Sábado 4 de septiembre del 2023
10:40pm
Evangeline
Aun puedo oler ese delicioso aroma a flores por la primavera, a mamá le gustaban tanto, por eso me trajo al campo, observé el interminable jardín. Ni siquiera sé el nombre de esas flores, pero puedo asegurar que son hermosas, tanto que empecé a tocarlas, quería arrancar una, pero recordé a mi madre decir que debo pedir permiso a la tierra para ello. Acaricié la flor y con ojos cerrados y pedí permiso a la tierra para arrancarla, lo hice y la olí.
Me acerqué con cautela a mi madre, quien aún está sentada cerca del risco, al final de todas aquellas flores, el viento con olor a mar es delicioso, ondea mi largo cabello al igual que el de mi madre, ella ama ver el atardecer, tal vez por eso a mí igual. En silencio la envolví entre mis brazos en un abrazo cálido, su vestido verde huele a ella.
—¿Evangeline?
—¿Si? mami. —suspiré despacio, con ojos cerrados disfrutando de su calor.
—Toma —. Le di la flor, ella con delicadeza la tomó. Al tiempo que agarraba mi mano y me guiaba frente a ella, para que por fin mis ojos vean los suyos llorosos, su semblante es preocupado, ha llorado mucho.
—Nunca le digas a nadie... lo que puedes hacer, como tampoco hacerlo frente a ninguna de las Wolgonter. —más gruesas lagrimas salieron de sus orbes verdes. —prométele a mami que no le dirás a nadie. —Mamá está sufriendo, ahogándose entre la guerra del silencio, de protegerme. Mi pequeña mano fue a su mejilla, mamá cerró los ojos y más lágrimas la recorrieron.
—Te lo prometo, mami... —le sonreí y por fin vi en sus ojos un destello que ilumino su mirada.
Entonces las imágenes cambiaron en mi cabeza, a un recuerdo atroz, a ese en el que por primera vez vi a mi madre... matar a otra Wolgonter, para guardar nuestro secreto, la sangre... esta por todo el bosque, mi madre igual está cubierta y su lobo negro designado está a su lado, el cadáver de la chica joven... degollado.
Recuerdo que en ese momento el bosque se sintió tan gran y yo muy pequeña, que mi pecho subía y bajaba, que mis ojos buscaban la manera de mirar a otra parte, paro no tener la imagen de mi madre matando a una chica... a una de nuestra raza que me descubrió, mis sentidos se agudizaron tanto que llegué a escuchar a los cuervos, aquellos que esperaban que mi madre se alejara del cadáver para comenzar a comer las carnes del cadáver con los ojos perdidos en su victimaria.
Los arboles rugieron reclamando a la tierra que han matado a un alma inocente por lo que no debió ver, ni ser una amenaza para el secreto mejor guardado de mamá, la noche fue testigo de esos gritos, y las estrellas con nuestros ancestros de escribir esto como una traición atroz, dónde el destino marcado para la actual Alfare es... la muerte.
La elegida por las estrellas, ha deshonrado a su manada, mi pecho se sintió apretado, ahogándome entre la noche fría. Por esa razón apreté mi traje de Wolgonter aprendiz y las lágrimas quemaron detrás de mis ojos.
Mi madre no mostró un apique de arrepentimiento, miraba el cadáver como si no fuera nada más que otra rama hundida en la tierra que se nos fue confiada. Me dio cierto temor, ver a mi madre de esa manera y no a la amorosa que también daría todo por su gente, ahora la sacrifica por mí, acción de la cual no estoy de acuerdo.
—Mamá... —murmuré, mis ojos abiertos sin poder creerlo... ella ha cometido traición.
—Te protegeré... —clavó la daga en el pecho de la joven—. A toda costa, Evangelina, porque tú eres especial... —sus ojos brillantes a causa de la noche se centraron en mí.
.
Desperté de aquel sueños, de ese pasado que mi madre y yo tanto habíamos guardado, abrí mis ojos despacio, mientras mis músculos se tensaban y mi frente no dejaba de sudar, aunque haya aire acondicionado, mi cuerpo se sintió bastante ligero, a pesar de estar experimentando esta opresión y pesadez, seguro anteriormente el dolor me hizo perder el conocimiento, me relamo los labios al sentirlos exageradamente resecos, un toque frío y mojado me hizo girar con abrupto e intentar dar un golpe certero, ignorando las advertencias de mi herida, la misma que tortura mi piel y terminaciones nerviosas. Dakota es quien detiene mi puño antes de llegar a su cara, me relajo y vuelo a acostarme boca abajo. Ya no tengo fuerzas... escuché pasos afuera, en consecuencia, volví a levantarme, sin embargo no llegué lejos, pues Dakota me llevó a la cama y me explicó que Hazel es quien está en la sala, haciendo guardia.
