quise abandonar sus brazos. Hasta que recordé que no estábamos solos y sobre todo, que éramos amigos y los amigos no hacían estas cosas.

No me giré para mirar a ninguno de los chicos antes de volver a poner la sartén en el fuego y coger la espátula para hacer un poco de huevos revueltos. Sabía que las expresiones de Liam, Sean y Aiden mostrarían lo descontentos que estaban con el exceso de cariño y contacto físico con Aaron, por lo que preferí ahorrármelo. Todavía ni siquiera llegaba a entender porque se ponían así y sinceramente, ahora mismo prefería no saberlo.

Continué con el desayuno y después de unos minutos y con la ayuda de Liam, serví una bandeja con huevos revueltos, tostadas, fruta, café y zumo. Aunque Sean acabó también haciéndose un batido de proteínas que compartió con Aaron o mejor dicho, que se vio obligado a compartir cuando el de ojos azules se lo robó. Comimos mientras manteníamos conversaciones sobre ningún tema en concreto y ninguno de ellos volvió a mencionar a Rossi, lo cual agradecí mentalmente, quería dejarlo atrás y disfrutar de mi comida. Aunque, no pude apartar mis ojos de Aiden, cómo masticaba lentamente sus huevos o bebía de su café sin mucho interés. La vena de su cuello seguía palpitando y no pasaron desapercibidas las miradas que compartía de vez en cuando con Aaron y Sean, mientras Liam me entretenía sacando cualquier tema de conversación.

Una vez que terminamos de comer, los chicos se encargaron de recoger la mesa mientras me cambiaba de ropa en el cuarto de Liam, poniéndome lo mismo que había traído la noche anterior. Mi intención era volver a mi casa para ducharme y cambiarme antes de ir al instituto.

Cuando me despidieron en la puerta sentí mi corazón lleno y mi mente mucho más relajada después del momento que habíamos compartido.

- Gracias, chicos. - sonreí dándole un beso en la mejilla a cada uno. - Nos vemos en el instituto.

- Chao, bombón. - Aaron me devolvió el gesto seguido de Sean, quien me abrazó con cariño.

- Nos vemos en un rato, no te sales historia.

- No lo haré. - recibí también el abrazo de Liam y la media sonrisa que me regaló Aiden mientras revolvía mi cabello. - Eres un estúpido.

- Nunca lo he negado. - se encogió de hombros antes de darse la vuelta y desaparecer dentro del apartamento.

Les hice un último gesto con la mano antes de subirme en el ascensor y posteriormente abandonar el edificio, montándome en mi coche para tomar rumbo a mi casa. Ya no sentía tantos medios y, aunque cuando llegué revisé antes de bajarme del coche, volver a mi casa se sintió algo tranquilo, sobre todo al no tener ningún sobre esperándome en la puerta. No se me había olvidado el que recogí anoche, todavía lo tenía guardado en mi bolso y por ahora, ahí seguirá, porque tenía claro que hoy no iba a abrirlo.

No tardé en llegar a mi cuarto, despojarme de mi ropa y entrar en la ducha para lavar mi cabello y alejar de mi cuerpo no solo los resto de sudor, sino también todo el peso que sentía en mis hombros al haber compartido una de mis peores experiencias con los chicos de Ainsworth y todos los pensamientos negativos que había estado apoderándose de mi mente estos días atrás. Mientras disfrutaba del agua recorriendo mi cuerpo, suspiré y me convencí de que no iba a volver a dejar que esos recuerdos inundaran mi mente porque ahora ya no estaba sola, no tenía porqué cargar todo sobre mi y podría hablar de cómo me sentía con ellos si en algún momento tenía otro bajón o colapso.

Cuando terminé en el baño, escogí un conjunto deportivo de lo más cómodo para afrontar el resto de clases de hoy, puesto que la primera hora ya la había perdido. Y, una vez que metí los libros que necesitaba en la mochila, salí por la puerta lo más rápido que pude para no perderme la siguiente hora, la clase de historia a la que Sean se refería.

Para cuando dejé mi coche en los aparcamientos del instituto la camioneta del tatuado ya se encontraba allí al igual que la moto de Aaron, por lo que me apresuré para llegar a la entrada y corrí por los pasillos vacíos hasta llegar al aula correspondiente. Miré mi móvil antes de tocar la puerta. Dios, veinte minutos tarde.

Toqué la puerta con mis nudillos antes de abrirla despacio, cortando la explicación del señor Montgomery y encontrarme con su mirada. No parecía nada contento por verme.

- Buenos días, ¿puedo pasar?

- Debería decirte que no ya que es la última vez que llega tarde, pero mi clase le enseñará más que mirar la pared del pasillo. - suspiró recolocando sus gafas de pasta negra que se habían escurrido ligeramente por su tabique. - Adelante, tome asiento. Pero, se lo digo muy en serio, no aceptaré una tercera vez. - me advirtió mirándome con decepción.

