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By -prome_dio-

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Cosas que hacen de Mรฉxico impredecible. ๐™ป๐š’๐š‹๐š›๐š˜ ๐š™๐šž๐š‹๐š•๐š’๐šŒ๐šŠ๐š๐š˜ ๐š˜๐š›๐š’๐š๐š’๐š—๐šŠ๐š•๐š–๐šŽ๐š—๐š๐šŽ ๐š™๐š˜๐š›: @_D... More

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By -prome_dio-

"Vinos y no balas"

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Parte 2

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Se habló discretamente de aquello en el amotinado despacho del español, ya con alguno de sus hijos presentes y la bebida encima de la mesa. 

Tres de ellos estaban recostados bajo la penumbra de un aplique negro, otros dos puliendo el piso con sus vaqueros aceitosos mientras que la propia México se encontraba fumando un puro al otro lado del cuarto. Su pelo se había recogido en un pequeño gancho café, sostenía la rebelde cabellera y le brindaba aire a sus sienes confundidos. Reflexionaba pausadamente acerca del esotérico carácter de USA, lejos de preocuparse por el flete de Kalashnikova que iba a embarcar en dos días. 

Su frustración era que últimamente se le había visto poco y ya no mantenía contacto con su padre más que para negocios fraudulentos o cuentas pendientes. Y dado que, poco a poco la anestesia de aquella relación pasada ya había alcanzado sus últimos efectos, México no se sentía bien parada frente al hombre que en su momento, llegó a amar intangiblemente. 

-Perdón por llegar tarde, faltaba un comensal para cerrar el restaurante- dos hombres de chicas proporciones entraron por la puerta trasera del despacho. Pronto, cuando dejaron sus pertenencias en los casilleros, los demás se levantaron y se reunieron en torno al escritorio de España, que se encontraba leyendo una circular del ayuntamiento. 

-¿Cerrasteis con llave?- preguntó sin levantar la mirada -O como siempre, las habéis dejado abiertas- 

-No padre, las cerramos por dentro y por fuera, como ordenó- recatados, ambos chicos respondieron.

Nadie en aquella familia estaba acostumbrado a hablar antes que el propio español, a veces por mera curiosidad y otras por simple respeto, pero por ahora, hasta que su nombre no estuviera grabado en una lápida, quien gozaba de las regalías principales era él. Claro estaba, que no a todos les agradaba esperar al viejo de su padre. 

-¿Para qué nos ha llamado?- Chile, uno los menores, se acercó al centro para mirar sin mucho interés el papeleo incrementado de España. 

-Nos han informado acerca de una embarcación muy importante- contestó: no completamente indignado por la osadía de su hijo, pero conforme con la atención que cada uno le estaba brindando desde su lugar. -Es un flete de contenido armamentístico, exportado desde Kalashnikova al puerto de Palmos- 

-¿Quién se supone que descargue el armamento si toda su gente está en huelga?- preguntó uno de los mayores, Argentina. Un muchacho muy bien vestido con las manos delgadas y un carisma fenomenal. 

-Es una embarcación clandestina- se apresuró a decir. -Armas largas, municiones, metrallas, carabinas, fusiles de asalto...todo lo necesario para un escuadrón completo. Está valorado en más de millón y medio de dólares- atinó a decir sin remordimiento. Sus hijos, asombrados por desbordante cantidad, pensaron inmediatamente en que no se parecía a otros flujos de dinero con los que hubieran trabajado antes. Incluso en aquella ocasión en la que robaron dos toneladas de petróleo crudo a un buque de Buenos Aires. 

Nada se igualaba a aquellos tonos impecables de billetes verdes. 

-¿Exactamente qué es y por qué no estamos dentro?- Venezuela, el siguiente después de México, mantuvo una postura recta y paulatina aún cuando sus demás hermanos les había causado gracia tal comentario. No sugirió ningún tipo de chiste, pero el tono en el que se escuchaba su sureño acento, era realmente encantador. 

-Su dueño es un poco...celoso. No robaremos chocolates, robaremos armas de extraña naturaleza y posiblemente armamento que se ensambló para la primera guerra mundial, mejorado y calibrado- reparó. Sin embargo, a muchos de sus hijos los notaba todavía muy inseguros. Sabía de antemano que cuando preguntaran quien era el dueño no tardarían en echarse para atrás. 

