COMPRADA

By NaniChoiDreams

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SEGUNDO LUGAR en Kpop Hallyu Awards en Historia Corta Después de vivir abuso por parte de su padrastro, Jinah... More

SINOPSIS
Capítulo Uno: Escapar y Olvidar
Capítulo Dos: "La Pesadilla Comienza"
Capítulo Tres: "De su propiedad"
Capítulo Cuatro: "Amenaza"
Capítulo 6 "Sólo Mía"
Capítulo 7 (Final) "Romeo y Julieta"

Capítulo 5 "Confianza Perdida"

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By NaniChoiDreams

Abrí la cortinilla, cerré los ojos y suspiré profundo. Tomé valor y caminé por la pasarela para después llegar al final frente al tubo. No podía creer lo que estaba haciendo, otra vez debía de bailar para complacer a los hombres ahí presentes. No podía decir que no, no después de ver como trato Alex a esa niña, porque aún con ese maquillaje y esa vestimenta, seguía siendo una niña.

Me dejé llevar por la música y al parecer esta vez lo hice mejor que la primera. Hubo muchos aplausos y silbidos de conformidad. Me bajé y solo esperé un poco, no sabía a donde dirigirme ahora. La última vez el guardia me había llevado de inmediato con un cliente. Esperaba que eso pasara aunque en el fondo rezara por que no. Suplicaba porque Woobin volviera y me volviera a salvar como aquella vez.

Sentí la mano de alguien tocándome el brazo, me sentí aliviada demasiado rápido. Al girar para verlo mi rostro de esperanza se volvió de terror. Alex me tomaba con fuerza y rió ante mi expresión.

—Parece que serás alguien famosa por estos rumbos —continuó sonriendo—, ya tienes a un cliente, andando.

Me obligó a seguirlo mientras yo continuaba con mi rostro de miedo y desilusión.

Mis ojos se abrieron grandes al ver a quien me llevaba. Era el mismo hombre gordo de la noche anterior. Me miraba de pies a cabeza con ojos de deseo, tal cual como un león saboreando a su presa.

—Es toda suya, Señor Jones —informó Alex soltándome del agarre y poniéndome frente al tipo.

—Creí que me volverían a decir que no estaba disponible —expresó después de dar un sorbo a su bebida.

—El jefe ya dio su aprobación y se disculpa por ese malentendido —le respondió Alex.

Al escucharlo no sabía que pensar ¿fue Woobin quien dio el permiso? No lo creía. Ni siquiera entendía porque es que ahora confiaba en él, al final de cuentas, este es su negocio y si no gana dinero con nosotras, entonces no servimos y nos desechan. Pero a pesar de eso quería seguir confiando en él pero tal vez ya era tarde para eso.

El hombre me tomó de la cintura pero me solté al sentir su contacto.

—Permítame un momento, señor Jones —se disculpó Alex y me jaló del brazo llevándome solo unos pasos lejos del hombre—. Creí que ya te había quedado claro, cariño. No quiero arruinar esa linda cara o ese magnífico cuerpo, pero si me obligas tendré que hacerlo ¿Entiendes?

Sólo asentí ante su advertencia. Estaba completamente segura que él podía hacer lo que quisiera, ya lo vi y no me quedó duda alguna que no tiene sangre en las venas y ni un poco de corazón.

—Bien —acarició mi mejilla con sus dedos—, entonces ¿qué esperas para hacer sentir al señor Jones como en el paraíso?

Me soltó y caminé hacia el tipo tratando de ocultar el miedo que sentía y el asco.

Al llegar con él, me tomó de la mano y comenzó a caminar rumbo a las habitaciones. Unos metros antes me topé con Minah, al verla acercarse solo bajé la mirada, era realmente vergonzoso.

Antes de alejarse tomó mi otra mano y dejó en ella algo pequeño que muy apenas pude sentir al cerrarla. Moví mi mano hacia el frente y observé lo que me había dado, era una capsula. Y entonces supe de qué se trataba, era esa droga que utilizaba desde que llegó.

Dudé un poco en utilizarla, pero justo antes de entrar a una de las habitaciones me la puse en la boca y la tragué sin agua, solo mi saliva ayudó a su desplazamiento hasta mi estómago.

Esa noche también sería mi primera vez en una de las habitaciones, no me imaginaba como eran y tampoco deseaba saberlo.

Al entrar todo era elegante, no tanto como en el hotel aquel en el que me dejó Alex, pero si era lujoso. Era más pequeño, contaba con una cama tamaño grande, una mesa en el centro con botellas de vino y varias copas y un cuarto de baño.

El hombre gordo me abrazó por la cintura estando detrás de mí. Comenzó a besarme el cuello y yo sentí necesidad de salir corriendo de ahí.

—Voy al tocador, vuelvo enseguida—me solté y le señalé el baño fingiendo una sonrisita tonta.

Esperé hasta que la capsula hiciera efecto en mí haciendo que todo me diera vueltas y entonces salí logrando caminar normal.

____________________________

Los días en España pasaron demasiado lentos para mi gusto. No podía concentrarme en nada. A mi mente solo venía una imagen, Nana. Su cuerpo moviéndose al ritmo de la música, su cuerpo perfectamente formado con esa ropa que llevaba esa noche, me estaba empezando a volver loco.

En las madrugadas que terminaba "el show" no lograba conciliar el sueño solo por pensar en ella y si lo hacía era para soñar, cosas no decentes con ella. Era la segunda vez que me pasaba, la segunda vez que una mujer se mentía tan dentro de mí y eso me estaba incomodando y desesperando. Porque la primera mujer por la que me sentía de esa forma había sido Jinah, una compañera de clases y a quien nunca me atreví a confesarme.

Un día antes de regresar a Estados Unidos y como era mi costumbre le pedí a una de las chicas ir a mi habitación. Era hombre y al igual que todos yo también necesitaba de esos placeres.

Fue la primera mujer con la que tuve sexo y de ello se encargó mi padre al pagarle para que me "iniciara". Desde entonces solo la busco a ella para esos momentos y por esa razón viajó conmigo.

Eunhee hizo un baile erótico para mí, mientras yo la observaba bebiendo un vaso de vino. En cada movimiento que hacía la imagen de Nana bailando venía a mí. Luchaba por alejarla de mis pensamientos para poder disfrutar después de tantos días sin placer.

Le ordené con la mano que se acercara a mí ya cuando solo contaba con su ropa interior. La besé con desesperación y acariciaba las curvas de su cuerpo. Ella me desabotonó la camisa y al quitarla la arrojó lejos. La giré dejándola sobre la cama y yo encima de ella. Abrió sus piernas y las posó a mis costados, sin duda estaba disfrutando de ese momento, y yo intentaba hacer lo mismo.

La imagen del rostro de Nana en esa chica me hizo besarla con más pasión y salvajismo, llegué a morderle los labios haciendo que ella soltará un grito ahogado. Fue entonces que me separé un poco y vi su rostro nuevamente, ahora el hechizo se había roto, no era Nana y todo mi libido se vino al suelo.

Me retiré poniéndome de pie y le ordené que se marchara. Ella solo me miraba confundida.

—¡Que te largues! —grité molesto, no con ella, conmigo mismo.

—Es por ella ¿verdad? —gritó molesta aun sobre la cama—. Es por Jinah o Nana o como se llame ¿cierto?

Al escucharle mencionar ese nombre mis ojos se abrieron grandes.

¡Es ella!

Ahora comprendía el porque me volvía tan loco y porque llamaba tanto mi atención. Algo me recordaba a esa chica de la secundaria a quien siempre solo me limitaba a observar. Quien me enamoró con su sonrisa, con su rostro y esos hermosos ojos grandes.

La chica se levantó rápido al no ver reacción alguna en mí, tomó su ropa y se marchó. Al estar solo me tumbé en la cama llevándome la mano a la cabeza. No podía ocultar que estaba más que feliz por haberla encontrado, sin embargo, también estaba furioso y preocupado ¿Qué demonios estaba haciendo ella en un lugar así? ¿cómo terminó ahí?

