The Royals © Taekook ✓

By SrtaGekko

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La dinastía Kim ha reinado por cientos de años, cientos de historias que han transformado a la nación en una... More

THE ROYALS
Booktrailer + Mapa + Aesthetics
Antes de leer
Prólogo
Primer acto: Insondable procedencia
I: Ojos zarcos
II: Médico real
III: «Su Majestad es muy noble»
IV: Peonía
V: «Encuentre a mi niño»
VI: Jardín reverdeciente
VII: El sonido del silencio
VIII: Pulga
IX: Olivo dulce
X: Aguas primorosas
XI: «Para servirle»
XII: Origami
XIII: Clavellinas
XIV: Único niño
XV: Margaritas rosas
Segundo acto: Nada me has dado y, sin embargo...
XVI: Tulipanes jaspeados
XVII: Pensamientos blancos
XVIII: Camelia rosa
XIX: Rosas rojas
XX: Las agallas de mucho más
XXI: Baile de primavera
XXII: «No fue su culpa»
Tercer acto: Dioses, perdonen a este alfa desdichado
XXIII: «Ofrezco una alianza»
XXIV: Coraza de hierro y nogal
XXV: «Lo sabemos»
XXVI: «Él hace su vida y yo hago la mía»
XXVII: Rutina, repetición, costumbre, adaptación
XXVIII: Una obra de arte digna de ser admirada
XXIX: La caída de los grandes pt. I
XXX: La caída de los grandes pt. II
XXXI: Un rey absolutista
Cuarto acto: Inverosímil
XXXII: Completo
XXXIII: «Querido JungKook»
XXXIV: Omega del rey
XXXV: Claveles fúnebres
XXXVI: Treinta monedas de oro
XXXVII: Muestra de interés
XXXVIII: Llamas, cenizas y lágrimas
XXXIX: Estrellas móviles
XL: Cicatrices indelebles
XLI: Amor mío
XLII: Mío
Quinto acto: Nube de ensueño
XLIII: Felicidades
XLIV: El deber de un omega
XLV: La Luna del rey
XLVI: Amor a primera mentira
XLVII: Al borde del abismo pt. I
XLVIII: Al borde del abismo pt. II
XLIX: Al borde del abismo pt. III
L: Soledad y penumbra
LI: «Que los Dioses estén con él»
LII: Desorientación
LIII: El traidor y el asesino
LIV: Resquebrajados
LV: Hermandad escabrosa
LVI: Luna menguante
LVII: Develación de verdades
LVIII: Declaración de guerra
Sexto acto: Jardín de porcelana
LIX: Flor marchita
LX: Cielo carmesí
LXI: Inefable
LXII: Poder indeciso
LXIII: Intimidad
LXIV: Cómplices en el amor
LXV: Problemas, sangre y seducción
LXVI: ¿Dioses crueles?
LXVII: Sed de venganza
LXVIII: Diminuto y perfecto
Séptimo acto: Sendero de la resiliencia
LXIX: Ceremonia de presentación
LXXI: Una lavanda y mil lamentos
LXXII: Un sueño lúcido y cruel
LXXIII: Campo de lavandas y reminiscencias
Epílogo
Agradecimientos y curiosidades + FP
EXTRA I: Un cobijo para males pasados

LXX: Un amor para toda la vida

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By SrtaGekko

Esa mañana, TaeHyung despertó confundido y con el ceño fruncido producto de aquellos misteriosos toques suaves y fríos que eran impactados en su rostro. Soltó un quejido. Removió un poco la cabeza e inhaló con la intención de estirarse, pero una presión ligera en su pecho se lo impidió. Le siguieron más toques y un ruido sin identificar.

Se sobresaltó apenas cuando otro golpe fue directo a su rostro, esta vez un poco más fuerte que los anteriores.

—HyoIn, no tan fuerte... —escuchó a una voz dulce susurrar, seguida de un balbuceo.

TaeHyung parpadeó unas cuantas veces hasta que pudo ver lo que había frente a sus ojos. Su hijo estaba sentado sobre su pecho, siendo sostenido por un JungKook de lo más sonriente. Su corazón se llenó de paz con tal solo verlos y, aún algo somnoliento, se las ingenió para sostener a su bebé y atraerlo para llenarle el rostro de tantos besos como fuera posible, ocasionándole carcajadas melosas.

