Al volver en sí, Harry miró alrededor de un salón que le resultaba familiar antes de girarse para enfrentarse a un rostro elfo sorprendido a escasos centímetros del suyo. "¿Quién eres tú para atravesar las vallas erigidas por Mistress y la noble casa de los Black?", susurró el elfo. Gruñendo, Harry se incorporó y miró a Kreacher con expresión tranquila.
"Kreacher, me llamo Harry Potter. He atravesado los pabellones porque soy el heredero de Sirius Black, tu amo encarcelado. ¿Está la señora Black disponible para hablar con los invitados?"
El elfo se quedó inmóvil, aturdido por la rapidez de los acontecimientos, y cerró los ojos mientras sentía la magia de la casa y cómo se enroscaba alrededor de aquel niño. "La señora Black ya no vive... joven amo. Kreacher ha estado solo estos últimos meses". Harry asintió.
"¿Puedes sentirme como el Heredero, Kreacher?" El elfo asintió. "Bien. ¿Podrías traerme una comida ligera a esta habitación, y preparar un dormitorio de invitados de tu elección? Necesitaré quedarme aquí algunos días, como mínimo".
La sospecha se reflejaba claramente en el rostro arrugado: no era un muchacho, a pesar de su aspecto. Pero los guardias lo habían aceptado y no parecía tener malas intenciones hacia la casa. "Sí, joven Maestro. Kreacher lo hará".
Harry se recostó en el sofá y cerró los ojos, luchando contra el dolor de cabeza. "Gracias, Kreacher". El elfo desapareció con un crujido y Harry suspiró, levantando la mano para masajearse las sienes. Una poción para el dolor de cabeza y un reconstituyente general de formulación más antigua aparecieron junto a su codo y él sonrió. "Gracias".
Descorchando la poción para el dolor de cabeza con el pulgar, Harry aspiró profundamente y la retuvo. Hecha hace unos quince o veinte años y conservada en estasis. Ingredientes de alta calidad, potencia razonable, gran habilidad para prepararla. Deberia tener un 90% de efectividad. Se la bebió de un trago y dejó el reconstituyente a un lado hasta que le proporcionaron comida y pudo investigar su núcleo. La poción podría interactuar peligrosamente si quedaba algo del poder del árbol.
Levantandose, Harry se dirigio con pies temblorosos a un lavabo situado al otro lado de un pasillo en penumbra y se salpico la cara con agua fria del grifo. Cogio una toalla, se la paso por el pelo y se dio unas palmaditas en la cara antes de incorporarse y mirarse en un espejo plateado manchado por la edad.
Un Harry Potter delgado y pálido le devolvió la mirada, con una vívida cicatriz en la frente y el pelo alborotado, vestido con harapos. Parecía tener seis o siete años, aunque Harry nunca había pasado mucho tiempo con niños. Frunció el ceño ante el reflejo. "Nueva prioridad número uno: arreglar esto". Se negó a permanecer en aquel cuerpo atrofiado ni un minuto más de lo necesario.
Lo ideal habría sido eliminar la mancha del horrocrux del Señor Tenebroso de su núcleo antes de hacer nada para alterar su edad, pero sin la ayuda de un mago adulto, Harry no podría hacerlo.
Pero eso estaba bien. Ya había vivido hasta los diecisiete con esta cosa una vez, podía hacerlo de nuevo. De vuelta al salón, encontró a Kreacher sirviéndole una sopa ligera y un bocadillo, y sonrió en señal de agradecimiento.
Sentándose y cogiendo una cuchara, Harry empezó a tomar la sopa y miró al elfo, que lo observaba con intenso escrutinio. "Puedes sentir que no tengo la edad que aparento, ¿verdad?". El elfo se sobresaltó, luego asintió y miró al suelo. "Puedes estar tranquilo, Kreacher. No te castigaré por hacer preguntas, y no necesitas castigarte a ti mismo. Tienes razón". Dando otro mordisco a la sopa y cogiendo el bocadillo, que parecía ser de pepino, miró al elfo.
"Viví una vida antes de ésta, Kreacher. Era investigador experimental de pociones y ayer morí en un accidente de pociones. Tenía ochenta y cuatro años. Desperté esta mañana en este cuerpo. ¿Qué año es?"
