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Galing kay brollybae

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ANTES DE LEER
SINOPSIS
Capรญtulo 1
Capรญtulo 2
Capรญtulo 3
Capรญtulo 4
Capรญtulo 5
Capรญtulo 6
Capรญtulo 7
Capรญtulo 9
Capรญtulo 10
Capรญtulo 11
Capรญtulo 12
Capรญtulo 13
Capรญtulo 14
Capitulo 15
Capรญtulo 16
Capรญtulo 17
Capรญtulo 18
Capรญtulo 19
Capรญtulo 20
Capรญtulo 21
Capรญtulo 22
Capรญtulo 23
Capรญtulo 24
Capรญtulo 25
Personajes.
Capรญtulo 26
Capรญtulo 27
Capรญtulo 28
Capรญtulo 29
Capรญtulo 30
Capรญtulo 31

Capรญtulo 8

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Galing kay brollybae


La noticia de la asistencia de Venice en el colegio alteró a toda la familia. Kinn y Porsche de inmediato preguntaron a qué institución asistiría, también propusieron que tuviera a un hombre de seguridad con él, pero Pete amablemente rechazó la oferta pues el colegio era privado y contaba con su propia seguridad. Macao y Porchay se notaron entusiasmados, también se ofrecieron a ayudar en todo lo que pudieran. Kim se mantuvo neutral durante toda la conversación pero había un brillo en sus ojos que ninguno supo interpretar. La persona que no tomó tan bien la idea fue, como era de esperarse, Khun.

—Es pequeño aún, Pete. Necesita a su familia.

—Ya es tiempo de que empiece la escuela. Además él quiere hacerlo.

El pelinegro y Khun tenían alrededor de veinte minutos discutiendo mientras todos los demás sólo los observaban.

Las disconformidades en la familia, por lo general, siempre los llevaban a un muy acalorado debate, sin importar el tema.

—Tampoco es como si necesitaramos tu permiso, Khun. —habló Vegas.

Los ojos de Khun se encendieron con molestia.

—Seguro fue idea del insecto ese. —señaló a Vegas. —Siempre apartando de mi lado a las personas que amo.

Porsche estalló en risas.

—Solo es el colegio, no se va del país. —trató de calmar el moreno.

—¿Y qué crees que es lo que sigue, Porsche?, seguramente lo enviaran al extranjero en cuanto tenga la edad suficiente y lo veremos sólo en las vacaciones una vez al año hasta que la escuela se termine o él quiera regresar. Y solo si quiere volver.

—Fui yo. —la voz del pequeño, ya cansado de la discusión, apenas se escuchó. —Yo quiero ir al colegio, tío. Quiero aprender a hacer muchas cosas y tener amigos.

El corazón de Khun se derritió un poco con las palabras del niño. Los pucheros de Venice siempre podían hacer caer de rodilla a todos,y su tío Khun no era la excepción.

—¿Estás seguro, Venice? ¿No nos extrañaras?

Con pasos seguros el pequeño avanzó hasta estar frente al mayor. Y antes de hablar tomó la mano de su tío con cariño.

—Siempre los extraño, pero ustedes me prometieron que estarían aquí en casa esperando por mi siempre, así que está bien.

—Dios, ¿Por qué eres tan lindo?—exclamó mientras abrazaba a Venice. —Entonces si tú quieres hacerlo, lo haremos. Pero...—Khun miró a Pete. —Yo surtiré su armario. Y no, Pete, no voy a discutirlo. Mi sobrino será el mejor vestido de ese colegio.

—Ellos llevan uniforme.

Khun le lanzó una mirada de muerte a Vegas en cuanto hablo.

—Eso también debió ser a propósito, ¿no? —lo acusó. —Bueno, no importa, igual estaremos yendo de compras. Y antes de que alguno se quiera colar, ninguno es bienvenido a unirse. Iremos solo Venice y yo, su tío favorito.

