Capítulo 104: Sexto año: Mala luna ascendente

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Martes 1 de Enero de 1977

— ¡Aquí vienen! — Sirius estaba prácticamente brincando junto a Remus mientras veían los carruajes sin caballos acercándose a las puertas del castillo.

— Gracias a Dios. — Remus bromeó: — Por fin una conversación inteligente.

— Oh, cállate, me amas en realidad. — Sirius le dio una patada en la espinilla.

Lo hago, pensó Remus, lastimosamente, realmente lo hago. Pero, por supuesto, eso no era lo que había querido decir Sirius.

James desembarcó de los carruajes tirados misteriosamente como un soldado que regresa de la guerra. Él y Sirius se sonrieron el uno al otro, hasta que Remus pensó que eran ellos dos los que se besaban a escondidas, no Sirius y Remus. Lily y Peter bajaron del carruaje detrás, y Remus la abrazó y asintió con la cabeza.

— ¿Buena Navidad? — Lily preguntó: — ¡Gracias por los chocolates!

— Gracias por los guantes — respondió agitándolos para mostrarle — Realmente me mantienen calentito.

— Sí, gracias por los guantes, Evans — James agitó sus propias manos cubiertas de lana.

Lily se sonrojó profundamente y murmuró algo sobre no querer dejar a nadie fuera.

Antes, Remus y Sirius habían caminado solos a través de un castillo de pasillos vacíos resonando y silenciados con los susurros de los retratos y los espeluznantes fantasmas a la deriva. Pero cuando regresaron todos juntos, fue como si la escuela se transformara en un instante. Las losas vibraron con la charla de amigos reunidos, cada arco y columna se llenó de estudiantes vestidos de negro. Remus sintió que estaba despertando de un sueño extraño y silencioso.

Fue increíble lo rápido que todo volvió a la normalidad: Peter y Desdemona comenzaron una pelea casi de inmediato, Lily maldijo a James a la mitad de la cena, Mary tenía historias de su novio más reciente, y Marlene puso los ojos en blanco ante esto. Sirius solo tenía ojos para James, por supuesto, pero Remus estaba muy consciente de las miradas que estaba recibiendo de otros lugares: todas las tarjetas de Navidad sin respuesta estaban volviendo de casa listas para explotar.

— Entonces, ¿Qué hicieron ustedes dos? — James preguntó, con la boca llena de rosbif — No me dijiste mucho cuando hablamos...

Sirius y Remus se miraron el uno al otro solo por un momento, el tiempo suficiente para que Remus notara la chispa de pánico en Sirius y sonriera a James.

— Pasé la mayor parte del tiempo tratando de mantener a Padfoot fuera de problemas, obviamente.

James y Peter se rieron, y eso era todo lo que necesitaba. Sirius se recostó, los hombros se hundieron y Remus lo miró por debajo de sus pestañas. Esto no iba a funcionar. Todo era demasiado imposible.

La noche anterior, justo antes de quedarse dormido, Remus había tomado una decisión. Tenía que hablar con Sirius. La ironía no pasó desapercibida para él, que después de días y días de nada más que hablar, la solución pareciera ser hablar más. Pero esta vez haría que Sirius escuchara.

Solo necesitaba una oportunidad, que aceptó no sería fácil de conseguir. Una oportunidad, y un poco más de tiempo. Todavía no era lo suficientemente valiente. Justo ahora, cada canción que escuchaba le recordaba a Sirius; cada frase sensiblera en cada novela. Quizás no estaba listo para dejarlo todo.

Sirius ciertamente no lo estaba. Remus había intentado interrogarlo, después de que todos habían regresado por unos días, y Sirius había aceptado una invitación a Hogsmeade por parte de Emmeline Vance.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora