Mente Maestra la saga

By Magic13chio

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No tengo nombre. No tengo un pasado. No tengo recuerdos. Ellos me buscan. Otros me cazan y otros... More

La Mentalista
1.- Mi nombre es Azul.
2.- El despertar.
3.- Los túneles.
4.- Cicatrices.
5.- Mi reflejo.
6.- Primer contacto.
7.- Sin respuestas.
8.- Asesina
9.- Comunicación.
10.- Miedos
11.- Sayuri
12.- Conexión.
13.-La mejor banda del mundo.
14.- ¡Esta viva!
15.- Alianzas
16.- Categorías
17.- Casa
18.- Caminos peligrosos.
19.- Adiós.
20.- Confusión.
21.- Invasión.
El Cazador
1.- Aún es primavera.
2.- Fuera de tiempo.
3.-Preguntas.
4.- Pasadizos.
5.- Dolor.
6.- Odio.
7.- Serpientes y escaleras.
8.- Contramedidas.
9.- Represalias.
10.- Adversidades.
11.- Hechos inesperados.
12.- Objetivos.
13- Talentos del recuerdo.
14.- Pistas.
15.- Errores.
16.- Emboscadas y dulces sueños.
Anuncio
17.- Primeras huellas.
18.- Promesas
19.- Cambios.
20.- Temporales.
21.- Fugitivos.
22.-Cazadores.
23.-Traiciones.
24.- Escape.
25.- Hasta siempre.
26.- Sujeto 1.
27.- Intercambios.
28.- Juicios Erróneos.
29.- Nuevas Amistades.
30.- Esperanza.
La Resistencia del Norte
1.- La Ciudadela.
3.- Conceptos:
4.- Familia:
5.- Cobardía:
6.-Fantasmas del pasado:
7.- Memorias:
8.- Apariencias:
9.- Debilidades:
10.- Expuestos:
11.- Sutilezas:
12.- La Colonia:
13.- Insubordinación:
14.- Desahogo:
15.- Radicales:
16.- Precipitaciones:
17.- Humanidad:
18.- Súper héroes:
MIEDO.-
19.- Enemigos en común:
20.- Vidas en el olvido:
21.- Un mundo mejor:
22.- Tormentas:
23.- Energía:
24.- Luz Cegadora:
25.- Comprensión:
26.- Amistades involuntarias:
27.- Direcciones contrarias:
28.- Almas expuestas:
29.- Virus:
Contención.-
30.- Abandono:
31.- Interiores:
32.- Catástrofe:
33.- Compañerismo:
34.- Ilusiones:
35.- Discursos de guerra:
36.- Atentados:
37.- Cuarentena:
38.- Consecuencias:
39.- Reparaciones:
40.- Leyendas:
Mente Maestra
ANIQUILACION.-
1.- Decisiones
2.- Separaciones:
3.- Regulaciones:
4.-Estadisticas:
5.-Redención:
6.- Posiciones:
7.-Ultimos recursos:
8.-Caminos:
AGONÍA.-
9.-Almas pérdidas:
10.-Fantasías:
11.-Un poco de suerte:
12.- Mejoras en el sistema:
ESPERA.-
13.-Todas las de perder:
14.-Inocentes:
15.-Ofensiva:
16.- Dominio.
17.- Secretos al viento:
18.-Pasos en falso:
19.-Desesperacion:
20.- Condiciones
21.- Piedad
22.- Referencias
23.- Evolución
24.- Desencadenamiento:
25.- Fragmentos de tiempo:
26.- Pasos desesperados:
27.- Distracción:
28.- Comandos:
29.- Hermandad:
30.- Inanición:
31.- Infección:
32.- Conmoción:
33.-Destino:
...
34.-El sonido del silencio:
35.-Un paso adelante:
36.- Circunstancias.
37.- Mente Maestra.
38.- Contrastes.
39.- Aterrizaje.
40.- Emergencias.

2.- Extraños visitantes.

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By Magic13chio

                                                                                                                                                                                                        

VELIKA

                                                                                                                                                                                                      Ni siquiera Haru se me acerca cuando me ve enfadada.

Cruzo los brazos sobre el pecho y me dejo caer sobre uno de los asientos.

Nuestro deslizador, es el que utilizamos para misiones cortas con poco personal. Fue robado a la ciudadela cuando Dom y yo tuvimos la edad para saber pilotar. Tenía diecisiete; fue la primera y la última vez que entré en la ciudadela, cuando conocí a Ike.

Nadie dentro de la resistencia, además de los gemelos y Haru, sabe de estas visitas, y espero que se mantenga así, ellos son mis amigos y no dirán nada. Ninguno de los altos mandos ha preguntado por la existencia de este deslizador.

—Asegura el cinturón— me dice Haru. Sus ojos rasgados y negros me miran de una forma en la que me doy cuenta de que trata de ser cauta.

—Déjenme pilotar— refunfuño.

Dom mi regala una mirada divertida mientras presiona botones, la rampa se cierra y el deslizador comienza a volar. Hace un par de señas con las manos y me saca la lengua, para después centrar su atención en el comando de la nave.

—Él dice que...

— ¡Sé lo que quiso decir!― exclamo.

Hace mucho tiempo que Haru se dio cuenta de que mi manera de relacionarme con las personas consiste en golpes, mordidas, insultos, gritos... ¿Y por qué no? Una que otra palabrota.

El cabello oscuro de Dom brilla cuando el sol entra por el cristal del frente. Su piel pálida exhibe muchas cicatrices, sé que debajo del traje hay partes robóticas, él es igual que yo: un modificado. Sus ojos verde oscuro se pierden en el mapa que le indica hacia dónde vamos. Dom no habla, cuando lo conocí, estaba lleno de marcas y heridas, su hermana Day nos interpretaba todo, hasta que aprendimos a comprenderlo.

Cuando los gemelos Day y Dom llegaron a la resistencia, estaban heridos y no confiaban en nadie, fue el general quien los llevó y los adiestró para la guerra, ellos forman parte de un equipo de élite. Su país de origen fue de los primeros en ser bombardeados, y una bomba explotó cerca de él y por eso fueron la mayoría de sus heridas, pero años después, tratando de sobrevivir en las calles, perdió el brazo, fue amputado, creo que a causa del virus, aunque no es algo que alguno de los dos me haya confirmado. Cuando llegaron a la resistencia, el nivel de infección en su herida era demasiado grave, por lo que tuvieron que amputar y sustituir. Y gracias a la explosión, él quedó sordo, aunque no tengo idea de la razón por la cual no habla.

A pesar de su apretada agenda con el general, Dom se toma su tiempo para venir conmigo y con Haru. Es uno de los mejores pilotos que conozco, a pesar de su sordera.

Es muy extraño, encontrar dentro de la resistencia, a una persona que esté completa, son pocos en realidad, su gemela Day es una de esas afortunadas, pues su hermano siempre la protegió y ahora ella siente le necesidad de cuidarlo a él.

Haru se remueve a mi lado. Su pequeña estatura hace que le cuelguen los pies del asiento, su pálida piel luce extraña bajo las luces del deslizador, lleva el cabello negro atado en una apretada cola de caballo. Su mirada se pierde en un punto fijo.

— ¿Estás bien?― pregunto. Dejando a un lado mi enojo con Ike, Haru no tiene la culpa.

—Solo tengo sueño— se recarga contra el asiento, acurrucándose para tratar de dormir.

Veo como Dom hace un par de señas.

— ¡Oh! ¡Guarda las manos!― le espeta Haru, es el equivalente a: cierra la boca, para Dom—. Te reto que duermas, cuando cada vez que cierras los ojos tienes visiones del futuro.

Dom se pasa la mano por la boca, simulando "callarse"

Sé lo que quiso decir antes. Soy uno de los mejores pilotos que hay dentro de la resistencia, aunque la mejor sonaría genial, pero no me agrada presumir.

Dom dijo que yo estaba enfadada y loca y que por eso no me confiaría su vida ahora. Tiene razón; ese es uno de los motivos por el que no me dejan entrar al equipo de élite. Porque no tengo control de mis emociones y porque estrangularé al primero que esté en contra mía... también porque quiero atacar a las alianzas con todo nuestro arsenal.

Aunque creo que la principal razón es que mi padre tiene miedo de perderme, él forma parte de los altos mandos de la resistencia y nadie lo contradice, ya que sus decisiones y estrategias son muy buenas. Y por eso no pertenezco al equipo de élite, por el miedo de papá a perderme. Pero eso no quita el hecho de que yo pueda desobedecer. De cierta forma, me gusta ir contra las reglas.

Miro a Haru para cerciorarme de que está bien, pero se ha quedado dormida, esto sucede a menudo con ella, es muy extraño cuando en un minuto está manteniendo una conversación y al siguiente se queda dormida. Mi mejor amiga, no tengo miedo de llamarla así, porque sé que lo es.

