All the young dudes - español

By zszyam

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¡ESTA HISTORIA NO ES MÍA, PERTENECE A MsKingBean89 EN AO3, SOLO LA TRADUZCO Y ADAPTO! Historia completa (los... More

Capitulo 1: Primer año: St Edmund's
Capítulo 2: Primer año: El expresso de Hogwarts
Capitulo 3: Primer año: Las elecciónes
Capitulo 4: Primer año: Luna llena
Capitulo 5: Primer año: Pociones
Capitulo 6: Primer año: Venganza
Capitulo 7: Primer año: Merodeadores
Capitulo 8: Primer año: Secretos
Capitulo 9: Primer año: Cicatrices
Capitulo 10: Primer año: Historia
Capítulo 11: Primer año: Cumpleaños, libros y los Beatles
Capitulo 12: Primer año: Navidad 1971
Capitulo 13: Primer año: Lectiuncula Magna
Capitulo 14: Primer año: La broma
Capitulo 15: Primer año: Consecuencias
Capitulo 16: Primer año: Astronomía
Capitulo 17: Primer año: Doce
Capitulo 18: Primer año: Revisión
Capitulo 19: Primer año: Fin de la escuela
Capitulo 20: Verano 1972
Capitulo 21: Segundo año: Regulus Black
Capitulo 22 Segundo año The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders From
Capitulo 23: Segundo año: Hermandad
Capitulo 24: Segundo año: Pociones, de nuevo
Capitulo 25: Segundo año: horas después
Capitulo 26: Segundo año: Quidditch
Capitulo 27: Segundo año: Un compromiso de cumpleaños
Capitulo 28: Segundo año: Suposiciones
Capitulo 29: Segundo año: Luna de Diciembre
Capitulo 30: Segundo año: Navidad con los Potter
Capitulo 31: Segundo año: Sirius regresa
Capitulo 32: Segundo año: Gryffindor vs Slytherin
Capitulo 33: Segundo año: Descubrimientos
Capitulo 34: Segundo año: Trece
Capitulo 35: Segundo año: ¿Que hay en un hombre?
Capitulo 36: Amor y matrimonio
Capitulo 37: Segundo año: Exámenes
Capitulo 38: El largo último día (parte 1)
Capitulo 39: Segundo año: El largo último día (parte 2)
Capitulo 40: Verano 1973
Capitulo 41: Tercer año: De vuelta a casa
Capitulo 42: Tercer año: Animales fantásticos
Capitulo 43: Tercer año: El mercado negro de Hogwarts
Capitulo 44: Tercer año: Hogsmeade
Capitulo 45: Tercer año: Noble y más antigua
Capitulo 46: Tercer año: El Slung club
Capitulo 47: Tercer año: James Potter y la mierda abultada de elefante
Capitulo 48: Tercer año: Sirius cumple catorce
Capitulo 49: Tercer año: Conozcase usted mismo
Capitulo 50: Tercer año: Philomena Pettigrew
Capitulo 51: Tercer año: The man who cried wolf
Capitulo 52: Tercer año: Confianza
Capitulo 53: Tercer año: Davey Gudgeon
Capitulo 54: Tercer año: Marlene
Capitulo 55: Tercer año: Greyback
Capitulo 56: Verano 1974
Capitulo 57: Cuarto año: Una tormenta en camino
Capitulo 58: Cuarto año: Competencia
Capitulo 59: Cuarto año: Septiembre
Capitulo 60: Cuarto año: Octubre
Capitulo 61: Cuarto año: Noviembre (parte 1)
Capitulo 62: Cuarto año: Noviembre (parte 2)
Capitulo 63: Cuarto año: Diciembre
Capitulo 64: Cuarto año: Navidad
Capitulo 65: Cuarto año: Enero
Capitulo 66: Cuarto año: Febrero (parte 1)
Capitulo 67: Febrero (parte 2)
Capitulo 68: Cuarto año: Marzo
Capitulo 69: Cuarto año: Abril
Capitulo 70: Cuarto año: Separaciones
Capitulo 71: Cuarto año: Junio
Capítulo 72: Verano 1975
Capítulo 73: Quinto año: dinero
Capítulo 74: Quinto Año: Dolor
Capítulo 75: Quinto Año: La sorpresa
Capítulo 76: Quinto Año: Moony & amigos
Capítulo 77 : Quinto Año: Hermoso
Capítulo 78 : Quinto Año: Deseando y Esperando
Capítulo 79 : Quinto Año: Luna celosa
Capítulo 80 : Quinto Año: Fue la noche antes de Navidad
Capítulo 81: Quinto año: imperdonable
Capítulo 82: Quinto año: Consecuencias
Capítulo 83: Quinto año: Enero
Capítulo 84: Quinto año: Sentimientos heridos
Capítulo 85: Quinto año: Bombas de estiércol y armario de escobas
Capítulo 86: Quinto año: Dulces dieciséis
Capítulo 87: Quinto año: La mañana siguiente
Capítulo 88: Quinto año: Punto muerto
