Before we fall; n.h.

By galesbrenhines

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Lo nuestro no fue amor a primera vista, jamas hubiera imaginado en que nos convertiriamos. Precuela de I cou... More

Prรณlogo
Cast
Nice to meet ya
On my own
Everywhere
Dancing in the moonlight
Small talk
San francisco
New angel
Cross your mind
No judgement
On the loose
I could fall in love
So long
Seeing blind
Heartbreak weather
Dress
Fire away
The tide
Dear patience
You and me
Slow hands
Champange lovers

Put a little love on me

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By galesbrenhines

" We laughed and we cried until we saw our worst."

Abril del 2018

Oliver, Oliver, Oliver, solo recordar su nombre me da dolor de cabeza y saber que mi novia está en el mismo lugar que él hace que el coraje aumente, revise el celular, esperando su mensaje donde me dijera que fuera a buscarla y solté un suspiro al de nuevo no tener nada.

Me moví en el sofá, no podía prestar atención al partido de golf que se emitía y di otro largo sorbo a la cerveza en mi mano, tire mi cabeza hacia atrás y deje que un pesado suspiro saliera de mis labios.

Habíamos tenido una pequeña discusión en el auto, me era imposible no sentir celos ni molestarme y después de que lo aclaramos agradecí que Amelia hubiera estado en el mejor humor posible y en vez de pelear razonó conmigo.

Sonreí cuando la pantalla de mi celular se iluminó y era un mensaje suyo avisando que ya podía ir, apague el televisor y deje la botella en la mesa antes de levantarme y tomar lo necesario para salir.

Subí al auto, me asegure de dejar en el asiento trasero algunas cosas que me había pedido y acelere en dirección a la ubicación de la casa de donde se habían reunido.

Veinte minutos después había llegado y sus compañeras y Oliver se encontraban en la puerta seguramente despidiéndose, mi sangre hirvió cuando él dejo un beso en su mejilla y le toco el brazo.

Amelia camino hacia mí con su sonrisa y me fue inevitable devolvérsela mientras mi cabeza me gritaba lo bonita que se veía.

—Hola —tome de su cintura con posesividad mientras unía nuestros labios en un beso sin responderle, lleve una de mis manos a su espalda baja y presione nuestros cuerpos mientras que mi otra mano fue a su nuca e intensifique el beso, ahogo un gemido y sabía que iba a matarme, pero no me importaba, mire a Oliver que nos observaba a algunos metros y agradecí que el resto de sus amigas ya estaba caminando hacia la esquina.

Sus manos tocaron mis brazos en una sutil señal y me separe dándole una amplia sonrisa mientras se recomponía.

—Vamos, no quiero que se nos haga tarde —dejo un suave beso sobre mis labios y le abrí la puerta del copiloto.

Rodee el auto y le rogué a Dios que me dejara salir vivo de lo que me esperaba dentro del carro.

—¿Qué fue eso? —estaba doblando la esquina y pensé que iba a salir librado cuando empezó.

—¿Qué? —la mire de reojo, tenía los brazos cruzados sobre su pecho y me miraba con el ceño fruncido.

—Niall...

—Te quería besar, eres mi novia y te extrañé —me removí en el asiento y agradecí que debía tener la mirada al frente.

Hubo unos segundos de silencio, pero sentía su mirada matándome y sabía que esperaba que siguiera hablando.

—Eres mi novia ¿de acuerdo? —hice énfasis en el mi—. Y estoy celoso, solo quería... ya sabes, dejar en claro que estamos juntos.

Fruncí el ceño, con la sensación extraña de aquel sentimiento que nunca había surgido en mí.

—Los celos son nuevos para mí, nunca tuve la necesidad y no sé manejarlos, lo siento —me sincere—. Pero tengo este sentimiento de querer mostrarle al mundo lo que somos y más si se trata de hombres que quieren salir contigo.

Me detuve en un semáforo y la miré, una pequeña sonrisa se formó en mis labios al notar que mis palabras le gustaban tanto como le molestaban.

—Vamos mi amor, no te enojes conmigo —me incline hacia ella deseando besarla y se hizo hacia atrás—. No lo vuelvo a hacer, al menos que me lo pidas.

Sus mejillas se tornaron de un intenso rojo y dejo un rápido beso en mis labios al tiempo en que el semáforo cambiaba a verde.

—Solo conduce —se acomodó en el asiento e hice lo mismo y me mantuve siguiendo las direcciones que ella me daba.

Cuando llegamos a la tienda tome su mano y agradecí que entrelazara nuestros dedos. Un mundo de vestidos se hizo presente, colores, telas y brillos. Venimos a recoger su vestido de graduación, a pesar de que era en dos semanas tenía que asegurarse que no necesitara más arreglos.

