𝕊𝔼𝔻 𝔻𝔼 𝕋𝕀 》𝑬𝑫𝑺𝑬𝑹

By Feneti

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Hace más de quinientos años, los vampiros y las brujas se asentaron en la ciudad de Estambul. Después de que... More

❧ 𝕻𝖗ó𝖑𝖔𝖌𝖔 ❧
❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴 ❧
❧ 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴𝕴 ❧
❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴𝕴𝕴 ❧
❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴𝖁 ❧
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❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖃 ❧
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❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴𝖃 ❧

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By Feneti

-Eda Yildiz.—ella se volvió en la dirección donde provenía su nombre.—Dichosos los ojos que te ven, bruja.

-Quisiera decir lo mismo después de tanto tiempo, Strigoi.—respondió con calma.—Pero ya tengo a alguien mejor en que fijar mi mirada.—Serkan frunció el ceño.—¿Cuándo comprenderás que dentro de cinco días será mi ceremonia de compromiso?

‐¿Y si eso no llega a suceder?

-Ocurrirá.—afirmó.—Es lo que más anhelo.—esbozó una pequeña sonrisa al notar como se estaba frustrando.—Acepta que te olvidé. Sólo serás un recuerdo de mi niñez. Nada más.

-Me niego.—apretó la mandíbula con rabia.—No aceptaré que borres una parte tan importante de tu vida. Yo fui, y seré lo mejor que te pasó. Ni un simple perro puedo llegarme a la suela del zapato que calzo.

-No te llegará.—lo miró fijamente demostrándole la intensidad de sus palabras.—Te superará.—caminó con tranquilidad por el bosque.—Ahora déjame en paz. Soy una mujer comprometida y es algo que debes respetar.

-No me hagas reír, Eda Yildiz. Sabes perfectamente que me gusta mantener mi compostura.—acomodó su túnica.—¿Crees que estás respetando a tu prometido?—Eda se detuvo.—Aún llevas la cadena que te hice.

-Gracias por recordarme que tenía que devolvertela.—la desabrochó y la deslizó lentamente por su cuello hasta sacarla.—Ya nada me une a ti, Serkan Bolat. Ni a ti, ni a mi pasado.—colocó su chal sobre sus hombros y lanzó la cadena sobre una roca.

Serkan sintió que todo lo que algún día habían sentido esos niños inocentes en el pasado, había desaparecido totalmente con aquella acción. Su corazón se apretó con angustia, pero su mente y su lógica lo obligaron a reaccionar frivolamente.

-¿Crees que eso me va a afectar?—señaló la cadena que yacía sobre la roca.

-No lo sé, porque ya no estoy segura de que tengas corazón. El que habla ahora mismo a través de ti es tu orgullo de hombre herido que logró lo que deseaba.

-Te equivocas.—respondió.—No hables antes de tiempo porque yo siempre obtengo lo que deseo, querida bruja.—sonrió ladeadamente.

-Serkan.—suspiró resignada ante su comportamiento.—El amor no se fuerza ni se obliga. El amor se construye. Tú me lastimaste físicamente sin importar que estuviera consciente o no, y a eso, no se le llama amor.—volvió a poner rumbo a su camino.

-Si no llegué a más, fue porque te respeté.—su voz no logró salir con fuerza. Estaba confundido.

Demasiado tarde.—le habló a través de sus pensamientos.—Fue un gusto compartir mi infancia contigo y saber que alguna vez fuiste feliz con la amistad sincera que te brindaba.

Eda desapareció entre los árboles sin ni siquiera dejar rastro de su olor característico. Con dolor en lo más profundo de su ser, tomó la cadena y la guardó en bolsillo dedicándole una última mirada por donde ella se había marchado. La estaba perdiendo. Se estaba escapando de sus manos.



Todos los presentes estaban atentos ante el pequeño discurso del reverendo. Todo se había organizado bajo la autoridad de la iglesia católica, tal y como Onur, lo había establecido para su nieta. Los familiares de ambas partes estaban emocionados, incluso alguno estaba reprimiendo las ganas intensas de llorar ante algo tan hermoso.

-Kürt Atasay, ¿acepta a Eda Yildiz como su legítima esposa y promete cuidarla y respetarla hasta el fin de sus días?

-Si, acepto.—sonrió con nerviosismo mientras sujetaba las manos de ella.

-Eda Yildiz, ¿acepta a Kürt Atasay como su legítimo esposo y promete cuidarlo y respetarlo hasta el fin de sus días?

-Yo...

-¡Detengan la ceremonia!—una niebla espesa y frondosa comenzó a salir de entre los árboles nublando la vista de todos.

-No puede ser...—Selin se agarró al brazo de Kaan con temor.

‐Tranquila Selin. No pasará nada.

-Ven aquí tesoro.—Semiha tomó en sus brazos a la pequeña Luna que rápidamente escondió su rostro para no ver nada.

-¡¿Serkan?!—exclamó asombrada al verlo.—Dios mío, ¿cuándo se dará por vencido?—murmuró para sus adentros.

-¿Pensaban que me perdería este gran acontecimiento?—caminó con paso decidido ante el altar sacudiendo su larga túnica negra.

-Eda, debes irte.—Kürt la tomó del brazo intentando apartarla del lugar.

-No Kürt. Esta vez no.—se colocó delante de él y espero que el Strigoi avanzara lo suficientemente como para encararlo.—¡Detente Serkan Bolat! ¡Ya basta! ¡Acaba con tu maldita obsesión conmigo!

-Silencio.—alzó la mano y con su poder la dejó muda.

-¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡Aquí no eres bienvenido!—Kürt gruñó con fuerza.

‐¡Retráctate ahora mismo y déjala!—ordenó.

-¡Jamás, Serkan Bolat!

La niebla del suelo, avanzó con rapidez hacia el lobo envolviéndolo de pies a cabeza sin dejarle escapatoria alguna. Bajo el poder de la oscuridad, quedó totalmente inmóvil cuando el ambiente se aclaró, dejando a todos los presentes con una expresión de terror y asombro a la vez.

-¡Ella es de mi propiedad!—la tomó con fuerza y se la echó al hombro sin importarle los golpes que estaba recibiendo en su espalda.—¡No voy a dejar que me roben a lo más preciado que tengo!—sacó sus colmillos y sus ojos se llenaron de ira y odio.—¡Quién ose tener el valor de arrebatarmela tendrá una muerte lenta y dolorosa!—desapareció ante los ojos de todos dejando un fuerte hedor a pudrición. Signo de que la maldad había estado allí.




-Si tratas de hacer algo o de escapar, no tendré compasión esta vez contigo, ¿entendido?—la sentó con brusquedad en el sillón que había frente a la chimenea que ahora permanecía apagada haciendo que el lugar estuviera oscuro.

Pasó la yema de sus dedos por los labios de Eda haciendo que el poder, que antes había hecho que quedara muda, se desvaneciera.

-Aléjate de mi.—fue lo primero que dijo al sentirse liberada.

-No lo haré.—la miró con desagrado.

-¡Déjame ir ahora mismo!

-¡No voy a permitir que te cases con él! ¡No voy a perder lo único que me hace mantener la cordura por momentos! ¡Me niego!—su voz salió como un trueno.

-¡Yo no quiero nada contigo, Serkan Bolat!—volvió a encararlo.—¿Te crees que por el mero hecho de ser mujer ya tengo que estar a tus pies? ¡Pues estás muy equivocado!

-¡Silencio! ¡Silencio! ¡Silencio!—gritó desesperado.

-Tú ya no eres el mismo de antes.—un nudo se formó en su garganta y sus ojos  comenzaron a picar sintiendo que en algún momento las lágrimas caerían sin cesar.—Ya no eres aquel niño alegre y risueño que conocí.—Serkan clavó su mirada en ella.—Si hay algún culpable aquí de todo esto, eres tú. Dejaste que la maldad te tomara por completo nublando tu alma.

-No sigas.—apretó los puños con impotencia al saber que sería imposible que aquellas palabras calaran en lo más profundo de su corazón.

-Ya no te reconozco, Serkan.—se levantó y se apartó rápidamente de él por lo que pudiera hacerle.—Graba esto en tu mente porque no lo volveré a repetir más en toda tú eternidad.—el Strigoi la miró con rencor.—No quiero tener ningún tipo de vínculo contigo. Ni siquiera quiero mirarte porque cada vez que lo hago siento lástima.—el poder comenzó a emanar de ella.—Lástima por todo el tiempo invertido en ti sin ningún resultado.

-No...—las palabras se atascaron en su garganta impidiendole soltar todo lo que sentía.

-¡Déjame en paz! ¡Déjame odiarte!—Serkan la tomó del brazo y justo en el momento en el que iba a tirar de ella con fuerza, comenzó a desaparecer.

-¡Vuelve aquí!—Eda se esfumó por completo.—¡Maldita seas bruja blanca!—golpeó el espejo que adornaba el lugar provocando que el suelo se llenara de miles de pedazos junto con gotas de su sangre. El Strigoi, una vez más, había perdido la oportunidad de tenerla. 



-¡No vayas tan deprisa! ¡Vuelve aquí!

-¡Ihan!—corrió tras él.—¡No puedo correr tanto como tú! ¡Espera!

-¡Caracol!—la inocente risa de este envolvió la pradera.

‐¡Yakin y Erol se quedaron atrás! ¡Ihan!—se detuvo al no poder correr más.—¡Tenemos que volver a casa!

-¡No! ¡Yo quiero mi luciérnaga!—se adentró en los frondosos arbustos siguiendo la luz brillante del animal.

-No pienso entrar ahí.—se acercó un poco.—Ihan, me da miedo. Sal de ahí.—no obtuvo respuesta.—¿Ihan?—se echó para atrás cuando el arbusto se movió.—No tiene gracia. Por favor sal...¡ahhh!—fue arrastrado hacia el interior.

La sangre comenzó a salpicar hacia todas las direcciones manchando el verde pasto y los troncos de los árboles. Con un ruido seco, la extremidad del pequeño salió despedida y rodó unos cuantos metros hacia abajo por la inercia. Con un fuerte gruñido, la bestia que se escondía allí, se escabulló entre las sombras dejando un rastro de sangre tras él.

-¡Princesa Eda!—una voz se escuchó cerca de ella.

-¿Quién es?—alzó la mirada buscando quien la llamaba.

-¡Princesa Eda!

¡Oh!—se agachó a la altura del conejo.—Disculpa, no te había visto. ¿Qué sucede?

-El mounstruo está de nuevo atacando. ¡Lo escuché!—Eda se quedó pensativa ante lo que el conejo le estaba contando.

-¿Mounstruo?—frunció el ceño.—No puede ser...—murmuró al caer en cuenta de quién se trataba. Serkan Bolat estaba haciendo de las suyas de nuevo.—Tranquilo, iré a ver que ocurre. Toma a tu familia y refugiate.—el conejo asintió y se metió entre la maleza.—Esta vez no permitiré que sigas haciendo daño...




Cuando llegó al lugar de los hechos, su alma se estremeció de angustia y dolor al ver como las extremidades y los intestinos de los niños estaban esparcidos por todo el pasto. Las cabezas estaban sobre los arbustos con una expresión horrible de terror. Expresión que, seguramente, habrían adoptado al ver a la bestia que segundos después les habría arrebatado la vida sin piedad.

-Que atrocidad...—se agachó a la altura de estos y se apartó varias lágrimas de su rostro.—Aún después de todo el daño que has ocasionado, ¿tienes el valor de presentarse? Sé que estás aquí.

-No llores, Eda.—ella soltó un pequeña risa llena de tristeza ante su tono de voz neutro. Parecía que nada le importaba. Ni que ella se sintiera débil después de la muerte de alguien tan inocente cómo lo son los niños.

-¿Enserio te vas a preocupar por una simple bruja blanca?

-Puede.—sus ojos se posaron sobre ella con indiferencia.

-Ve a tu castillo, y después de todo lo que has hecho, lava tus prendas para que no queden manchadas con sangre inocente.—se levantó y sacudió su vestido de algunas ramas que habían quedado enganchadas.—Sólo así podrán ver cuán radiante es Serkan Bolat.—él seguía sin expresión alguna.—Madre luna, tú que eres sabía y pura, te pido un favor desde lo más profundo de mi corazón.—alzó la mirada al cielo.—Pon protección sobre estas almas inocentes y permíteles, por última vez, que se despidan de sus seres queridos para que puedan partir junto a las estrellas como ellas. Con luz propia.—una figura blanquecina y casi transparente comenzó a salir del cuerpo de cada niño siendo llevada hasta el cielo para transformarse en estrellas brillantes.

Serkan, por un momento sintió que algo no iba bien. Comenzó a sentir un vacío extraño en su ser. Algo que jamás había experimentado en sus quinientos cincuenta años de vida.

Observó con detenimiento cómo Eda les hacía varias lápidas con su poder para que sus almas tuvieran reposo al volver a la tierra y terminar con su cometido. Sin saber cómo, empezó a inquietarse en el sitio. Las expresiones de terror que aún tenían los niños se estaban grabando en su mente.

-Asesino.—la oscuridad le habló en su mente.

-Tienen que volver...—sus pies comenzaron a moverse solos.—Tienen que volver, ¡malditasea!—apartó a Eda hacia un lado y se tiró al pasto tomando con desesperación las extremidades y juntándolas de nuevo.—¡Vamos! ¡Vuelve!

-Ya no hay remedio para lo que hiciste, Serkan. Ahora están descansando.—comenzó a alejarse del lugar tratando de llenar sus pensamientos de cosas agradables para borrar todo aquello.—Si eres capaz de hacer algo bueno después de tanta maldad, dales un entierro digno.

-¡Tiene que funcionar! ¡Vamos! ¡Vamos!—sus manos comenzaron a temblar.

Eda alzó las manos y, con su poder, elevó los cuerpos y los metió en el sepulcro para luego poner tierra sobre estos y dejarlos descansar por la eternidad.

-Mírate Serkan. Mírate en lo que te has convertido. Eres un asesino. La sangre de esos niños inocentes quedará impregnada para siempre en tu piel...

‐¡No!—gritó desesperado.—¡Maldición! ¡Vuelvan!

-Ella te odiará, Serkan Bolat. Te odiará por todo lo que hiciste. Eres un ser repugnante.

-¡NO!—los animales salieron de sus escondrijos para huir ante el fuerte grito. Todo el bosque retumbó por ello.

-Eda no podrá mirarte a la cara. Será mejor que desaparezcas de su vida. Sólo así, ella será feliz.

-¡Basta!—agarró con fuerza su cabello y tiró de él tratando de disipar los pensamientos que la oscuridad le estaba imponiendo.—¡Sal de aquí! ¡Vete!—las lágrimas negras aparecieron en su rostro blanquecino dejando el rastro en sus mejillas.—¡EDA!

Ella se detuvo al sentir una punzada en su corazón. Los gritos del Strigoi la estaban rompiendo en mil pedazos por dentro. Por mucho que quisiera odiarlo, no podía. No podía odiar a aquel niño que en el pasado le hizo compañía. Simplemente, no podía.

‐¡Ya déjame en paz! ¡No puedo!—su llanto lo estaba ahogando.

-Serkan.—se acercó y posó una mano en su hombro para tratar de consolarlo.

-¡Acaba conmigo!—Eda se estremeció cuando los ojos del Strigoi se posaron sobre ella entre lágrimas. Su sufrimiento era tan grande que hasta ella podía sentirlo.—¡Te lo ruego! ¡Acaba conmigo!—pasó la mano por su frente despejando sus horribles pensamientos e hizo que su peso fuese más liviano para poder cargarlo en sus espaldas.

-Vas a estar bien, Serkan. Lo prometo.



La túnica negra cayó al suelo estrepitosamente cuando Eda se la sacó. Un gran charco de sangre se formó bajo esta junto con las gotas que caían sin cesar de su cabello. Su semblante no tenía expresión. Era como si estuviese completamente ido. Sumergido en sus pensamientos.

Lentamente, desabotonó su camisa quedando sus manos también manchadas. Una vez lo hizo, lo sentó en el borde de la bañera, que previamente había llenado, y le alzó las piernas para terminar de quitarle las botas y el pantalón.

-Ven. Vamos al agua.—lo tomó de las manos y le ayudó a entrar poco a poco.

Una vez sentado, y con el agua por el pecho, esta comenzó a tornarse de color carmesí.

Serkan agachó la cabeza y observó como la sangre que estaba sobre su cuerpo comenzaba a soltarse para mezclarse con el agua. Extendió las manos, aún sumergidas, y se quedó mirándolas por un largo tiempo.

-Te daré tu espacio.—tomó la ropa del suelo y salió fuera para colocarla en el cesto de lavar.—Señor, te ruego me des fuerzas para sobrellevar esta carga.—un sollozo interrumpió su rezo y por instinto, se apresuró hasta el baño.

-Eda.—un nuevo color comenzaba a mezclarse en el agua. El negro intenso de sus lágrimas.

-¿Qué quieres, Serkan?

-¡Mira!—sacó las manos y se las mostró. Aún quedaban restos de sangre.—¡Mira!—gritó con tanta fuerza que sintió como su garganta se desgarraba.—¡Soy un asesino!

-Tranquilo.—lo abrazó sin importarle que su ropa se manchara.—Estoy aquí Serkan. Calma.

-¡Estoy sucio! ¡Me odias!—dejó caer su cabeza en el hombro de ella.

-Shh...—puso jabón en sus manos y comenzó a lavar su cabello.—Vamos a sacar este agua.—vació la bañera y volvió a llenarla con agua tibia.—Respira, Serkan.—intentó calmarlo pero era imposible.

-Los maté. Los maté. Los maté.—repetía una y otra vez mientras se mecía.

-Ellos ya te perdonaron.

-¡Ya no puedo! ¡No puedo!—su alma se estaba quebrantando.

-Lo sé, pero no estás sólo.—lo pegó en su pecho y comenzó a acariciarlo despacio.—No te rindas jamás. Lo que tu sueñas se cumplirá.—su voz melodiosa comenzó a tararear una hermosa canción haciendo que Serkan se relajara.—Sé que puedes vencer todo esto.—tomó su mano y la acarició suavemente.—la estrella que brilla cada noche en el cielo...

-Brilla así porque toma tu luz.—completó la frase y Eda sonrió.

Después de tantos años que había pasado, él seguía recordando la frase que ambos inventaron en su niñez. Aún quedaba algo del Serkan que conoció y ahora estaba segura que debía luchar por eso. Debía acabar con la oscuridad que impedía mostrarle al mundo su belleza. La belleza que ella tanto amaba.












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