The Hunter of Demons © HDM#2...

By moonmontero

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[DEL UNIVERSO DE CRUEL PERDICIÓN] [ Herederos del mal #2] [+21] «La cazadora de demonios» "La cacería es más... More

⚠️TRIGGER WARNINGS⚠️
🩸THE HUNTER OF DEMONS🩸
Prólogo
0: Un olor peculiar a lirios.
1: Hunter
2: Prey
3: Wolgonter
5: Interrogatorio
6: Intrigado por ti
7: Secreto
8: Juguemos... cazadora

4: Furia

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By moonmontero

Viernes 03 de septiembre del 2023

8:36 pm

Evangeline

Voy a acabar a ese príncipe hijo de perra, le daré la muerte más lenta y que le he dado a cualquier otro demonio, tenía planeado ser rápida, a pesar de que me divierte enviarle cartas con mi sello personal «un beso al rojo», pero él se a buscado un poco de caos, por suerte, volé en pesados su camioneta de la comisaria, ya qué, la situación se me va a facilitar ahora que está usando uno de sus tantos carros de colección, lujos que se puede dar un príncipes del infierno... la mismísimo lujuria encarnada.

Destruyó mi cabaña, era mi favorita de las tantas propiedades de mamá. Lo que no sabe mi padre adoptivo Alexis, es que no fui yo quien costeó este apartamento en el centro de Moscú.

—Señorita Zubkova, es un placer verla de nuevo —me saluda el portero del edificio Esmeralda.

—El placer es mío, Damien —le brindo una de mis tantas sonrisas amables.

Mamá tenía razón, el arte del engaño te abre las puertas para conseguir lo que quieras. Todo lo que una vez veo y digo que me pertenecerá, así es, y si digo que tendré la cabeza de Asmodeo en mi pared... así será, lo tendré, porque soy una Wolgonter. De la línea real. Como una vez dijo mamá.

Me abre la puerta y paso con la llave en mano, entro al ascensor y me encuentro con dos hombres más, nunca los había visto aquí, mantengo la guardia y al parecer son inofensivos, o eso espero, porque no dudaré en clavarles la daga que tengo bajo la falda, justo en la yugular.

Salgo y me dirijo a mi apartamento, tenía tanto que no venía aquí, mayormente sólo lo uso cuando papá hace servicio o cuando simplemente quiero compañía de otro tipo. Todo está igual, desde las paredes blancas y los muebles grises que me reciben con su característico diseño tipo L, la lámpara de araña en el techo brilla más que nunca, la amplia cocina con un desayunador de mármol negro, increíble...

Llegué a mi habitación, de ventanas gigantescas que dan a la gran ciudad mostrando los grandes edificios como luces diminutas.

Mamá no sólo era una buena cazadora, sino también, una gran mujer de negocios, lastimosamente, la que se quedó con todo eso fue mi tía, quien es la Alfare de las Wolgonter. Me deshago de la falda y la camisa que me tuve que poner de emergencia en casa, creo que el taxi que llamé no pasó por alto a una chica en medio desnuda. en la nada del bosque, me preguntó varias veces si estaba bien, tuve que decirle que mi novio me dejó en medio de la carretera, no se me ocurrió nada mejor.

Me detuve frente al armario, o eso debía aparentar, porque al otro lado está un cuarto especial para la cacería, caminé por las paredes llenas de armamento, los que más se usan, arco y flecha, pistolas, Escopetas repetidoras. Un tipo de arma que me permite disparar cada vez que doy a matar sin que sea necesario recargarla. Escopetas paralelas, superpuesta, de cerrojo y correderas. Mis ojos se pasean por la ballesta, una sonrisa salió a relucir en mis labios recordando la última vez que la usé, ese gusano me suplicó tanto para que no lo mate, como si eso me hiciese echar para atrás, que lástima que Asmodeo haya bolado mi cabaña —mi sonrisa se esfuma para reemplazarla por una mueca de desagrado— abro una de las gavetas y me encuentro con las navajas perfectamente puesta en su debido sitio, entre estas: Navaja estilete, abanico de bolsillo. —de esas siempre la llevaba a la secundaria. Uno nunca sabe cuándo aparezca un demonio.

Primera regla de una Wolgonter: siempre alerta.

También hay armamento pesado, por ejemplo: bombas y chalecos antibalas; sin embargo, no suelo usarlos, no sería divertido ir a cazar un demonio así, cada marca que queda en mi cuerpo de alguna pelea la porto con orgullo, mamá me enseñó que es una insignia que debe ser portada con honor.

Me adentro más al fondo de la habitación y me siento frente a las tres pantallas grandes que me muestran parte de la casa de mi presa, acceder a su sistema de seguridad no fue nada fácil, estaba codificado por todas partes, aquel sistema no es ruso, sino Japones, pero mucho más avanzado, lo que significa que es ilegal, el principito tiene nexos con la Yakuza (mafia japonesa)... no es tan estúpido, al contrario, es la presa más inteligente que he marcado, por ende, es mi favorita, —hecho mi cabello hacia atrás —empiezo a ver mucho movimientos en su mansión, que por cierto, está fuertemente reforzada, todos y cada uno de sus hombres guerreros de infierno.

Satanás no es tan estúpido como para dejar a uno de sus pecados capitales sin protección, Asmodeo es una ficha importante, al igual que las llamas del infierno, creados a base de los pecados capitales, portadores de sus llamas. Son tres: Baltazar, Hell y Demon, ellos igual de importantes en Moscú por su nivel en las organizaciones criminales, Hell es el Boss, Demon el underboss y Baltazar... es sacerdote ¿Un demonio sacerdote? Si, aunque no entendí por qué eligió eso o... tal vez sí. Pero ese no es el caso.

Sino que el príncipe tiene una fiestecita, tal vez para celebrar que me ha partido el culo, todos y cada uno de sus invitados son demonios y las chicas en poca ropa, brujas y súcubos, son del aquelarre de Averno, el dueño es... una de las llamas del inferno, de Hell Vólkov, Boss de la mafia rusa. El que peor me cae. —bufo.

Reviso en pantalla cada una de sus paradas con el GPS que implanté en su auto —En todos ellos —en total tiene algunos 50 autos, así que tuve que usar más de la cuenta, por esa razón, coloqué el detonante para volar su camioneta de la policía, a esa no se la podía implantar, ya que el pertenece a la una parte de los oficiales que le sirve al presidente, se darían cuanta de inmediato que alguien anda pisándole los talones, por esa razón me deshice de ella, ahora sé que el usará más sus autos, es posible que tenga el temor de que volaré el próximo auto que le asignen en la estación.

—Iré allí y lo mataré...

Calculo más de setenta demonios a su servicio, y puede que algunos convertidos —humanos que han sido convertidos en demonios por medio de sangre —me levanté y caminé en dirección al closet que tiene contraseña, la coloco y se abre de par en par dejando ver mi traje en el maniquí, en realidad... antes era de mi madre, el mío se fue a la mierda en la cabaña.

—Es hora de darle honor al tarje de la antigua Alfare. —paseé mis dedos por el traje.

Es completamente negro con cuerdas en cuero cruzadas, estas son para colocar cuchillos, también posee arnés en la parte baja, para colocar la navaja hecha por fuego de infierno, son las que usan las Wolgonter, me fije en la máscara que cubre la mitad de mi rostro y otra vez me centré en aquella capucha de líneas en dorado.

Era uno de los trajes más hermosos de toda la manada, mi madre siempre tuvo un buen gusto... así era Angeline Zubkova, la mejor cazadora, a quien la corte bendijo... pero no creo lo último, ellos fueron mi maldición desde mi nacimiento, hay historias que aún no sé.

Espero que las botas con cuchillas de mamá me queden bien.

Tomé el traje, armas que necesitaré y eché todo en la gran bolsa de viaje negra, entré al armario y elegí ponerme un pantalón azul oscuro, una camiseta gris y me amarre el cabello en un moño bajo y de ultimo me coloqué una gorra, agarré las botas de combate y me las puse, y de ultimo me coloque la chaqueta de cuero.

Tomé la bolsa y me devolví a mi habitación, saqué del cajón las llaves de mi motocicleta, será más rápido llegar, ya que, su fortaleza queda bastante retirada de la ciudad. Salí del edificio y me dirigí al estacionamiento, vi en lo último como está tapada con una manta verde, el Guardia, Louis, sí que cuidó bien de mi hija.

Quito el manto dejando ver una Suzuki Hayabusa roja creada para ser la más veloz de todas en Japón, puede recorrer hasta los 397 km/h, mierda, como la extrañé, por cuestiones de bajo perfil, debo mantenerla oculta, si no como le explico a mi padre como me costeé una máquina de estas. Quito mi gorra, me pongo el casco y la monto, la enciendo y el sonido es gloria en mis oídos. Acelero y salgo del estacionamiento subterráneo.