Ella vivía en la ciudadela, sus padres eran parte importante de la alianza, pero un día Haru despertó y supo que algo en ella había cambiado, tuvo una visión en la que sus padres la entregaban a los campamentos, y entonces lo supo: era una evolucionada. Escapó de la ciudadela y buscó apoyo en la resistencia, se lo iban a negar, pero yo me encapriché para que se quedara.

En esa época aun no tenía mis implantes robóticos, era una niña mutilada y mi padre no me podía negar nada. Dejaron a Haru en la resistencia, di la cara por ella y me responsabilicé de todo lo que Haru hiciera. Gracias al universo que es una chica muy tranquila, pues ya respondo por mis propios actos y por ellos siempre estoy en castigo. Fue por ella que entré en la ciudadela por primera vez, ya que Haru quería ver a sus padres, como estaban y esas cosas. Juntas entramos por el mismo lugar que ella había escapado, por una de las reservas naturales. Sus padres parecían felices, nunca fueron muy apegados a su hija.

Fue ahí donde conocí a Ike.

Sacudo la cabeza y miro a Dom. Parece feliz, simplemente pilotando el deslizador y mirando al frente. Quiero esa clase de tranquilidad conmigo también.

Me quito el cinturón y me siento a su lado, quiero ser su copiloto. Me coloco el auricular y pulso los comandos de navegación compartida.

Hago un par de señas con las manos solo para fastidiarlo, sé que él puede leer los labios y así sabe lo que decimos, lo fastidia el hecho de que nosotros le hablemos en señas, suele quejarse de que somos demasiado lentos.

Pone los ojos en blanco y apunta un lugar en el mapa. Sé a lo que se refiere, llevaremos el deslizador a la zona de las montañas para ocultarlo, de ahí avanzaremos hasta la parte oeste de la resistencia, donde mi padre me estará esperando para darme una reprimenda sobre la responsabilidad y esas cosas.

Suelto un suspiro de frustración y miro al frente, es un paisaje hermoso, pues Alberta fue de los pocos lugares que se pudo conservar después de la guerra. Fue por el frio de esta zona que el virus no se propagó con tanta facilidad como en Latinoamérica. Yo fui contaminada en un lugar ahora inexistente, llevaba mi nombre, Velika. Estaba ubicado en un lugar que era conocido como Croacia.

El sol está en lo alto del cielo, sobre las montañas, derritiendo parte de la nieve, pero puedo ver como las nubes le juegan una batalla eterna, pues él derrite y ellas traen nieve y frio. Si la naturaleza pelea por crear paisajes tan bellos ¿Por qué los humanos peleamos por destruirlos?

Miro el reflejo de Dom en el cristal, sus ojos brillan mientras contempla el paisaje, su cabello está apuntando en varias direcciones ya que nunca se toma la molestia de peinarlo, veo como su mano robótica toma el mando y nos dirige hacia una zona más alta, para poder sobrevolar los pinos de la montaña.

Conozco varias chicas dentro de la resistencia que morirían por tener algo con Dom, pero él solo parece ignorar a todas las mujeres en su camino, algunas creen que tiene gustos diferentes, pero yo sé la verdad. Él no quiere tener otra responsabilidad que no sea su hermana, no quiere perder a más personas y con Day no tiene elección, pues llegaron juntos a este mundo. La verdad es que sus gustos me tienen sin cuidado, solo que he llegado a preguntarme ¿Qué es lo que ven las chicas en él? A simple vista parece un sujeto bastante rudo, sin embargo, al comunicarnos con él, nos da una impresión sensible e inocente, pero es una máquina para matar, igual que su hermana. Por eso forman parte de la élite.

Nunca me ha llamado la atención de esa manera, es decir, crecí con ellos, son como familia y uno no piensa que los miembros de su familia son guapos o lindos, simplemente sabes que son asquerosos.

Aunque supongo que no me resulta interesante nadie, porque sé que no le puedo resultar atractiva a alguien. Es decir, la estatura por demás alta, la piel morena en un lugar lleno de personas pálidas, por no mencionar las partes robóticas, cicatrices por cirugías y el carácter de mierda ¿Por qué alguien me encontraría atractiva de alguna forma? Solo en una ocasión me he sentido bonita y esa es la única razón por la que sigo visitando a Ike.

