28.
Las hermosas cejas de Su Yu estaban fruncidas cuando se despertó a la mañana siguiente.
Su expresión era especialmente complicada cuando miraba el esqueleto de la sala.
Levantó la mano y se frotó las cejas, sin saber si todo había sido un sueño o si realmente se había desmayado después de que el esqueleto lo golpeara con una almohada.
Si era cierto, ¿qué tan resentido estaba ese esqueleto?
29.
Su Yu bajó la mano y se giró para mirar a Xiaobai en la sala de estar. Obviamente seguía en la misma postura que antes, pero sintió que su rostro huesudo tenía un toque de... arrogancia.
30.
¡Hum!
31.
Cuando sonó el teléfono, era un número conocido. Su Yu se frotó las cejas y contestó al teléfono. Al otro lado del teléfono se oía una voz amable. Suspiró antes de hablar. —Encontré a la persona que buscabas.
Su Yu dijo que sí y le dio las gracias.
La persona al teléfono dudó brevemente. —Todavía tienes que creer en la ciencia.
La voz de Su Yu era tranquila. —Por supuesto, creo en la ciencia. Creo que la persona que busco puede ser científica y llamar a su alma para mí.
32.
... ¿Llamar un alma?
33.
¿Llamar a un alma? ¿Tan increíble? Su Yu estaba entre los tres mejores de su grado en matemáticas, física y química cuando estaba en la escuela. Supuse que era un creyente de la ciencia. ¿Ahora estaba buscando un buscador de almas? ¿Cuál es el proceso de invocar un alma? ¿Va alguien a cantar y bailar en mi casa mientras lleva una máscara y sostiene una campana?
Mi yo esquelético voló con un grito. Los grandes dioses me obligaron a señalar a Su Yu y exigirle: "Si tienes algo que decir, sólo dilo". Entonces mi mandíbula inferior se movió alrededor de mi articulación, y le di a Su Yu una sonrisa avergonzada pero educada.
Eso... Hey jeje, ¿¡inesperado!?
34.
La imagen era demasiado hermosa para pensar en ella.
35.
Su Yu colgó el teléfono. Parecía que el asunto había sido acordado. Por la tarde, el maestro vendría a mi casa. No quería ver a Su Yu en este estado. También me preocupaba que me echaran del esqueleto.
El pequeño fantasma de ayer asomó la cabeza por la pared y me dio una palmadita en el hombro, con cara de desprecio hacia este novato:
—¿Por qué te preocupas? El ochenta por ciento de esa gente son estafadores. Es difícil encontrar a alguien con verdadero talento.
Lo miré. —¿Encontraste la manera de dejarme salir?
Pequeño demonio: —Nop.
Yo: —¿Entonces por qué estás aquí?
Pequeño demonio: —Para ver la emoción.
Yo: —... bye.
36.
El chico dio con una forma de sacarme temporalmente, pero sólo por poco tiempo. Afirmó que la solución se la había dado un sacerdote taoísta. El pequeño fantasma y yo estábamos sentados en el alféizar de la ventana en ese momento, balanceando las piernas y mirando por la ventana los altos edificios. El pequeño fantasma me regaló un helado hecho especialmente para fantasmas. Afirmó que lo había obtenido del sacerdote taoísta.
Supuse que los sacerdotes taoístas y los fantasmas eran enemigos, pero el pequeño fantasma agitó la mano.
—Los fantasmas y los sacerdotes taoístas también pueden ser amigos. Además, hay muchos fantasmas en este mundo; ¿cómo pueden los sacerdotes taoístas manejarlos a todos?
Tenía sentido. Vive y aprende.
Oh no, debería ser "vive hasta la muerte", "aprende hasta la muerte" o tal vez "sigue aprendiendo después de la muerte".
Lamí el helado con sabor a chocolate, que era bastante dulce. Su Yu me había prohibido anteriormente comer estas cosas, alegando que era perjudicial para mi salud.
Le pregunté al pequeño fantasma porqué no pedía una solución a largo plazo. Ya era hora de que volviera a mi forma de esqueleto. El chico se burló:
—Es inútil. La raíz del problema está dentro de ti. Si tienes obsesiones, esas obsesiones te arrastrarán hacia lo más parecido y cercano a ti. Es difícil deshacerse de ello.
Asentí con la cabeza. Me di cuenta de que debería haber preparado una muñeca inflable para mí. Como mínimo, podría haber hecho ruido.
37.
El pequeño demonio se negó a hacer comentarios. Dos fantasmas suspiraron, lamentando su falta de previsión antes de morir. Sin embargo, no todo el mundo tiene una obsesión. Si no, los fabricantes de muñecas inflables se habrían asociado con los fabricantes de urnas.
Intenté refutar su observación. —Todavía quedan algunos días. No estaré obsesionado con su boda cuando haya terminado. Entonces me liberaré.
Durante un breve instante, el pequeño demonio me miró y curvó los labios. —¡Qué tontería! ¿Quién te va a creer?
Volvió a reaccionar un momento después. —¡Oh! ¡Ni siquiera los fantasmas te van a creer!
38.
Yo: —Lo creas o no. De todas formas, mi obsesión es únicamente esta boda. No estaría tan enfadado si hubiera esperado un mes antes de casarse.
El pequeño demonio lamió el helado. —Es fácil para ti decirlo, pero las obsesiones no son tan fáciles de disipar. Algunos fantasmas pueden permanecer en el mundo durante cientos de años como resultado de una obsesión.
Pregunté:
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
El pequeño demonio sacudió la cabeza y dijo:
—No lo recuerdo. Deben ser doscientos o trescientos años.
Le pregunté:
—¿Cuál es tu obsesión?
El pequeño demonio ladeó la cabeza. —No me acuerdo.
Lo pensé y pregunté:
—¿Es ese sacerdote taoísta?
El pequeño demonio guardó silencio durante mucho tiempo. Mordió el helado y dijo:
—Sí.
39.
Como se prometió, el maestro llegó por la tarde.
Su Yu es educado con los demás, pero no es especialmente entusiasta. El compañero de Su Yu lo miró con expresión de preocupación. Las palabras "hermano, ¿estás bien?" estaban casi estampadas en su cara. Su Yu era completamente inconsciente de ello.
El maestro iba vestido con una túnica china y parecía llevar grandes cuentas de Buda en la mano. Se puso manos a la obra tras un breve saludo. Preguntó por las cosas que yo utilizaba con frecuencia después de dar unas vueltas por la casa, luego cerró los ojos y murmuró algunas palabras. Yo estaba muy nervioso.
¿Realmente iba a ser convocado? ¿Qué podría decirle a Su Yu, ah? "Hermano mayor, espero que te haya ido bien desde la última vez que hablamos". O, mejor aún, ¿pedir una invitación de boda?
Es extraño.
40.
Yo revoloteaba nervioso por la habitación. Después de un rato de escucharlos, el pequeño demonio se aburrió y se sentó encima del esqueleto, mordisqueando el helado. Estaba insatisfecho porque no había nada emocionante que ver.
Le pregunté porqué no podía respetar al maestro.
Antes de que pudiera terminar de hablar, noté que el maestro suspiraba y bajaba las cuentas de oración. Luego, con una expresión incomprensible, habló en el tono de un funcionario de la corte que ha trascendido:
—Lo he localizado. ¿Qué te gustaría decirle?
41.
Me puse nervioso de inmediato y, sin saberlo, me deslicé entre el maestro y Su Yu.
¿Sobre qué me va a interrogar Su Yu? ¿Cómo te van las cosas en la otra vida? ¿Quieres venir a mi boda? ¿Puedes concederme una larga vida más adelante?
Su Yu se detuvo un momento antes de decir con calma:
—Pregúntale por el pin de la tarjeta bancaria.
42.
Yo: —...
¡Vete a la mierda!
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