Frágil

By danielacgalvis

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Chiara parece tenerlo todo en su vida, está cursando su último año en la universidad, tiene al novio soñado y... More

Sinopsis
Personajes
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Epilogo

Capitulo 23

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By danielacgalvis

Alessandro me ofreció su mano para bajar del auto una vez estacionamos en la entrada de la casa.

—Bienvenida a casa de nuevo amor —dijo en cuanto puse un pie en el suelo—. Espero puedas estar cómoda, he enviado a cambiar algunas cosas y tu habitación está de nuevo disponible —sonrió.

—Gracias Alessandro —contesté.

Él se acercó hasta mí, me tomó de la cintura y en cuestión de segundos me alzó en sus brazos para llevarme cargada adentro.

—¿Qué haces? —protesté en cuanto vi su acción.

—Te cargo para que no subas escalones —dijo y lo escuché reírse por lo bajo.

—Puedo caminar por mi cuenta, esto no es necesario.

—Solo cuido de nuestro bebé —respondió mientras me llevaba a cargada hasta el interior de la casa a pesar de mis peticiones porque me soltara.

Alessandro me subió por las escaleras hasta llevarme a la antigua habitación en la que me quedaba, me sorprendí al ver que la cama había sido cambiada de posicione al igual que el color de las sabanas, incluidas las cortinas.

—Quise que se viera un poco más colorido para ti, ¿te ha gustado? —preguntó.

—Está muy bonito —respondí—. Ya puedes bajarme Alessandro —pedí y el obedeció dejándome en el suelo.

—He agregado algunas cosas a tu guardarropas, si deseas algo, sabes que puedes decirlo.

Asentí y le dedique una sonrisa mientras dejaba mis cosas sobre la cama.

—Sé que has mencionado en el hospital que no deseas una casa nueva, pero me he tomado el tiempo de traer para ti un catálogo de casas, puedes escoger la que más te guste —dijo dejando aquella carpeta a un lado de la mesa de noche—. También sé que fue mi culpa que ese loco y Carina arruinaran las cosas para los dos, y no sabes cómo lo siento.

—Esa no fue tu culpa Alessandro —le respondí porque la realidad era que ninguno de los dos había podido controlar lo que había sucedido aquellas semanas, simplemente habíamos contando con mala suerte para todo—. No te preocupes por eso.

—Si fue mi culpa —suspiró—. Y por esa misma razón he decidido buscar a una persona para que te cuide y te brinde seguridad.

Lo tomé de las manos y le dediqué una sonrisa haciéndole saber que todo saldría bien, aun si estar segura de que aquello fuera cierto.

—Gracias por cuidar de mí.

Él besó mis manos y después paso una de sus manos por mi rostro para volver a hablar.

—¿Puedo pedirte algo?

—¿De que se trata?

—¿Puedo verlo?

—¿Qué? —pestañee sin saber a lo que se refería—. ¿Qué quieres ver?

—A nuestro bebé, me gustaría mucho... —se quedó unos segundos en silencio como si le costase decirlo—. Me gustaría mucho tocarlo.

—Claro que si —conteste y después tomé sus manos para llevarlas por mi vientre en cuanto me levante la blusa—. Ahora se nota más, aunque sigue siendo pequeño y ha empezado a moverse ahora más que antes.

Alessandro no dijo nada sus ojos se quedaron fijos en mi vientre como si aquello fuera lo más hermoso que hubiese visto.

—Es increíble que exista una parte de ambos allí —sonrió y se quitó una lagrima de su mejilla—. Lo siento, debo terminar algunas cosas.

Él se alejó de mí y después de eso no dijo nada más para dejar la habitación. Cerré la puerta a mis espaldas y me tumbe sobre la cama.

—Creo que tu padre está nervioso desde nuestra conversación en el hospital. No sé qué hacer —rodé los ojos y me levanté de golpe despeinando mis cabellos—. ¡Ahg! Odio estar confundida.

Me levante de la cama y para distraer mis pensamientos decidí acomodar mis cosas en los cajones del armario, descubrí conjuntos de ropa que no había visto antes allí, al igual que algunas cosas para bebé. Alessandro se estaba esforzando por darme mi espacio y respetarlo.

Incluso había agregado libros para cuidado de los recién nacidos. Y era lo más adorable del mundo pensar en que se había pasado todas las noches en el hospital leyendo sobre eso.

—Se está ganado el que le dé una segunda oportunidad, pero aun no estoy segura...

Me aleje del armario para ver mi figura frente al espejo de la peinadora, con cinco meses el embarazo empezaba a notarse más, así como los cambios en mí, ya no tenía tantas nauseas, pero ahora los problemas se habían trasformado en otros.