—La flecha está bastante profunda, Evangeline, es mejor que llamemos a la doctora de la manada, no deja de brotar sangre, a pesar de que la he limpiado toda la noche. —en la expresión de Dakota cruzó la preocupación, noté como apretó el paño lleno de mi sangre.
—Sal de aquí, yo lo resolveré. —murmuré con dificultad.
—No, no puedes ni hablar firme. Estás muy mal. —la preocupación en sus ojos azules creció—. Estabas delirando hace un rato. —mencionó preocupada. —Tu madre, la llamaste mientras llorabas...
Mi cuerpo se tensó.
—Vete...
—Evangeline. —Insiste. Intenta tocar mi mano, pero la aparto.
—Lárgate, ni siquiera sé porque la Alfare las envió a seguirme, detesto que me traten como si aún fuera una niña que necesita niñeras. —gruñí por el dolor, la flecha está comiendo toda mi energía, me inmoviliza de tener poder, evitando que use ese algo a mi favor...
—Perdón... —la miré, ¿por qué se disculpa?—. No estuvo bien, lo sé, pero mi madre se preocupa por ti, ella... se culpa siempre por haberte dejado, no fue porque quiso, sino que... ella solo...
La interrumpí.
—Quería proteger a la manada —sonreí con amargura.
¿Y yo qué...? perdí a mi madre, se me revocó mi título como futura Alfare, dejé mi vida con ellas, porque cuando llegué con lágrimas en mis ojos después de ver como mi madre sacrificaba su vida, lo único que recibí fue rechazo y un "vete a tu suerte", se me dio en sacrificio para salvar a muchos otros, suena muy cruel... y lo es.
—Déjate ayudar... —sus palabras suenan genuinamente sinceras.
Sentí su mano posarse en mi espalda, y posterior un agudo dolor me hizo chillar, cuando intentó sacar la flecha, en consecuencia, esta se adentró aún más en mi carne, como si vida propia tuviese. A pesar de eso, Dakota logró que subiera un centímetro más, eso me ocasionó un dolor agudo.
Un grito voraz de dolor salió de mí, en el segundo intento, mordí las sábanas y ella volvió a jalarla más fuerte, fue tortuoso sentir como ese filo salía lento, y desgarraba todo a su paso, pero al final salió, y la sangre cubrió mi marca de Wolgonter, la cual... aun brilla, con una intensidad cegadora. Después de mucho dolor, la flecha abandonó mi espalda y pude respirar.
Dakota puso el proyectil en la mesita de noche y de inmediato comenzó a limpiar mi herida, ya no siento mi marca arder, por lo que sé que ya no brilla, mi respiración se normalizó, y toda la energía de mi cuerpo se iba acomodando en pequeños trozos buscando su lugar.
—Evangeline, como es que... —carraspeó. Sé lo que se avecina, por esa razón el ambiente se tornó tenso—. ¿Cómo es que tú marca brilla? y sobre todo, es la única que es dorada, todas la de las demás es negra, como si fuera un tatuaje, como es que la tuya...
—No lo sé —mentí—. Nací así, por eso no tengo una respuesta concreta.
Por supuesto que sé el porqué, soy descendiente de una Wolgonter con linaje, todas las antiguas Alfare nacían con la marca dorada, o eso me contó mi madre, la de ella también era así.
—Eso es muy extraño —mencionó mientras me extendía una botella de tequila—. Bebe, voy a empezar a suturar la herida —la agarro, me la embicó en un trago largo que me quema la garganta. Le extiendo la botella y ella la recibe.
Gemí al sentir el alcohol en mi herida, antes de la aguja, no fue un dolor muy... malo, no tanto como el de la flecha, jamás habían experimentado algo como eso, al final ella me curó, no quise dialogar más del porqué la marca es dorada y brilla, le agradezco a Dakota que no me haya preguntado de nuevo, ella se levanta de mi cama, y camina a la puerta.
—Espera —se detuvo—. No le digas a la Alfare, ni a tu hermana lo de mi marca, no quiero que me hostiguen con preguntas a las cuales no sé la respuesta. —mis ojos se concentraron en ella.
—No te preocupes, no diré nada, —Una sonrisa amable apareció en su delicado rostro—. Solo descansa.
No dije nada y ella lo entendió, se quedaron afuera, de mi cuarto, me da igual si hacen guardia o se van, solo quiero... que estén muy lejos para hacer lo que haré.
Me levanté de la cama, mi cuerpo de la cintura para arriba desnudo, toqué la venda de la herida, y desfiguré la cara del dolor, arde mucho, las yemas de mis dedos fueron directamente a la sutura, la presioné por encima y susurré:
—Sanitatem...
