A: Muerte
Ese Enero, poco más de un año después del funeral de su madre, Remus asistió a otro servicio conmemorativo, esta vez para Fleamont y Euphemia Potter.
Fallecieron con unas horas de diferencia en los últimos y sombríos días de Diciembre. Su pérdida se sintió inmensamente, y no solo por los miembros de la Orden. La mansión Potter estuvo llena durante semanas con visitantes, dolientes y viejos amigos, y cada uno de ellos tenía una historia de alguna bondad que los padres de James habían realizado.
— Euphemia siempre solía decirme que podía preguntarle cualquier cosa cuando la veía en St Mungo's. — Marlene sollozó: — Era una sanadora tan brillante, desearía haberla conocido antes.
— Fueron tan amables con nosotros cuando huímos — dijo Andrómeda, sosteniendo la mano de Ted y haciendo rebotar a su hija en su cadera, — Chequeaban como estábamos todo el tiempo, se aseguraron de que nunca lucháramos por nada... simplemente no puedo creer que se hayan ido...
— Sería un orgullo para mí si algún día nuestra casa es la mitad de lo acogedora que fue la de ellos. — Agregó Arthur Weasley, limpiando sus lentes, que se habían empañado.
— Los mejores entre los magos — entonó Dumbledore en el discurso que dio en el servicio. — Eran un faro de comprensión, tolerancia, buen humor y comunidad, eran todos los valores que más apreciamos.
— Supongo que es adecuado que se hayan ido en Navidad — dijo una anciana arrugada en el velorio, — Siempre amé venir a los Potter para la fiesta del Boxing Day.
— ¡Extrañaré los pasteles de carne picada de Effie! — Añadió un anciano.
— ¡Extrañaré la cerveza casera de Monty! — Otro se rió a carcajadas. Una pequeña risa cariñosa, seguida de un tierno silencio mientras todos recordaban la ilimitada hospitalidad de los Potter.
Remus se guardó sus propios recuerdos de los Potter, porque sentía que tenía el menor derecho a reclamarlos. Aun así, nunca olvidaría que habían sido ellos quienes lo acogieron cuando se encontró sin hogar a los diecisiete años, y quienes lo ayudaron a localizar a su madre.
En cierto modo, era diferente de las muertes anteriores en la Orden, porque los Potter habían muerto a una edad avanzada y no habían sido asesinados, por lo que había más espacio para los recuerdos felices.
Aún así, seguía sin sentirse justo. El tiempo no tiene sentido, cuando se trata de las personas que amas, reflexionó Remus. Once meses no había sido tiempo suficiente con Hope, y probablemente veinte años no habían sido suficientes para James.
Sirius, Peter y Remus tomaron en silencio la decisión de unirse por James. Él había sido la fuente de la fuerza de los merodeadores desde que eran niños; había defendido o apoyado desinteresadamente a cada uno de ellos en un momento u otro, y no había duda de que había llegado el momento de devolverle el favor ahora, en su momento más oscuro.
Asumieron la tarea de saludar a la mayor cantidad posible de los llegados y mantenerlos alejados de James, que tenía bastante con lo que lidiar. Durante dos semanas completas, los tres pasaron sus días aceptando ramos de flores y potes de comida casera (los cuáles eran muy útiles porque Gully, el elfo doméstico, había estado inconsolable y se pasaba todo el tiempo acurrucado bajo el aga, sollozando y bebiendo cerveza de mantequilla). Lily manejó todo lo financiero o legal - Remus no pudo evitar admirar la rapidez con la que se dedicó a la ley de propiedad mágica - mientras Alice y Molly la ayudaron a administrar la casa y empacar las cosas que necesitaban empacar.
Fue terriblemente apropiado que 1980 comenzara con la muerte. Años más tarde, marcaría un punto de inflexión en la guerra para Remus; como si perder a los Potter hubiera sacudido los cimientos mismos de la realidad. Después de su funeral, cada vez menos cosas empezaron a tener sentido. Las cosas de las que alguna vez se había sentido seguro se volvieron inciertas, y el círculo, ya pequeño, de personas en las que confiaba y amaba comenzó a reducirse aún más.
