All Yuuji

Від itadorilikesit

249K 15.8K 3.5K

One shots cortos de Yuuji siendo shippeado con todos los personajes varones de JJK. Los personajes no me pert... Більше

¿Supresor? || GoYuu
Error afortunado || TojiIta
Spite || SukuIta
You're my religion || NanaIta
Hidden desire || SukuIta
El "gran" Ijichi || IjichiIta
¡No! || SukuIta
imPENEtrable || GoYuu
The damage is done || SukuIta
First time || TojiIta
best friend's dad || GoYuu
soft and pink || FushiIta
Una extraña maldición || SukuIta
strawberry milk || SukuIta & TojiIta
lights on || GoYuu
sick || SukuIta
put me in a movie || AllYuuji
monst3r fuck3r || SukuIta
how love starts || GoYuu
Tuyo || GeIta
come right back || GoYuu
Cry || GoYuu
Δlfa || GoYuu
𝘺𝘰𝘶 𝘦𝘢𝘳𝘯𝘦𝘥 𝘪𝘵 || SukuIta
i think i liked it || SukuIta
tragic teenage love || FushiIta
I'd fall for you || GoYuu
𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 || SukuIta
Complacencia || FushiIta/SukuIta
No lo olvides || GoYuu/GeIta
high content || SukuIta
Nostalgia || GoYuu
he hit me || GoYuu
hate you to the core || SukuIta
My uncle steals all my first loves, but he also wants to steal my first time

pretty when I cry || AllYuuji

4.2K 210 84
Від itadorilikesit


Continuación del oneshot 'put me in a movie'.

Advertencia: En ningún momento, habrá una pizca de romance en alguna de las relaciones presentadas, por lo que pido que las acciones no sean romantizadas. DUBCON

Shipps: GeIta, GoYuu, FushiIta, NanaIta, TojiIta





El clima es un poco más cálido de lo que recuerda, y la música es tan suave, que empieza a adormecerlo e impide que pueda despertar. Pero consigue abrir sus ojos, aunque de manera lenta, y, aun así, sintiendo una punzada en la cabeza al hacerlo.


No está la arboleda que imaginó ver ni los niños que recuerda jugando en el parque, y apenas y logra percatarse a tiempo de la comodidad del asiento.

Frente a sus ojos, está el techo de un auto, y a su lado izquierdo, el cuero que cubre el asiento sobre el que se encuentra recostado.


Un aroma fresco y dulzón, que ingresa por sus fosas nasales, lo ayuda a calmarse y a aliviar el fuerte olor a alcohol que aún está en sus sentidos.


Hay algo adicional, o alguien -más bien-, mucho más importante que los lujosos adornos que se encuentran a su alrededor; un hombre sentado en el asiento delantero, de donde sólo se alcanza a distinguir su cabellera blanca y su camisa color celeste.

Suelta un quejido al incorporarse por el mareo automático, y aquello provoca que el tipo se gire.

No quiere imaginar cosas malas ni anticiparse y ponerse ansioso por suposiciones, pero sabe que no lo ha visto anteriormente, quizá, pudo hablarle en su breve momento de ebriedad, aun así, jamás se atrevería a subir al auto de un extraño.


"Hey." Su voz es gruesa, y su tono, juguetón. "Finalmente despertaste."

No sabe si desea responderle, y aún si quisiera hacerlo, no sabría qué decir.

"Creí que te había dado una sobredosis, pero sólo encontré una botella pequeña sobre tu regazo." Sonríe, y es quizás una mala jugada que le hace su mente, pero Suguru pasa por sus pensamientos.

"¿Quién es usted?" Con sutileza, da una ojeada a las ventanas polarizadas, intentando descubrir si aún está cerca del parque.

"Oh, lamento no haberme presentado nuevamente."

Frunce el ceño ante la menos que satisfactoria respuesta.

"Te dije mi nombre antes de que te desmayaras sobre la banqueta, hace unas horas." Mierda. "Soy Gojo Satoru."

Satoru. El saber su nombre no cambia mucho el hecho de que lo haya llevado a un lugar cerrado sin su permiso. "Debería ir a casa."

"¿No quieres saber por qué estás aquí?"

No. Y aunque desee negarse, termina asintiendo.

"Estaba sentado a unas cuantas banquetas al extremo de donde tú estabas. Empezaste a sonreír bobamente, y luego comenzaste a llorar. Las personas empezaron a mirarte extraño; y cuando me acerqué a ti, sonreíste de nuevo, y luego te desvaneciste." Y con esa breve explicación, todos los recuerdos regresan.

Suguru.

Toji Fushiguro.


"¿Eres mayor de edad?" Sus pensamientos no hicieron que lo observara con claridad, pero ahora que ya lo ha hecho, se siente intimidado. Satoru es bastante atractivo y tiene un parecido familiar a los tipos con los que se ha involucrado. Maduros, atractivos y con una voz y expresiones seductoras.

Nervioso, se aclara la garganta antes de responder. "Tengo diecisiete."

Pero Satoru sonríe, y lo mira fijamente, delatando su mentira.

"Quince."

"Está bien, no haré preguntas al respecto." Y aunque no continúa hablando, sus orbes azules siguen examinándolo.

Lleva ambas manos a su estómago cuando un retortijón se hace presente.

"¿Es la primera vez que pruebas vodka?"

Y con menos nervios, pero aún ansioso por irse de ese lugar, vuelve a asentir, avergonzado.

"Ya veo, déjame llevarte a tu casa."

Antes de que el hombre se voltee y comience con el trayecto, niega. "No, no, está bien, puedo caminar."

"¿En serio? No pareces del todo bien." Satoru acomoda los lentes sobre el puente de su nariz y continúa. "Pararé a comprarte un café, y te llevaré, ¿de acuerdo? ¿Acaso quieres que tus padres te vean en ese estado?"

"Mis padres están muertos..."

La expresión juguetona se desvanece, y piensa dos veces, el porqué siquiera mencionó aquello. "Lo siento."

"No hay problema, fue cuando yo era muy pequeño."


Algo sobre ese tipo no termina de convencerlo. Tal vez, la manera poco seria en la que habla, o las sonrisas que muestra a través del espejo retrovisor, pero sabe que no debería confiar en él.

"Está bien, es aquí."

El hombre frena, y tomando su pesada mochila, Yuuji se baja del vehículo.

"Gracias, Gojo-san." Se despide con una pequeña reverencia, sonriendo forzado. "Por todo."

"Hasta pronto, Yuuji." Luego, conduce en reversa, antes de que pueda ver su expresión confundida por aquellas palabras.


No volverán a verse, eso es algo de lo que puede estar seguro. No hay razón para que un tipo que conoció en un parque, ebrio y casi inconsciente, desee volver a verlo, así que supone que fue otra de sus juguetonas bromas sin sentido.


Se da la vuelta e ingresa a su casa, rezando en su mente, para no encontrarse con su abuelo, y para no tener que empezar a inventar mil y una excusas que eviten su enfado.

Y al parecer funciona, porque tanto la sala como el comedor y la cocina, están vacías. Quizás el anciano ha creído su mentira, o quizás, se cansó de intentar llevarlo por el 'buen camino'.


La mochila cae de su hombro sobre la alfombra, y luego, él mismo se deja caer como un costal sobre su cama. Mientras más tiempo pasa, el efecto del alcohol se desvanece, y con ello, los recuerdos y el dolor en su cuerpo, se hacen vívidos.

Suguru aún no le ha escrito, ni siquiera para saber si se encuentra con vida, y aquello lo asquea. Aunque no entiende el porqué, pues últimamente ha sido así.

Las únicas veces en las que se portaba como un enamorado, fue cuando iniciaron su relación; llevándole flores, recogiéndolo del colegio, y enviando mensajes hasta quedarse dormido. Sin embargo, todo cambió drásticamente hace unos meses, tanto que no le dio tiempo para adaptarse al nuevo tipo de amor de Suguru.


Con una de sus manos, tantea sobre su velador el blíster de pastillas, rogando porque quede aunque sea una. El dolor persiste y aumenta, y ni siquiera lo deja cerrar un ojo.


Toji había sido tan rudo como nunca nadie lo había sido antes, y aunque ahora, una sonrisa se dibuje en su rostro al recordarlo, el llanto y las expresiones adoloridas fueron reales en ese momento.

Y Suguru..., él fue sólo... Suguru.


Sin algún líquido, traga la pastilla y se prepara para el dolor abdominal, al haber ingerido una pastilla con el estómago vacío. Pero, aunque sea, conseguiría dormir tranquilo.


-


"¡Yuuji!" Su abuelo golpea su puerta, y aquellos golpes retumban en su cabeza. "¿Qué haces? ¡Se te hará tarde!

Toma el celular con poca batería cerca de su cabecera, y observa la hora; 07:36 a.m. Carajo. "Sí, ya estoy listo, ahora voy."

Veinticuatro minutos para asearse, cambiarse, tomar desayuno y esperar hasta que al bus se le dé la gana de aparecer, no será suficiente.


De un brinco, sale de su cama, se apresura en cepillar sus dientes y lavar su cara, para correr hacia el armario y no encontrar su uniforme, recordando rápidamente que lo usó ayer y está sucio; pero entre ir con éste en ese estado, y no ir y dar explicaciones a su abuelo, y encima, copiar la tarea de dos días seguidos, definitivamente escogerá la primera opción.

