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Da Inestablementalmente

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Su mirada había cambiado, me excito que me mirara así, sus penetrantes ojos se tornaban amenazantes, como los... Altro

Descripción
01 - Sorpréndeme
Extra

02 - Algo que termino con un buen final

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Da Inestablementalmente


Había oído ese nombre antes, Lu alguna que otra vez me lo ha nombrado, pero apenas había escuchado lo que me decía de él; era alguien muy conocido, eso era obvio. Bueno, al menos ya sabía su nombre. – ¿Qué quieres? – pregunté.

–Solo verte, que hablemos un rato a solas. Tenerte un rato para mí –dijo. Su respuesta me pareció muy rara, lo cual me hizo mirarlo desconfiado. – Te he conocido hace tiempo, te he admirado desde la distancia. No me notaste, pero he ido varias veces a tu local, solo que nunca hemos hablado. Hasta hace unos días nunca había podido hablar contigo, me pareces el hombre más hermoso que he visto.

Eso me hizo sonrojar un poco.

– ¿Hiciste todo esto para que eso? –pregunté un poco tímido. Repentinamente sus palabras me hicieron sentir un cosquilleo en mi bajo vientre. –Pudiste simplemente ir a mi local y hablarme, no tenías que hacer todo esto.

–Lo sé, pero no es lo mismo. Allí no abríamos podido estar solos como yo quería, no hubieras venido si te invitaba –dijo. –He hablado con conocidos, puse mucho de mi esfuerzo para que te enviaran una invitación pero no me importa, lo vales.

Se acerco a mí, quedando a escasos centímetros de mi cuerpo. No retrocedí, pero me mantuve alerta por las dudas. –Desde hace tiempo que quiero acercarme, tenerte así de cerca y todo para mí –dijo. –Sentía celos incluso de quienes venían a pedirte una orden. Solo me controle por ti, por ver tu sonrisa, tu hermosa sonrisa. Me traes loco.

Tartamudee en voz baja. – Wang Y-Yibo... –logre decir, antes de sentir un cosquilleo en los labios. Sus dedos acariciaron mis labios, luego su mano termino en mi nuca empujando mi boca a la suya.

Nuestros labios apenas se rosaron, en besos suaves.

Tiro de la tela que sostenía mi mascara, quitándomela para tirarla al suelo y volver a besarme, con más intensidad esta vez. No sabía dónde poner mis manos, o si alejarlo e irme; Yibo tomo mis manos y las dejo detrás de su cabeza. Mis dedos se enredaron en sus cabellos, atrayéndolo más hacia mí.

Comenzaba a sentir calor.

—Siempre he deseado... – dijo contra mis labios y comenzó a acariciar la tela de mi camisa, a la altura de mi pecho. Se alejo apenas de mi rostro, mirando hacia mi pecho; empezó a jugar con los botones. A continuación subió su mano acariciando mi cuello hasta llegar a mis labios, con su dedo pulgar empezó a rozar mi labio inferior— tu suave piel...

Podía sentir el calor subiendo por mi cuerpo y el que emanaba del suyo. Abrí ligeramente mi boca para que él pudiera jugar con mis labios. Esbozó una sonrisa sensual, tomó mi rostro por las mejillas, a continuación acercó su rostro al mío dejando milímetros de espacio.

Sentí su cálido aliento.

Su penetrante mirada llena de deseo estaba clavada en la mía; de pronto, pasó el brazo que tenía libre por mi cintura a modo de aprisionarme. Enseguida nuestros labios se unieron en un apasionado y violento beso. – Quiero devorarte, conejito –dijo contra mis labios. – ¿Quieres ser devorado por mi?

Interrumpí el beso y con la mirada lo dije todo.

En sus penetrantes ojos podía percibirlo, podía ver en ellos una oscura tormenta cargada de deseos, y yo lo quería, quería ser absorbido por esa oscuridad, quería ser poseído por él, quería ser dominado por él.