Durante el resto de Enero, Sirius y Remus se cruzaron como barcos en la noche: uno no se levantaba hasta tarde y el otro se despertaba con el amanecer para una misión u otra. Ambos estaban decididos a compensar a James, y eso los mantuvo más ocupados que nunca. Uno o ambos iban a la casa de los Potter a dormir, o se quedaban con alguien más de la Orden, por el bien de la seguridad.
El luto por Fleamont y Euphemia además de todo eso significaba que las pocas horas que pasaron juntos estaban llenas de silencio.
Sirius había llorado el día que lo escuchó. Ambos lo habían hecho, pero el dolor era más crudo para Sirius,
— ¡No es justo! ¡No es justo! — Repitió una y otra vez, ojos salvajes y desesperados.
Remus cuidadosamente dejó a un lado su propio dolor para ser el más fuerte, y descubrió que las cosas eran más fáciles cuando enfocaba su atención en ayudar a Sirius.
Fue un trabajo muy duro, y por un tiempo pareció que no habría nada por lo que volver a sentirse feliz. Su única buena noticia salió completamente de la nada (como suele ocurrir con las buenas noticias) un domingo a principios de Febrero.
Sirius había salido con James, no en una misión, por una vez. De niños, James y Sirius se metían en la cama del otro cada vez que uno de ellos no estaba feliz. Ahora como hombres, se pasaban largas tardes recorriendo el campo en la motocicleta de Sirius. Remus no estaba celoso; en todo caso, era un alivio el no tener que ir.
Estaba pasando la tarde estudiando contra maldiciones, lo que al menos le hacía sentir como si estuviera haciendo algo útil. Había decidido tomar un breve descanso y prepararse una taza de té cuando una lechuza picoteó en la ventana de la cocina. Llevaba una nota de Lily; "¿Puedes venir antes de las cinco? Prepararé la cena." Y, por supuesto, se preparó para irse de inmediato. Además, eso era algo bueno para él; sus propios planes para la cena eran tostadas de frijoles, que ya había comido tres veces esa semana.
El frío seguía siendo crudo, la escarcha permaneció durante semanas en Febrero y la primavera tardó toda una vida en llegar. Remus estaba agradecido de poder simplemente atravesar la chimenea en su apartamento y aparecer instantáneamente en la sala de estar de los Potter sin tener que salir. Esperaba que Sirius estuviera bien abrigado; El frío del viento no era una broma a la velocidad que conducía.
— ¡Estoy aquí! — Remus llamó, sacudiendo el hollín y el polvo flu de su túnica raída.
Hieronymus, el gato, le maulló enojado: había arruinado su punto cómodo en la alfombra.
— ¡Cocina! — Lily respondió.
Remus atravesó el lugar. La casa se sentía vacía, y lo había estado durante semanas, pero la cocina estaba tan cálida y reconfortante como siempre. Lily estaba sentada en la amplia mesa de roble, leyendo un libro de recetas, su varita sostenía su cabello en un moño desordenado. Había una olla que se revolvía sola en la hornalla y algo que olía delicioso en el horno.
— Hola precioso, — ella sonrió, mirándolo.
— Hola, — dijo con la mano, — ¿Puedo ayudarte con algo?
— Si pones la mesa sería genial, — asintió con la cabeza hacia el tocador contra la pared. — Vamos a comer aquí, creo, es más acogedor.
— ¿Solo nosotros dos? — Preguntó, yendo a sacar los cubiertos.
— Cinco, en realidad — negó con la cabeza, — Peter llegará en un minuto, y los chicos no deberían tardar mucho más... bueno, eso depende de Sirius.
— ¿Eh? — Remus frunció el ceño, la nota no había mencionado a Sirius. Lily se sonrojó.
— Er... Bueno, te pedí que vinieras porque tengo que contarte algo...
Las manos de Remus comenzaron a temblar y dejó caer el cuchillo para untar que había estado sosteniendo. Ninguna noticia era buena en estos días, y había desarrollado un poco de paranoia en torno a los anuncios.
— ¡Es algo bueno! — Lily dijo, rápidamente, al ver la expresión de su rostro, — ¡Lo prometo! Es solo que, er... pensamos que podría ser mejor, James pensó que podría ser mejor, si le decía a Sirius por su cuenta, ya sabes, a solas... después de lo que pasó la última vez ...
