Afrodita🌼

By daddyywilkkk

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"- Si, somos nuevos aquí. Yo soy Aiden. - contestó uno de los cuatro. Tenía el pelo color blanco ceniza y uno... More

Sinopsis.
Capítulo 1: El comienzo del último curso.
Capítulo 2: Arrodillarse para rezar.
Capítulo 3: Verdades y retos.
Capítulo 4: Una pequeña boxeadora.
Capítulo 5: Al son de la música con un chico de cabellos cenizos.
Capítulo 6: La F1.
Capítulo 7: Celos absurdos.
Capítulo 8: De palomitas y chucherías.
Capítulo 9: Lágrimas de cocodrilo.
Capítulo 10: Los tres enjaulados.
Capítulo 11: "Tic, tac, tic, tac".
Capítulo 12: Sin descanso.
Capítulo 14: Confesiones dolorosas.
Capítulo 15: El paseíllo de la muerte.
Capítulo 16: Mascarillas y verdades a medias.
Capítulo 17: Contando lunares.

Capítulo 13: Inspiración y pesadillas.

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By daddyywilkkk

CAPÍTULO 13.

INSPIRACIÓN Y PESADILLAS.

El viento mueve mi cabello mientras intento mantenerme estática, sin cambiar mi posición completamente rígida mientras espero a que Aiden termine de enfocar el objetivo de su cámara para hacer las fotos que necesita para su sesión.

Nos encontramos en la azotea de una fabrica abandonada a las afueras de la ciudad. Desde aquí, se pueden apreciar los edificios mas altos y las luces que iluminan todas las calles, además de la contaminación que se puede apreciar alrededor de toda ella. Hace frío y es por eso que cada vez se me hace más complicado mantenerme quieta y sin tiritar, solo cubierta con una fina camiseta negra ancha y unos vaqueros del mismo color. 

Llegamos solo hace unas horas, pero cada vez las tardes son más cortas y la temperaturas más bajas, por lo que no ha tardado mucho en hacerse de noche y por algún motivo, Aiden consideró que el mejor momento para comenzar su sesión era después de ver el amanecer y dejar atrás los rayos de sol. Su trabajo se encuentra basado en la soledad y frialdad de una civilización cada vez más consumida por la contaminación del medio ambiente, esa que finalmente acabará llevándonos a la destrucción. Es por eso, que la azote de esta fábrica era la mejor ubicación para su proyecto, pues la imagen que muestra es de desolación, mezclado con los incontables edificios y la poca vegetación que hay alrededor, la cual hace referencia a lo mucho que la sobrepoblación a afectado a la fauna y la flora de nuestro planeta.

Mi ropa es oscura y mis poses rígidas y en planos solitarios con el fin de mostrar aun mas esa aura desolada que quiere trasmitir en las fotos, mientras yo me coloco sin mostrar mi rostro en ningún momento, solo apenas mi cuerpo, concretamente la parte superior. 

Cuando me propuso lo de la sesión de fotos, pensé que mi papel sería el de la típica modelo que sonríe y posa como la más perfecta de la ciudad pero, en el momento que me envió por mensaje como tenia que ser mi vestimenta, supuse que el tema no iba a ser tan superficial, sino que probablemente su función era mostrar algo que hiciese reflexionar a aquellas personas que viesen las fotos y se parasen a pensar en todo lo que en esta se intentaba plasmar y trasmitir. 

- Esto no esta saliendo bien. - escuché a Aiden suspirar con pesadez, dejando la cámara colgar de su cuello. 

- ¿Qué pasa? - le pregunté dejando aun lado mi posición y acercándome a él. - ¿No lo estoy haciendo bien, cambio la posición?

- No eres tu, preciosa, no eres tu. 

En su tono se escuchaba frustración mientras se paseaba dando vueltas, revolviendo sus pelos cenizos. Seguí sus pasos con el ceño fruncido, sin entender nada hasta que se paró en seco y rebusco en el bolsillo de sus vaqueros, sacando una pequeña bolsita y las papelas para liar cigarros junto con las boquillas. 

- Llegó el momento de conseguir inspiración. - declaró apoyándose contra uno de los muros, abriendo la papela y comenzando a esparcir la marihuana ya picada sobre el papel. 

- ¿Un porro hace que te llegue la inspiración? - pregunté con curiosidad, mientras mis ojos seguían cada uno de sus movimientos. 

Sus dedos colocando la boquilla, su lengua pasando lentamente con el papel y su ceño fruncido al llevárselo a los labios para encenderlo. Y es que, sin motivo aparente, había sido algo tan sensual y erótico por su parte, que tuve que apartar la mirada por un momento para dejar pasar esa hola de calor que por un momento había invadido mi cuerpo, desconcentrándome completamente. 

- Se puede decir que si, aunque lo que hace simplemente es dejar los pensamientos molestos de mi cerebro apagados. - respondió soltando todo el humo. - Lo necesito muchas veces para conseguir centrarme en lo que quiero expresar con las imágenes, sino las ideas se mezclan en mi cabeza y no soy capaz ni de enfocar el objetivo de la cámara. - me explicó mientras volvía a encenderlo y a dar otra calada. - ¿Quieres?

Miré su ofrecimiento algo dudosa. No era la primera vez que fumaba algo así, pero si la primera vez que lo hacía sola, con un chico que claramente me atraía y mientras posaba para ser la modelo de su trabajo. Pero, igualmente no tardé en aceptar, tomando lo que me pasaba.

