Magnolia ❞. ₊ [ HyunLix ]

Bởi smagalakser

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» ❝ Jamás esperé gran cosa de la vida, sin embargo pedí un amor bonito y te trajo a ti, creo que estoy hacien... Xem Thêm

Chapter One : The Seed.
Chapter Two : The Earth.
Chapter Three : Sow Love.
Chapter Four : Irrigation Land.
Chapter Five : Planting Process.
Chapter Seven : Cut the Weeds.
Chapter Eight : Rain or Drought.
Chapter Nine : Blooming Slowly.
Chapter Ten : Rising Flower.
Chapter Eleven : Buds.
Chapter Twelve : Pollen and Bees.
Chapter Thirteen : Butterflies.
Chapter Fourteen : Bearing Fruit.
Chapter Fifteen : Sunflower's Sun.
Chapter Sixteen : Spring on Summer.
Chapter Seventeen : Sea and Coral.
Chapter Eighteen : Shinning Again.
Chapter Nineteen : Stars.
Chapter Twenty : Weeping Willow.
Chapter Twenty One : Autumn Breeze.
Chapter Twenty Two : Chaotic Storm.
Chapter Twenty Three : False Calm.
Chapter Twenty Four : Broke Up.
Chapter Twenty Five : Wasteland.
Chapter Twenty Six : Traveling Butterflies.
Chapter Twenty Seven : Winter is Over.
Chapter Twenty Eight : Harvesting Love.
Chapter Twenty Nine : Grow up.
Chapter Thirty : Endless Story.
Thanks

Chapter Six : Fleas and Diseases.

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Bởi smagalakser

El rostro fuertemente ruborizado de Félix se veía más hermoso que de costumbre.

La forma en la que se le curvaban las cejas y sus gruesos labios rosados se mantenían separados para dejar escapar la intensa secuencia de gemidos no eran más que una obra de arte para Hyunjin.

Estaba apoyado sobre las rodillas y las palmas de las manos, encima de la cama del mayor, con una curva perfecta en la espalda que provocaba que su cadera estuviese alzada al punto perfecto para el contrario.

No era un secreto que habían tenido una fuerte conexión inmediatamente después de conocerse, sin embargo ninguno de los dos había planificado terminar teniendo sexo con el contrario la tarde de ese sábado.

La humedad causada por la lluvia había sido reemplazada por el sudor, y el frío del ambiente había desaparecido dentro de aquella habitación, en la cual el calor humano y la actividad física habían creado una diferencia de temperaturas lo suficientemente notoria como para llegar a empañar las ventanas.

La ropa había quedado regada por el pasillo y parte de la habitación, sin embargo en ese instante no había prenda capaz de cubrir la desnudez de ninguno.

Desde el principio ambos se habían ido directo al punto, milagrosamente Félix conservaba en su billetera un preservativo en buen estado, y era el que los había salvado cuando después de haber estado tocándose con impaciencia se vieron en aprietos al no saber si era seguro seguir.

Tal vez Hyunjin no era el más experimentado en aspectos sexuales, pero a Félix le había parecido un obsequio de la naturaleza el hecho de que aún en estado de aprendizaje, los largos dedos del chico lo empujaran a un punto de placer tan alto como ese que alcanzó cuando él lo preparaba.

Se aferraba a las sábanas, y las piernas le temblaban cada vez que sentía sus delgadas falanges introducirse una por una en su cuerpo, a un ritmo suave y cuidadoso que estaba muy lejos de hacerle daño a pesar de no tener un lubricante que sirviera de ayuda.

Hyunjin lo acariciaba con admiración y posesión, sin dejar ningún rincón de su cuerpo libre de su calor o de su tacto.

Sentirlo introducirse en su cuerpo había sido por lejos la sensación más satisfactoria que pudo haber sentido después de mucho tiempo, Hyunjin tenía dotes muy generosas, y Félix se había sentido muy agradecido con tal tamaño y calor invadiéndolo desde dentro tan cuidadosamente.

Había sido de esa forma durante unos cuantos minutos al menos, mientras se acostumbraban el uno al otro, no obstante, un rato después se habían hecho a las suyas.

El mayor había descubierto lo bien que Félix sabía mover las caderas, el menor lo había dejado debajo por un rato, y había iniciado un delicioso e intenso movimiento sobre su cuerpo, moviendo sus caderas en suaves círculos mientras subía y bajaba sobre toda su extensión.

Félix era una perdición, era la clase de persona que no se preocupaba en ocultar lo que sentía, el placer y la satisfacción eran cosas evidentes en sus hermosas expresiones, y eso a Hyunjin lo enloquecía.

Al más alto de ambos le encantaba de sobremanera el hecho de que el azabache no le quitara los ojos de encima incluso mientras él lo estaba embistiendo con toda la fuerza que tenía.