Dando por terminada la conversación Khun se puso de pie con el niño en brazos.

—Venice, dile adiós a tu papi porque estarás conmigo el resto del día.

—Adiós, papi. Iré a comprar cosas. —le dijo emocionado.

Pete solo le sonrió.

—No te excedas, Venice. —le advirtió al niño. —Y, Khun, lo quiero aquí a la hora de la cena. Tiene que empezar a dormir temprano.

—Si si, no te preocupes.

Khun salió de la sala seguido de su equipo de seguridad.

—Si sabes que no van a regresar a tiempo, ¿no? —preguntó Macao, que se encontraba sentado al lado izquierdo de Kim en el sofá.

—Claro que lo sé. —Pete suspiró. —También sé que Khun no dejará ir a Venice en varios días.

—Él va a aprovechar esto.

El moreno sonrió mientras miraba a Vegas y a Pete. La pareja sabía que era cierto, Khun seguramente estaría pegado al niño durante los próximos días hasta su entrada al colegio. Por eso no se sorprendieron cuando esa misma noche Khun llamó a Pate para decirle que Venice se quedaría a dormir con él y con Porchay alegando que Chay necesitaba relajarse de tantos exámenes y qué mejor que una pijamada de skincare.

—Está bien, Khun. Pero nada de dulces a estas horas. —habló por celular mientras entraba a la habitación, donde su amante lo esperaba ya en cama. —Recuerda que mañana iré por él al medio día. Ahora pasame a mi hijo.

Pete se fue a sentar al lado de Vegas y puso la llamada en altavoz.

—Hola, papi.

—Hola, bebé. ¿Cómo te la pasaste hoy con el tío?

—Fue increíble. El tío me dejó elegir todo lo que quería, además también me llevó a una tienda donde hacen diamantes y me dijo que escogiera uno y-

—Alto. —interrumpió Vegas. —¿te compró un diamante?

—Hola, papá. —saludó alegre —Si, me compró uno pero no me lo dieron porque era muy grande así que lo harán pequeño. Pero no le digan al tío que les dije porque se va a enojar conmigo. Él dijo que era un secreto.

—Aunque no lo creas Khun cada día me sorprende más —le confesó en un susurro Vegas al pelinegro. —Mañana tu papi irá por ti.

—Está bien, pero antes de irnos, ¿podemos ver a popo?, el tío Porsche dice que ya lo pueden cargar en brazos y yo quiero hacerlo.

Pete ya sabía eso. El moreno le había llamado al borde del llanto hace unas horas para contarle que el doctor ya le había permitido cargar al bebé, sin embargo no se atrevía a hacerlo todavía.

—¿Por qué le sigues diciendo popo, monstruo?

—Porque todavía no sé su nombre. —de un momento a otro se escuchó un ruido sordo del otro lado de la línea y unas risas ensordecedoras —Papi, el tío Khun se cayó de la cama. Voy a colgar. Los amo.

—Y nosotros a ti. —ambos padres respondieron a coro.

Cuando la línea se cortó, el silencio se apoderó de la habitación.

—Un maldito diamante, Pete. —rio Vegas —Alguien necesita quitarle la tarjeta de crédito a Khun antes de que deje a la familia en la calle.

—Vegas...

Al ver la expresión de su pareja, Vegas pronto apagó su risa. Cuando Pete borraba su sonrisa, era un tema serio.

—Dime, ¿qué pasa?

—Yo compré algo y quiero usarlo... —De debajo de la cama sacó una pequeña bolsa negra que no era muy grande pero parecía tener varias cosas en su interior y se la entregó al otro. —Ahora.

Cuando Vegas miró el interior se quedó un poco sorprendido.

—Maldita sea, Pete. Sí.

La noche prometía mucha diversión.

...

