SAVE ME. (Jin de BTS).

By skyalwayscries

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GANADORA EN LOS KPOP AWARDS 2016. Sarah y Jin. «Ella es una chica que sale para escapar de todo. Él un chico... More

SINOPSIS
Capítulo 1.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Epílogo.
Epílogo 2.
AVISO.
Hola, ¿hay alguien ahí?

Capítulo 2.

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By skyalwayscries


—Entre más silencio hagan, menos daño les haremos —amenazó un hombre con una voz gruesa y asquerosa—. No quiero más murmullos, ni llantos, ni ninguna mierda por el estilo.

Sarah tembló al escuchar esto. No lloraba porque estaba siendo secuestrada, lloraba por Jungkook.

—¡¿Qué he dicho?! ¡¿HABLO CHINO?! —Gritó el hombre.

Todas gimieron del susto, y con esfuerzo, cada una dejó de hacer ruido o de llorar. Sarah se dio cuenta que no era la única allí.

—Estarán bien, ya verán —animó un chico con una voz mucho más joven y tierna.

Sarah escuchaba cómo otras se desesperaban. ¿Cuántas chicas había allí? ¿Qué clase de hombres la habían raptado? Por un momento, se olvidó del maldito de Jungkook y oró por las demás y ella.

—Eres la única obediente —coqueteó un señor al lado de ella acariciándola con algo que al parecer, era una pistola.

—¡No hagas eso! —Volvió a hablar la voz suave—. Si no quieres problemas, no molestes a ninguna.

—¿Porque tú lo dices? —Respondió el viejo de aliento asqueroso y se alejó de ella.

Ella suspiró de alivio.

—Yo mando aquí —respondió el otro aún más firme—. ¡Detén el auto! —El conductor frenó en seco.

Sarah salió disparada hacia el frente pero una mano la agarró

—Bájenlas a todas aquí.

—Pero estamos en la nada —masculló el conductor.

—No me importa. No llevaré a ninguna con este. —El asco se podía escuchar en su voz.

—Idiota —insultó aquel señor—. ¡Bájenlas!

Y así fue.

Una mano la haló del brazo fuertemente y la bajó del carro de una forma que hizo que cayera.

—Con cuidado —gruñó esa voz.

El señor la levantó con cuidado, pero sin dejar de ser fuerte. Ella se quejó.

—Llamen a otra camioneta. Esta es demasiado pequeña para tantos —ordenó esa voz que parecía venir de un chico amable.

—Si no quieres problemas con el jefe, más te vale que nos subamos todos ya —advirtió el señor que la sostenía.

—No. —Fue seco en su respuesta. Las piernas de Sarah temblaban.

—Si le llamas, tú y yo nos meteremos en problemas —respondió el hombre nervioso.

—¡NO! ¡SOLO TÚ! —Gritó el otro—. ¡¿PERO QUÉ MÁS DA?! ¡Súbanse! —Sarah escuchó fuertes pasos aproximarse—. ¡Si vuelves a molestar a alguna, te acuso con el jefe! ¡Asqueroso! —El chico la tomó del brazo—. Y ella va conmigo. Adelante vas tú.

Luego de unos minutos, todos estaban de nuevo ubicados.

¡¿QUÉ MIERDA ERA ESTO?! —pensaba Sarah.

El viaje se alargó cada vez más, ella no aguantó y cayó dormida, recostándose en el asiento muy tensamente.

...

—Hey... —la movió alguien— tienes que levantarte ya. —Ella confundida obedeció y el desconocido la tomó del brazo y la ayudó a bajar.

...

—Ahora quiero que todas prometan algo —habló el chico de siempre—. Sabemos quiénes son, quiénes son sus familiares, ¡sabemos todo acerca de ustedes! Así que... no quiero ser grosero. Destápenlas —ordenó a los otros y comenzaron a quitar las bolsas de la cabeza, dejándolas ver.

—¿También el harapo? —Preguntó un señor.

A todas las molestó la luz del atardecer.

—Sí, ninguna va a gritar —dijo con una sonrisa cínica mirando a Sarah.

—¿Qué harán con nosotras? —Preguntó la más valiente. Una chica delgada, alta y rubia... típico cliché de chica—. ¿A dónde mierdas nos enviarán? —Todas se sorprendieron por su valentía.

—¿La golpeamos? —Preguntó el viejo asqueroso de hace unas horas. Sarah le reconoció por la voz.

—No, por supuesto que no. Mira... —juntó sus manos y se acercó a ella— irán a Corea del Sur. —Todas gritaron, menos Sarah y la chica—. Por cierto, mi nombre es Jin.

—No creo eso de que sepan acerca de nuestras familias —se burló la chica.

—¿En serio, Adele? Hija de Alice, quien es madre soltera. —Adele abrió la boca—. No quiero ser grosero, Adele. ¡Ahora todas caminarán hacia allá! —Apuntó con una pistola a un avión mediano—. No me hagan utilizarla. —Sarah comenzaba a odiarle.

—¡Hmm! —Se quejó Sarah. Era la única, a la cual no le habían quitado el harapo y Jin lo notó mientras se acercaba a ella.

—Lamentamos esto. —Sonreía con cinismo al desamarrar eso—. Listo, ¡camina! —Y le dio un suave empujón.