Después de haber cambiado la primera posición los profundos ojos azules de Félix lo miraban con lujuria y súplica a través del espejo que tenían ligeramente al costado, mientras todo su rostro expresaba con libertad lo mucho que le gustaba sentir al mayor abrirse paso entre su cálido y húmedo interior.

Hyunjin jadeaba con intensidad mientras apretaba entre sus grandes manos la cintura estrecha del menor, y este solo se doblegaba ante su dominancia y buscaba la mejor manera de complacerlo.

Su piel ligeramente tostada estaba perlada de sudor y hacía que al mayor se le resbalaran los dedos por sus costados, y por muy cautivadora que era la dulce mirada del más pequeño, él no podía parar de mirar su espalda repleta de pecas y sus hombros salpicados de las mismas manchitas.

Debajo de todas aquellas mordidas y pequeños chupones, admiraba los cúmulos de lunares que tenía el delgado cuerpo del azabache.

Había pasado un largo rato, sentía el cabello pegarse a su frente y la tensión apoderarse de sus muslos y cuello, más por muy frágil que aparentaba ser Félix, su resistencia era abrumadoramente alta.

Gruñó alguna mala palabra y con ambas manos le apretó las nalgas con fuerza, jadeando al marcar su suave y pálida piel mientras lo observaba temblar aferrándose a las sábanas.

Respiró con fuerza y lo ayudó a girarse boca arriba sobre el colchón, soltando una risita cuando notó su alivio al poder descansar los brazos.

Segundos después lo invitó a abrazarlo del cuello, y gimió roncamente cuando al volver a introducirse en su cuerpo logró sentir sus finas uñas rasguñándole la piel de la espalda.

Sujetó uno de sus muslos y lo alzó suavemente, ampliando la separación de sus piernas para poder moverse entre ellas, y aprovechando la oportunidad para ayudarlo a entrelazar los pies por detrás de su cadera.

Inclinado sobre su cuerpo, tan solo bastó una ligera ayuda manual para que el menor acabara deshaciéndose de placer entre sus brazos, casi a la par de él, con solo unas micras de segundo como diferencia.

Félix aún respiraba rápido y con fuerza cuando él recobró la compostura y abandonó su blando y cálido cuerpo, desechando el preservativo en la papelera más cercana, antes de tumbarse sobre el colchón y acercar al chico en un abrazo.

Los cabellos mojados del azabache se le enredaban entre los dedos mientras lo acariciaba, y su cabecita bajaba y subía al ritmo de su respiración al estar apoyada en su pecho desnudo.

Pasó un buen rato antes de que los dos volvieran a mirarse, sin embargo al verse a los ojos tan solo habían soltado una carcajada a la par, a modo de incredulidad por lo sucedido.

-. Sin duda, el mejor picnic del que he participado. - Hyunjin se ríe por la ocurrencia del menor y se deja hacer cuando él le besa los labios.

—. Estoy sediento.

—. Yo muero de hambre. — Dicen, y se vuelven a reír.

Cuando recuperan fuerzas y energía, se levantan de la cama y quitan las sábanas, y Hyunjin se acerca sutilmente desde atrás para abrazar al más pequeño y ofrecerle tomar una ducha juntos.

Es lo que hacen, y cuando salen, Félix se hace dueño de un hoodie azul marino de Hyunjin, que le gusta mucho porque tiene un pollito diminuto bordado a un costado del pecho.

Posteriormente recogen la ropa mojada del suelo y la meten a la secadora, limpian el piso y abren las ventanas de la habitación, para posteriormente invadir la cocina.

Hyunjin arrasa con el litro y medio de agua que contiene la botella en el refrigerador, y mientras comienzan a preparar un par de huevos para poner dentro de un par de paquetes de fideos instantáneos, Félix se bebe casi todo el litro de jugo de naranja sentado sobre la encimera.

Conversan como si nada hubiera pasado, ajenos a que incluso ya estaba por anochecer, simplemente creando un ambiente que ni siquiera era del todo romántico, sino más como el de un par de amigos tomando un bocadillo por la tarde.

—. Mamá dice que si le pones sal a los huevos dentro del sartén, el aceite salpica más.

Hyunjin cocinaba algo rápido para comer pronto ya que habían terminado bastante hambrientos, y Félix se notaba cómodo supervisando desde su sitio.

Nuevamente, el mayor de ambos solía ser muy callado, contestaba con pocas palabras y prefería mantener sus ojos fijos en el rostro aniñado de Félix mientras lo escuchaba hablar.

—. Niño, rápido, dame una cerveza. — El sonido de las palabras tropezadas y un portazo desmedido hicieron al azabache bajar de un salto de la encimera, borrando su sonrisa para reemplazarla por un gesto de sorpresa y seriedad quedándose callado al instante.