Kinn salió de la habitación sin poder conciliar el sueño. Contrario a su prometido, el cual descansaba profundamente, él había estado dando vueltas en la cama. Algo le estaba molestando. Sentía agotamiento físico y mental, en los últimos días tuvo que reorganizar algunos negocios que le costó más de lo que le hubiera gustado, a pesar de que asumió el control del negocio y de la familia hace ya casi tres años las cosas no se dan de la noche a la mañana. Pero todo había salido bien gracias a la ayuda que obtuvo de los demás chicos.

—Señor Kinn. —saludo el hombre con bata blanca. —Creí que no vendría esta noche.

Por lo general Kinn visitaba el área médica un poco más temprano ya entrada la noche. Al principio solo fue una visita para asegurar que todo estuviera en orden pero con el tiempo se volvió una rutina. Cada noche sin falta venía a ver al pequeño. Fue gracias a eso que se enteró, por medio de las enfermeras, que Porsche también visitaba al bebé todas las mañanas y tardes, a veces en compañía de Pete o Venice y en otras ocasiones solo.

—Me atrasé un poco, ¿Cómo está? — preguntó.

—Muy bien, de hecho mejor de lo esperado. Le comentamos al señor Porsche esta tarde que ya pueden cargarlo. Gran parte de las máquinas que ayudaban a su desarrollo fueron retiradas y por el momento sólo está en observación para evaluar cómo se desempeña sin ellas. —el doctor dio un vistazo al expediente que siempre llevaba consigo. —Está mañana se le dio biberon por primera vez.

Kinn sabía eso último pues el moreno le envió once fotos y tres videos del suceso junto con una infinidad de emojis de corazón y caritas llorando.

—Está despierto aún. —siguió hablando el doctor. —Yo me retiro. Buenas noches, señor.

Después de esas palabras el hombre en bata se marchó apresuradamente.

Kinn se encaminó hasta estar al lado del cunero donde ahora descansaba el pequeño.

—Hola, niño. —saludo y sonrió al ver el movimiento de las manitas del infante. — El doctor dice que lo estás haciendo bien. ¿Ya te cansaste de este lugar? — se acercó un poco más al bebé para hablarle más bajito. — ¿Estás pensando en dejarnos?

El frenético movimiento de las extremidades del niño le indicó a Kinn que algo le molestaba así que lo tomó en brazos con el mayor cuidado posible. La fragilidad del infante lo asustó un poco, pues temía dañarlo involuntariamente, sin embargo supo manejarse muy bien. A paso lento se acercó al sofá para poder tomar asiento mientras mecía el pequeño bulto en sus brazos.

—Está noche parece que ni tú ni yo podremos dormir, así que, ¿qué te parece si te hago compañía un rato? — le sonrió al pequeño de castaños cabellos. — ¿Recuerdas la noche que vine a verte y estabas llorando sin parar, cuando me quedé a tu lado hasta que dormiste? Esa noche lo supe. Y sé que no soy el único. — con cuidado Kinn acarició la mano del niño, que al sentir el contacto se aferró al dedo índice de este. — Sabes a quién me refiero, ¿verdad?. Sé que está un poco asustado pero es normal al tomar decisiones importantes. Porque tú importas.

Los pequeños ojos del bebé se encontraron con los brillantes ojos del adulto. Kinn sintió como si tratara de decirle algo, pero no lograba entender qué, y pronto el pequeño empezó a soltar lágrimas y lamentos suaves. Sin pensarlo el hombre acercó el diminuto cuerpo más a su pecho y lo meció con calma.

—Tal vez es repentino. — habló bajito, como si le estuviera contando un secreto. — Pero quiero que seas parte de mi familia. ¿Te gustaría?, no es para nada una familia perfecta, pero lo estamos intentando. —despacio acarició la regordeta mejilla del bebé y limpio los rastros de lágrimas mientras este se tranquilizaba, — Me encantaría que nos permitieras ser parte de tu vida.

