All the young dudes - español

By zszyam

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¡ESTA HISTORIA NO ES MÍA, PERTENECE A MsKingBean89 EN AO3, SOLO LA TRADUZCO Y ADAPTO! Historia completa (los... More

Capitulo 1: Primer año: St Edmund's
Capítulo 2: Primer año: El expresso de Hogwarts
Capitulo 3: Primer año: Las elecciónes
Capitulo 4: Primer año: Luna llena
Capitulo 5: Primer año: Pociones
Capitulo 6: Primer año: Venganza
Capitulo 7: Primer año: Merodeadores
Capitulo 8: Primer año: Secretos
Capitulo 9: Primer año: Cicatrices
Capitulo 10: Primer año: Historia
Capítulo 11: Primer año: Cumpleaños, libros y los Beatles
Capitulo 12: Primer año: Navidad 1971
Capitulo 13: Primer año: Lectiuncula Magna
Capitulo 14: Primer año: La broma
Capitulo 15: Primer año: Consecuencias
Capitulo 16: Primer año: Astronomía
Capitulo 17: Primer año: Doce
Capitulo 18: Primer año: Revisión
Capitulo 19: Primer año: Fin de la escuela
Capitulo 20: Verano 1972
Capitulo 21: Segundo año: Regulus Black
Capitulo 22 Segundo año The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From
Capitulo 23: Segundo año: Hermandad
Capitulo 24: Segundo año: Pociones, de nuevo
Capitulo 25: Segundo año: horas después
Capitulo 26: Segundo año: Quidditch
Capitulo 27: Segundo año: Un compromiso de cumpleaños
Capitulo 28: Segundo año: Suposiciones
Capitulo 29: Segundo año: Luna de Diciembre
Capitulo 30: Segundo año: Navidad con los Potter
Capitulo 31: Segundo año: Sirius regresa
Capitulo 32: Segundo año: Gryffindor vs Slytherin
Capitulo 33: Segundo año: Descubrimientos
Capitulo 34: Segundo año: Trece
Capitulo 35: Segundo año: ¿Que hay en un hombre?
Capitulo 36: Amor y matrimonio
Capitulo 37: Segundo año: Exámenes
Capitulo 38: El largo último día (parte 1)
Capitulo 39: Segundo año: El largo último día (parte 2)
Capitulo 40: Verano 1973
Capitulo 41: Tercer año: De vuelta a casa
Capitulo 42: Tercer año: Animales fantásticos
Capitulo 43: Tercer año: El mercado negro de Hogwarts
Capitulo 44: Tercer año: Hogsmeade
Capitulo 45: Tercer año: Noble y más antigua
Capitulo 46: Tercer año: El Slung club
Capitulo 47: Tercer año: James Potter y la mierda abultada de elefante
Capitulo 48: Tercer año: Sirius cumple catorce
Capitulo 49: Tercer año: Conozcase usted mismo
Capitulo 50: Tercer año: Philomena Pettigrew
Capitulo 51: Tercer año: The man who cried wolf
Capitulo 52: Tercer año: Confianza
Capitulo 53: Tercer año: Davey Gudgeon
Capitulo 54: Tercer año: Marlene
Capitulo 55: Tercer año: Greyback
Capitulo 56: Verano 1974
Capitulo 57: Cuarto año: Una tormenta en camino
Capitulo 58: Cuarto año: Competencia
Capitulo 59: Cuarto año: Septiembre
Capitulo 60: Cuarto año: Octubre
Capitulo 61: Cuarto año: Noviembre (parte 1)
Capitulo 62: Cuarto año: Noviembre (parte 2)
Capitulo 63: Cuarto año: Diciembre
Capitulo 64: Cuarto año: Navidad
Capitulo 65: Cuarto año: Enero
Capitulo 66: Cuarto año: Febrero (parte 1)
Capitulo 67: Febrero (parte 2)
Capitulo 68: Cuarto año: Marzo
Capitulo 69: Cuarto año: Abril
Capitulo 70: Cuarto año: Separaciones
Capitulo 71: Cuarto año: Junio
Capítulo 72: Verano 1975
Capítulo 73: Quinto año: dinero
Capítulo 74: Quinto Año: Dolor
Capítulo 75: Quinto Año: La sorpresa
Capítulo 76: Quinto Año: Moony & amigos
Capítulo 77 : Quinto Año: Hermoso
Capítulo 78 : Quinto Año: Deseando y Esperando
Capítulo 79 : Quinto Año: Luna celosa
Capítulo 80 : Quinto Año: Fue la noche antes de Navidad
Capítulo 81: Quinto año: imperdonable
Capítulo 82: Quinto año: Consecuencias
Capítulo 83: Quinto año: Enero
Capítulo 84: Quinto año: Sentimientos heridos
Capítulo 85: Quinto año: Bombas de estiércol y armario de escobas
Capítulo 86: Quinto año: Dulces dieciséis
Capítulo 87: Quinto año: La mañana siguiente
Capítulo 88: Quinto año: Punto muerto
Capítulo 89: Quinto año: La semana anterior
Capítulo 90: Quinto año: Búhos
Capítulo 91: Quinto año: La semana después
Capítulo 92: Quinto año: Cierre
Capítulo 93: Verano 1976: Londres
Capítulo 94: Verano 1976: Los Potter
Capítulo 95: Verano 1976: Charlas de Paz
Capítulo 96: Sexto año: Septiembre
Capítulo 97: Sexto año: Octubre
Capítulo 98: Sexto año: Halloween
Capítulo 99: Sexto año: Fiestas y pústulas
Capítulo 100: Sexto año: Límites
Capítulo 101: sexto año: Nueva normalidad
Capítulo 102: sexto año: tartas de carne picada
Capítulo 103: sexto año: Doce noches
Capítulo 104: Sexto año: Mala luna ascendente
Capítulo 105: Sexto año: Derramando secretos
Capítulo 106: Sexto año: Una larga noche
Capítulo 107: sexto año: Negociaciones
Capítulo 108: Sexto año: Mary, Mary
Capítulo 109: Sexto año: Heniokhos
Capítulo 110: Sexto año: Diecisiete
Capítulo 111 : Sexto Año: Separación
Capítulo 112 : Sexto Año: Apariciones
Chapter 113: Sexto Año: La caja
Chapter 114: Verano 1977: Parte uno
Chapter 115: Verano 1977: Parte dos
Chapter 116: Verano 1977: Parte tres
Capítulo 117 : Verano 1977: Parte cuatro
Capítulo 118 : Verano 1977: Parte cinco
Capítulo 119: Séptimo Año: De regreso a la escuela.
capítulo 120: séptimo año: truenos
capítulo 121: séptimo año: compra de plumas
capítulo 122: séptimo año: la mente maestra
capítulo 123: séptimo año: el caer de la oscuridad
capítulo 124: Séptimo Año: Navidad (Parte uno)
capítulo 125: séptimo año: navidad (parte dos)
capítulo 126: séptimo año: navidad (parte 3)
Capítulo 127: Séptimo año: responsabilidades
Capítulo 128: Séptimo año: Preparación
Capítulo 129: Séptimo año: Instinto
Chapter 130: Séptimo año: Castor
Capítulo 131: séptimo año: interludio
Capítulo 132: Séptimo año: Víctimas
Capítulo 133: Séptimo año: domingo por la tarde
Capítulo 134: Séptimo año: San Valentín 1978
Capítulo 135: Séptimo año: bromas internas del Merodeador
Capítulo 136: Séptimo año: Juegos mentales
Capítulo 137: Séptimo Año: Remus el mártir
Capítulo 138 : Séptimo Año: Esperanza
Capitulo 139: Séptimo Año: Borrachos
Chapter 140: Séptimo Año: Ideas brillantes
Capítulo 141: Séptimo año: Star star
Capítulo 142 : Séptimo Año: Visitas al hospital
Capítulo 143 : Séptimo Año: Colapso
Capítulo 144 : Séptimo Año: Decisiones
Capítulo 145 : Séptimo Año: Lo que nos falta
Capítulo 146 : Séptimo Año: Superego
Capítulo 147 : Séptimo Año: Noche y día.
Capítulo 148: Séptimo Año: La final
Capítulo 149 : Séptimo Año: Legado, parte uno.
Capítulo 150: Séptimo Año: Legado, parte dos.
Capítulo 151 : La guerra: Julio, 1978.
Capítulo 152 : La guerra: Infiltración
Capítulo 153 : La guerra: Frente interno
Capítulo 154: La guerra: Otoño, 1978
Capítulo 155: La guerra: Invierno, 1978-1979
Capítulo 156: La guerra: El Cuartel General del Auror
Capítulo 157: La guerra: Manada
Capítulo 158: La guerra: Cautivo
Capítulo 159: La guerra: Sumisión
Capítulo 160: La guerra: Infantería
Capítulo 161: La guerra: Luna sangrienta
Capítulo 162: La guerra: La historia de Moony
Capítulo 163: La guerra: Finales de la primavera, 1979
Capítulo 164: La guerra: Verano de 1979
Capítulo 165: La guerra: Dulce et Decorum est
Capítulo 166: La guerra: Otoño, 1979
Capítulo 167: La guerra: Invierno, 1979
Capítulo 168: La guerra: Primavera y verano de 1980
Capítulo 170: La guerra: Invierno de 1980 y primavera de 1981
Capítulo 171: La guerra: Triaje
Capítulo 172: La guerra: Verano, 1981
Capítulo 173: La guerra: Otoño, 1981
Capítulo 174: Armisticio
Capítulo 175: 1982
Capítulo 176: 1983
Capítulo 177: 1985
Capítulo 178: 1986
Capítulo 179: 1987
Capítulo 180: 1989
Capítulo 181: 1990
Capítulo 182: 1991
Capítulo 183: Verano 1993
Capítulo 184: Verano 1994
Capítulo 185: Principios de 1995
Capítulo 186: Verano 1995: Grant
Capítulo 187: Verano 1995: Sirius
Capítulo 188: Hasta el final

Capítulo 169: La guerra: Otoño e invierno 1980

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By zszyam

A: Violencia y muerte.

Miércoles, 3 de Septiembre de 1980

Whooosh, splash.

Remus aterrizó de pie justo en un charco de barro en medio de la calle principal.

— Carajo. — Murmuró, tirando su capa fuera del suelo, sus botas estaban más allá de su salvación; sus calcetines ya estaban empapados. No se había dado cuenta de que los agujeros en ellos eran tan grandes, definitivamente era hora de comprarse un nuevo par, tendría que chequear sus ahorros.

Parecía que también iba a llover más tarde. Malditamente perfecto.

Remus estaba de muy mal humor, y sus pies mojados no tenían mucho que ver con eso. Aún así, estaba en Hogsmeade por una razón, y sabía que solo tenía que levantarse los pantalones (metafóricamente) y seguir adelante. Deseaba no estar solo, pero incluso si alguien hubiera estado disponible para acompañarlo (James estaba con el bebé, Lily y Sirius estaban en Broadstairs en reconocimiento, Marlene, Peter y Mary estaban trabajando), le habían dicho que fuera solo. Como siempre.

Caminó penosamente hacia las Tres Escobas, pensando que al menos habría un buen fuego caliente y tal vez un trago de whisky esperándolo. Lo necesitaría. Siempre que lo llamaban para encontrarse con alguien a solas, generalmente era sobre algún asunto de hombres lobo, y eso siempre requería un trago fuerte. Esperaba que fueran noticias de Greyback en lugar de Castor.