Él esbozó una sonrisa de satisfacción cargada de lujuria, acarició mi rostro y seguidamente me volteó con ímpetu quedando yo de espaldas, posteriormente pasó sus manos por mis hombros hasta llegar a mi pecho y de fuerte tirón me abrió toda mi camisa, con suerte había elegido la que tenia botones a presión, dejando mi torso desnudo.

Al sentir la presencia de su fuerza, la excitación comenzó a correr como electricidad por mi cuerpo. Puso una de sus manos en mi cuello y lo apretó ejerciendo una ligera presión, después acercó su rostro a mi oído. –Voy a hacerte gritar mi nombre, conejito –dijo.

Al escuchar esas palabras, la sangre que fluía por mi cuerpo se volvió fuego. Solo pude asentir, mordiendo levemente mis labios. Yibo me volteó para tenerme frente a él, se quitó su corbata y la pasó por mi cuello en un lazo a modo de correa, luego la ajustó un poco. —Si es muy intenso, o demasiado, solo tienes que pedirme que pare.

No contesté, solo asentí con la cabeza, un poco nervioso.

Yibo esbozó una sonrisa. —Desnúdate —dijo. Obedecí la orden y me quité el resto de mis prendas quedando solo en ropa interior. Él contempló mi cuerpo y posteriormente lo recorrió con sus manos, acariciándolo, hasta llegar a mi cabeza. Él se quitó su saco, su camisa, el calzado y se quedó solo con el pantalón.

Me miró a los ojos y me besó con excitación, seguidamente me volteó. Giro la corbata hacia atrás, pasó mis manos a mi espalda y las aseguró atándolas con la corbata, después pegó su cuerpo con el mío y me guío a la cama.

Me incliné sobre el colchón, mi pecho contra la fría sabana.

Él se agachó y besó mis piernas, desde los tobillos hasta llegar a los glúteos y una vez allí procedió a bajarme la ropa interior. Mordió mis glúteos, separó mis piernas y hundió su rostro en ellos.

El roce de su boca en mi piel hacía que me estremeciera, sentía su húmeda lengua penetrando ligeramente mi interior, con sus gruesos dedos tomó el pre semen que había en mi miembro y lo llevó hasta mis labios para que lo lamiera, mientras, mordía con ímpetu mi cuello. Me removía un poco, entre jadeos a la par que jalaba de la corbata un poco.

Casi grité al sentir sus dientes rosándome el cuello. — ¿Quieres que pare? —preguntó cerca de mi oído. No quería que parara. Mi lado racional me decía: Sí. Me sentía raro y todo esto era nuevo, pero no quería que parara, quería que siguiera.

—No, no quiero que pares...—dije con seguridad y en tono sensual.

Con fuerza me levantó y me aventó sobre la cama, me acomodo de modo que mi parte trasera estuviera levantada y mis piernas separadas. Se puso detrás de mí, escupió en su mano e introdujo sus dedos en mí. Mordí mis labios, removiéndome un poco por la incomodidad; Yibo movía sus dedos despacio, hasta que me acostumbre.

No tarde mucho en acostumbrarme, jadeando por el movimiento de sus dedos dentro de mí. Saco sus dedos de mi, gemí en protesta por el vacio, apretando la nada. Escuche un envoltorio siendo abierto y el sonido de un cierre siendo bajado, gire mi cabeza a tiempo para ver a Yibo poniéndose un condón.

Grité de placer al sentir cada centímetro de su miembro deslizándose dentro de mí.

Tomó mis manos, que estaban aseguradas con la corbata, a modo de tomar el control. Poco a poco, sus embestidas fueron subiendo de nivel hasta que nuestros gemidos cargados de excitación se hicieron uno solo. De improviso, me agarró por el torso para pegarme a su cuerpo, llevó una de sus manos a mi miembro para masturbarme y con la otra tapó mi boca.

Muchos de mis gritos fueron amortiguados por su mano, mis ojos rodaban hacia atrás por lo bien que se sentía. —Eres mío, ¿Entendiste, Xiao Zhan? —dijo con voz grave y ronca entre gemidos de placer.

Asentí, destapó mi boca para que pudiera contestar. —Sí, si Wang Yibo, si, mn... —dije entre jadeos. Yibo comenzó a penetrarme más fuerte, mis gemidos se convirtieron en gritos. Tapó mi boca y me masturbó con mayor intensidad. Empezó a gruñir, casi gritar, de la excitación.