Como si fuera una afirmación, la pequeña mano rodeó el dedo donde se encontraba el anillo familiar y se aferró a él con fuerza. El corazón de Kinn fue invadido por un calor abrazador que derrite su interior como mantequilla sobre panqueques.

—No sé como hacerlo, pero puedo prometer que trataré de ser mejor para ti y para tu papi cada día. — las palabras del adulto fueron como el dulce arrullo que el bebé había esperado escuchar. Pronto los pequeños ojos se cerraron, agotado y listo para dormir profundamente tranquilo y seguro.

Kinn no tiene idea de cuánto tiempo pasó ahí con el pequeño durmiendo en sus brazos solo observando su pecho subir y bajar a un ritmo tranquilo, para él se sintió como minutos, pero se da cuenta que es tarde cuando entra una de las enfermeras a revisar el pañal y la condición del bebé. Sin querer entorpecer el trabajo de la chica, el hombre deposita un pequeño beso en la delicada frente del niño y lo deja sobre su cuna, para posteriormente salir de ahí y dirigirse a su habitación.

No ha dormido nada pero irónicamente se siente animado, incluso con más energía que hace unas horas.

—Pensé que te habías ido ya sin despedirte o dejar una nota —es lo primero que le dijo su prometido cuando Kinn entró a la habitación.

Porsche se encontraba sentado aún en su singular pijama compuesta por una camiseta vieja de Kinn y unos pantalones deportivos. En el pasado su pijama era únicamente unos calzoncillos, pero tuvo que ponerse más ropa cuando Venice empezó a caminar e invadir las habitaciones sin tocar la puerta antes.

—No podía dormir así que fui a dar un paseo. — tomó asiento frente a su amante sobre la cama. — Porsche, creo que debemos hablar.

La expresión de Porsche cambió, de un somnolienta paso a una totalmente despierta y un poco asustada.

—¿Quieres terminar conmigo? —preguntó alterado— Cuando me propusiste matrimonio dijiste que sería para siempre. ¿Te parece esto para siempre? Solo ha pasado un año, no espera, ya casi son dos años de eso. ¡DOS AÑOS!

—Yo no dije nada sobre terminar, no vamos a terminar. ¿Por qué piensas eso?

— "Tenemos que hablar", es lo que dicen todos antes de terminar. Es algo universal, Kinn. —le dijo que como si fuera algo obvio.

—Creo que eso solo pasa en las películas. —comentó —Ahora, esto es serio, Porsche. De verdad quiero hablar contigo. Y sé que tú también tienes algo que hablar conmigo.

En ese momento Porsche sintió que las cosas podrían tomar el rumbo que él estaba tratando de tomar hace semanas. Tal vez era hora de por fin contarle a su pareja el deseo de su corazón.

—Sí, yo también tengo algo importante que decir. —con ojos inseguros miró al hombre frente a él — ¿Quieres que lo diga yo primero?

—Solo si tú así lo deseas.

—Creo que tú deberías empezar.

—Yo... me enteré de que has estado visitando el área médica con mucha frecuencia desde que él bebé ha estado ahí. No, no creas que estoy molesto, para nada. De hecho, conozco tu corazón como si fuera el mío porque siento que los dos laten de la misma manera y tienen los mismos deseos, sin embargo, he decidido darte el espacio que necesitas porque sé todo el dolor que existe en ti por no poder cumplir un deseo que tenemos ambos.

Porsche, tomó la mano de Kinn porque sentía que su pareja estaba expresando con palabras todo lo que él no era capaz de hacer por miedo a romperse, todos en esa familia sabían que Porsche podría ser un arma letal cuando se lo proponía, pero todos eran conscientes de que tenía demasiada humanidad lo que era raro para una persona que había atado su vida a una persona en la que todo lo que primaba eran batallas propias, ajenas, amores, celos y lucha entre dos familias que, ahora, gracias a la inexistencia de los padres se estaba tratando de convertir en una.