Comenzó a lloviznar mientras caminaba hacia el pub, y trotó un poco hasta el para salvar el resto de su ropa de la lluvia. Era una tarde tranquila en la pequeña aldea escocesa: los estudiantes de Hogwarts estaban en sus lecciones, los magos que vivían en la ciudad estaban cada uno en sus ocupaciones. Muy pocas personas salían de sus casa en estos días, a no ser que tuvieran que hacerlo.

El pub era bonito y estaba vacío. Remus sintió una punzada de nostalgia cuando entró, recordando cómo hacía solo dos años él y sus amigos se habían sentado en una de las mesas, con ojos brillantes e ingenuos, esperando su futuro. ¿Quién podría haber sabido que salvar al mundo sería un trabajo tan gris y monótono?

— ¡Remus Lupin, como vivo y respiro! — Rosmerta gorjeó desde la barra, con una mano en su cadera redonda, el pecho desbordado como de costumbre. Ella miró esperanzada por encima de su hombro, — ¿Black no está contigo?

Remus negó con la cabeza y fue a sentarse cerca de la chimenea, para poder al menos intentar secarse los zapatos.

— Hoy no, Rosmerta, — dijo, tratando de aparentar estar de buen humor — Podría darme un vaso de ...

— Dos vasos, cerveza de mantequilla, por favor — entonó una voz familiar. Remus se dio la vuelta, encontrándose cara a cara con Dumbledore.

— Oh, h-hola, profesor. — Remus dijo, avergonzado.

— Remus, — Dumbledore asintió cortésmente. Ya no lo llamaba 'Sr. Lupin', no desde que Remus le había pedido que no lo hiciera, años atrás. — Por favor, siéntate — hizo un gesto cortés, como un vicario a punto de dar un sermón.

Remus se sentó. Dumbledore siempre lo hacía sentir como si tuviera once años.

— ¿Cómo has estado? — Preguntó su antiguo director, amablemente y con gracia tomando el sillón de enfrente. Dejó un pesado maletín de cuero en la alfombra entre ellos. Remus lo miró con recelo, pero respondió:

— Bien, gracias. Usted sabe.

— Estos son tiempos difíciles. — Dijo Dumbledore, y Remus no respondió a eso, porque no estaba seguro de si se suponía que tenía que hacerlo.

Rosmerta se acercó con las cervezas de mantequilla y las dejó en la mesita redonda. Cuando ella se fue, Remus levantó su vaso y bebió, solo para distraerse. Podía fingir que era alcohol, tal vez eso lo ayudaría a estabilizarse. Quería desesperadamente un cigarrillo, pero por alguna razón no le gustaba hacer eso frente a Dumbledore. Así que solo bebió un sorbo de cerveza de mantequilla, sintiendo la empalagosa mezcla de almíbar descansar en su lengua, y luego deslizarse por su garganta.

— Debes estar preguntándote por qué te pedí que vinieras, —bdijo Dumbledore, mirándolo.

— ¿Es... es... Greyback? — Susurró Remus. Dumbledore sonrió,

— No necesitas preocuparte por los espías, Remus, estamos bastante seguros para hablar libremente aquí. No, por desgracia, no ha habido más informes de Greyback o de la joven con la que viaja.

— Oh. — Remus parpadeó. Bueno, ¿entonces qué quería?

— Este es un asunto más urgente, o al menos lo será, si estoy en lo cierto.

— De acuerdo... — Remus se movió incómodo. Por lo general, no era el agente a quien la gente acudía cuando se trataba de "asuntos urgentes". Dumbledore pareció leer su mente.

— Necesito a alguien con buen ojo para los detalles y mucha paciencia. — Se inclinó hacia delante y abrió un poco el maletín. Remus miró dentro.

— ¡Libros! — Dijo sorprendido. Debía de haber un centenar de ellos dentro, quizás debido a algún tipo de hechizo de extensión.

— En efecto, — Dumbledore sonrió, cerrando el maletín de nuevo.

— Entonces... ¿Necesita investigar un poco?

— Exactamente. Dime, Remus, ¿Cuánto sabes sobre profecías?

— Er... bueno, no tomé Adivinación, — se rascó la cabeza. Ahora estaba intrigado: — Pero obviamente vi un poco de eso en Runas... He leído un poco.

— Necesitarás leer mucho más, — dijo Dumbledore, gravemente, — Y debo recalcarte la importancia de esta tarea y la sensibilidad de la misma. Todo lo que aprendas debe mantenerse completamente confidencial, ¿Comprendes?

— Yo... por supuesto, — asintió Remus, un poco alarmado. — ¿Pero qué quiere que busque?

— Por ahora, simplemente buscamos una comprensión más completa de la naturaleza de las profecías. Muchos de estos libros contienen transcripciones secretas, algunas de las cuales pueden necesitar traducción, de declaraciones proféticas y oraculares conocidas. Me gustaría saber si hay alguno que parezca estar relacionado con Voldemort o con este momento particular de la historia.

— Entonces… ¿Cree que alguien ya podría haber hecho una profecía? ¿Sobre cómo termina la guerra?

— Ellos quizá lo hayan hecho. — El profesor respondió, brevemente. — Pero no podemos permitirnos tomar decisiones apresuradas. Mientras todavía hay tiempo, me gustaría saber todo lo que podamos.

Dumbledore cambiaba entre "yo" y "nosotros" con regularidad, cuando hablaba de la guerra, Remus se dio cuenta. Aún así, pensó que entendía el asunto más o menos,

— Ok. — Dijo: — ¿Cómo le haré saber si encuentro algo?

— Vendré a tí. — Respondió Dumbledore, crípticamente. — Una vez más, Remus, no puedo exagerar la importancia de esta tarea. No debes decírselo a nadie, ¿entendido?