Capítulo 89: Quinto año: La semana anterior
Capítulo 90: Quinto año: Búhos
Capítulo 91: Quinto año: La semana después
Capítulo 92: Quinto año: Cierre
Capítulo 93: Verano 1976: Londres
Capítulo 94: Verano 1976: Los Potter
Capítulo 95: Verano 1976: Charlas de Paz
Capítulo 96: Sexto año: Septiembre
Capítulo 97: Sexto año: Octubre
Capítulo 98: Sexto año: Halloween
Capítulo 99: Sexto año: Fiestas y pústulas
Capítulo 100: Sexto año: Límites
Capítulo 101: sexto año: Nueva normalidad
Capítulo 102: sexto año: tartas de carne picada
Capítulo 103: sexto año: Doce noches
Capítulo 104: Sexto año: Mala luna ascendente
Capítulo 105: Sexto año: Derramando secretos
Capítulo 106: Sexto año: Una larga noche
Capítulo 107: sexto año: Negociaciones
Capítulo 108: Sexto año: Mary, Mary
Capítulo 109: Sexto año: Heniokhos
Capítulo 110: Sexto año: Diecisiete
Capítulo 111 : Sexto Año: Separación
Capítulo 112 : Sexto Año: Apariciones
Chapter 113: Sexto Año: La caja
Chapter 114: Verano 1977: Parte uno
Chapter 115: Verano 1977: Parte dos
Chapter 116: Verano 1977: Parte tres
Capítulo 117 : Verano 1977: Parte cuatro
Capítulo 118 : Verano 1977: Parte cinco
Capítulo 119: Séptimo Año: De regreso a la escuela.
capítulo 120: séptimo año: truenos
capítulo 121: séptimo año: compra de plumas
capítulo 122: séptimo año: la mente maestra
capítulo 123: séptimo año: el caer de la oscuridad
capítulo 124: Séptimo Año: Navidad (Parte uno)
capítulo 125: séptimo año: navidad (parte dos)
capítulo 126: séptimo año: navidad (parte 3)
Capítulo 127: Séptimo año: responsabilidades
Capítulo 128: Séptimo año: Preparación
Capítulo 129: Séptimo año: Instinto
Chapter 130: Séptimo año: Castor
Capítulo 131: séptimo año: interludio
Capítulo 132: Séptimo año: Víctimas
Capítulo 133: Séptimo año: domingo por la tarde
Capítulo 134: Séptimo año: San Valentín 1978
Capítulo 135: Séptimo año: bromas internas del Merodeador
Capítulo 136: Séptimo año: Juegos mentales
Capítulo 137: Séptimo Año: Remus el mártir
Capítulo 138 : Séptimo Año: Esperanza
Capitulo 139: Séptimo Año: Borrachos
Chapter 140: Séptimo Año: Ideas brillantes
Capítulo 141: Séptimo año: Star star
Capítulo 142 : Séptimo Año: Visitas al hospital
Capítulo 143 : Séptimo Año: Colapso
Capítulo 144 : Séptimo Año: Decisiones
Capítulo 145 : Séptimo Año: Lo que nos falta
Capítulo 146 : Séptimo Año: Superego
Capítulo 147 : Séptimo Año: Noche y día.
Capítulo 148: Séptimo Año: La final
Capítulo 149 : Séptimo Año: Legado, parte uno.
Capítulo 150: Séptimo Año: Legado, parte dos.
Capítulo 151 : La guerra: Julio, 1978.
Capítulo 152 : La guerra: Infiltración
Capítulo 153 : La guerra: Frente interno
Capítulo 154: La guerra: Otoño, 1978
Capítulo 155: La guerra: Invierno, 1978-1979
Capítulo 157: La guerra: Manada
Capítulo 158: La guerra: Cautivo
Capítulo 159: La guerra: Sumisión
Capítulo 160: La guerra: Infantería
Capítulo 161: La guerra: Luna sangrienta
Capítulo 162: La guerra: La historia de Moony
Capítulo 163: La guerra: Finales de la primavera, 1979
Capítulo 164: La guerra: Verano de 1979
Capítulo 165: La guerra: Dulce et Decorum est
Capítulo 166: La guerra: Otoño, 1979
Capítulo 167: La guerra: Invierno, 1979
Capítulo 168: La guerra: Primavera y verano de 1980
Capítulo 169: La guerra: Otoño e invierno 1980
Capítulo 170: La guerra: Invierno de 1980 y primavera de 1981
Capítulo 171: La guerra: Triaje
Capítulo 172: La guerra: Verano, 1981
Capítulo 173: La guerra: Otoño, 1981
Capítulo 174: Armisticio
Capítulo 175: 1982
Capítulo 176: 1983
Capítulo 177: 1985
Capítulo 178: 1986
Capítulo 179: 1987
Capítulo 180: 1989
Capítulo 181: 1990
Capítulo 182: 1991
Capítulo 183: Verano 1993
Capítulo 184: Verano 1994
Capítulo 185: Principios de 1995
Capítulo 186: Verano 1995: Grant
Capítulo 187: Verano 1995: Sirius
Capítulo 188: Hasta el final