- No volverá a ocurrir. - asentí cerrando la puerta a mis espaldas y dirigiendo mi mirada a la clase. Los chicos me sonrieron desde sus asientos y les devolví el gesto, ubicándome al lado de Scarlett en la segunda fila. - Hola, ¿me he perdido mucho? - le pregunté sacando mi libreta mientras el profesor continuaba con la explicación.

- Hola, Afrodita. No te preocupes, acabamos de empezar el tema. De todas formas, después te paso mis apuntes. - me regaló una sonrisa encantadora antes de que ambas prestásemos al señor Montgomery.

El resto de la clase no perdí mi concentración, escuchando las explicación del señor Montgomery y participando activamente en clase cuando hacía preguntas o planteándole dudas. Al fin y al cabo historia se encuentra en top tres de asignaturas favoritas, por lo que no podía permitirme sacar una nota baja. Mi orgullo y competitividad académica no me permitía menos.

Cuando sonó el timbre indicando el final de la clase, recogí mis cosas y acepté los apuntes de Scarlett, prometiéndole que al día siguiente sin falta se los devolvería.

- Tranquila, no tengo prisa. - se encogió de hombros mientras abandonamos el aula. - ¿Qué tal tu madre, sigue de viaje por Noruega? - preguntó con curiosidad, sus ojos brillando con interés como siempre que sacaba el tema de mi madre.

- Si, pero pronto finalizará su investigación. - asentí explicándole. Normalmente no solía recrearme mucho en hablar de este tema con ella, puesto que se volvía una fanática loca y me ponía de los nervios, pero no podía negar que era una chica muy amable y educada, por lo que tampoco tenía motivos para ignorarla y menos cuando era tan simpática conmigo a diferencia de su hermana mayor antes de graduarse y dejar de ser la abeja reina del instituto. - Creo que publicará un nuevo artículo pronto.

- ¡Dios, estaré encantada de leerlo! - asintió con entusiasmo. - Los restos vikingos siempre han llamado muchísimo mi atención. Probablemente dejaré comentarios en su blog.

- Estará encantada de leerlos. - le aseguré antes de que nos despidiéramos y ella continuase su camino por el pasillo mientras yo me quedaba para esperar a los chicos. - Pensaba que estarías en el grado de fotografía. - le dije a Aiden cuando salió del aula con los demás.

- Me voy ahora mismo, tengo una clase de teoría de la imagen que no me perdería por nada. - sonrió antes de sacar un cigarro del paquete de tabaco que guardaba en sus vaqueros, colocándolo detrás de su ojera. - Nos vemos más tarde, bonita. - me dedicó una sonrisa y chocó las manos con los chicos antes de dirigirse a la salida. Al menos parecía más relajado que cuando lo dejé en el ático esta mañana.

- ¿Cuál es tu siguiente clase? - preguntó Liam mientras caminábamos por el pasillo.

- Dios, qué bien hueles. - suspiró Aaron pasando un brazo por mis hombros, atrayéndome a él. Su nariz rozando ligeramente mi cuello me causó escalofríos, pero lo disimule rápidamente alejando su cara de mi cuello.

- Se llama ducha y colina, deberás probarlo. - le sugirió Sean, burlándose claramente de él.

- ¿Tú siempre estás buscando pelea o que, musculitos? - respondió el ojiazul, separándose de mí para empezar a pelear con Sean como dos niños pequeños. Rodé los ojos al ver lo infantiles que podían llegar a ser.

- No lo sé, tengo que revisar mi horario.

Seguí conversando con Liam hasta llegar a mi taquilla.

- Nosotros tenemos entrenamiento, así que nos vemos en la cafetería. - sonrió antes de fruncir el ceño y coger a Aaron por la parte de atrás de su chaqueta de cuero, separándolo de Sean. - Venga, que no podemos llegar tarde.

No tardaron en alejarse por el pasillo, no sin antes recibir un guiño por parte de Aaron que me hizo sonreír. Miré a Sean, que se había apoyado en la taquilla de al lado con intención de hablar conmigo cuando su teléfono cortó sus intenciones. Frunció el ceño y sentí como sus hombros se tensaron mientras miraba la pantalla. No vi el nombre de quien llamaba pero su reacción no pasó desapercibida para mí.

¿Sería el abogado?

- Tengo que cogerlo. - habló rápidamente. - Nos vemos más tarde.

No me dio tiempo a responder cuando ya se había dando la vuelta, alejándose a paso ligero con el móvil en la oreja. Dejando a un lado mi curiosidad por saber con quien hablaba, puesto que mirar sus espalda mientras se alejaba no me iba a dar ninguna respuestas dejé los libros que no necesitaba en mi taquilla y revisé mi horario antes de mirar mi móvil, el cual había vibrado en mi bolsillo.