—¿Y esta sorpresa? —inquirió TaeHyung con voz ronca de recién despertado. Se irguió en su lugar para sentarse con HyoIn en brazos.

JungKook se sentó a su lado y se inclinó para regalarle un beso dulce en los labios. Acarició la mejilla de su alfa, susurrándole muy de cerca:

—Feliz cumpleaños, amor mío.

TaeHyung, ceñudo y extrañado, miró a su esposo en lo que se estiraba.

—¿Cumpleaños?

JungKook asintió.

—Sí. —Asintió el omega—. Hoy ya es tu cumpleaños, debemos hacer algo.

TaeHyung sentó al bebé en su regazo.

—Sé que para algunas familias es tradición celebrar el aniversario de su nacimiento, sin embargo, yo jamás lo he hecho.

—En mi familia siempre lo celebramos, era algo sencillo, pero un buen día —describió JungKook mientras peinaba las hebras rubias de su hijo, quien le babeaba el dedo índice a TaeHyung.

El alfa sonrió hacia su esposo y le dio un pequeño beso en los labios. Su mano fue a parar al vientre de su esposo, el cual acarició tan pronto como pudo.

—No hace falta —aseguró TaeHyung.

—Yo creo que sí —insistió JungKook, sonriendo, y envolvió con su mano la del alfa que cubría su vientre—. Debemos celebrar la bendición que me dieron los Dioses al tenerte conmigo como mi esposo un año más.

—Nunca he hecho algo así... —admitió TaeHyung, entregándole al bebé.

—No te preocupes, yo me encargaré de todo —dijo un JungKook contento—. Tú solo disfruta de tu día. —Dejó un beso en la mejilla de su esposo—. ¿Te veo en la cena, amor mío?

TaeHyung no dudó en asentir con una sonrisa tenue. Le dio otro beso a su omega antes que este se levantara con HyoIn recostado en su pecho.

—Te dejo para que te alistes —agregó JungKook, obsequiándole una sonrisa dulce antes de darse la vuelta.

El alfa vio a sus dos razones de vida retirarse de la habitación.

TaeHyung se encontraba aburrido, sentado en la silla de su despacho. Esa falta de entusiasmo lo llevó a distraerse y comenzar a hacer origami con algunas cartas sin importancia. Su mente solo hallaba un rumbo en ese tipo de circunstancias, y ese rumbo no era nada más y nada menos que las dos personas que más amaba en este mundo: su esposo y su hijo.

Es por eso que la obra de arte completada que ahora observaba era algo que les recordaba a ellos:

Una chinchilla mediana y otra mucho más pequeña.

Se los regalaría apenas los viera.

Aun así, continuaba aburridísimo. Su mesa estaba llena de papeles, había varias cosas por hacer, pero el fastidio le estaba ganando. No tenía mucha motivación para nada.

Esa era una de las razones por las que no le gustaba celebrar su cumpleaños: como nunca tuvo uno, su niño interior estaba algo resentido porque siempre vio como los demás niños de su edad o incluso mayores recibían regalos y pasteles un día en especial cada año. Era una sensación extraña.

Estaba por suspirar cuando tocaron la puerta.

—Pase...

Un joven omega apareció en su campo de visión. Era un sirviente de la corte del rey consorte, de esos omegas que siempre atendían a su esposo. Por eso TaeHyung lo miró con tanta curiosidad entrar y reverenciar.

—Una carta de Su Majestad.

TaeHyung la tomó y asintió, sin mirarlo.

—Puedes retirarte.

Una vez estuvo solo, lo primero que hizo con ella fue olerla; el aroma de su esposo estaba muy presente en el sobre. La abrió y sacó su contenido con el debido cuidado. Al abrir la carta, se percató de pequeños dibujos encantadores decorando los bordes de la hoja en forma de flores y ornamentos que JungKook había hecho a mano con colores pasteles.

En medio estaba en la hermosa letra de su esposo, diciendo: «Lo espero en la cascada de los jardines, Majestad», junto a su nombre y una firma de lo más romántica.

TaeHyung sonrió de forma inevitable. Adoraba las cartas que le dedicaba su esposo. De hecho, todavía conservaba todas las cartas que le envió su esposo desde el Castillo del Este. Recordaba que, en ese entonces, eran una especie de placebo para su corazón porque el aroma a albaricoque y hierbabuena continuaba en ella incluso pasadas las semanas.