Tenía diecisiete, lo recuerdo bien, acababa de obtener mis nuevos implantes, el brazo derecho y parte del abdomen. El material con el que fueron fabricadas era algo experimental, pero me dan más fuerza y resistencia, las balas no las dañan, y su ligereza es algo envidiable para quienes siguen siendo de carne y hueso. No me gusta ocultarlas con imitación de piel, cada vez que alguien las observa, es como gritar: Sobreviví a algo que mató a la mayor parte de la población.

Recuerdo que en esa ocasión... ayudaba a Haru a entrar en la ciudadela, mientras los gemelos nos esperaban afuera en el deslizador. En la ciudadela tienen varias reservas naturales, para cuidar los niveles de oxígeno dentro del lugar, cuentan con filtros de aire, para evitar que el virus traspase sus barreras. La guardia no parece tener idea de que alguien del exterior pueda infiltrarse dentro del lugar, pero es por medio de esas zonas ya que piensan que no necesitan vigilancia, después de todo ¿Quién estaría tan loco como para aceptar vivir encerrado? Los de fuera lo sabemos, los de dentro creen que están a salvo.

Haru y yo caminamos hasta la casa de sus padres, ocultándonos de la mayor parte de las personas con ropas de lo que ella llama "moda de la clase alta". Para mi es solo basura catalogar a las personas por ropa o dinero. Caminábamos tranquilamente por las calles, llevaba cubiertas las partes robóticas por una especie de tela de color purpura, también cubriendo mi cara y cabello. Yo me quedaba mirando el lugar, esas capsulas que transportan todo a los hogares.

—Flojos de mierda— le había susurrado a Haru.

Ella solo me hizo callar con una mirada.

Puse los ojos en blanco y la seguí, llegamos a la casa de sus padres, la cual estaba al lado de lo que parecía un castillo ¿Acaso no sabían que había gente muriendo de hambre afuera?

—Es el Palacio Central— me había explicado—. El gobernante y su familia viven ahí.

— ¿Qué es lo que suena?― no sabía cómo ubicar el sonido, parecía música.

—Es una marcha fúnebre, la familia está de luto. Mira— señaló—. Las ventanas están cubiertas.

— ¿Quién murió?― pregunté.

—No lo sé y no me importa— refunfuñó y tiró de mi brazo para llevarme con ella.

Miramos dentro de la casa de sus padres, solo para darnos cuenta de que ellos parecían felices. Habían adoptado otra niña muy parecida a Haru, pero sin la capacidad de ver el futuro.

—Por lo menos no sufren— fue todo lo que ella dijo.

Quería quedarme y conocer más del lugar, pero Haru dijo que estaba anocheciendo, cerrarían la reserva natural y que aun teníamos que ver a alguien antes de irnos, dijo que era su único amigo en la ciudadela.

Me quejé, pero aun así la seguí. Ambas entramos en otra zona de la ciudadela, una que parecía pobre, ya no había capsulas de transporte, tampoco un tren blanco y bonito, al contrario, estaba viejo y feo, los detectores se cerraban más sobre esa zona. Parecían sufrir en medio de hambre y podredumbre ¿Por qué les importarían las personas de afuera cuando ni siquiera en su propia casa tenían sustento?

—Tenemos que ayudarlos— le había susurrado a mi amiga.

— ¿Te parece?― me contestó una voz masculina. Solo entonces giré para encontrarme con un chico que me regalaba una sonrisa, decir que era apuesto se quedaba muy corto—. Yo también quisiera ayudarlos, pero seré castigado si lo hago, y si tú quieres pasar desapercibida en este sitio, será mejor que tampoco hagas algo estúpido.

—Velika— me llamó Haru—. Él es Noah. Es un gusto que al fin se conozcan.

—Es bueno que no hayas abandonado a los hermanos—respondió Noah mientras la abrazaba.

—Nunca― dijo mi amiga.

Mi atención se desvió de Noah a alguien a su espalda. Era otro chico que tenía la cara oculta por una capucha de color negro, aun así pude percibir la palidez de su rostro. Estaba encorvado, sin embargo, parecía alto, jugaba con sus manos de una manera nerviosa y no dejaba de mover los pies.

Me acerqué hasta él y miré debajo de la capucha.

— ¿Tú quién eres?― pregunté con auténtica curiosidad. Él retrocedió dos pasos, parecía asustado.

—Es Ike, mi mejor amigo— dijo Noah—. Se supone que no debería estar aquí, pero no puedo dejarlo solo...

