Un Perfecto Desastre

By AndreaSmithh

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¿Hay algo peor que tener que preparar la boda de tu padre con su nueva mujer? Sí. Tener que hacerlo junto con... More

· sinopsis ·
1. La Noticia
2. Siete Meses Antes
3. Seis meses antes
4. Cinco Meses Antes
5. Oh, Dios mío
6. Un beso de verdad
7. El mapa en la piel
8. Presente
9. La lista
10. Hotel La Ville
11. Sin anestesia
12. Que ya no quiero nada que no sea contigo
13. Nada podía salir mal
14. Si tú no dices nada, yo tampoco
15. La cita
16. Miedo
17. Entre barritas de mars y otros dramas
18. Chocolate y pastel
19. Tenemos que hablar
20. Fuego
21. Narra Alex
22. Cinco minutos
24. Déjame escucharte
25. Perfecta locura
26. Atrapados
27. Solo éramos un desastre
28. Tristeza
29. Nadie me quiere
30. Imposible que me escogiera a mí
31. ¿Qué estabas haciendo conmigo?
· A L E X ·
32. Mi lugar seguro
33. Más de nuestro desastre
34. Un juego prohibido... llamado amor
35. La verdad duele
36. Fui un error
37. Y mucho más allá
38. Esto no va a terminar bien
39. Los abuelos
40. Los problemas crecen
41. La boda
42. ¿Y qué pasa con nosotros?
43. Maki
· A L E X ·
44. Carla & Alex
45. Carla & Alex
46. La graduación
· E p í l o g o ·

23. Nuestro secreto

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By AndreaSmithh


Regresé a la cocina junto a Liam a los pocos segundos de recibir el mensaje de Alex. Ya había terminado de preparar las pizzas y estaba metiendo la primera al horno. Giró una pequeña ruleta y un suave sonido de tic tac inundó la cocina.

—Les puse orégano, espero que te guste —comentó al volverse hacia mí.

¿Qué sería de una pizza sin orégano? Recuerdo que a mi madre le disgustaba, siempre decía que en la pizzería echaban demasiado, sobretodo a la de queso. Pero también me dejaba pedir esa porque sabía que me encantaba.

Echaba de menos comer pizza con queso y orégano en la mesa de la cocina de nuestra antigua casa. Papá la había alquilado a una familia con niños pequeños.

Observé cómo Liam llevaba los ingredientes que no había utilizado de vuelta a la nevera y después se quedaba observando un rato largo.

—¿Te apetece algo de beber? Leah hizo limonada antes.

Me encogí de hombros porque sabía que me iría en breves, pero él lo tomó como un sí. Sacó dos vasos de una alacena y los llevó a la mesa. Después acercó la jarra de limonada y nos sentamos mientras servía la bebida.

—Entonces... ¿te encargas de la cena todas las noches? —Pregunté para entablar algo de conversación mientras esperaba a que llegase Alex.

Di un sorbo a la limonada. Estaba bastante rica, con el punto exacto de azúcar.

—Algunas veces la prepara Leah. A Laia no la dejamos porque es todavía muy pequeña. Además, hace unos meses trató de preparar magdalenas y casi provoca un incendio. Todavía no hemos conseguido quitar los trozos de masa quemada del fondo del horno.

Sacudió la cabeza mientras se reía al recordar el momento. Podías apreciar como el cariño que le tenía a sus hermanas con solo escucharle hablar de ellas.

—Siempre quise un hermano —confesé pensativa—. Pero mis padres dijeron que con una tenían suficiente.

—Bueno, ahora tienes a Alex.

Eh... No me refería a ese clase de hermanastro exactamente.

Mejor cambiar de tema.

—¿Qué harás el año que viene? ¿Irás a la universidad de la ciudad para seguir con tu familia?

Me parecía lo más lógico. Mi amiga Olivia también quería estudiar aquí para estar cerca de su tía. Sin embargo, Liam sacudió la cabeza.

—No iré a la universidad. Me han ofrecido un puesto superior en la tienda donde trabajo antes de las clases haciendo carga y descarga y creo que aceptaré.

—Pero... ¿no querías ser abogado?

Lo dije sin pensar, porque me sorprendió escuchar que lo tuviese tan claro. Ni siquiera parecía intentarlo.

Liam, que nunca parecía perder la calma, se encogió de hombros y sonrió con delicadeza.

—Bueno, necesitamos el dinero en casa, y si me pongo a estudiar no tendré tiempo suficiente para todo. Quizás cuando mis hermanas sean más mayores pueda intentarlo. Siempre hay tiempo para los estudios.

Di un sorbo a la limonada para ganar tiempo. Liam siempre buscaba lo positivo y me daba la sensación de que no le gustaba dar lástima. De pronto me sentí un poco mal por malinterpretarle minutos antes y haber escrito a Alex. Quizás debería ponerme en contacto y decirle que no hacía falta.