En el momento en el que ambos sintieron sus manos entrelazadas se miraron y recordaron con dolor todos los obstáculos que habían tenido que superar para llegar a donde están hoy, Kinn ama a Porsche quizás desde la primera vez que lo vio y, Porsche descubrió con su prometido que en el mundo existen miles de formas a la hora de amar y aunque no siempre son convencionales son las únicas que pueden ser aceptadas.

Precisamente ser amado con tanta intensidad por Kinn era lo que hacía sentir a Porsche de alguna forma inútil por no poder crear una familia junto a él.

Cuando encontraron a Haneul, Porsche sintió que la vida era injusta por arrebatarle a un ser humano algo tan valioso como el calor de una familia, ver al bebé aferrarse a la vida como cuando las olas del mar se rompen y se vuelven a crear surgiendo algo tan hermoso como un patrón interminable solo le recordaba a Porsche que a veces cuando esta se rompe y deja un rastro de espuma la siguiente ola limpiará ese rastro y seguirá avanzando porque ese es el ciclo de la vida.

Ese rastro tan hermoso era lo que había empujado a Porsche a visitar a esa criatura que parecía quedarse indefensa, pero luchando por seguir a flote.

Durante todo el tiempo que el moreno había estado visitando el área médica sentía que parte del dolor que lo llenaba hasta ese momento era relegado a un segundo plano porque delante de él tenía una vida hermosa que necesitaba ser protegida.

Recordaba cuando la mamá del bebé le había pedido que se lo llevara aun sabiendo que era imposible cumplir ese deseo, recordaba todas las noches que lloro viendo a un ser tan pequeño aferrándose a una vida que parecía que no tenía nada que ofrecerle, lloraba porque ver a ese niño le recordaba su gran deseo de ser padre y no poder y, por último, lloraba porque quería con todo su ser formar parte de la vida de esta ola cristalina y pura que había llegado a su vida para llevarse todo lo malo y reemplazarlo con la tan anhelada calma.

Sin embargo, el miedo a expresarle a su pareja que quería que esto fuera algo de ambos le impidió abrirse con la única persona que podía notar el inmenso amor que sentía cuando estaba cerca de personas tan pequeñas.

Y, es que, Kinn se había dado cuenta desde que conoció a Porsche que aun cuando este estaba lleno de dolor escuchar el nombre de su hermano pequeño lo hacía brillar, sí, brillar como cuando el sol se refleja en un cristal. Así brillaba Porsche cuando miraba a Chay o cuando se quedaba deslumbrado viendo la llegada de su sobrino Venice, y, esa mirada seguía deslumbrado a Kinn cuando veía como Porsche olvidaba su dolor al enseñarle todas las fotos y los videos del pequeño bebé del que ambos estaban cautivos.

Para Kinn era un hecho que Porsche era un hombre de familia se lo había demostrado en el momento que sacrificó su libertad en su segundo encuentro para saldar todas las deudas y ofrecerle un mejor futuro a su hermano, por eso y conociendo como conocía al hombre de su vida, sabía que Porsche quería que ambos le dieran luz a la oscuridad en la que este bebé había sido encerrado.

Cuando Kinn recordaba el pasado, más se convencía de que hablar con Porsche sobre este tema era algo que necesitaba hacer con urgencia.

