«Vaya, Cloud. Al final sí que te conocía».
Es lo que pude llegar a decirle. Después de pasar un pequeño duelo, hablé con él, sin barreras, abiertamente. Conectamos de la última manera que nos faltaba, sin juegos, sin mentiras, como una amistad pura.
De esta manera confirmé mis teorías, porque exactamente, estuvo liado con el princeso y con aquel chico al que gastó la inocentada. La verdad siempre estuvo ahí, mi teoría había sido cierta, pero yo había creído a Cloud antes que a nada.
Desde luego, esta ha sido una experiencia de vida que me marcará para siempre. Había ido construyéndome poco a poco un nuevo corazón, con retazos que recogía a través de la felicidad que Cloud me aportaba, una nueva razón de existencia.
¿Sabéis de esas personas que odian a la pareja de la persona que te gusta? Pues yo no soy así. Quizás es que Cloud se parecía tanto a mí que buscábamos algo semejante, por lo que hasta yo encontraba atractivo a su novio. Era lo que más me jodía, que eran perfectos, el uno para el otro.
Cloud continuó feliz con su novio, y me parecía genial, ambos eran felices, y yo lo soy soñando. Esta vez no soy un zombi sin corazón, los fragmentos incrustados que estallaron me mantienen vivo y son la prueba de que lo que sentía por Cloud era real. Puedes pensar lo que quieras, pero el simple hecho de saber que existe alguien así ya me hace feliz. Piénsalo, es como tu película favorita, no es real, es ficticio, no vives en ese mundo ni tiene una relación con los personajes, pero te gusta la historia. Yo vivo sabiendo que Cloud es real y eso me es suficiente.
Sigo sabiendo de él, pero en la lejanía. Ya no hay Stalker, ya no hay conversaciones hasta el amanecer, no más batallas mentales. La historia de Cloud Strife terminó.