Con solo una calada sentí como mi cuerpo comenzaba a estar menos tenso y mucho más relajado, sonriendo hacía Aiden quien me devolvía el gesto y me invitó otra vez a colocarme en mi posición antes de darle otras tres caladas más.

- Gira la cabeza ligeramente. - murmuró cerca de mi, mientras yo me mantenía de pie cerca del final de la azotea, haciendo exactamente lo que me había pedido. - Separa un poco más tus piernas y coloca tu pelo a un lado, que se aprecie un poco de tu rostro. - asentí mostrando mi perfil. - Ojos cerrados. Buena chica. - se me hizo ver su sonrisa satisfecha mientras el flash de la cámara comenzó a dispararse y el se movía para tomar la foto desde diferentes ángulos. 

Después de unos minutos manteniéndome quieta, me hizo cambiar de posición y colocarme mucho más al filo de la azotea, estirando mi cuerpo contar el pequeño muro de piedras que me separaba de una caída mortal de siete pisos. Mi camiseta se elevó un poco, dejando ver ligeramente mi estomago mientras en el fondo se podía apreciar perfectamente la contaminación lumínica de la ciudad y la escasa naturaleza que me rodeaba. 

- Me gusta. Desolación, desesperación. - apoyó su mano con cuidado sobre mi estómago descubierto, haciéndome temblar ligeramente. - Quieta, bonita. Quieta. - ordenó muy cerca de mi oído, trasmitiéndose su calor. - Estira el brazo, como si estuvieses intentando escapar de algún lado. Escapar de esta cuidad que se cae a pedazos. 

Su humo se mezcló con el ambiente mientras posaba el porro en mi boca para que yo tomase otra calada y mi cuerpo se relajase al sentir su presencia y sus manos sobre mi piel. Tomé varias caladas seguías y solté el humo de golpeo, siendo este capturado por la cámara, mostrando como los pocos arboles que quedaban a nuestro alrededor, aquellos que se veían tan lejanos y sin vida, eran cubiertos por una capa blanca que los llenaba aún mas de desolación, de contaminación y los dejaba cubiertos, inexistente e inútiles. Como si les estuviesen robando el oxigeno. 

 - Necesito que te des la vuelta. - me pidió alejando su mano de mi estómago y dándome espacio para colocarme boca abajo sobre el muro, notando la dureza del mismo y su frialdad. - Inclínate, como si fueras a dejarte caer, quiero que se vean las luces de la ciudad reflejadas en un paisaje vacío, sin vida. - dejó la cámara colgada del cuello para ayudar a colocarme, notando como una parte de mi cuerpo quedaba suspendida, solo sujetada por una de sus manos y la fuerza que yo empleaba para quedarme en el lugar. Colocó mi pelo con cuidado delante de mi cara, quitándome la vista al suelo y a la posible caída, sintiendo cierto temor que desapareció con otro par de caladas de un nuevo porro y ese sentimiento de relajación y seguridad que el agarre de Aiden comunicaba sobre mi piel, sujetando con fuerza mi cintura. - Respira. Estoy aquí. 

Solté el aire que mis pulmones estaban conteniendo, dejándome fluir aun mas mientras él volvía a tomar la cámara y el flash a dispararse, aun sin soltar mi cintura. La sensación y el efecto de la droga hacían que mi cuerpo se sintiese liviano, sin peso y sin ningún temor, sin importar lo que pudiera pasarme, solo dejando que la cámara me fotografiase tal y como Aiden me pedía, intentado mostrar los sentimientos que él quería para su trabajo. Completamente a merced de sus decisiones, de su presencia y de todo lo que su cercanía me trasmitía, nublando mis pensamientos más coherentes. 

Para cuando me hizo incorporarme y dejar atrás esa posición, me encontraba sumida en el efecto que la mariguana estaba produciendo en mi y no me importo volver a cambiar, dejando que el me colocase a la perfección, tomando mis manos y levantando mis brazos, esta vez con mis ojos enfocados al cielo. Sus dedos pasearon por mi cuello, recolocando el cuello de la camiseta y los mechones desordenados que caían por mis hombros, haciéndome suspirar. 

- Lo estás haciendo muy bien, Afrodita. - murmuró complacido mientras volvía a tomar la cámara y terminábamos la sesión con mis brazos señalando la poca vida que me rodeaba, el vacío que nos consumía y la oscuridad de la noche, donde solo destacaban edificios que se habían extendido como una plaga, acabando con todo a su paso. - Listo preciosa, hemos terminado. 

Volví a soltar todo el aire que contenía y baje mis brazos, moviendo mis hombros que se encontraban tensos y fríos por la posición en la que habían estado colocados de forma estática al menos durante diez minutos. Tomé otra calada mientras Aiden trasteaba con la camarita y me enseñaba todas las fotos que me había hecho, dejándome sorprendida por el sentimiento que se podía mostrar en la imagen y como con unas simples posturas se podía hablar tanto sin decir nada. 

- ¿Te sirven todas? - pregunté con una sonrisa tras terminar de verlas. 

- Si, han salido tal y cómo quería. Son perfectas y tienen sentimiento. - respondió bastante cerca de mi, tomando el porro de mis labios con sus dedos para llevárselo a su boca y tomar una calada. - Muchas gracias por ayudarme Afrodita, eres justo la modelo que necesitaba para completar este trabajo. - sonrió con sinceridad, sin ningún toque de broma en su tono de voz, mirándome fijamente con sus verdosos ojos. 

- Gracias a ti, lo he pasado genial. - admitió sin poder negar lo evidente. 

