Extra

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Exhale sonoramente, caminando junto con los guardaespaldas que habían contratado para mí. Podía oír a las fanáticas rodeándonos, intentando tocarme o tomarme una fotografía. Mi cabeza se mantenía inclinada hacia abajo, cubierta por un gorro y cubre bocas, evitando que cualquier cámara me captara. Cuando finalmente visualice el auto entre rápidamente, siendo seguido por algunos guardaespaldas.

Cuando la puerta finalmente se cerró pude respirar tranquilo.

El camino fue casi silencioso, podía escuchar a mi asistente hablando por teléfono, y a algunos guardaespaldas y personal a cargo de mi cuidado hablando entre ellos. Me mantuve callado hasta que llegamos al hotel y finalmente pude quitarme el gorro y cubre bocas. Entre en la habitación y fui directamente a acostarme.

A la mañana siguiente desperté muy temprano, nadie había llegado todavía. Me estire y cambie de ropa, quería un café. Podría pedirlo al servicio a la habitación, pero no era de mi agrado el que tenían aquí. Otra opción sería ir por el a algún lugar cercano, al menos sería más decente.

Mire la hora, aún tenía tiempo antes de que vinieran por mí. Arriesgándome a que seguramente me descubran, tome mi cartera, mi gorro, cubre bocas y mi teléfono. Salí de la habitación vigilando mí alrededor, no había nadie sospechoso a la vista. En el exterior me cerciore que nadie me reconociera y camine unas cuadras, encontré un local que vendía café.

Entre dirigiéndome a la caja, donde una amable chica me atendió, le pedí solo café para llevar. Con un asentimiento comenzó a prepararlo, luego fue llamada por otro cliente, así que mi café fue preparado por otro.

Miraba de reojo, esperando que nadie me reconociera; hasta ahora todo estaba bien. Vi como un vaso de cartón vacío era dejado en la barra, levante levemente mi vista viendo a un hombre de cabellos azabaches con un delantal negro, servía despacio el café. Parpadee un poco impresionado, mi boca se abrió un poco, menos mal que traía el cubre bocas puesto.

Mi café estuvo listo, pero yo estaba paralizado.

El hombre levanto su vista a mí, sonriendo. Mi rostro se calentó un poco. – ¿Desea algo más? – preguntó. Parecía que la conexión de mi cerebro a mi boca se había desconectado, ya que balbucee un poco.

Carraspee recomponiéndome, negando con la cabeza. Él asintió, diciéndome el monto de mi café. Saque mi cartera con algo de nervios, buscando la cantidad que ese hombre me había dicho. Algo del dinero se me cayó sobre la barra de madera, me disculpe en voz baja para que no me reconociera, él solo volvió a sonreír y restarle importancia. – Que tenga un buen día –dijo.

Ni siquiera sé cómo salí de allí, sin derramarme el café encima.


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No se supone que este aquí, tan expuesto a que me vieran y supieran quien era, pero lo estaba y no podía importarme menos. Había venido a este local de nuevo, donde había visto por primera vez a ese hombre de cabello azabache. Estaba a unas mesas muy alejadas de él, donde podía admirarlo a la distancia.

𝙴𝚕 𝚕𝚎ó𝚗 𝚢 𝚜𝚞  𝚙𝚛𝚎𝚜𝚊 - [Yizhan]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang