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—¿Cómo estuvo?— Jess me preguntó desde su lugar junto a la estufa cuando entré en nuestro apartamento. El lugar olía a café y pasta.
Durante el tiempo que habíamos pasado viviendo juntos, habíamos aprendido a cocinar algo para no morirnos de hambre o quedarnos completamente en la ruina comprando solo comida para llevar. Después de muchos problemas, principalmente huevos rotos en el piso y espaguetis quemados porque alguien olvidó agregar agua, finalmente logramos preparar con éxito comidas comestibles para los dos.
Dejo el bolso y el abrigo en el perchero junto a la puerta. —Lo mismo que la semana pasada— lleno dos tazas de café y me siento a la mesa. Conseguir una pasantía en una de las mejores firmas de abogados de Nueva York, fue difícil, pero mantenerme al día con todo el trabajo que me habían dado fue más difícil.
—Bueno, ¿te gustaría tener buenas noticias?— preguntó Jess mientras servía un poco de espagueti a la boloñesa en un plato para nosotros dos.
Suspiro y pongo mi cabeza en mis manos. —Después de este día, la noticia que necesito es que las Bangles volverán a estar juntos.
Se ríe ligeramente antes de dejar el plato frente a mí y tomar asiento en la mesa. —Bueno, es un poco menos emocionante—. Lo insté a continuar mientras tomo un tenedor de mis espaguetis. —El libro vendió dos mil copia.
Ante sus palabras, la comida casi se me cae de la boca abierta. —¿Dos mil?— Repito mientras asiente con la cabeza en confirmación. —¡Guau eso es increíble!— Digo con una amplia sonrisa en mi rostro.
—Lo sé— estuvo de acuerdo Jess mientras miraba su plato. —Va muy bien, mejor de lo que jamás pensé que sería.
—Solo sé que va a mejorar— digo con confianza. —Estoy tan orgullosa de ti, te dije que era genial.
El golpe en la puerta cortó la respuesta de Jess. Ambos volteamos la cabeza hacia la puerta confundidos. Traté de pensar si había alguien a quien se suponía que esperábamos.
—¿Rory?— Jess me preguntó mientras yo negaba con la cabeza. Se suponía que no vendría hasta la próxima semana.
—¿Liz?— Le pregunté si su madre podía estar aquí, pero él también negó con la cabeza. Hice un movimiento hacia la puerta pero Jess me detuvo con una mano en mi brazo. —No lo abras— me reprendió mientras levantaba una ceja. —Esto es Nueva York, podría ser un asesino en serie.
La persona al otro lado de la puerta tocó una vez más, impacientándose sin duda. —También podría ser Britney Spears, es Nueva York después de todo— le devolví las palabras a la cara mientras abría la puerta.
Un hombre estaba de pie al otro lado de la puerta. Llevaba un sombrero que cubría un poco de cabello rubio ralo. Tenía una cara que mostraba que no tenía más de 40 años y tenía ojos verdes que me confundieron porque sentí que los había visto en alguna parte antes.
Jess se me acercó por detrás y me pasó el brazo por los hombros. —¿Podemos ayudarte?—Preguntó mientras evaluaba al tipo.
El hombre miró entre Jess, antes de que su mirada se posara en mí. —¿Eres Cassandra Quinn?
—Depende de quién pregunte y para qué— respondí con cautela. Puede que sea un adulto, pero cuando mi madre dice que no hables con extraños, normalmente escucho.
El hombre movió nerviosamente su peso entre sus pies. —Solo necesito ayuda legal y alguien te mencionó y pensé que me ayudarías.
Miro a Jess para ver si escuchó todo lo que acabo de hacer. El hecho de que este hombre extraño que apareció en nuestra puerta sabía lo que hago en la universidad. —No lo tomes a mal— le dije al hombre, —pero, ¿Qué te hace pensar que te ayudaría? te conozco?
—Um, no. Pero, técnicamente sí—. El hombre tartamudeó mientras esperaba que continuara. —Soy tu padre.
Era como si las palabras no se registraran en mi cabeza. Quiero decir que lo escuché, pero simplemente no procesé que mi padre estaba de repente en mi puerta.
—¿Eres su padre?— Jess preguntó algo hostil. —¿Tú?
—Sí, soy Frank Martins— Nos dijo a los dos, sobre todo a mí. Dijo eso como si esperara que supiera ese nombre o al menos lo reconociera. Pero realmente no lo sabía, no sabía nada de mi padre.
Ignoro al hombre y me dirijo a Jess. —¿Llamarías a mi madre y le preguntarías si conocía a un Frank?— Yo le pregunto. Jess simplemente asiente y con una mirada cautelosa a Frank, entró para llamar a mi madre.
—¿Está seguro?— Le pregunté a Frank: —Porque estaría bastante mal si te equivocas.
—Estoy seguro— me dijo sombríamente como si no quisiera creer que él mismo tenía una hija. Eso duele.
Dejé escapar un profundo suspiro cuando miré detrás de mí para ver a Jess hablando por teléfono. Por alguna razón sabía que no necesitaba que mi madre confirmara que él era mi padre, después de todo había visto esos ojos todos los días en el espejo. Por eso me resultaban tan familiares, eran mis ojos.
—¿Quieres entrar?— Ofrecí torpemente mientras me apoyaba en el marco de la puerta.
—Um, sí. Gracias—. Frank dijo mientras caminaba a mi lado.
Cerré la puerta detrás de mí mientras los dos nos parábamos junto a la mesa del comedor. —¿Espaguetis?— Ofrecí dócilmente mientras señalaba nuestras comidas a medio comer.
—No está bien.— Se negó cuando Jess colgó el teléfono.
Caminó a mi lado y asintió sutilmente. —Tomó mucha persuasión, pero sí. Es él—, me dijo en voz baja. Invité a Frank a sentarse a la mesa con nosotros mientras desempacaba lo que acababa de suceder en los últimos diez minutos.
—Así que Frank— comencé, solo porque él era mi padre no significaba que iba a empezar a llamarlo papá. Él no ganó eso todavía. —¿Puedes explicarme qué estás haciendo aquí?
—Estoy en un problema— aclaró. —Necesito ayuda, legal y financieramente— Sentí mi corazón desinflarse ante sus palabras. Esperaba que al menos mencionara que quería verme y saber quién era yo.
—¿Así que nada que ver conmigo?— digo con tristeza. —¿Nada que ver con querer verme o conocerme?— Pregunté esperanzada.
Jess y yo vimos como Frank agachaba la cabeza. —Para ser honesto— comenzó cuando asentí para que continuara. —No en realidad no.
Me di cuenta de que Jess quería decir algo, pero se contuvo, algo por lo que estaba muy agradecida. —¿No quieres conocerme?— Repetí mientras me sentía repentinamente vacía. —¿A tu propia hija?
—Escucha—, dijo Frank, claramente incómodo por haber sido llamado. —Solo necesito un poco de asesoramiento legal y dinero, luego me quitaré de en medio.
Ese fue el momento en que me di cuenta. Que todos esos años que me había preguntado dónde estaba mi padre. Esas noches en las que yo, de cuatro años, me quedaba despierta y le preguntaba a mi madre: "¿Cuándo vuelve papá a casa?"
Todo eso por nada. A este tipo ni siquiera le importaba un comino. En su cabeza, el día que nos abandonó fue probablemente el mejor día de su vida. "Esquivé una bala", era probablemente todo lo que se decía a sí mismo cada vez que pensaba en mí. Todo lo que quería era algo de dinero en efectivo.
Ignoré el nudo en mi garganta mientras hablaba. —¿Qué te hace pensar que tengo dinero? Soy una estudiante universitaria. —Por el rabillo del ojo pude ver a Jess mirando a Frank. Claramente estaba tratando de evitar hacer algo en un asunto que no le preocupaba mucho.