Necesitaba hacer con urgencia una lista de cosas para comprar, y entre ellas estaban incluidas los sostenes porque ya no podía llevar puesto ninguno sin que este me tallara la piel, mis pechos e habían vuelto muy sensibles y esa era la razón por la que en ocasiones no usaba. Y en cierta forma me costaba decírselo a Alessandro, era extraño acostumbrar a que ahora las cosas entre ambos habían cambiado.

Aquella misma noche decidí bajar a la cocina producto de mis antojos, en mi camino pude notar la luz de la oficina de Alessandro encendida, era un poco tarde ya y él no acostumbraba a quedarse a tan altas horas terminando trabajo así que me pareció extraño aquello. Sin embargo no le di mucha importancia y continúe con mi camino hasta llegar a la alacena en la que se guardaban los dulces.

Busque allí algunas golosinas que Alessandro había comprado para mí y antes de regresar pensé en que sería una buena idea acercarme a él y llevarle un vaso de leche tibia para que pudiera ir a dormir. Sabía que ahora había decidido dejar de ir a las empresas por quedarse en la casa y no quería que se enfermase de agotamiento físico.

—Gracias Lory, lamento mucho que este escribiéndote a estas horas, pero era bastante urgente —escuché que dijo antes de colgar el móvil.

—¿Alessandro? —pregunté antes de entrar.

Él quito su vista de la laptop y la fijo en mí.

—Es muy tarde ya, deberías descansar.

Me acerque hasta él y deje a un lado el vaso con leche tibia. Sus ojos se centraron en mi blusa y en la piel al descubierto de mis pechos. Me acomode enseguida las tiras de mi blusa subiéndola.

—He traído esto para que te vayas a la cama —le dije y aquello lo saco de su trance.

—Leche tibia —sonrió—. Igual que a los niños cuando no pueden conciliar el sueño.

—Me funciona a mí —le regrese una sonrisa—. ¿Todo bien?

Él bufo.

—He decidido cancelar las cuentas bancarias que había puesto a nombre de Carina y una propiedad que había adquirido en Milán, ella la utilizó para pasar esos seis meses con su amante. ¿Cómo pude cegarme tanto con una mujer como ella?

—Creo que de los errores se aprende, mírame a mí, no pensaría hace dos años que algo como lo que sucedió me sucediera a mí.

Él permaneció en silencio y después enlazo su mano a la mía.

—¿Estas segura de que necesitamos esto? ¿Darnos un tiempo?

Apreté mis labios.

—Escogí esta bonita sortija para ti, porque solo pensaba en convertirte en mi esposa —Alessandro sostuvo aquel anillo en sus manos y sus ojos se cristalizaron con aquello—. Supongo que no tiene ningún valor si no la llevas puesta.

Quise contestarle algo al respecto, pero no estaba aún segura de quedarme en casa, así que solo decidí retirar mi mano de la suya y despedirme de él.

—No vayas a la cama tan tarde —le dije antes de salir de su oficina.

**

Ambos observamos la imagen en el monitor, habíamos regresado con el doctor Giuliani para un control de rutina y ahora conoceríamos el sexo del bebé, debía admitir que estaba nerviosa como las veces anteriores pero ahora me emocionaba saber de qué se trataba.

—Está todo muy bien, tiene un buen tamaño, se está formando de manera normal y el saco amniótico se encuentra en buenas condiciones, creo que la fecha precisa del parto es el 16 de Noviembre. Mis sugerencias es que evites hacer fuerza o cargar cosas pesadas Chiara. En cuanto a los problemas de preclamsia de los cuales hemos hablado, trabajaremos en regular tu presión arterial con medicamentos.

—Gracias doctor Giuliani, pero creo que olvida algo —le dije cuando estaba a punto de apagar el monitor—. No nos ha dicho el sexo de nuestro bebé.

—Oh, claro. Soy un olvidadizo —se disculpó—. Es un niño —sonrió señalando la imagen—. Y parece que será bastante inquieto por la forma en que se mueve —se soltó a reír.

El doctor Giuliani había puesto fin a nuestras dudas y había confirmado mis sospechas, Alessandro y yo seriamos padres de un precioso niño.

—¿Lo has visto Alessandro? es un niño, mira cómo se mueve, y su corazón late tan fuerte —se me aguaron los ojos al decir aquello, no sabía si era producto de las hormonas o de la emoción que experimentaba—. Es hermoso.

—Tendremos un niño en la familia, ahora podremos decírselo al abuelo —dijo él emocionado para después dejar un beso en mi frente—. ¿Ves cómo todo está bien? No hay nada de lo que debamos preocuparnos Chiara.