Habíamos llegado al punto de no retorno.

Sentía su miembro rozando mi próstata, decía su nombre una y otra vez. De repente, comencé a sacudirme sin control debido al orgasmo. Chorros de semen salieron de mí a la par que Yibo gemía y se corría contra el condón en mi interior.

Se quito el condón, antes de dejar caer nuestros cuerpos cansados y sudados sobre la cama. Se guardo a sí mismo dentro de sus pantalones, desató mis manos, quitando la corbata de mi cuello apenas marcado. Él comenzó a besar mi pecho delicadamente, subió hasta llegar a mi cuello, se detuvo unos segundos para rozar su lengua con mi piel y de ahí continuó su camino hasta mis labios.

Antes de besarme, hizo una pausa y con su dedo pulgar acarició mi boca suavemente.

Su cálido aliento rozaba mis labios.

Pasó su mano detrás de mi cabeza y me acercó, mis manos estaban sobre él, una en su brazo y la otra en su espalda. Nuestros labios se encontraron en un tierno beso, lento, suave, delicado, sin prisa, simplemente deleitando la exquisitez del momento.

Él pasó sus manos a mi espalda y las bajó hasta mis glúteos, seguidamente me besó, mis brazos rodearon sus hombros. Tomó la corbata y me llevó a una de las paredes de la habitación, puso sus brazos a los lados a modo de aprisionarme, acercó su cuerpo y lo recargó contra el mío.

Su rostro se encontraba a nada de mí, sentía su respiración agitada.

Su mirada había cambiado, me excito que me mirara así, sus penetrantes ojos se tornaban amenazantes, como los de un animal que está a punto de atacar. Esto me hacía pensar en un león y su presa, así me sentía con la mirada de Yibo.

Podía sentir su erecto miembro contra la pierna, Yibo esbozó una sonrisa llena de lujuria y yo jadee sin aliento, tomo y alzó mis brazos y aseguró mis muñecas con la corbata a una lámpara de pared.

Acercó su rostro a un lado de mi oído y comenzó a acariciar mi cuerpo. —No sabía si vendrías, me pase días pensando en eso. Todo el día, todos los días, pensando en todo lo que le haría a tu cuerpo si vinieras, y aquí estas... —dijo con voz grave y entre jadeos a la par que restregaba su cuerpo con el mío.

Al escuchar sus palabras mi erección se endureció.

Yibo se percató, esbozó una sonrisa y puso sus dedos en la punta de mi glande y usó el pre semen que había para masturbarme, luego llevó su mano a mi boca. —Lame... —dijo con voz ronca.

Acaté la orden y lamí sus dedos mientras él me veía.

De pronto, Yibo no pudo contenerse más y me besó; mordía mis labios a la par que jadeaba de la excitación. Me volteó dejándome de espaldas a él, con sus dedos acarició mi espalda con la punta de sus dedos, los bajó a mis glúteos y me dio un ligero golpe. — ¿Quieres más, Zhan? —preguntó con voz grave y sensual.

—Sí...—dije.

—Entonces pídelo – dijo.

—Quiero más, Yibo... – gemí.

Yibo volvió a golpear mis glúteos, pero esta vez con un poco más de fuerza. Más fuerte, jadee. Volvió a golpearme con más fuerza. Una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo hasta estremecerme, era inevitable para mí no pedir más.

Yibo me golpeaba y cada vez subía la intensidad, hasta que no pudo contenerse más. Se acercó a mí, sacó su miembro, lo golpeó contra mis glúteos, saco otro condón de su bolsillo y se lo puso, y luego comenzó a frotarlo entre mis glúteos a modo de masturbarse. —Te voy a hacer mío hasta que grites mi nombre... —dijo, respirando en mi oído.

Con sus manos me indicó que separara las piernas.

Comenzó a penetrarme, deslizándose lentamente dentro de mí. Podía sentir como poco a poco todos mis músculos interiores se relajaban permitiéndole el paso a su miembro. Un jadeo escapó de mi boca, casi como un suspiro, mientras mordía mis labios.