-¿Y quién es el propietario?- 

-Bézucov, Rusia. Como quieran llamarle- México intervino por su padre, robándole cualquier oportunidad para darles el tipo de sermón inspirador que necesitaba para que cedieran. 

Recargó los codos en el escritorio, hundió el rostro entre sus dedos, y se preparó para recibir cualquier tipo de queja acompañada de un mar de groserías. 

<<Ese chabón nos va a matar>> rezongaban, <<¿¡El marica culicagado gonorrea de Bézucov!? ¿No podía ser otro pues?>> se quejaban, <<¿A vos se te ocurrió esta idea? ¿Y cómo chucha le vamos a sacar la plata a ese gil?>> incluso algunos se entusiasmaban; pero estaba de por medio aquel sentimiento de incertidumbre que les generaba el robarle a alguien tan poderoso como Rusia, o como se le escuchaba habitualmente, Bézucov, el apellido de su familia. 

-USA nos ayudará- una voz suave, sin problema alguno, se distinguió entre todo ese panal de abejas, apuntando con sus aguijones a los cabales de su padre. 

-¿Y ese weón qué?, ¿Acaso ya pagó todo lo que debe o seguirá enviándote chucha y media?- comentó fresco, con un aire de odio hacia el pobre estadounidense. 

-Él fue quien se enteró de la embarcación, y su información es verídica: hay registros en el puerto de dos buques que llegarán el próximo lunes entre 7 y 11 y media- México, castigada entre sus hermanos con la mirada de un león furioso; permaneció reacia entre el círculo de hombres que la atestiguaban darle crédito a palabras de una boca en la que ya no creía. O eso parecía ser hasta ahora. 

-¿Desde cuándo te consta algo que haya dicho Estados Unidos? ¡Es un embustero! le robó mucho a esta familia y no merece siquiera ser escuchado otra vez. Sin importar lo bueno que fue antes, ahora, sólo es una vil rata de alcantarilla- la única mujer ahí escuchó aquellas palabras con un nudo en el corazón, pues a pesar de su tan cruel verdad; le sigue trayendo los recuerdos del campo de buganvilias, o la peña rosada directo a la imaginación. 

-Te mintió. Nos mintió. ¿Qué crédito le podemos dar?- 

-El único para salvar a esta familia- reconoció la mexicana después de darse mil ensayos mentales de como no caer en la discordia. -El único que nos puede sacar de este desastre. Somos pobres, papá está en banca rota y el restaurante ya no puede cubrir las necesidades de todos nosotros. Robarle a la gente ya no es algo que me esté gustando, ni a mi ni a ninguno de ustedes...- España levantó el rostro y fijó sus ojos en la figura cansada de su hija. -Perú quiere ser pianista, Colombia quiere estudiar en bellas artes y Chile terminar la universidad. Muchos de nosotros ni siquiera terminamos la prepa y nos dedicamos a negocios fraudulentos, en los que no ganamos ni una quinta parte de todo lo que robamos. Ese, es el único crédito que yo le daría a USA. Salir de aquí, y largarnos de esta pocilga

La benevolencia se escuchó en cada palabra. 

Se escuchó incluso el dolor de sentirlos tan desamparados. Al punto de que ver a Ecuador en las fragatas de carbón y a Venezuela en los cabarets de Montoya le rompió en pedazos la cordura y se soltó a llorar. No soportaba el hecho de que ni siquiera robar, les estaba siendo útil. 

Observó por el rabillo del ojo como su padre se levantaba, y se acercaba a ella con la toallita de sus lentes. Le limpió las lágrimas que permanecían en su cuello y que bajaban de sus mejillas a los hombros. Le dedicó la más bella sonrisa y ensañó el cuerpo de su hija al suyo para abrazarla...y a partir de ahí, nadie le podía dar el confort que sentía cuando España la abrazaba, era la sensación de escuchar el mar en verano y respirar la fragancia salada de las olas. 

Su padre siempre olía así, a pesar de fumarse 2 cajetillas de cigarros al día.  

-Esta es la oportunidad que necesitamos. Si todo sale bien, podremos comprarnos la vida que merecemos, que merecen. No me quiero quedar aquí viendo como a Bolivia lo maltratan en la fábrica de corcho, ni a Perú en el restaurante con toda esa gente asquerosa y bígama. No quiero quedarme aquí a hacer negocios  crueles con hombres que esperan lo peor de mi- miró a todos sus hermanos, sin importar la estatura, alzaba o agachaba la mirada para verlos -Quiero que crezcan no entre lodo ni aceite, quiero que crezcan entre comodidad y abundancia- 

Se miraron entre sí, disparejos, y voltearon con ojos de apoyo a su única hermana. Le acariciaron el pelo, se lo soltaron del gancho que lo sujetaba, y entre todos ellos la abrazaron con amor. Un amor que no se sentía desde las huelgas del 26. 

De esa forma, se separaron y con la última palabra España terminó: -Vais a necesitar muchas lanchas- 

[...]

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[...] 

Poco antes de la media noche, aún con un poco de frio, tres de los hermanos de México se adelantaron al puerto para cubrir la explanada que recibía a las embarcaciones. En condiciones diferentes esto hubiera sido un problema, y si las huelgas no se hubieran prolongado demasiado tiempo la tarea de cubrir parte del zócalo podría sonar más difícil de lo que realmente es.

Mientras tanto, México discutía con USA muy elocuentemente acerca de la posible presencia de un convoy. No dudaba de aquello, pero se le hacia extraña la insistencia de este. 

-No podremos entrar por la entrada principal, debemos hacer un doblete que se despliegue por la contrapuerta A y el almacén- repetía por tercera vez la mexicana. 

-Pero si el convoy está aquí, tú separarás a tu gente y lo que menos quieres es que el ruso tome a uno de los tuyos- le dijo con el afán de convencerla, pero por más labia que tuviera su ligera boca, la chica se mostraba reticente -Mira México, posiblemente rodeen el puerto, si los divides serán presa fácil en el embarque. Y si eso pasa los hombres de Bézucov no dudarán en matar aunque sea a uno de ellos para que suelten información. Que se trasladen todos por el almacén mientras tú y yo damos la señal-

México, no completamente convencida, se mantuvo callada unos instantes después de permitirle nuevamente la palabra a USA. 

-Mis informantes no mienten México, aquella embarcación viene sin una sola alma dentro más que aquellos que depositarán las armas en los almacenes. Afuera, estará el verdadero lío- 

-¿Y quién nos avisará?- preguntó. 

-Venezuela es un chico muy escurridizo; indícale a él que se quede bajo los contenedores de la explanada, no tan lejos del muelle- 

La mexicana meditó otro momento, probablemente pensando en los posibles escenarios en los que nada funcionaba, en el que funcionaba, y en el que funcionaba pero algo esporádico lo echaba a perder. O conjeturas que iniciaban con: <<¿y si su hermano no avisaba?, ¿si su padre se dormía como últimamente solía pasar?, ¿Y si...?>>

-México, es hora- Chile, el menor, llegó por detrás de ellos sintiendo un remolino de adrenalina corriéndole por las venas. 

Y ambos al escucharlo, se cercioraron de que sus pistolas no estuvieran vacías, que sus radios funcionaran aún al otro lado del almacén y que cada punto del puerto estuviera cubierto al menos por uno sólo de sus hermanos. Se seguiría el plan de Estados Unidos por como todo estaba siendo organizado, y eso no le sorprendía a nadie; pues cuando México estaba influenciada por el americano, ella se comportaba un poco más condescendiente. 

Ya pasadas las doce; mucho antes de que se pudiera entrar al primer almacén, España y Argentina se mantuvieron durante un buen tiempo bajo la niebla que se extendía hasta la abandonada maquiladora. Otros dos cerraron una de las compuertas que se abría a una de las pistas y quienes entraban primero esperaban pacientemente en dos corredores de la pila de contenedores acomodados en dirección al muelle. 

-México- se escuchó por una de las radios -Estoy recibiendo información, el motín está embarcando-. En cuento lo escuchó, asomó ligeramente su cabeza sobre la barandilla. 

Ahí estaba. Un enorme atlántico soviético. Era precioso, una belleza de la ingeniería cuyas cornetas hacían que temblaran los cimientos del muelle. Se lograba sentir ese poderoso motor rugiendo desde la frágil plataforma en la que estaba escondida y absolutamente nada se comparaba a ese estallido ensordecedor de metal y acero. 