— Comprendido.

Eso significaba no decírselo a Sirius, ni a James, ni a ninguno de sus amigos. A veces Remus se preguntaba si los secretos eran simplemente su suerte en la vida. Pensó por un momento, — ¿Profesor?

— ¿Sí?

— ¿Debería estar atento a las profecías que han sido prevenidas, o... — reformuló, porque sabía que era imposible, — eludidas? Quiero decir, no sé mucho al respecto, pero siempre hay lagunas, ¿No? 

Los ojos de Dumbledore brillaron y una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

— Muy bien, Remus.

...

Viernes, 24 de Octubre de 1980

Y así fue como Remus pasó gran parte de su otoño. Estudió hasta bien entrado Octubre. No estuvo nada mal, de hecho, lo disfrutó. Siempre le había gustado investigar, y aunque extrañaba las tranquilas y aireadas cámaras de la biblioteca de Hogwarts, estaba bastante contento de estar encerrado en su pequeño apartamento de Londres, con infinitas teteras y un silencioso cenicero humeante a mano.

Si Sirius entraba, lanzaba un obfuscate sobre sus libros y notas, y Sirius parecía feliz con este arreglo. Comprendía lo que había que hacer al servicio de la guerra.

De todos modos, apenas estaban en el piso, Remus solo lo usaba para trabajar. Pasaron mucho más de su tiempo en la mansión de los Potter, donde la antigua habitación de James se había convertido en una guardería, pero la antigua habitación de Sirius era la misma de siempre, solo que con la mitad de las cosas de Remus también ahí. Juntos, los merodeadores y Lily se habían convertido en una pequeña y divertida familia, con el bebé Harry en el centro.

Remus tardó más o menos un mes en superar realmente su miedo a los bebés, y todavía se ponía un poco ansioso cuando cargaba a Harry, pero Sirius había sido de gran ayuda.

Sirius estaba completamente enamorado de su ahijado. El niño casi nunca estaba fuera de sus brazos cuando estaban de visita (lo cual era un alivio para Lily y James, que apenas estaban soportando la presión de la paternidad combinada con sus deberes para la Orden).

— ¡Di Padfoot, Harry, vamos! Pah-d-foo-t… — Sirius arrulló una noche, mientras rebotaba a la diminuta criatura de ojos verdes en su regazo.

— No hablan hasta que tienen al menos un año — sonrió Remus, sentándose con cautela en el brazo del sofá, — Lo busqué

— Los niños normales no lo hacen, — Sirius se echó el pelo hacia atrás, sosteniendo gentilmente las pequeñas muñecas regordetas de Harry, — Pero Harry Potter no es un bebé común, es claramente muy avanzado para su edad. Vamos, Harry, di Pad-foot...

— No te hagas ilusiones, — se rió Lily, — la madre de James me dijo que no habló hasta los dieciocho meses.

— Oi — gritó James desde el estudio de su padre, — era un niño extremadamente considerado, eso es todo.

— Oh, sí, ¿Y por qué cambiaste? — Sirius gritó en respuesta, sonriendo.

— ¡Estás acaparando al bebé, Padfoot! — Peter se quejó, extendiendo los brazos: — Vamos, todavía no lo he abrazado.

— No es mi culpa que yo le guste más, — respondió Sirius, sacándole la lengua a Peter, y luego a Harry, hinchando las mejillas y abultando los ojos de modo que el bebé soltó una risita y balbuceó contento.

— Yo puedo abrazarte si quieres, Pete — bromeó Remus.

— ¡Lily, dile algo! — Peter hizo una mueca, cruzando los brazos con enfado.

— ¡Honestamente! Tengo un hijo y eso es suficiente,  se rió Lily, levantándose, — No peleen mientras mamá y papá están fuera, ¿De acuerdo, chicos? — Les dio a todos una mirada muy severa.

— Has estado pasando demasiado tiempo con Molly. — Dijo Sirius.

— Bien, estoy listo, — James regresó a la sala de estar con su capa de viaje. Lily ya tenía la suya. Ella le dio una sonrisa estoica

— Vámonos entonces.

Un frío silencio entró en la habitación y Remus miró al suelo, porque no se atrevía a mirar a ninguno de sus amigos, mucho menos al bebé.

Lily rompió el silencio.

— Oh, dejen de ser tan melodramáticos, muchachos. Es una misión estándar, hemos hecho cientos de estas. — Se acercó a Sirius y se inclinó para besar la cabeza de Harry. Podía notar que ya brotaba una mata de fino cabello negro de ella. — Adiós Harry, mami y papi te aman mucho. Te veremos pronto.

James no se despidió, tenía una expresión rígida y muda que Remus había estado viendo cada vez más desde el funeral de sus padres.

— ¿Estás seguro de que no puedes decirnos a dónde... — comenzó Pete.

— Lo siento Wormy, — James levantó las manos, — Órdenes de Moody. Tú sabes cómo es.

Peter asintió, hundiendo los hombros. Remus sabía cómo se sentía, ya era bastante difícil saber que tus amigos corrían peligro. Era incluso más difícil no saber exactamente a qué se enfrentarían, era como si desaparecieran de su alcance.

— Vamos — Lily apresuró a su marido, sacándolo de la habitación, — ¡Volveremos antes del amanecer, creo! — gritó desde el pasillo, y luego la puerta se cerró de golpe y Harry rompió a llorar.

— Oh, maldita sea, — dijo Sirius, sobre los gritos, — Er ... ¿Quieres cargarlo ahora, Pete?

Les tomó horas finalmente tranquilizar a Harry. Gritó como si su corazón estuviera roto, y no se calmó hasta casi la medianoche.

— Definitivamente no podría hacer esto a tiempo completo, — dijo Sirius, con la cabeza entre las manos mientras se desplomaba en el suelo de la guardería.