Había disfrutado ser su musa en este trabajo, formando parte de un proyecto tan bonito y del que no pensaba en ningún momento que llegaría a ser, pues en mi cabeza nunca había estado la idea de postrarme ante la cámara de nadie. Pero, con Aiden, todo se había sentido diferente, mucho más intimo y sensual de lo que una sesión sobre la contaminación y el medio ambiente podría llegar a ser. 

Lo seguí cuando tomó asiento en el suelo de la azotea, apoyando su espalda contra el muro mientras volvía a sacar una papela, la cual acabó convirtiéndose en un porro que volvimos a compartir. 

- ¿Cuándo empezaste a interesarte por la fotografía?

- Desde que tengo memoria. - admitió soltando el humo. - Mi madre era fotógrafa profesional, todo lo que sé, lo aprendí de ella. 

- Debe ser genial compartir una pasión tan bonita con alguien tan importante como una madre. - sonreí tomando lo que me pasaba. - ¿Habéis hecho alguna sesión o proyecto juntos? 

- No, nunca. - su respuesta me sorprendió e hizo que mi ceño se frunciera levemente, por la confusión. - Para cuando yo tuve mi primera cámara y empecé a estudiar fotografía de una forma mucho más sería, ella ya no podía usar la suya. 

- ¿Se retiró tras conseguir el éxito o algo así, acabo aborreciendo la fotografía después de hacer tantas fotos? 

Esperé su respuesta mientras lo veía tomar varías caladas y soltar el humo sin apenas dirigirme una mirada, con dificultad para hablar. 

- Ella nunca aborreció su pasión, el cáncer se la arrebató. 

Su tono de voz fue bajo y débil mientras mis ojos se abrían de par en par ante su confesión, una que sabía por lo reservado que era que, si no hubiese sido por el porro, nunca la hubiese compartido conmigo y menos, a tan poco tiempo de conocernos. Es por eso que, por un momento, no supe que contestar ni que decir, cuando su voz volvió a sorprenderme. 

- Tenía diez años cuando ella se fue, luchó contra el cáncer desde mis ocho pero el destino no quiso que se quedara. - continuó explicándome. - Una de las cámaras más antiguas y preciadas que guardo en mi habitación, fue la última que uso meses antes de morir llena de claves y postrada en una cama de hospital. Durante su estancia allí, se dedicaba a hacer fotos a todo lo que la rodeaba, el paisaje que podía ver desde la cama y los pasillos del hospital cuando salía de la habitación a dar su paseo diario. 

- Lo siento mucho Aiden, debió ser muy duro para ti perder a tu madre tan pronto. - tomé su mano con cuidado llevándola a mi regazo. - De verdad, lo siento. 

- No fue tu culpa, no tienes que pedirme perdón, aunque aprecio mucho tu preocupación. - contempló nuestras manos, entrelazándolas. - Hacía mucho que no hablaba con ella con nadie que no fuesen los chicos, ellos son los únicos que saben lo que pasó con mi madre. Pero, muchas veces, cuando estoy inspirado y fumo para dejar los pensamientos aun lado, no puedo evitar que todas imágenes de ella conmigo y la cámara vuelvan a invadirme, llenándome de nostalgia. 

- Es normal que no puedas evitar pensar en ella cuando compartíais la misma pasión. - asentí haciendo pequeñas formas por el dorso de su mano. - ¿Puedo preguntarte cómo se llamaba?

- Marlene, Marlene Harrelson. - sonrió ligeramente, tomando otra calada. - La mujer más impresionante y bonita que conoceré en la vida y, sobre todo, la mejor madre que puedo tener. Era todo amor, cuidado y dedicación hacía mi, solo tengo bonitos recuerdos de ella, ninguno malo. 

- ¿Eráis muy parecidos?

- Físicamente, idénticos. Ella decía que yo era su versión masculina. - suspiró sin dejar de contemplar nuestras manos. - Los mismos ojos verdes y las mismas expresiones faciales, hasta en algunos casos, los mismo gestos al hablar. 

- Yo también guardo mucho parecido con mi madre.  - respondí. - Según Aeneas, soy su versión de pelo rosado. - bromeé para quitar tensión en el ambiente, haciendo que Aiden pudiese dejar de lado un poco todos esos recuerdos que tanto le afectaban y dolían. - Aunque, he de decir, que también tengo algo de parecido de la otra parte. 

- Yo a mi padre no me parezco en nada, ni quiero hacerlo. - habló con resentimiento y el ceño fruncido. 

- ¿No te llevas bien con el, cierto? 

Recordé ese día en el instituto, donde parecía tan frustrado por su padre y lo que estuviese hablando con él. 

- No me gusta hablar de ese tema. - respondió seriamente y en ese momento supe que el Aiden frágil, que había compartido conmigo parte de lo que había pasado con su madre y se había abierto conmigo en esta azotea, había vuelto a su estado natural cerrado y tan reservado como usualmente era pero, eso estaba bien. Yo no tendría ninguna intención de forzar aquello que el quisiese compartir conmigo, prefería que por si mismo decidiese cuando contármelo. 

Lo poco que habíamos hablado había sido un gran avance para nuestra relación y nuestra amistad, esa que a veces comenzaba a ser tan confusa pero que siempre era resuelta por las hormonas que a esta edad nos caracterizaban a todos y que de ve en cuando podía hacer que cosas que no eran se confundiesen, cosa que no quería que pasaran ni en relación a Aiden o a ninguno de los chicos de Ainsworth.