—¿Tu familia te apoya? —Pregunté tontamente.

La sonrisa de Liam finalmente titubeó.

—Mis hermanas no lo saben aún. Por favor, te pido que no se lo digas, lo haré yo llegado el momento.

—¿Y tu tía?

—Entiende que necesitamos el dinero.

Llamaron a la puerta antes de que pudiésemos continuar con la conversación y Liam no tardó en levantarse.

—No fastidies que han vuelto a olvidarse las llaves...

¡Mierda! ¿Y si era Alex?

Lo seguí a través de la cocina, pero sus piernas eran más largas y llegó antes a la puerta de entrada. Cuando la abrió supe que, efectivamente, mis sospechas eran correctas. Se trataba de Alex.

Primero se fijó en Liam, que me daba la espalda. Alzó las cejas como si estuviera sorprendido pero en seguida corrigió la expresión.

—¿Está Carla? —Preguntó.

Me había quedado congelada a unos metros de ellos, así que tragué saliva y obligué a mis piernas a obedecer para llevarme hasta la puerta. Mierda, no lo había pensado bien. ¿Qué pensaría Alex al verme allí, con Liam, en su casa?

Liam se volvió para mirarme y los ojos de los dos chicos cayeron sobre mí. Tragué saliva incómoda.

—Eh... aquí está —contestó Liam—. Se iba a quedar a cenar...

Mierda. Mierda. Mierda.

Y ahora, ¿cómo decía que le escribí para que viniera por mí? Me había precipitado y ahora me preocupaba que Liam, que siempre era amable conmigo, se sintiera mal.

Alex, que continuaba mirándome con expresión de sospecha, acabó suspirando y dijo:

—Su padre me ha pedido que venga por ella, tenemos invitados.

Aquello era una mentira. Alex lo sabía. Yo lo sabía. Pero Liam no.

El rostro del chico decayó por unos instantes y susurró un suave "ah". Sin embargo, yo solo podía sentir los penetrantes ojos de Alex observándome.

—Nos vemos en el instituto, entonces —musitó Liam.

—Claro.

Se hizo a un lado y salí en seguida por la puerta. Seguí a Alex hasta su coche en completo silencio. Una vez iniciamos el viaje de vuelta a casa continuamos así, solo con el sonido de la música muy baja.

—Gracias por mentir... —susurré tras unos segundos.

Aunque me sentía algo mal por haberle dejado hacerlo. Debería haber interrumpido y decir la verdad.

¿Cuándo aprenderás a resolver tú solita tus problemas, Carla?

Alex frunció el ceño, pero se limitó a preguntar:

—¿Por qué me escribiste?

—Pues... No estoy segura.

Y cada vez estaba más convencida de que había hecho mal. El primer error fue aceptar ir a cenar con Liam. El siguiente, dejarme llevar por mis impulsos. Me había portado como una idiota. Con los dos.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando Alex malinterpretó mi silencio, y dijo:

—¿Te hizo daño?

—¿Qué? No, claro que no. Apenas me ha tocado.

Solo tomó mi mano en el instituto.

Pero Alex no se dio por vencido.

—¿Te hizo sentir incómoda?

Clavé la mirada en mis piernas y guardé más silencio. Eso fue suficiente para él.

—Ese chico me ha dado mala espina siempre.

—Quizás me equivoqué. Solo tuve una mala sensación y... —sacudí la cabeza con fuerza y formé una sonrisa antes de mirarlo de nuevo—. Fueron imaginaciones mías, lo siento por haberte molestado con esto...

Sin dejar de conducir, Alex levantó una mano del volante para hacer una señal de silencio y me lanzó una mirada suave. No parecía enfadado ni molesto en realidad.

—Primero de todo, Carla, siempre debes confiar en esas sensaciones. Vale, puede que alguna vez te equivoques, pero, ¿y si no? Además, no pasa nada malo porque te vayas de una situación en la que te sientes incómoda. No has hecho daño a nadie.

Apreté los labios, pero él se inclinó un poco más sobre mí antes de añadir con una leve sonrisa:

—Y segundo... No me pidas perdón. Tú nunca me molestas, princesa.

Juro que el corazón me dio un salto en ese mismo momento. Por si fuera poco, me guiñó un ojo antes de regresar la mirada a la carretera.

Mierda, ¿este chico quería que me diese un infarto? ¿Acaso era consciente de lo que provocaba en mí?

Me encontraba bastante más tranquila cuando llegamos a casa. Y, aún así, sabía que todavía quedaba conversación pendiente. No me había preguntado en ningún momento qué hacía en casa de Liam. Era consciente de que no habíamos puesto ningún tipo de nombre a aquello que teníamos, pero claramente algo había cambiado entre nosotros desde el fin de semana.

Alex salió del coche antes que yo y me moví rápido para alcanzarlo hasta la casa. Podía escuchar ruidos desde la cocina. Fue Anna quien se asomó, con una copa de vino en la mano.

—Oh, ¡ya estáis aquí. Lavaros las manos que la cena estará lista en breves —pasó los ojos de su hijo a mí, y amplió la sonrisa—. Tu padre está haciendo pollo al curry, Carla.

Madre del amor hermoso. Igual moría envenenada esta noche.

No, Carla. Dale un voto de confianza al hombre. La última vez no salió tan mal.

—Genial, me muero de hambre —dijo Alex.

Y después tomó rumbo escaleras arriba. No tardé en seguirlo, pero esperé prudentemente a estar solos en el pasillo que llevaba a nuestras habitaciones. No quería que nadie nos escuchara.

—Alex, espera —le llamé.

Se volvió hacia a mí a medio camino. Estábamos en tinieblas ya que ninguno de los dos había encendido al luz. Sólo podía percibir rasgos de su rostro gracias a la leve que se filtraba por el hueco de las escaleras.

Tragué saliva mientras terminaba de llegar a su lado. Y entonces dije:

—¿No quieres saber por qué fui a su casa?

Apretó la mandíbula. Quería, pero no me lo había preguntado. Tampoco contestó.

Y, aún así, sentía que debía darle alguna clase de explicación.

—Quería hablar con él privado, sin que nos escucharan los compañeros —confesé.

—Ah.

Cuadró un poco los hombros y me armé de coraje para seguir adelante. Esta vez no saldría mal, diría lo que tenía que decir. Él tampoco me interrumpió, sino que esperó el tiempo que necesitaba para encontrar las palabras exactas que quería decir.

—Me di cuenta de que tener citas con él no nos llevaría a nada porque... En realidad no me gusta. Y quería decírselo.

Alzó las cejas y me percaté de que se había acercado un poco más a mí.

—¿Se lo dijiste? —Preguntó.

—No pude. No conseguí el momento apropiado.

Porque habías tenido una pésima idea al querer decírselo a solas, Carla.

Alex dio un paso más hacia mí, esta vez sin ningún disimulo, hasta casi hacer retroceder, aunque por otro lado mi piel vibraba por notar su contacto. Bajó el rostro hacia el mío y susurró:

—Antes parecías interesada en salir con él. Hasta se lo presentaste a tu padre. ¿Por qué has cambiado de opinión?

Por ti. Porque solo quiero estar con uno, y ese eres tú.

Es cierto, estaba interesada en Liam. Realmente llegué a pensar que podría gustarme y podríamos tener algo una vez nos llegásemos a conocer mejor... porque pensaba que Alex jamás me correspondería.

Pero me equivocaba, ¿o no?

Si sigues teniendo dudas, Carla... Lo mejor es que intentes resolverlas.

—Dijiste que había más chicos interesados en mí, aunque no me lo habían dicho.

—Sigo pensándolo.

Venga, Carla. Tú puedes. Suéltalo.

—¿Eres tú uno de ellos?

La sonrisa se extendió en los labios de Alex. Bajó el rostro del todo, hasta que su nariz rozó la mía y nuestras respiraciones se mezclaron.

—¿Tan mal lo demuestro que todavía tienes que preguntarlo?

Y luego estrelló sus labios contra los míos.

Cerré los ojos casi al instante y tuve que luchar no solo contra los latidos de mi acelerado corazón, sino con la sonrisa que quería hacer aparición. Aquello, sin lugar a dudas, era un sí.

Sus manos me habían agarrado por encima de la cintura, atrayéndome desde la espalda hacia él. Rodeé su cuello mientras entreabría los labios para convertir lo que había sido un suave beso en uno mucho más profundo.

Me devoró allí mismo, en el pasillo, sujetándome como si tuviese miedo de que pudiese escapar de él.

¡Ja! Como si eso fuese a pasar...

Me dejé llevar en la neblina de su contacto, en la perdición de sus besos, en la forma en que me sujetaba...

—¡Ya está la cena! —Gritó mi padre desde el piso de abajo.

Aparte a Alex tan rápido que casi le tiró al suelo por la fuerza del impulso.

—Oh, joder, qué susto. Pensaba que...

—¿Qué nos atraparían?

Su cabello estaba revuelto y tenía los labios hinchados. Aún así, pude ver la preocupación también en su mirada. Asentí despacio, y una conversación silenciosa pasó de sus ojos a los míos.

Donde fuera que nos llevase esto... sería un secreto.

Sería nuestro secreto.

¡Feliz jueves, familia de wattpad! ❤️

Hoy ha sido una semana emocionante, creo que dentro de poco voy a tener muchas cosas que contaros (y lo haré por todas las redes posibles porque son cosas que quiero hasta GRITARLAS jajajaja).

Nos vemos pronto con el siguiente cap 👀🔥

Andrea :)

PD. ¿Y vuestra semana que tal?

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