Yibo envolvió mi cuerpo con sus brazos.

Sentía su piel contra la mía, un poco caliente y algo húmeda por el sudor. Poco a poco fue subiendo la intensidad de sus embestidas. Llevó sus manos hasta mi pecho y apretó mis pezones con fuerza casi al punto de causarme dolor. Me limité a morder mis labios para no gritar, pero en realidad lo estaba disfrutando mucho. Bajó sus manos hasta mis testículos y los sostuvo a modo de apoyarse para penetrarme con más fuerza.

Sentía que iba a explotar; el miembro de Yibo me estimulaba hasta el punto de no poder controlarme. De repente, no aguanté más; mis piernas comenzaron a temblar sin control. — Yibo, Yibo... ¡Ah! — grité.

Mi cuerpo se estremeció sin control por el orgasmo. Yibo se aferró a mí con fuerza a la par que me penetraba sin piedad. El semen que salía de mí mancho un poco de la pared y el suelo. Sin perder tiempo, liberó mis manos de la corbata, me tomó del cabello y me besó bruscamente.

Luego se inclino y me tomo de las piernas, cargándome en su hombro hasta la cama, donde otra ronda comenzó; luego otra contra la ventana que daba al exterior del segundo piso. Terminamos muy saciados, apenas pude mantenerme despierto; termine durmiéndome sobre la cama revuelta con Yibo abrazándome.

Estaba medio despierto cuando siendo algo suave en mi espalda, me remuevo un poco pero no abro mis ojos. Suspire a la par que Yibo llenaba de besos mi hombro. Acababa de tomar una ducha, podía olerlo en el aire; entre abrí mis ojos cuando escuche que se alejo de mi y camino lejos, tenía la cintura envuelta en una toalla.

Me levante sin mirarlo, envolviéndome en la sabana, sentándome en la cama. Me sentía un poco adolorido, cansado y saciado. Podía oír a Yibo cerca, pero no quise mirarlo. Me sentía un poco raro por todo lo que hicimos. —Si yo fuera tú, usaría algo que me cubriera el cuello —dijo, esbozando una sonrisa burlona.

Lo miré con curiosidad, pues no entendía a qué se refería. Él me hizo una seña que indicaba que me mirara en el espejo. Me levanté y caminé hacia un espejo grande, que estaba junto al ventanal de la habitación. Al verme, me di cuenta de las marcas de las mordidas que Yibo había dejado en mi cuello y pecho, lucían bastante rojas, junto con las marcas que me había dejado la corbata.

No pude contenerme y esbocé una sonrisa traviesa, evitando que me viera, recordando todo lo que habíamos hecho la noche anterior. Yibo se acercó a mí por detrás y me envolvió en sus brazos. Comenzó a besar suavemente mi hombro desnudo, cerré mis ojos, mordiendo levemente mis labios.

Desperté, luego de un recuerdo barra sueño húmedo.

Ya habían pasado varios días desde que vi a Wang Yibo, luego de todas esas veces, me ayudo a vestirme y me pidió un taxi. No sabía que decir, así que solo me despedí de él; Yibo me dio un ardiente beso y me dijo que iría a verme pronto.

Apenas llegue a casa me fui a dormir y no abrí mi local; avise que no me sentía bien.

Apenas podía respirar, tuve que sentarme en la cama para calmarme y después me di una ducha fría a fin de quitarme todo el calor acumulado en mi cuerpo. Tuve que vestir un suéter negro de cuello alto para ocultar las marcas que Yibo me había hecho.

No pude evitar pensar en él, mordí mis labios al acordarme, llevé mis manos al cuello, donde tenía las marcas de sus mordidas y la corbata a modo de recordarlo. Una ligera corriente eléctrica recorrió mi cuerpo al imaginarme sus manos tocándome como lo había hecho.

Negué con la cabeza, quitándome el recuerdo.

Era momento de volver a la realidad, de prepararme para ir al trabajo; ya no podía faltar solo porque yo era el dueño. Tenía empleados esperándome, cuentas que pagar, proveedores que ver y clientes que atender.

