One Shot. - Aidan Gallagher.
Miraba los mensajes de Aidan con una ligera mueca en el rostro, pues no sabía si ir o no a su departamento, ya que me había pedido que fuera.
Mordí mi labio inferior indecisa. Lo pensé un par de segundos, aunque al final de todo decidí ir, tal vez quería hablar de algo sumamente importante.
Pedí un uber, el cual llegó diez minutos después. Me subí a el y luego de media hora por fin había llegado al departamento de Aidan. Al bajar del auto me acerqué a la puerta, la toqué con los nudillos de mis manos y enseguida se abrió, dejándome ver a Aidan, quien tenía el cabello desordenado y los ojos ligeramente rojos. Sonreí ligeramente y me acerqué a él con la intención de besarlo en la mejilla, pero este rápidamente me tomó del rostro y junto nuestros labios en un beso necesitado por parte suya.
Todo iba bien hasta el olor a marihuana y tabaco, mezclado con su colina se impregnó profundamente en mi nariz. Me separe rápidamente de él y lo miré un tanto molesta.
Siempre era lo mismo.
- ¿Otra vez estás drogado? - Le pregunté, frunciendo las cejas.
- No lo suficientemente. - Susurro acercándose a mí.
Me tomó de la mano y nos adentró al departamento, cerrando detrás suyo la puerta, y sin darme tiempo a observar el lugar me estampó a la pared para volver besarme con rudeza. Sus delgados labios se movían sobre los míos con agilidad, haciéndome sentir vulnerable una vez más ante él.
Sus manos se pasaron de mi cintura hasta el inicio de la blusa que traía puesta para así quitarmela. Me miró a los ojos un par de segundos y comenzó a chupar y succionar parte de mi cuello, provocando que soltara pequeños jadeos.
Se separó de mi cuello y me tomó de los muslos, haciendo que diera un pequeño salto, quedando mis piernas enrolladas en su cintura. Con pasos torpes nos llevó hasta su habitación, en donde me tiró sobre la cama con suavidad y se quitó la playera rápidamente, dejando su torso desnudo frente a mis ojos.
Luego de eso se subió sobre mí, claro, sin dejar caer todo su peso. Pasó sus manos a mi espalda y me quitó el sostén, quedando mis senos al descubierto. Se lamió el labio inferior y sin pensarlo comenzó a chupar y succionar uno mientras el otro lo masajeaba con su mano.
Todas las noches siempre sentía el mismo sentimiento. Como si estuviera diciéndome que me quiere con tan solo sentir sus besos y caricias, pero sabía perfectamente que al día siguiente solo sería una noche más de solo sexo, o eso es lo que significaba para él, aunque yo de verdad lo sentía diferente, se sentía que me amaba, que me necesitaba a un lado suyo para siempre, que era la dueña de sus pensamientos y corazón, pero luego de eso era como si yo no existiera para él, como si no le importara, y eso dolía, dolía pensar que solo le importaba el sexo y sus drogas, pero a pesar de todo no podía dejarlo ir de mi vida. Él no me necesitaba de una manera amorosa, pero yo a él sí...
Sus manos se pasaron a la hebilla de su cinturón para desatarlo y luego bajarse los pantalones, seguido del boxer que tenía puesto, todo esto lo hizo al mismo tiempo que me besaba con lujuria y a la vez pasión. Me tomó de la cintura y alzó la falda que traía puesta para luego remover las bragas negras.
Dos de sus dedos acariciaron mi intimidad, haciendo que soltara suspiros pesados. Alce la mirada y lo miré fijamente a los ojos, a sus ojos verdes, los cuales tenían un brillo inexplicable, pero eso me hacía odiarlos cada vez más, porque me ilusionaba cada que me miraba así, creyendo que cambiaría solo por mí...
Acercó su boca a la mía y rozó nuestros labios con delicadeza mientras tomaba su miembro erecto entre sus manos y lo alineaba en mi entrada.
- Te amo. - Susurre sobre sus labios, esperando que me dijera lo mismo, pero solo guardó silencio un par de segundos.
Me miró a los ojos y sin decir nada metió toda su masculinidad en mi interior, haciendo que soltara un fuerte gemido.
- No vuelvas a decir esas dos palabras. - Me dijo mientras comenzaba moverse con algo de fuerza. - Tú no me amas. No te mientas, por favor. - Pidió en un murmuro.
Desvíe la mirada, tragandome las ganas de decirle que de verdad lo amaba, pero el simplemente no quería escucharme decirle aquellas palabras.
- Ah... - Gemí al sentirlo moverse cada vez más rápido.
Sus embestidas eran rápidas y rudas, cada que pasaban los segundos se sentía mejor. Tomó mis manos entre las suyas y colocó cada una a los costados de mi cabeza.
Todo era perfecto. Estar con él me encantaba, saber que yo era la única que estaba en su cama, siendo follada duramente por él, me hacía sentir de cierta forma especial. Tal vez no era amor lo que sentía, tal vez era dependecia emocional, tal vez era solo un capricho, pero yo solo lo quería a él mi lado. No quería ni siquiera pensar en la idea de que otra estuviera en mi lugar. No quería dejarlo solo porque él buscaba sexo y nada más.
- Oh, mierda. - Gruñó Aidan sobre mi oído, cosa que me hizo erizar la piel.
Soltó mis manos y las suyas las deslizó hasta mis senos, los cuales pellizacaba y masajeaba conforme se seguía enterrando en mí. El placer de ese momento no era comparado con nada, simplemente era sensacional sentirlo dentro de mí, gruñendo y maldiciendo en voz baja sobre mí oído.
- Aidan... - Gemí su nombre al sentir mi orgasmo llegar.
Segundos después Aidan salió de mi interior y se corrió sobre mi estómago al mismo tiempo que tiraba de su cabeza.
Exhausta dejé caer todo mi cuerpo sobre el colchón. Observé a Aidan de reojo y este tomó una toallita para limpiarme. Luego de eso se recostó a un lado mío mientras respiraba agitado al igual que yo.
El silencio abundó el lugar y yo no pude evitar acercarme a él. Este me miró a los ojos y sin decir nada juntó nuestros labios en un beso suave y delicado, muy distinto a los que siempre me daba.
Me separe de su boca y sonreí ligeramente. Aidan pasó un mechón de cabello detrás de mi oreja. Acaricie su mentón e interrumpí el silencio que se había, llamando al instante su atención.
- ¿Puedes decirme tan siquiera que me quieres? - Le pedí en un murmuro, lleno de miedo por lo que dijera o hiciera.
Me miró un par de segundos y sin volver a decir nada se levantó de la cama para comenzar a ponerse los pantalones y camisa, seguido de los tenía. Al ver como se dirigía a la puerta no pude evitar sentir que un nudo se formó en mi garganta.
Sin aguantar más, pequeñas lágrimas comenzaron a salir mis ojos. Era inevitable no sentirme devastada ante su silencio, aunque este me dijo mucho. Él no me quería, ni mucho menos me amaba...
...
Aidan Gallagher.
Entré al bar que se encontraba cerca del departamento donde vivía ___. Me recarge en la pared y saque el celular de mi bolsillo derecho del pantalón para ver los mensajes.
¿Estás despierto?
Me preguntó___ en el chat.
Apague el celular y lo guardé de nuevo para después dirigirme al baño de hombres. Al entrar a este me recargue en el lava manos y me miré al espejo. Todo daba vueltas. Cerré los ojos con fuerza y abrí el grifo de agua para enjuagarme la cara.
Salí del baño y me acerqué a los dos chicos que se encontraban en el barra. Me invitaron un trago, pero luego fueron dos, tres, hasta que perdí la cuenta de ellos.
Después de un rato me alejé de ahí, pero comencé a sentirme mareado y un tanto extraño. Sin tomarle tanta importancia me salí del bar y comencé a caminar con pasos torpes entre la calle, hasta que el sonido de un mensaje nuevo me llegó al celular. Lo saqué de nuevo y vi que era ___ otra vez.
___.
¿Dónde estás?
Quiero verte.
Le contesté para volver a guardar el celular y seguir con mi camino, pero este se estaba volviendo extraño, pues comenzaba a alucinar, creyendo que la gente que me encontraba en la calle estaba literalmente follando.
Observe de nuevo el celular.
___.
Envíame un mensaje de texto
para saber que estás bien.
Estoy afuera.
Le escribí, estando frente a la puerta color café de su casa. Quería verla, estar con ella una vez más, besarla, tocarla, sentirla, pero me estaba hartando el hecho de que siempre ponía alguna excusa para ya no vernos.
Minutos después alguien abrió la puerta, hasta que su rostro adormilado apareció frente a mis ojos. Sonreí levemente y quise acercarme a ella para besarla, pero antes de que eso ocurriera habló.
- ¿Por qué solo me llamas cuando estás drogado? - Me preguntó con su delicada voz.
La miré a los ojos y estos estaba ligeramente cristalizados. Trague saliva y guardé silencio.
Porque solo así tengo el valor de hacerlo. Pensé cuando cerró la puerta en mi cara...
Disculpen la mala narración 😿
Creo que es el OS más largo que he hecho.
Pedido anónimo.