Miré al chico y de un veloz movimiento retiré la capucha de su rostro. Lo que más llamó mi atención fueron sus ojos, ya que aunque no tenían un color peculiar, la inteligencia detrás de ellos era casi palpable. Apretó los labios en una fina línea y tiró de la mascada que cubría mi cara, pero cayó toda, dejando al descubierto la parte robótica.

Ike me regaló una mirada de disculpa, pero ya era demasiado tarde. Pude ver la tristeza y la lastima detrás de sus ojos y de los de Noah.

—Vámonos— espeté dándome la vuelta.

—Espera— pidió mientras me sostenía de la mano robótica, eso me resultó extraño, pues alguien como él, que toda su vida había estado en un lugar como ese, debía tener miedo de una modificada, como yo— Son de afuera ¿No es cierto?―murmuró con auténtica curiosidad.

Lo examiné con detenimiento, no estaba asustado, en sus ojos ya no había lastima, solo un afán enorme por hacer amigos, y aprender más del exterior.

—Si.

— ¿Cómo te llamas?― preguntó soltándome y levantando las manos en señal de disculpa.

—Velika.

—Buen nombre, fuerte. Creo que te queda.

—Gracias— dije un poco avergonzada, no recibía cumplidos muy a menudo.

—Lamento lo de tu brazo— susurró.

—Ya está hecho, lamentarlo no cambia nada.

—Estoy tratando de ser amable— se quejó.

—Pues esto es lo más amable que yo puedo llegar a ser— repliqué.

Echábamos chispas por los ojos, hasta que Noah se metió entre ambos. Tratando de ser un mediador.

—Déjame felicitarte. Eres la primera que lo hace enojar, nunca había conocido a alguien que despertara tantas emociones en Ike.

—Cierra la boca— dijo este mientras se subía la capucha. Manteniendo oculto su rostro.

— ¿Podemos ir a la reserva? Aquí me siento observada— murmuró Haru. Ella se estremeció ligeramente.

Sabía lo que sucedía, estaba a punto de tener una visión del futuro y no quería llamar la atención.

—Nos vamos ahora— dije y la llevé conmigo, mientras los chicos nos seguían, completamente confundidos.

Llegamos a la reserva sin problemas, no les mostramos la salida, si no que nos quedamos entre los árboles, mientras Haru y Noah hablaban de los radicales.

Decidí quedarme fuera de su conversación, ya que no me interesaban esos locos de remate, por su culpa tenían a los rebeldes en un mal concepto.

El silencio entre Ike y yo se volvía más incómodo conforme pasaba el tiempo, mientras él continuaba jugando con sus manos, yo enredaba la tela de la mascada entre mis dedos.

—Yo...— comenzó—. Lamento haber sido grosero antes. No es excusa, pero no me encuentro de buen humor. Han sido días complicados...

— ¿Qué pasó?― pregunté casi de inmediato. No suelo ser de las personas que se quedan con curiosidad.

Ike miró al suelo.

—Nació mi hermana.

—Eso parece bueno.

—Y murió mi madre― murmuró encogiéndose de hombros―. Un embarazo a su edad era peligroso...

—Lo lamento— murmuré—. Al menos te queda tu hermana, el último recuerdo que tengo de mi madre, es verla moribunda en una cama mientras el virus la mataba poco a poco, para luego llevarse una parte de mí.

— ¿Así fue como perdiste el brazo?― preguntó, luego sacudió la cabeza—. Es decir, lo lamento. No es de mi incumbencia.

Solté una risa genuina.

—No tienes que disculparte ni ser correcto. Aquí no hay nadie que te esté juzgando.

— ¿Qué dices?

—Yo no te juzgo, cada persona es lo que es y no puedo cambiar eso. ¿Sabes? No soy estúpida y puedo hilar algunas cosas, el Palacio Central está de luto porque una persona importante murió, y ahora me cuentas la historia de tu madre. Yo sé quién eres, y no me importa.

— ¿No vas a juzgarme? ¿A medirme? ¿Pedir algo a cambio?

— ¿Por qué haría algo así? Sufres, igual que el resto de nosotros. Solo eres una persona, Ike. No cargues con tantas cosas o te volverás loco— sonreí para él.

Y en ese momento, él me miró como si fuese la mujer más hermosa del planeta y por primera vez, pude sentir que encajaba por completo en un lugar, en una persona.

Ese fue nuestro primer encuentro. Volví a hablar con él a través del detector durante los siguientes años, hasta el día de hoy.