— Jesús, te juro que el niño está poseído. — Remus susurró, frotándose las sienes. Tenía un terrible dolor de cabeza.

— Mierda, deberías irte a la cama, — dijo Sirius, mirándolo. Su cabello negro sedoso, generalmente inmaculado, estaba en nudos, y definitivamente todavía había algunos pedazos del vómito lechoso del bebé atrapado allí. Sin un rastro de ironía, le frunció el ceño a Remus, — Debes estar exhausto.

— Oh, estoy bien, — Remus se encogió de hombros - trató de no hacer una mueca cuando sintió que cada tendón de su espalda le tiraba. Ayer había sido luna llena. — En realidad no me iba a quedar... ya sabes, tengo que hacer ese trabajo.

— Oh eso. — Sirius asintió. Su boca era una línea recta. Se puso de pie y miró por última vez el catre rojo y dorado. Harry estaba durmiendo, gracias a Dios. Ambos salieron silenciosamente de la habitación, dejándola abierta sólo una rendija.

En el rellano, donde las luces aún estaban encendidas, Sirius se veía aún peor, tenía ojeras bajo los ojos, que estaban inyectados en sangre. Remus tocó su brazo suavemente,

— Tú deberías irte a la cama.

Sirius lo agarró del brazo, de repente, con los ojos muy abiertos.

— Moony, no te vayas.

— ¿Eh? Solo voy al piso...

— ¿Por favor? — Sirius se aferró a él, medio loco por el cansancio, — ¿Puedes tomarte la noche libre, y solo quedarte aquí... conmigo?

— Pete está aquí... — Remus giró levemente la cabeza. Podía oír a Peter roncar en el sofá de la planta baja. No era mucho consuelo, supuso,

— Pero te quiero a tí — dijo Sirius, desesperado.

Eso golpeó a Remus de una manera inusual. Para cualquier otra persona, podría haber sonado quejumbroso; infantil. Después de todo, Sirius era un hombre adulto y Remus tenía un trabajo importante que hacer. Pero de alguna manera desató un sentimiento que Remus no había tenido por Sirius en mucho tiempo: el deseo de protegerlo. De abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien, y de ser fuerte y confiable por el hombre a quien amaba.

Asombrado por esta revelación, Remus hizo exactamente eso. Abrazó a Sirius con fuerza y besó su sucio pelo.

— Está bien, entonces, — susurró, — Me quedaré.

Después de todo, pensó, mientras Sirius se iba para darse una ducha, el alivio era evidente en su postura; ¿No haría Sirius lo mismo por él?

...

Viernes, 21 de Noviembre de 1980

Esa vez, Lily y James regresaron, como siempre; cansados, un poco más duros, un poco menos brillantes, pero por lo demás perfectamente bien. Remus siempre sentía un enorme alivio cuando alguno de sus amigos regresaba sano y salvo, y cada vez se juraba a sí mismo que no debía darlo por sentado. Pero, ¿Qué significa aquello cuando eres joven?

Habían habido muertes, muertes en la Orden, muertes de personas que conocía, pero nadie realmente cercano. Nadie a quien amaba de verdad. Los Prewett que le habían caído bien. Benjy Fenwick con el que había hablado una o dos veces. Pero no eran cercanos y sus pérdidas no lo afectaron gravemente. Comparado con otros, Remus había tenido mucha suerte.

Por supuesto, nunca te sientes afortunado en ese momento. La buena fortuna es con demasiada frecuencia algo que solo puede reconocerse en retrospectiva.

Sirius cumplió veintiuno en Noviembre. No hicieron una fiesta, pero Hagrid horneó un pastel bastante raro, aunque muy grande y delicioso, que todos comieron en el cuartel no oficial de la Orden después de la reunión regular. Alguien tomó algunas fotos, pero Remus se olvidó de intentar buscarlas.

— Es la gran cosa para los muggles, los veintiuno. — Comentó mientras se metían en la cama esa noche. — Ahí es cuando llegan a la mayoría de edad.

— ¿Para qué? Los muggles no pueden hacer magia. — Sirius frunció el ceño y bostezó.

— No, lo sé, es solo una vieja tradición, — trató de explicar Remus. — Es cuando obtienes la llave de la puerta de entrada o algo así.

— Muggles tontos. — Sirius refunfuñó, sus ojos se cerraban. — Me siento viejo.

— Bueno, no lo eres. — Remus se sentó a su lado, — Yo soy el que se está poniendo gris. Eres muy joven a los veintiuno. Muy, muy joven.

Sirius suspiró con cansancio.

— No se siente así.

Remus sabía exactamente lo que quería decir, pero no le gustaba. Todos estaban atrapados en un lugar confuso entre la adolescencia y la edad adulta; el bebé Harry solo lo había exacerbado. Había una sensación de que el tiempo se estaba acabando; de la necesidad de lograr tanto como sea posible lo más rápido posible. Peter se arrastra en su trabajo en el ministerio, siempre buscando una mejor posición; James y Lily jugando a ser padres y soldados al mismo tiempo: Remus y su estúpida manía de beber.

Al menos tenía una investigación por delante. Eso parecía ir bien, de vez en cuando Dumbledore pasaba por allí para ver cómo le estaba yendo. Y Remus descargaba tanta información como podía, con detalles, porque sabía que a Dumbledore le gustaban los detalles. El anciano asentía sabiamente, se acariciaba la barba y se sentaba en silencio, rumiando. Si llegaba a alguna conclusión o no, jamás le dijo a Remus.

Sin embargo, se sintió bien. Remus incluso sintió que se acercaba a Dumbledore por primera vez. Le gustaba ser útil. Y luego, justo antes de la luna llena de Noviembre, Remus tuvo la oportunidad de ser realmente útil.