────────

Dejé mi moto entre unos arbustos escondida y me acerqué a los alrededores, noté de inmediato como es que debo entrar, el ostentoso príncipe contrató mozos, los cuales vienen trajeados, vi mi oportunidad al ver a la chica torpe que se le caían las bandejas, no debe tener menos de dieciocho, —bufé— esto va a ser fácil, miré a los lados e hice un sonidos en los arbustos con una piedra captando su atención, aproveché esto para tapar su boca mientras ella luchaba contra mi fuerza.

—Cállate o te rompo el cuello. —un sonido ahogado salió de su garganta, está casi al llorar. Saqué mi arma de la parte de atrás de mi pantalón y le apunte a la sien—. Vas a quitarte el lindo uniforme en silencio, abre la boca y te vuelo al cabeza, ¿entiendes? —asintió con torpeza. La solté y me miró a los ojos, le apunté y ella se asustó —. Sin mirarme, linda, vamos.

—S-sí... —Tartamudeo.

Se quitó el uniforme y levantó sus manos al aire.

—Gracias... —Agarre le uniforme y golpee su cabeza tan fuerte que la dejé inconsciente.

Me deshice de mi ropa y me puse el uniforme, mire a ambos lados de la puerta trasera y tiré mis cosas bajo uno de los carritos de comida, me adentre con este, intenté de todas la maneras posibles, que por mi cabello —el cual dejé suelto —no se note mi rostro, aunque sé que después borrare las grabaciones en donde aparezco.

—¡Hey, tú! —Seguí caminando, pero una gran mano me detuvo, acentúe mi mirada y detallé al gran demonio de ojos negros y cabeza rapada, su piel morena está cubierta de tatuajes de tinta blanca—. No te había visto por aquí.

—Lastimas mi brazo —dije en un tono lastimero y voz mucho más bajo—. Creí que consideraban a las damas —coloque mi mano sobre la de él y la acaricie, de inmediato su semblante se suavizó y vi una mirada sombría en el hoyo negro de su mirada.

Me soltó y me dio una mirada de arriba abajo escaneando mi cuerpo, en el traje de camisa blanca y chaleco negro junto al corbatín. Sus ojos se quedaron en mis tetas... el uniforme me quedaba muy apretado allí por culpa de mi prominente busto.

—Trae el carrito y sígueme —ordenó con un cabeceo.

Vaya... vaya... trabajo fácil, me obligué a ocultar la sonrisa y fingir preocupación y nerviosismo.

—Pero... no es allí a donde debo llevar la comida —tartamudeé.

—La llevas a dónde yo te diga. —me empujo y como pude lleva el carrito.

Me llevó a un cuarto que estaba muy alejado de la sala principal, las estrellas deben estar de mi parte, ya que, el demonio me trajo a una sala llena de demonios, diez en total. Todos convertidos, tengo dos armas cerca, la pistola con silenciador, y mi daga de fuego de infierno.

Estoy lista para divertirme con todos ellos.

—¡Miren lo que traje! —Exclamó eufórico el demonio detrás de mí. Me empujó dentro de la habitación y casi caigo de bruces... maldito cabrón.

De inmediato cuatro me rodearon. Levanté mi barbilla ante los grandes y fornidos hombres, todos con ojos negros, y trajeados, otros sólo llevan la camisa.

—Que linda chica —me olisqueo uno detrás de mí y no me inmute—. ¿De dónde sacaste está hermosura? —sus manos se deslizaron por mi cintura y terminaron en mi nalgas.

Le clavé el codo, causando que se alejé de mí; sin embargo, mi intentó fue en vano, porque otro me acorraló.

—¿Qué pasa? ¿Tienes miedo? —preguntó con una sonrisa el que antes me había manoseado. Los otros en el cuarto se rieron.

—¿Miedo? —Repetí con indiferencia. Di la vuelta en mí mismo eje para verlos a todos—. Eso sentirán ustedes ahora...

Una ola de carcajadas se hizo presente en el cuarto.

Miedo... —volvió a repetir con diversión el moreno que me había traído—. ¿Qué esperas, perra? no tenemos toda la noche, quiero clavártela, así que desnúdate que vamos por turnos.