Se levantó felizmente mientras guardaba la carta de nuevo en su sobre y dejó dentro de una gaveta. Tomó sus dos origamis de chinchillas y se fue de camino a los jardines. Su caminar era entusiasmado por el simple hecho de que su esposo lo quería ahí y eso lo hacía feliz. Se adentró en el bosque en busca de aquella cascada oculta que era guardiana de tantísimos recuerdos. El sol entraba a través de las copas de los árboles y la brisa soplaba fresca sobre su rostro. La naturaleza y calma de ese lugar era pacífica, sin duda.

Al llegar al claro silvestre, vio a su esposo sentado sobre una manta en la tierra, acomodando algunos platos en ella. Cuando se dio cuenta de su presencia se levantó, sonriente.

—Esposo mío —saludó el rey consorte.

TaeHyung se acercó con una sonrisa.

—¿Qué es todo esto? —preguntó, sin despegarle la mirada a su marido.

—Quise compartir un almuerzo diferente contigo. Hoy es un día especial —contestó el omega con ojos grandes. Le tomó la mano a su esposo con la intención de llevarlo a sentarse junto a él en la manta, pero TaeHyung alzó su otra mano, donde reposaban dos figuras de origami—. ¿Y esto? —preguntó con curiosidad.

—Estaba completamente aburrido en mi despacho y les hice esto —explicó TaeHyung, observando con ojos atentos como su esposo las tomaba con una sonrisa—. Dos chinchillas.

JungKook rio, enternecido.

—Supongo que este soy yo y este es nuestro hijo —conjeturó JungKook.

TaeHyung asintió muy seguro de sí y JungKook exhaló una sonrisa enorme.

—Tenías tiempo sin hacer origami.

—Es cierto.

JungKook le dio un beso en los labios.

—Gracias.

Ahora sí, lo llevó de la mano y ambos se sentaron el uno junto al otro. TaeHyung quedó encantado con todo lo que había frente a sus ojos. Todo lo que le gustaba comer estaba ordenado en platos diferentes. Incluso la avena, que le hizo reír al recordar el momento en el que JungKook le dijo que odiaba la avena cuando apenas eran unos recién casados.

—Hice que prepararan todo lo que te gusta —expuso JungKook, dándole un mordisco a una galleta.

TaeHyung le sonrió.

—Gracias por esto, amor mío. —Tomó una ciruela y la llevó a su boca, escuchando la dulce respiración de su esposo.

—No hay pastel porque será para más tarde —aclaró el omega.

TaeHyung no resistió el morderse el labio por el amor y la ternura tan grande que sintió en ese momento. Era increíble porque hace unos momentos estaba decaído y se sentía extraño, pero ahora, con este simple gesto y la presencia de su esposo, se sentía contento y recargado de nuevo.

Acunó la mejilla de JungKook y ambos compartieron miradas amorosas. Se besaron por un instante y luego comenzaron a comer. El almuerzo fue alegre, entre uno que otro beso y caricia. Con el corazón más que satisfecho. Para cuando terminaron con sus platos, estaban muy cerca el uno del otro. Brindaron; JungKook con jugo y TaeHyung con vino. Compartieron más besos y se miraron a los ojos.

—Todos mis días tienen vida gracias a ti —le susurró TaeHyung, acariciándole la mejilla.

JungKook suspiró enamorado y lo besó, paseando sus manos por el pecho y los hombros de su alfa. TaeHyung sujetó la cintura del omega con firmeza y JungKook introdujo sus manos en el cuero cabelludo ajeno. Suspiraron, comenzando a sentirse acalorados. Ambos separaron sus labios entumecidos y húmedos y se vieron directo a los ojos. Sonrieron cómplices y se pusieron de pie, ya sabiendo dónde y cómo acabaría esto.

Dejaron las cosas ahí y se fueron de la mano al castillo. Después ordenarían que algún sirviente recogiera todo.

Fueron a la habitación en silencio, con sonrisas pícaras, y con las manos tomadas. A puerta cerrada, la cosa fue distinta.

TaeHyung tomó a JungKook de la cadera y sus labios se conectaron con fiereza y deseo. Encaminó a su esposo hacia la cama, mas quedaron de pie, degustándose. JungKook se deshizo de la camisa de su esposo y le tanteó fantasiosamente el pecho desnudo.