Pasamos el resto del tiempo mirando al techo y compartiendo el porro en silencio, hasta que finalmente el sueño nos venció y acabé acurrucada contra él con las manos entrelazadas, profundamente dormidos. No fue, hasta un par de horas después, cuando la noche se había ceñido completamente sobre nosotros, que el móvil de Aiden y su insoportable tono de llamada nos despertó. 

El nombre de Aaron ilumina en la pantalla mientras Aiden hace su mayor esfuerzo por espabilarse y cogerlo. Una vez lo consiguie y responde, el grito del de ojos azules resuena por toda la azotea.

- ¡¿Pero a ti qué cojones te pasa?!

Su tono de voz hizo que mi cuerpo pegase un rebote y se separase de Aiden, cómo si estuviese haciendo algo malo al encontrarme acurrucada contra él.

- Son las diez de la noche y saliste de casa a las cinco y media, ¿se puede saber donde coño estás? - preguntó esta vez con un tono mucho más calmado.

- Lo siento tío, nos liamos con la sesión de fotos, los porros y nos quedamos dormidos en la azotea. Ni cuenta nos hemos dado de la hora. - explicó Aiden poniendo el altavoz.

- ¿Tanto tiempo para una simple sesión de fotos?

- Aaron, no pienses cosas raras anda. - respondí antes de que se malinterpretaran las cosas, incorporándome y dejando atrás el suelo de la azotea para ponernos de pie. - Nos quedamos dormidos, nada más.

- Pues nos tenéis a todos preocupados, que lo sepáis.

- No seas dramático. - el de pelo cenizos rodó los ojos imitando mi gesto, poniéndose de pie al lado mío. - En veinte minutos estoy en casa, no seas pesado.

- El día que necesites mi ayuda, ni agua voy a darte. - murmuró con molestia, aunque en tono bromista. - Tened cuidado. Adiós bombón.

Sonreí cuando se despidió sólo de mi con ese apelativo cariñoso que me hacía tanta gracia.

- Adiós guapetón. - le respondí antes de que Aiden colgará el teléfono, guardandolo en su bolsillo.

- Ni si quiera recuerdo cuando nos dormimos. - estiró los brazos estirando su cuerpo quitándose la cámara del cuello.

- Yo tampoco, pero me ha sentado tan bien dormir. - suspiré con alivio, aún sabiendo que quizás haber dormido tanto en pequeños ratos como ahora o al mediodía con Sean me perjudicaría el sueño de esta noche otra vez. Pero, sinceramente, estaba muerta y la sesión de fotos también se había sumado a todo ese cansancio acumulado.

- Se nota. - asintió llamando mi atención mientras guardaba la cámara en su estuche y recogía los diferentes objetivos que había utilizado para hacer las fotos. - Hoy has ido maquillada al instituto, pero no por el simple hecho de arreglarte como has hecho algunos otros días, sino para ocultar tus ojeras. - habló terminando de cerrar el estuche. - ¿Qué te ha hecho no dormir esta noche, bonita?

Sus ojos se enfocaron en los míos por un momento, curiosos y preguntones, esperando una respuesta. Mis nervios se alteraron tal y como ocurrió cuando Liam, Sean y Aaron me hicieron la misma pregunta.

- Solo ha sido una mala noche. - me encogió de hombros haciéndome la desinteresada, como si realmente pudiese olvidar esa carta y las horribles palabras que traía escritas formando un mensaje macabro que por algún motivo alguien desconocido quería hacerme llegar. - ¿Cómo es posible que todos os hayáis dado cuenta?

- Porque no podemos evitar poner los ojos en ti. - respondió y sonó como una confesión. Una confesión que, por el bien de mi sistema nervioso, no me podía permitir tomar en serio.

- Gracias por preocuparos, de verdad, pero no ha sido nada. - volvió a repetir para intentar convencerlo y dejar el tema de lado.

Aiden no parecía muy convencido antes de fruncir el ceño y dirigirse a la puerta de la azotea para llegar las escaleras y comenzar una larga bajada, ahorrandose hacer más preguntas. Suponía que lo hacía para no presionarme aunque tanto él como los demás parecían leerme lo suficiente bien como para saber que no había sido solo una mala noche, si no que algo más había ocurrido, algo malo que me había quitado el sueño.

Y lo peor de todo, es que tenían razón pero no pretendía admitirlo ni comentarlo o al menos, no por ahora.

Bajé las escaleras detrás de él hasta que, tras bajar cientos de escalones llenos de polvo y pequeñas piedras, conseguimos llegar a la planta baja. Mi coche se encontraba justo aparcado frente a la entrada de la fábrica y agradecí de todo corazón haberme dormido y que el efecto de los porros se hubiese disipado, porque la idea de dejar mi querido BMW aquí, en un lugar tan vacío y solitario no me parecía la mejor y mucho menos, si eso suponía tener que irme andando a casa.

Por suerte, segundos después dejamos atrás la fábrica abandonada y ese descampado sin vida que nos había ayudado tanto a la hora de tomar las fotos y mostrar el sentimiento que Aiden quería transmitir en su trabajo. Pero, por otro lado, también dejamos atrás el momento íntimo que habíamos compartido, donde había notado las reacciones que producía en mi cuerpo su cercanía y donde él se había abierto a contarme algo tan importante de su vida como la muerte de su madre.