Capítulo 156: La guerra: El Cuartel General del Auror

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By zszyam

A: contenido sexual al final del capítulo.

Lunes, 8 de Enero de 1979

— ¿Puedes dejarme ir contigo? Por favor. — Fue lo último que dijo Sirius cuando Remus dejó el piso el lunes por la mañana temprano.

— Estaré bien. — Remus negó con la cabeza, tratando de darle a Sirius una sonrisa tranquilizadora. No le dijo lo que estaba pensando, que era; '¡¿Cómo diablos se vería eso?!'

Ya era bastante malo que lo hubieran llamado a la cuartel oficial de Moody en el Ministerio; ¿Qué pensaría él si Remus llevara a su novio en busca de apoyo moral?

Aún así, Remus tuvo que admitir que tuvo dificultades para dejar su pequeña y acogedora casa esa mañana. Apenas había salido del dormitorio desde que regresaron del funeral, ni hablar de vestirse o de salir del departamento. Para ir al Ministerio, tenía que usar una túnica formal por primera vez desde la escuela, lo que le ayudó un poco, al menos así podría integrarse más.

La entrada de visitantes del Ministerio de Magia estaba a unos veinte minutos a pie del Soho, y Remus encontró el paseo matutino más agradable de lo que esperaba. Era un día de Enero fresco y frío, y su aliento se volvió blanco en el aire invernal. Peter estaba allí para recibirlo.

— Hola Moony — Wormtail le sonrió, dándole una palmadita incómoda en el brazo — ¿Cómo estás?

— Oh, ya sabes. — Remus se encogió de hombros. El dolor era algo gracioso. Nunca sabía si lo estaba haciendo bien.

— ¡No puedo esperar a que sea sábado!

— Sí, yo igual.

La luna llena caería el día trece. Hasta ahora, desde Hogwarts, los merodeadores se habían salido con la suya apareciendo (Peter iba con alguno) en los lugares más remotos posibles y transformándose allí. Hasta ahora habían estado en Brecon Beacons, las Hébridas Exteriores, Dartmoor y el Bosque de Dean. Nadie en la Orden había dicho algo al respecto, aunque Remus supuso que ellos asumían que todos estaban registrados.

Peter y Remus ingresaron al ministerio a través de una cabina telefónica. Peter tenía estar allí, porque después de que Remus hubiera declarado el motivo de su visita, una pequeña placa plateada de visitantes cayó de la ranura de cambio del teléfono. Wormtail lo recogió rápidamente y murmuró el encantamiento para convertirlo en metal, antes de dárselo a Remus.