El hombre mayor que entraba por la puerta tambaleándose y repleto de un aroma a alcohol barato hipaba mientras se acercaba al más alto de los jóvenes, quien lo miraba con el entrecejo bastante fruncido.

Félix esperaba que el rato que habían dejado las ventanas abiertas hubiese disipado un poco el olor a sexo que había quedado en la habitación, esperando que eso no causara mayor tensión de la que repentinamente había.

Por otro lado, Hyunjin había soltado bruscamente la espátula con la que cocinaba, y se había encarado con el hombre para alejarlo del refrigerador y tratar de meterlo a empujones a la otra habitación, no siendo capaz de ocultar a Félix de la mirada del tipo.

—. ¿Quién es el muchacho? ¿Por fin encontraste un buen agujero? — Se burló por un segundo. — Vaya milagro, mariconcito. Quién diría que después de veintitrés años por fin le iba a conocer pasatiempo a mi hijo.

Félix parecía sorprendido, la palabra "pasatiempo" no era exactamente la que esperaba escuchar cuando el hombre se refería a él, sin embargo, sus ojos estaban puestos en la espalda ancha de Hyunjin.

La calma no duró demasiado, la botella que el hombre tenía en su mano voló por los aires y fue a impactar con fuerza y violencia contra el pecho del más bajo.

—. ¿¡Por qué hay un hombre a medio vestir en mi puta casa, Hyunjin!? ¿¡No te he dicho suficientes veces que me das asco!? ¡Si vas a hacer asquerosidades hazlo lejos de mi vista, cuando tengas tu propia casa!

Hyunjin estaba profundamente agradecido con todos los dioses que creía existentes por el hecho de que la botella hubiese estado vacía y que fuera de plástico.

Los insultos y los golpes comienzan, el hombre forcejea e intenta acertar alguno de los puñetazos en el cuerpo de su hijo, y aunque no al cien por ciento, Hyunjin parece ya bastante adiestrado en el tema de evitarlo.

A pesar de que reacciona tarde, Félix hace el amago de acercarse para ayudar, pero se detiene en seco al escuchar la voz irritada de Hyunjin, que no lo maltrata pero lo advierte.

—. Por favor no te muevas de ahí.

Él obedece, se queda quieto en la cocina con el corazón acelerado, y observa cómo el mayor busca la manera de solventar la situación.

En medio del forcejeo, Hyunjin había tenido que empujar con fuerza al hombre contra la cama individual de la otra habitación para sacárselo de encima, sin embargo, no le respondía nada, y tampoco evitaba realmente los golpes que recibía en los intentos del hombre por volver a salir.

Por suerte, estaba tan mareado que ni siquiera fue capaz de volver a levantarse de la cama.

—. ¿Lo hiciste? ¿Te acostaste con él? — Discutía más, sacudiéndose. — Espero que te hayas lavado las sucias manos y que no me estés tocando después de hacer barbaridades.

El portazo que da Hyunjin en la habitación, y la expresión en su rostro, hacen que Félix se haga pequeño en el lugar en el que había permanecido en silencio dentro de la mini cocina, sin hablar o moverse en ningún instante a pesar de que de alguna forma también estaba siendo insultado.

Hyunjin regresa frente a la estufa con una respiración fuerte y las orejas rojas, y Félix se atreve a acercarse un poco luego de algunos segundos.

No le dice nada, solo lo mira con ternura y le pasa una mano por la espalda, acariciándolo, gesto que al más alto parece hacerle sentir que su respiración vuelve a regularse y lo ayuda a perder la tensión en los hombros.

Hyunjin tapa la sartén cuando nota que se han quemado los huevos, y luego de apagar la estufa se gira hacia el azabache y le peina el cabello suavemente, apartándose después para abrir el refrigerador y sacar una cerveza de allí.

—. Deberías irte.

Le advierte al menor, mientras suspira con pesadez y se toca suavemente la mejilla, donde encuentra un par de los rasguños que le ha dejado su padre.

Félix no hace preguntas, le da un beso en la mejilla y se retira del departamento luego de ponerse el pantalón y los zapatos.

Aún así y para su sorpresa, cuando está esperando el ascensor, la voz de Hyunjin llamando su nombre lo hace levantar la mirada, el mayor se acerca como si sintiera prisa de volver a entrar o más bien, para no dejar salir a su padre, pero le toma el mentón y le da un beso diminuto.

—. Ten cuidado, usa el GPS, llámame si algo pasa y... Avísame apenas llegues, ¿si?

Félix sonríe tontamente y asiente, moviendo su mano en forma de despedida mientras entra al ascensor, ahora con el corazón mucho más tranquilo que un par de segundos antes.

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