𝟏𝟓. 𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐀𝐒
11 DE JUNIO DE 1978
El último día de clases había llegado y con ello, comenzaba el plan de escape de Regulus. Al día siguiente, a las doce del medio día, partía el tren de vuelta a casa. Hogwarts, como cada año, era un completo caos. Los estudiantes preparaban sus maletas y se aseguraban de que no les faltase nada. Además, se despedían de sus amigos y profesores más queridos. Los de último año se despedían de ese lugar por última vez.
Los merodeadores se despedían de la única manera que podían ser recordados para siempre: con una gran broma, que provocase un gran escándalo.
Como cada año, cada casa hacía su propia despedida. Casualmente, los merodeadores estaban cerca de las mazmorras, mientras que james se ponía la capa de invisibilidad con intenciones no muy buenas. Ya con esta puesta, se acercó a lo creyó la entrada a la sala común de Slytherin. Espero pacientemente a que venga algún alumno de dicha casa para poder escuchar la contraseña. Luego de lo que para él fueron horas aunque en realidad fueron solo minutos, una chica de rubia cabellera, no de muy alta estatura, que creyó que debía ser de los primeros años, dijo la contraseña. Los demás rápidamente se acercaron y decidieron empezar a interrogarlo.
— Entonces, ¿cual es? — preguntó el de las cicatrices.
— ¿Cual es que?--- dijo el azabache confundido.
— ¿Cómo que “qué”? La contraseña, tarado. — dijo Sirius indignado.
— ¡Ay! La olvide.--- exclamó con una sonrisa inocente, aunque de igual manera recibió golpes de sus tres amigos.
— Ire yo.--- propuso Remus y rápidamente tomó la capa y se cubrió con ella.
Después de un aproximado de cinco minutos, Remus volvió con una expresión de éxito. Pero antes de decirla, le dió un golpe a James.
— ¿Como pudiste olvidar algo tan facil, idiota? La contraseña es Esmeralda.
Buscaron sus cosas y los cuatro se escondieron debajo de la capa de invisibilidad aunque agachándose para no ser vistos y se acercaron para entrar. Pero antes, vieron una cara familiar huyendo del lugar. Regulus se alejaba rápidamente hacia la casa de los tejones.
Mientras tanto, Regulus había aprovechado su último día en el colegio para estar con su novia, a quien no veía tan seguido por ocultar su relación. Era el día perfecto para juntarse, ya que todos iban a estar despidiéndose por lo que nadie iba a notar su ausencia.
— ¿Sabes? Ahora que ya está terminando el año escolar me puse a pensar en todo lo feo que hice o dije a lo largo de mi estadía en Hogwarts, todo para encajar en una estúpida familia.
1972, comienzo de primer curso
En la plataforma 9 ¾, Un sonriente chico de cabello negro se fue corriendo hacia sus amigos gryffindor dejando atrás a su familia. Un serio chico de similar aspecto se quedó con sus padres quienes lo amenazaban sobre con quien juntarse y en qué casa quedar.
— Recuerda nuestras palabras. Nada de traidores o mestizos, y mucho menos sangres sucias. Esas escorias ni siquiera deberían ser permitidas. No son iguales a nosotros. — le dijo su madre, haciendo cara de asco hacia una familia cerca de ellos. En la cual había tres personas con aspecto de muggles.
Aquella familia también despedía a su hija. Los padres eran muggles, por lo que no entendían nada acerca de a donde aquel tren la llevaría. La madre abrazaba fuertemente a su hija, mientras que su padre, miraba todo con una mueca de desagrado.
— Hija, mandanos cuando llegues una carta. — le dijo su madre.
— Si, como sea, Athena tienes que subir al tren.--- apuró su padre, como si quisiera irse rápidamente.
El mismo chico, preocupado por dentro pero inexpresivo por fuera está pacientemente esperando su turno para que el sombrero seleccionador asigne su casa.
— Black, Regulus- llamó McGonagall. La mujer de serio semblante le llamó e inmediatamente luego de que el se sentara, posó el sombrero en su cabeza.
— Interesante… Un Black, si no mal recuerdo tu hermano estuvo aquí un año antes… ¿Tendrás su mismo destino?..--- Regulus, en su cabeza, repetía la palabra “no'' .--- ¿No quieres ir con él? Tienes algunas cualidades de Gryffindor, pero no creo que encajes muy bien allí. También cuentas con una gran inteligencia, digna de Ravenclaw, pero no… Ya veo… Te pondré en ¡SLYTHERIN!
Sintió un alivió en el pecho cuando escuchó eso, aunque también tenía miedo, ya no tenía escapatoria, debía encajar para sobrevivir. Regulus fue hacia la mesa mientras todas las serpientes le aplaudían.
— White, Athena.
Athena subió al banquillo y se sentó. Estaba muy nerviosa, había leído mucho acerca de Hogwarts antes de entrar. De igual manera, no sabia como seria la selección. Para su suerte, ya que su apellido empezaba con W, era de las últimas en ser seleccionada. Ya con el sombrero en su cabeza, empezó a escuchar una voz dentro de su cabeza.
— ¿Hija de muggles, verdad? Veo que eres muy inteligente. Podrías encajar muy bien en Ravenclaw, pero tu amabilidad y bondad superan aquella sabiduría. Estarás perfecta en ¡HUFFLEPUFF!
La chica corrió alegre a una mesa llena de amarillo y negro, todos ahí aplaudiendo como bienvenida a su nueva miembro.
Regulus siguió a sus prefectos, estos al llegar a las mazmorras dijeron la contraseña y entraron. Allí había un par de alumnos, el supuso que los demás ya estarían en sus cuartos. Los prefectos, comenzaron un discurso hacia las nuevas serpientes.
— Para encajar en Slytherin, deberían saber que no hablamos con sangre sucias o traidores. — dijo la chica.
(N/A: sabemos que los slytherins no son así, pero por la época y el contexto decidimos hacerlo de esta forma. También tengamos en cuenta que muchos tal vez pasaban por lo mismo que Regulus.)
Regulus estaba saliendo de la clase de pociones cuando un rubio de segundo año perteneciente a la casa Gryffindor, Alexander Smith, se interpuso en su camino, chocándo lo y tirando sus cosas al suelo.
–Fijate por donde caminas, estupido traidor de sangre– le gritó el Slytherin y se fue dejando al otro sin habla.
–¿Por qué esa cara larga?-- Preguntó una pelirroja Hufflepuff que pasaba por ahí.
— Un Slytherin me dijo traidor. Odio que la gente me llame así.
— A mí me suelen decir "sangre sucia". Pero intenta que no te afecte, no le hagas caso.
—Eres nacida de muggles, no?
–Si…
— ¿Fuiste tú? Recuerdo que ese día Alexander estaba como triste.
—Sí, me arrepiento cada día de esa reacción, pero fui yo.
Regulus realmente quería enmendar sus acciones y aunque no sabía como hacerlo, Athena lo ayudaría, porque ella sabía que sus errores no lo definían.
Nota de la autora:
¡Hola! ¿Cómo están? Esperamos que les haya gustado y si es así ¡Voten y comenten!
Volvimos después de unos meses con esta historia. Realmente esperamos que les guste este capítulo.
Ya que ambas estamos de vacaciones, queremos intentar publicar más.