Bajaron al atrio del ministerio, que estaba lleno de actividad. Era un salón enorme, más grande que Gringotts, con hileras de chimeneas alineadas en las paredes. Las luces verdes destellaban intermitentemente desde cada hogar mientras los magos y las brujas llegaban al trabajo.

Peter condujo a Remus a través del puesto de seguridad, donde su varita era pesada por un mago de espíritu mezquino con una larga barba. Remus estaba increíblemente agradecido de tener un amigo con él, y secretamente estaba contento de que fuera Peter, callado y afable, en lugar de Sirius, quien tenía una tendencia de sobreproteger a Remus cuando se trataba de la comunidad mágica.

Luego pasaron a otro pasillo con un conjunto de ascensores y entraron en el más cercano.

— Tienes que ir al nivel dos — explicó Peter alegremente — Yo estaré en el nivel cuatro de la Autoridad de la Red Flu. ¿Necesitas que te muestre dónde está la oficina del Auror?

Remus pensó que le gustaría mucho pedirle ayuda a Peter, si tan solo Peter no estuviera disfrutando tan claramente de tener la ventaja.

— No — sonrió — Me las arreglaré. Gracias.

Peter le dedicó una sonrisa amable al salir del ascensor. Remus asintió con la cabeza y la puerta se cerró.

Casi de inmediato, el megáfono anunció: “Nivel dos, Departamento de Aplicación de la Ley Mágica; también se encuentra la Oficina mágica del uso indebido de la magia, el Cuartel General del Auror y los servicios de administración de Wizengamot."

Remus salió del ascensor y se dirigió al pasillo. Las puertas del ascensor se cerraron detrás de él con un 'ping' y Remus se quedó allí por unos momentos, sorprendido. Era un pasillo muy ajetreado, magos y brujas caminaban de un lado a otro, algunos enfrascados en una conversación, otros garabateando apresuradamente notas en trozos de pergamino, y algunos de ellos murmurando para sí mismos. Sobre su cabeza, aviones de papel violeta volaban de aquí a allá, revoloteando hacia las puertas de las oficinas que se alineaban en el pasillo.

Deseó no haber sido tan orgulloso, y haberle pedido a Pete que lo acompañara a la oficina correcta. Tenía que haber una señal en alguna parte...

— ¡Lupin! — Una voz fuerte y familiar retumbó. Remus se dio la vuelta con algo de alivio y sonrió, mientras veía a Ferox correr hacia él, con la mano levantada en señal de saludo.

— Hola —dijo.

— ¿Estás perdido? ¡Ven conmigo!

Remus siguió a Ferox por el pasillo, pasando por oficina tras oficina hasta que llegaron a una puerta elaborada con un marco de madera tallada. "Cuartel general del Auror."

— ¿Nervioso? — Ferox lo miró de reojo. Remus miró hacia atrás.

— ¿Se nota mucho?

Ferox se rió y le dio una palmada en el hombro.

— Me preocuparía si no lo estuvieras. Vamos, es solo Moody. — Y empujó la puerta para abrirla con una mano grande, la otra todavía en el hombro de Remus, como para evitar que huyera.

De niño, Remus había tenido algo de experiencia con la aplicación de la ley muggle. Solo por cosas tontas como huir del Hogar o ser atrapado 'causando disturbios', lo que generalmente significaba que estaba en un lugar público en el que otras personas preferirían que no estuviera. La policía se comportaba de manera dura contigo una vez que te registraban y sabían que eras de St Edmund, te llamaban cosas y te metían en su auto, o te lanzaban amenazas de violencia física no explícita si no hacías lo que te decían. Como resultado, Remus nunca se había sentido muy cómodo con las figuras de autoridad, incluso si era un chico más refinado hoy en día.

No estaba seguro de cuán similares eran los Aurores a la policía muggle. Hasta ahora solo había conocido a Moody, Frank y Alice. Moody era completamente aterrador, pero Remus ya lo conocía de hace mucho, y se había acostumbrado a él. Alice y Frank eran personas muy amables y serias, pero claro, no sabían lo que él era en realidad.