-Esperaremos a que todo esté en el almacén- contestó de vuelta al estadounidense. 

-Copiado- 

Al esperar, vieron sobre sus hombros como un puñado de hombres bajaban del buque, entablaban una conversación muy tranquila como para tratarse de una carga en armamento bélico. Y por supuesto que sus diálogos eran inentendibles, el ruso nunca se le había dado a ninguno de ellos aunque en épocas antañas le hubiera gustado practicarlo. Además, una cosa que la tenía confundida era la apariencia de aquellos hombres: no se veían amenazadores, seguramente para permitirse el lujo de parecer transportistas ordinarios. 

Nada ilegal. 

Visto de costado, la eslora de aquel gigante no tenía nada que envidiarle a las pequeñas embarcaciones de tabaco y ron que llegaban de Suramérica. Era coloso de popa a proa, y delante de él se engullía con devoción el reducido puente de embargue; de este, ya empezaban a salir las primeras cajas de vinos franceses y españoles. Seguramente abarrotados de pólvora. 

Cautivada por las cantidades industriales que bajaban del estribor; se mantuvo observando como desmantelaban las cajas al quitarle los sellos de protección. A simple vista parecía un trabajo difícil, y si bien lo era, tardaron más que lo que habían contemplado en sus planes. Cada caja pesaba seguramente 80 kilos, y entre transporte se llevaban aproximadamente 15 minutos entre una y otra. Directo al almacén. 

Ya habían pasado más de dos horas descargando armamento, o bueno, lo que parecían ser vinos. Dado que la noche se tornaba cada vez más fría, los trajes negros que confeccionaron para aquella ocasión estaban siendo muy útiles, abrigaban bien, y permanecían herméticos.  Hasta que de nuevo, asustándolos, se volvió a escuchar la corneta. 

México se colocó la radio en la boca: -¿Se van?- esperó unos momentos y escuchó. 

-Así es. Tal parece es todo el contenido- 

-Copiado- 

México dio una señal a los que estaban en frente, y poco a poco fueron bajándose las máscaras. Cautelosamente, abrió el perímetro cerciorándose de que estuviera despejado. Y por segunda vez sonó el estridente rugido del buque. 

Avanzaron bajo la máquinas arrinconadas y se dejaron caer con el estómago al suelo para pasar debajo de los toldos. Ahí, apresuraron el ritmo para sacar las barras de acero, que curiosamente pensaron que iban a ser necesarias aunque sólo había un candado de combinación ordinaria  protegiendo la entrada trasera del almacén; y como se había propuesto desde un principio: todos se trasladaron con una sed inyectada de entusiasmo. 

El barco había partido, se escuchaba aún su estela: pero eso los tenía sin cuidado a todos y en especial a México que había ordenado verificar cada metro cuadrado de aquel depósito. 

Uno en uno subieron a las vigas para terminar en el segundo piso y nada. -Despejado- Se separaron para mirar por los bordes de las claraboyas y a la distancia sólo se mantenía imperturbable el olaje del mar. -Despejado- 

Recorrieron de cabo a cabo todo el recinto febril, y al darse cuenta de la pérdida de tiempo que había sido aquello: México habló junto a su padre: -Empiecen a abrir las cajas; las lanchas los esperan del otro lado del muelle- 

-¿Las transportaremos así? porque son realmente pesadas- preguntó Perú. 

-No, descarguen todo en los corredores y esperen a los hombres de USA para llevarlas- ordenó. Mientras tanto, todos se encaminaron a deslizar petardos en los candados para explotar las tapas. Al principio sonaba escandaloso, pero el espectáculo se mantenía fiel a las escenas de atracos de la época. Al estallar, aquellas cubiertas salían volando como resortes y disparados al cielo todo el polvo se esparcía. Caían y semejaba que quebraban una columna en dos. 

Hubo un momento en que México se dejó perder por la emoción. Si esto resultaba; era la primera vez que recobraría formalmente las relaciones con Estados Unidos, tal vez no como ella quisiera pero significaba algo sumamente importante, algo que le hacía pensar en un futuro reconciliado. Aunque con ello, no descartaba ningún final distópico, es decir, aceptaría lo que pasara aún con consecuencias graves. 

Se permitió volver a la realidad, junto a sus hermanos quienes terminaban de abrir todas las cajas. Pasó lista mentalmente contándolos a todos, y se percató de la falta de USA: no se veía adentro ni fuera del almacén, incluso preguntó a su padre y este se apresuró a mirar a todas partes y confirmar que en efecto, hacía falta el americano. 

Tomó la radio y se acercó a ella para hablar, sin embargo una pequeña interferencia se escuchó antes de que eso pasara: -Cambio- era Venezuela a la distancia -Cambio. Se acerca un convoy, van directo para allá- la sangre de México se heló casi como el aliento de un muerto. 

-¿Cuántos son?- preguntó trémula.  

-Cuatro camiones, no logro detallar si son blindados pero tienen pinta de que están armados hasta los dientes. Además, vienen escoltando a un Cadillac- 

-Hablas de un auto particular. ¿Podrá ser posible?- tanto México como su padre escucharon aquello. 

-Al parecer Bézucov está aquí- dijo España para nada entusiasmado-Eso no suena tan conmovedor- 

-No podemos esperar a que lleguen, son demasiados a comparación de los 25 hombres que tenemos- 

-México, podemos hacerlo, es cuestión de apresurarnos- de pronto, la voz insistente de USA se abrió ante la radio -No hay problema si sólo descargamos tres contenedores- 

-¿Y tú dónde carajos estás?- se adelantó la mexicana antes de recibir órdenes. 

-Mis hombres se atrasaron con las lanchas, estamos a punto de bajar- 

Mientras tanto, Venezuela veía a través de los binoculares el recorrido descontrolado de cuatro enormes convoyes que se parecía a una violenta estampida de rinocerontes. Era espantoso, tanto como ver a los militares pasar frente a tus narices. 

En cuanto a la mexicana, hacía todo los posible para no generar más discordia entre sus hermanos aparte de la que ya existía, permitiendo que algunos de ellos dijeran constructivamente sus opiniones: <<No, gracias, queremos seguir vivos>>, <<¡¿Querés que nos maten hijo de re'mil putas?!>>, <<Otra vez al puto taller mecánico, nunca podré terminar la universidad>> un escándalo tras otro, reproches junto a humillaciones. Pero aquello, ni siquiera se acercaba a lo estaba a punto de pasar. 

-México- la llamaron por detrás. 

En serio no necesitaba otra queja, si escuchaba una estaba segura de enloquecer -¿¡Ahora qué!?- preguntó airadísima. 

Todos enmudecieron por el temperamento de su hermana, sin embargo, aquel silencio se extendió en busca de una respuesta: -Aquí no hay nada México, ni un solo cartucho, ni una sola bala. Aquí hay puro vino- 

-¿Qué estás diciendo?- 

Sus pies se movieron solos, los de sus hermanos igual; incluso algunos de ellos al contemplar las cajas requirieron de más tiempo para procesarlo. México, en un impulso de euforia, tomó una pistola de ligero calibre y disparó a cada una de las cajas que se encontraban en los contenedores. Lo que vio fue abrumador y decepcionante: 

De los hoyos escurría vino, puro vino, si hubiera sido la pólvora de las balas esta ya hubiera explotado. Entonces se dejó vencer por una ira transmitida desde el momento en que su confianza se manchó, y el titular de aquella traición ni siquiera estaba. 

-USA, cambio- llamó por la radio -USA- el rebote de una interferencia era lo único que podía percibirse. 

-Venezuela, cambio- ni siquiera el contestaba y se preocupó. 

-¡No hay tiempo México debemos irnos!- Argentina alarmó a todos con sus manos desde el segundo nivel, había visto a los camiones avanzar por el muelle. 

México se desistió al principio, pero tenía varias cosas en la cabeza que le impidieron pensar acerca de lo mal que había hecho en primera, por pensar que las cosas habían cambiado, o hacían el intento de. -¡México!- volvió a escuchar, hasta que la radio se prendió: 

-...¿México?- preguntaron, era la voz del estadounidense. Bajo sus cejas decaídas, se contemplaba el rostro más entristecido que pudo haber en la mexicana. 

-Me mentiste. ¿Por qué?- 

-Lo siento mucho México, espero que algún día me perdones- 

Y en la entrada principal del almacén se escuchó el arribo de los camiones junto al torque de un motor, cada una de sus fibras nerviosas tembló esporádicamente. ¡Y las pisadas! que iban y venía de un lado a otro; terminaban por infundirles un miedo laceral a todos. No perdieron tiempo, corrieron a través de los contenedores para no ser vistos y se aferraron a sus pistolas por si el enfrentamiento se tornaba un poco reñido. 

Argentina alcanzó a Perú y a Chile ayudándolos a subir por una escalinata de acero: ya que el camino por el que había llegado estaba desplegado por hombres de Bézucov. Esos a diferencia de los otros que les tocó ver en el muelle, si tenían apariencia de asesinos furtivos, desalmados y con una voluptuosa masa muscular. Tenían en cada una de sus extremidades un arma para diferente ocasión, para diferente víctima y en caso de que se les acabara tenía la certeza de que debajo de sus calcetines habían más. 

-Ve tú primero, yo te alcanzaré- 

-¿Qué pasará con Venezuela?- 

-Nos encontraremos con él después del muelle- España le ofreció un hombro para que se apoyara y a partir de ahí todo fue pan comido. La mexicana alcanzó perfectamente el otro lado y subió, sin embargo al momento de ayudar a su padre: dos manos lo alcanzaron por las rodillas y lo jalaron de vuelta al suelo. Su garganta se escuchó raposa después del alarido de dolor que se escuchó. 

-¡Padre!- todos gritaron al mismo tiempo, ensombreciendo su mirada. 

México bajó de nuevo en un solo salto para ayudarlo, pero el español le replicó de vuelta: -¡No, no vengáis por mi!, ¡Váyanse!- dos hombres lo sometieron mientras trataba de rechazar la ayuda de su hija. Pero esta siguió avanzando con una pistola -¡México obedece!- 

-¡No te dejaré aquí!- 

-Не делайте ему больно, просто держите его- se escuchó precisamente detrás de ella. Todos los que se encontraban arriba agacharon la mirada para contemplar como las cosas iban de mal en peor. 

Del oscuro rincón del almacén se asomó una figura amorfa, traslúcida y enorme, señuelo de los dos hombres que estaban agarrando a su padre. Seguramente se trataba de él, por como caminaba, incluso por la manera en que extrañamente todo giraba a su alrededor; pero hubo algo más, algo que aparte de inquietarla a ella y a España, inquietó a todos los demás. 

Venezuela, su hermano, era arrastrado por otros dos de aquellos despiadados hombres. Gritaba y pataleaba con tal de safarse de su agarre. 

-No les hagas daño...te lo suplico- habló contundente pero intimidada. 

-No pienso hacerles daño México- contestó de vuelta. 

Hubiera sido diferente el efecto de su voz si esta cobarde situación no involucrase a su padre y a su hermano; pero como ahora sólo siente miedo el único efecto que podría tener esta charla es de sorna y pánico. 

-Entonces que quieres- 

Rusia pareció imperturbable, pero apenas levantó la mirada ni se inmutó por la cantidad de pistolas que le estaban apuntando a él y a sus hombres -Diles que bajen sus armas- e inmediatamente sacó la suya y apuntó con ella la cabeza de Venezuela. 

-¡No! no, está bien, tú ganas...- alzó las manos y se volteó a su hermanos, estos amedrentados aventaron desde el segundo nivel las municiones. 

-Todo...- no les quedó de otra más que aventar las armas también. 

Y durante un largo instante no se habló hasta que México bajó las manos -Bien. ¿Qué quieres, Bézucov? ¿Dinero?, ¿Quieres que trabajemos para ti?- 

-Ellos no me importan- señaló a su padre, después a Venezuela y posteriormente al montón que maldecía mientras se decidía su destino. 

-Entonces déjalos ir, Rusia. Por favor- 

Él sonrió, ni siquiera por verla tan...empequeñecida, sino por que le agradaba el hecho de que se estaba sacrificando por ellos. Sin embargo, era ilusa si le pasaba por la mente que dejaría escapar a la carnada. 