—¿Crees que tenga los mismos ojos del abuelo Vittorio? ¿O los tuyos?

—No lo sé, pero si de algo estoy seguro es que tendrá tu hermoso cabello —alardeó feliz.

—El tuyo también es rizado tonto —me burle de él.

—Felicidades a ambos, les daré la ecografía y las recomendaciones de las que he hablado —dijo el doctor Giuliani antes de salir de la habitación.

Alessandro me ayudó a levantar de allí y me dio la ecografía en las manos para pedirme que la guardase, estábamos organizando un álbum para meterlas en este y decorar la habitación del bebé.

—Ahora que sabemos el sexo, ¿podemos comprar sus cosas no te parece?

—Un color no define el sexo de un bebé Aless —respondí.

—¿Aless? —enarcó una ceja extrañado de lo que había dicho—. ¿He escuchado acaso bien? ¿Me has dicho Aless?

Apreté mis labios, aquello se me había escapado sin desearlo.

—lo siento si no te gusta cómo suena, es que...

—Si me gusta —dijo sonriente—. Es que, no esperaba que dijeras algo así.

—En realidad, así le llamo al bebé, es un mini Aless, ya sabes, tú y...olvídalo —me puse rápidamente la camisa encima—. Creo que es una buena idea ir a comprar sus cosas, me temo que yo también necesito algunas.

—¿Por qué no me lo dijiste? las hubiera traído por ti.

—Alessandro, son cosas que debo comprar yo misma.

—¿Cómo cuáles? Aun estas delicada y no me gusta que caminemos mucho, considero hasta que es peligroso subir al auto por el movimiento.

—Cálmate un poco, entiendo que estemos asustados los dos por lo que sucedió la última vez con..., bueno, con lo que sucedió. Pero esto no puede esperar más.

Alessandro insistió todo el camino al centro comercial para que le dijese lo que deseaba comprar, pero consideré que se diera cuenta por sí mismo a lo que me refería con urgencia tener. Así que lo primero que hice una vez estuvimos dentro de aquel almacén de maternidad y bebés fue ir en dirección a la sección de ropa materna.

Busqué con cuidado la talla de mi sostén, pero debía escoger una más grande que la habitual y que fuera de algodón ya que las otras me producían alergia en la piel.

—Estas creo que estarán bien —escogí unos bonitos modelos en color crema y los metí al carrito de compras que llevaba.

—Así que esa era la razón por la que no llevabas sostén —escuché la voz de Alessandro a mis espaldas—. Y yo que creí que era porque querías seducirme con tus pechos al aire libre

—Alessandro por dio —lo callé con mis manos—. Alguien puede escucharte, ¿cómo dices eso por ahí de nuestra intimidad?

—Solo por curiosidad —se pegó a mi lado y me tomo de la cintura para susurrarme al oído—. ¿Llevas puesto sostén?

Lo intenté alejar de mí porque aquello me había puesto roja de vergüenza, pero él fue más rápido y me pegó para besarme en los labios, hace mucho no compartimos un beso así que lo disfruté no podía negarlo. No me podía aguantar la sensación de las hormonas viajando por todo mi cuerpo, besar a Alessandro era encender una chispa difícil de apagar.

—Debo ir por unas cosas más —detuve el beso si no quería que terminar sobre él sacándole la camisa y todo lo demás que llevaba puesto—. Nos veremos en la sección de bebés.

Él apretó los labios y se pasó la lengua por los labios para saborearse.

Oh Dios, oh dios mío ayúdame a no pecar en el intento —me susurré a mí misma mientras me abría paso en la tienda con el resto de mujeres que habían visto aquella escena.

Me concentré en buscar los extractores de leche, pero poco sabía sobre esas cosas, a decir verdad había dicho aquello para zafarme de los brazos de Alessandro y no terminar cayendo para convertirme en su esclava sexual. Aunque podría ser que eso era lo que necesitaba.

Concéntrate Chiara, concéntrate.

Me fijé en cada uno de aquellos objetos y en mi vida había visto tantos modelos de extractores de leche materna, incluso los había de distintos colores y diseños.

—Extractor de leche manual, eléctrico, con embudo, con válvula. Todos lucen iguales —rodé los ojos.

Iba a enloquecer con aquello.

—Al final creo que no llevaré nada de eso —me tomé un tiempo para pensarlo.

Pensé en que sería mucho más práctico, además Alessandro podría darle biberón al bebé y solo tendría que buscar la leche en el refrigerador.

