27 DE FEBRERO DE 2040
ORDEN MUNDIAL
VANCOUVER, CANADÁ
Me removí, al sentir algo tocar mi espalda.
Era tan ligero que apenas lo sentía.
Abrí los ojos y giré mi cabeza para lograr saber que era aquello.
-Buenos días...
Su suave voz manañera, me recibió. Sonreí sin mostrar mis dientes volviendo a dejar mi cabeza sobre la almohada.
‐¿Cómo pudieron hacerte esto, Lauren?
Susurró notando toda mi espalda desnuda, golpeada.
-Estaban enojados.
-Fueron unos animales.
Tocó una zona de mi espalda que me hizo quejarme. Su rostro cambió radicalmente de enojo a culpa.
-Lo siento.
-Necesito tomar una pastilla para que dejé de doler.
La escuché suspirar antes de alejar sus manos de mi espalda.
-¿Qué haces en mi habitación?
Cuestioné cubriéndome con la sábana y sentándome en la cama.
-Hice el desayuno y vine a despertarte. Luego, vi tu espalda y me entró curiosidad.
-Sí, bueno... No fueron muy considerados.
Mientras estaba mirando por la ventana, dándole la espalda, se colocó en mi visión. Me vi en la obligación de tragar grueso al ver, primeramente, su minifalda. Sus piernas torneadas frente a mí, me hicieron tener pensamientos pecaminosos con su cuerpo en segundos.
-Arréglate, desayunas y luego te tomas dichas pastillas, ¿bien?
Aclaré mi garganta y miré su rostro, asentí. Sonrío y salió de la habitación tranquilamente.
Maldita provocadora.
Después de veinte minutos y de pelear para ponerme unas gasas en la espalda, me senté frente a ella en la barra de la cocina. Colocó frente a mí el desayuno.
-Dinah tuvo que salir a hacer algunas cosas, no específico nada.
-Debemos ir con mi padre. La llamaré.
-¿Si iremos? Pensé que solo me asustabas.
-No.
Asintió y siguió comiendo.
Saqué el celular de mi bolsillo y la llamé. Contestó con rapidez.
-¿Dónde estás?
-¿Buenos días, no crees?
-No tengo ánimos, responde.
-Ush, ¿Mila no te dio besito de buenos días? Que gruñona.
Apreté mi mandíbula.
-¿Dónde mierda estás, Jane?
-Alguien debe ocuparse de las cosas, ¿no crees? Estoy sacando el auto de alquiler. Estaré allí en diez minutos e ir a la reunión con tu padre que es en media hora. ¿Feliz, gruñona?
-Vete al carajo.
Colgué.
Camila me miraba confusa, pero comía en silencio. Terminé con rapidez y busqué con algo de dificultad las medicinas necesarias.
Todo el cuerpo me dolía cada vez que no tomaba las pastillas después de las horas necesarias. No quería imaginar cómo se sentía mi padre al haber tenido la cirugía para extraer la bala de su cuerpo.
Me senté en el sofá principal con las piernas extendidas mientras dejaba las pastillas hacer efecto. Relajé mi cuerpo y cerré mis ojos.
-Dice Dinah qué está esperando abajo.
La voz de Camila me sacó de mi relajación. Me puse de pies y busqué mis cosas.
-Lauren...
Me detuve cuando estaba a punto de salir de la habitación. Camila me miraba desde la mitad de la sala.
-¿Qué ocurre?
-¿Necesito vestirme de alguna manera en especial?
Miré su atuendo del día y negué. Se veía demasiado bien como para qué se cambiará solo por mi padre.
-Estás perfecta, vamos.
Dejé la puerta abierta para que ella pasara primero. No tenía nada que llevar con ella por lo que fue rápido llegar a la planta baja.
Encontramos con facilidad el auto que Dinah había descrito. Abrí, nuevamente, la puerta para Camila y después entré de copiloto. Dinah me miró examinándome con rapidez.
-Bien, allá iremos.
Manejó con maestría en las calles de Vancouver. Por suerte, estas avenidas no eran muy recorridas y los pocos autos eran atentos a los demás autos y señales de tránsito.
-¿Debemos entrar las tres?
Cuestionó, Dinah, apagando el auto.
-Sí.
Asintió y bajamos del auto.
Entramos al lobby del hotel y luego nos dejaron pasar a su habitación. Era el piso superior por lo que estuvimos unos segundos dentro del elevador mirando nuestros propios pies.
Noté a Dinah quitándose su jersey y extendiéndolo a Camila.
-Póntelo, al menos que quieras ser presa del mayor Jauregui.
La miré mal.
-No lo permitiría.
-Mejor prevenir.
Sonrío rápidamente antes de ver como Camila se lo colocaba. Quedándole un poco grande, cubría la mitad de sus muslos, más que la falda.
Camila salió primero.
-¿Cómo le haz permitido venir así?
Dinah me reclamó tomando mi brazo, la miré, pero no me quejé al sentir su agarre.
-¿Qué tiene?
-No te hagas la ignorante, Lauren. Sabes muy bien como es tu padre con las mujeres como Camila.
Me solté de su agarre y arreglé mi camiseta.
-Sé muy bien como lo es. Jamás permitiría que tocará a Camila.
Me miró esperando creer en mis palabras. Asintió sin poder hacer nada más.
En la sala, nos recibió mi padre sentado en el sofá.
-Bienvenida a mi hogar temporal.
Dijo apagando el televisor que casi ocupaba toda la pared.
Coloqué detrás de mí a Camila.
-¿Para qué haz pedido esta reunión, Lauren?
Preguntó dirigiendo su mirada a Camila. Enarcó una ceja.