— ¿Ultima vez? — Remus frunció el ceño. Seguramente no podrían volver a casarse. — ¡¿No se van a separar, no?!
— ¡Remus, dije que es algo bueno! — Lily se rió ligeramente. — Honestamente, siempre piensas lo peor...
Se puso de pie, quitando sus libros de la mesa. Remus la miró bien. Ella estaba un poco más gruesa alrededor de las caderas, no es que él fuera a decirle algo así a su mejor y mayor amiga. Y de todos modos, le sentaba bien, seguía siendo extraordinariamente bonita, en su opinión. Pero ella también olía ligeramente diferente.
Parpadeó y sacudió la cabeza, cerrando de golpe el cajón de los cubiertos con tanta fuerza que traqueteó, y Lily dio un salto.
— ¡Estás embarazada!
Ella se sonrojó más y asintió con la cabeza, con el rostro estirado en la sonrisa más amplia que Remus había visto en cualquier persona en meses. Sin palabras, se apresuró a rodear la mesa para abrazarla, — ¡Increíble! — Se atragantó, de repente muy emocionado, — ¡Brillante! ¡Dios mío, Lily!
— ¡Lo sé! — Ella chilló: — ¡El parto será en Julio! ¡No tienes idea de lo difícil que ha sido mantener todo en secreto!
Remus dio un paso atrás para darle espacio y secarse los ojos.
— ¿Fue por Sirius?
— No solo por eso… — concedió,
— Queríamos un período de duelo adecuado… Euphemia y Fleamont lo sabían, por supuesto. Fue desgarrador contárselos. Pero tengo que admitir que estoy un poco preocupada por cómo se lo tomará Sirius...
— ¡Si dice algo más que felicitaciones, le daré una paliza! — Remus dijo, ferozmente. Lily se rió,
— Tendrás que ponerte en la cola detrás de mí y de James.p
Remus se rió, todavía secándose los ojos, y fue a poner la mesa. Tan pronto como hubo dejado el último plato, se escuchó un rugido retumbante en la distancia, acercándose. Lily lo miró y se mordió el labio. Él solo le sonrió
— Estará todo bien.
Sirius había estado estacionando su bicicleta en el patio trasero últimamente. Remus a menudo se preguntaba qué pensaría Euphemia de eso, pero, por supuesto, nunca podría negarle nada a su niño de ojos azules, y habría perdonado las marcas de neumáticos embarrados en su césped con maternal indulgencia.
Las puertas del patio se abrieron con un traqueteo y Sirius entró, con el pelo todavía azotado por el viento, la nariz y las mejillas rosadas por el frío. Sonreía, sonreía tanto que el corazón de Remus dio un vuelco, y sintió aquel viejo enamoramiento de un colegial resurgir en él.
— ¡Señora Prongs! — Sirius fue directo hacia Lily, con los brazos abiertos, y la envolvió, besando la parte superior de su cabeza, — ¡Malditamente brillante!
Remus suspiró aliviado y fue a estrechar la mano de James, que había entrado detrás de Sirius, con el pelo y la bufanda volando, el rostro quemado por el viento brillando como un rayo de alegría.
— ¡Un niño! — Fue todo lo que Remus pudo pensar en decir: — ¡Vas a tener un maldito niño!
James se rió, agarrando su mano,
— Estás malditamente en lo correcto, Moony.
— ¡Siéntate! — Sirius sacó una silla para Lily, acomodándola, — Merlín, Moony, ¿Qué clase de caballero eres, dejando que Lily haga todo el trabajo en su condición?
— Oi, — Remus frunció el ceño, — Puse la mesa...
— Estoy bien, de verdad, — Lily se rió tontamente, — Pero si ustedes chicos quieren servir la cena, no tengo problema. El cordero está en el horno, James, ya debería estar listo.
Así que los tres se apresuraron por la cocina, haciendo un poco más de ruido y desorden de lo que probablemente era necesario. Sirius comenzó a silbar 'Kooks', James abrió una botella de champán para brindar (y una cerveza de mantequilla para Lily) y Remus solo sonrió hasta que le dolieron las mejillas, viendo a sus amigos felices juntos.