Me decidí al final por escoger uno en un bonito color, aunque más que extractores parecían ordeñadores de vacas, ya podría imaginar lo que dolería. Pero me enfocaría en pensamientos que no fueran mis pechos por estallar.

Crucé el pasillo hasta llegar la sección de bebés y encontré a Alessandro con su vista puesta en las pañaleras para el parto.

—¿Dice que tiene todo lo necesario? —le preguntó a la vendedora.

—Así es señor, aquí puede meter todo lo que desee agregar para la llegada de su bebé.

—Creo que es muy pequeña.

—Es el tamaño perfecto, las otras son más diminutas que esta.

—Es mi primer hijo —dijo alegre—. No quiero darle problemas a su madre y no tener nada preparado para ese día. Nacerá un 16 de noviembre, yo cumplo un mes después. El 16 de diciembre.

Sí que estaba emocionado con eso desde que salimos de la clínica y ahora sabía su fecha de cumpleaños.

—Felicitaciones a ambos —le contestó la mujer.

Decidí acercarme hasta Alessandro y él sorprendido giró su vista hacia mí.

—Estaba escogiendo una pañalera para el día del parto, pero no sé qué color te guste más.

—Me gusta el gris con elefantes azules, es bonito.

Él lo tomo en sus manos y después lo dejo sobre el carrito de compras.

—¿Has encontrado lo que buscabas? —preguntó.

—Si. Me he decidido de una lista larga de extractores de leche, ¿quieres verlo?

—No hace falta —sus mejillas se enrojecieron y solo se echó a andar por el pasillo avergonzado por aquello.

—Hombres —susurré al tiempo en que lo seguía.

Cuando terminamos nuestras compras y subimos al auto para regresar a la casa, tome la decisión de que debía hablar de algo importante con Alessandro, algo que nos involucraba a ambos y al bebé. Solo esperaba que se tomara todo aquello con calma.

—Alessandro hay algo de lo que me gustaría hablar contigo —le dije.

—¿Se trata de la cuna? He visto algunos modelos bonitos y que seguro van a gustarte.

—No, no se trata de eso. Es acerca de lo que sucederá después del nacimiento del bebé si algo malo sucede.

Él se quedó en silencio con aquello.

—No creo que se necesario hablar de eso —dijo con un tono que intenta disimular el enojo.

—Yo si lo veo necesario, solo si sucede algo. Quiero que estés preparado y...

—¡Pues no lo estoy! —exclamó—. ¿Es lo que deseas escuchar? Yo no estoy preparado para eso, nunca lo voy a estar.

—¿Qué harás entonces si sucede algo? ¿Harás de lado al bebé? Dilo de una vez por todas Alessandro, porque quiero asegurarme de que si no estaré a su lado él sea feliz —las lágrimas se acumularon en mis ojos—. No quiero que mi bebé sienta tu rechazo.

Alessandro no respondió nada y cuando llegamos a casa fue el primero que bajo del auto, enojado se encerró dentro de su oficina y no lo volví a ver más esa tarde.

Consideré que lo mejor sería regresarme a la habitación y tratar de olvidar lo que había sucedido en el auto, el silencio de Alessandro me asustaba, no quería que mi hijo sintiera el rechazo de su padre o que él no le brindará suficiente amor.

Me fui aquella misma noche sin cenar y me metí en las sábanas de la cama con la esperanza de quedarme dormida, pero no podía hacerlo, me levanté en medio de la noche y caminé de un lado hasta otro y después de aquello abrí las cortinas del balcón para ver en dirección del jardín la figura de Alessandro debajo de uno de los grandes árboles que habían allí, no estaba muy segura de lo que si tenía a su lado era una botella de whisky o algún licor que se le pareciera, pero si podía ver que estaba con sus brazos aferrados a sus piernas y su cabeza apoyada sobre estas.

Se veía, desecho, solitario y triste.

Tanto que no pude soportarlo ver allí como un ser indefenso, tome mi bata de dormir y me la puse encima para poder bajar las escaleras e ir con él.

Alessandro me necesitaba, tanto, como yo a él.

***

GRACIAS POR TODO SU APOYO, ¡YA SOMOS 30 MIL LECTURAS!. 

NO SE OLVIDEN DE DEJAR SUS COMENTARIOS Y SUS VOTOS. PERO PRIMERO UNAS PREGUNTAS:

¿Cómo les ha parecido el capitulo?

Chiara y Alessandro tendrán un niño, ¿A quién creen que se parecerá?

¿Creen que Alessandro reaccionó mal ante lo que le dijo Chiara?

¿Qué debería hacer Alessandro para recuperar el amor de Chiara?



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