Kurtis.

¡Buenos días, Afrodita!

El vuelo de tu madre llegará alrededor de las ocho de la mañana del sábado. No cree que haya retrasos, por lo que llegará en hora. Espera encontrar la casa lista y limpia.

Kurtis.

¡Ten un buen día! ¡Tu madre te manda muchos besos!

Sonreí al leer los mensajes. A pesar de algunas peleas que había tenido con mi madre y lo mucho que me dolía que no cumpliese sus problemas cuando desaparecía de viaje más tiempo del planeado me gustaba que estuviera de vuelta.

Afrodita.

Gracias por avisarme, Kurtis. Ten un buen día también.

Guardé mi teléfono y con la mochila en el hombro caminé hasta mi siguiente clase. Por suerte, la primera parte del día no tardó en acabar y en menos de lo que imaginaba me encontraba dirigiéndome a una de las mesas de la cafetería con una ensalada de frutas en la mano y una botella de agua en la otra. Tomé asiento, dejando mi mochila a un lado y después de dar un primer trago de agua me puse a leer la reseña que habían hecho del discurso que había dando mi madre cuando recibí los premios por los yacimientos que descubrió en Grecia y Turquía en mi móvil, comiendo la fruta tranquilamente. Normalmente solía verme las entrevistas o las grabaciones del evento, pero en estos días era en lo último en lo que había pensado.

- ¿Interrumpimos?

Levanté la cabeza al encontrarme a dos chicos enfrente de mi mesa, mirándome con interés. Uno de ellos era rubio y larguirucho, con un piercing en el labio y una sonrisa carismática y su amigo o compañero tenía un llamativo cabello pelirrojo y unas finas gafas. Creo que los conocía de haberlos visto en alguna clase o por el pasillo.

- ¿Hola? - saludé extrañada de que se hubieran acercado. Dejé el móvil a un lado y les presté atención. - ¿Nos conocemos?

- No, bueno, no realmente. Vamos juntos a la clase de matemáticas avanzadas. Soy Zachary y él es mi colega Andrew. - explicó el pelirrojo, tomando asiento. - Mira, queríamos comentarte algo. Hemos formado un grupo unos amigos y nosotros dos y estamos repartiendo entradas gratis para nuestra primera actuación, para así ir consiguiendo público poco a poco. - continuó hablando. - Sería el viernes de la semana que viene en este local. - sacó un folleto de su bolsillo y me lo entregó. - ¿Crees que puedas venir?

- ¿Qué tipo de música tocáis?

- Rock alternativo o al menos eso intentamos. - respondió el rubio. - ¿Te gusta Arctic Monkeys?

- Es uno de mis grupos favoritos. - asentí.

- Bueno, pues nosotros somos un mal intento de ser ellos. - Zachary me sonrió con cierta timidez, algo que me pareció bastante tierno. - Te podemos dar tantas entradas como quieras.

- Tengo que añadir que principalmente nos gusta el público femenino, de ahí que nos hayamos acercado a hablarte. - declaró Andrew, dándome una sonrisa que, a diferencia de la de su amigo, dejaba entre ver de todo menos timidez. - Espero que tengas amigas igual de guapas que tu, aunque está compilado superarte con esos ojos tan bonitos que tienes.

- Pues la verdad es que siempre me he considerado un chico bastante atractivo. - pegué un salto cuando unas manos se posaron sobre mis hombros. Levanté mi cabeza para ver la cara de Liam. - Pero creo que no soy el tipo de público que esperas. Ni yo, ni mis amigos. - añadió haciendo un gesto a Aaron, Sean y Aiden que se encontraban parados a su alrededor.

- Entiendo.

Andrew compartió una mirada con Liam y con el resto de los chicos de Ainsworth antes de dar un ligero asentimiento con la cabeza, apenas perceptible. Supongo que era la forma en la que se comunicaban los chicos en silencio, al igual que hacíamos nosotras.

- Igualmente puedes venir con tus amigos. - habló Zachary, intentando quitarle un poco de peso a la tensión tan extraña que se había formado en el ambiente. - Te dejo cinco entradas y dos más por si quieres traer a alguien más. Perdona por molestarte, Afrodita. - abandonó el asiento y tomó el hombro de su amigo. - Adiós. - se despidió rápidamente alejándose junto a Andrew quien se giró para guiñarme un ojo antes de acercarse a la mesa donde se encontraban Scarlett y sus amigas.

- ¿De qué conoces a esos tíos? - preguntó Aiden sentándose en el mismo lugar de donde Zachary se acababa de levantar, dejando su café en la mesa y la funda donde tenía guardada su cámara con delicadeza.