Revisa el pantalón, complacido porque los fluidos del hombre no lo hayan ensuciado; coloca su camisa, arrepintiéndose al instante por lo morado que luce su cuello y hombros; tal vez sea hora de usar ese raro calentador blanco que su abuelo le obsequió, al menos, tendrá un uso útil.


"¡Abuelo!"

"¿Y eso? No hace mucho frío."

Finge un estornudo antes de responder. "Es sólo que creo que me enfermaré."

El viejo asiente y coloca dos platos de avena sobre el comedor.

"Lo siento, abuelo, no tengo tiempo para comer. Adiós, te quiero." Corre con todas sus fuerzas, y sale de la casa, alcanzando el bus, y subiendo de un salto.


Ni siquiera pudo ver la expresión del anciano, y aquello lo avergüenza. Es extraño que éste cocine, y justo cuando lo hizo, no tuvo tiempo de apreciarlo.

Su estómago cruje y sabe que es por la pastilla de anoche, y tal vez porque está completamente vacío. No importa, le robará la comida a Fushiguro, después de todo, él siempre se lo permite.


Sorprendentemente, el bus consigue llevarlo a tiempo y antes de que los guardias del colegio cierren los grandes portones de metal.

Abre los labios para respirar agitadamente por la boca, y camina hacia su salón.

"Buenos días." Saluda, mirando hacia el suelo y evitando a Nanami-sensei.

"Adelante, Itadori."

Y aunque resulte extraño, Nanami no lo regaña como suele hacerlo cada vez que comete una falta.


Le muestra una pequeña sonrisa avergonzada, y camina cabizbajo hacia los últimos asientos cercanos a Fushiguro y Nobara.

"Hey." Saluda con entusiasmo, pero en voz baja.

"¿Qué pasó ayer? ¿Por qué no viniste?" Nobara es la primera en preguntar.

"Está bien, les diré en el receso."

Fushiguro, en cambio, no voltea, conservando su mirada hacia el frente, y sin dirigirle alguna palabra.


Las clases transcurren rápido, con las pequeñas conversaciones entre Fushiguro y Nobara, y los mínimos intercambios de palabras entre Nobara y Yuuji.

Al tocar el timbre, el trío va hacia el comedor y ocupan sus usuales asientos.

"Fushiguro..." Comienza, dejando que su labio inferior se doble y muestre un puchero. "No traje almuerzo, ¿puedes-"

"Claro, aquí tienes." Responde sin dejarlo terminar.

"Yuuji, si no comes, te enfermarás." Nobara es quien continúa con la plática.

"Lo sé, me desperté tarde y olvidé comprar algo."

"De acuerdo, iré a comprar un jugo, ¿quieren algo?"

Ambos niegan, y antes de que la castaña se ponga de pie, intercambia un pequeño beso con el pelinegro.


Parpadea levemente, confundido e incómodo.

"Ahora regreso."


No asiente ni responde, conservando su mirada sobre la comida del táper mediano, que le acaban de obsequiar.

Tal vez aún está ebrio y su mente está jugándole una mala pasada. Fushiguro y Nobara no podían haberse besado, ellos no...


"Itadori."

Por primera vez, Fushiguro le habla.

"Lo siento."


Lo siento. ¿Cuántas personas más van a disculparse después de haberlo herido como si nada?

Fue hace apenas un par de semanas que recibió una confesión por parte del pelinegro, en donde detallaba el enamoramiento que tiene por él desde que comenzaron el colegio, y ahora de repente, sale con su mejor amiga en común. ¿Es eso normal o posible siquiera?

"Espero que realmente estés enamorado de ella..."

"Itadori..."

"Porque si la lastimas, te las verás conmigo."


Recibe una mirada avergonzada, sabe que Fushiguro reconoce lo mal que está actuando, pero ¿qué más puede hacer? No lo obligará a terminar con Nobara sólo porque le juró hace unos días, lo enamorado que estaba, tanto que, hasta incluso le dolió haberlo rechazado.


"No es cómo tú crees, yo..."

"¡Volví!"


Nuevamente finge una sonrisa, y mira hacia Nobara.

Ella está risueña, con las mejillas abultadas y sonrojadas, y a pesar de que conserve su carácter fuerte, las miradas de reojo que lanza hacia Fushiguro, son bastante notorias.


"Yuuji, ¿por qué no viniste ayer?"

No le toma mucho tiempo formular una respuesta, y aunque hay una fea idea sobre él gritando que se dejó coger por el papá de Fushiguro, con el único pretexto de hacerlo enfadar, sacude la cabeza para llevarla lejos. "Me sentía un poco enfermo, y preferí quedarme en casa."

"¿Tú abuelo lo permitió?"

"Por suerte, sí." Ríe, acompañado de Nobara, pero con la mirada seria del pelinegro hacia él. "Entonces..., ¿no tienen algo que decirme?"

"Oh." Nobara se sonroja y es tan raro verla de esa manera. "Nosotros... somos novios desde ayer."

"Woah, ¡eso es genial! Estoy muy feliz por ustedes."

"Gracias, Yuuji, y... en la tarde nos reuniremos en casa de Megumi para terminar el trabajo de química, irás, ¿verdad?"

Química, maldita sea, una calificación baja más y reprobará el curso.

Pero, por otro lado, la casa de Fushiguro es la casa de Toji-san, el último hombre que desea ver en el mundo. "No..."

"¿Eh?"

"¿No podría ser mañana?"

"Mañana es la entrega, tonto."

"¿No molestaremos a sus papás yendo todos juntos?"

"Sus padres no estarán en casa."

Fushiguro asiente y puede verlo por el rabillo de su ojo, pues desde que Nobara volvió, se ha negado a hacerle frente durante todo el receso. "De acuerdo."

Si, aunque sea, uno de los dos Fushiguros no estará, la tarde no será tan pesada.


-


Luego de que las clases terminan, se arrepiente de haber aceptado, pues debe aguantar la imagen de su mejor amiga recostada sobre el hombro de su 'mejor amigo', haciéndolo sentir como un mal tercio.

Pero está bien si Nobara es feliz, ella no tiene la culpa de las acciones de Fushiguro, ni de sus sentimientos de celos; después de todo, ella ni siquiera tiene idea de que su novio se ha declarado a su mejor amigo unos días antes, de que también lo hiciera con ella.


"Yuuji, llegamos."

Sale de sus pensamientos y obedece a la castaña, bajando del vehículo y caminando hacia la puerta de la casa, que reconoce de ayer.

Hay un sensación fea en su estómago por los recuerdos de hace unas horas, y sus manos se sienten frías y sudorosas por el ligero miedo que empieza a sentir.

Toji no está, no lo verás nunca más.


"Lo bueno es que no tardaremos mucho en terminar con el trabajo, Megumi y yo avanzamos un poco ayer en el colegio."

"Oh." Tuerce los labios hacia un costado, en una expresión avergonzada. "Lamento no haber ayudado, prometo que haré la mayor parte ahora." Une sus manos en un ademán y hace una reverencia.

"No hay problema, Yuuji, no ha sido tu culpa."

"Sí..."


Con unas mantas sobre la alfombra de la sala y unos cojines para sus espaldas, se recuestan en el piso, con los papeles esparcidos por todo su alrededor.

No ha mirado ni por un segundo hacia el sofá, dónde estuvo ayer, porque además de los recuerdos, siente que visualizará todo el desastre que dejaron.

"Ahhhh." Suelta un quejido. "No consigo resolver los dos últimos ejercicios."

"Mmm, sí, están un poco difíciles." Nobara lo secunda, y luego, se pone de pie. "Iré a traer algo para tomar, necesito un descanso."

Le sonríe, asintiendo y la ve alejarse y perderse entre los muros del comedor.


"¿Necesitas ayuda?"

"Estoy bien."

"Itadori, no quiero que creas que-"

"No importa lo que yo crea, sino ella. Sólo ella importa ahora, ¿está bien?" Odia hacerlo, pero puede sentir sus ojos humedecerse más de lo normal. "Sólo preocúpate por Nobara."

"No puedo." Fushiguro se acerca, disminuyendo la distancia. "No si me muestras esa cara triste."

"Estoy bien..."

"No, no lo estás y quiero saber por qué. Fuiste tú quien me rechazó, ¿por qué ahora te pones celoso de que esté con ella?"

"No estoy celoso."

"Dime... yo, ¿te gusto?"

"No, no lo sé..." Y es cierto, Fushiguro ha sido su amigo desde que ambos eran niños, y también, antes de que Nobara se uniera a ellos. Y aunque al principio, lo vio sólo como eso, una amistad, conforme crecieron y sus cuerpos y rostros cambiaron, tal vez haya nacido un gusto, uno que se ha negado, o más bien, que la presencia de Suguru no le permitió darse cuenta.

"Oye." Es tarde para percatarse de la extrema cercanía del pelinegro, y del cómo puede sentir su respiración nerviosa chocando contra su rostro. "Itadori..."

"No, espera-" Los labios delgados se posan sobre los suyos, y después de un segundo, comienzan a moverse, a un ritmo lento, a uno que no está acostumbrado, pero que le permite seguir el paso.


El beso de Fushiguro es muy distinto al de Suguru, y mucho más al de Toji. Éste le da la libertad de juguetear e igualar su ritmo, y no lo abruma ni lo domina como los otros. "Lo siento." Se separa sólo una vez, para volver a disculparse y a unir sus labios, un poco más confiado y con su lengua, intentando abrirse paso entre ambos.