—Sé que han sido unos días caóticos para todos. Más de lo normal. —sonrió de lado. —Pero igual que siempre lo hemos sobrellevado, como una familia. Como te decía me enteré por medio de las enfermeras de tus constantes visitas al lugar donde está el bebé. De hecho, al igual que tú, yo también he estado acudiendo a ese lugar y cuanto más he compartido con ese pequeño, más he podido comprender el brillo en tus ojos cuando lo observas, Porsche. Sé que te has sentido un poco triste por todo lo que hemos estado pasando al tratar de tener nuestra propia familia, siempre lo he sabido, pero no quería añadir una presión extra al mencionar un tema tan doloroso para ambos. Quiero recordarte que, para mí, tú eres el ser más maravilloso y perfecto que la vida puso en mi camino. Amo tu fuerza, tu lealtad, tu amor y tu valentía. Amo tu entrega y tu compromiso. Amo cada parte de ti y todo lo que haces. — Kinn no entendía cómo su corazón se aceleraba tanto cada vez que le recordaba a su persona especial lo maravilloso que era. —Solo quiero decir que tu deseo también es el mío, Porsche. Esto tal vez no lo sabías, pero cada vez que veo a ese bebé sumido en una lucha constante por estar en este mundo, nos veo a nosotros en el pasado. Y, por eso, al igual que tú me salvaste a mí y nos enseñaste a todos la importancia de lo que es convivir en paz con la familia, me gustaría preguntarte algo.

Para ese momento, el de piel canela se encontraba derramando todas las lágrimas que había estado reprimiendo todo este tiempo delante de su prometido.

—Porsche, si tú deseas también, creo que podríamos ser una familia para él. — Porsche se lanzó sobre el cuerpo de su pareja en un abrazo apretado. —¿Eso es un sí?

—Si. —exclamó entre lágrimas de emoción. — Dios, estaba asustado de decirte y que no quisieras. Pero viendo que tú también lo quieres me hace inmensamente feliz.

Kinn, despegó a Porsche de su cuerpo y en ese momento su pareja entendió que este no había terminado de hablar.

—Porsche, mi amor, aun quiero decirte algo más. Sé que cada uno de nosotros ha estado sufriendo en silencio, por el hecho de no poder lograr procrear, pero quiero que sepas que jamás en la vida por mucho que no podamos tener hijos propios eso va a impedir que te amé, eres el amor de mi vida y, sin importar lo que pase lo único que quiero es que siempre seas feliz sin llevar una carga de la que no somos culpables.

Los ojos de Porsche habían vuelto a derramar lágrimas. Kinn estaba poniéndose nervioso porque no quería que su pareja guardara tanto dolor.

Al ver a su prometido con tanto desconsuelo Kinn, decidió subirlo a su regazo, abrazarlo y susurrarle al oído que en este mundo nadie pierde valor por no poder traer una vida o por no querer traer una vida, Kinn deseaba en ese momento que su pareja se diera cuenta que él ya había traído luz a varias vidas.

La única respuesta que recibió Kinn de Porsche fue un abrazo más apretado y una brillante sonrisa en la que reflejaba todo el amor que sentía. Finalmente, tras Porsche recomponerse le dijo a su pareja que lo amaba y que él era el que lo había rescatado de la oscuridad.

Aun cuando Porsche parecía haberse calmado Kinn decidió que esa mañana pasaría un rato más teniendo contacto con su pareja, y es que debido a las múltiples responsabilidades que tenía el mayor era poco el tiempo de calidad que podía compartir con el de piel canela.

Mientras Kinn mantenía a Porsche en su regazo este último más se aferraba a la calidez que emanaba de la piel de su amante. Lo que Porsche no sabía es que el otro estaba pensando, justo en ese instante, que quizás este iba a ser uno de los últimos momentos que pasarán como solo una familia de dos, ya que, el mayor estaba decidido a llamar lo más pronto posible a su primo Vegas para que le ayudara a conseguir al abogado que había gestionado el tema de la adopción y la patria potestad de Venice.

Con eso en mente se recostó en el suave colchón aún con su pareja en sus brazos, para Kinn estos momentos eran invaluables. Ambos sentían sus corazones más livianos y felices por lo que pronto el cansancio de los días pasados les pasó factura y los hizo dormir profundamente.

Cuando el moreno abrió los ojos el sol estaba en lo alto del cielo. Notó que esa tarde estaba un poco caluroso y también que se encontraba completamente solo en la cama.

—¡Tío Porsche! —la puerta fue abierta sin miramientos y un pequeño niño entró corriendo.