Lo confusa que me había dejado los acontecimientos de esta tarde hizo que despedirse de Aiden se me hiciese complicado, sobre todo al notar la presión de sus labios más de unos segundos en mi mejilla, dándome un beso de despedida antes de abandonar mi coche y volver a agradecerme por haberlo ayudado y escuchado.  Aunque, pensando fríamente, no iba a dejar que unos pequeños roces y mis hormonas alteradas complicasen ni un poquito la amistad que tenía con él ni con ninguno de los otros chicos. 

De vuelta a casa, la idea de encontrarme sola de noche y que volviese a ocurrir lo mismo que la anterior pasó por mi cabeza, llenándome otra vez de pensamientos terroríficos que intente volver a dejar de lado cuando apenas me quedaban unos metros para llegar. Pero, estaba claro que la suerte hoy me había abandonado cuando frené de golpe, viendo como una persona completamente vestida de negro y encapuchado se acercaba a mi puerta rápidamente, soltando otro sobre blanco encima de mi felpudo antes de comenzar a correr, perdiéndose calle abajo.  

Empecé a notar como mi corazón latía con fuerza, sintiendo como mis nervios comenzaban a alterarse y mi piel a picar, el aire dejando de fluir correctamente por mis pulmones. Si esta situación hubiese ocurrido en otro momento, uno donde mi pasado no influyese y donde mis recuerdos no me asaltasen de mala manera, mi primer movimiento al ver a ese sujeto hubiese sido bajarme del coche y encararlo, aunque eso supusiese un riesgo para mi e incluso un enfrentamiento físico pero, después de lo ocurrido años atrás, no me atrevía a mover ni un musculo solo de pensar que pudiese volver a ser él y su enferma obsesión conmigo. 

Tomé aire en respiraciones calmadas mientras intentaba regular mi respiración, contando hasta diez varias veces hasta que esos recuerdos y ese terror comenzaron poco a poco a abandonar mi cuerpo. Me armé de valor para bajarme del coche y coger rápidamente el sobre, pero no para abrirlo ni para dormir esta noche en mi casa, por lo que lo guardé sin ni siquiera fijarme en el bolso que traía conmigo y arranqué sin mirar atrás. 

En el camino, marqué el primer número de entre los chicos que apareció en mis contactos y por suerte su respuesta no tardó mucho en llegar, apenas nos dos toques. 

- Hola, princesa. - suspiré de alivio al escuchar la voz de Liam al otro lado de la línea. - ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?

- Yo... estoy bien. - asentí aunque no me viese, intentado convencerme más a mi misma que a él. - ¿Os importa si voy a vuestro apartamento? - pregunté sin pensarlo dos veces. 

- Claro que no, preciosa. Estamos encantados de recibirte pero, enserio, me estás preocupando. A mi y a todos. - respondió algo alterado. - ¿Qué ha pasado, Afrodita?

- Me quedan dos calles, os cuento cuando llegue. 

Fue lo último que dije antes de colgar y continuar mi camino hasta llegar a su calle, aparcándome justo delante de la moto de Aaron. No tardé apenas cinco minutos en coger mi bolso, cerrar el coche y subirme al ascensor. Mientras esperaba, intenté tranquilizar mis nervios nuevamente, para no asustar a los chicos, los cuales abrieron la puerta en el momento que las puertas del ascensor se abrieron. 

- Nena. 

Sean fue el primero en acercarse, invitándome a un abrazo que acepté aun con vergüenza de ponerme a llorar, cosa que no hice. El olor de su colonia entró por mi nariz y pude sentir como los latidos de mi  corazón volvía a su ritmo normal, dándome un descanso. 

- Hola. - murmuré una vez me separé de el, mirando a los otros tres quienes me miraban con los ojos abiertos, preocupados. - Perdón por aparecer así. 

- No digas tonterías, bombón. - el ojiazul se acercó a mi, tomando mis mejillas entre sus manos con cuidado. - Dinos que estás bien, porfavor. - asentí como respuesta, sintiendo su beso en mi frente de una forma muy cálida. 

- Pasa, preciosa, no te quedes ahí. - Liam tomó mi mano, dándome paso al apartamento, no sin antes revisarme de arriba a abajo para asegurarse que estaba bien. - ¿Qué haces aquí?

- No hace ni cuarenta minutos desde que me has dejado en casa, bonita. - comentó Aiden con el mismo tono de preocupación que el resto de los chicos. 

Me separé de Liam intentando recuperar un poco mi espacio y algo de aire. No me esperaba ninguna de sus reacciones ni su preocupación, por lo que estaba abrumada. Ellos se miraban confundidos, inquietos y esperando una respuesta. Se encontraban ya con los pantalones del pijama y por el olor de comida que había en todo el apartamento, juraría que acababan de decir o iban a hacerlo hasta que yo los interrumpí. 

- Solo... no quería dormir sola. - hablé intentado mostrar seguridad, algo que los dejó aún mas confundidos si eso era posible. - Hay veces donde mi casa se me hace demasiado grande y aunque me cueste admitirlo, me da algo de miedo cuando paso tanto tiempo allí en la noche. - continúe explicando, intentado convencerles con un argumento que era de los menos creíble, pues ellos sabían lo acostumbraba que estaba a estar sin mi madre y viviendo sola, se lo había dicho el día de la fiesta de Scarlett. 

- ¿Perdón? 

Aaron fue el primero en decir algo, con el ceño ligeramente fruncido, sin saber que más decir. Su torno se encontraba descubierto, al igual que el del resto y se veían bastante tiernos a la par que sensuales, pero ahora no podía pararme a pensar en eso cuando todos me miraban para nada contentos con mi respuesta.

