Diamante (EDITANDO)

Von KarlaaRS

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Al término de Esmeralda, Gideon y Gwendolyn por fin pueden vivir de una manera más o menos tranquila; pero el... Mehr

Capítulo 1 (EDITADO)
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26

Capítulo 9

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Von KarlaaRS

Traté de aclarar mis pensamientos.

Con el cronógrafo a mi disposición podría visitar a mis padres cuando yo quisiera, sin embargo, para mí era totalmente decepcionante mi falta de interés por el fallecimiento de mis padres.

En ese maldito  momento el imbécil de Gideon ocupaba mucho más espacio en mis pensamientos que Lucy y Paul.

Me acerqué a la  tumba y rocé mis dedos con delicadeza por las letras grabadas en la lápida de mis verdaderos padres.

Al pasar mis ojos detenidamente por las fechas que ahí se mencionaban me di cuenta de que en realidad no habían puesto sus fechas de nacimiento reales.  Paul había nacido en 1974 y Lucy en 1976. Tal vez no fueran las reales, pero si las más adecuadas de acuerdo a la edad que tenían cuando llegaron a 1912.

Me olvidé por completo de las flores azules y seguí caminando, tratando de procesar toda la información que había recibido de golpe en ese día. Unas dos tumbas más allá se encontraba una que llamó por completo mi atención.

Esa única tumba me dejó aún más atónita de lo que ya estaba.

Agatha Elaine De Villiers and Margaret Jade Haloway

 Me tapé la boca con las manos para no soltar un grito. Tambaleé un poco gracias a que las rodillas me temblaban.

¿Acaso ellas eran mis... hermanas?

No resistí más y salí de ahí corriendo. Tomé la bici y pedaleé lo más rápido que pude, sintiendo el aire frío en mi cara como pequeños alfileres que atravesaban mi piel. Las flores, mis padres y mis muy probables hermanas eran ahora cosa del pasado. No quería volver ahí jamás.

Era tarde y ya estaba oscuro. El sol debía haberse puesto hace horas. Llegué a mi casa un poco sudada, con el pelo revuelto y el maquillaje corrido. Di un fuerte portazo y entré llena de furia.

En el salón principal se encontraban, como siempre, la tía Maddy, Lady Arista, mi madre, mis hermanos, Nick y Caroline, la tía Glenda, Charlotte y para mi sorpresa, Gideon y Leslie.

-¿Dónde estabas cariño?- preguntó mi madre tratando de aparentar tranquilidad.

-¡Gwenny!- exclamó Caroline mientras me abrazaba.- ¡Te extrañé muchísimo!

-Y yo a ti, Carol.- Ese era el nombre que siempre usaba cuando jugaba con ella, cuando nuestro padre todavía estaba vivo y vivíamos en una casita como la de Leslie en Durham.

-¡Te hemos buscado todo el día! –chilló Leslie desde la esquina, justo al otro lado de Gideon.

-Es verdad, chica el pajar. No paraban ni un solo segundo, y al parecer varias de las aquí presentes se convirtieron en fuentes andantes.- aseguró Xemerius.

-Lo siento, en verdad. Necesitaba un poco... necesitaba estar sola.- contesté firme pero a la vez temblorosamente.

-¿Y por eso desapareces así, sin dejar rastro?- preguntó la tía Glenda.

Me quedé helada. No tenía ni idea qué contestar. No era mi intención lastimarlos, no quería que derramaran lágrimas por mí... si tan sólo supieran que la causa de que actuara de esta manera se encontraba en esta misma habitación.

-¡Cállate, Glenda!- estalló mi madre.- En todo caso, si tenemos que reprimir a alguien, es a Charlotte, que ha tomado una llamada que no ha sido para ella.

Glenda miró estupefacta a Grace, como si le hubiera dicho que un familiar cercano había muerto.

-Eso que dices simplemente no...- comenzó a decir.

-¡Abre los ojos, Glenda! ¡Nadie es perfecto! ¡Charlotte no es perfecta, y como todos, puede cometer errores!- gritó mi madre.

Todos la miramos con la boca abierta durante un breve momento.

Charlotte bajó la mirada.

-Simplemente quería que mi vida fuera como antes. No creí que Gwendolyn reaccionara de esta manera.- se excusó Charlotte.

-Acepto tus disculpas, Charlotte.- respondí tratando de tranquilizar el momento.

-¿Acaso crees que me estoy disculpado?- respondió Charlotte, notablemente indignada.- ¡Simplemente digo que nunca creí que reaccionaras de esa manera tan tonta e infantil!

