Alcohol de celos [Naruto: Nar...

By Ayram_fanfiction

281 29 342

❛Lo que tenían era una cuestión física, sin más complicaciones. Le resultaría demasiado difícil abrir por com... More

01 | Un corazón débil
02 | Tanto ruido azul

03 | Plomo en palabras

36 6 138
By Ayram_fanfiction

El ambiente había alcanzado hacía rato los límites de lo soportable. La canción rítmica que resonaba en el lugar le estallaba en el oído, a cada minuto más diluida, como si lo estuvieran sumergiendo en un lago y él lo permitiera sin bracear; era de madrugada y por alguna estúpida razón se encontraba en una fiesta en vez de en su comedor agradable, estudiando, como había sabido desde el principio que debería hacer; y encima tenía que aguantar el ridículo de Naruto idiotizado por el alcohol. Sasuke chasqueó la lengua, pero nadie pareció notarlo. Ino, Naruto y Sakura estaban muy ocupados riendo, flirteando y tocándose como si toda aquella noche formase parte de un gran juego. Ya había tenido suficiente.

Encontró unos baños en la planta baja de la mansión, que estaba, para su alivio, casi que despejada en comparación con los jardines. La única pareja que se encontró con los labios enrojecidos y jadeante contra las baldosas blancas del lugar tuvo la decencia de irse segundos después de que se metiera pisando fuerte en el baño, más molesto aún que cuando había dejado el grupo ridículo de amigos de Naruto, con lo que pudo echarse agua helada en la frente y en las mejillas y sobre los ojos, fregando una y otra vez como si eso fuese a hacerle olvidar el papel de Naruto borracho y sus dichosas palabras, sin la vergüenza de que alguien más se fijara y se preguntase a qué se debía.

Resopló. Viendo cómo iban todos por allí, estaba seguro de que asumirían que trataba de rebajar el alcohol, probablemente después de liarse con media docena de mujeres y ser el centro de alguna conversación sobre su indudable talento en el sexo. Naruto sin duda lo hacía. Le había oído contar, en alguna ocasión, también rodeado de mujeres, una anécdota sobre esa desconocida que se topó en el metro y que había acabado cayéndole rendida después de que, hablando, hablando, terminase por invitarla a su casa y tuvieran sexo. No sabía qué tenía la historia de cierto; pero realmente se le daba bien el sexo. Más, mucho más, de lo que Sasuke había esperado al conocerlo.

En parte lo molestaba tener presente que más de la mitad de sus primeras veces se las había quedado Naruto mientras que a él su amigo, amante —amigo—, le había llegado ya con experiencia previa tanto con hombres como con mujeres, y con mucha más práctica en lanzarse a flirtear en el bar. Antes de Naruto, Sasuke le había aceptado una mamada a una chica del instituto que tenía fama de ser muy capaz y que no hablaba tanto como para resultarle molesta, pero terminó más incómodo que excitado, y con una frustración que lo roía por dentro. Después había intentado algo con una de las amigas de Itachi, que resultó ser un fracaso también. Cualquier concepción del sexo como una experiencia deseable se le deshizo esa segunda vez; no había vuelto a planteárselo hasta que Naruto, tras varias semanas de bromear sobre el tema, se lanzó adelante mientras estaban en el sofá y lo besó rápido en la boca.

Era ridículo que lo molestase ver cómo se ponía meloso con Sakura, cuando la única razón por la que estaban juntos, si es que lo estaban, había sido lo abierto y directo que era su amigo en cuanto al sexo y los sentimientos. Más ridículo aún que, sabiendo el sinsentido que era seguir pensando en ello, no se quitara al idiota de la cabeza. Se abocó otra tirada de agua fría al cuello. Imbécil.

La puerta del baño volvió a abrirse poco después y Sasuke, atrapado con el rostro entero mojado y el peor humor posible, irguió violentamente la cabeza con la intención de hacer sentir tan mal como fuese capaz a los universitarios calientes que lo molestaban allí, justo entonces, cuando lo que menos necesitaba era compañía. Pero era sólo Naruto.

—Oye, Sasuke. —Se detuvo a su lado, se miró en uno de los muchos espejos, se arregló el pelo y se sacudió alguna clase de confeti que le habían echado por encima. Era inútil; se le levantaban más mechones rebeldes por cada uno que aplastaba. Al final se rindió, riendo exasperado—. Hey, ¿va todo bien? ¿Demasiado ruido afuera? Te has ido tan de golpe que... —Se volvió para verle la cara, apoyándose en el mármol del lavamanos—. Llevo un rato buscándote.

