The Horde and Us

By Pole_SotAgui

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«Casey...» Era un nombre que él a penas y recordaba a quien pertenecía. Los destellos eran breves; asustada... More

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By Pole_SotAgui

3 meses habían transcurrido ya de lo ocurrido en el Hospital Psiquiátrico Raven Hill. La Bestia luchando contra ese hombre al que muchos llamaban “El Centinela”. Es curioso pero, y ha día de hoy, no se han tenido noticias de ellos desde hace bastante tiempo. Lo poco que se supo fue que Joseph, el hijo de aquel hombre, cuidaba de él durante lo que fue su recuperación. Aunque pasar mayormente encerrados y apartados del mundo exterior... No es una buena forma de poder recibir noticias.

Ambos se encontraban en una antigua casa. Una pequeña dónde las paredes eran delgadas y chicas para alguien como ella. El solo ver aquellos espacios cerrados le removían algo en su interior, la hacían estremecer y hasta cierto punto, incómodarla.

— Buenos días. — hablo Patricia, vestida con un suéter amarillo y una falda negra que cubría sus pantorrillas y dejaban al descubierto sus zapatos negros — El desayuno está listo.

Casey asintió y fue rumbo a la cocina con Patricia detrás de ella. Sobre la mesa, había ya dos platos de porcelana blanca, cada uno tenía un par de panes tostados untados en mermelada y un simple jugo de naranja. Patricia realmente cuidaba de su figura, y prefería que Casey hiciera igual. Está última, al entrar en la habitación, tomo asiento y Patricia hizo lo mismo justo enfrente de ella.

— Adelante. — pidió la mujer amable

Casey miro el platillo, le daba cierta incertidumbre y duda. Quizás estaba envenenada, tal vez incluso alterada para drogarla y hacerle lo mismo de nuevo. Y Patricia lo supo al instante, por ello, reprochó porque la tachará de asesina o una criminal. Decía que ella no era como Dennis; ella era refinada, prudente y poco hostil. Una perfecta dama.

— Eso lo sé. Te esfuerzas por demostrarlo constantemente. — dijo Casey, provocando en Patricia una mirada molesta, pero no le daría importancia a los insultos de la joven

Ambas continuaron con su desayuno, casi sin hablar, de lo poco que hablaban era precisamente de La Horda y los planes que tenían a futuro para ellos y La Bestia. Al menos hasta que la situación en la que se encontraban concluyera.

— ¿Y que hay de Kevin?

— Él está a salvó, y mientras siga lejos de la luz... él...

Patricia se levantó de manera repentina, sacudiendo la mesa y tirando a su vez los vasos. Casey hizo igual, pero en su rostro se reflejaba confusión, angustia y miedo. Patricia estaba cambiando. Alguien más vendría para hacerle compañía a Casey... ¿Pero quién?

Todo se detuvo de pronto. El ambiente tenso se desvaneció y, con cautela, Casey se fue acercando. Al estar frente a frente con el rostro ajeno, notando que se trataba de alguien a quien en verdad apreciaba mucho.

— Eres tú, otra vez. — Kevin la observó detenidamente, notando en ella algo diferente, pero luego fijo su atención en el alrededor de ambos — ¿Donde estamos?

— ¿No... No recuerdas nada?

— Te recuerdo a tí. Me abrazabas y pedías que me quedara contigo, pero luego me empujaste y... Fue entonces que todo se oscureció de nuevo. — decía Kevin nervioso

Casey lo veía hablar, ignorando que su cuerpo reaccionaba a los recuerdos que volvían a su mente. Eran borrosos pero casi exactos los recuerdos de aquel día. Por un instante, Casey olvidó que un confundido y desorientado Kevin seguía junto a ella.

— ¿Te lastimé? — preguntó Kevin al ver cómo Casey sujetaba su hombro de manera protectora, haciendo a su vez que la mencionada reaccionará — Lo siento.

— No, no ésto no fue tu culpa. — dijo ella acercándose a él — Tu no hiciste nada.... Y eso es lo malo. Tienes que tomar la luz, solo así esos hombres dejarán de seguirlos, de lo contrario, si La Horda o La Bestia regresan a continuar con los asesinatos, volverán a llevárselos y está vez... Tú eres el único que puede hacerles frente.

— Te equivocas. Yo... Yo no puedo hacerlo

— Yo sé que puedes hacerlo, tienes que intentarlo.

— Lo siento, no puedo. Lo lamento, pero... Te-tengo que... — Kevin comenzaba a retorcerse para cuando Casey lo sujeto de las mejillas y obligarlo a mirarla a los ojos — Casey... — dijo en susurró éste para después desaparecer y traer a Dennis, quién estuvo a punto de reprochar pero se detuvo al verla sujetandolo — Dime por favor que te lavaste antes de tocarme.