-Mira México...no es así de fácil. ¿Cómo te explico, que te han vendido?- no hacía falta hacerlo, era tan claro como volver a pensar en USA -¿Cómo te ofrezco dejar ir a tu familia, a cambio de que su líder, su amada hermana, sea mía?- 

-¡Hijo de puta!- gritó el español -¡No podéis hacer eso, mejor mátame, mátame ruso bastardo!- enloquecido forcejeó con los dos hombres, pero sólo recibió un tremendo golpe en la quijada. 

México ni siquiera había reaccionado hasta que los sollozos de su padre se hicieron presentes en su conciencia. Aturdida, respondió: -¿Qué te hizo pensar que podría hacer algo tan indignante?- 

-Todavía no entiendes...- disparó a un centímetro de los hombros de Venezuela. 

Chile, el menor, se abalanzó al frente para ver que su hermano siguiese bien. Pero los demás simplemente gritaron espantadísimos antes de volverse a México, quien evitaba lagrimear. Sólo eso faltaba, una terrible propuesta y un puesto denigrante, minimizada a ponerse una triste correa. 

-¿Y si me niego?- 

-No hay forma de negarse, mi bella dama: esa es una cualidad de las mujeres que siempre superará a la de los hombres. Deciden sacrificarse por lo que aman, aún si esto no les garantice un final feliz- 

Cayó en la cuenta de se identificaba con cada palabra. Y resultaba tan dolorosa la verdad: -¿Y si acepto? ¿Qué pasará con ellos?- en un intento de apaciguar esa euforia, preguntó, pero fue predecible que toda su familia se negara a ello, aunque, ¿Qué se podría esperar de una situación diferente?. 

-Pues pídeme que los proteja, y lo haré. Pídeme que nos les falte nada, y no les faltará. Todos terminarán la Universidad como quisiste México. No pasarán hambre una sola vez en su vida y tu padre disfrutará de su jubilación como el hombre de familia que siempre fue- ciertamente es todo lo que quiso para ellos, y en sus planes nunca imaginó que llegase a faltar la propia México. 

-Tienes la boca muy suelta ruso. No me creo que la vida se les de así de fácil- 

-¿Qué tipo de garantía quieres que te ponga en frente?- avanzó sin permitirle a la mexicana retroceder. 

-No me lo creo, ¡Me niego completamente!- si antes no podía siquiera llorar, ahora lamentaba el no poder moverse cuando aquel hombre la miraba -Temo que me alejes de ellos, porque cuando eso pase tú te habrás dado cuenta del error que cometiste- 

-¿No era claro el mensaje? estoy siendo lo más sincero que he sido en toda mi vida México, y te prometo que mi palabra es lo más valioso que tengo- siguió persiguiéndola con la mirada -Y por supuesto que no los volverías a ver, no por mi, sino por todo lo que implica que seas parte de esto. No les faltará nada, toda su vida estará cubierta hasta el momento en que se mueran, tenlo por seguro- 

España ya no aguantaba verla con ese nudo en la garganta, estaba seguro que daría todo por ellos pero a qué precio pagaría la comodidad de su familia. Seguro a uno muy alto como para permitir que el ruso la tomara de los hombros. 

-¿Nada podrá hacerte cambiar de opinión?- cuestionó el ruso antes de predecir su respuesta. 

-Si- 

-¿Que será?- 

-Que los saques de Barcelona- 

-¡No México!, ¡No lo hagas hermana!- Argentina saltó del desnivel al igual que Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia...todos llorando con el temor de no volver a verla. 

Rusia le indicó a su cuarteto de hombres que soltaran al español y al venezolano por igual; ¿Qué tenía que perder? si la parte del trato ya se había cumplido. -выпустить отца из США. И все его братья. [Liberen al padre del USA y a todos sus hermanos] И что сделка совершена [Y díganle que el trato está hecho]- le mencionó a uno. 

Pero al costado, México trataba de no llorar frente a su padre; que la tenía entre sus brazos como si su vida dependiera de ello y no de todo lo demás. Se aferró a ella, a cada uno de sus hijos sin querer lastimarlos pero con el afán de sentirlos un poco más cerca. Al final, quien se terminó separando por su cuenta fue la propia México, no sin antes desearles con sus ojos deslumbrantemente tristes; que los amaba, a pesar de todo. 

-Llévalos a Buenos Aires, ahí dales la vida que se merecen- 

-Así será, México- 

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Ahhh como me caga hacer One-shots tan largos, se los juro, me esperan como 5 de este calibre. 





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