- Compartimos clase de matemáticas avanzadas. - respondí, quitando mi mochila de la silla para que Sean se sentase a mi lado. Miré las entradas con una sonrisa. - Pues ya tenemos plan para la semana que viene. Creo que se lo podría decir también a Denis y Brenda, me apetece verlos y confirmar si ella está embarazada o no. - comenté, añadiendo a mi lista de cosas que hacer el escribir a Brenda para preguntarle qué tal estaba.

- ¿Vas a ir a ver al rubio ese? - Sean a mi lado hizo una mueca con los labios, ignorando el resto de cosas que había dicho. - No me gusta como te ha hablado y además, tenía cara de gilipollas.

- No me ha dicho nada malo. - me encogí de hombros sin entenderlo.

- Inspiri qui tingas imiguis igual di guipi qui ti. Qui ijis tin binitis tienis. - se burló Aaron, repitiendo de mala manera el comentario que había hecho Andrew sobre mis ojos. Robó una uva de mi ensalada de frutas, rondando los ojos. - Menuda forma más mala de ligar.

Liam y Aiden asintieron dándole la razón mientras Sean no quitaba esa molesta mueca de sus labios.

- Dejar de ser tan idiotas y deja de robarme comida - negué con la cabeza, quitándole la ensalada de frutas a Aaron de las manos. - Han sido muy majos y si no queréis ir conmigo al concierto no pasa nada, no es obligatorio. Se lo puedo decir también a Dabria y Crypil o a Edgar, Georgia y Hugh.

- Iremos contigo. - confirmó Liam, aunque tampoco parecía muy entusiasmado con la idea. - Pero, primero tenemos que cuadrar lo que vamos a hacer este viernes.

- ¡Fiesta, fiesta! - animó Aaron, volviendo a recuperar su sonrisa. Ambos todavía llevaban puesto el uniforme del equipo de rugby y no les podía sentar mejor, afianzándose a sus anchos hombros. - En los alrededores del pueblo donde se encuentra nuestro antiguo internado van a hacer unas carreras y hemos pensado que te gustaría ir.

- Sería genial, chicos. - asentí interesada en lo que me estaban proponiendo. - Tengo ganas de conocer los sitios por donde salíais antes. - sonreí entusiasmada.

- Pues está decidido. - habló Sean, pasando uno de sus brazos por mis hombros. - El viernes volveremos al pueblo de Ainsworth y arrasaremos en las carreras. - sonrió animado igual que el resto.

Pero, mirando sus rostros no pude ignorar algo más que se había pasado en sus miradas. Algo mucho más oscuro o excitante que los simples sentimientos de emoción que podría generar una fiesta o unas carreras de coches. Algo desconocido para mi y que me causaba una gran curiosidad, ansiosa por saber más del origen de estos cuatro chicos y aquellos secretos que tan cuidadosamente ocultaban.

¿Cuál sería el misterio alrededor de los chicos de Ainsworth?

Todavía no lo sabía, pero estaba muy dispuesta a averiguarlo.

Hola, hola a todos!!

Estoy segura que no solo me habéis echado de menos a mi, sino a este grupo de amigos que todos sabemos que no van a acabar siendo precisamente amigos. 

Lo siento mucho por no actualidad, pero el bloqueo escritor no me lo ha permito. Aunque poco a poco voy saliendo de él y aunque no prometo actualizaciones todos los días si que quiero que sepáis que estos trabajando en ello para retomarla la inspiración y seguir con esta historia. Espero que vosotros también estéis muy bien y que estéis dispuestos a seguir leyendo y formando parte de esta historia junto con los personajes y conmigo.

Votad y dejarme en los comentarios todo lo que penséis. Me encanta leeros!!!!

¿Qué ocultarán los chicos de Ainsworth? ¿A que venía esas miradas tan aterradoras en los ojos de Aaron y Aiden? ¿Sentían celos por ese tal Andrew?

Decirme que creéis vosotros!!

Espero que tengáis un buen día, tarde o noche. Muchísimos besos!!!!

ig: daddyywilkkk.


Continue Reading

You'll Also Like

5K 503 21
Tal y como dice el título habrán diferentes O.S cortos de mundos alternativos sobre nuestra amada pareja Vegebul. Todos serán narrados desde la persp...
215K 9.5K 27
Dicen que las hermanas son diferentes flores de un mismo jardín pero ¿que pasa cuando llega un picaflor al jardín? PORTADA POR: @xCPMMCSx
95.3K 5.4K 55
Que feo es cuando la persona que más amas es la persona más fría del mundo. Que feo es que le intentes demostrar tu amor y el te saque a patadas de s...
5.1M 443K 82
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...