Maldito demonio despreciable, lo miró de arriba abajo, sintiendo como mi estómago se contrae del asco.

Sonreí ampliamente, les dejaré un regalito antes de dormir para siempre.

—Bien... —me encogí de hombros. Mi indiferencia ante sus crudas palabras lo desconcertó.

Me quité el chaleco y luego la camisa quedando solo en sostén. —están con la guardia baja así que... corrí tan rápido como pude impulsándome a una de las paredes, tomé fuerza y di un salto para pasar sobre sus cabezas, no los dejé pestañar cuando repartí balas a sus cabezas, tiro limpio entre ceja y ceja —cuatro, derribe a cuatro —. El primero en venir a mí, le di en la entrepierna y luego clavé la daga en su corazón, detrás de mi iban a atacar y disparé en su dirección, noté como a los que le había disparado se levantaban de nuevo, —es un arma normal, no los mata, solo aturde, —fui rápida a la hora de clavar la daga en sus corazones y dejarlos hechos cenizas.

—¡Perra asquerosa! —el moreno de antes me tomó por el cuello y los demás aprovecharon que me lanzó al suelo para patearme.

«Nunca en el suelo, Evangeline, eres mi sucesora, nunca debes estar en el suelo» recordé las palabras de mamá. Me levanté con rapidez.

Clavé la daga al siguiente que me patearía y gritó del dolor, al otro le adorné la cabeza con una bala, en mi mismo eje di vueltas descargando el tambor de la pistola, las balas centellaban por todo el sitio, sin darles tiempo de atacarme. Rompí una ventana y viarias pantallas de computadoras, dejé orificios en las paredes y arruiné un estúpido cuadro. Quedaron en el piso aturdidos por mi ataque y no di más tiempo a que se recuperen, incrusté mi daga con aquellos gravados en rojos que se encendían al hundirse en el cuerpo de un demonio, todos se volvieron cenizas adornando el suelo...

—Les dije que iban a tener miedo. —Escupí el piso llenándolo de mi sangre—. Asquerosos...

Me acerqué a la puerta y la cerré con seguro, era hora de que me colocara el traje. me quité la ropa y me lo puse, me quedaba totalmente entallado la cuerpo, las cuerdas las ajusté y las botas con cuchillas por suerte eran de mi talla, de donde sea que este viéndome mi madre, me esta deseando buena fortuna, trencé mi cabello y me coloqué la máscara que cubriría la mitad de mi rostro, de inmediato subí la capucha, llené las cuerdas en mi cuerpo con dos pistolas a cada lado de mis caderas, en las cuerdas de mis muslos de dos kunai de puntas afiladas, prácticas para lanzarlas como dardos, en las cuerdas cruzadas en mi pecho adherí mi daga de fuego de infierno y también estrellas de la muerte, son parecidas a las de lanzar, Estás tienen un veneno que mata a súcubos e íncubos, y aturde a brujas, y claro... no puede faltar mi ballesta, atrás me coloqué las flechas, también con puntas de fuego de infierno, lo último fue el cinturón que se clava en superficies por sus cuerdas.

Ajusté mis guantes lista para lo que venga... mire hacia arriba a los conductos, ya los había estudiado en los planos de la casa, me llevaran al pasillo de la segunda planta, saqué mi arma y disparé a los cuatro tornillos volándolos en segundos, ya el conducto está a mi disposición, puse una silla debajo de este y me eche hacia atrás, tome impulso, mis pies se impulsaron gracia a la silla que me ayudó a llegar al conducto.

De seguro ese idiota está en medio de una orgia, mientras yo tengo que lamentar años de haber cazado a cada uno de mis trofeos, puto príncipe, sufrirá como nunca, hoy pienso joderlo y si hay otros príncipes en esta mansión... verán como le arranco la puta cabeza al príncipe de la lujuria, lo volveré mierda.

Sigo derecho por el estrecho conducto que aprieta mi cuerpo, una persona con claustrofobia aquí dentro es muy seguro que se desmaye aquí, por suerte, yo estoy acostumbrada a los lugares reducidos, a escabullirme hasta en una madriguera para llegar a mis objetivos.

Doblo en el conducto y escucho la música más alta, también varias voces, estoy en el pasillo que da a su habitación, lo estudie, siempre que da una fiesta, sale, da la bienvenida y después queda solo, muchas veces para tener sexo con sus chicas, debe estar molesto porque maté a sus favoritas en aquel burdel de Akula, aquella ciudad compuesta solo por demonios.

