Me termino de vestir (multimedia) y cojo mi bolso de siempre negro, mi abrigo y por último, conecto la alarma como siempre.
Cierro con llave y me subo al coche de Paddy.
En los asientos de atrás están Erika y Bea comentando una foto en Instagram. Paddy al volante y yo de copiloto.
Han venido a recogerme a mi casa para irnos todas juntas al partido del Atleti de hoy.
Me pongo el cinturón.
—¡Buenas noches súper nenas!— las saludo y ellas me devuelven el saludo.
—¿Qué tal todo guapa?— me pregunta Erika y yo me giro para mirarla.
—Muy bien, ayer tuve una entrevista increíble.— ella me mira pícara.
—Ya la hemos visto.— dice Bea con un tono pícaro también y yo me río.
—Paddy mi amor, ¿sabes arrancar?— le digo con diversión y ella me mira fulminante.
—Ya voy.., estaba respondiéndole a Marcs.— nos dice y yo levanto las cejas.
—Ya sabemos que estás enamorada y todo el rollo, pero vamos a llegar tarde.— se burla Erika y las demás nos reímos.
—A parte las burlas sobre la relación de Pad, ¿vosotras querríais venir a mi prueba de vestido de novia?— les pregunto y ellas gritan enseguida.
—¡Pues claro que sí! La duda ofende perra.— responde Paddy, mientras insulta a un calvo que casi no la deja pasar. Las demás nos reímos por la situación.
El viaje en coche se hace muy divertido con las chicas, no sé qué haría sin ellas. Ponemos música, Bea se pone a comer, Erika habla en francés con Antoine y mientras Paddy y yo hablamos de cotilleos.
Cuando llegamos al estadio del Arenteiro, dejamos el coche y nos bajamos las 4 a la vez.
—Pero que pibones sois — las alago al ver como van vestidas.
—Tú igual perra, Pablito no te va a poder quitar el ojo de encima.— responde Pad riéndose y yo le pego en el brazo.
—Dejaros de bromas, Pablo y yo no somos nada.— les recuerdo y ellas me miran sorprendidas.
Entramos al estadio, y nos ponemos en la zona que nos han asignado. Cuando llegamos algunos fans nos piden fotos y nosotras encantadas nos las hacemos con ellos.
Una niña pequeña me pide que le firme una foto mía y yo me agacho para firmarsela. Me encanta ver como se va feliz con su madre, esta última me da las gracias.
Voy junto con las chicas y estas me dicen que el partido está empezando.
Todo iba normal, hasta que en el minuto 76, Pablo Barrios mete el segundo tanto del partido para el Atleti.
Yo celebro contenta junto con las chicas pero lo que no me esperaba era que Pablo mirase hacia donde estaba yo y que cuando conectásemos miradas se besase la muñeca derecha.
Siento como toda la tensión se me baja de golpe, y como la gente se empieza a girar hacia mí.
Yo simplemente le sonrío a Pablo y él me guiña un ojo.
Las chicas gritan de emoción al ver que me lo ha dedicado y yo no puedo siquiera reaccionar.
—¡Tíaaa! ¡Te lo ha dedicado enfrente de todos!— grita Paddy contenta.
—Ahora ya entiendo la pregunta— dice Bea.
El resto del partido pasa bajo los cuchicheos de la gente y las historias que se montan mis amigas.
Pero de pronto, cuando el partido se ha terminado y ya pienso que todo ha llegado a su fin, Koke me llama por teléfono.
Lo atiendo.
—¿Qué pasa Koke?— le pregunto preocupada.
—¡Irene por favor ven corriendo al vestuario!— me responde alterado y yo me asusto más.
Las chicas me miran atentas.
—Enseguida voy— le digo rápidamente y me giro hacia mis amigas.
—Chicas Koke me ha dicho que tengo que ir urgentemente al vestuario, ¿venís?— les pregunto y ellas no tardan en levantarse y seguirme.
Voy corriendo lo más rápido que puedo y cuando estamos en la puerta de vestuarios se escuchan gritos. Me temo lo peor.
Bea abre de una patada la puerta y las demás nos sorprendemos. Se nota que hace karate.
—¡Espabilar!— grita ella y nosotras volvemos a correr.
Cuando llegamos estaban João y Pablo discutiendo a gritos mientras los compañeros intentaban separarles.
Cuando voy a separarlos, João le pega un puñetazo a Pablo y yo ahogo un grito entre mis manos.
Camino enfadada hasta João y le empujo bajo las atentas miradas del resto.
—¡¿Pero estás loco o qué?!— le grito cabreada.
—¿Yo estoy loco? Es él quien se ha metido entre nosotros— me responde.
Yo lo miro incrédula.
—¡João, ahora sí que no hay ningún nosotros!— sentencio la conversación y me giro para agacharme frente a Pablo.
Estaba en el suelo tirado.
Le tiendo la mano para que se levante y él a duras penas lo hace.
—Toma ponte esto, te va a venir bien.— le tiendo una bolsa con hielo y él me sonríe para porsela en la ceja.
—João, ¿se puede saber por qué le pegas? Es que no entiendo que culpa tiene Pablo.
—¿¡Por qué le defiendes!?— me responde gritando.
—¡Porqué me da la gana, ¿entiendes?!— le digo ya harta de todo.
—No te ha hecho nada para que vengas a pegarle, y más te vale dejarle en paz, te lo juro João, como le vuelvas a tocar, te las vas a ver conmigo.— le advierto amenazante.
Él se cabrea y coge sus cosas para irse del vestuario.
Yo suspiro cansada y me siento al lado de Pablo. Las chicas se sientan con sus parejas y yo miro al rededor.
—Siento mucho todo el jaleo.— les digo a todos pero ellos me dicen que no me preocupe.
—¿Qué tal ese ojo rubio?— le pregunto. Él me mira con una sonrisa y yo se la devuelvo.
—Bueno, mejor que antes, oye.., gracias por defenderme no tenias porqué.— me dice mientras se quita el hielo.
Yo le abrazo y él me lo sigue.
—Claro que tenía porqué, no sé qué le pasa últimamente.
Le acaricio la pierna y me levanto.
—Ve a cambiarte que te llevo a tu casa.— le digo alegre y él niega con la cabeza.
—No hace falta de verdad, estoy bien.
—Sí que hace falta, así te devuelvo la dedicatoria.— le digo sonriente y él se ríe.
Al final acaba cediendo y mientras yo hablo con Morata sobre su hija, Pablo se ducha y se cambia.
Cuando está listo, nos despedimos de la gente que queda y nos montamos en mi coche. En el trayecto vamos hablando de tonterías.
Llegamos a su casa y nos abrazamos mientras él me da un beso en la cabeza.
—Que pases buena noche preciosa.— se despide mientras abre la puerta.
—Igualmente rubio.— le digo y le termino saludando con la mano mientras él abre la puerta de su casa y entra.
Yo prosigo con la conducción y miro qué hora es, son las 0:23 y yo sigo en la carretera.
Cuando llego a la de casa que tengo que compartir con João, me bajo del coche para luego cerrarlo con llave.
Entro en casa y está todo apagado.
Me voy hacia la habitación de invitados donde me ducho y me pongo un pijama calentito. Últimamente hace mucho frío en Madrid.
Me meto en la cama y por fin termina este día tan agotador.