𝗞𝗜𝗦𝗦𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗥𝗘𝗚𝗥�...

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Emiliano "Dibu" Martínez se emociona un poco mucho al ganar la copa del mundo y le planta el beso del año a L... More

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Después de aquella noche, entre besos y besos, Lionel había dejado a Emiliano detrás. Salió de los vestuarios para encontrarse con su familia y pasar la noche con ella.

El Dibu, aún en el banco en el que había sucedido todo, estiraba sus piernas mientras suspiraba, sin poder creer la situación en la que se encontraba. Y ahora, cuando el silencio reinaba nuevamente, es cuando podría arrepentirse de estos últimos días y sus acontecimientos. Sus palabras, pero más que nada sus acciones.

El tono del celular lo sacó de su trance, su esposa lo llamaba. Era hora de volver a la realidad.












¡Dale campeón, dale campeón! ─los gritos de toda la gente lo ensordecían, pero al mismo tiempo le generaba felicidad. Saber que causaban todo aquello en la gente. Que él podría causar eso, ni siquiera en sus sueños.

¡Haceme tuya, Dibu! ─escuchaba las suplicas desesperadas de unas cuantas mujeres que no dejaban de llorar mientras lo veían. Él reía.

─Tu mujer las debe querer matar ─le comentó Enzo, risueño.

─Nah, Mandi está re feliz por mí. ─se sintió un poco culpable diciéndolo, recordando lo que le había hecho las últimas noches.

─Qué suerte loco ─comentó el de tatuajes, acercándose más para hablarle más por lo bajo─, la de Juli por poco se agarra a las piñas con unas minas.

─¿Posta?

─Te lo juro. Lo vi yo mismo ─afirmaba Enzo ─Decí que nadie estaba grabando ni nada porque sino la re quemaban.

─Que orto, boludo. Pobre Juli.

A todo esto, Messi estaba en una burbuja de felicidad. Cantando, sonriendo, riendo, siendo el hombre más feliz del país. De todas formas, la burbuja se vio interrumpida durante unos segundos, cuando su mirada se cruzó con un Emiliano demasiado cerca de Enzo para su gusto. Nunca en todo el año y medio que había pasado con Martínez se había puesto incómodo viéndolo con alguien más. Con la misma cercanía que había implementado con el mismo Messi tan solo unas horas atrás.

Decidió ignorarlo. No era el punto importante en aquella tarde. Lo que no tuviera que ver con la copa del mundo, debía quedar en un segundo plano. Por lo menos el resto de la semana. No quería lidiar con nuevos problemas.

El día transcurrió entre festejos interminables, alcohol por doquier y gente que no dejaba de aparecer, al punto en el que tuvieron que volver en helicóptero al predio. Martínez nunca la había pasado tan bien en su vida. Toda la gente lo amaba. Y tampoco cree haber tomado tanto alcohol como ese día, a excepción de cuando cumplió los dieciocho.
Además, el pasarse toda la siesta-tarde bajo el sol le provocó unas grandes quemaduras en su piel. Estaba todo ardido, y no era el único.

Entre risas y cánticos, el festejo había cesado. La borrachera se desvanecía lentamente.

Se aproximaban las fiestas, y cada uno debería volver a casa con sus respectivas familias. Y luego a su vida normal fuera del país. Emiliano extrañaría todos los momentos que compartió con el plantel. Ahora eran como sus hermanos. Bueno, a excepción de uno, a quien probablemente ya no podría ver como un amigo más.

No quería que terminara, pero así había sido. Tuvieron una gran cena en el predio para despedirse. Al siguiente día partiría hacia Mar del Plata, mientras que Lionel volvería a Rosario.

Se sentaron en una gran mesa larga, aún bebiendo y contando anécdotas. El Dibu solo podía pensar en cuánto amaba a esos muchachos, y lo feliz que le ponía haber compartido uno de los logros más importantes en su carrera con ellos.

La noche llegó. La mayoria de jugadores se había dispersado por el lugar; algunos ya hasta habían partido hacia sus provincias. Emiliano pasó un tiempo con su familia y en cierto punto terminó bajo las estrellas completamente solo, sentado al lado de unos bebederos. Lo único que lo acompañaba era la melodía que cantaban los grillos, que era un tanto molesta pero que en tiempos como este, lo hacían sentir en absoluta tranquilidad. Justo como en casa.