Fue tan fácil entrar allí...

Nunca he sido buena con las entradas discretas... y lo que haré lo confirma, saco mi arma y vuelo el conducto, escucho como gritan y aprovecho todo para caer con una mano en el piso y una pierna extendía, esto me ayuda a no lesionarme, empiezo a repartir disparos a todos en el pasillo, brujas, demonios de infierno y demonios convertidos, vuelo cabezas para aturdirlos.

—¡Cuiden la puerta del príncipe a toda costa! —grita uno de los guardianes de infierno.

Una sonrisa se hace presente detrás de mi mascara.

Que divertido...

Escucho varios pasos —son tres—. A mis espaldas. Vacié mi tambor contra ellos, le tiro el arma en la cabeza a una bruja que me iba a lanzar un hechizo, esta cae, los demonios que aturdí empiezan a levantarse y los que no les pude dar empiezan a dispararme, salto hacia atrás en una voltereta que evita la bala que iban directo a mi entrecejo, las vi pasar justo al lado de mi cara como si el tiempo se volviese lento. Preparé la ballesta y coloqué tres flechas que fueron directo al corazón de los demonios.

Percibí como uno de ellos corría hacia mí, actué rápido y le di una patada que volteo su cabeza, no pestañee para clavarle la daga y llenarme de su sangre, una gota cayó muy cerca de mi ojo y no me preocupe en quitarla, miré al grupo de seis que vienen a mi dirección, los esquivé usando mi cinturón con cuerdas, las activé para que se claven en el techo y poder suspenderme sobre las cabezas de todos aquellos demonios que no pude acabar, las flechas que salían de la ballesta cortaban el aire, y con cada proyectil lo susurré.

—Morte...

Eso causó que las flechas se iluminen... era lo que yo debía ocultar, pero es más eficaz para acabar con ellas porque, eso hace que la flecha tome más velocidad, y se clave en más de uno —tres—acabó con tres, que ahora son cenizas.

Un grupo más custodia dos grandes puertas.

—En serio... ¿creen que me detendrán? —una risa suave salió de mi garganta. —Hay que ver cómo les va.

Las cuerdas en mi cintura abandonaron el techo, tome impulso para enseñarles lo que puedo hacer, apoyé mi pierna en la pared tomado tanto impulso para estar sobre sus miradas y poder darle una patada que al tiempo salieran las cuchillas de mis botas cortándole la cabeza a uno y posicionar mis puños ante los demás de las puertas. Mi respiración está acelerada y mi corazón en un galope por la adrenalina.

—El siguiente... —les hice una señal con cuatro de mis dedos en un ademan de venir hacia mí.

Acabaré con todos...

Llegaré a mi deliciosa presa.

────────

Asmodeo

Las puertas de mi habitación se abrieron de par en par y la imagen frente a mis ojos es una mujer de figura estilizada, en un traje que se entalla a su cuerpo a la perfección, su respiración agitada y la sangre la mitad visible de su rostro me dice mucho, acabó con mi seguridad, sus ojos... aquellos ojos verdes tienen un odio voraz, una ira dispuesta a consumir todo lo que este a su paso, aunque tenga la mitad del rostro cubierto podría apostar a que está sonriendo, y yo igual, no me molesté en cubrir mi pecho desnudo, solo estoy en un mero pantalón, levanté mi copa de ambrosia a su dirección, en respuesta ella cerró las puertas tras ella y colocó el seguro.

Sus ojos y los míos se declararon un odio sin siquiera tener que hablar, sin hacer un minúsculo movimiento, no necesitó quitarle la capucha para notar que sus facciones están expresando satisfacción por ver a su "presa".

—¿Te gustaron mis cartas, príncipe? —preguntó con una voz suave y sexy que podría hipnotizar a cualquier mortal.

—Me encantaron, cazadora... —sonreí de lado—. Al igual que el detalle de las flores, olían exquisito.

—Me alegra saber que fueron de su agrado —colocó una mano en su pecho y sin apartarme la mirada dio una reverencia—, ¿Una última petición antes de acabar en mi pared?

Me tomé de un golpe toda la bebida en mi copa. Relamí mis labios y volví a verla.