El interior del cuartel estaba muy ocupado, con filas de escritorios divididos en cubículos. Habían carteles de criminales, mapas mágicamente encantados y listas impresas en tablones de anuncios por todas partes de las paredes, y notas zumbando de un lado a otro. Pero lo más sorprendente para Remus era el aroma increíblemente concentrado de magia fuerte, y también de magia oscura.

Ferox, con la mano todavía en el hombro de Remus, lo condujo hacia un escritorio cerca de la esquina trasera, que tenía el mejor punto de vista sobre el resto de la caótica oficina.

El escritorio de Moody y los estantes que lo rodeaban estaban llenos de extraños y maravillosos dispositivos mágicos; telescopios vibrantes, cristales brillantes, orbes zumbantes extraños. El propio Moody estaba inclinado sobre un mapa. Olvidando sus nervios, Remus miró por encima del hombro para observar (nunca había superado su interés en la cartografía) y Moody ladró:

— Nunca te acerques sigilosamente a un Auror, Lupin.

Remus saltó hacia atrás, alarmado, y Moody se volvió hacia él, sonriendo. Su ojo loco giró enfermizamente en su cuenca.

— Leo — Moody extendió la mano y estrechó la de Ferox, luego la de Remus. — Me alegra ver que eres amable y puntual. Toma asiento.

Hizo un gesto hacia un asiento largo cubierto de terciopelo contra la pared de su cubículo que no había estado allí hace un momento. Remus y Ferox se sentaron mientras Moody lanzaba un hechizo que silenciaba el ruido a su alrededor, creando una burbuja de paz alrededor de su escritorio que no era muy diferente a los encantos silenciadores de James y Sirius.

Remus se sintió aliviado por el silencio, pero el hechizo de Moody no había hecho nada para mitigar el abrumador aroma de poder que llenaba sus fosas nasales, nadaba por su garganta y llenaba su pecho con una gloriosa y rica magia almibarada. Trató de relajarse, y dejar que el aroma se penetrara en él en lugar de luchar contra él, pero de todos modos se sentía ligeramente ebrio de poder.

— Una vez más, Lupin — dijo Moody con brusquedad, sentándose en su silla de oficina que parecía un lujoso sillón de cuero verde, pero que giraba sobre un eje. — Lamento lo de tu pérdida. Nunca conocí a Hope, pero...

— Está bien. — Remus dijo rápidamente — Yo tampoco la conocía.

Estaba ansioso por mantener a su madre fuera de cualquier conversación que tuviera hoy. No tenía fuerzas para dos cosas a la vez, y si Moody tenía una misión para él, esa tenía que ser su principal preocupación.

Moody, que era un excelente Legilimente o simplemente extremadamente astuto y empático, asintió con valentía y continuó.

— Directo al negocio, entonces. — Él dijo: — Buen muchacho. — Se giró levemente en su silla para recoger el mapa que había estado mirando y se lo entregó a Remus.

Remus lo tomó con entusiasmo y miró. Era un mapa de Gran Bretaña e Irlanda, pero no como los que había visto antes: no había carreteras marcadas, ni pueblos ni ciudades, solo las zonas boscosas, pintadas con manchas de tinta de color verde musgo. Algunas de estas manchas parecían brillar y centellear, como si hubieran estrellas escondidas debajo de las ramas de los árboles.

— Lo conseguí de la oficina de Control de Criaturas Mágicas — explicó Moody — Gracias a Ferox. ¿Sabes lo que es, muchacho?

— Es... — Remus vertió sobre él, — ¿Son todos los bosques con magia en ellos? ¿O criaturas mágicas?

— Exactamente. — Moody asintió, luciendo muy complacido con él — Hemos notado que la mayoría de los avistamientos de hombres lobo en los últimos años han sido en bosques encantados, bosques con una población más densa de criaturas mágicas. Ahora, eso podría significar que están esperando información para ya sabes quién, o que hay otras criaturas trabajando con ellos...

O porque el olor de toda esa magia natural es demasiado bueno para resistirlo, pensó Remus, su propia sangre burbujeando como champán solo de los veinte o más poderosos magos cercanos. No dijo esto, por supuesto, por su propio bien.