El elfo no sabía qué pensar de esta historia. "Es 1988, joven Maestro".
Harry se quedó pensativo. "Siete años. Kreacher, dudo que me creas, pero ¿me permites que te lo demuestre?". El elfo no dijo nada, y Harry continuó. "¿Quién preparó las pociones que me trajiste?".
El elfo sonrió. "La ama las preparó. Era muy hábil con las pociones. Muchos de la familia Black lo son".
Harry asintió. "¿Tiene un laboratorio de pociones en esta casa? ¿Un almacén de ingredientes?"
El elfo parecía confuso. "Por supuesto."
Harry le clavó la mirada. "Tráeme un caldero de basalto, un frasco de veneno de basilisco y el medallón del amo Regulus". El veneno estaba al alcance de la mano, era raro y fabulosamente caro, pero si alguna familia lo tenía, serían los Black.
Kreacher no se había movido. "¿Qué desea el joven amo con el medallón del amo Regulus?"
Harry miró al elfo y volvió a ponerse en pie. "Vamos a destruirlo, ahora mismo, Kreacher. Tú y yo, en esta misma habitación".
El elfo entrecerró los ojos y desapareció sin decir palabra, y un caldero apareció a los pies de Harry, de color gris oscuro y con las marcas de haber sido construido a mano. Harry asintió con la cabeza antes de que el elfo volviera a entrar en la habitación, con el medallón de Slytherin en una mano y un frasco medio lleno de líquido transparente en la otra. "Este es uno de los ingredientes más caros de la señora, joven amo".
Harry asintió. "Entiendo, Kreacher. Sé dónde podemos conseguir más, si es necesario".
Extendiendo una mano imperiosa hacia el elfo, Harry cogió el medallón que tenía en la mano e hizo un gesto hacia el caldero, creando una protección a su alrededor. La misma que había erigido antes de su desafortunada poción del día anterior, ahora que lo pienso. Pero el veneno de basilisco no era tan potente como la fusión nuclear. Debería estar bien.
Depositó el medallón en el fondo del caldero, se volvió e hizo una seña al elfo para que se acercara. "Te has ganado el derecho de cumplir la orden del Maestro Regulus, Kreacher. Atraviesa el pabellón y vierte todo el frasco en el caldero, y regresa rápido. ¿Entendiste?" El elfo asintió tembloroso y dio un paso adelante, claramente renuente pero igualmente dispuesto a destruir esa cosa que tanto lo había irritado.
El medallón tembló, pero de él no brotó ninguna forma espiritual; el horrocrux tal vez estaba confundido por la magia del elfo que tenía delante, más que por la de una bruja o un mago. Kreacher salpicó el relicario con el veneno, jadeando cuando empezó a silbar y a espumar al entrar en contacto con el oro. Una sustancia negra, como la sangre del corazón, empezó a filtrarse por el medallón y se oyó un leve grito. Harry tiró del elfo hacia atrás con manos cautelosas -si el medallón iba a explotar, ése sería el momento-, pero no ocurrió nada más. El medallón se desintegró, nadó en un charco de veneno y se quedó inmóvil.
Kreacher cayó de rodillas y empezó a llorar, mirando fijamente el caldero. Harry conjuró un pañuelo de seda y se lo entregó antes de desterrar el caldero, el veneno y el medallón con un gesto de la mano. "Kreacher. Has hecho un gran servicio a la casa Black destruyendo ese medallón. No sólo al amo Regulus, sino a mí y a tu difunta señora. Tienes mi sincero agradecimiento. Te procuraré otro caldero de la misma calidad para que lo reemplaces en sus almacenes".
El elfo no dio señales de haber oído, exhalando grandes suspiros y sonándose la nariz con el pañuelo. Harry se levantó y caminó hacia la puerta, dirigiéndose a la biblioteca del piso de arriba. A su debido tiempo, Kreacher le enseñaría el laboratorio de pociones. Necesitaba refrescar su memoria sobre la poción Envejecimiento Permanente y volver a su poder adulto. El cuerpo de este niño ya había durado demasiado.
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Publicación del capitulo 04: 09/12/22
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