—¿Ya has terminado con Sakura? —replicó Sasuke, seco, secándose las gotas frías que sentía resbalar por las mejillas.

No había pretendido hacerlo sonar como nada más que una provocación ligera, la clase de comentarios que se hacen los amigos cuando han tomado alcohol, pero los ojos de Naruto se entornaron primero con una sombra de desconcierto, y enseguida la sonrisa enorme y brillante de siempre, no; la que aparecía antes de besarlo, tironeó de sus labios, punzante, atrevida.

—¿Estás celoso? —canturreó. A pesar de su actitud juguetona, en sus gestos había más autocontrol que antes, y la serpiente corrosiva que llevaba media hora estrechándose en el estómago de Sasuke pareció relajar la presión. Estaba más acostumbrado a este Naruto que al que tiraba de su cintura para bailar frente a toda la facultad.

—Me da igual lo que hagas con ella —masculló, mientras iba a buscar una toalla entre los cajones de la pared opuesta para acabar de secarse. No se creía capaz de mirar a su mejor amigo a los ojos en aquel momento, de modo que se quedó allí, frotándosela por el cuello y las mejillas hasta que casi escocieron—. Pero nunca te dará un sexo tan bueno como yo.

La risa abierta de Naruto le llegó aunque no pudiera verlo.

—Creído.

¿Lo era? Suponía que sí. Su amigo disfrutaba de las veces que se acostaban juntos, eso era un hecho; durante el sexo no hacía nada para esconderlo, y, aunque eran raras las ocasiones en que comentaban lo ocurrido después, y había el acuerdo implícito de no empezar a tratarse de ningún modo diferente, las sonrisas radiantes de Naruto hablaban por sí solas. Pero Sakura tenía más práctica, y Sasuke no era tan iluso como para creer que un cuerpo masculino pudiese ofrecerle lo mismo que el de mujer, ni que Naruto, que lo había conocido antes de que aprendiera cómo usar correctamente su cuerpo, lo situase entre sus mejores experiencias sexuales.

Se encogió de hombros, sin ganas de pensarlo, y abandonó bruscamente la toalla sobre el mármol. Estaba siendo irracional. Ya tenía todas las respuestas que necesitaba; Naruto prefería lo que era natural que prefiriera, como había sabido de sobras desde antes, y él no tenía por qué ponerse en ridículo confesando nada más. Por el amor de dios; permitir que aquel arrebato se alargara sólo lo llevaría a estropear una relación que constituía de las pocas bases sólidas de su mundo. La amistad con Naruto era lo que importaba; que su amigo hiciese lo que quisiera desde ahí.

—¿No responderás que sólo dices la verdad? —Naruto sonaba más sorprendido que provocador, esta vez. Esperó unos segundos a que su amigo contestara, pero sólo sirvió para que el silencio entre los dos se volviera más denso.

Sasuke no conseguía soltar la mentira. En cuanto intentaba devolverle el juego de hacía un instante, resoplar "no me lo has negado" y provocar que su mejor amigo hiciera rodar los ojos antes de abandonar el tema para siempre, el nudo negro que había arraigado en su garganta se retorcía, asfixiante, dificultándole hablar. Pero quedarse callado le estaba empezando a resultar igual de insoportable; cada segundo en silencio era otro puñetazo sordo en la caja torácica, agresivo, que sentía multiplicado por el vacío de los lavabos de la mansión.

Así que se dio la vuelta y lo encaró, porque no quedaban más opciones.

—¿Sakura te gusta más que yo?

No era lo que había pensado decir, pero las palabras salieron solas, mucho más directas en su frustración que la otra pregunta, la que temía, la que había estado meses rodando en su lengua al separarse de cada beso y sentir tan cerca el cielo soleado de los ojos de su amante, amigo, amante, amante, lo que tuviera que ser.

—Espera. —Naruto se lo quedó mirando. Entreabrió los labios sin entenderlo antes de sacudir la cabeza—. ¿En serio estás celoso? ¿Pero sólo somos amigos con derechos...?

—Ya.