Como de costumbre, todo pasó debido a un mensaje de Moody. Debía aparecer en unas coordenadas muy específicas el viernes 21 de Noviembre y encontrarse con Ferox allí.

— Dile que no, — dijo Sirius, molesto, — ¡Maldito Moody, él sabe que es la noche antes de la luna llena! No deberías estar haciendo sus recados cuando no estás bien.

— Jesús, me haces parecer un inválido — Remus puso los ojos en blanco. — Estoy seguro de que hay una buena razón por la que me llamó. Estaré bien, no te preocupes.

— ¿Me enviarás un patronus si pasa algo? — Sirius preguntó solemnemente. — No me importa el protocolo, solo... prométeme qué me harás saber si pasa algo.

— Estará todo bien. — Repitió Remus.

Realmente sentía que todo estaría bien. Cuando la luna llena estaba cerca, a menudo se sentía más fuerte de lo habitual y, por lo general, no tenía ataques de náuseas hasta unas horas antes de la puesta del sol.

Fue bueno salir de Londres, además; lejos del tráfico, el ruido y las multitudes. Fue bueno alejarse de los Potter, de los pañales, las charlas de bebés, el llanto y la crema de espinacas. A la hora acordada, Remus se apareció siguiendo las instrucciones que le habían dado y se encontró en un acantilado ventoso, en algún lugar muy frío y desolado.

Las olas golpeaban y rugían millas más abajo, y la alta hierba azotaba sus tobillos. Remus respiró profundamente, inhalando la sal, la tierra, el fuerte y frío aroma de las nubes. El lobo en su interior se lamió los labios, aguzando las orejas. Si. Greyback había estado aquí.

— ¡Hola! — Ferox estaba muy lejos en la distancia, un hombre con figura de palo saludándolo. Remus levantó una palma a modo de saludo, se inclinó hacia el viento y caminó penosamente para encontrarse con él.

— Hola, — dijo, sin aliento mientras se acercaba, con las manos frías en los bolsillos y la nariz congelada. — ¿Dónde estamos?

— Galloway, — dijo Ferox, alegremente. Llevaba puesta una gruesa capa de cuero, con capucha, pero su rostro todavía estaba rubicundo por el clima severo, y una niebla blanca brotaba de sus labios mientras hablaba. — Lindo, ¿eh?

Remus no estaba seguro de si estaba siendo sarcástico o no, así que solo le dio una sonrisa neutra. En privado pensaba que sí, que el paisaje era hermoso, aunque insoportable.

— Greyback ha estado aquí. — Dijo, queriendo llegar al grano.

— ¿Estás seguro?

— Cien por ciento. — Remus asintió. Ferox asintió también.

— Excelente, teníamos razón, entonces. Hay un informe de la policía muggle sobre un par de vagabundos, un hombre y una mujer, que parecían sospechosos. Entonces, ¿Crees que han estado aquí?

Remus lo consideró, respirando de nuevo,

— Sí, pero el olor es viejo... tal vez hace un día o dos.

— Bien. Entonces, ¿Demos un paseo? Así vemos si se intensifica ¿Bien?

— Está bien... — Remus no estaba seguro de cómo se sentía, siendo el sabueso de la Orden. Pero quería encontrar a Greyback tanto como cualquier otro, así que hizo lo que le dijeron.

Caminaron arriba y abajo del acantilado durante un rato, hasta que Remus pudo estar seguro de hacia dónde conducía el sendero. Mientras se dirigían cuesta abajo, alejándose del mar y hacia un pequeño camino rural, se sintió más confiado de que Livia y Greyback habían estado allí muy recientemente y comenzaron a caminar más rápido. Ferox no tuvo problemas para mantenerse al día, por supuesto; estaba tan en forma y saludable como siempre.

— ¿Qué haremos si lo encontramos a él? — Remus preguntó mientras caminaban. Tuvo cuidado de no involucrar a Livia, porque... bueno, aunque definitivamente era una asesina, no podía evitar sentir un poco más de simpatía por ella. Después de todo, ella era su hermana, de alguna retorcida y rara manera.

— Moody cree que están agazapados en algún lugar para la luna llena, — respondió Ferox, — Según mi investigación, los hombres lobo están más débiles justo después de la luna, así que esperaremos hasta entonces.

— ¿Tu investigación? — Remus le dio una mirada divertida.

— He leído un par de libros, no hay mucho en ellos, más allá del nivel EXTASIS.

— ¿Has hablado con Madame Pomfrey? Ella me cuidó durante siete años, sabe mucho — dijo Remus, tratando de no sonar demasiado impaciente. — ¿O Marlene McKinnon? Ella ha estado construyendo sus propios estudios de casos para ver si se pueden hacer avances en el tratamiento de la licantropía. O ya sabes. Puedes preguntarme a mí. Puede que sepa algo...

Ferox se rió afablemente,

— Está bien muchacho, está bien, entiendo lo que quieres decir. Es solo que no siempre hay tiempo para seguir innumerables pistas sobre un idiota como Greyback. Tengo que moverme rápido.

Remus no dijo nada, porque solo habría salido mal. Realmente odiaba criticar a Ferox, se sentía tan incómodo y vergonzoso. Lo había visto durante mucho tiempo como un ejemplo ideal de la virilidad, y no le gustaba manipular demasiado esa ilusión. Pero, honestamente, por la forma en la que hablaba, uno pensaría que Greyback era solo un delincuente cualquiera, y no una criatura asesina y un líder de un culto carismático.

El olor se había vuelto muy fuerte, ahora, y cuando llegaron a la cima de la siguiente colina, Remus pudo distinguir una gran estructura gris negruzca en la distancia. Las ruinas de un antiguo castillo: Escocia, por supuesto, estaba plagado de ellas. Ésta era una casa torre, y parecía una gran prisión cuadrada agazapada siniestramente sobre los restos de un foso pantanoso.