Sacudo la cabeza para salir del recuerdo. Me doy cuenta de que aún estamos en el deslizador. Dom está moviendo su mano frente a mi rostro para llamar mi atención.

— ¿Qué pasa?― pregunto.

Él apunta hacia la parte de atrás, donde está Haru. Ella cuelga del asiento, lo único que impide que caiga sobre el suelo es el cinturón de seguridad.

Salgo de un salto del asiento del copiloto y libero a mi amiga, para acomodarla cómodamente sobre el suelo, sus ojos están en blanco y parece completamente fuera de sí. Está teniendo una visión, únicamente debo quedarme con ella hasta que reaccione.

Haru se sacude un par de veces, sus ojos son normales de nuevo, parecen perdidos hasta que se enfocan en mí. Ella se incorpora lentamente.

—Tenemos que cambiar de ruta, ir a la entrada oeste— ordena.

— ¿Qué pasa?― inquiero.

Ir por esa entrada y no por el hangar general, significa dejar expuesto nuestro deslizador a los otros pilotos y al resto de la resistencia.

—Ellos llegaron. Te he hablado de estos refugiados antes y creo que están en peligro.

— ¿Son ellos?― exclamo con alegría— ¡Por fin!

— ¿Qué parte de están en peligro no entiendes?

—Dom— digo mientras me pongo de pie—. Nueva dirección hacia el hangar oeste.

Él no discute y da un giro brusco al deslizador. La nave vibra cuando la corteza exterior se estrella contra algunos pinos, sin embargo, todo parece en orden. Vuelvo al asiento del copiloto.

—Puede ser peligroso, Velika, y tu padre se enfadará mucho si llegamos directamente a donde están ellos ¿Sabes lo que hará si descubre el deslizador? Te lo quitará para uso del ejército...

— ¡Ya basta! ¡Son ellos! ¿Tienes idea de cuánto tiempo he esperado por esto?

Dom hace un par de señales con las manos, son para Haru. Él dice: No pasa nada, no estarán en peligro. Day esta con ellos.

—Si es difícil lidiar con uno solo, definitivamente no puedo contra los dos yo sola— dice mientras se masajea las sienes y vuelve a su asiento.

El paisaje a través del cristal cambia, todo está cubierto por nieve y podemos ver el paso de la montaña del oeste. El deslizador no podrá entrar ahí, así que vamos a la parte de atrás donde nos reciben los amigos de Dom, aquellos que guardarán la nave en el hangar general en lugar de nosotros sin abrir la boca. Aún no descubro como Dom logra que las personas hagan las cosas por él sin tener que hablar. Sé que mi amigo confía en ellos, aun así les doy una amenaza cuando bajamos y nos internamos en el bunker de la puerta oeste.

Corro por toda la ciudad subterránea, dejando atrás a Dom mientras escribe instrucciones de que escondan el deslizador. Haru trata de correr a mi ritmo.

El sol está lanzando sus rayos sobre nosotros, aprieto el paso y corro por todo lo largo del pasillo de la entrada, saltando los detectores de metales porque es más que obvio que se activarán conmigo. Nadie me grita o discute, todos saben quién soy. Sé que solo esperan que no cause algún desastre, aunque no prometo nada.

Mis pies se detienen al llegar a la puerta que cuida la entrada al cuarto de seguridad, quiero ver las cámaras de la montaña, quiero ver a los nuevos. Estoy ansiosa, una gran sonrisa se extiende por mi car a pesar de mi respiración ahora entrecortada por la carrera. Cuando la puerta se abre, entro sin la autorización del siete y del coronel que manejan el lugar.

—No puedes estar aquí— me reprende el coronel.

Lo despido con un ademan de la mano y miro las pantallas.

—Quiero ver la entrada oeste— ordeno y el siete obedece. Me agrada este chico— ¡Ahí están! Coronel, alerte a todos, llame a mi padre. Los refugiados vienen en camino.

—No eres nadie, para intentar dar órdenes.

— ¿Quiere que llame al general?― amenazo. No lo llamaré, el hombre grita y se enfada por todo.

—No— responde y comienza a dar la orden por los altavoces.

A pesar de que no acepta mis órdenes, sabe cuál es el protocolo para recibir refugiados.

Salgo del lugar y me voy directamente a la puerta del bunker que lleva a las montañas. Quiero ir junto con el escuadrón de búsqueda y acogida.