Tome asiento en un sofá color marfil en un extremo del lugar, tome su bolso y espere pacientemente a que ella se lo probara, hace un mes había venido a buscarlo junto a Julia, su mejor amiga y a pesar de que moría de curiosidad por verlo tuve que conformarme con que me dijera el color para buscar un traje a juego.

Mire con atención el lugar, sabía que era una de las mejores tiendas para conseguir vestidos de este tipo y no dude en dárselo como parte de su regalo de graduación, me costó cerca de una hora que entendiera que el dinero no importaba, incluso si quería el vestido más caro de la tienda se lo daría.

Tome la copa que me ofrecieron al tiempo en que recordaba la satisfacción cuando Tara me dijo que el vestido costaba algunos miles de libras y los tacones la mitad del vestido porque también me había asegurado de que le mostraran los más caros y que no le dijeran el precio.

Media hora después salía con brillo en sus ojos que hizo mi corazón latir con fuerza y una sonrisa que intentaba ocultar mientras un muchacho venía detrás de ella con una gran bolsa que contenía el vestido y otra con los zapatos.

—¿Te gusto? —dejé que el chico acomodara el vestido en los asientos de atrás del auto mientras ella envolvía sus brazos alrededor de mi cuello.

—Me queda como un guante —sonreí.

—No puedo esperar a verlo —la voz del chico nos hizo separarnos.

Amelia escucho con atención las indicaciones que le daba, le dimos las gracias y abrí la puerta del auto para ella.

—Mi traje está listo, iremos por el —una sonrisa se formó en sus labios, por alguna razón ella había pensado que terminaría buscando algo a última hora, lo había visto en sus ojos cuando una noche mientras hablábamos por videollamada le había dicho que no se preocupara.

Tara había conseguido una muestra de la tela de su vestido para buscar un color similar, teníamos que combinar.

Tenía a alguien de confianza que se encargaba de mis trajes y su boutique quedaba a algunas calles, ambos bajamos y mientras ella miraba con atención el lugar me acerque a la asistente que ya me esperaba con mi traje dentro de una funda y con una gran sonrisa.

Tome todo y camine hasta Amelia que se encontraba en la mirada clavada en su celular, me miro hasta que estuve frente a ella y levante una ceja.

—¿Listo? —asentí, mirando como apagaba el celular y lo guardaba en su bolsillo.

Abrió la puerta, hicimos lugar en el auto y después de algunos minutos intentando acomodar todo lo logramos.

Teníamos planes, iríamos a un restaurante que había visto y tenía muchas ganas de ir, por alguna razón Amelia tenía algo con buscar restaurantes de comida mexicana con desespero y aun mantenía la esperanza de encontrar algo suficientemente bueno según ella.

El lugar estaba relativamente lejos de donde estábamos, entre veinte y treinta minutos y llevábamos diez, su mirada había estado fija en su celular donde tecleaba mientras hablaba conmigo.

—Amelia —hable después de un minuto de silencio.

—Dime —me miro de reojo y conté hasta tres, sintiéndome idiota por molestarme por algo así.

—Ponme atención —pedí, de la manera más suave posible, pero fue imposible que un tono de recelo no se filtrara.

—Lo siento mi amor, arreglaba unos detalles de la fiesta, es todo —dejo el celular en su regazo, se reclino en el asiento y pude sentir su mirada sobre mí.

Lo entendía, iríamos a su fiesta de graduación y seguramente todo era un caos, pero la idea de que en la única semana que tenía libre ella no pusiera su total atención en mi me molestaba y si, estaba siendo egoísta.

Llevo una de sus manos a mi muslo y se inclinó a dejar un beso sobre mi mejilla, le di una pequeña sonrisa.

—Deja que ellos se encarguen, ignóralos —sabía que notaría el brillo de malicia en mis ojos, pero a pesar de eso negó.

—Aunque quisiera, debo confirmar cosas —suspiro.

—¿Has tomado una decisión? —apenas y hablábamos del tema, Amelia era un poco del tipo que dejaba que el tiempo pasara y la situación se acercara para tomar una decisión cuando era confuso.

—Si —hubo un corto silencio—. Quiero ir contigo de gira y quiero quedarme aquí, siempre supe que deseaba salir de mi país, no sabía a donde pero no quería quedarme ahí —una sonrisa se dibujó en mi rostro—. Me ofrecieron un contrato en el hospital donde estoy en caso de que quisiera quedarme, dije que sí.

—¿Enserio? ¿cuándo?

—La semana pasada —su sonrisa me hizo sentir aún más contento, ella realmente quería quedarse.

—¿Tus papás lo saben? —asintió—. Van a matarme y aun no nos conocemos.

[...]