Entonces llegó Peter, y todo comenzó de nuevo, su felicidad se multiplicó mientras se sentaban a una perfecta cena familiar. Era justo lo que todos necesitaban.
— ¡¿Cómo sucedió?! — Peter exclamó, limpiando la salsa con su último pudín de Yorkshire.
— Bueno, Wormtail. — sonrió Sirius, — Cuando una bruja y un mago se aman mucho...
— Cállate — se rió Peter, pateándolo debajo de la mesa, — Sabes lo que quiero decir...
— Simplemente sucedió, — James se encogió de hombros, — Puede que nos hayamos descuidado un poco en Halloween...
— ¡James! — Lily le dio una ligera palmada en el brazo con el dorso de la mano, — No hay necesidad de detalles, estoy segura de que Moony no quiere escuchar todo eso.
— ¿Por qué yo? — Remus frunció el ceño.
— Oh, bueno... ya sabes, sé que prefieres ser discreto sobre... um... — Lily buscó las palabras. Remus se cruzó de brazos, mirándolos a todos con fingida indignación.
— ¡Todos ustedes piensan que soy un mojigato!
Todos se echaron a reír, y Sirius le dio una palmada cariñosa en el hombro.
— No te preocupes, Moony, simplemente no te conocen como yo te conozco.
— ¿Qué se supone que significa eso? — Comenzó Peter, pero Remus, viendo hacia dónde se dirigía la conversación, intervino rápidamente.
— ¿Ya tienes alguna idea de cómo se va a llamar?
— No, en realidad no — dijo Lily, todavía riendo, — Un solo apellido estaría bien, pero...
— Hagas lo que hagas, — dijo Sirius, — Llama al pobre niño algo normal. Nada de constelaciones, por el amor de Dios.
— Salud por eso — Remus levantó su vaso y lo vació. Era el tercero, pero no creía que nadie se hubiera dado cuenta y, además, estaban celebrando.
— ¿Cuándo sabrás qué es? — Peter preguntó
— No lo llamaremos Peter, — bromeó James.
— ¡Pido ser padrino! — Gritó Sirius.
— ¡No se puede pedir ser padrino! — Peter dijo, indignado.
— Ya lo hice. — Sirius sacó la lengua.
...
Y así, como de costumbre, fueron James y Lily quienes lograron sacar a todos de ese sombrío invernal, justo a tiempo para la primavera. Los merodeadores y sus amigos afrontaron el resto del año con ojos frescos y un propósito renovado. Porque luchar en una guerra era una cosa, pero luchar por el futuro hijo de los Potter hacía que cada desafío pareciera más valioso.
Es más, no eran los únicos que celebraban una buena noticia. Arthur y Molly dieron la bienvenida a otro hijo pelirrojo en Marzo, y Alice anunció que ella y Frank también estaban esperando para el verano.
— ¡Imagina eso! — Mary dijo, recogiendo las tazas de té y de café que habían quedado después de una reunión de la Orden, — Sus hijos crecerán juntos e irán juntos a Hogwarts... es algo lindo, ¿no?
Remus asintió con la cabeza. Habría dado cualquier cosa por haber sido criado por cualquiera de estas personas; de haber podido tener una infancia rodeada de magia, amor y risas.
Nunca antes había pensado mucho en los niños; su propia infancia había sido tan desastrosa que no creía estar en condiciones de ser padre. Pero ver a James y Lily hacerlo; eso en realidad sonaba bastante bien.
Por supuesto, el entusiasmo de Remus por 'Baby Prongs' palideció en comparación con la abrumadora emoción de Sirius.
— ¡Va a ser muy divertido, Moony! — balbuceó, viniendo una tarde de Mayo de otro viaje de compras improvisado, — ¡Imagínate a todos en escobas! ¡El equipo de Quidditch de la Orden del Fénix!
— Eh... ¿Cuántos años debe tener un niño para montar en escoba? — Preguntó Remus, mirando nerviosamente sus paquetes. Ninguno de ellos tenía forma de escoba, pero nunca se sabía con Sirius.