— Ahí. — Remus dijo, deteniéndose en seco. — Ahí es donde estará.

Ferox le dio una palmada en el hombro.

— Buen trabajo, muchacho.

...

Sábado, 22 de Noviembre

Ferox no quería que Remus estuviera presente en la confrontación con Greyback. A Remus le importó un comino eso. Sabía adónde ir y cuándo, y nada lo haría cambiar de opinión.

— Yo también voy, entonces. — Dijo Sirius, con firmeza, después de haberle sacado suficiente información a Remus.

— No, maldita sea, no. — Dijo Remus.

— Iré. Lo siento Moony, pero no hay forma de que te pierda por segunda vez debido a ese monstruo.

— No me perdiste la última vez, gran reina del drama, fue una misión — respondió Remus, — De todos modos, no puedo exponerte a ese tipo de peligro.

— Estoy en peligro todos los días, — Sirius se encogió de hombros, — De todos modos, si es justo después de la luna llena, necesitarás mi ayuda para aparecerte.

— Ya he hecho eso antes, — Remus descartó, — Es difícil, pero me las arreglaré. Además, esta no es una misión normal, no serías un respaldo, él podría usarte para llegar a mí. Él sabe quién eres. Él sabe lo que significas para mí.

— ¡¿Te hizo decirle?!

— Algo así como. Te dije que pueden leer la mente.

— Ese bastardo. Definitivamente iré contigo.

Remus había olvidado como se sentía Sirius sobre la legilimancia. Walburga lo había usado como castigo y siempre asociaría la lectura mental con la magia negra. Remus no había mencionado el hecho de que esto parecía ser un rasgo de los hombre lobo, y que, cuando se presionaba, él también podía hacerlo. Probablemente no era una buena idea mencionar eso todavía, decidió. 

Así que Sirius se salió con la suya, por supuesto, y Remus solo esperó poder protegerlo.

Fueron al Distrito de los Lagos para pasar la luna llena; un lugar que los merodeadores habían disfrutado antes, un lugar con recuerdos felices. James y Peter no fueron. James no se había unido a ellos en luna llena desde que Harry había nacido, y Remus entendía que no quería estar lejos de su familia con demasiada frecuencia. Peter les dijo algo sobre que tenía que trabajar hasta tarde y, sinceramente, Remus estaba demasiado ocupado preocupándose por la próxima batalla con Greyback como para cuestionarlo.

El lobo probablemente se la pasó bien esa noche, pero Remus no recordó mucho al respecto. Todo se perdió en una neblina roja de sangre durante la transformación, entre los ahogos, los arañazos y los gemidos mientras se retorcía a su forma humana.

— ¡Urrrgh!

— Te tengo, Moony, — Sirius lo tenía por los hombros, cubriéndole el cuerpo con una capa. Remus se obligó a abrir los ojos, sabiendo el poco tiempo que quedaba.

— Varita, — gruñó, levantándose. Sirius se lo entregó. — Tenemos que irnos, ahora — dijo Remus, apoyándose en Sirius para mantenerse de pie mientras se ponía la ropa, las manos le temblaban y buscaba a tientas los botones de la camisa y los pantalones.

— Ven, respira un poco — dijo Sirius, su voz tranquila y firme. — Agárrate a mí, vamos a aparecer juntos...

Sirius cumplió su palabra; no trató de disuadir a Remus de no ir, ni trató de decirle qué hacer. Simplemente los llevó a donde tenían que estar.

Ferox ya estaba allí.

— Hola muchachos — asintió, manteniendo la voz baja. Todavía estaba bastante oscuro bajo el cielo gris de Galloway, y las praderas estaban envueltas en franjas de niebla vaporosa, las ruinas del castillo se elevaban negras y presagiantes. Estaba silencioso, sin cantos de pájaros, sin ningún ruido. Como un lugar fuera de tiempo.

— ¿Has visto algo? — Remus preguntó, desesperado. Podía olerlos, el olor era muy fuerte.

— Escuché un poco de ruido; seguro deben de haber sido ellos transformándose. — Dijo Ferox. Le dio a Remus una mirada, — ¿Estás bien, chico? Te ves un poco verde...

— Estoy bien, — Remus tragó, — Bien. Deberíamos entrar ahora.

— Estás en lo correcto. Varitas afuera. — Ferox se enderezó y comenzó a avanzar, — Lástima que no podemos atraparlos cuando son lobos, ¿eh? — Dijo, con una sonrisa satisfecha: — Esas pieles se venden a unos pocos chelines en el mercado negro.

Remus sintió que iba a vomitar, el sudor en su espalda se volvió frío. Sirius tomó su mano en la oscuridad y la apretó, luego sacudió la cabeza y dijo bruscamente:

— No digas mierdas como esas, es repugnante.

Ferox lo miró, sorprendido, luego a Remus. Él frunció el ceño,

— Lo siento muchacho, no quise decir nada con eso.

No dijeron una palabra más mientras se acercaban al castillo. Sirius y Ferox estaban tratando de estar callados, pero Remus sabía que sonaban como una manada de elefantes acechando a Livia y Greyback, cuyos sentidos eran tan agudos como los de él, incluso después de la luna llena. Aún así, podrían estar más lentos; más débiles.

Cuando estuvieron contra la pared del castillo, Remus lo sintió. Greyback estaba esperando. El olor cambió, y su cabeza se llenó de esa espantosa voz gruñona,

"Hola, cachorro... me trajiste el desayuno, ¿verdad?"

— Él sabe que estamos aquí. — Remus susurró frenéticamente: ¡Tengan cuidado!