Me prepare y salí, olvidándome de todo lo que ocurrió con ese hombre que conocí.



Suspire, sirviendo el café solo para un cliente.

Se lo entregue y le dije que disfrutara su orden, el hombre me agradeció y se fue junto con una mujer algo mayor. Comencé a limpiar un poco la barra, perdido un poco en mis pensamientos; no podía evitar pensar en varias cosas a la vez.

Habían pasado dos meses desde que lo vi, ¿se acordara de mi?

¿Wang Yibo me había usado?

Tal vez no y todo estaba en mi cabeza, pero no pude evitar pensar que ya no lo vería. Aunque me sentí como un león y su presa inocente con Yibo, ya que luego de devorarme y quedarse satisfecho ya no me molestaría, me dejaría morir; no podía negar que me había gustado lo que hicimos.

Mi cuerpo aun cosquillea cuando lo recuerdo. Mi piel se calienta al recordar sus labios recorriéndome, sus manos tocándome, su piel pegada a la mía. Pero, debía ser realista; no volvería a ocurrir. Mi encuentro con Yibo fue solo de una noche, y tal vez todo eso que dijo eran solo palabras, que una vez que nosotros estuviéramos juntos se le pasaría.

No quería pensar eso, pero era lo que creía.

Suspire de nuevo, tomando mi teléfono, mirando la pagina de Weibo de Wang Yibo; se veía tan bien en cada fotografía que le tomaban, que no podía evitar pensar que solo me uso para saciar sus ganas. Debía olvidarlo y volver a mi vida normal. Fui hasta las mesas donde ya se habían ido los clientes, levantando lo usado y llevándolo a lavar, caminaba con el cajón de lo usado hasta el lavado.

Estaba por lavarlo cuando escuche la puerta, fue abierta de nuevo. No dije nada, esperando a que uno de mis empleados atendiera al cliente; no escuche el típico saludo de mi empleado cuando llega alguien: Bienvenido, ¿Qué desea ordenar?, así que me tocaba atenderlo. Escuche un sonido que me hizo mirar al cliente. Al girar la cabeza veo a Yibo con una sonrisa, su brazo estaba sobre la barra. – ¿Qué me recomiendas? – preguntó.

Sonreí, ya que habíamos tenido una conversación parecida hace unos meses. – Depende del gusto de cada uno –dije con una sonrisa. Podía sentir calor en mis mejillas. – Solo elige algo y te lo preparare.

–Sorpréndeme, Zhan –dijo.

Comencé a preparar un café solo, en cuanto lo tuve listo se lo entregue. – Que lo disfrute –dije, a lo que Yibo sonrió. Miro detrás de él, notando que nadie nos estaba escuchando. Se acomodó, acerco sus dedos a los míos, acariciándome con la yema de sus dedos con una sonrisa. –Creí que no te vería de nuevo –dije sin mirarlo, solo mirando nuestros dedos.

Acerque más mi mano, para que sus dedos me acaricien la piel.

Tenía una sensación que viajaba desde mi brazo hasta mi nuca, por toda mi espalda hasta llegar a mis pies. –Estuve ocupado, conejito –dijo. – Pero ya volví, y solo para estar contigo para siempre. Quédate conmigo, Zhan, ya no dejare que te alejes.

Se acerco un poco a mí, apoyándose más sobre la barra. Pase mi lengua por mis labios, desviando mi mirada hacia el local, el cual yo había conseguido con mucho esfuerzo y trabajo, no podía simplemente dejarlo para irme con un hombre al que había conocido hace unos meses. –No puedo simplemente dejarlo todo e irme –dije.

–No tienes que dejarlo todo, solo quedarte conmigo Xiao Zhan –dijo. Finalmente mire sus ojos, él estaba serio. – No he conocido a un hombre como tú, y dudo que alguna vez lo haga. Solo quiero que seas mío para siempre, que seas mi novio, mi amante, mi compañero, mi alma gemela, mi esposo o lo que quieras, pero mío.