— Estos son en su mayoría libros y ropa, — le aseguró Sirius, riendo ligeramente, — Y algunos juguetes, solo pequeñas cosas...
— Van a consentir tanto a este niño... — Remus gruñó.
— Bien, — Sirius sacó la lengua. — No le hace ningún bien a nadie ser criado sin alegría, ¿No es así, Moony? — Levantó una ceja y Remus agachó la cabeza, avergonzado, y nunca volvió a regañar a Sirius por eso.
...
En Junio, después de la luna llena, Remus fue invitado a otra reunión con Moody y Ferox. Un año mayor y más sabio, pidió no encontrarse con ellos en la oficina del Auror esta vez. Estuvieron de acuerdo, no tenían muchas opciones. Remus se había vuelto muy frívolo sobre su papel como oficial de enlaces no oficiales con hombres lobo, y probablemente se notaba. Al menos Moody ya no lo mandaba mucho.
Se vieron en un pequeño pub para trabajadores en las afueras de Derby. Remus llegó primero y se sirvió una pinta, luego se sentó con un periódico que había recogido en la estación de tren. Sacó la página con el crucigrama y la dobló cuidadosamente en el bolsillo del pecho. A Sirius le gustaba hacer crucigramas.
Eligió un asiento en la parte de atrás del pub, porque era silencioso, pero también porque el asiento era un banco de madera de respaldo alto, lo cual era bueno para su espalda. Todavía estaba adolorido por la última luna, y trató de sentarse derecho.
Ferox llegó unos minutos después.
— ¿Todo bien, Kev? — Asintió, sentándose en el taburete de tres patas frente a Remus.
Todos habían recibido instrucciones de comenzar a usar nombres falsos cuando estaban en asuntos de la Orden, en caso de que alguien los escuchara. Remus no le gustaba demasiado el nombre 'Kevin', pero tenía que admitir que probablemente era mejor que su propio ridículo nombre. Cuando los merodeadores se enteraron por primera vez de los nombres en clave, querían usar Paul, John, George y Ringo, pero Moody les dijo que era demasiado obvio.
— Hola, Norman. — Remus asintió a Ferox.
— El señor Thompson no tardará.
— Bien. ¿Quieres beber algo?
— No, estoy trabajando.
Remus se encogió de hombros y tomó un trago de su propia cerveza. Ferox lo miró con expresión tranquila. — Entonces, — preguntó su antiguo maestro, — ¿Qué tal los trucos?
— Oh, ya sabes, — Remus se encogió de hombros de nuevo, — Todos estamos haciendo lo que podemos.
— Escuché que has estado ocupado, tienes un don para la seguridad, ¿eh?
— Sí, he estado ayudando a Alice… er… Steffi. Lo siento.
Ferox se rió bruscamente del error de Remus,
— No te preocupes por eso. Es una tontería, de todos modos. Aún así, la seguridad es un buen talento para tener, ¿eh? ¿Es algo que te gustaría hacer para el ministerio, tal vez? ¿Después de que todo esto termine?
— ¿Alarmas de seguridad? — Remus frunció el ceño. Realmente no lo había pensado antes. — No sé, no es realmente... quiero decir, quiero ayudar a la gente, obviamente, pero no estoy seguro si... la gente no quiere a alguien como yo en sus hogares.
— Ánimo, muchacho, — dijo Ferox, amablemente, — No todo es pesimismo.
Remus bebió de nuevo. Casi había terminado y se preguntana si tendría tiempo para una segunda pinta. Probablemente no. No era muy profesional. Sin embargo, era técnicamente medicinal: le dolía mucho la espalda.
Moody, 'Mr Thompson', llegó unos momentos después. Parecía más demacrado que nunca. La guerra parecía afectarlo físicamente, había acumulado más cicatrices que cualquiera que Remus conocía (excepto él mismo, tal vez). Además, había perdido más partes del cuerpo; si Moody no era más cuidadoso, pensó Remus, terminaría como el viejo profesor Kettleburn.
— Kevin, Norman, — Moody asintió con la cabeza hacia ambos.
Llevaba ropa muggle, o al menos su aproximación. Una camisa hawaiana llamativa combinada con pantalones acampanados de color amarillo mostaza de aspecto antiguo. Remus tuvo que concentrarse para mantener la cara seria.