"Listo."

Se alejan a tiempo, antes de que Nobara y el timbre de la puerta los interrumpan.


"Y-yo iré." Tartamudea y se tambalea, poniéndose de pie, con las mejillas sonrojadas, y va hacia la puerta.

Se siente una basura, por Nobara, por Fushiguro, por todo.

Nobara no merece eso, y a pesar de que fue sólo un beso, eso también cuenta como traición, porque lo hizo consciente y sabiendo a la perfección que, si se enteraba, podía herirla.

Y por Fushiguro, porque después de todo, tal vez tiene razón. Está portándose como un tipo con el ego herido y celoso, que cree merecer el deseo de todos, o tal vez...


La puerta es abierta, y frente a él, una señora de cabello corto, lacio y negro, sonríe, y detrás de ella, un hombre que recuerda muy bien, y que está casi tan sorprendido como él, de volver a verse. No, no.

"Hola." La mujer saluda, con una sonrisa dulce.


"Hola mamá, creí que se quedarían dónde los abuelos." Fushiguro habla desde el suelo de la sala, pero ni él, ni la señora, ni Nobara pueden conseguir que su atención se desvíe del hombre que le sonríe y lo observa de pies a cabeza.

Cambia su posición, a un lado de la puerta, y los adultos ingresan.


"El abuelo y tu padre discutieron, ya los conoces."


"Hola." Toji se acerca, y parece acorralarlo contra la pared al lado de la puerta, pero al esquivarlo, puede darse cuenta que sólo se dirigía hacia el perchero a dejar su abrigo. "Yuuji, ¿no?"

Con la mirada hacia el suelo, asiente.

"Yuuji, he escuchado mucho de ti." La mujer vuelve a hablar. "Soy Asako, la mamá de Megumi y Tsumiki."

Hace una reverencia y responde. "Soy Itadori Yuuji, encantado."

Asako ríe suavemente, y luego, toca una de sus mejillas. "Eres encantador, y... Nobara, hola, linda."

Nobara se pone de pie y la saluda, terminando por acompañarla hacia el comedor.


"¿Ahora qué hiciste, viejo?"

Toji ríe por la pregunta de su hijo, pero Yuuji aún puede sentirlo, mirándolo de manera fija y penetrante. "Sabes que tu abuelo me odia, yo nunca seré lo suficientemente bueno para tu madre, según él."

"Y tiene razón."

"Cierra la boca."


"Yo debo irme." Los interrumpe, tomando desordenadamente sus cosas del piso y metiéndolas en su mochila. "Lo siento, terminaré la tarea en mi casa, ¡encantado de conocerlos!" Grita para que Nobara y la mamá de Fushiguro puedan oírlo.

"Yuuji, espera. Prepararé algo para que cenen, ¿podrías quedarte?"

Y aunque lo intenta, es difícil resistirse a un rostro como el de la mamá de su mejor amigo. "Yo no... bueno, está bien."


Asako-san es buena y gentil, tierna y maternal como imaginó que pudo haber sido su madre, y por todo eso, ahora sólo desea llorar por el daño que también le ha ocasionado.

Las náuseas aumentan, con las palabras amables de la señora, con las miradas persistentes de Fushiguro, y las sonrisas socarronas de Toji. Debería irse, correr hacia una avenida transitada y dejar que lo atropellen, pero ¿cómo?


"Espero que a todos les guste el curry." La mujer sonríe mientras coloca la olla en medio de la mesa.

"Huele delicioso." Nobara le responde, y vuelve a ser extraño verla en esa posición. "Yuuji, tú... también eres muy bueno en la cocina, ¿no es así?"

Sonríe y niega. "Sólo sé algunos platillos que aprendí por mi abuelo."

"No seas modesto."


"¿Realmente?" Asako-san toma asiento, en la silla al lado de la de Toji. "Entonces, espero que nos visites pronto, para poder probar tus recetas."

"Sí, niño, sabes que siempre serás bienvenido."

Pero, tan pronto como Toji habla, su sonrisa se borra. Hay doble sentido en cada una de sus palabras, y le resulta raro que sólo él lo note. "Gracias." Responde, sin ánimos de aceptar la invitación.


Después de una media hora, y de que la comida se termine, con uno que otro intercambio de palabras, y con respuestas cortas y cortantes a preguntas sugestivas de Toji, y a amables de Asako-san, comienza a sentir algo rozándolo por debajo de la mesa.

Cree que tal vez, alguien pudo haberlo pateado de casualidad, pero luego de que la punta del pie suba, comience a querer introducirse entre sus piernas, y que deba morder sus labios para reprimir un grito, puede darse cuenta.

Toji le sonríe, desde el lado opuesto de la mesa, con los ojos verdes fijos en los suyos, y con los labios rectos, en una expresión seria.


"Lo siento, debo ir al baño." Frena la conversación entre Asako-san y Nobara, y se pone de pie, nervioso, y casi corriendo fuera del lugar.

¿Toji-san realmente le estaba haciendo algo así frente a su esposa y a su hijo? ¿Acaso él-


"Oye."

No.

"Creí que no volvería a verte después de la manera en que huiste ayer."

"T-Toji-san."

"Me alegra saber que no me has olvidado." El hombre se acerca y lo empuja hacia dentro del baño, para después, cerrar con seguro y empotrarlo contra una de las paredes. "¿Sabes? Pensé en ti durante toda la noche."

"¿E-eh? N-no."

La rodilla del mayor se eleva y se cuela entre sus muslos. "Me he aguantado toda la cena aburrida, y ahora..." Se frota contra su entrepierna, y debe retirar una de sus manos que empujan los hombros de Toji, para cubrir sus labios. "...te juro que soy capaz de cogerte aquí mismo."

"Toji-san, yo..."

"Lo quieres, ¿verdad?" Los labios del hombre se acercan, y gira a tiempo su rostro, para que choquen contra su cuello. "Dime, haré lo que me pidas." Una succión fuerte lo hace gemir, y provoca que despierte de su trance.


¿Dejará que Toji lo folle en el baño mientras su esposa y su hijo están la sala?

¿En qué se ha convertido?


Haciendo uso de toda su fuerza física y mental, empuja el pesado cuerpo, y sale del baño, corriendo hacia la sala y recogiendo su mochila del piso. "Gracias por todo, debo irme." No escucha ni observa a ninguno, no puede hacerlo, porque llorará y pedirá disculpas, que acarrearán explicaciones, y con ello, el odio y asco que seguramente sentirán por él.

Toma el pomo de la puerta, lo gira, y por fin, puede respirar aire fresco al no tener que ver tantos rostros familiares.


Ahora, no hay un lugar al que quiera ir, o más bien, si que lo hay, pero sabe que Suguru inventará cualquier excusa para evitarlo.

Suguru.

Su rostro se transforma y las molestas lágrimas aparecen. Desea regresar en el tiempo y volver a cuando tenía catorce años, cuando Suguru lo llevó a un hotel durante la noche, después del entierro de sus padres, porque no podía regresar a su casa y ver cada rincón en el que los adultos solían estar.

Quiere callar y no haberle dicho que se recueste junto a él, porque tenía frío, y mucho peor, anhela no haber sido quien accedió a ser besado, sólo porque Suguru dijo que se veía hermoso, con los ojos hinchados y el rostro sonrojado, después de que él le había pedido que apagara la lámpara de noche porque no deseaba ser visto en ese estado.


Suguru había comenzado siendo como un padre para él, convirtiéndose luego, en su amigo, y, por último, en su amante y en la única razón que tiene para seguir con vida. Pero ¿lo vale? Él dice amarlo, dice nunca antes haber sentido algo igual por nadie, pero ¿por qué lo abandona de repente? ¿por qué así? ¿por qué cuando más lo necesita?


El estridente sonido de un claxon lo trae de vuelta a la realidad, y puede percatarse de que está en medio de la pista, con decenas de luces amarillas cegándolo, y con lágrimas humedeciendo sus mejillas. El ruido se multiplica, y unas voces desconocidas que lo gritonean, lo acompaña.

Suena estúpido incluso para él mismo, pero hubiera preferido que los carros pasen de largo, sin notarlo.


"Ven conmigo." Una mano fuerte toma su muñeca, y lo saca de en medio de la pista hacia una de las veredas cercanas. "Oye."

Sube su mirada hacia el dueño de esa voz, y frunce el ceño al darse cuenta de quien se trata.

"¿Acaso quieres ser atropellado?" Lo regaña. "Oye, ¿estás bien?"

No responde ni niega, pero las lágrimas acumulándose en sus ojos, son más que suficiente.

"Está bien, Yuuji." Sus brazos fuertes lo rodean, y por primera vez en mucho tiempo, se siente seguro. "Te llevaré a casa."


Sin algún tipo de ayuda, Satoru lo carga y lo recuesta sobre el asiento delantero de su auto, para luego, ocupar el del copiloto.

"Descansa, te despertaré cuando lleguemos."

"No." Susurra, sin atreverse a mirarlo. "No quiero ir a mi casa, yo... no puedo, por favor, sólo déjeme en algún parque."

"No puedo dejarte así."

"Entonces déjeme aquí, ¿por qué me ayudó en primer lugar?"

"Te llevaré a mi departamento, ¿está bien?" Satoru se gira hacia los asientos traseros para sacar una manta afranelada y cubrir parte de su cuerpo con ella. "Te recuperarás, y luego te llevaré a tu casa. Ahora descansa un poco."