—No necesito mucho— suplicó Frank mientras yo rodaba los ojos hacia él. "Tomaré cualquier cosa. Solo necesito ayuda".
—Mi madre necesitaba ayuda y tú la dejaste—, escupí con los dientes apretados mientras Frank evitaba mi mirada acusadora. —Entonces, ¿por qué debería ayudarte si no le diste la misma cortesía?
Nunca me lo dijo, pero sabía lo difícil que fue para mi madre criarme sola. Con sus padres en un país completamente diferente y ella todavía tratando de mantener un trabajo. Sobrevivir con un año de universidad. Y, sin embargo, lo hizo todo por su cuenta.
—Por favor—, suplicó mientras yo negaba con la cabeza. —Eres mi última opción—. Por mucho que no me gustara, sentí un poco de lástima por el hombre.
Lástima que realmente no tenía otra opción. Y aquí estaba yo, rechazándolo. Todo por un estúpido rencor. Sin embargo, incluso si quisiera ayudarlo, no podría hacer nada. No tenía una fortuna a la que recurrir y ni siquiera podía representarlo en la corte. Pero una parte horrible de mí sabía que aunque pudiera no lo haría.
—Solo haz lo que mejor sabes hacer y sal por la puerta—, dije con una inclinación de mi cabeza hacia la puerta. Una vez que Frank vio que no había nada que pudiera hacer para cambiar de opinión, salió por la puerta abierta que Jess mantenía abierta. Ni siquiera darme una segunda mirada.
Jess caminó hacia mí y se sentó a mi lado. Me abrazó por el costado mientras hundía mi cabeza en su hombro. —¿Estás bien?— Me preguntó mientras levantaba mi rostro para mirarlo.
—Sí—, dije sinceramente mientras me frotaba la nariz roja. —Estoy un poco contento de saber que no me perdí mucho.
Acercándome más a él, Jess me abrazó con más fuerza. —Sí, el tipo era un imbécil—, comenzó. —Como si Angélica de Rugrats y Janice de Friends fueran todas mezcladas en un solo personaje.
Me río ligeramente de sus intentos de animarme. —No olvides agregar a Dolores Umbridge— comenté.
Besó mi frente suavemente y apoyó su cabeza sobre la mía. —¿Cómo podría olvidarlo?— Dice mientras sonrío. —Te amo— murmuró en mi cabello.
—Yo también te amo—, le digo mientras muevo la cabeza para darle un pequeño beso que fue interrumpido por el timbre del teléfono.
Ambos nos separamos para mirar el teléfono. Jess se levantó rápidamente y contestó. Observé mientras escuchaba lo que decía la otra persona antes de decir un rápido 'Está bien'.
Me pasó el teléfono, —Es tu mamá—. Tomo el teléfono en mi mano mientras Jess toma un libro del estante y se va al dormitorio a leer. No sin antes regalarme una pequeña sonrisa que hizo que mi corazón se derritiera de nuevo.
Me preparé mentalmente para lo que pudiera decir. —¿Hola?— Pregunté en el teléfono.
—¿Qué diablos está pasando allí?— Fue lo primero que escuché de mi madre. —Jess prácticamente me obligó a sacar el nombre de tu padre y de repente cuelga.
Me froté la nuca, —Es una larga historia—. Traté de evitar el tema.
—Bueno, ¿podrías decirmelo?—Mi mamá dice sarcásticamente. —Tengo tiempo. Ahora escúpelo.
Fue entonces cuando conté todo el esfuerzo de Frank Martin apareciendo en mi puerta hasta el momento en que prácticamente lo empujé. Todo el tiempo mi mamá no dijo nada. Había tanto silencio en la otra línea que podía escuchar su respiración claramente como si estuviera justo a mi lado.
—Lamento que tuvieras que conocerlo de esa manera— se disculpó con tristeza. —Si fuera por mí, nunca lo habrías conocido.
—Está bien, mamá—. Le aseguro en voz baja. —Me siento un poco aliviado de saber que no lo necesitábamos.
—Nunca lo he hecho y nunca lo haré—. Estuvo totalmente de acuerdo y pude ver la verdad en su voz.
Asiento con la cabeza, silenciosamente de acuerdo con ella. —¿Pero alguna vez pensaste que las cosas serían más fáciles con él cerca?
—Nop—dice ella sin vacilación o incertidumbre en su voz. —Simplemente habría añadido más problemas"
—¿Alguna vez te preguntaste por él?
—A veces— me dice honestamente mientras me aferro a cada palabra que dice. —Como cuando no pude asistir a tu reunión de padres y maestros de tercer grado y me sentí tan enojada que tuve que trabajar turnos dobles solo para poder comprarte los lápices de colores que querías.
—¿Luke no fue a esa reunión por nosotros?— Le pregunté mientras recordaba a Luke llegando a la escuela y la gente preguntándome si era mi padre. Y tener que decirles que no, porque no conocí a mi padre.
—Sí— confirma mi madre mientras sonrío levemente. —Así que está bien que no lo tuviéramos, porque como dije antes, tenemos a toda una familia aquí.
—¿Alguna vez pensaste en encontrar a alguien para ti?—pregunto de repente, pareciendo sacudirla y hacerla callar. —¿Cómo cuando Luke y Lorelai se encontraron?
Durante toda mi vida o desde que tengo memoria, mi madre nunca tuvo novio. Claro, la gente la invitó a salir y tuvo citas, pero nunca fue más allá de la primera cita. Lo cual nunca pude entender por qué, porque había visto muchos chicos que serían buenos para ella, pero ella nunca hizo nada al respecto.
La escuché suspirar en la otra línea. —En primer lugar, quiero que sepas que te quiero mucho—. Ella comienza a confundirme sobre hacia dónde se dirigía esto. —Nunca encontré a alguien porque nunca quise también. Nunca quise la vida que Lorelai y Luke o tú y Jess tienen juntos.
—Estoy bien por mi cuenta y me gusta bastante— Ella continuó mientras yo escuchaba atentamente. —Me gusta despertarme a la hora que quiero y no tener que preocuparme de quién va a usar la ducha primero. Me gusta elegir qué comida quiero y no pensar si a la persona que está conmigo le gusta o no.
—Ahora, me encantaba cuando estabas conmigo todo el tiempo y realmente lo extraño, lo hago. Pero necesito tiempo para estar conmigo mismo y ver las películas que quiero y comer la comida que quiero. No he hecho eso, desde que tenía 19 años—. Hace una pausa por un segundo como para asegurarse de que todavía estaba en la línea. —¿Lo entiendes?
Asiento con la cabeza y luego recordé que ella no podía verme. —Sí, mamá—. Le digo honestamente. —Realmente lo hago y me alegro de que finalmente puedas tener eso.
—Gracias—, murmura en voz baja que apenas podía oírla. —Solo quería que entendieras.
—Ahora sí—, le digo con una pequeña sonrisa. —Está bien, esto de corazón a corazón fue divertido, pero me tengo que ir. Estoy cansada—. Bromeo cuando la oigo reír al otro lado de la línea.
—Sí, son demasiadas emociones para una noche— Ella replicó juguetonamente. —No deberíamos abrazarnos hasta el próximo mes, lo equilibraría.
—Entendido— respondí con una sonrisa en mi rostro. —Me voy a ir a la cama ahora, te amo.
La escuché gemir en el otro extremo, —¿Qué acabo de decir?— Me río de ella mientras continuaba. —Está bien entonces. Hasta luego, perdedora—. Con eso, ella colgó el teléfono. Dejándome con mis pensamientos.