—Enano, tienes que tocar primero. —el moreno ayudó al pequeño a subirse en la cama a su lado. —Tienes mucha energía hoy.

—Tío, dormiste mucho. Papi dice que es malo dormir tanto. ¿Eres la bella durmiente? —la voz de Venice salía con más prisa de lo normal.

—¿Estás bien? —preguntó extrañado el moreno.

—Él tío Khun me dejó comer el cereal candy —contestó con emoción y Porsche lo entendió todo. Ese "cereal" era 99% azúcar y 1% colorante rosa.

—Una sobredosis de dulce. A tu papi no le va a gustar.

—¿Podemos ir a ver a popo?, papi va a venir por mi y aún no he visitado a popo. Dijiste que ya lo podían cargar, yo quiero hacerlo, tío.

La sonrisa del moreno se agrandó. Estaba tan emocionado por la conversación que tuvo con su prometido. Su vida estaba a nada de cambiar y eso solo lo hizo emocionarse más.

—Muy bien, vamos. Pero primero deja que me de una ducha, ¿de acuerdo?, tú quédate aquí. No voy a tardar.

Porsche tomó la ducha más rápida que alguna vez había tomado y la ropa que eligió para ese día era totalmente cómoda. Habiendo terminado, salió tomando de la mano al pequeño Venice.

...

—¿Pasó algo? ¿Venice está bien? —fue lo primero que dijo Vegas al atender la llamada de Kinn.

Después de una noche muy agitada, tanto Pete como Vegas, terminaron saciados y exhaustos en proporciones iguales. Por lo que despertar al recibir una llamada de Kinn fue todo menos agradable. Sin embargo tenía que asegurarse primero que no había sucedido nada grave en la familia o con su hijo, ya después podría colgar la llamada sin culpa.

—No, todo está bien. Yo...—hubo un largo suspiro que hizo que la poca paciencia de Vegas se agotará.

—Sí no dices nada voy a colgar ahora.

—¡No! Espera, es solo que no es algo sencillo. Aunque tampoco es complicado. —Su tono de voz pareció relajarse después de un segundo. —Quiero pedirte un favor.

Ante eso, Vegas, inmediatamente se sentó. Si Kinn pedía un favor es porque el asunto es importante. Volteó a ver el cuerpo semidesnudo de su pareja aun dormido y con cuidado salió de la cama, se puso solamente su pantalón de satín y camino a la salida con la intención de dejar descansar al pelinegro sin perturbar su sueño.

—Claro, dime.

Vegas mentiría si dijera que no tenía curiosidad. No era habitual de Kinn pedir favores. Por lo menos no a él.

—Quisiera que me contactaras con el abogado que te ayudó con la adopción de Venice. —por un momento la línea se mantuvo en silencio. —Hablé con Porsche y ambos queremos ser una familia para el bebé.

Kinn sabía que cuando Venice llegó a la vida de Pete y de su primo, las cosas no habían sido fáciles para la pareja. No sólo por el hecho de la pérdida evidente o el accidente de Vegas, si no por la integración del niño en sus vidas. Porsche siempre se mantuvo en contacto con Pete y le contó varias cosas, como el hecho de las dificultades que atravesaron en cuanto a lo legal. Es por eso que Kinn necesitaba la orientación del otro.

—El abogado Somer es el mejor en esos trámites, deja que me ponga en contacto con él y haga una cita para ti.

—Eso estaría muy bien.

Un silencio que se prolongó por largo rato se hizo presente. Sin embargo no era para nada incómodo.

—Kinn. Hay varias cosas que tienes que saber antes de que la adopción se pueda realizar. —Vegas había prometido a su pareja no contar nada de lo que estaba a punto de decir. Pero, bueno, ¿es por la familia, no? —La principal y más importante es que tú y Porsche necesitan estar casados. La segunda es más una recomendación, en vista de que aquí no es legal el matrimonio igualitario, pueden hacerlo en Taiwán, está cerca y tiene unas playas hermosas. Porsche amará las playas de Taiwán.