Sarah alcanzó a las demás y se posó junto Adele.

—Saldremos de esta —refunfuñó Adele a Sarah—. Te lo juro.

—NO jures nada que no puedas cumplir —habló Jin detrás de ellas y recargó su cartucho. Sarah se tensó—. Tranquila, nena. Si no haces nada malo, no te pasará nada y no la usaré. —Ella volteó sus ojos; estaban subiendo las escaleras del avión.

Sarah sintió ganas de llorar por todo. No había hablado mucho con su madre, y recordar el momento de la mañana con ella, le partía el corazón. ¡Y VAYA! Jungkook no iría a Corea del Sur, pero ella sí. No obstante, su incierto futuro la asustaba; esta gente la asustaba y Jin la asustaba; Adele la asustaba; esos hombres la asustaban; viajar la asustaba. ¿Qué mierdas pasaba con el destino? Quería morir o bajar y correr, pero era demasiado cobarde como para morir en el intento.

—Será un viaje largo y más vale que ninguna de ustedes intente cosas extrañas. Morirá de inmediato quien lo haga, ¿y adivinen quién será arrojado... —les dijo Jin para infundirles miedo— fuera del lugar?

—Ustedes —dijo Adele. Jin rió.

—Aguantarás esto —dijo Jin guiñándole el ojo.

—¿Puedo... puedo... puedo usar el baño? —Preguntó una chica morena y con rulos.

—Claro. Ya sabes qué pasa, princesa, si haces algo indebido. —Le respondió a la morena y luego se dirigió a todas:

—Tienen toda libertad, solo recuerden que seis hombres las están vigilando.

Sarah se hizo en una ventana, mirando cómo ascendían y cómo se alejaba mucho más de su casa. Puso sus manos en su cara, tapándola por completo y comenzó a llorar por su madre y porque tal vez no la vería nunca más.

—No llores. La pasarás de lujo si sabes disfrutrar. —Jin se sentó a su lado y ella solo le ignoró, pero calmó un poco su llanto—. Empezamos con el pie izquierdo, un gusto, chica... —y estiró su mano.

—No me interesa quién seas, solo dime qué haremos.

—Sorpresa, bebé. —Se levantó de allí para ir a otro asiento.

...

Sarah contaba los segundos, los minutos y las horas. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero notó que salieron de su país en un atardecer y llegaron a Corea del sur en otro atardecer. No había cerrado sus ojos en todo el viaje, y no iba a hacerlo. En el viaje vio cómo los hombres tocaban a las otras chicas mientras Jin dormía.

...

—Quiero que todas obedezcan y no nos den problemas —advertía Jin mientras a todas les tapaban las cabezas para que no vieran dónde estaban.

Las subieron de nuevo a camionetas de varios colores para que no se dieran sospechas. Siempre las cambiaban en cada pedido.

—Gracias, gracias, gracias —agradeció Jin al ver el cielo de su Corea, odiaba estar fuera de ella—. Will, no tendré que verte más la cara. —Luego suspiró con descanso. Pero, todavía tenía que soportar a Bon-Hwa por diez meses.

Bon-Hwa era su jefe en Corea del sur. Él era el que mandaba a los que mandaban. Pero, si esto llegase a descubrirse, probablemente sería el primero en desaparecer.

—No te preocupes, te prometo una buena habitación —Jin molestó a Sarah, ya montados en una de las camionetas, ella gruñó y sus compañeros rieron.

¡¿QUÉ MIERDAS SEGUÍA PASANDO?! ¡¿EN SERIO ERA REAL TODO ESO?! —Pensaba Sarah mientras apretaba con fuerza los ojos. Jin estaba a su lado y le daba asco.

—¿Por qué estás tan preocupada? —Preguntó Jin con tono de molestia—. Te daré los mejores clientes. —Rió y Sarah pudo sentir que su cuerpo se paralizaba y un escalofrío la recorría velozmente—. No te asustes. —Volvió a reír, pero con sus compañeros.

Esa era la misma voz «amable» que había escuchado cuando la secuestraron, ¿pero esta? Esta era una asquerosidad. Sentía unas poderosas ganas de escupirle en la cara hasta secarse. Asqueroso, ¿no? Como el querido Jin y todos las personas involucradas en esto.

—Mi mamá debe estar buscándome. Llevo un día fuera de casa, se preocupa por todo. Mi mamá me ama. ¡Vida, ayúdame! Sarah seguía pensando cada diez minutos en ese viaje, que de nuevo se hacía interminable.

¡ESTO ERA PARA SER PROSTITUTA! Esto era la famosa «trata de blancas». De eso que te hablaban en el colegio, tus profesores, amigos y padres. Eso a lo que decías: «no me pasará».

Luego de muchas horas aguantando el sueño y la presencia molesta de Jin hablándole cualquier estupidez, llegaron:

—¡Llegamos! ¡Despierten! —Gritó la voz que tanto estaba odiando.

El chico no estaba mal, pero era un completo idiota como todos los «varones» de allí. Eran asquerosos que ganaban dinero a causa de personas sufriendo.

—Ven, cariño. —Jin la levantó del asiento—. Haré que esto sea inolvidable —susurró.

Sarah volvió a sentir los escalofríos recorrer su cuerpo.

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