─Me da miedo que andes solo por ahí ─la voz tan reconocida de su capitán lo tomó de imprevisto, al igual que la mano en su hombro, haciéndolo saltar en su lugar.

─La puta que te parió ─suspiró, saliendo de su estado de alerta, empujando con su hombro a la mano de Messi ─No hagás eso, por Dios.

Messi soltó una risa encantadora, que hacía un buen trasfondo con el canto de los grillos. Emiliano elevó su cabeza para mirarlo. El otro no tardó en darse cuenta de los ojos ajenos clavándose en él, sin embargo no le devolvió el contacto.

─¿Tanto te gusta estar solo?

Hubo un silencio. Pero no incómodo, más bien pensativo. Messi no tenía apuro sobre la respuesta tampoco.

─Qué sé yo ─sentenció el menor─. Me canso un toque de la gente. ─admitió.

Sintió como el peso de Lionel caía a su lado, ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Aunque sus brazos casi desnudos se rozaban.

─Sí, a mí también me pasaba ─no obtuvo repuesta. Se quedaron así, haciéndose compañía durante un par de minutos, mirando el alrededor e incluso el cielo. La luz de la luna era intensa, más aún considerando que los reflectores cercanos no se encontraban encendidos. Messi sintió la necesidad de interrumpir la calma del ambiente. ─Eh... No te molesta que esté acá, ¿no?

─¿Qué decis? Obvio que no ─Emiliano le respondió a la velocidad de la luz, para que no cabiera duda. Lo último que le podría molestar es la presencia de Lionel.

─Ah, 'ta bien. ─se cruzo de brazos por sobre sus rodillas y se apoyó en ellas, mirando a Emiliano. ─Como siempre te engancho así, en tus momentos.

─¿Mis momentos? ─dijo el menor, dejando salir una pequeña risa.

─Claro. Que estás como filosófico ─intentó explicar ─. O no sé. Justo te agarro cuando estás solo y te pinta lo sensible ─hizo una pausa. ─. Por ahí te molestaba, como medio hinchapelotas que no te dejara estar solo.

─Pf, cualquiera, Leo. ─negó con la cabeza. ─Ni me gusta tanto estar solo. Y ya te dije lo que me aliviás, estando cerca mío.

─¿Cómo? ─Messi rió nervioso, no esperaba aquella confesión.

─Que no habría podido salir adelante sin vos. Y que todo lo que he hecho es por vos. ─Emiliano habló impulsivamente, pero ya era tarde para retractarse cuando Messi lo miraba anonadado. ─Bah, o sea, no. También por mí, mi familia, etcétera. Quise decir que sos una de mis inspiraciones.

─Mira vos...

─Y si ya sabías, boludo. Me hiciste decirlo y quedé como un maricón ─se quejó, escondiendo su cara en una de sus manos.

Lionel parecía estar bastante feliz, porque la sonrisa no se le borraba de la cara. Y no podía evitar reír ante cada actitud enternecedora del más alto.
Emiliano fingió estar enojado, mientras rechazaba cada intentó de acercamiento del mayor, quien no paraba de reírse.

─Bueno, me voy, bobo. ─le dijo finalmente Lionel, parándose.

Emiliano asomó su cabeza, la cual estaba escondida entre sus piernas, solo para encontrarse con la delicada mano del capitán revolviendo los cortos cabellos de su cabeza, acariciándola posteriormente. Su mano no tardó en bajar hasta la mejilla del menor.

Los ojos de Emiliano se iluminaban, mientras los encuentros que habían tenido anteriormente pasaban como escenas de película en su mente. Nada va a pasar, se repitió, acordándose de la charla que tuvo con Messi en el vestuario, donde habían acordado que todo encuentro de esa índole entre ellos, había sido un grave error. Y que no se repetiría, por supuesto. Acá entraba en juego su autocontrol. Uno no puede evitar escuchar lo que dicta el corazón. Sin embargo, puede evitar actuar en base a eso.

Parecía que Lionel se lo ponía difícil a propósito.

─Volvé rápido que tu mujer te estaba buscando. ─su corazón se estrelló contra el suelo al oír esas palabras, y al dejar de sentir el tacto de aquella suave mano sobre su mejilla.
Messi dio la vuelta y no miró hacia atrás. Emiliano no pudo dejar de observar su figura, la cual se iba distanciando a medida que pasaban los segundos.

Le había dolido, sorprenderse a sí mismo esperando mucho más que una simple caricia.

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