—¿Cuál pared señorita roja? Que yo recuerde, di ordenes de volar en pedazos tu cabaña con tus "trofeos" dentro —una carcajada maliciosa salió de mis labios llenando todo el aposento, detonando así que ella venga a mi dirección para atacar, sacó las dos kunai de sus muslos.

—¡Acabaré contigo! —Exclamó enfurecida. Lanzó el primer ataque y lo esquivé, escapando de las puntas afilas de las armas en sus dos manos.

Sus golpes son precisos, volví a esquivar los ataques con la velocidad de un demonio de rango superior, lanzó hacia mí en un tiro perfecto las armas que con facilidad atrapé en los aires, le sonreí y vi más ira en aquellos intrigantes ojos verdes.

—Tú volaste mi camioneta favorita, estamos a mano.

Como una fiera se lanzó a mí persona, sus puños en dirección a mi cara, que esquivé con facilidad, sus pies y los míos en el combate cuerpo a cuerpo parecían una danza, un compás que se llenaba de respiraciones agitadas de su parte, ella quiere prolongar mi muerte, pero lo que está ganando es agitarse y cansarse, sí que desea verme muerto.

Sacó de su pecho una daga que reconozco bien, es la que usan las Wolgonter para volver cenizas a los demonios de rango menor; sin embargo, algo fue diferente. Ella pronunció una palabra que iluminó la daga y los grabados en esta.

—Morte...

Eso es... ¿una bendición? Como una Wolgonter puede dar una bendición de muerte, eso me intrigó mucho más. Paré su ataque con la daga tomando su muñeca y en una maniobra tire la daga, y a ella la mandé al piso; en consecuencia, su capa cayó dejando al descubierto una trenza de cabello negro que ahora adorna la mitad de su rostro con algunos mechones fuera, me coloqué sobre ella y apliqué toda la fuerza para tomar por encima de su cabeza sus manos y con mi peso obstruirle la huida.

—Tengo muchas interrogantes, señorita roja —la agarré con fuerza. Ella se removió debajo de mí—. Debo admitir que estoy intrigado con usted, cazadora.

—¿Ah, sí? —Sus ojos se pasearon por mi pecho descubierto—. No debería usted dejar que esta señorita se sienta más cómoda —dijo con la respiración agitada —que falta de respeto tenerme en estas circunstancias, príncipe.

Me reí con suavidad.

—Has intentado matarme... —casi rio al mencionar aquello—. Crees que te sentaré a beber conmigo para dialogar esto.

—Me gusta la idea, además querer asesinarte en mi lenguaje del amor hacia usted, príncipe. —percibí la sonrisa en sus pablaras.

Bufé. Esta es mi oportunidad para sacarle información.

—¿Cómo es que puedes bendecir? —indagué.

No respondió.

Siguiente pregunta.

—¿Cómo pudiste pasar a las puertas de Akula, si la custodian los gigantes Mynoz? —Me acerqué más a ella para presionar mi pecho contra sus senos—. Espero una respuesta, bella dama.

—No estoy interesada en responderte. —miré su mascara y mis manos cosquillearon por ver el rostro completo de aquella cazadora.

Sus ojos verdes y los míos llenos de una oscura negrura se dieron en duelo, ella sabe qué deseo quitarle el manto, por esa razón vi la advertencia en sus ojos salvajes.

Acerqué mi rostro al de ella quedando así a escasos centímetros de sus misteriosos labios.

—No es muy inteligente de su parte querer matar a un príncipe inmortal, señorita roja —susurré.

—¿Estas intentando seducirme? —levantó sus refinadas cejas al aire.

—Soy el príncipe de la lujuria, se me da natural que me interesen las damas que quieren poner mi cabeza en una pared y sepan que el olor a lirios es encantador. Por cierto, me interesa saber si tus labios están pintados de rojo en este momento.

Ella se removió; sin embargo, acerqué mis labios a los suyos sacándole un jadeo.

—Lamento decepcionarlo, príncipe, pero no lo están.

—Quiero comprobarlo.

—No se atreva... —masculló enfurecida.

—¿Quién me detendrá? —pregunté burlesco.

—Yo...

No vi venir que, sus piernas se flexionen a la altura de mi cuello y se enganchen al punto de elevar su pelvis y darme la vuelta para estar ella sobre mi cuerpo, su pelvis chocando contra mi abdomen bajo, sacó una flecha y con rapidez dijo la palabra que la iluminó y la incrusto en mi corazón, debo admitir qué... Me dolió. Pero no se lo demostré, como es posible ese dolor, soy inmortal, eso aumentó mi curiosidad. Sus ojos se agrandaron al ver que lo que ella hizo no funcionó para matarme.