— ... y durante las últimas dos lunas llenas ha habido mucha actividad aquí. — Moody señaló con un dedo regordete y lleno de cicatrices a un punto del mapa, en algún lugar de la región central.

— ¿Por qué me dices esto ahora? — Remus preguntó: — ¿Si los has estado siguiendo durante meses?

— Es el momento. — Moody dijo, mirándolo con una mirada dura, un ojo azul, otro marrón. — Greyback está en el país por primera vez desde los años sesenta; ha sido confirmado.

— Oh. — Remus frunció los labios para sofocar la rabia dentro de él, levantándose como una cobra, mostrando sus dientes; ¡¿Dónde está él?! ¡Llévame con él ahora mismo! — De acuerdo.

— La última vez que hiciste contacto volviste con buena información — continuó Moody — aquellos que quieran unirse a Greyback necesitan transformarse con la manada tres veces, ¿Verdad?

— Mm. — Remus asintió. Quería levantarse y caminar, o hacer algo físico, pero no podía permitir que Ferox o Moody supieran que algo andaba mal.

— ¿Y la próxima luna llena es el sábado, no?

Remus asintió. Miró a Ferox, luego a Moody de nuevo.

— ¿Quieres que vaya a hacerlo ahora? Para empezar a... a...

— Solo por las lunas — dijo Ferox, su voz tranquila — Solo hasta que confíen en tí.

— Pero una vez que confíen en mí — dijo Remus, mirando sus manos — Entonces... Tendré que conocerlo, ¿No es así?

— Iremos viendo cómo van las cosas. — Moody dijo, eligiendo sus palabras con cuidado. — Tenemos tres meses para planificar eso.

— Ok.

Remus no sabía qué más decir. Tenía la cabeza llena y los nervios en carne viva. Sentía que estaba a punto de estallar, pero por alguna extraña razón se quedó allí sentado como un educado estudiante, escuchando a Moody exponer el plan.

Le dieron muchas reglas. Tendría que ir solo. Podría llevar su varita, pero nada más. No podía decírselo a nadie, ni siquiera a los demás miembros de la orden, ni siquiera a sus mejores amigos. Ferox comenzó a sugerir cosas que Remus podría decir o hacer para que la manada confiara en él, pero Remus lo ignoró. El sabia que hacer.

— Te acompañaré, ¿De acuerdo, Lupin? — Dijo Ferox finalmente, con una nota de paternal amabilidad.

— Gracias — dijo Remus, levantándose rápidamente.

— Eres un hombre de pocas palabras, Lupin — dijo Moody, levantándose también, extendiendo su mano una vez más para que Remus la estrechara — Pero tengo toda la esperanza en tí. Te enviaré las coordenadas antes del sábado. Asegúrate de estar en casa para recibirlas.

Remus asintió sin comprender, estrechando la mano que le ofrecía. Tal y como lo había llevado, Ferox condujo a Remus fuera del Cuartel General de los Auror.

— ¿Estás bien, muchacho? — Preguntó Ferox, una vez que estuvieron fuera de las puertas. El pasillo estaba un poco más tranquilo de lo que lo había estado a las nueve en punto.

— Sí. Estoy bien.

— Si hay algo que crees que necesitas, si quieres que le pida a Moody algo que te ayude, simplemente debes...

— ¿De qué servirá? — Remus preguntó, de repente, deteniéndose en medio del pasillo. Movió el pulgar y lanzó un muffliato, sin ningún esfuerzo. Ferox parpadeó, sorprendido.

— ¿De qué servirá qué?

— ¿El que conozca a Greyback? He conocido a tres miembros de su manada hasta ahora, y solo he empeorado las cosas cada vez que lo hecho.

— Eso no es cierto. Nos ha proporcionado información extremadamente valiosa.

— Si la he brindado — dijo Remus — entonces quiero saber para qué la usarán.

— Para ganar la guerra, Remus. — Ferox negó con la cabeza.

— Cuando conocí a Castor el año pasado — dijo Remus, su voz muy baja, pero más por la ira que por el deseo de ser discreto — Me dijo en términos inequívocos que estaban planeando un ataque. Le dije a Dumbledore, ¿Y qué pasó? Nada. El ataque sucedió. Así que, volveré a preguntar. Si estoy recopilando información para la Orden, si estoy arriesgando mi vida para hacerlo, entonces quiero saber para qué. Obviamente, no es para salvar vidas.

—Remus, esa fue una situación extremadamente complicada...

— Explícame entonces.

— No podíamos actuar, no podíamos dejar que los hombres lobo supieran que le estabas diciendo algo a Dumbledore, teníamos que preservar tu conexión con ellos.

— ¡¿Qué?! — Remus lo miró fijamente — ¡Personas murieron! ¡Gente cuyas vidas se arruinaron! ¡¿Por mi culpa?!

— No lo tienes que ver de esa forma.

— ¡¿Cómo lo verías tú?! ¡Confié en él! ¡Pensé que estaba haciendo lo correcto!

— ¡Remus, cálmate!

Remus se dio cuenta de que no podía. Deseó poder aparecerse en ese mismo momento, pero no pasó nada cuando lo intentó, por lo que marchó hacia el ascensor.

— No me sigas. — Le gruñó a Ferox, quien mantuvo las puertas abiertas, impidiéndole irse.

— Necesitas tranquilizarte y entender, niño. — Dijo Ferox, de forma muy seria. — Esta es la guerra. No es noble y no siempre se trata de salvar vidas individuales. Tienes que acostumbrarte a eso a tiempo para el sábado.

— No te preocupes. — Remus volvió la cabeza, mirando el panel de botones. Las puertas comenzaron a cerrarse, rechinando ruidosamente mientras Remus usaba su fuerza mágica contra el músculo físico de Ferox. — Estaré listo.

Las puertas se cerraron, Ferox apartó los dedos en el último segundo, y Remus comenzó a moverse hacia arriba, de regreso al mundo real.

...

Remus salió de la cabina telefónica de la entrada de visitantes y se quedó parado frente a su propia puerta: había almacenado toda la magia sobrante como una batería, y solo necesitaba tener el más mínimo deseo y la magia haría el resto. Recordó la maldición que Snape le había lanzado a James, y que Remus había desviado el último día de clases. Esa podría ser una habilidad útil, si pudiera depender de ella.

No solo estaba lleno de magia, sino que su temperamento había alcanzado el punto de ebullición ahora que estaba en casa. Era una sensación peculiar, similar a los momentos antes de la transformación, justo antes de que el dolor adormecedor se activara. Un aullido anhelante, casi animal. Dios, necesitaba... necesitaba...

— ¡¿Sirius?! — Irrumpió por la puerta, gritando. No tuvo suerte, el piso estaba vacío. Remus soltó un gruñido frustrado y pateó la pared, haciendo un agujero en la placa de yeso. — Mierda. —Él murmuró. 'Sirius, ven aquí', pensó.

Presionó su palma contra la parte superior de la pared y forzó un poco de magia. El agujero en la base de la pared se cerró de inmediato, gracias a Dios. No fue suficiente. Tenía más; necesitaba ventilarlo, una válvula de liberación. Se quitó la túnica y luego el jersey, arrojándolos sobre el sofá, paseándose por la habitación con su fina camiseta y pantalones. Podría salir a correr. Podría aparecer en el Distrito de los Lagos durante unas horas y simplemente correr como un loco. Podía convertir la pared en una esponja y comenzar a golpearla hasta que se quedara sin energía. Podría beber hasta el olvido. Siempre que hiciera algo.

— ¡¿Moony?!

La puerta principal se abrió y allí estaba Sirius.

— ¡Estás aquí!

— Sí, lo más extraño — Sirius cerró la puerta detrás de él. Olía a gasolina, aceite de motor y cuero, y Remus sintió que se tensaba al instante. Oh. Eso funcionaria. — Estaba trabajando en la moto por la ruta, y luego… no sé, podría haber jurado que escuché tu voz. Pero si acabas de regresar, entonces no pudo haber sido...