Pase saliva, no sabiendo que decir. Me aleje de su mano, con mi vista en el suelo, termine pidiéndole a Ziyi que me sustituyera por un rato, alejándome por completo de Yibo. Ziyi le pregunto a Yibo que quería, pero él solo se alejo de la barra, siguiéndome. Fui a la parte trasera, necesitaba aire; escuchaba a Yibo llamándome.

Mi corazón latía acelerado.

– Zhan –dijo Yibo cuando finalmente me alcanzo.

No quería pensar, así que voltee y bese sus labios, él me atrajo a su cuerpo empujándome y empotrándome contra la pared a un lado de la puerta. Nuestros labios se devoraron con hambre, necesitados. Mis dedos se enredaron en los cabellos de Yibo y sus manos me acercaban más, si era posible, contra su cuerpo. – Si... –dije contra sus labios. –Si, Yibo.

Unió su frente con la mía, sonriendo, acariciando mi mejilla con sus dedos. Estaba agitado, tanto como yo. Asintió, mordiendo levemente sus labios, para acto seguido volver a besarme. Nos besamos un poco más, hasta que escuche la voz de Lu y Ziyi cerca. – ¿Como que se veía mal? ¿Quién era el tipo? ¿No le preguntaste qué le-Oh... –dijo Lu quedándose congelada, seguramente mirándonos.

Mire rápidamente, notando la mirada sorprendida, y un poco sonrojada, de Ziyi y de Lu en la puerta. Muerto de vergüenza oculte mi rostro contra el hombro de Yibo, quien miro hacia la puerta. – ¿Z-Zhan? Eh... b-bueno. H-Hablamos cuando termines –dijo Lu cerrando la puerta.

Más rojo que un tomate, aparte un poco a Yibo, apoyándome contra la pared deslizándome cubriendo mi rostro con mis manos. Qué vergüenza, pensé. Yibo se arrodillo frente a mí, quitando mis manos de mi rostro. –Lo sabría de alguna manera, no te preocupes –dijo. Me ayudo a levantarme, dándome un corto beso en los labios. –Vendré por ti luego.

Asentí, ya que no me salían las palabras, Yibo se fue luego de darme algunos besos.

Espere hasta calmar los latidos de mi corazón para entrar finalmente. Luego de una muy, pero muy incómoda conversación, en la que tuve que decirle a Lu lo que estaba haciendo con Wang Yibo y donde lo conocí, contándole casi todo lo ocurrido entre nosotros y comentarle por qué había venido, retome mi trabajo.

A la hora de salida, luego de despedirme de mis empleados, limpiar todo y cerrar el local, Yibo ya me esperaba afuera. Estaba montado en una moto negra, sonriendo de medio lado. Me acerque, él me entrego un casco y me dijo que subiera; me hizo rodearlo con mis brazos y finalmente arranco.

Me llevo a casa, no volviendo a irse nunca, viniendo siempre que estaba libre para estar conmigo. Tuvimos una relación de años, hasta que un día, varios años después de conocernos, apareció en mi local con un ramo de flores y algunas bolsas, parecía muy nervioso. Yo no comprendía que le ocurría, hasta que se arrodillo frente a mí, pidiéndome que me casara con él.

Por los nervios mis palabras no salían, muchos estaban viéndonos expectantes y grabando todo, lo que me hizo estar aun más nervioso. Sonriendo, finalmente le di el y todos aplaudieron, nos felicitaron y nos desearon lo mejor.

Lo cual hoy, ya varios años de eso, me hace pensar en: qué bueno que fui a esa fiesta, que bueno que me anime a hacer algo que comúnmente no hago; romper mi rutina al menos una vez.

Ver como toda mi vida cambio a raíz de eso, a raíz de él, que me anime a hacer algo sorprendente, raro y un poco peligroso, pero que termino bien. Poco podían creer nuestra historia cuando la cuento, pensado que estaba loco.

Tal vez no fue algo bueno o muy romántico, algo loco de mi parte aceptar ver a un desconocido en una fiesta de máscaras pero no importa, fue algo que termino con un buen final.


*Si ven algún error, comenten.

-Gracias por leer ♥*.

-Próximamente publicare el extra -

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