— Voy a ir directamente a los negocios, — dijo, tomando el tercer taburete alrededor de la mesa. — Se le ha vuelto a ver. Quién ustedes saben.
Eso significaba Greyback. Remus tragó, asintiendo.
— ¿Dónde?
— Fuera de Dublín. Creemos que ha mantenido un perfil bajo; está lamiendo sus heridas, pero todavía está al mando de ya sabes quién.
Remus asintió de nuevo. Sabía que Greyback no sería derrotado tan fácilmente; siempre había sabido que eventualmente se volverían a encontrar.
— La buena noticia es, — dijo Ferox, aprendiendo: — Que no ha estado reclutando; todas las fuentes parecen decir que la mayoría de su manada lo ha abandonado.
— ¿Fuentes? — Remus lo miró con dureza.
— Bueno, — sonrió Ferox, — hice un pequeño viaje a la isla esmeralda la semana pasada.
— ¡¿Tú que?! — Remus estaba conmocionado por esta noticia. — ¡Podrías haber muerto!
— Cálmate, muchacho, — dijo Moody, poniendo su palma sobre la mesa. — Norman ha estado en este caso desde que eras un niño. Él sabe lo que está haciendo.
— Ah, solo se preocupa, ¿verdad, Kev? — Ferox le dio un codazo.
Remus no respondió. ¿Cómo podía decirles a estos dos hombres, que eran mayores, más experimentados, más sabios y probablemente más poderosos que él, que estaban siendo unos idiotas? Era completamente ridículo que incluso quince años después de la muerte de Lyall Lupin, el ministerio continuara subestimando a Greyback. Se negaban a aprender algo de sus errores.
— Debiste decírmelo. — Dijo finalmente. — Podría haberte ayudado. O aconsejado, al menos.
— No fui solo, no te preocupes, — sonrió Ferox, — Me llevé al joven Daniel conmigo, quiero decir, eh... no, mierda, lo olvidé...
— ¡¿Danny?! — Remus se resistió, aún más alarmado, — Pero...
— No fue nada personal, — dijo Moody, — sabes más sobre ellos que nadie, pero después del año pasado, eres demasiado cercano a ellos, demasiado reconocible para la manada. No podíamos arriesgarnos.
— Ojalá me lo hubieras dicho. — Remus repitió, aunque sabía que no lo estaba llevando a ninguna parte.
— Te lo estamos contando ahora.
Remus frunció los labios. ¡Danny McKinnon! Greyback debía de estar riéndose de ellos; simplemente no tenían idea.
— ¿Entonces, qué? — Preguntó, sabiendo que ahora estaba visiblemente irritado. — ¿Qué necesitan de mí?
— Bueno, sabemos que está en movimiento. Salió de Dublín después de la última luna llena, sin dejar rastro. Él y una joven.
— Livia — dijo Remus.
— ¿Tú sabes quién es ella?
— Lo más probable es que sea ella, — asintió Remus, — Ella es su partidaria más leal, nunca lo abandonará.
— ¿Podría darnos una descripción de ella? Daniel captó un olor, pero no la vimos. — Ferox dijo, ansiosamente.
Remus asintió.
— Ok. Pero tienen que decirme, la próxima vez...
— Bien, bien, — Moody negó con la cabeza con impaciencia, — Te mantendremos informado, siempre que sea posible y dentro de lo razonable. Ahora, ¿Qué puedes decirnos sobre esta perra de Livia?
Remus les dijo todo lo que sabía. Sintió que estaba volviendo a pisar territorio antiguo, pero de todos modos nadie podría escucharlo. Explicó cómo se veía Livia, eso era bastante fácil, no era una bruja de aspecto ordinario.
— Los atraparemos, muchacho, no te preocupes, — dijo Ferox mientras estrechaba la mano de Remus antes de irse. Había perdido completamente el punto.
No habían rastreado la manada de Castor, si es que todavía eran una manada. Moody pensaba que se habían ido del país, y Remus esperaba que así fuera. Esperaba que nadie los volviera a encontrar. Para cuando todos estuvieron listos para irse, Remus sentía que necesitaba otro trago, mejor dicho otra pinta, le dolía la espalda con cada paso que daba, amenazándolo con darle un espasmo total. Y estaba de muy mal humor.
Se apareció de regreso a Londres y abrió la puerta de su casa con tanta fuerza que el pomo golpeó contra la placa de yeso.
— ¡Maldita sea! — Sirius saltó de su asiento en el sofá.
Remus parpadeó, avergonzado.
— Lo siento. No sabía que estabas aquí.
— ¿Qué pasó?
— ¡Maldito Moody! ¡Maldito Ferox! — Remus hizo una mueca mientras se quitaba la chaqueta.
— ¿Todavía te duele la espalda? — Sirius ladeó la cabeza con simpatía. — Ven aquí. — Se arrastró hacia atrás en el sofá, levantando las rodillas para que Remus pudiera sentarse frente a él.
Remus lo hizo y cerró los ojos, suspirando agradecido mientras Sirius comenzaba a frotar sus hombros con firmeza, exprimiendo el dolor con sus hábiles dedos.
— ¿Qué pasó? — Él preguntó: — Ellos no... no tienes que ir de nuevo, ¿verdad?
— No, — dijo Remus, — No, solo... no sé, ¿Alguna vez has sentido que todos piensan que eres un niño idiota que no sabe nada?
— Nadie piensa eso. — Sirius lo tranquilizó.
— Sé que ustedes no lo hacen, pero... uf. Simplemente no me escuchan. Sé más sobre los hombres lobo que nadie en la Orden. ¡Soy el hijo pródigo de Greyback, por el amor de Dios!
— No digas eso. — De repente, Sirius envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Remus, acercándolo y apretándolo, como si estuviera a punto de salir disparado. — Si Moody y Ferox te mantienen alejado de ese monstruo, entonces bien.
Remus se inclinó hacia Sirius y no dijo nada más.
...
Will you stay in our lovers’ story?
If you stay, you won’t be sorry,
‘cuz we believe in you.
Soon you’ll grow, so take a chance
On a couple of kooks, hung up on romancing
31 de Julio de 1980
— ¡Remus, despierta! — Sirius lo sacudió con fuerza.
— Vete a la mierda. — Remus gruñó, cubriéndose la cabeza con el edredón, — Es la mitad de la noche.
— ¡¿A quién le importa?! ¡Vamos, es hora! Baby Prongs, él... o ella... lo que sea, está en camino.
— ¡¿Qué?! — Remus se sentó muy erguido en la cama, — ¡Mierda!
— ¡Ese es el espíritu! — Sirius vitoreó, — ¡Vístete!
Remus se levantó de la cama y se vistió tan rápido que tropezó dos veces con las perneras del pantalón, golpeándose la cabeza con el tocador.
— Ay. — Gruñó, frotándose la frente mientras se unía a Sirius en la sala de estar.
— Tonto, — dijo Sirius con cariño, — Que suerte que Marlene está allá ¿No?
— Tengo la sensación de que estará ocupada...
Sirius entró en la chimenea, agarrando un poco de polvos flu. Justo cuando estaba a punto de tirarlos, le dio a Remus una mirada divertida, ladeando la cabeza, — Moony, tu camisa está del revés. Mansión de los Potter.
Y con un resplandor de llama verde, se fue. Remus miró su camisa. Los botones estaban en el interior. Maldita sea. Ah, bueno, tenía demasiado sueño y estaba demasiado nervioso para resolverlo ahora. Tomó un puñado de polvo flú y luego se dirigió a la chimenea.
Salió en la sala de estar de los Potter, que en ese momento parecía la sala de espera de una estación de tren. Gully entró corriendo, con los brazos llenos de mantas, y Mary, Peter, Sirius y Arthur Weasley estaban de pie, hablando.
— ¡Remus! — Mary le dio un abrazo rápido. — Tu camisa está al revés — dijo, pasando una mano por su pecho.
— ¿Hay noticias? — Preguntó.
— James envió un patronus a Marlene hace unas dos horas; ella se estaba quedando en mi casa para estar más cerca de San Mungo, así que yo también vine. Han estado arriba desde entonces, les pregunté si había algo que pudiera hacer, pero ya sabes cómo es Marls cuando tiene un trabajo que hacer...
— ¿James también está arriba? — Remus miró al techo con nerviosismo. Nunca lo diría, pero le horrorizaba el parto. No estaba cien por ciento seguro de lo que implicaba, aparte de muchos gritos y probablemente también sangre.
— ¿Crees que necesitan algo? — Dijo Sirius, vagando hacia las escaleras.
— La señorita McKinnon lo tendrá todo bajo control —dijo Arthur, alegremente— James no hará nada más útil que tomar la mano de Lily, te lo prometo. Siéntense muchachos, me temo que tendremos que esperar mucho.
Todos lo hicieron, en silencio. Había una atmósfera divertida, nadie excepto Arthur había experimentado este tipo de preocupación antes, y Remus estaba muy contento de que él estuviera allí. Mary se levantó y corrió las cortinas. Era el pico del verano, y el sol ya estaba lleno en el cielo, los pájaros cantaban y el lechero muggle silbaba mientras hacía sus rondas.
— ¿Alguien quiere té? — Remus dijo, sintiendo la necesidad de hacer algo útil. Miró a Peter, que estaba apoyado en su codo, asintiendo con la cabeza, — ¿O quizás café?
— Eres muy bueno, Moony, — Sirius asintió, — Yo te ayudaré.
En la cocina, encontraron que Gully ya había preparado las cosas para el té y había puesto un poco de agua a hervir en la gran tetera de cobre sobre la estufa, por lo que Remus y Sirius solo necesitaron molestarse con el café. Hicieron esto en silencio, aunque Remus miró a Sirius una o dos veces y no pudo evitar sonreír ante la emoción juvenil que vio allí.
Justo cuando estaban a punto de llevar las bandejas a la sala de estar, una puerta de arriba se abrió de golpe y se oyeron pasos en el rellano.
— ¡¿Padfoot?! — La voz de James.
— ¡¿Prongs?! — Sirius corrió hacia el pasillo, inclinándose sobre la barandilla de la escalera y mirando hacia arriba. Remus se apresuró a unirse a él, y Peter no se quedó atrás.
James los miró con la cara enrojecida, los ojos brumosos y radiante.
— ¡Es un niño!
Harry. Ese era el nombre que habían elegido, según Marlene, quien bajó a aceptar agradecida una taza de té y se hundió lentamente en el sofá. Tenía ojeras oscuras, pero de todos modos les sonrió a todo el mundo.
— Entrega ultrarrápida — murmuró, bebiendo lentamente la infusión lechosa, — ¡Veinte minutos de parto activo!
— ¡Quizás sea un cazador, como James! — Peter dijo ansiosamente.
— ¿Lily está bien? — Preguntó Mary.
Marlene asintió, — Por supuesto que lo está. Nada detiene a Evans.
— Me iré, entonces, — dijo Arthur, poniéndose de pie y abrochándose la capa raída — Ya he estado lejos de Molly y los chicos demasiado tiempo, le haré saber a Dumbledore las buenas noticias, por supuesto.
Todos se despidieron. Una vez que se fue, Sirius fue a las escaleras de nuevo para mirar hacia arriba.
— Sirius, amor, — dijo Marlene bruscamente, — dales un poco de tiempo a solas, ¿eh? Tiempo familiar.
— Oh, ok — Él asintió con la cabeza, se volvió hacia la habitación y se apoyó en el marco de la puerta. Miró al vacío durante un rato y, por una vez, Remus no pudo adivinar lo que estaba pensando. Sirius negó con la cabeza lentamente y dijo, — Harry Potter — muy bajo.
— Creo que es un buen nombre. — Mary dijo alegremente. Ella miró a Marlene y ahogó una risita, — Mejor que Neville, ¿eh?
Marlene también se rió, culpable, — Oh, no me lo recuerdes, apenas pude mantener la cara seria cuando Frank me lo dijo.
Remus se levantó y fue a pararse con Sirius. Entrelazó sus dedos.
— Eres un padrino — susurró. Sirius volvió la cabeza hacia Remus, sonriendo,
— Sí — asintió con la cabeza, — ... caray, realmente espero no estropearlo.