Más por sí mismo que por las palabras de su 'salvador', obedece y se deja caer sobre el asiento, apretando sus dientes posteriores cuando las molestas lágrimas desean volver a ser expulsadas por sus cansados e hinchados ojos. Está harto de llorar y dar lástima, suplicando por un amor que cree merecer, pero que, al parecer, no es así.

No tarda en quedarse dormido, y aunque su intento de mantenerse despierto fue mínimo, hubiera preferido estar lúcido al momento en el que deba entrar en la vivienda de un desconocido.


-


"Yuuji."

Con los ojos adormilados, se despierta abruptamente en el departamento del albino; amplio, minimalista y elegante, bastante parecido a su dueño. "Lo siento, de nuevo." Y tal vez, ese hombre sea el único que realmente merece aquellas disculpas.

"¿Por qué?"

"Porque... es la segunda vez que me rescata." Ríe con suavidad, en un intento de aligerar el ambiente.

"¿Puedo saber por qué estabas así?"

Debería empezar a formular una nueva mentira, pero es difícil con aquellos dos penetrantes ojos mirándolo fijamente. "Tuve una discusión con un amigo, eso es todo."

"Ya veo."


Satoru se pone de pie y va hacia un mueble de roble en una esquina de la sala, para sacar de uno de los cajones, una botella de whisky y servir un poco de contenido en un vaso.

Licor, tal vez no sea un buen momento, pero ¿qué más podría pasarle?


"Gra-" No termina su palabra cuando el vaso, que se acercaba rápidamente hacia él, es llevado hacia los labios de Satoru. "Creí que..."

"Oh, lo siento." La sonrisa juguetona vuelve, pero esta vez, Satoru no se dirige hacia el mismo lugar, sino que va hacia la cocina y saca un jugo embotellado del refrigerador. "Aquí tienes."

Lo acepta a regañadientes, porque realmente hubiera preferido el licor. "Gracias."

"Espero que no creyeras que te daría alcohol, no después de ver cómo te pusiste por una pequeña cantidad."

Y vergonzosamente, baja la mirada hacia el suelo, sonrojado porque las dos veces en las que ha visto a ese tipo, ha estado en un pésimo estado físico y mental.


"Creo que... es momento de confesarte algo, Yuuji."

"¿Uh?" Bebe un sorbo del jugo de durazno y su estómago se lo agradece.

"Nosotros tenemos un conocido en común."

"Oh, no lo creo, yo..."

"Conoces a Suguru Geto, ¿verdad?"

¿Suguru?

"Sé que lo conoces, porque él me ha contado mucho sobre ti."

¿Suguru ha hablado sobre él?

"¿Sabes? Realmente quería conocerte." El contenido del licor se vacía en los labios del albino, pero su rostro no cambia su expresión. "Porque él me ha dicho sólo maravillas."

"¿Qué?"

"Así es Yuuji, creí que lo sabrías. Ese tipo realmente se había enamorado de ti."

No, eso no... no puede ser cierto.

"Yo... lamento que hayan tenido que terminar."

Y si bien Suguru ha insistido en hacerlo; la última vez que se vieron no podría asegurárselo.

"Pensé que se divorciaría de su esposa, pero con lo del embarazo... iba a ser muy difícil."

¿Qué?

"Tal vez te parezca extraño, pero quería asegurarme de que estuvieras bien. Y por lo visto, no lo estás."

Es por eso que Suguru insistió tanto en dejarlo, es por eso que trató desde hace mucho, de terminar su relación.

"Yuuji..."

"Tengo que irme." Retira la manta que cubre su cuerpo, y toma su mochila del sofá contrario. "Lo siento, Gojo-san, mi abuelo me espera."

"Estás pálido, dame un minuto, déjame llevarte."

"N-no..."

"Por favor."

Y a pesar de que está cansado de obedecer sumisamente a un tono de voz varonil y grueso, vuelve a hacerlo, y espera paciente mientras el albino se coloca su chaqueta y toma su celular y llaves, de la isla de la cocina.


No sabe si está -o no- bien, pero se siente mucho peor. Hay feos adjetivos apareciendo en cada rincón de su cerebro, degradándolo y humillándolo, haciéndolo sentir como la peor basura existente.

Pero ¿acaso era su culpa? ¿Incluso si él no lo había empezado? ¿Si no tenía idea de la razón por la que Suguru quería dejarlo? Y aún peor, ¿si a pesar de saber todo ello, las ganas de correr hacia él no habían disminuido en nada?

"Ya llegamos, Yuuji. ¿Estás seguro que-"

"Gracias, Gojo-san." Sin voltear a verlo, baja del vehículo y corre los pocos pasos que quedan hacia su hogar.


Ya no importa si su abuelo lo ve en ese estado, ya no importa nada, porque duda que pueda seguir fingiendo una fortaleza que no tiene.

Pero como un golpe de suerte, el anciano está en su habitación.

Sin hacer algo de ruido, ingresa a la suya y cierra con seguro, acurrucándose en el edredón de su cama, y desfogando por fin, toda la tristeza que ha venido recogiendo desde hace semanas.


Suguru lo amaba, de eso podía estar seguro.

Después de todo, no había sido su culpa, él no había hecho nada malo, no había hecho nada que merezca el abandono, el maltrato y el rechazo que estaba recibiendo. O tal vez...

Nunca quiso involucrarse con Toji Fushiguro, no quiso ser tocado por él, realmente no quiso, sólo se dejó porque el pensamiento de Suguru diciéndole que no quería verlo, le dio tanto coraje que quiso traicionarlo, y Toji fue el hombre perfecto para hacerlo.

Tampoco deseó herir los sentimientos de Megumi, aún si sentía -o no- algo por él, no esperaba tener una relación, ya que su amor por Suguru era tan grande que no necesitaba a alguien más; sin embargo, los celos que sintió, tampoco pudo evitar sentirlos.


¿Acaso es su culpa y no quiere darse cuenta?

Pero ¿por qué lo sería?

Sus ojos han empezado a doler, y ahora apenas y puede respirar por la nariz, por la forma tan intensa en la que se encuentra llorando.


La posibilidad de volver con Suguru era nula y debía seguir siéndolo. Pero pensar en ello le daba náuseas y ansiedad.

¿Por qué tuvo que enamorarse de esa forma?


-


"¿Yuuji? ¿Estás ahí?"

No, ahora no. "Abuelo, ahora salgo."

"Bien."


Aún hay mucho tiempo para alistarse para el colegio, y no es porque se haya despertado temprano, sino más bien, porque a pesar de todo lo que lloró, no pudo conciliar el sueño durante todo la madrugada.

Realiza la misma rutina de ayer, pero hace uso de su tiempo extra para limpiar algunas manchas de su camisa blanca.


El hecho de que tendrá que volver a ver a Fushiguro y a Nobara, no lo anima. No quiere verlos, sobre todo a Nobara, ella es una buena amiga y no merece a un tipo como él, como amigo.

Después de terminar de alistarse, y con la tarea de química realizada, sale de su habitación hacia la cocina. Sabe que esta vez será difícil escapar del abuelo, y la verdad, ni siquiera va a intentarlo.

"Hola, abuelo, buenos días."

"Siéntate a comer, hice el desayuno."

"Claro, gracias."

Y al igual que ayer, hay dos platos de avena y frutas sobre la mesa.


"Yuuji."

Aunque ha sentido su mirada fija, se ha negado a devolvérsela. "¿Sí?"

"Yo... estoy preocupado por ti."

Deja caer la cuchara sobre el plato y baja la mirada.

"Lamento ser un viejo cascarrabias, pero quiero que sepas que puedes contarme cualquier cosa."

Rápidamente, se forma un nudo en su garganta. Es raro escucharlo expresarse con tanta franqueza, pero nunca ha dudado de ello. Sabe que Wasuke lo quiere, y no porque sean una familia, sino porque se lo ha demostrado con demasiadas acciones y palabras.

"Si alguien te ha hecho daño, puedes decírmelo y buscaremos la forma de solucionarlo. Yo-"

"Gracias por la comida, abuelo, debo irme."


No, jamás podría decírselo.

Wasuke no merece una carga adicional en su vida. No una tan tonta, que consiga preocuparlo al saber que su nieto adolescente tiene una extraña fijación hacia hombres mayores, que sólo terminan lastimándolo.


El bus no demora en pasar, aunque hubiera preferido que tardara para que así, no pudiera llegar a tiempo al colegio.

Baja en la parada, y se adentra al lugar concurrido.


Nanami Kento es el único en el salón de clases, y es gracioso que esta sea la primera vez que se da cuenta.

"Buenos días, Nanami-sensei."

El hombre se gira, frunciendo el ceño, sorprendido -tal vez- por verlo llegar tan temprano. "Itadori-kun, adelante, toma asiento."

"Gracias."


Después de meditarlo por un par de segundos, decide elegir un asiento en la primera fila, alejado de los dos adolescentes con los que se ha sentado desde el inicio de año.

Y tan pronto como se sienta, y deja sus útiles sobre la carpeta, puede sentir las ojeadas rápidas de Nanami.

Es vergonzoso estar a solas con un profesor, y mucho peor, con uno con el que rara vez cruza palabras. Nanami-sensei no es malo, al contrario, es bastante condescendiente con él, al tratarse de alguien que, a duras penas, aprueba los exámenes y entrega las tareas.


"Itadori."