Ahora más que antes estaba desesperado por volver, necesitaba saber que ella estaba bien.

*****

Para mi fortuna al día siguiente tomaría el primer vuelo a Estados Unidos, Jang iba conmigo, él era mi hombre de confianza, el único. Era más grande que yo y experto en estos negocios, fue quien me "entrenó" cuando mi Padre me ordenó entrar a su organización. Cualquier duda que tenía él me ayudaba. Con él a mi lado sentía mi confianza crecer. Mi padre lo mandó hace seis meses a España pero ahora ya había terminado sus deberes ahí y estaba a mi entera disposición.

Después de varias horas en el avión, nos encontrábamos en Estados Unidos. Sin perder tiempo nos dirigimos hacia el establecimiento, era pasado de medio día.

Al llegar le pedí a Jang que buscara a Nana, para tratar "asuntos de negocios". Aunque sospechaba que él ya tenía una idea de que "negocios", me conocía muy bien.

Lo esperaba en la barra sentado justo frente a donde ella se puso aquel día.

—No se encuentra con las chicas, joven —me informó Jang al llegar—. Me dijo Dafne que tenía un cliente en la habitación cinco.

Lo escuché con atención. Un cliente a estas horas era extraño y además ¿Cuándo es que se puso a trabajar con los clientes? Yo no di órdenes de eso, seguía pensando que se encontraba en la barra sirviendo bebidas.

—Averigua quien la cambió de puesto —le pedí a Jang levantándome.

Apresuré mi paso rumbo al número de la habitación que dijo Jang, estaba furioso por lo que habían hecho. Aunque en el fondo sabía que tarde o temprano eso sucedería. Lo que daba rabia era que no lo sabía, pero suponía que quien lo había ordenado era mi padre.

Al estar frente a la puerta estaba a punto de regresarme y echarme para atrás. Al final ella había venido aquí para eso y yo no debía de entrometerme tanto en su vida. Pero algo me decía que debía hacerlo, esa chica seguía importándome y mucho.

Giré la perilla para saber si estaba con seguro o no. Afortunadamente no lo estaba. Al girarla, abrí la puerta lentamente preparándome para una escena que no me agradaría.

Al quedar un espacio en la puerta y poder asomar un poco mi rostro, no sabía si sentir alivio o preocupación. Ahí no había nadie. Llegué a pensar que tal vez Dafne se había confundido de número y estaba en el equivocado.

Cuando estaba a punto de cerrar, la puerta del baño se abrió mostrándome a quien deseaba tanto ver. Nana salió del baño con su short y top negro pero su cabello suelto. Me miró e intentó caminar hacia el frente pero sus pasos eran descoordinados y se tambaleaba. Creí que caería al piso así que me apresuré y la sujeté de la cintura. Mis manos tocaron su piel descubierta y mi sangre comenzó a calentarse.

—Eras tú —dijo casi en un susurro—, no sé si sea bueno o malo —sonrió y me tomó de la camisa para mantener el equilibrio.

No olía a alcohol pero pareciese como si estuviera ebria. Opté por recostarla en la cama así que la ayudé a caminar hasta ella. Justo cuando estaba por girarla para sentarla se tambaleó y ambos caímos, ella sobre la cama y yo encima. Nuestros rostros quedaron muy juntos y comencé a sudar.

La miré detenidamente cada rasgo, sus ojos, su nariz, sus labios y confirmé que era ella, Jinah. Seguía cuestionándome ¿cómo es que estaba aquí, en este horrible lugar?

Según uno de mis hombres fue ese tal Alex quien la trajo, ahora más que antes deseaba conocer en persona a ese tipo ¿Qué clase de relación tuvieron? ¿Cómo se las ingenió para traerla? Eran muchas preguntas y pocas respuestas, mejor dicho nada.

Me distraje un momento en esos pensamientos hasta que los labios suaves y húmedos de Nana me regresaron a tierra. Me besaba mientras sus manos se enroscaban en mi cuello. Eso fue más que suficiente para que mi sangre terminara por hervir y mi libido aumentara.