Ferox se tocó la frente en una especie de saludo, para demostrar que entendía. Luego dobló la esquina y entró, Remus corriendo detrás y Sirius también. Ferox tenía su varita levantada, y mientras caminaba bajo el arco roto en las sombras de las ruinas, abrió la boca; había planeado usar el hechizo de cadena de plata, para atar a los hombres lobo y contenerlos el tiempo suficiente para que los Aurores los tomaran, pero ya era demasiado tarde.

Remus estaba a solo una fracción de segundo por detrás de Ferox y vio caer la roca. Se puso rígido, luego se derrumbó en el suelo, la sangre brotando salvajemente del corte en la coronilla de su cabeza.

— ¡No! — Remus gritó, por encima de la risa de Greyback mientras la bestia convertida en hombre entraba en la luz de la mañana, su rostro lleno de alegría. Livia saltó a continuación y se abalanzó sobre Sirius, agarrando su varita y tirándolo al suelo.

— Oooooh, ¿Quién es este entonces, hermano? Hermoso, un chico tan hermoso... — gritó, sentándose a horcajadas sobre él, sosteniendo las dos muñecas de Sirius sobre su cabeza mientras luchaba. Parecía más delgada, pero obviamente estaba tan fuerte como siempre.

— ¡Déjalo ir! — Remus gruñó, levantando su varita, furioso. Luego gritó de agonía. Greyback agarró el brazo de su varita y lo giró con tanta fuerza que sintió el hueso romperse.

— ¡Remus! — Sirius gritó.

Remus estaba casi ciego de dolor y Greyback volvió a reír, dejándolo ir.

— Bienvenido de nuevo, cachorro, — ronroneó. — Cómo te he echado de menos...

— Vete a la mierda. — Remus gimió, mirando a su alrededor en busca de su varita, que había dejado caer en algún lugar.

— Ahora, ahora, — Greyback se rió entre dientes, mientras Remus se enderezaba para mirarlo, apretando su brazo roto contra su pecho. — Deberías estar a cuatro patas después de lo que me hiciste.

— ¡Mátalo, padre! — Livia se rió entre dientes. — ¡Mata al traidor de Remus Lupin, así como él mató a mi hermano Gaius! ¡Y luego yo mataré al niño bonito!

Greyback le sonrió con cariño,

— Estás llena de ideas brillantes, mi hermosa niña.

Remus aprovechó la oportunidad para mirar por encima del hombro de Greyback: Ferox se estaba moviendo. Muy lentamente; obviamente estaba herido, pero Remus vio su puño apretarse alrededor de su varita.

— ¡Vamos, pues! — Remus le dijo a Greyback, apretando los dientes por el dolor, — Mátame. ¿Y luego qué?

— ¡¿Y luego qué?! — Greyback se burló, — Luego, destrozaré a tu pequeña mascota humana, eso haré. Y le arrancaré miembro por miembro, pero no antes de divertirme con él...

— ¡Eres repugnante! — Remus respondió, ganando tiempo mientras los ojos de Ferox se abrían. Bien podría decirle a Greyback lo que pensaba de él, mientras tenía la oportunidad, — ¡Eres un asqueroso! ¡Tú no eres nada! Hablas de libertad, ¡Pero no tienes ni idea de qué es eso! ¡No eres más que un matón! ¡El perro faldero de Voldemort!

— ¡Mátalo! — Livia chilló.

El rostro de Greyback se había vuelto demoníaco de rabia, los ojos amarillos brillaban y Remus realmente pensó que ese sería el final. Cerró los ojos con fuerza y se preparó.

— ¡¿Qué?! ¡Argh! — Livia gritó de nuevo y Remus escuchó el ladrido de un perro.

Abrió los ojos para ver a Livia ser golpeada hacia atrás por Padfoot, quien gruñía (Remus nunca lo había visto gruñir antes) mostrando los dientes, echando espuma por la boca.

— ¡Padre! — Livia gritó: — Ayúdame...

Y con un destello de luz violeta, Livia guardó silencio. Sus ojos se abrieron de par en par, un gran corte negro le había cortado la garganta. Se agarró el cuello para detener el chorro de sangre, pero no sirvió de nada, era demasiado tarde.

Greyback soltó un gran rugido de angustia, pero Ferox ya estaba de pie, con la varita en alto, listo para lanzar la misma maldición de nuevo. Greyback estaba acorralado.

— Eres hombre muerto. — Le siseó a Ferox y luego, con un gruñido final, desapareció.

— ¡Mierda! — Ferox gruñó, tropezando hacia adelante, todavía dispuesto a maldecir.

Sirius era Sirius de nuevo, y estaba junto a Livia, mirándola. Remus también se acercó, sintiendo una incómoda mezcla de alivio y dolor genuino. Su capa de piel gris estaba manchada de sangre, que se veía de un color púrpura oscuro en la penumbra. Era espantoso, pero su primera preocupación era Sirius,

— ¿Estás bien? — Preguntó en voz baja.

Sirius asintió, todavía mirando hacia abajo. — ¿Tú?

— Eso creo. — Su brazo palpitaba, enviando dolores punzantes hasta su hombro; pero sabía que eso se podía arreglar. Lo de Livia no. Ferox se unió a ellos, con una mano presionada contra su cabeza justo donde la piedra lo había golpeado.

— Merlín, qué desastre. — Él murmuró. — Al menos tenemos a la perra.

— Su nombre era Livia. — Remus dijo, enojado.

De repente vio la escena como lo haría un transeúnte. Tres hombres de pie sobre su pequeño cuerpo.

Ella podría haberles arrancado el cuello a cada uno la noche anterior sin detenerse para descansar. Ella era una fuerza de la naturaleza; reina de la noche; ella había sido una de las personas más fuertes que había conocido. Ella era una de las únicas personas en el mundo que realmente entendía lo que significaba ser un lobo.

Sus ojos seguían abiertos, mirando ciegamente el ancho cielo gris. Remus se arrodilló a su lado y los cerró suavemente.

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