Rápidamente, sube la mirada y observa el rostro pacífico del hombre, con los labios fruncidos y unas pequeñas ojeras bajo sus ojos. "¿Sí?"

"Necesito que te quedes por un momento después de clases." Y después de un carraspeo, continúa. "Tus calificaciones han bajado mucho, y como no deseo que repitas el año, y supongo que tú tampoco, he decidido darte una lista de tareas para que subas tu promedio."

"¿Eh? C-claro."

"Debes comprometerte con esto, ¿de acuerdo?"

Tal vez es sólo su mente podrida, pero ¿por qué de repente su profesor se muestra tan interesado en su futuro?

"¿Itadori-kun?"

"S-sí, está bien."


Las miradas de reojo disminuyen conforme el aula se llena, con varios rostros conocidos, pero que deja pasar, fijando el suyo sobre sus escasos apuntes.

Fushiguro y Nobara no tardan en aparecer, y la última toca sus hombros, incitando a que los acompañe hacia el final, pero se rehúsa, negando y disculpándose.


Mentiría si afirmara que no está pensando sobre las últimas palabras de Nanami-sensei. Aún si éste quisiera ayudarlo a pasar de año, la 'lista de tareas' debe ser lo suficientemente complicada y difícil como para conseguirlo, entonces...


"Yuuji, ¿vamos?" Nobara se posiciona a su costado, y Fushiguro detrás de ella, cargando dos mochilas sobre su hombro.

"Eh, me quedaré un rato, tengo que terminar de copiar lo de la pizarra."

"Bueno, estaremos esperándote en el lugar de siempre."

"Sí, gracias." Con una sonrisa apenada, asiente.

Ni siquiera ha mirado a Fushiguro, porque no quiere hacerlo y porque no sacaría nada bueno si lo hace. Y con Nobara, no hay algo más que pueda hacer, sólo alejarse para evitar herirla al interferir en su relación.


"Nanami-sensei." Incorporándose, jala la carpeta hacia un poco más cerca del escritorio del rubio. "Ya todos se han ido, ¿cuáles son esas tareas?"

Las orbes verdes dan una barrida a todo el salón, y luego, se fijan en las suyas. "Bien. No son tareas en realidad, sino ensayos, de cada uno de los cursos en los que no tienes una nota aprobatoria."

Maldita sea. "Oh, ¿y cuántos cursos son?"

"Cuatro cursos."

"Ya veo, entonces, ¿eso será todo? ¿Haré los ensayos y aprobaré los cursos automáticamente?"

"Así es. Pero no será tan sencillo." El folder oscuro sobre el escritorio, deja entrever varias hojas engrapadas. "Aquí tienes los temas, la cantidad de hojas y el número de palabras que necesito para cada uno. Si tienes alguna consulta, no dudes en decirme y la resolveré."

"Claro, gracias. Haré mi mejor esfuerzo, Nanami-sensei."

"Eso espero, ahora ve a tu siguiente clase."

"Eso haré, hasta luego y gracias."

Pero antes de que termine de guardar sus cosas, el hombre se pone de pie y se para justo al borde de su escritorio. "Espera, Itadori, también quería hablar contigo sobre otra cosa."

"¿Sobre qué?"

"¿Qué sucede? ¿Por qué tus notas han bajado tanto?"

Si bien nunca ha sido un alumno extraordinario, sus notas siempre eran aprobatorias; sin embargo, desde el primer momento en el que Suguru dijo algo sobre querer terminar su relación, sus pensamientos sólo se enfocaron en ello.

"No quiero que pienses que me entrometo en tu vida, pero me preocupa que sea un asunto tan fuerte que te impida concentrarte en tus estudios."

¿Lo es? ¿La necesidad de ser amado por ese hombre es más importante que su futuro? Claro que sí.

"¿Estás bien de salud? ¿Acaso ha ocurrido algo en tu familia? Puedo hablar con tu apoderado si lo deseas, yo-"

"No, no, yo... estoy bien." Si el abuelo se entera de la baja en sus notas, ahora sí será realmente un problema. "Creo que... no estoy del todo bien, pero... no lo sé."

Un suspiro sale de los labios de Nanami. "¿Cuál es tu siguiente clase?"

"¿Eh? Es educación física."

"¿Quieres faltar por un día? Asumiré la responsabilidad."

No hay algún gesto sugestivo ni una palabra fuera de lugar, pero aún así, no puede dejar de pensar que detrás de ello, hay una intención oculta. "Está bien."

"Toma tus cosas, te llevaré a tu casa."

Y sin objetar, obedece sumisamente.


El camino que toman fuera del colegio, es distinto al que usan los alumnos para salir. Deben bajar hasta el sótano para encontrar el auto del rubio, y salir por una rampa hacia la avenida.

El aroma dentro del vehículo es extrañamente placentero y relajante, una fragancia a limón y jazmín que adormece.

"¿Siguen viviendo en el mismo departamento?"

"Así es." Aquella pregunta no es una sorpresa, ya que su abuelo y Nanami han sido conocidos desde hace varios años.

"¿Has comido? Puedo pasar a comprarte algo, y luego llevarte a tu casa."

"Claro, está bien."


Se detienen frente a una pastelería, y el hombre baja primero. "¿Quieres venir?"

"Prefiero esperar aquí, sensei."


El adulto tarda aproximadamente unos quince minutos en regresar, y durante ese tiempo, piensa mucho en bajar del vehículo y huir. Siendo sincero consigo mismo, no desea volver a estar a solas con algún hombre, no importa si es el tipo más amable y agradable del mundo, sólo no; pero lo más probable, es que arruine la única opción que tiene para aprobar todos los cursos del colegio.


"Aquí tienes." Un pastelillo de arándanos, y una leche chocolatada, bastante caliente para su gusto, es puesta entre sus manos.

"Gracias."


Después de algunos sorbos a su bebida y varias mordidas a su pastel, se estacionan a unas cuadras de su casa, en un callejón poco transitado.

"Itadori-kun."

No, por favor.

"En este momento, quiero que olvides que soy tu profesor..." El nudo en la corbata del adulto es deshecho por sus hábiles dedos. "Y también-"

Pero contrario a lo que debería hacer, sólo una sonrisa burlona sale de sus labios temblorosos. "Claro, ahora lo entiendo."

"¿Eh?"

"No tenía que esforzarse tanto, Nanami-sensei."

"¿A qué te refieres?"

Limpia sus labios de alguna migaja, y deja los envoltorios sobre el tapizón del auto. "¿Preocuparse por mi futuro? Bueno, aunque no es la primera vez que escucho algo parecido, me sorprendió oírlo de usted."

"¿De qué hablas, Itadori-kun?"

"Ya, por favor, si quería a alguien que lo ayudara con... esa clase de cosas, sólo tenía que decirlo." Sin pensarlo dos veces, guía su mano izquierda hacia el bulto en la entrepierna del hombre. "Soy bueno en esto." Consigue abrir la bragueta y baja lentamente el cierre, siendo detenido por la mano ancha del mayor.

"¿Qué crees que estás haciendo?"

"Dándole lo que quiere. ¿Por qué otra cosa me traería hasta aquí?"

"Itado- Yuuji, yo no soy ciego, puedo darme cuenta del drástico cambio en tu comportamiento, y aunque te parezca extraño, realmente me importas. No sólo porque eres el nieto de Wasuke, sino porque eres un niño que no puede vagar sólo por allí."

"Eso no es verdad." No quiere llorar, no nuevamente.

"Yo sé que tu abuelo no está en la capacidad de cuidarte como lo haría uno de tus padres, y es por eso que pensé que yo, un adulto, podría hacerlo. Itadori-kun, ¿qué está pasando?"


Su mano ya está muy lejos del cuerpo del hombre, y la tristeza y decepción han sido reemplazadas por vergüenza y aturdimiento.

¿Nanami era bueno? ¿Realmente alguien quería ayudarlo?


"Si alguien te ha hecho algo malo, puedes decírmelo, te prometo que-"

"Tengo que irme." Abre la puerta y baja apresuradamente del vehículo, corriendo lo restante hacia su hogar.


"¡Itadori, por favor, espera!" Los gritos se escuchan lejanos, pero aún así, cubre sus oídos para evitar aquella voz.


Un hombre más a la lista de tipos que no podrá volver a ver a la cara, pero esta vez, habrá sido sólo su culpa. Quizá Nanami era bueno, quizás en serio quería ayudarlo, y como siempre, tuvo que arruinarlo.


No debería entrar a su casa, en realidad, ni siquiera debería estar allí, sino en el colegio, pero ¿a dónde más podría ir?

Ingresa al lugar y se prepara para el discurso largo del abuelo.


"¿Yuuji? ¿No deberías estar en el colegio?" El anciano le habla, desde el sofá de la sala, con un libro entre sus manos.

"Eh... sí, es sólo que me sentía un poco mal y el profesor dejó que regrese a casa. Lo siento mucho, abuelo, prometo que me pondré al día."

"Está bien, Yuuji, no te preocupes. Pero dime, ¿te duele algo? Si es así, vamos al hospital ahora mismo."

"No, no, no, no te preocupes, sólo necesito dormir un poco."

Wasuke no parece convencido, pero termina accediendo. "Si te sientes mal, dímelo, ¿está bien?"

"Sí, abuelo, lo prometo."