Haru me tiende una chaqueta y ella se coloca la otra. Juntas salimos, los del equipo no nos dan armas ya que yo le dispararé al primero que me haga enfadar y Haru no sabe usarlas, además, puede quedarse dormida en cualquier momento. La puerta se abre y el equipo sale, cincuenta hombres y mujeres preparados, tanto si se trata de un ataque o de refugiados, podemos hacer algo.

Haru a mi lado se estremece por el aire frio. Toda la montaña está cubierta de nieve, yo no puedo dejar de sonreír ¡Al fin voy a conocerlos!

—Velika— me dice mi amiga—. Comprendo que sea importante para ti, pero me estoy congelando, voy a volver.

— ¿Y cómo se supone que los voy a reconocer?― pregunto.

—Al hombre le faltan tres dedos de la mano izquierda. Así puedes— dice mientras comienza a darse la vuelta, pero no la dejo marcharse.

La arrastro conmigo, no puede hacer nada contra mi fuerza. Haru se queja y chilla, hasta que uno del escuadrón le manda callar, ahora solo me fulmina con la mirada.

Estamos en el camino entre las dos montañas. Algunos del equipo suben a las rocas y se ocultan para apuntar al posible enemigo desde las sombras. Yo no, yo sé que no son enemigos y quiero verlos de frente.

Corro cuando puedo vislumbrarlos en la lejanía. Quiero acercarme más, pero me reprenderán por romper la formación. Me meto despacio entre las filas y llego al frente, muchos a mi espalda comienzan a quejarse, pero se interrumpen cuando uno de los refugiados grita que nos ha descubierto, que es mejor que salgamos.

Sonrío más abiertamente y voy a su encuentro.

— ¿Son ellos?― le pregunto a Haru.

Ella sale de su escondite a mi espalda y asiente, me dice que si son ellos. Miro los dedos del hombre, es verdad, está mutilado. Le faltan tres dedos de la mano izquierda. Todos lucen moribundos, hambrientos y con frio. Parece ser que ha sido un largo camino.

—Sean bienvenidos a la resistencia del norte— digo con toda la paciencia que puedo reunir—. Los estábamos esperando.

Algunos refugiados caen de rodillas, otros rompen a llorar, hay desesperación pura en sus acciones. Hay algunos menores y puedo distinguir a Day y Erick entre ellos.

— ¡Velika!― exclama Erick—. Ayuda médica por aquí.

Sacudo la cabeza y grito órdenes. Los paramédicos acuden a Erick, ayudan a los refugiados. Mandamos llamar a los autos para transportarlos hasta el bunker, y de ahí al hospital, donde serán atendidos y alimentados, también... a decir verdad a todos les hace falta un baño. Podría empaquetar su olor y venderlo como fragancia en la ciudadela.

La niña que Erick lleva en brazos luce muy mal, irradia calor, es un verdadero milagro que no haya muerto por la fiebre, está cubierta de ampollas y sus ojos apenas son dos rendijas.

— ¡Sam!― grita el mutilado— ¿A dónde llevan a Sam?

—Tranquilo— le dice Erick—. Yo iré con ella y buscaré a su hermana, debes descansar... Dylan...

El grupo que viene con él resulta de lo más interesante. Un chico delgaducho de ojos claros, una mujer de cabello corto, una que parece fuerte, no por su cuerpo, sino por su mirada, un rubio que parece tener una infección fuerte en una herida sobre la pierna. Y al que llaman Dylan, el mutilado.

— ¿Quién es la hermana?― pregunto a Erick.

—Chandra, es una cinco— responde el de la pierna herida―. Pero no sabemos si logró llegar hasta aquí...

—Haru— la llamo—. Ve adentro en el siguiente vehículo. Quiero que busques entre los últimos grupos de refugiados que han llegado. Pregunta por Chandra de categoría cinco.

—También por Belak— añade el niño delgado.

—Pregunta por ellos, los quiero ver en la entrada oeste— pido—. Ve.

Mi amiga asiente y corre hasta el vehículo. Sé que todo estará bien, solo espero que mi padre pueda venir, sé que le encantará presenciar esto.

Cuando todo está listo, transportamos a los refugiados adentro, en los vehículos reciben primeros auxilios y devoran comida como osos hambrientos. No puedo dejar de observarlos ni siquiera cuando comen. Ellos parecen incomodos, tratando de mirar a otra parte, únicamente el mutilado me devuelve la mirada, la mujer de ojos azules le da un codazo en las costillas. Llegamos al interior del bunker en lo que me parece un parpadeo.

—Tenemos emergencias que atender— digo en voz alta—. Traigan al comandante de esta zona. Necesitamos un lugar para los nuevos.