—No sabes lo mucho que disfruto besar tus labios —jadeó TaeHyung.

—¿Tanto como yo disfruto que me beses? —gimoteó JungKook.

TaeHyung sonrió seductoramente y volvió a darle un beso absorbente mientras desataba las cintas de la camisa de su marido lo suficiente como para dejar al descubierto la piel de sus hombros.

Llevaban semanas sin tener un encuentro de esa índole. Entre TaeHyung con sus asuntos y su pequeño hijo, no habían tenido tiempo de darse esa clase de amor.

—Te has puesto más hermoso —halagó TaeHyung, admirándolo de pies a cabeza. Las virtudes de su omega estaban mucho más marcadas después del embarazo y Dioses, era...

TaeHyung sujetó su rostro por un costado y le hizo ladear la cabeza para besarle húmedamente desde la mejilla hasta la marca en su cuello, siendo su esposo quien tenía las manos en su espalda. TaeHyung se ensañó con besos, lamidas y pequeñas succiones sin consecuencias que dejaban a JungKook jadeando por lo sensible que se había vuelto justo ahí.

—Deseo marcarte para toda la eternidad —expuso TaeHyung en un delirio caluroso que se escapó de su boca.

JungKook dejó de moverse y TaeHyung lo miró. Los ojos del omega brillaban cual gemas de amatista. JungKook acarició la mejilla de TaeHyung entre un suspiro.

—Hazlo —concedió en voz baja.

TaeHyung abrió sus ojos azorados, pero chispeantes.

—¿En serio?

JungKook suspiró con las emociones a flor de piel y le acunó el rostro con amor.

—Confío en ti con todo mi corazón y quiero estar contigo para siempre.

TaeHyung sonrió, tan enamorado.

—Soy tan afortunado de tenerte, amor mío.

Besó a JungKook con adoración, sacándole más de una sonrisa. Pronto, la camisa de JungKook ya no estuvo y las cintas del pantalón de TaeHyung fueron desatadas por las ajenas. El alfa posó sus manos en los glúteos bien formados de su esposo y los acarició con firmeza. JungKook jadeó y el devolvió el toque enloquecedor en la parte más íntima de TaeHyung sobre los pantalones. Los jadeos comenzaron a convertirse en algo más contundente, los besos húmedos y el movimiento de sus lenguas eran la muestra de su lujuria y deseo.

La presión en sus cuerpos era más enérgica porque sabían lo especial que era ese encuentro. El deseo era evidente en cada caricia cálida que se daban. Se amaban, se sentía bien en los brazos del otro. Los sentimientos eran tan celestiales que no había palabras para describirlos con exactitud, como siempre que estaban juntos. Así acabaron el acama, dándose un pedazo de sus corazones.

Todas las prendas desaparecieron después.

El color anaranjado del sol ingresaba desde las ventanas mientras jadeaban, se besaban y se tocaban con anhelo. Querían sentir todo del otro.

TaeHyung tomó su glúteo con fuerza y JungKook gimió, y, así mismo, envolvió la extensión de su esposo con su mano. Un movimiento fue suficiente para desatar la desesperación de TaeHyung y JungKook fue empujado en la cama hasta quedar con el estómago sobre el colchón. La anatomía del alfa subió sobre él.

Sus aromas estaban intensos y la habitación ya no era un lugar silencioso donde dormir. Ahora había jadeos, gemidos y respiraciones fuertes.

Desde arriba, TaeHyung se apoyó en el colchón y cubrió el cuerpo de su esposo con el propio para besarle húmedamente desde la nuca hasta el comienzo de sus glúteos mientras delineaba cada fibra de su figura.

Entonces, fue el momento de consumar el acto.

TaeHyung empujó en JungKook sin necesidad de más preparación de la que ya le había hecho antes. Ingresó sin detenerse, pero sin brusquedad. JungKook gimió sin restricción hasta que la pelvis de su esposo chocó con él.

Entre jadeos y la respiración desestabilizada, JungKook se movió en busca de más. TaeHyung posó sus manos sobre las del omega que se afincaban en la cama y las entrelazó. Comenzó a moverse.