No cruzan alguna palabra más, y el hombre lo deja irse. Y aunque resulte extraño, le viene de maravilla ahora mismo, no porque quiera faltar más al colegio, sino porque realmente necesita descansar. Con las malas y 'buenas' noticias, y los llantos y vergüenzas que ha tenido que soportar, no ha habido un momento en estos días, en el que pueda descansar tranquilo.

Sin prisa, retira el uniforme de su cuerpo, pieza a pieza, y notando que los hematomas dejados por los dedos de Toji, han disminuido el tono morado, y ya no duelen como ayer.


Su cama se siente como un refugio seguro, en dónde apenas se recuesta, se deja caer en un sueño profundo. Sin Suguru, ni Fushiguro, ni Toji, ni nadie.


-


Tal vez no sea mucho tiempo el que descansó, pues la claridad aún se deja ver a través de las cortinas delgadas; sin embargo, y por alguna razón desconocida, su cabeza y cuerpo ya no se sienten como una carga.

Se incorpora, sentándose sobre las sábanas tibias y recargando su cabeza sobre sus rodillas, meditando también, sobre los últimos acontecimientos, siendo distraído por la vibración de su celular.


From: Unknown.

Hola ;)

Received at 04:00 p.m.


No recuerda haber dado su número a nadie en las últimas semanas, por lo que es raro que alguien extraño le envíe algún mensaje.


To: Unknown.

¿Quién es?

Sent at 04:02 p.m.


Y aunque tal vez, habría sido mejor no responder, no desea quedarse con la duda.


From: Unknown.

Oh, lo siento, olvidé decirte que guardé tu número cuando te quedaste dormido en mi auto.

Soy Satoru Gojo.

Received at 04:03 p.m.


¿Gojo-san?


To: Unknown.

Gojo-san, lo siento, ahora lo agrego.

Sent at 04:06 p.m.


Aunque finja sorpresa, no la siente; después de todo, y con el comportamiento atrevido del hombre, fue fácil suponer que pudo haber hecho algo como eso.


From: Gojo-san.

Quería invitarte a cenar, Yuuji. ¿Qué dices? ;)

Paso por ti a las 6 p.m.

Received at 04:07 p.m.


No está de ánimos para salir ni socializar con alguien, pero sería descortés rechazar su invitación después de la forma tan atenta en la que se ha portado.

Ya arruinó su relación con Nanami, y no desea hacerlo con otra persona más.


To: Unknown.

Mmm, de acuerdo. Lo espero en el lugar donde me dejó la última vez.

Sent at 04:12 p.m.


From: Gojo-san.

Entonces ahí te espero ;)

Received at 04:13 p.m.


¿Qué debería usar?

Las únicas dos veces en las que vio a Satoru Gojo, lucía impecablemente vestido con ropas elegantes y poco casuales, y con toda certeza, Yuuji no tenía algo como eso en su armario.

Al final, se decide por unos jeans negros, y una camiseta blanca, quizás la única que tiene de su talla, y no de dos tallas más como suele usar. Ata los cordones de sus zapatillas blancas, y observa la hora en su celular; 05:45 p.m.

En lo que pide permiso a su abuelo y camina hacia 'el lugar' donde se encontrará con Satoru Gojo, ya será la hora en la que ambos deban encontrarse, por lo que, arrastrando consigo las pocas energía que quedan en su cuerpo, sale de su habitación.


Wasuke está en el comedor, con una taza de té entre sus manos, y la mirada desenfocada en algún punto de la sala.

Probablemente, pensando en qué está ocurriendo con su nieto, pero, aunque no quiera darle más preocupaciones, no puede contarle sobre lo que le ocurre, ni mucho menos dejar que se entere por Nanami-sensei.

"Abuelo... iré con unos amigos al cine, ¿está bien?" Carraspea, acomodando su chaqueta jean sobre sus hombros. "Quizás demore un poco, no tienes que esperarme despierto, cuídate, te quiero."

"Está bien, Yuuji, cuídate."

Lo siento mucho, nunca quise que tú...

"Y no olvides que aquí estaré por si deseas hablar." Antes de terminar su frase, el abuelo se pone de pie y se gira, evitando su mirada y yendo hacia su habitación.

"Claro, adiós."


La culpa molesta persiste y hace doler su estómago. Darle preocupaciones a su abuelo es lo último que quiso hacer; sin embargo, es lo que está haciendo desde hace varios días.


"¡Hey, Yuuji!" Satoru lo saluda, apoyado sobre la parte lateral de su auto. "Que puntual, eh."

Sonríe y se acerca, contagiándose un poco del buen humor del hombre. "Gojo-san, es bueno volver a verlo."

"Me alegra mucho oírte decir eso, pero... por favor, no quiero volverte a escuchar llamándome por mi apellido." Con uno de sus brazos largos, abre la puerta y extiende su mano, indicándole que se suba. "Puedes llamarme Satoru, ¿está bien?"

"De acuerdo." Satoru. "¿A dónde iremos, Go- Satoru-san?"

"Es una sorpresa, aunque... tal vez Suguru ya te ha llevado antes." Satoru aprieta los párpados y el volante entre sus manos, arrepentido por haber dicho aquello. "Lo siento, Yuuji."

Pero a pesar de que la sola mención del pelinegro, haga que el pecho se le oprima y los recuerdos vuelvan, no puede culparlo, después de todo, tal vez tiene razón. "Descuide, estoy bien."

"Bueno, aún así no puedo decírtelo porque es una sorpresa."

"¿Eh? Pero-"

"No, aunque Yuuji suplique, no se lo diré."


El comportamiento infantil del albino provoca que su ánimo mejore mucho más, Satoru-san es un hombre atractivo tanto por fuera como por dentro, con las palabras y expresiones exactas para mejorar el humor de cualquier persona.


Tardan alrededor de treinta minutos en dar con un restaurante situado en el centro de la ciudad, y el cual aún no conocía.

"Satoru-san, yo... no estoy vestido adecuadamente para un sitio como este, creo que-"

"Oh, no te preocupes, Yuuji, espera un minuto." Con movimientos hábiles, Satoru se retira el abrigo y lo coloca sobre sus hombros. "Te queda un poco grande, pero se te ve bastante bien."

"Pero usted..."

"Yo estoy bien, no debes preocuparte, a menos que quieras que te preste mi camisa." Dirige dos dedos hacia el primer botón, en un ademán de desabrocharlo.

"No, no, con esto será suficiente, se lo agradezco."

La sonrisa coqueta vuelve a aparecer, y después de un suspiro, que no pasa desapercibido, ambos bajan del auto y se dirigen hacia la entrada, donde sólo con ver el rostro de Satoru, el hostess sonríe y los guía hacia adentro.


"¿Sabes, Yuuji? Aquí sirven la mejor carne que probarás alguna vez, estoy seguro que te encantará. Además, el manju que sirven aquí es el mejor de todo Japón."

Ríe por la emoción creciente en el rostro del hombre. "Estoy seguro de eso, Satoru-san."


"Esta es su mesa, que disfruten su estadía."


"Satoru."

¿Qué?

"Kumiko, Suguru, es bueno volver a vernos."

¿Suguru?

"Déjenme presentarles a mi acompañante, Itadori Yuuji."

Lentamente, desliza su mirada por la mesa, hacia el hombre parado que lo observa con asombro, como si hubiera visto a un fantasma. "Itadori, es un gusto." La mujer a su lado, es la primera en hacer un pequeña reverencia. "Él es mi esposo, Geto Suguru."

Suguru.

Vestido con una camisa blanca, que recuerda haber usado luego de haber hecho el amor, y con el traje azul oscuro, que adoraba verle puesto, pues resalta el porte fuerte y varonil, que siempre lo intimidó y lo hizo derretirse al verlo. Y con el cabello negro y lacio, atado en un moño, con un pequeño mechón suelto del lado izquierdo.


Ninguno de los dos puede esbozar una palabra. Yuuji por su parte, está siendo sostenido por uno de los brazos de Satoru alrededor de su cintura, de lo contrario, fácilmente se dejaría caer sobre la alfombra del restaurante, o aún mejor, huiría corriendo de allí. Y Suguru, bueno, es fácil deducir la razón.

"¿Acaso es algún apoderado tuyo, Satoru?" La pareja toma asiento, pero Suguru no deja de observarlo, tal vez con mucha más intensidad que antes.

"Algo como eso." Con ayuda de sus manos fuertes, el albino lo ayuda a sentarse sobre la silla frente a la mujer. "Y ustedes, ¿cómo han estado? Supongo que felices y emocionados por la llegada de su bebé."


Mientras más palabras intercambian los dos, el volumen de sus voces y de la música clásica del restaurante, disminuye.

No hay nada que pueda aportar, o más bien, que quiera, a la conversación, no si el tipo que ama, pero que se ha negado a volver a tocarlo, o si quiera hablarle, está frente suyo, observándolo como si no pudiera creer que estén compartiendo un mismo sitio.

"Dime, Yuuji, ¿qué edad tienes?"

Tal vez lo mejor sería irse, ponerse de pie y correr hasta que sus energía se agoten, pero sinceramente, está cansado de huir. Ya no hay nada peor que pueda ocurrirle, acaba de conocer a la mujer que tanto él como Suguru han estado engañando, y el asco y odio por sí mismo, sólo va en aumento.

"¿Yuuji?"

"Yuuji, Kumiko está hablándote."

"¿Eh? Lo siento, estaba..."

"Descuida, cariño, ¿estás bien? Luces un poco pálido." ¿Cariño? "¿Qué es lo que le has hecho a este pequeño, Satoru?"