- ¿Nos estas queriendo decir que tu, la chica más acostumbrada a pasar tiempo sola que conozco le tiene miedo de vez en cuanto a quedarse sola en su propia casa? - cuestionó Aiden, sin poder creerlo. - ¿Me estás jodiendo?

- No estoy entendiendo nada. - admitió Liam, frustrado.

- Simplemente son cosas de chicas, no lo entenderíais. - intenté no darle más vueltas al asunto mientras dejaba el bolso colgado en el perchero y los miraba con mi mejor sonrisa. - ¿Puedo dormir con vosotros?

- Siempre eres bienvenida aquí nena, pero creo que estamos bastante confundidos. - habló Sean en nombre de todos, acercándose a mi. - Estas nerviosa, si no quieres explicárnoslo ahora esta bien y claro que puedes dormir aquí, pero mañana hablaremos detenidamente del tema, ¿de acuerdo? - asentí dejando salir el aire que tenía retenido en los pulmones por todo el agobio del momento. 

- Acabamos de cenar pero nos ha sobrado algo, ¿tienes hambre, preciosa? - me ofreció Liam señalando la cocina y respondí con un sí sin pensármelo dos veces. - Te prepararé un plato, entonces. - dijo antes de regalarme una bonita sonrisa y dirigirse a la cocina. 

Mientras nosotros tomamos asiento en el sofá, donde me vi rodeada de tres chicos que no apartaban sus ojos de mi. Al final Aiden iba a tener razón y quizás no era capaces de no fiarse en mi. 

- Antes que nada iré a buscarte algo de ropa para que duermas más cómoda. - murmuró Aaron sin dejarme responder antes de retirarse, subiendo las escaleras. 

- ¿Qué tal os ha ido en la sesión de fotos? 

Sean se encargó de sacar conversación mientras Aiden se encendía un cigarro, ofendiéndomelo después de dar un par de caladas. 

- Divertido, nunca había hecho de modelo hasta ahora. - seguí su conversación, esa que sabía que me estaba dando para no tener que continuar pensando en lo que me había hecho llegar hasta su apartamento a estas horas de la noche. - Aiden es un fotógrafo genial aunque algo mandón.

- No tanto. - negó el de pelos cenizos, negándose a recibir ningún cumplido.

- Cuando se trata de su trabajos, siempre lo es. - habló Liam apareciendo en él salón con una bandeja en las manos que colocó sobre mi regazo. - Espero que te guste, lo he cocinado yo. - sonrió tomando asiento junto a Sean.

Observé el revuelto de verduras con pollo, aspirando su rico aroma antes de coger el tenedor y empezar a comer. Por suerte, no se quedaron mirándome fijamente sino que comenzaron a sacar diferentes temas de conversación que me hicieron despejar completamente la cabeza, dejar los pensamientos a un lado y sobre todo, disfrutar de la comida. 

Para cuando terminé el plato, Aaron ya había vuelvo con algo de ropa para que pudiese dormir y, tras negarme a que me recogiesen el plato y llevarlo a la cocina, Liam me prestó su baño para darme un rápida duchar y pudiese cambiarme. 

La ropa que Aaron me había dado me quedaba grande, la camiseta de manga corta azul parecía un vestidos y los pantalones se me caían todo el rato, por lo que para cuando salí de la habitación, me dediqué a intentar hacerle un nudo con una goma de pelo para conseguir ajustarlo mejor a mis caderas. Aunque el resultado fue un asco, al menos no enseñaría el culo nada más empezar a caminar. 

- Yo voy a irme a dormir. - habló Aiden justo en el momento que aparecí en el salón. Parecía cansado y suponía que no era por una cuestión física, sino mental y más al haber tenido que hablar de su madre y todo lo que para él significaba, por lo que entendí que necesitase descansar. Me sorprendió tomándome del brazo antes de subir las escaleras. - Si necesitas cualquier cosa, rompe la regla de no entrar en mi habitación y ven a buscarme. - susurró solo para que nosotros dos lo escuchásemos antes de subir hacía la segunda planta, dejando un beso en mi mejilla. 

Tomé asiento en el sofá junto con Aaron, Sean y Liam, quienes no tenían intención de dejarme sola al no confiar en ninguna de las excusas que había puesto. 

- Aaron, vete a la cama de verdad, estás muerto de sueño. - le dije en el momento que lo vi bostezar por quinta vez mientras veíamos una película de carreras y acción en la televisión. - Debes estar cansado del entrenamiento, bombón. - acaricie su cabello oscuro con delicadeza, llamándolo de la misma forma que el lo hacía. 

- Sigo preocupado. - admitió con pesadez, dejando de mirar la película para centrase en mi y en las caricias que le estaba dando. - Pero como sigas a si voy a dormirme encima de ti. - murmuró con diversión.

- No por dios, nadie quiere escuchar tus ronquidos. - habló Sean, el cual no le estaba presentado atención a la película por seguir leyendo el mismo libro con el que lo había visto esta medio día en las gradas. 

- No seas idiota, yo no ronco. 

- Dormimos al lado querido, sé perfectamente si roncas o no. 

- No me hagas decir lo que tu haces en vez de dormir, porque yo también duermo pared con pared contigo, grandullón. 

- No empiecen con sus cerdadas, porfavor. - interrumpió Liam, quién se encontraba a mi otro lado con las piernas estiradas sobre la mesa del centro y uno de sus brazos por encima del respaldo del sofá, entretenido con la película. 

Aaron hizo el intento de contestar, pero un bostezo le cortó la frase. 