—Espera, ¿tú cómo sabes lo del matrimonio? —Kinn se sentía un poco confundido. —La adopción de Venice se realizó porque es tu hermano, ¿no?

La nula respuesta de su primo le confirmó sus sospechas.

—Se casaron. —le dijo. —Espera, ¿esos dos meses en los que Porsche y Khun perdieron contacto con Pete fue por eso?

—Sí, fue por eso. —ya no tenía caso seguir ocultándolo, así que decidió contarle. — El abogado nos dijo que era fundamental el matrimonio o no se podría llevar a cabo la adopción aunque fuera mi hermano o estuviera huérfano. Pete estaba decidido y yo también lo quería así que el día después de tomar la decisión tomamos un vuelo a Taiwán, nos casamos y decidimos tomar nuestras primeras vacaciones como familia los cuatro. El abogado hizo un excelente trabajo porque al regresar ya tenía todo en orden. —después de relatar a grandes rasgos, Vegas se sentía sediento así que se encaminó hasta la cocina. —Así fue como Venice se convirtió legalmente en nuestro hijo.

—Sabes que Khun se volverá loco cuando se entere, ¿Verdad? — Kinn no pudo evitar reír. —Él va a matarte.

Si, Vegas sabía perfectamente bien que a Khun no le caería bien la noticia. Para empezar apenas lo toleraba a él, y eso solo era por Pete y Venice.

—Dejaré que Pete se encargue de eso. —ambos rieron. Y el silencio de nuevo reinó. Vegas aclaró su garganta como tratando de que las palabras salieran.—Creo que es la decisión correcta, Kinn. Estoy seguro que ustedes serán unos buenos padres para él.

Kinn sintió una punzada de felicidad y nerviosismo. Aún no se creía el hecho de que ahora tuviera un hijo. Y lo más sorprendente es que a la primera persona que se lo contó fue a su primo, el mismo con el que había tenido demasiados desacuerdos en el pasado. Se sentía bien de alguna forma escuchar esas palabras de Vegas.

—Gracias. Espero que seamos tan buenos como ustedes.

—Pete lo hace todo, yo solo lo imito. —mintió.

Todos sabían, a causa de Khun que lo descubrió por accidente, del gran esfuerzo que hizo Vegas para tratar de ser un buen padre, desde tomar cursos a escondidas de cuidados en niños hasta la compra de libros de la crianza respetuosa y otros temas. También se involucraba en los temas relacionados con su hijo, buscaba siempre pasar tiempo de calidad con él y sobre todo lo cuidaba y protegía como nadie.

—Sí, tal vez yo haga lo mismo. —le siguió el juego. —Por cierto, ¿no se supone que vendrían por Venice hace dos horas?

—Maldita sea, lo olvidé.

—Descuida parece que pasó un rato con Porsche y ahora Khun lo llevó al zoo, así que no creo que regresen hasta la cena. —Kinn escuchó mucho movimiento del otro lado de la línea y dedujo que el otro estaba en la cocina tal vez haciendo algo de comida. —Entonces, sobre lo del abogado, ¿qué hago?

—Deja que me encargue de eso. ¿Le puedo contar a Pete? Digo, no vendría nada mal la ayuda extra.

—Sí, no hay problema.

—Bueno, te llamaré luego ahora estoy ocupado.

Kinn estaba por preguntar qué hacía cuando la línea se cortó abruptamente. Rio al imaginar a Vegas preparando un almuerzo romántico para Pete. Sacudió la cabeza ante la imagen mental. No, Vegas no hace esas cosas.

Después de pensar un rato se dio cuenta que su primo no le había contado qué es lo que haría para ayudarlo. Solo bastaba esperar a que no fuera algo demasiado loco o drástico. 






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