"Yo... estoy bien." Sonríe, aunque con toda certeza, ni siquiera está consciente de sus expresiones.

"Preguntaba por tu edad, luces bastante joven, ¿estás en la universidad?"

"Eh, no, estoy en primer año de secundaria."

"Oh, eres un niño." Su rostro es dulce, combinando a la perfección con el tono de su voz; y su cabello es castaño y ondeado, resaltando el dorado de su piel, y el marrón de sus ojos. "Entonces, ¿cómo se conocieron ustedes dos?" Señala hacia Satoru, y luego hacia él.


Sin querer hacerlo en realidad, y por una milésima de segundo, sus ojos van hacia Suguru. Si bien aún continúa con su inspección, la expresión en su rostro ha cambiado. Sus ojos oscuros se han suavizado, y sus labios permanecen en una línea recta, sin algún indicio de querer unirse a la conversación.

En alguna parte de su mente, se imagina yendo hacia él y abrazándolo, porque quizás sea eso lo que necesita para recuperarse de todo el dolor, que no deja de aumentar. Y, sobre todo, porque siempre ha sido así, porque cuando se sentía decaído o triste por cualquier motivo, era Suguru el que extendía sus brazos hacia él y lo abrazaba como si fuera su mundo entero, como si sólo existieran ellos dos, y como si fuera lo más importante en su vida.


"Es una larga historia, Kumiko, tal vez podríamos dejarla para otra ocasión." Gojo se une, y consigue que su atención se desvíe del pelinegro hacia él. "¿O quieres contarla ahora, Yuuji?"

"Creo que... podría ser en otro momento."


Tanto la comida en su plato como en el de Suguru, permanecen iguales desde que fueron puestas sobre la mesa. Con una apariencia realmente deliciosa, pero que después de sólo verlo, simplemente no pudo ingerir bocado.


"Y díganme, ¿ya saben que nombre le pondrán al bebé?"

"Bueno, Suguru y yo hemos estado debatiendo entre algunos nombres, sobre todo ahora que sabemos que será un niño, pero aún ninguno termina de convencerme."

"Un niño, que maravilla, estoy muy feliz por ustedes." La mirada de Satoru va hacia Suguru, y una sonrisa se dibuja en su rostro. "Y dime, Suguru, ¿acaso tú ya tienes un nombre en mente?"

El cubierto en sus dedos es puesto sobre la mesa, y aunque forzado y sin ánimos, Suguru niega. "No, no lo tengo."

"Oh, bueno, creí que estarías muy emocionado ahora que conoces el sexo del bebé."

"Niño o niña, estaba bien para mí."

"Ya veo, lo importante es que tu familia crecerá y... habrá una persona más que dependa de ti, por lo que debes enfocarte de lleno en ello, ¿no es así?"

"Así es."


Kumiko frunce el ceño, desentendida, pero conservando su sonrisa suave sobre su rostro. "¿Qué dices, Satoru? Suguru siempre se preocupa por mí y por mi salud, estoy segura de que el bebé que estoy esperando sólo nos unirá mucho más."

"Concuerdo contigo, Kumiko. Oh, y espero que me estén considerando como candidato para ser el padrino, ¿eh?"

No más, ya no más.

"¿Qué dices Yuuji? Tal vez tú y yo podamos ser los padrinos del bebé."

"Eso sería encantador, pero ¿no es Yuuji aún un niño cómo para ser padrino de un bebé?"

"Nah, yo creo que sería perfecto, ¿no lo crees, Suguru?" Por unos momentos, la sonrisa amigable y coqueta de Satoru, parece deformarse en una maliciosa. "Déjame decirte que Yuuji es un niño muy atento y responsable, te aseguro que sería perfecto para ser quien cuide del pequeño retoño."

"Si es así, y si está bien por parte de Yuuji, entonces creo que estaría bien."

"Así se habla, sólo haría falta que se conozcan un poco más, ¿qué opinas, Yuuji? Sería bueno que te familiarices con Suguru, ya sabes que el padrino y el padre deben tener una relación cercana."


"Disculpen." Con la voz casi rota, se pone de pie y se apoya sobre la mesa. "Debo ir al baño, ahora regreso."

"Está bien, aquí te esperaremos."

"Ve con cuidado, cariño, este lugar es tan grande que puedes perderte."

Sonríe por última vez, y camina lejos de Satoru, Kumiko y, sobre todo, Suguru.


La cena se está volviendo un desastre, y es extraño que sólo él lo note.

Con ayuda de las indicaciones de uno de los mozos, consigue llegar al baño, y salir del asfixiante clima de afuera. No sabe cuanto tiempo más resistirá compartir un mismo sitio con Suguru, sin llorar, gritar, o correr hacia él, y...

"Yuuji..."

Puede sentir como la velocidad del bombeo de su corazón se acelera, y hace doler su pecho. Suguru está aquí, ha venido para verlo, para hablar con él, pero ¿por qué?

Lentamente se gira, pero no levanta la mirada, manteniéndola sobre la cerámica de aspecto lujoso sobre el piso. "Oye." No, no su tacto. Los dedos gruesos toman su mentón y alzan su rostro. "Yuuji."

Sus ojos se humedecen con demasiada rapidez, y su labio inferior comienza a temblar, obligándolo a morderlo fuertemente.

"Lo lamento tanto."

No, no hables.

"No quería, yo no... no tenía que suceder así." La otra mano de Suguru va hacia su otra mejilla y acuna su rostro, con la docilidad exclusiva de él. "Perdóname, por favor."

"Espera, n-no..." Y antes de que pueda detenerlo, el cuerpo grande lo empuja hacia uno de los cubículos, y une sus labios en un beso suave.

"Te amo, te amo."

Cállate, no digas más.

"Lo siento, ¿sí? Lo siento mucho." Sus manos se mueven por sí solas, hacia la espalda ancha del pelinegro, y por fin, obtiene el abrazo reconfortante que estaba buscando.


Entre lágrimas, una pequeña sonrisa melancólica aparece en su rostro. Está abrazando a Suguru, o más bien, está siendo abrazado por él, y aunque quizás sea la última vez, la sensación no deja de sentirse como estar en el cielo.


"Yo, te amo, Yuuji. Yo siempre te he amado y siempre lo haré. Es sólo que no podía seguir lastimándote."

Los ojos oscuros brillan, por las lágrimas acumuladas en ellos, y algo dentro de su cuerpo, le suplica que le diga lo mismo, que le grite que él también lo ama, y que es su razón más grande para seguir viviendo, para que le diga que no ha sido feliz en los días en los que no ha visto su rostro, y que muy probablemente, jamás lo sea si no lo tiene a su lado; pero después de saber la situación en la que se encuentra, de conocer a su esposa, y saber que ambos tendrán un bebé, ¿para qué serviría todo ello?

"No- yo no quería dejarte así, no quería que terminara de esa forma, es sólo que tuve miedo de que esto se hiciera más grande, y que tú y yo... no pudiéramos sobrellevarlo."

¿Más... grande?

"Ahora me doy cuenta que he cometido un error, no puedo, no quiero estar sin ti, y... sé que tú tampoco."

"Suguru-san..."

"Me amas, ¿no es así?"

Con ambas manos temblorosas, cubre su rostro. Su aspecto debe ser terrible es este momento, porque no ha parado de llorar y quizás, su llanto sólo empeore con los segundos.

"Yuuji." Pero las manos de Suguru cubren sus manos, y lo exhiben, observando como si fuera la cosa más bonita existente en el mundo. "¿Aún me amas?"

"Sí... te amo."

Suguru vuelve a abrazarlo, a cubrirlo con su cuerpo cálido y a llenarlo con toda la energía que había perdido desde que 'terminaron', para luego, volver a besarlo, esta vez, con un poco más de pasión, dejando que su pequeña boca absorba toda su esencia. "¿Por qué... por qué estás con él? ¿Cómo conociste a Satoru? Dime que él no te ha hecho nada."

"No... Satoru-san se ha portado muy bien conmigo."

"No quiero que vuelvas a verlo, él no es una buena persona."

¿Qué? "Pero él sólo se ha preocupado por mí."

"Eso no es cierto, yo estoy preocupado por ti, Yuuji."

Tal vez sea cierto, tal vez Suguru si se ha preocupado, y aunque no lo ha demostrado, Satoru también le afirmó que éste estaba enamorado de él. "Pero ... no hiciste ni harás nada al respecto, ¿no es así?" El atractivo rostro borra su expresión esperanzadora, y la reemplaza por una seria y confundida. "Y está bien, no tienes que hacerlo, ahora, sólo debes preocuparte por tu esposa, y por tu bebé."

"Yuuji, no..." Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, le da la espalda y toma el pequeño cerrojo de la puerta. "No, Yuuji, no te vayas, espera, por favor." Y tan pronto como intenta abrirla, los brazos y el torso de Suguru se pegan a su espalda, abrazando su cuerpo como si fuera algo necesario para él, algo que no puede mantener alejado. "No te vayas, déjame estar contigo un poco más."

Hace unas horas, o unos minutos tal vez, habría sido la persona más feliz en el mundo por ese gesto, habría sentido que su vida volvía a tener sentido y que merecía vivirla, pero ahora, ya no más. "Adiós, Suguru-san." Deshace el agarre con mucha dificultad, y sale del cubículo y fuera del baño.