- A la cama. - le indiqué con una sonrisa al ver su ceño fruncido. - Gracias por preocuparte por mi, pero estaré bien. - le prometí besando su mejilla varias veces. - ¿Te vas a dormir ahora más tranquilo?

- Incluso feliz. - respondió devolviéndome la sonrisa y besar mi frente, levantándose del sofá. - Buenas noches, chicos. Cualquier cosa, sabes donde está mi habitación, preciosa. - dijo dándome una última mirada antes de marcharse. 

Escuché sus pasos en la plata de arriba y su puerta cerrarse, dejándome sola con Sean y Liam viendo la película. Aunque, no pasó mucho tiempo cuando yo también comencé a bostezar y los chicos a darse cuenta del sueño que tenía. 

Liam se encargó de traerme una almohada y un par de mantas para que durmiese más cómoda en el sofá. Para cuando estuve tumbada y arropada, ambos me miraron desde arriba, haciéndome sentir mucho más pequeña de lo que era comparada con ellos.

- Cualquier cosa...- comenzaron a decir a la vez.

- Cualquier cosa os avisaré, podéis dormir tranquilos. Tu también debes estar cansado por el entrenamiento. - miré a Liam, quien llevaba intentado disimular su sueño desde hacía rato. - Muchas gracias chicos, pero podéis ir tranquilos, yo estoy muy cómoda en vuestro sofá. 

Se inclinaron de uno en uno a besar mi mejilla.

- Descansa, nena. - sonrió y le dio una palmada en la espalda a Liam. - Y tu también hermano, hoy ha sido un día largo y complicado. - dijo mirándolo de una forma que no supe como interpretar antes de marcharse a su habitación.

- Hasta mañana, bro. - respondió el de ojos mieles. - Buenas noches, princesa. - dejó una sutil caricia en mi cabeza y abandonó el salón, cerrando la puerta de su cuarto segundos después. 

Me removí entre las mantas, sintiendo como el sueño comenzada a apoderase de mi y es que, por alguna razón que todavía no terminaba de entender, estar rodeada de los chicos de Ainsworth me había trasmitido la suficiente tranquilidad para poder cerrar los ojos y dormir. 

Los días pasaban y la gente no paraba de hablar.

Hablar y hablar.

¿Eras tu la que iba tomada de su mano el otro día? Deberías tener cuidado.

Sonríe y te mira de una forma espeluznante. 

¿Sabes lo que hizo hace un año en su país, porque se vino a esta ciudad? ¿Sabes de que cargos estaba huyendo?

Confusión, preguntas y un descubrimiento sorprendentemente doloroso.

"- No podemos seguir viéndonos, Rossi. - le dije ese día en el descanso entre clase y clase. - No quiero que me relaciones contigo, no después de lo que hiciste.

- Eso son todo mentiras, no tengo ningún cargo a mis espaldas. - rebatió con una sonrisa descarada. - Y de haberlo hecho, sabes que contigo es diferente. - intentó convencerme con sus palabras, pero yo no quería permanecer más tiempo cerca de él, no quería ni sus besos y ni nada de lo que podía ofrecerme. 

- Eres un cínico. - suspiré con pesadez, alejándome de él. - Esto se ha terminado, punto." 

Un asentimiento de cabeza fue lo último que le vi hacer, antes de que la peor parte llegase.

Intentar encontrarse conmigo por los pasillos para poder hablar, aunque yo le había mostrado varias veces y dicho claramente que no quería que me volviese a dirigir la palabra. 

Coincidir en asignaturas a las que semanas antes no iba.

Salir y verlo merodeando por el mismo lugar. Salir y verlo caminar por mi barrio como un vecino más.

Llenarme el buzón de llamadas y de mensajes insistentes, llenos de reclamos y de suplicas que finalizaban con palabras para nada agradables ni bonitas, cómo las que solía decirme.

Su silueta en mi ventana, su sombra detrás de la puerta de mi habitación.

Miedo de no poder caminar tranquila, miedo de quedarme sola en mi propia casa.

Miedo de ir a clase, medio de que pudiese hacerme algo, algo igual de horrible que lo que le hizo a esa pobre chica. 

Una carta en mi taquilla. Otra carta en mi mochila. Una última carta en mi puerta. 

Una quedada sospechosa, una a la que no debí ir. Una encerrona.

Un intentó de...

Desperté de golpe, intentado alejar de mi mente todos eso pensamientos tortuosos. Me incorporé en el sofá intentado buscar aire que llenase mis pulmones, dejando las mantas aún lado para librarme del calor que sentía, con el miedo de ese recuerdo todavía corriendo por mis venas. 

Nunca pensé que volvería a tener una pesadilla sobre él, nunca. Pensaba que esos años de mi vida se habían dejado atrás, en el olvido. Pero otra vez más, mi cabeza me demostraba lo contrario. 

Me dediqué por minutos a tranquilizar mi cuerpo y mis respiraciones, intentando olvidarme de lo que acababa de pasar e intentando volver a conciliar el sueño, convenciéndome de que él no volvería a hacerme nada, que la Afrodita adolescente que se había dejado engatusar por una sonrisa bonita no existía, ahora era una mujer fuerte y segura se sí misma que disfrutaba de todo aquello que le rodeaba sin ningún temor, porque nadie era capaz de amedrentarla. 

Suspiré llevando mis rodillas contra mi pecho, sin permitirme llorar aunque era lo único que tenía ganas de hacer. Pero, no iba a volver a derramar ni una sola lágrima por un ser tan despreciable como él, ni por ningún hombre que no mereciese la pena. Nunca más, me negaba rotundamente. 