La tomé del rostro y la besé con más pasión y desespero. No podía creerlo, esto parecía un sueño, uno de esos que tanto soñé en mis noches en España. Pero esto era real, tan real como la pasión y el deseo que me estaba consumiendo en ese momento.

Una de mis manos bajó hasta su pierna y la acaricié desesperado de arriba a abajo hasta llegar a su glúteo. Lo apreté con fuerza acercando más su cuerpo contra el mío. El aire me faltaba pero no quería separarme de sus labios, tuve que hacerlo pero solo para, al volver mi aliento, besar su cuello. Ella solo me seguía el ritmo acariciando mi espalada y con sus ojos cerrados.

Poco a poco bajé mi boca hasta sus pechos pero algo estorbaba, su top. La levanté un poco y ella no opuso resistencia, se lo quité y lo arrojé quien sabe dónde. Ella pasó sus manos a mi pecho y buscando algo torpe los botones logró desabrochar uno. Era algo lenta en hacerlo y yo no quería perder tiempo, le ahorré el trabajo y me los desabroché más rápido y me despojé de ella.

Sus manos recorrieron mi torso desnudo y sentí que ya no podía más. Sus caricias eran como un choque de electricidad en mi cuerpo, como la gasolina en un incendio. Me abalancé sobre ella devorando su cuello nuevamente y enseguida sus pechos, este era realmente el paraíso. Aunque estuvieran todavía cubiertos por el sostén negro de encaje eran demasiado apetecibles.

Sus uñas se clavaron en mi espalda cuando sin querer los mordía y pequeños gemidos salían de su boca haciendo que mi lujuria aumentara más.

Me separé para desabrochar mi cinturón, sentía la necesidad de entrar en ella y hacerla mía una y otra vez. Ella también lo deseaba... ¿o no?

Al hacerme esa pregunta recordé como la encontré, obviamente no estaba en sus cinco sentidos y como un imbécil me aproveché de ello. No supe como pero me calmé un poco. Me bajé de la cama y la miré, muy apenas podía mantener sus ojos abiertos, estaba por quedarse dormida. Sin duda algo había tomado para ponerse así.

Volví a abrochar mi cinturón y busqué mi camisa. Nana ya estaba dormida, me acerqué solo para cubrirla con la orilla de la sabana y dejarla descansar. Pero yo necesitaba quitar toda la calentura de mi cuerpo. Pensé en tomar una ducha fría y después marcharme. Cerré la puerta con llave por dentro y me dirigí al baño.

El agua cayendo parecía evaporarse al momento de tocar mi piel. Jamás me había puesto a ese extremo. Mis ojos cerrados solo me hacían volver a vivir ese momento. Me cuestionaba una y otra vez como es que pude contenerme, si hubiera sido otra persona no me hubiera detenido hasta haber terminado.

Al finalizar mi ducha algo rápida me vestí y salí del baño. Nana seguía durmiendo plácidamente. Así la dejé, salí de la habitación y le puse llave para que nadie más entrara. También les informaría a mis hombres de ello.

Me dirigí a la barra donde me esperaba Jang.

—Ya averigüé quien dio la orden de poner a trabajar a la chica —me informó al verme llegar y sentarme junto a él—. Fue su Padre. Me platicó Alex que él dijo que no se podían dar el lujo de estar perdiendo dinero con una chica como ella.

—Lo sabía —dije, quien más podría ser—. ¡Espera! ¿A caso dijiste Alex? ¿Es el mismo Alex que creo que es?

—Sí, joven, es el proveedor favorito de su Padre —afirmó—. Tal parece que él fue quien lo contrató para trabajar aquí. Lo estaré vigilando, no se preocupe.

Jang sabía de mi desconfianza hacia ese tipo y me confesó que a él también no le agradaba y sentía que en cualquier momento podría traicionarnos.

—Me gustaría charlar con él ¿sabes dónde está?

—Me topé con él hace un momento cerca de las habitaciones —recordé a Nana durmiendo dentro de una—. Dijo que estaba buscando a alguien.

Me pareció raro y sin pensarlo más me levanté.