—Quedará una linda marca allí, señorita roja. —tomé un puñado de su cabello para volverla a poner debajo de mí cuerpo, sin embargo, ella no se dejó y en consecuencia nuestros cuerpos rodaron, mientras ella me propinaba puñetazos, los cuales algunos no esquivé, el sabor metálico inundó mi labio inferior.

Maldita cazadora.

Por fin logré contenerla, le di vuelta a su cuerpo y puse sus manos en una sola de las mías detrás de su espalda, mientras su cara estaba contra el piso, mi otra mano está en un puñado de su cabello, mis piernas apretaban las de ella.

—No sabes lo bien que te ves así...

—¡Atrevido!

—Loca.

—¡Lunático!

Se removió bajo mi agarre.

—Creo que sería al revés eso. —Dije con una sonrisa socarrona en mis labios—. Estás enloquecida por mí, que obsesiva, no era mejor para ti conseguir una presa pequeña.

—Me gustan los retos grandes. —murmuró tan por lo bajo que su voz fue un elixir delicioso en mis oídos.

—Y a mí las cazadoras que desean mi cabeza, susurran bendiciones y esquivan gigantes protectores.

—Me siento halagada, príncipe. —se removió y yo tensé el agarre en su cabello sacándole un quejido.

—¿Responderás mis preguntas?

—¿Por qué? ¿Quieres ser como el gato que murió sabiendo? —preguntó burlesca.

—Que confiada... —susurré. La eche hacía atrás obligándola a ponerse en una posición muy excitante y por supuesto comprometedora—.Tu príncipe te da una orden, cazadora.

—Tu no me ordenas —se burló de mi con una sonora carcajada—. No te creas la gran cosa.

—Eso me haz hecho ver, ya que me elegiste como una buena presa, por lo tanto, puedo asegurarte que seré la mejor, porque intentaré acabar contigo todas las veces que tu igual lo hagas. —prometí.

—Que divertido —su voz salió extasiada, esto le resulta divertido.

Y a mí excitante.

Ella me intriga y cuando alguien me intriga, termina entre mis sabanas. La deseo, me despierta una lujuria voraz. Acerqué mi mano a su mascara negra, pero...

La puerta fue abierta y al pie de esta, veo la figura de Amon, con aquellos ojos rasgados y rojos, su cabeza rapada con las sombres en su piel que parecen tatuajes.

—¡Fuego! —grita el príncipe de ira.

Una lluvia de balas me obligó a soltarla. Ella aprovechó todo esto para aun así en un intento suicida de acabar conmigo, lanzó otra flecha que acabó en mi brazo, noté como bufo detrás el colchón, miré su daga, su mirada luce acorralada, al notar sus intenciones me apresuré a tomar la daga primero y brindarle una sonrisa. Mi cuerpo la cubrió de las balas, todo parecía en cámara lenta por cómo me mira, como vio su daga y con fastidio corrió hacia el balcón de mi aposento lanzándose de espaldas, me di cuenta de las cuerdas que se adhirieron al techo, y después desaparecieron, Amon ordenó más proyectiles en su dirección, pero yo levanté la mano deteniéndolos.

—Bajadlas, yo me encargaré de ella.

—¡¿Qué demonios dices?!—Amon adquirió iluminó sus ojos rojos y empujó mi pecho con una ira del tamaño de una avalancha—. ¡Tenemos la oportunidad de acabarla! ¡Como dijimos que lo haríamos!

Con toda mi calma le sonreí, con aquella sonrisa lujuriosa y burlesca.

—Ya no me apetece desobedecer a Satanás. —caminé dentro de la habitación.

Esa chica... Será mía.

Su peor error fue elegirme como su presa. Yo... le daré la vuelta a las cartas sobre la mesa. Le jugué con su daga de Wolgonter con diversión. Ella volverá por su daga, y yo estaré ahí para cuando lo haga.

Señorita roja, deseará no haberse encaprichado conmigo.

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VOLVIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

HIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

En todo el cap, andaba modo fan jajajajaj y no puedo gritar porque ya es tarde por aquí ajjaajajaj.

Saben que me pueden encontrar en Ig como:

moon_moontero 

CHAOOOO🖤

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