Me levanté del sofá, caminando de un lado para otro por todo el salón, intentado relajarme. No quería dormir sola, no hoy, no después de que esas escenas volviesen a mi mente. Pero Liam y Aaron estaban cansado por el entrenamiento y lo que menos quería era molestarlos, bastante habían tenido hoy corriendo por todo el campo de rugby. Aiden necesitaba su espacio y más después de nuestra conversación en la azotea de la fábrica y, por mucho que me haya dicho que podía romper la regla de no entrar en su habitación y buscarlo, no quería hacerlo, no quería forzarlo después de un día tan largo como el de hoy. Así que, después de pensarlo varias veces mientras me paseaba por toda la planta baja mi única opción era Sean, a pesar de que probablemente también había tenido un día duro. 

Me armé de valor y dejé la vergüenza aún lado, subiendo las escaleras. Esperaba que al menos no me rechazase, no cuando haber dormido con él el otro día me había sentado tan bien, haciéndome dormir de forma profunda toda la noche, justo lo que necesitaba esta noche. Toqué su puerta un par de veces con suavidad, esperando no equivocarme de habitación y después de no escuchar ninguna respuesta, abrí con cuidad, intentado hacer el menor ruido posible. 

- ¿Sean? - pregunté en un susurró, adentrándome en la habitación. La luz de su mesilla se encontraba encendida y él encima de la cama, cruzado de piernas leyendo tranquilamente su libro, concentrado en la lectora. - Hola, ¿puedo pasar?

Levantó la cabeza al escuchar mi voz, dejando el libro a un lado para levantarse en la cama y venir hacía mi.

- ¿Qué ocurre? - preguntó preocupado, sin importarle encontrase en bóxer delante mi. - ¿No puedes dormir, nena? - negué con la cabeza, intentado no desviar mi mirada hacía otra parte de su cuerpo que no fuesen sus ojos negros. - Anda, ven aquí. 

Me sorprendió cuando me tomó en brazos, dejándome en la cama con cuidado y arropándome. Él se tumbó a mi lado, tocando mi frente con el ceño fruncido. 

- ¿Tienes calor? Estás sudando. - tocó mis mejillas, las cuales probablemente se encontraban rojas por lo alterada que me había despertado de la pesadilla. - Puedes quitarte lo pantalones si estás más cómoda, sabes que no te haré nada. Al menos que tu quieras. - movió las cejas de forma sugerente, sacándome una sonrisa. 

- No seas tonto. - golpeé su brazo antes de hacerle caso y quedarme en ropa interior, cubierta únicamente por la camiseta de Aaron y un tanga de color rosa. - Perdón por invadir tu habitación. - murmuré avergonzada por todo lo que estaba pasando hoy.

- Me tienes preocupado, esto no es normal en ti. - frunció el ceño, acariciando mi mejilla con suavidad. 

- ¿Qué estabas leyendo? - le pregunté intentado desviar el tema y que no me pudiese hacer ninguna otra pregunta porque, sinceramente, no estaba preparada para responder o al menos, no para hacerlo ahora. 

- Un libro sobre Automoción y la estructura de los motores. Lo sé, un poco friki de mi parte. - tomó el libro, enseñándome la portada donde aparecía un coche. El marcapáginas se encontraba ya casi al final. - Es interesante, aunque tampoco muy técnico por lo que a veces me resulta aburrido. Prefiero aquellos donde hay ejercicios prácticos y me hacen pensar. 

- Todavía sigo flipando con lo bueno que eres en todo lo relacionado con las matemáticas y la física. 

- Lo se, no doy esa apariencia. - murmuró dejando el libro a un lado, tomándome de la cintura para pegarme a él. - Es hora de dormir, preciosa. Sé que ha sido un día muy complicado para ti, probablemente más que para todos. - besó mi mejilla con cierto cariño, haciéndome suspirar. - Buenas noches, nena. 

- Buenas noches, friki. Gracias. - respondí dejando mi mano sobre la suya que descansaba en mi estómago, pegándome a su cuerpo. 

Su aroma me tranquilizo, al igual que hizo cuando llegue al apartamento y sentí como poco a poco las ojos comenzaban a cerrarse, consiguiendo ver antes de hacerlo una pequeña carpeta tirada en el suelo, donde figuraba el nombre de un bufete de abogados. 

¿Sería sobre eso de lo que habían estado hablando Aiden y Sean n las gradas, por eso el día para ellos se había hecho tan complicado?

¿Para que necesitarían un abogado? ¿Acaso han comedio algún delito que yo no sepa?

¿Ocultaban algo los chicos de Ainsworth? 

Miles de preguntas surcaron mi mente, sin respuesta alguna cuando mi respiración se compenetró con la de Sean y su calor comenzó a envolverme, dejándome llevar por el sueño y la tranquilidad que me brindaba, consiguiendo por fin, después de tanto caos, dormir profundamente. 

Holaaa a todossss.
Antes de nada, se que tenía que publicarlo ayer jueves 30 pero se me fue la cabeza con los examanes y se me olvidó. Espero que podáis disculparme.

Bueno, en relación al capítulo, decir que poco a poco más misterios van surgiendo y la relación entre los chicos y Afrodita va en aumento.
En este, descubrimos un poco más sobre Aid y sobre la propia Afro.

¿Que os ha parecido? ¿Os ha gustado?

Votar y dejar todos los comentarios que queráis, estaré encantada de leerlo!!!

Espero que tengáis un buen día, tarde o noche. Muchos besoss❤️❤️❤️

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