En las sabanas de un Telesco

By FlorenciaTom

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Evangeline Brown se ve obligada junto a su familia vivir en un pueblo enfermo en donde la belleza es un arma... More

En las sabanas de un Telesco.
Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
SEGUNDA PARTE.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Epílogo.

Capitulo 8

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By FlorenciaTom

CAPÍTULO 8

Comer con alrededor cien personas fue algo incomodo. Era como estar en la escuela, pero esta vez se sentía distinto. Una vez que terminamos de comer, Rachel y yo fuimos a sentarnos en unos bancos que daban a un pequeño lago donde los patos nadaban.

Un sujeto nos ofreció migas para lanzarles y empezamos a alimentar a los patos, distraídas.

—No será fácil que te quieran en el palacio, Evangeline, y mucho menos ahora que se han enterado que tu familia se ha fugado de The Moon.

—Fueron mis abuelos por parte de mi padre, no tengo más información que esa.

—La gente de aquí se casa para que la dejen vivir en paz y que se hayan fugado es indignante. No para mi, pero es por eso que actúan así. Lograron pasar la seguridad del pueblo, en cambio yo pienso que es admirable.

La miro, el reflejo del agua se ve en su rostro.

—Mi casa está atrás de los muros. Yo no le debo nada a nadie de este pueblo.

***

Regrese a mi habitación, abatida y cuando llegue, la puerta tenía un claro mensaje escrito con labial rojo. Letras grandes, prolijas y no se olvidaron la coherencia en él: No queremos exiliados. Nosotros si amamos a nuestro pueblo.

—Que me lleva la madre Teresa—me llevo una mano a la nuca.

—Me parece que ya lo saben. Se cancela operación chantaje.

La puerta de la habitación de Dan se abre y sale un muchacho que claramente no es él. Está en cuero, tiene el cabello rizado oscuro y tatuajes en el brazo. Lleva el pantalón por debajo de la cintura y los pies descalzos, ya que sus zapatos y polo los tiene en la mano.

Somnoliento pero con una sonrisa en los labios, levanta la mirada y me lanza una mirada pícara.

—Si quieres divertirte tú también me llamas bonita—me dice y se larga mientras intenta encenderse un cigarro y sostener las cosas en su mano.

Luego de eso sale Dan con una toalla en la cintura y prácticamente desnudo. Primero ve al chico yéndose por el pasillo, luego me ve a mi y su gesto sigue igual de divertido.

—Dime que no eres de la gente que juzga los gustos porque me llevaría una desilusión muy grande contigo—apoya su codo en el marco de la puerta.

—Yo no te he dicho nada.

—¿Y por qué esa cara?

Señalo con un movimiento de cabeza lo que me escribieron en la puerta.

—Que hijos de la mierda—masculla, consternado.

—Feliz cumpleaños a mi, supongo—suspiro y apoyo resignada la tarjeta magnética en mi puerta.

No sé en qué momento lo hace o cuánto le llevó a interponerse entre la puerta y yo.

—¿Tu cumpleaños has dicho?—pregunta, muy seriamente.

Asiento con la cabeza, extrañada.

—¿Y piensas encerrarte?

—Si, no voy a bajar hasta la comida. Todos me odian.

—Débil. Muy muy débil.

—No soy débil pero intento no cruzarme con esa gente.

—¿Y yo soy parte de esa gente?

—Depende de cómo me trates—enarco una ceja.

—No vas a encerrarte el día de tu cumpleaños. Te vienes conmigo y no de la forma en que me gustaría—me agarra de la mano y me mete a su habitación.

—¿Eh?¿A dónde vamos, Dan?—le pregunto, aturdida.

—Tú sígueme y calladita—me responde.

Tras entrar a su habitación, la cual es igual a la mía, veo que se ha tomado la molestia en colgar póster de Paramore, Imagine Dragons y Oasis.

Me suelta la mano, toma algo de ropa de su cajonera y se marcha al baño mientras silva una melodía que desconozco.

—Voy a ponerme algo de ropa. Si te vas iré a buscarte. Te encontraré con facilidad—tras chasquear la lengua, cierra la puerta.

Hay varias latas de cerveza encima de la barra que separa la cocina del dormitorio, la cama está hecha un lío y está separada de la pared. Creo que Dan y ese chico si estuvieron juntos.

¿Le gustan los chicos? ¿Las chicas del palacio lo sabrán? Creo que si lo supieran no tendrían motivos para odiarme porque las opciones de Dan se habrían expandido.

Sale del cuarto del baño y me pesca mirando la cama. Me sonrojo.

—Pasaron cosas en el horario de la siesta—se rie—. Will suele ser divertido.

—¿Están saliendo?