Estoy a dos días de irme y esta semana puede que no pasara como me hubiera gustado, la mire con atención, descansaba a mi lado y la paz que me hacía sentir mientras ella dormía era nuevo.

Había estado ocupada entre el hospital, la universidad, su graduación y el viaje que haríamos en poco más de dos semanas y yo esperaba a que ella hiciera tiempo para estar conmigo por las tardes. Acomodé un mechón de su cabello que caía sobre su rostro y me incliné a dejar un beso sobre su mejilla, sintiendo un nudo de emociones por el egoísmo que me hacía sentir.

Algo se removió dentro de mi ante la idea de conocer a su familia, me asustaba la situación, sus hermanos, su madre y principalmente su papá.

—Niall, duerme —murmuró y se acurrucó contra mi cuerpo.

—No tengo sueño —admití y rodeé su cuerpo con un brazo, soltó un suspiro antes de moverse y apoyar su mentón en mi pecho, sentí mi corazón latir con fuerza ante la manera en que me miraba.

—¿Qué es lo que te quita el sueño? —sonrió y me incline en busca de un beso.

—Tu —la besé y no tarde en buscar su cintura para acomodarla sobre mí.

—¿Yo? —asentí, se sentó sobre mi abdomen y le di una rápida mirada a la hora.

01:25 a.m.

—Duerme, no te preocupes por mí.

—Te siento moverte —sus manos fueron a mi cabello y me debatí entre lo que quería decirle y lo que debería.

[...]

Tenía mucho sin tomar de esta forma, antes de que nos hiciéramos novios, el ardor del licor recorrió mi garganta y la cara de Deo tenía una expresión que no podía descifrar mientras daba un sorbo a su vaso, estaba casi seguro de que llevaba media hora tomándolo.

—Deberías ir a casa, Amelia te espera —quiso volver a sacar el tema, pero el alcohol ya no me dejaba razonar.

—No quiero ir a casa —pedí otro trago y el chico relleno mi vaso.

—Mañana por la tarde tomas un vuelo, ve a pasar tu última noche en dos semanas con ella.

—Ella no está en casa —sisee y mire la hora, faltaban diez minutos para las nueve de la noche.

—Niall —suspiro y si algo me hacia el alcohol era que mi tolerancia a las situaciones bajaba a cero y me irritaba demasiado fácil.

—Me voy —me levante, le extendí mi tarjeta al chico de la barra y espere a que cobrara toda la cuenta.

Deo no dijo ni una palabra, se limitó a asentir, estaba borracho pero lo suficientemente consistente como para tomar un taxi, sabía que iba a emborracharme y deje el auto en casa.

La última semana paso tan rápido por mi cabeza que dolió, nada cambió en estos días y me molestaba más de lo que debería, estaba muy cansada, aunque salimos un par de noches, llegaba a hacer tareas y en varias ocasiones me fui a la cama sin ella, se había disculpado un par de veces y me jodia que ella admitiera que no había estado conmigo como le gustaría.

Luego estaba Oliver, pasaba más tiempo con él que conmigo, en la universidad, en el hospital, la acompañaba a la librería, la cafetería, Oliver estaba más presente que yo en su día.

Veinte minutos después estaba en el elevador, mi corazón latía con fuerza junto al coraje.

Sentí alivio cuando noté las luces encendidas, pero eso no redujo mi enojo. Camine hasta la cocina de donde provenía el olor a comida, estaba detrás de la barra, movía algo en un sartén y sus ojos chocaron con los míos.

—Te mande un par de mensajes dónde estabas? —apago la estufa y se acercó a mi—. Hice la cena, te estaba esperando.

—No tengo hambre —vi su expresión confundida y me di la vuelta deseando no explotar.

—¿Qué pasa? —tomo mi brazo, me voltee y frunció su ceño—. ¿Estas borracho?

—¿Importa? —su expresión se endureció por un momento y las ganas de que peleara conmigo crecieron dentro de mi

Perdí la noción de lo que nos decíamos, pero en lo que se sintió como un abrir y cerrar de ojos estábamos discutiendo, había agotado su paciencia y lo notaba en sus ojos, en su expresión.

—Me voy —murmuró después de que soltara un comentario referente a que debíamos terminar.

—¿Te vas? —lo que dijo cayó como un balde de agua fría, el alcohol salió de mi sistema y asintió.

Todo daba vueltas, repasé lo que acababa de pasar, la busque, pero había dado media vuelta y caminado a la habitación, fui detrás de ella.
La puerta esta entreabierta y mi corazón dio un vuelco mientras la veía metiendo cosas en una pequeña maleta, no podía dejarla ir, no quería, el escozor detrás de mis ojos se hizo más fuerte y di un paso atrás.

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