—Lo buscaré, gracias Jang.

Caminé a pasos largos hasta el piso de las habitaciones y como lo sospechaba, encontré a un hombre intentando abrir la puerta donde se encontraba Nana.

—¿Se te perdió algo? —expresé acercándome.

Se sobresaltó al escucharme y se giró para verme.

—Sólo verificaba que todo estuviera bien, señor —era obvio que estaba mintiendo—. En realidad una de las chicas no está.

—¿Tú eres...?

—Alex, señor. Su padre me contrató hace una semana.

Era diferente a como lo pensaba, era alto y fornido de ojos de color. Solo de asiático tenía el apellido. Según me contaron creció aquí, en Estados Unidos y se mudó a Corea cuando su padre murió en un enfrentamiento de traficantes rivales. Su mamá al ser coreana prefirió volver a su país natal.

—Así que tú eres el que consigue a las chicas —sonreí de medio lado—. Eres bueno en eso. Me pregunto qué clase de trucos usas.

—No es la gran cosa, señor —rió—. Sólo son chicas ingenuas que creen en el amor y otras en trabajos maravillosos.

—Es cierto, no es la gran cosa —dije con toda la mala gana que podía, ese tipo en verdad no me agradaba y menos ahora que lo conocía personalmente. Era más desagradable y creído—. Esa habitación no está disponible y la chica que buscas está en un trabajo especial, demorará en llegar. Así que puedes ir a hacer otra cosa.

—Sí, señor —fue lo último que escuché decirle antes de alejarse.

Me aseguré que bajara y regresé a la habitación solo para ver que Nana siguiera ahí. Y en efecto continuaba en su sueño.

___________________________

Desperté sobresaltada y agitada. Mi cuerpo temblaba por la pesadilla que acaba de tener. Cada vez era más frecuente, ni siquiera me dejaba dormir tranquila y no era para menos, le arrebaté la vida a alguien. Y aunque ese alguien se lo merecía, no dejaba de ser algo que me atormentaba.

Un dolor de cabeza se apoderó de mi al instante, pero ya estaba acostumbrada a eso. Aun me encontraba en la habitación pero del cliente no había nada. Lo que las capsulas hacían era que me olvidara de prácticamente todo.

Sin embargo esta vez tenía leves memorias. A mi mente vino una imagen de un hombre de cuerpo marcado y mis manos acariciando su pecho. Era extraño, sin duda. Los hombres con quienes había estado esta semana no se comparaban a ese recuerdo, no eran nada agradables a la vista ni al tacto. También recordé haber visto a Woobin entrando a la habitación pero no podría estar segura de que si era cierto o no.

Esta vez fue Alex quien me dio la capsula justo al dejarme aquí adentro de la habitación. Según él un cliente muy importante vendría y debía de atenderlo ya que no quería a nadie más que no fuera yo.

No es que ya confiara en él para aceptarle algo. Él se dio cuenta de que nosotras tomábamos eso para soportar el trabajo y en su forma particular de ordenar las cosas me obligo a tomarla y también lo había hecho mi cómplice en ese asesinato, no a la fuerza, él lo hizo voluntariamente. Aun así, no confiaría en él nunca más.

Aunque aseguraba que era la misma que acostumbraba a tomar sentí algo diferente, incluso ahora que regresaba en mí me sentía extraña. Supongo que por los efectos, si es que era otra droga.

Cuando vi la hora ya era tarde y necesitaba prepararme para el trabajo. Minah ya me esperaba en el cuarto. Hoy sería el gran día, hoy nos marcharíamos de ese lugar para siempre. Ella encontró un ducto en uno de los baños y poco a poco fue destornillando la tapa que lo cubría. Se las arregló para conseguir un desarmador. Esta noche en el momento indicado nos escaparíamos por ahí.

Al subir a comenzar el trabajo uno de los guardias, nuevo al parecer ya que no lo había visto antes, me ordenó que volviera a la barra. Cosa que me pareció extraño y pensé en solo una persona que haría eso, Woobin. De nuevo el recuerdo de verlo entrar en la habitación vino a mí. Entonces ¿era real? ¿era verdad que estaba aquí?