«Y las cosas serían mucho más sencillas si lo que encontrase atractivo de ti fueran tus glúteos y espalda, o la forma en que tuerces los labios cuando tratas de seducir, y no las sonrisas que se te acaban escapando siempre que finges estar ofendido, ni tu manía de hablar con la boca llena porque se te ha ocurrido una nueva idea a media conversación, ni el ridículo que haces después de beber, después de que te advirtiera de lo que ocurriría con tanto alcohol, ni que puedas suspender un examen y en el siguiente sacar un diez».

—¿Ya? —Su amigo había enarcado las cejas.

Tuvo que resistir el impulso de echarse atrás. Estaba a tiempo; sentiría ese escozor en la garganta, el dolor pesado de cada latido como si se encontrase bajo el agua, resonando grave contra sus oídos, cubriendo todo lo demás, y las puñaladas constantes de Naruto jugando a seducir mujeres no pararían, pero nada lo obligaba a exponerse entero.

—Es lo que ha dicho Ino —replicó, con la voz firme y los ojos oscuros sobre los ingenuos de su mejor amigo—. Estamos siempre juntos. —No pensaba permitirse ningún temblor. Si Naruto tenía que rechazarlo, que por lo menos fuera sin haberse humillado de más—. Te gusta cómo lo hago... ¿no?, y nos complementamos perfectamente. ¿Qué significa que sólo somos amigos con derechos? ¿No puedo estar celoso?

Sentía la garganta seca, así que tragó, y se concentró en Naruto, y se negó a dar vueltas a lo que acababa de decir.

Una sonrisa sorprendida se desplegó, insegura, en los labios de su amigo, como si no supiera exactamente cómo colocarse. Parpadeó un instante y, por ese segundo diminuto, sus ojos parecieron transformarle la expresión en esperanza, pero murió enseguida en un gesto de duda; sólo entonces torció la cabeza y se lo miró, con esa sonrisa extraña, tan vulnerable al lado de la que le dirigía usualmente.

—Ehm —murmuró, y, notando lo baja que había sonado su voz, levantó el tono—; ¿qué significa esto...?

Un aguijonazo de culpa asaltó a Sasuke en el costado izquierdo; sin motivo, porque ya le había dejado bastante claro que sólo él había cometido la estupidez de imaginar nada más. Apartó la mirada, de mal humor.

—Ya lo sabes, Naruto. No pienso repetirlo.

—Pero... —Su amigo se detuvo. Las bombillas blancas del lavabo lo hacían parecer una persona diferente de quien había estado dirigiendo el baile enfrente del escenario del DJ; muy diferente de quien robaba besos y se apuntaba a cada fiesta, y diferente también del rol que adoptaba cuando se acostaba con él, tan atrevido, caprichoso y provocador para forzar a Sasuke a moverse. Bajo aquella luz blanca, apoyado contra los lavamanos, sin la postura desenfadada que adoptaba siempre, Sasuke se preguntó cómo era posible que tantos de sus conflictos vinieran de ahí.

Naruto se pasó la lengua por los labios, una mano por la nuca, desviando los ojos, como si fuera a hablar; pero quedó inmóvil de repente al volver a mirarlo.

—¿Por qué estás enfadado?

—¿Por esto mismo? —resopló Sasuke—. ¿Crees que teniendo estos sentimientos por ti disfruto mucho de que me arrastres a fiestas donde sólo vas a flirtear con Sakura? Ya me costó lo suficiente aceptar que me gustabas como para que ahora me restriegues tus malos gustos por la cara.

Soltar las palabras por fin detuvo de golpe, un instante, la migraña y los puñetazos en su caja torácica. «Ya está. Más directo imposible». Había paz en la consciencia de ya no poder retroceder. Pero sus ojos dieron con la mirada abierta de Naruto, profunda y clara y conocida, y aquellos latidos de plomo volvieron a retumbar en su interior, peores, más asfixiantes que antes, como si nunca los hubiera liberado.

—Oye. —Sin alejar los ojos de Sasuke, Naruto se atrevió a esbozar una sonrisa rápida. Intentó ponerse serio para hablar, pero la esperanza le curvaba la comisura de los labios hacia arriba, y los hoyuelos volvieron a aparecer en sus mejillas por más que les luchara en contra—. Oye, Sasuke. Creo que lo estás entendiendo todo al revés. Aunque entonces yo también me equivoqué cuando pensaba que...

—¿Qué estás diciendo?