Remus no pudo soportarlo más, cruzó la habitación en dos zancadas y empujó a Sirius contra la puerta, besándolo con fuerza. Sirius le devolvió el beso, ansioso por complacerlo como siempre. Remus presionó más fuerte, tomando las hermosas muñecas blancas de Sirius, untadas con aceite, sosteniéndolas y empujando una rodilla entre sus piernas. Comenzó a besar el cuello de Sirius, luego, mordió la suave carne allí, y Sirius jadeó.

— Maldita sea, ¿Estás bien?

— Mmm. — Remus gimió — Solo quiero...

Sirius movió su cadera levemente, presionando el rígido pene de Remus. Se sentía como electricidad, y Remus casi perdió el control por completo, apretando las muñecas de Sirius, cerrando sus ojos de golpe mientras luchaba por aguantar. No fue el único que lo sintió.

— Mierda —jadeó Sirius, impotente en el agarre de Remus— ¿Fuiste tú? Te sientes... que ... qué está...

— Magia — logró balbucear Remus, con los ojos aún cerrados, rodando la frente contra el hombro de Sirius mareado — Había tanta... yo solo... um...

Y de repente era Sirius quien tenía el control, había cambiado las tornas y ahora estaba llevando a Remus al dormitorio, y gracias a Dios el piso era pequeño, y gracias a Dios ya no había necesidad de usar encantos de silencio o tener todo bajo secreto, porque este simplemente no era el momento.

— Te necesito — le dijo Sirius incoherentemente, quitándose la camisa y luego tirando de la de Remus, huellas dactilares negras y grasientas por todas partes — Necesito sentirte en todas partes...

— Sí — respondió Remus, intoxicado — Sí, sí, sí...

Lo que sea que sintiera, sabía que Sirius también podía sentirlo, mientras empujaba la magia hacia afuera, llenando la habitación con ella, encendiendo cada toque.

Remus gimió cuando su piel desnuda finalmente llegó y Sirius cerró los ojos y se estremeció. Agarrándose sus dedos y apretando los dientes. Cualquier sentimiento de preocupación o vergüenza fue borrado por el calor que estalló entre ellos. Remus cedió y no pensó en nada más mientras se arqueaba egoístamente y se apoyaba contra Sirius, quien seguía susurrando febrilmente — Oh Moony, Moony... — una y otra vez. Su ritmo feroz aumentó a medida que comenzaron a tensarse y contraerse. Jadeando mientras el mundo explotaba, durante unos maravillosos segundos todo se puso blanco.

Eso no fue suficiente. Tuvieron que ir dos veces más antes de que Sirius estuviera satisfecho, y Remus todavía sentía que podía correr un maratón.

— Si planeas visitar el Cuartel del Auror de nuevo. — dijo Sirius con voz ronca — Voy a necesitar una advertencia.

— Per... — Remus comenzó, pero Sirius se tapó la boca con una mano, sonriendo.

— No te atrevas a disculparte. Quiero decir, maldita sea.

Remus se rió, apartando su mano. Hizo un gesto perezoso con la mano hacia la ventana y esta se abrió, dejando entrar el aire fresco del invierno.

— Wow — Sirius arqueó las cejas — ¿Cuánto tiempo dura eso?

— Se está yendo — dijo Remus, cerrando los ojos. Lo estaba; podía sentir que su corazón se ralentizaba, sus músculos se relajaban. — La última vez con la maldición de Snape, todo se drenó, así que supongo que cualquier tipo de magia contraria funciona.

— Bueno, preferiría esto a maldecirte... — Sirius se dio la vuelta y acarició la cadera desnuda de Remus.

— Mm. — Remus murmuró de acuerdo, con los ojos aún cerrados.

—Entonces... — dijo Sirius, su mano en el mismo lugar ahora, su voz más solemne — ¿Todo fue o realmente bien o realmente mal en el ministerio...?

— Ambos. — Remus se cubrió la cara con los brazos. — ¿Tenemos que hablar de eso?"

— Sí, creo que sí.

Remus suspiró profundamente. Se sentó y tomó sus cigarrillos.

— Greyback está en Inglaterra. — Él empezó.

Sirius se sentó de inmediato, frunciendo el ceño. Sacó un cigarrillo de la caja que Remus le tendió, se lo puso entre los labios, lo encendió y miró a Remus muy seriamente.

— Cuéntamelo todo.

Y Remus lo hizo.

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