JungKook se estremeció porque TaeHyung se movió de forma tranquila las primeras veces para ambos acostumbrarse, pero después fue en aumento en cada una de ellas. Más y más y, Dioses, JungKook no estaba seguro si eran sus hormonas por el embarazo o algo más, pero se sensación era maravillosa. Rodó los ojos.

TaeHyung no estaba en una situación muy diferente. Acariciaba el trayecto desde el muslo, la cadera la cintura y el glúteo de su esposo. Sudaban, se disfrutaban y se movían juntos como a ellos les gustaba. TaeHyung volvió a acercar sus labios a la nuca de su esposo y de ahí fue hacia la marca, donde dejó más besos.

La posición comenzó a cansar a TaeHyung, por lo que se acostó de lado junto a JungKook y lo tomó de la cadera para que hiciera lo mismo. Apegó su pecho contra la espalda de su esposo, mientras que su otro brazo pasaba por debajo de la cabeza de su esposo, y volvió a ingresar. Levantó el muslo de su esposo y retomó el movimiento.

JungKook gemía sin consuelo, sosteniéndose fuerte de la sábana y entrelazando su mano con la de su esposo. También se movía para recibir las embestidas con más entusiasmo. TaeHyung tenía su boca en el hombro ajeno, exhalándole de su aliento y besándolo desordenadamente.

Las ansias de llegar al clímax, ese que habían experimentado numerosas veces, era desesperante.

TaeHyung se acercó al oído de JungKook y susurró con voz ronca:

—Te amo tanto. —Escuchó a JungKook gemir, demasiado sobrepasado como para contestarle—. Me vuelves loco.

JungKook gimió y jadeó, buscando la forma de contestarle, pero no podía modular. Solo moverse, mucho. TaeHyung aumentó significativamente los movimientos y, como estaba previsto por sus cuerpos, no dudaron demasiado. A los pocos minutos ya estaban dejándose ir, JungKook sobre su abdomen y la sábana, y TaeHyung en JungKook.

Justo en ese instante, TaeHyung clavó los dientes sobre la cicatriz en su cuello.

JungKook se quedó sin aire en medio de un jadeo. Se sostuvo con fuerza de lo primero que pudo: las sábanas y TaeHyung. Todo su cuerpo se congeló en una sensación inexplicablemente sobrecogedora e intensa. Era un dolor horripilante extendiéndose por todo su cuello producto de esos dientes encajándose profundamente en su piel. Pero, por otro lado, una corriente que no supo identificar lo recorrió de pies a cabezas, entremezclándose con la plena satisfacción del orgasmo.

Llegó a un punto en el que, incluso, no sabía qué tan consciente estaba porque su mente parecía haberse desprendido de su cuerpo. Todo él estaba desfallecido y más extasiado que nunca.

Pero pudo sentir como TaeHyung lo abrazaba mientras él respiraba lento.

Entonces, sintió algo más. Algo extraño. Algo que no venía exactamente de él, pero a la vez sí. Una euforia, algo especial. Y no sabía como lo supo, pero lo supo: era lo que estaba sintiendo su esposo.

Podía sentir la respiración de su esposo, pero esta vez era distinto. La sentía realmente. En él, como si ambos fueran uno. Como si ambos compartieran la misma respiración.

Volteó a ver a TaeHyung, aturdido por todas las emociones nuevas. El alfa lo miraba con ojos de amor absoluto.

—¿Puedes sentir mi amor ahora? —inquirió TaeHyung, en las mismas condiciones que él.

JungKook sonrió con el rostro cansado y las hebras sudadas. Su sonrisa fue impecable.

—Sí, sí lo siento.

Sonrieron, enamorados, y JungKook se giró para que pudieran abrazarse completamente. Escucharon sus respiraciones durante minutos, horas, quizá.

También lo hicieron con el latir de sus corazones.

Ahora, sincronizados.

Los reyes y el joven príncipe iban de camino al comedor del castillo a pocas horas de que cayera la noche. Sus manos estaban tomadas y HyoIn permanecía cómodo en los brazos de TaeHyung. Los tres estaban usando atuendos que combinaban entre sí, elegantes como solo miembros de la realeza podrían serlo, pero no con algo demasiado elaborado porque la comodidad era la prioridad.