— ¿Y por qué deben quedarse?― inquiere Marco, uno de los recomendados de la Alianza amiga. Quiero hundir mi puño en su cara.

—Porque yo lo digo—respondo.

—Tú no eres quien para decidirlo. Ellos son peligrosos, el sujeto era un cazador.

—Él nos salvó a todos— dice Day mientras le apunta con su arma a la cara. Los colores desaparecen del rostro de Marco—. Detuvo el deslizador. Lo que pasa es que estás enfadado porque te patearon el trasero.

— ¡No es eso!― grita este, ignorando el hecho de que hay un arma apuntando a su cabeza—. Es verdad que son peligrosos, no hay nadie que responda por ellos.

— ¡Yo lo hago!― exclama Day con decisión. Y con esa frase, todos los demás rompen a hablar. Votando al mismo tiempo.

Los refugiados comparten miradas asustadas. Puedo ver que Dom viene corriendo hasta nosotros, él sostiene a su hermana por los hombros, mirándola, buscando alguna herida, ella le regala una sonrisa y le dice que está bien. Puedo ver que Day está perdiendo la paciencia con el resto de los miembros del escuadrón.

Veo a Haru correr en nuestra dirección, vienen los refugiados del último grupo con ella. El asiático, Chandra, la líder que genera problemas, el que nunca habla... y algunos más.

Ella pregunta por su hermana y cuando le dicen que está en el área de emergencias se marcha. El de la pierna herida le da un fuerte abrazo al asiático y en medio de su conversación sé que el rubio se llama Sander y el otro Andy. El que nunca habla abraza al flacucho. Ian y Belak, averiguo que se llaman. Son hermanos.

— ¡No se van a quedar!― grita Marco por encima de todos—. Insisto en que no son buenos para le resistencia. Nos traicionarán en la primera oportunidad. Si los altos mandos se enteran de esto...

— ¿Y qué sugieres, genio?― inquiere Day.

—Que los asesinemos. No pueden ir afuera y dar nuestra ubicación.

El rostro de Day se transforma de una calma controlada a ira. Apunta de nuevo a Marco y quita el seguro. No es la primera vez que ella le dispara a alguien solo porque la hacen enojar.

—Yo respondo por ellos— dice con una fría calma. Dom a su lado apoya una mano sobre el hombro de su hermana, no para tranquilizarla, si no para dar a entender su postura a pesar de no conocer a los nuevos.

—Yo respondo— digo en voz alta.

—Yo respondo— murmura Haru.

Y así, la sala se llena de personas que responden por ellos, de gente que quiere que se queden. Los ojos de Dylan, el mutilado, se amplían ante la sorpresa, pues son demasiadas personas dentro de la resistencia quienes los quieren. Más de los que me imaginaba, más de los que puedo contar.

—Yo...— dice Dylan a Cheslay—. He liberado campamentos y laboratorios durante mucho tiempo, pero nunca pensé volver a encontrar a esas personas, y que me reconocieran...— luce pálido.

Yo también lo estaría si lo que se está debatiendo es mi vida y la de mis compañeros.

Las personas no dejan de hablar, aquellos que están a favor y los que están en contra, todo es un desastre, si nadie los controla habrá una revuelta.

Day al fin pierde la paciencia y comienza a disparar hacia el techo. Todos guardan silencio y la miran.

—Esto se acaba ahora— espeta—. Mejor matamos a Marco y todos felices.

Si no fuese tan ruda y mala, los hombres de la resistencia se le acercarían, ya que es muy atractiva. Pero suele rechazar a todos, creo que busca lo mismo que su hermano, solo preocuparse por él es suficiente.

— ¡Ellos son los que deben morir!― gruñe Marco.

—No tienes la autoridad para decidirlo— dice una voz al fondo de la habitación.

Sonrío de oreja a oreja al reconocerlo.

El hombre avanza por la multitud, mientras sus hombres le abren paso hasta los nuevos refugiados.

Una de ellas, la que se ve ruda, se lleva las manos a la boca y rompe a llorar. Dylan no puede dejar de observarlo, su cara luce como si el recién llegado fuera un fantasma.

Me hago a un lado para dejarlo pasar.

—Yo respondo por ellos— dice con una cálida sonrisa para los nuevos. Yo sé lo que significan para él.

He crecido con las historias sobre esos chicos. Sobre Cheslay y Dylan, los pupilos de mi padre, Raphael Lousen.

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