—¿Desde cuándo eres tú el tonto? —Su amigo se dio impulso con ambas manos para moverse un poco más cerca de donde se encontraba él, tenso, todavía sin moverse, atravesándolo con el negro duro de sus ojos. Exhaló una respiración nerviosa y se dispuso a hablar, pero la vergüenza lo detuvo; rio y se pasó los dedos largos por el rostro, entre divertido y exasperado—: Agh, mierda. Esto es más difícil que la primera vez. ¿Pero en serio no ves la diferencia entre el tonteo con Sakura y... las cosas que he hecho por ti? De verdad se te da fatal entender a las personas.

Sasuke se había quedado callado. Entendía el significado e implicaciones de lo que le estaba diciendo su amigo en la teoría, pero entre las cosas que sabía de Naruto y lo que le veía hacer —a menudo, porque tampoco había estado ciego antes de esta dichosa fiesta en casa de los Yamanaka—, sus palabras sonaron más como una pieza extraña del puzle que como la respuesta a su situación. Su irritación anterior se había transformado en una especie de desconcierto que no dejaba de resultarle incómodo, y que también intimidaba a Naruto, a juzgar por la mueca preocupada que se había puesto en sus labios.

Sacudió la cabeza para aclararse:

—¿No dijiste que te gustaban las chicas, cuando empezamos a tener sexo?

—Me gustan —respondió rápidamente su amigo—. Pero eso fue para que no te echaras atrás, si, no sé, si pensabas que estaba yendo demasiado en serio. Como a la mínima te encierras en ti mismo y empiezas a levantar barreras en cuanto alguien hace preguntas, estaba seguro de que perdería la oportunidad si sabías que...

—Entonces te gusto yo y no Sakura.

Naruto dudó un segundo.

—No..., ¿me gustáis los dos? Es algo así.

El latigazo de frustración que invadió de nuevo su cuerpo fue tan súbito y agresivo que estuvo a punto de soltarla contra su amigo sin contenerse. Pero no eran más que celos, infantiles, y Naruto seguía teniendo el derecho a ser tan idiota como quisiera.

Fue únicamente la rabia contra sí mismo —rabia por haber esperado que respondiera algo diferente, conociendo de sobras cómo era— la que lo empujó a restallar con más veneno del que su mejor amigo merecía:

—¿Y cuál es tu intención con esto? ¿Seguir teniéndome a medio tiempo mientras tratas de ganártela para lo demás?

—¡¿Puedes parar de asumir las cosas tan rápido?! —Sasuke calló de inmediato: labios firmes, ceño fruncido, con la espalda rígida a la espera de lo que el error más estúpido de su vida tuviese que decir. El repentino silencio pareció intimidar a Naruto, que echó unos pasos atrás para volver a apoyarse en el lavamanos—: Maldito seas. Lo que estoy tratando de decirte es que... ¿los dos me gustáis, en cierto modo?, y esto siempre ha sido así. No me des esta mirada; ¿quieres que sea sincero o no? Pero los sentimientos que tengo contigo son más como la certeza de que me importas más que nada y que no me gustaría perder ninguno de los rasgos de tu personalidad, aunque sea gruñona y posesiva y a veces increíblemente idiota, y... y creo que esto es más amor que la clase de 'gustar' que siento por Sakura. —Había clavado los ojos en algún punto del techo para no tener que aguantar la presión de su mirada, pero ni siquiera con esto pudo retener por completo el rubor. Se mordió una sola vez los labios—. También eres el único que consigue avergonzarme. ¿Vas a decir algo? —lo instó cuando vio que el silencio se alargaba, con una nota de histeria en la voz, bajando por fin los ojos para enfrentarlo.

Sólo entonces permitió Sasuke que la sonrisa de medio lado aflorara en sus labios.

—¿Tenías que soltar la confesión más desastrosa que he escuchado?

Naruto respondió con un mohín.

—Eres el único culpable. Aquí, forzando cuando no estaba preparado. 

Continue Reading

You'll Also Like

206K 13.7K 50
"No te vayas, hay muchas pero no hay de tú talla"
831K 35.7K 80
Dani y Gavi son mejores amigos prácticamente desde que los dos tienen consciencia. Gavi la considera una hermana pequeña, Dani está enamorada de él. ...
193K 21.9K 37
En donde Emma Larusso y Robby Keene sufren por lo mismo, la ausencia de una verdadera figura paterna.
588K 41.6K 76
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...