Sabe que Satoru y la esposa de Suguru se darán cuenta de que ha estado llorando por sus ojos hinchados y su aspecto en general, pero nada de eso importa, porque es previsible que continúe haciéndolo.


"Yuuji." La mano de Satoru se agita con sutileza, permitiéndole encontrarlos entre tantas mesas.

Por la expresión en su rostro, es casi seguro que sabe lo que ha ocurrido, después de todo, ha sido él quien lo ha planeado.


"Lo siento mucho por tardar, me sentía un poco mal."

"Descuida, cariño, está bien, pero ¿quieres que pidamos algo? Tal vez un té podría ayudarte."

Ojalá pudiera dejar de escuchar las palabras amables de los labios rojos de esa mujer. Poder decirle que estuvo a punto de destruir su familia, y de arruinar la vida futura de su bebé, porque sinceramente, no merece ninguno de los sobrenombres tiernos y de sus preocupaciones, aún cuando ni siquiera lo conoce, pero es obvio que no lo hará, ya no.


"Está bien, ya me siento mejor." Satoru se acerca a susurrar algo sobre su oído, pero el timbre de su celular lo detiene. "Lo siento."


From: Fushiguro 🐺

¿Podemos vernos?

Received at 08:45 p.m.


¿Fushiguro?

Quizás sea bueno ir con él, despejar su mente y compartir largas pláticas como antes lo hacían. Aunque después de lo sucedido con Nobara, ¿estaría bien hacerlo?

Fushiguro es una buena persona, él no se aprovechará de su fragilidad e intentará algo más o...


"Creo que es hora de irnos."

Suguru aún no regresa, y si bien tal vez sea lo mejor, hubiera querido ver su rostro una vez más.


"Sí, eso supongo, lamento que Suguru no esté aquí para despedirlos. Fue un gusto conocerte, Yuuji, espero que podamos volver a vernos."

Finge una sonrisa más, y asiente. "Igualmente, adiós."


Con la mano de Satoru sobre sus hombros, ambos salen del lugar hacia donde está estacionado el auto.

Ingresa al asiento del copiloto y espera por el albino.


Un extraño clima, que era inexistente horas atrás, se forma, uno incómodo, que no permite que ninguno de los dos hable. Lo más probable es que Satoru crea que está molesto y decepcionado por lo que acaba de hacer, pero en realidad, no siente nada de eso.

"Yuuji, lo siento..." Empieza, sin el tono juguetón que levanta su ánimo. "Sé que te lastimé, pero es algo que debía hacer. No por Suguru, sino por ti, porque en las pocas ocasiones que te encontré, pude darme cuenta de lo mucho que estabas sufriendo. Yo-"

Sin detenerse a pensarlo, gira hacia su izquierda y se impulsa sobre el asiento. Los labios de Satoru son brillantes a la vista, y por lo que puede probar ahora mismo, suaves al tacto. "Está bien." Susurra sobre ellos, después del suave y rápido beso que acaba de darle. "Gracias, Satoru-san."

Con una rápida relamida, la piel blanca de las mejillas del hombre se tiñe de rosa, y su mirada vuelve hacia el frente.

"Lo siento, yo- no quería-"

"No, descuida, no hay problema." Un poco más relajado, Satoru lo mira una vez más, con aquella expresión preocupada que ya no desea ver, y temiendo por decir su siguiente frase. "No preguntaré sobre qué hablaron, sólo quiero saber si estás bien."

Y si bien, lo que está por afirmar es una mentira, lo dirá, porque necesita que le crean y, sobre todo, creérselo. Necesita estar seguro de que estará bien sin Suguru a su lado, necesita que su cabeza entienda que ya no puede llorarle ni suplicarle por su amor, porque si lo hace, entonces se convertirá realmente en todos aquellos feos adjetivos con los que se estuvo nombrando. "Lo estoy."

"¿Quieres que te lleve a tu casa?"

No, no ahora. La invitación de Fushiguro aún ronda por su mente, y en este instante, ya está bastante lúcido para saber cómo terminará aquel encuentro: él dejándose follar por su mejor amigo, o más bien, por el novio de su mejor amiga.

No es cómo si no hubiera hecho cosas peores, pero si acepta, ¿no seguiría con esa estúpida manía de involucrarse con hombres comprometidos? Aún si Fushiguro no es mucho mayor a él, está en una relación con Nobara, y por dónde se mire, estaría traicionándola. "¿Yuuji?"

"No... no quiero ir a casa."

"Entonces... ¿estaría bien si te llevo a la mía?"

Con una leve ojeada, basta para notar la similitud entre los otros dos tipos y Satoru Gojo. Atractivo, con la edad suficiente para ser su padre, pero con la diferencia de que no le hará daño a nadie si se involucran, o por lo menos, a nadie más que a sí mismo. "Sí, eso me gustaría."


Satoru pone el auto en marcha, y durante el camino, aprovecha para recordar las últimas palabras que le dijo Suguru.

Sus labios tiemblan al rememorarlo, y sus ojos brillantes y enrojecidos, duelen, pero ninguna de las molestas lágrimas sale de ellos. Quizá ya fue suficiente o quizás, ya no puede llorar más.

Suguru me amó, y aún lo sigue haciendo.

¿Qué hubiera sucedido de haber accedido a quedarse con él? ¿Acaso habría abandonado a su esposa embarazada, o habría continuado manteniendo su relación oculta como hasta ahora?

No, no. Si continúa con ello, sabe que, en algún momento de debilidad, le hablará, llorará y rogará de rodillas porque vuelva a mirarlo, a tocarlo y a darle el amor del que ha dependido toda su vida.


"Llegamos, Yuuji."

Se incorpora, y asiente, mirando al adulto con una pequeña sonrisa.


Suben hasta el último piso, y la puerta se abre con la tarjeta dorada entre las manos grandes.

"Adelante, toma asiento, prepararé algo para que tomes."


Aún se siente mareado por el inesperado encuentro, y, sobre todo, por la triste despedida, pero hay algo adicional, como un adormecimiento que ahora mismo, hace que no pueda sentir más que un vacío adentro suyo, uno que será difícil de llenar.

Es difícil esbozar una expresión en concreto, ya que tanto la felicidad como la tristeza no están presentes, dejando a cambio, una mezcla de ambas, una nostalgia pacífica. 


"Creo que no te hará mal beber un poco."

Un copa llena hasta la mitad, con líquido color cereza es puesta sobre sus manos. "Gracias."

"Entonces, Yuuji... ¿quieres hablar?"

Tal vez. "Estoy bien. Pero hay algo que quiero preguntarle."

"Adelante."


Satoru se sienta sobre el sofá más amplio, con las piernas abiertas y la cabeza apoyada sobre el respaldar. Desde ese ángulo, es mucho más fácil observarlo a detalle y darse cuenta de lo extremadamente atractivo que es. Su camisa celeste, remangada por la parte de los brazos, aprieta sus músculos y varias venas saltan a la vista, y los botones entreabiertos en la parte superior, exponen parte de su pecho ancho y fuerte. Su pantalón de vestir, negro y suelto, se aprieta en la zona de su ingle, y a pesar de que no quiere fijar su mirada en esa zona, es difícil no darse cuenta. 


"Satoru-san." Inicia, con un tono de voz algo bajo, pero suficiente para ser escuchado. "¿Por qué quiso ayudarme?"

Durante el poco tiempo que conoce al hombre, su expresión amigable y juguetona es lo que más le ha permitido abrirse con él, y aunque no ha habido muchas situaciones para hablar de alguna otra cosa, no puede imaginarlo con otro tipo de expresión. Pero, ¿por qué ahora su rostro luce distinto?

Tal vez sea porque el licor ya empezó a hacer efecto en su sistema, de otra forma, no se explica como esa sonrisa juguetona se ha convertido en una intimidante, que lo obliga a desviar lo mirada hacia su copa vacía, y sus ojos, celestes como el cielo limpio, se han oscurecido, luciendo más bien, como dos faros que apuntan hacia su cuerpo.

"¿Sabes?" No, es sólo su mente. Satoru-san es bueno, él lo ha ayudado desde el primer día en que lo conoció; sin él, no habría podido ser capaz de finalizar su relación con Suguru, y... "Es muy fácil encariñarse con un niño como tú."





--------------------------------------------

Casi dos años después...

Y sí, estoy trabajando en la tercera parte, que muy probablemente suba en dos años más.


Quería hacer que Yuuji tuviera sex0 con Fushiguro cuando éste le enviaba el mensaje casi al final, pero nah, Yuuji ya cambió y ya no es una puta triste, además, con mucha probabilidad su relación con Satoru aumente de nivel en el siguiente y último cap. (Y también habrá un nuevo personaje)

Продовжити читання

Вам також сподобається

152K 25.7K 31
Haber retrocedido casi 20 años era algo que takemichi no entendía, no después del último shock mental que la causo la muerte de Draken pero, ahora te...
18.9K 2.1K 22
Todo dio comienzo en aquel campamento. Akaashi y Kageyama ni siquiera se conocían, pero todo eso cambió completamente cuando ambos tuvieron que asist...
1.8K 265 9
Yūji tenía un problema y uno muy grande, había terminado regresando en el tiempo y, además lo afectó una maldición que terminó por volverlo pequeño...
8.2K 604 10
chrollo es conocido por ser un alfa puro MUY dominante, pero nadie sabe que en realidad es un cachorrito gobernado por su omega. ♡ - omegaverse - au...