Capítulo 6

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Gideon me hizo subir creo que tres pisos por un edificio que me resultaba vagamente familiar. Escuche cómo Gideon cerraba una puerta. Después de esto, me quitó la venda de los ojos.

¿Mi habitación? ¡Por eso me resultaba conocido el lugar! ¿Pero, qué hacemos aquí? ¡Oh, Dios, no! ¡Aquí tendremos más invitados de los que desearía! Empezando por Charlotte...

-Eres realmente malo en esto, ¿sabías?- le dije.

-Lo sé, sí, por eso me vi en la obligación de pedir ayuda a ciertas personas para organizarlo.- me ofreció el brazo, y tomé mi bolsa del restaurante antes de aceptarlo.- Muy bien, miss Shepherd, ahora hágame el favor de acompañarme.

Fuimos hasta la sala de costura. ¿La sala de costura? Ahí sólo había unos cuantos sillones y las macetitas de delicadas flores lilas y amarillas (según Lady Arista). Y además Charlotte podría entrar cuando se le antojara... O no. ¿Desde cuándo llevaba Gideon esa llave? ¿Por qué está cerrando la puerta? ¿A dónde lleva todo esto?

Gideon quitó unas cuantas cosas para dejar al descubierto la escalera que daba al tejado. ¡El tejado! ¿Cómo es que se me había podido olvidar?

-Deje esa bolsa ahí, miss Shepherd, yo las llevaré. Y ahora por favor suba la escalera.- dijo señalándola y tomándola comida.

Subí tan tranquilamente como pude y aferrándome bien, pues mis manos podrían traicionarme en cualquier momento... "Aunque, no estaría mal caer en los brazos de Gideon" pensé. Pero en ese momento recordé que también estaba cargando las bolsas de comida y solo provocaría que nos quedáramos sin cena.

Al asomarme por encima, no pude evitar una lágrima de alegría. No había mesas, ni silla alguna, pero encima de un mantel de seda, se encontraban dos platos de la vajilla de porcelana que mi madre siempre guardaba para ocasiones especiales, dos copas, vino y un bote de ese helado que antes Raphael me había ofrecido y rosas... muchas, muchas rosas.

-Pasé dos días organizando esto.- dijo Gideon, mientras lo ayudaba a subir.- Lamento la falta de mobiliario, pero no podíamos hacer que pasaran por este infernal agujero.

-Es hermoso.- contesté, limpiándome otra lágrima y lanzándome a abrazarlo.

-Leslie me dijo que soñabas con algo así.

-Es verdad. Por algo es mi mejor amiga... Espera... ¿Has dicho "podíamos"?- le pregunté sonriendo.- Si Leslie ni siquiera estaba aquí.

-No, pero mister Bernhard sí.

Ahora todo encajaba: por eso no había ni rastro de mister Bernhard y Gideon llegó segundos después de que Caroline me avisó que había venido. Por eso estaba de tan buen humor... ¡Oh! ¿Qué es eso café de allá?

-El Stradivarius que me obsequió el conde, ¿recuerdas?- dijo tomándolo del piso. Al parecer los De Villiers podían leer el pensamiento -Leslie también me dijo lo loca que te pusiste por que volviera a tocarlo.- dijo, acariciándome la barbilla.- Ahora siéntese madeimoselle. La comida se enfría.

-Gideon... todo esto es tan lindo...- dije.- No podía haber pedido más.

-Ni yo tampoco, Gwenny.- a continuación se dispuso a servir la comida en los platos de porcelana, poner vino en las copas y darme tres fantásticas rosas.

-Esto es fantástico, Gideon. ¿Cómo es que...?

-Ya habrá tiempo para las preguntas, miss Shepherd. Ahora disfrute de su cena y del vino.

No pude más y me acerqué hasta quedar frente a él.

-Eres genial, ¿lo sabías? -dije pasándole una mano por sus cabellos.

Diamante (EDITANDO)Where stories live. Discover now