Cada palabra estaba cargada con kilos y kilos de desprecio, como yo lo estaba en ese momento.

-¿Y a ti que te pasa? ¿Es que simplemente no puedes admitir que no eres perfecta, como siempre toda la familia se ha empeñado en creer? ¡No lo eres, Charlotte! ¡Eres simplemente una chica inglesa más! ¡Nada especial!- le espeté. Charlotte bajó la cabeza y sus ahora no perfectas mejillas se llenaron de color.

-¡Gwendolyn!- me regañó la tía Glenda. –Lo que pasa es que siempre has tenido envidia de Charlotte. Todos sabemos que...

-Calla, Glenda. –La reprimió Lady Arista. –Si no tienes nada inteligente que decir es mejor que cierres la boca.

La tía Glenda se limitó a apretar fuertemente los labios.

-Y ahora, si me disculpan, solo quiero dormir un poco.- anuncié.

Leslie asintió en silencio y yo subí las escaleras de dos en dos lo más rápido que podía. Sabía que Leslie me seguiría, pero Gideon quizás se quedara consolando a Charlotte. Mejor para mí.

Me sumí en mis pensamientos y al poco rato escuché el ruido de pasos. Pero no solo de una, sino de dos personas.

Me volví rápidamente, preparada para enfrentar a Gideon, pero me relajé en cuanto descubrí que la otra persona que acompañaba a Leslie era solo mi hermanita Caroline.

Volteó a verme y me dirigió una de sus hermosas sonrisas. Ninguna dijo ni una sola palabra hasta que llegamos a la sala de costura. Leslie cerró bien la puerta con llave para impedir la entrada a visitantes indeseados (Gideon y Charlotte) y sacó la llave del tejado de su escondite.

-Suban.- ordenó Leslie.

-¿Al tejado?- preguntó Caroline con cara de espanto.

-¿Porque no?- se limitó a responder Leslie.

Escuchamos pasos que se acercaban a la habitación.

-¡Su presencia hoy no es bienvenida, señor De Villiers!- gritó desde el otro lado de la puerta la tía Maddy.

-Lo sé perfectamente. Pero ahora debo hablar con Gwendolyn.- respondió Gideon.

Me paralicé, pero Leslie fue mucho más rápida. En un abrir y cerrar de ojos tomó una botella de agua que por casualidad ahí se encontraba, unas cuantas de esas galletas de mantequilla que mi madre almacena y unas mantas. Caroline se lanzó por unos cojines.

-¡Suban ahora!- nos gritó Leslie con tono autoritario.

Caroline comenzó a subir y llegó arriba en menos de un minuto mientras se escuchaba el forcejeo de la puerta. Yo traté de subir igual de rápido y Leslie  aún permanecía en la sala de costura.

Más forcejeos. Estaba segura de que la puerta estaba a punto de romperse.

-¡Gwendolyn, por favor abre la maldita puerta!- gritó Gideon.

-¡Sube ya, Less!- fue lo único que conseguí decir.

En cuanto Leslie tocó el último peldaño, Gideon consiguió abrir la puerta. Ambos se quedaron congelados, y con los ojos abiertos como platos.

Leslie consiguió ser mucho más veloz de nuevo y pasó por el pequeño agujero en el techo.

Gideon se acercaba a nosotras con amenazantes pasos y una mirada triste. Él estaba a punto de tomar por la muñeca a Leslie para que se detuviera, pero yo actué antes.

-¡Xemerius! –chillé. Gideon me miró preocupado solo por unos instantes, los suficientes para que Leslie le cerrara la pequeña puerta en la cara.

Gideon golpeó tres veces con los puños, sólo para luego tumbarse de rodillas y sollozar un poco.  

-¿Así que sigues necesitándome, chica del pajar?- preguntó Xemerius mientras lo veía surgir desde abajo, atravesando el piso. Bendita cualidad de traspasar paredes.

-Sólo como distracción. –lo corregí.

-¿Distracción? –preguntó al borde de la indignación. -¡Yo procedo de una importante estirpe de daimones gárgola...!

Xemerius siguió hablando y hablando, soltando estupideces de nuevo.

-¿Entonces, Gwen?- me preguntó Leslie, que para entonces yo ya tenía olvidada, pues Xemerius me había sacado por un instante de este doloroso momento.

-Lucy, Paul... Una historia larga. –respondí dirigiéndole una triste mirada con mis ojos azules.

-Tenemos tiempo.

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