Dejé de pensar en ello cuando volví a pensar en el escape de esta noche. Si lo lográbamos ya no necesitaría de su protección, sería libre.

Mientras agitaba el mezclador con movimientos que aprendí de la otra chica de la barra el hombre nuevo me pidió que lo acompañara. El jefe quería verme. Me inundé de miedo porque no era la primera vez que hablaría con el señor Kim, ya lo había conocido hacia algunas noches y era cierto todo lo que las chicas decían de él.

Me guió hasta la habitación cinco en la que había estado en la tarde. Abrí la puerta y vi a un hombre de pie dándome la espalda. Entré con miedo.

—Ya estoy aquí, señor —dije con la mirada al suelo.

—No debiste trabajar hoy —al escuchar su voz levanté la vista, era él, Woobin—, debiste seguir descansando.

—No, señor. Necesito pagar mi deuda primero —respondí tomando valor sin verlo a la cara.

Eso de pagar la deuda me lo repetía muchas veces el señor Kim y supongo que él también lo haría, por eso me mandó llamar.

—Sabes que pagar esa deuda te llevará casi toda tu vida —dijo acercándose lentamente, cada paso que él daba era uno que yo daba para atrás.

—No importa cuánto tiempo me lleve, lo lograré.

—¡En verdad eres tan estúpida! —alzó la voz ¿será que ya se estaba mostrando como en realidad era? Todos aquí parecían tener una doble cara— ¡¿Cómo pudiste caer con un tipo como Alex?!

Captó mi atención y lo miré a la cara, estaba furioso, lo había hecho enojar y no sabía por qué.

—Sólo mantente en la barra —bajó el tono de voz y se giró—, ese es tu trabajo ahora.

Salí de la habitación desconcertada. Él sabía de lo de Alex ¿pero cómo? Aunque era de esperar, siendo uno de los jefes lo debe saber todo.

Al llegar de nuevo a la barra Minah ya me esperaba, dijo que ya era el momento.

Los nervios crecieron pero debíamos de hacerlo. Nos dirigimos al baño escondidas siempre de los guardias y sobre todo de Alex, que al parecer no estaba por ahí.

El baño estaba solo, para nuestra suerte. Seguí a Minah y entramos al indicado. Como yo era la más alta me pidió que quitara el último tornillo, los demás solo estaban puestos sin enroscar. Lo hice con mis manos temblantes y enseguida quité la tapa. Se podía sentir el aire fresco por ahí.

Le sugerí que subiera primero y yo la seguiría. Le ayudé a subir apoyando su pie en mis manos unidas. Yo sola subí y emprendimos la marcha haciendo el menor ruido posible.

El camino no fue largo y al llegar al final con varias patadas logramos derrumbar la tapa de fierro. Salimos por detrás del establecimiento. Era un callejón oscuro, que mejor para nosotras.

Ya pisando suelo caminamos a la derecha esperando encontrar una salida buena. Estaba comenzando a sentirme feliz de estar libre pero mi sonrisa se borró al llegar a la esquina de la cuadra.

Dos hombres nos salieron al frente, uno sujetó a Minah por la cintura impidiéndole correr y el otro se dirigió a mí. Di le media vuelta para escapar cobardemente abandonando a mi amiga pero solo me topé con la cara de Alex quien me tomó por el cabello.

—La palomitas querían volar sin permiso aéreo —se burló y yo quería morirme, al final parecía que eso iba a pasar.

No sabía que castigo nos esperaba después de intentar escapar.

—Creo que el jefe querrá ver esto —rió y me empujó para que caminara sin soltarme del cabello.

—¿Qué rayos sucede aquí? —escuché la voz de Woobin realmente molesto.

En la esquina, de donde llegó Alex, estaba Woobin con ese hombre nuevo.

—Estas chicas intentaron escapar, jefe —informó Alex empujándome al suelo frente a Woobin.

Levanté la mirada con temor. Mis ojos se encontraron con los suyos y no pude distinguir lo que decían. Parecía enfadado y yo temí lo peor.

Z'H

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