HyoIn balbuceaba con constancia, mirando a todos lados en busca de una buena conversación. Sus padres le seguían el ritmo y lo miraban con el más puro de los amores. Se le notaba muchísimo más contento e inquieto, a veces JungKook pensaba que se caería pero no sucedía por obra de TaeHyung. Quizá era producto de su lazo porque HyoIn, al ser hijo de ambos, compartían un lazo de padres y cachorro que los conectaba de maneras desconocidas. Y, ahora que la marca estaba hecha, ese lazo con su bebé parecía haberse fortalecido porque ambos podía jurar que estaba tan eufórico como ellos.

JungKook lucía la marca recién hecha en su cuello con orgullo y proeza. Tenía el aroma de su esposo encima y una tranquilidad en el pecho. TaeHyung se encontraba así o quizá más satisfecho y contento. En definitiva, este era uno de los mejores días que había tenido en mucho tiempo.

Cuando llegaron a su destino, JungKook mismo fue quien abrió la puerta para ambos. Ambos ingresaron y TaeHyung observó que en interior se encontraban todas sus personas allegadas: su hermano, su primo, sus amigos... Incluso NamJoon, con quien SeokJin se había propuesto convivir solo por su primo. Ellos hablaban hasta que los divisaron.

—Feliz cumpleaños, primo —dijo SeokJin, levantándose de la silla para ir a él.

TaeHyung le entregó el bebé a su esposo y recibió con una sonrisa de labios cerrados aquel cálido, afectuoso y duradero abrazo que su primo le obsequió. Se separaron y SeokJin fue a abrazar a JungKook y saludar el bebé.

—Gracias —agradeció TaeHyung genuinamente hacia todos los que estaban en la mesa.

Todos asintieron como signo de aprecio. Ninguno de ellos era muy expresivo, mucho menos en fechas así.

SeokJin fue el primero en darse cuenta de la marca que reposaba en el cuello de JungKook. Su cara fue de sorpresa y no tardó en felicitar a su amigo omega con otro abrazo. JungKook no hallaba la forma de dejar de sonreír.

Poco después, todos fueron a sentarse. JungKook y TaeHyung permanecieron el uno al lado del otro con HyoIn en brazos de JungKook, pero cerca de TaeHyung para que no sintiera ni un poco de su ausencia.

TaeHyung observó a su hermano, quien le sonrió con algo de incomodidad. JiMin no lo felicitaría, pero no por malas intenciones, sino que ellos jamás celebraban absolutamente nada. Sin embargo, para ellos era suficiente muestra de apoyo que JiMin estuviera presente. Con el paso del tiempo aprendieron a darse ese tipo de afecto silencioso y a demostrarse cariño y respeto de la misma manera. Quizá nunca podrían tener una relación tan efusiva como otros hermanos, pero su relación había mejorado sin duda.

—Gracias por venir —agradeció JungKook hacia todos. Miró a su esposo con una sonrisa—. No tenemos que siempre pasar el tiempo solos, ¿no crees?

—Tienes razón. —TaeHyung tomó la mano de su omega.

JungKook desvió la mirada hacia la puerta de la servidumbre y sonrió.

—Ahí viene el pastel —anunció después.

TaeHyung vio como los sirvientes ingresaban con un pastel de ciruelas, su favorito. JungKook le acariciaba el brazo y todos tenían una sonrisa en los labios porque el aura de ese día era de bienestar y prosperidad. El pastel fue colocado frente al rey y este no pudo evitar mirar a su esposo porque realmente no sabía que debía hacer a continuación. Eso ocasionó que JungKook le sonriera con adoración.

—Debes pedir un deseo —le indicó con dulzura.

A TaeHyung le pareció ciertamente algo extraño. ¿Por qué debía pedirle un deseo a un pastel? Nunca se hubiera imaginado algo así. De todas formas, no cuestionó a su esposo y pensó en un buen deseo. Uno que viniera directo de su corazón.

No se sorprendió cuando este no tardó en escribirse en su mente:

Permanecer junto a su familia por el resto de la vida.

Miró a todos, que observaban contentos, y luego miró a su amado esposo, quien le sonreía reluciente.

—Feliz cumpleaños, amor mío.




Nota:

¡FELIZ JUEVES TAEKOOK!

Un capítulo feliz antes de continuar con el resto de la trama <3 Tengan feliz noche y sueñen bonito cuando se vayan a dormir. Besotes en sus nalgas, como siempre.

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