La marca en mi espalda se encendió al tiempo que mi cabello antes negro, ahora es... plateado y brillante, este... es el secreto, por el cual mi madre llegó a matar a las de nuestra misma raza y todo aquel que me haya visto en esta forma, la herida dejó de doler, por esa razón, me deshice de la venda, camine al espejo, ahora no hay nada, estoy... curada, por lo que, ahora mi cabello volvió a la normalidad.
Observé la flecha en la mesa, el poder de esta no me dejaba usar mis poderes, es como si los anulase, caminé a mi mesita de noche para tomar el proyectil, la agarré aun con mi sangre fresca, lo peor fue tenerla incrustada, aquella mortífera arma dorada con el sello del cielo... un ala dorada.
Me di un baño caliente para poder quitarme la sangre seca, me puse mi ropa de dormir y mi mente regresó a la carta de Asmodeo. No pude evitar abrirla cuando estuve entre mis sabanas, seguro no le agradó nada la trampa que le puse, no sé si funcionó, pero lo sabré al leer la carta, no espero nada refinado en ella, ya que, en la que le envié me dejé llevar y lo insulté, tirando mis modales al piso, cada vez que pienso que él tiene mi daga enfurezco sin control.
Antes de leer la carta se me cruzó por la cabeza una interrogante, ¿por qué Asmodeo me protegió de esa flecha?, se supone que su objetivo en estos momentos es matarme, porque no se hizo el de la vista gorda y dejó que me mataran, de seguro lo quiere hacer el mismo, no lo dudo, es un demonio, y todos... son igual de sádicos.
Volviendo al otro asunto, Si con obediencia no me entrega mi daga cumpliré mi promesa de quemar sus autos, lo haré, lo cumpliré ¡con un carajo! aunque destruya mi fuente para seguirlo, sin importar que arda si es necesario. Estoy siendo paciente, si quisiera causar más caos... estoy segura de que él mismo intentará matarme.
Leo la carta y mi sangre se vuelve un feroz volcán de lava ardiente que desea destruir todo a su paso.
Ven tu misma por tu daga, mi señorita roja.
Detallé al final de la hoja, el sello de todos los príncipes del infierno... una flor de Lis... la cual representa también su jerarquía y la corona de la corte de satanás.
—Hijo de puta...
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Asmodeo
A través de todos mis siglos después de ella... no me había obsesionado tanto con tener a una mujer para mí, ese ser devorador que rasga por dentro, pide destruir, es mía, completamente mí, desde la primera hebra de su cabello, hasta sus lindas y torneadas piernas, sus ojos no salen de mi mente y su imagen en sueños y fantasías es de las más sucias e inmorales que he tenido.
Mis ojos la veneran, mis manos desean adorarla, mía... ella debe temer, cuando un demonio se obsesiona con una persona... ni la mismísima corte celestial interfiere, porque la ira de un demonio se asemeja al apocalipsis.
Que apetecible se ve durmiendo, su piel bajo la penumbra de su cuarto me es una tentación, tiene piernas increíbles, al igual que su trasero, una espalda trabajada, se le debe agradecer a que ella le gustan las artes marciales y el boxeo, es muy disciplinada y ordenada por lo que noto en su aposento, todos está en orden, todo tiene su sitio y podría apostar a que al igual los colocó no muy lejos, es una obsesiva del orden, y de tener las cosas bajo control... por esa razón, la voy a descolocar de todos sus planes.
Me acerco y detallo su rostro, —quiero tocarla, mi ser enfermo exige sentir la suavidad de su piel—. Mis ojos se detienen en su labios, parte de su cabello la cubre en aquella bata corta de satén, hasta durmiendo es organizada, ya que la sábana no se cae a ningún lado, siempre en su sitio.
Me pregunto... ¿Qué tal se sentirán esos labios en los míos? creo que ella sabría a... prohibido, peligro, y no correcto, justo lo que deseo probar. Anhelo que siente lo que yo siento, para que se... se vuelve como yo, mucho peor, porque de por sí, Evangeline es peligrosa, es audaz, y muy calculadora, me doy cuenta hasta en su caligrafía, le molesta mucho que yo tenga su daga, no era lo que planeaba, y eso la hace enloquecer...
Quiero enloquecerla aún más.
Mis dedos cosquillean por tocar su piel, por oler su cabello, por acercarme para detallarla mejor, pero mi presencia podría alertarla si bajo la guardia del escudo protector de mis sombras. Es extraño, como es posible que... mis ojos van de la flecha a ella... se ve muy bien, iba a hacer un esfuerzo por comprobar la herida, pero un sonido me alertó, y me obligué a largarme, no sin antes tener una cosa en mente.
Respuestas...
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Sorpresa!!!