—¿Qué? No, sólo tenemos encuentros casuales desde el año pasado. Éramos compañeros de curso.

—¿Y él está enterado que son solo encuentros casuales? Porque quizás no lo quiere y podrías estar lastimándolo.

Dan frunce el ceño tras abrochar los últimos botones de la camisa celeste que se ha puesto.

—Creo que sabemos exactamente en dónde estamos parados—me responde en seco.

Toma una corbata y se la coloca alrededor del cuello con agilidad frente al mismo espejo de cuerpo entero que tengo en la esquina de mi habitación.

—Estar en el palacio nos da la libertad de estar con quien queramos, Evangeline—me cuenta—. Los que vivimos en el pueblo desde la cuna, nos han demandado miles de tareas para llegar a esta altura de nuestra edad y encerrarnos en este inmenso edificio histórico donde mis padres se conocieron y follaron también. En otras palabras, nuestros padres nos prepararon toda una vida para vendernos al mejor postor.

—Lo que me estás diciendo es horrible, Dan.

—Todos los que vivimos aquí sabemos que quien tiene más dinero se lleva al mejor candidato o candidata y mientras padecemos esa guerra de poder decidimos divertirnos a nuestra manera.

—¿Cómo?

—Se rumorea que hay un sótano oculto debajo del palacio en donde se hacen las mejores fiestas. Drogas, alcohol y un sector para follarte a quien quieras sin que se hagan ilusiones de que lo elegiste candidato para casarte—me explica tras colocarse otro juego de zapatos ubicados en el mueble bajo su cama.

Se sienta en ella mientras se ata los cordones.

—¿O sea que el palacio de la elite funciona como una eterna fiesta de despedida de solteros? —inquiero.

—Exactamente, madame—sonríe orgulloso de que captara la idea central—. Y tú puedes exprimir el jugo de esta experiencia, pero debes ser discreta para que la gente de afuera no piense que manchaste el apellido familiar.

Se dirige al baño una vez que termina de atarse los cordones y deja la puerta abierta para que pueda seguir escuchándolo. Empieza a aplicarse algo de gel en su cabello castaño para dejarlo prolijo.

Cuando sus brazos se alzan para aplicarse el gel de cabello, estos se ensanchan debajo de su camisa. Mirando su espalda me doy cuenta lo grande que es.

Detengo el instinto de mirarle el trasero que esconden esos pantalones oscuros.

—No pretendo manchar el apellido de mi familia porque ya le han lanzado café y mierda en él—le digo—. Así que no habrá problema en eso.

Dan me mira a través del espejo del baño mientras lo observo con el brazo apoyado en el marco de la puerta.

—¿Estás segura de que no te afecta que hablen de ti? Porque hay una pagina en Instagram en donde anuncian tu historia familiar y la llegada inoportuna al pueblo.

Enderezo la espalda tras oírlo.

—Hijos de puta—escruto sacando el celular del bolsillo trasero de mi vaquero.

Por supuesto que había empezado a seguir la pagina porque Allen me lo había sugerido. No esperaba encontrar que el ultimo post sea una foto de mi nueva casa y una foto en la playa nuestra que sacaron de no sé donde.

—Léelo en voz alta porque no tuve la oportunidad de hacerlo. Will me la estaba chupando—me guiña un ojo.

Tomo una bocanada de aire y empiezo a leer lo que dice debajo de las fotos.

—Le damos la bienvenida a la extraña Familia Brown. Este grupo familiar ha aparecido de manera inesperada en nuestro privilegiado pueblo en donde no suelen permitir este tipo de visitas. O al menos eso creíamos hasta ahora. Esperamos también que sea una visita o una especie de broma su estadía aquí. Una ironía. Realmente lo esperamos. Ahora bien, si nos enfocamos en su posición, la familia Brown es una de las más costosas que tiene el pueblo ¿qué esperaron que fuera una broma? Para nada, la familia Brown tiene un monto de 2.000.000.000 de dólares que aumenta día a dia gracias al sistema operativo que tienen en todos sus dispositivos en este momento mientras leen desde su móvil...

Dejo de leer.

Mi apellido estaba ligado a la creacion de uno de los sistemas operativos en el puesto número uno.

Dan también se ha quedado boquiabierto tras oírme. Se produce un silencio en la habitación.

—Estás frita Brown—me dice casi sin voz—. Si antes las chicas te odiaban, ahora te declararán la guerra.

Tomé una bocanada de aire.

Había pasado de ser una joven que intentaba de hacer durar sus calcetines todo el invierno a poder comprarse miles de locales para poder adquirirlos.

¿Qué se siente pasar de clase media baja a billonaria? No sé, aún no lo proceso.

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