-Cabello.
-Es Camila, padre.
-De la que me haz hablado. Adelante, siéntense.
Tomamos asiento las tres. Dinah un poco más alejada tomando su rol de solo compañía y no de mi amiga más cercana.
-Lograste infiltrarte entre nosotros, Cabello. Eres muy inteligente.
-Solo seguía órdenes.
Recorrió el rostro de Camila con interés antes de recorrer su cuerpo. Me sentí incómoda al ver qué hacia aquello en Camila.
-¿Cuál órdenes?
-No sé con exactitud qué pasó entre ustedes dos, pero mi padre quería venganza. Él deseaba que llegará a usted y lo matará, pero como no lo logré quiso que fuera a por Lauren.
-Y no lograste ninguna de las dos.
Mi padre adivinó con rapidez.
-Te haz enamorado, Cabello.
-Ese no es el punto, papá.
-Entonces, ¿cuál es?
-Quiero que nos digas, a ambas, qué pasa contigo y Alejandro Cabello.
Se sentó correctamente sobre el sofá.
-Lo conocí cuando eramos bastante jóvenes, nos hicimos cercanos y compartíamos todo. Sabía de dónde provenía y al lugar donde ascendería después de un momento. Sin embargo, su padre lo utilizaba para extraer información de la Orden Mundial y así poder capturar las grandes cargas de armas o de sustancias ilícitas que recorrían todo el mundo. Cuando me enteré de todo, Alejandro quiso negarlo y hacerse el inocente. Al inicio sólo fue ingenuo, pero con el tiempo él había entendido todo lo que hacía su padre y me preguntaba con más insistencia sobre esos temas y empecé a sospechar. Actúe de mala manera y le conté a mi padre y él asesino al padre de Alejadro...
-¿A mi abuelo?
Camila cuestionó confusa.
-Él me dijo que había muerto de un infarto.
-Llegó al hospital muy mal y finalmente murió de un infarto. Todo fue gracias a un disparo cerca del corazón. Desde entonces, tu padre ascendió y poco después lo hice yo. Dejé pasar muchos años hasta que finalmente lo volví a encontrar en el bajo mundo siendo muy poderoso. Cuando intenté reconstruir algo de lo que se había dañado, él tomó eso como una oportunidad a su venganza. Hizo un hueco en la estabilidad del Orden Mundial, se metió en el lado africano y hizo lo suyo hablando patrañas sobre el Orden Mundial hacia sus tierras. Por eso, siempre he tenido problemas con África... Por eso, hicieron la revuelta de hace una semana.
Intenté encontrar algún rasgo de mentira en su rostro, cuerpo o voz, pero no encontré nada. Todo parecía muy cierto y cobraba mucho sentido.
-Mi padre pocas veces sale de Suecia.
Camila, a contraria mía, no creía nada de mi padre.
-Niña, personas como tu padre o yo manejamos muchas personas. No es necesario que él ande de lado a lado diciendo mentiras sobre nosotros.
-¿Qué clase de mentiras?
-Que no proporcionamos lo mismo para ellos que para los demás. Para ese entonces, era falso. Ahora, es cierto, ya que cada vez que llega una descarga ellos mismos roban todo. No he logrado encontrar una manera de detener todo y lograr entrar en paz.
-¿Cuántos años?
Mi pregunta fue clara.
-Más de quince años.
Asentí, lentamente.
Para mí, todo era cierto. Ajustaba con las fechas y las pocas veces que mi padre ha logrado entrar a esas zonas sin salir con un rasguño.
Miré a Dinah que estaba a lejos, pero claramente escuchando todo. Podía asegurar que había grabado todo de manera rápida.
-Cabello, dime, ¿qué fue exactamente lo que dijo tu padre de mí?
-Que lo traicionaste después de ser amigos.
-Bueno, ambos nos traicionamos. Él fue utilizado justo como te está utilizando a ti.
-Estaba. Camila esta de mi lado.
Hablé. Mi padre me miró con una sonrisa de conocer algo que no quería compartir.
-Lauren, ¿puedo hablar contigo un momento a solas?
Asentí.
-Camila, por favor, ve con Dinah al auto.
Ella asintió y se fue junto a mi compañía.
-Me mentiste.
Fruncí el ceño ante las palabras de mi padre.
-Dijiste que no la querías, mentiste. Le quieres.
-No sé de lo que hablas, padre.
Rió.
-Soy viejo, Lauren, conozco a muchas personas y entre esas a enamorados. Tú y ella lo están.
-¿A qué quieres llegar?
Respiro hondo y se acostó sobre el sofá, relajado.
-¿Piensas tener una vida monógama?
-No lo sé.
-Recuerda mi historia con Clara. No cometas mis propios errores cuando puedes evitarlos.
Asentí para mí misma.
-Me voy.
-Pienso quedarme varias semanas aquí, Lauren.
-Bien, no suena mal. Cualquier cambio hazlo saber a mi compañía.
-Dile que no se olvide de mi invitación a su boda.
Reí.
-Se lo diré, adiós.
-Adios, Lauren.
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Nota de la autora:
Iniciamos la semana con todo y les regalo un nuevo capítulo. Con todas las buenas vibras que puedo.
Alejandro no parece ser tan tonto después de todo, ¿verdad? Es un líder muy astuto.
Si encuentran alguna falla gramatical, estaría agradecida que me lo comuniquen; ya que cada vez que edito, alguna palabra se me va de más o no se comprende con exactitud lo que deseo compartir.
Comenten que tal les esta pareciendo todo.
No olviden dejar su votito de motivación.
Sin más que decir,
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