Casey aparto sus manos y Dennis, de manera casi inmediata, se incorporó y miró con asco lo que acaba de pasar, y su molestia incremento luego de ver el desastre de la cocina. Salió de la habitación y se dirigió al cuarto de baño para quedarse encerrado ahí por un largo tiempo.

Ella hizo igual. Fue a la que era su recamara y cerro tras de si la puerta para tirarse sobre la cama y olvidarse del mundo por unos instantes. Observando por la ventana las pequeñas gotas de lluvia que caían hasta desvanecerse y ser reemplazadas por otras. Pensando en el porqué de las acciones de La Bestia ¿Por qué matar a chicas inocentes y dejar vivas a otras? ¿Por qué el ser  alguien"puro" te convierte en especial? ¿Que ganaría La Horda con la purificación del mundo?

Tantas preguntas que carecían de respuestas.

Y casi sin pensarlo, sus ojos se sentían pesados dejándose llevar a un mundo de sueños y que estos se encargarán de transportarla a ese día.

....

(Hospital Psiquiátrico Raven Hill)

La Bestia y David Dunn peleaban, ninguno se dejaría vencer tan fácilmente y Elijah lo sabía perfectamente, esa fue la razón principal de crearlos. Mientras, la doctora Staple los observaba con angustia, temerosa de que alguno de los dos logrará escapar y ser visto por civiles.

Pero no fue así.

La Bestia, con todas sus fuerzas e irá reprimida por la verdad dicha por Joseph, lastimó al Elijah rompiéndole hasta el más mínimo de los huesos y arrojando a David a un tanque de agua donde se aseguro de debilitarlo. Pero ahora, y dónde pretendía acabar con él desde el principio, era aquel edificio que Elijah mencionó habrían miles de ojos observandolo, dándole la oportunidad a él y a La Horda de revelarse. Sin dudarlo un segundo más, La Bestia se giro y comenzó a correr en dirección de la ciudad. Pero entonces, y justo en ese instante, alguien le detuvo.

— Suéltame. — exigió entre gruñidos, pero algo dentro de él le impedía lastimarla

— Quiero hablar con Kevin Wendell Crumb. Necesito hablar con Kevin Wendell Crumb. — dijo mientras le abrazaba con fuerza, provocando en La Bestia un desequilibrio mental y fuerte dolor, mismo que se detuvo al igual que los movimientos bruscos

— Hola. — hablo Kevin ahora

— La Bestia me escuchó. No lo logró hacer lo que quería, así que puedes controlarla.

— No estoy a cargo de la luz. — dijo aterrado

— Sí, si lo estás. — Casey sujetaba dulcemente la barbilla de Kevin para alzarle la mirada y poder verle a los ojos — Me gusta ésto ¿No crees?

Kevin asintió repetidas veces mientras se concentraba en nada más que el cálido toque de ella. Y cuando la miraba a los ojos, la sensación era aún mas fuerte y él tan solo deseaba que ese momento no se terminará nunca.

— ¿Te quedarás en la luz conmigo, por un rato? — cuestionó Casey esperanzada

Y como respuesta, Kevin volvió a asentir intentando reprimir algunas lágrimas, alentado por las palabras de ella. De su primer amiga.

Pero algo andaba mal, y Casey lo supo de inmediato. Al mirar por encima de su hombro, noto una pequeña luz roja que se alzaba hasta quedar en el hombro de Kevin. El contrario, por supuesto que no la ignoraba, pero ella no quería hacerle daño, no quería verlo morir sabiendo que ahora tenía la oportunidad de una vida mejor.

— Perdóname por esto. — dijo para luego arrojarlo al suelo y ver la expresión inédita de él

Fue cuestión de segundos, todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. Comenzó a sentir un dolor intenso en su hombro izquierdo, al mirarlo de reojo, noto la sangre que recorría su brazo hasta hacerla caer por el dolor y el shock de estar herida.

Pero, y antes de que su vista se nublara, vió como Kevin se transformaba de nuevo en La Bestia, misma que se levantó ágilmente y tomó entre sus brazos varios artefactos de los guardias; el escudo que arrojó hacia los hombres que le disparaban, los mismos cuerpos de los hombres caídos, y atacar a las pocos que se atrevían a acercarse. Ninguno pudo hacerle gran cosa. Solo entonces es que todo se oscureció, y las únicas palabras que pudo susurrar antes de ello fueron:

— Kevin Wendell Crumb.

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