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—¿Cómo?— Le pregunté a Zayna mientras clavaba mis palillos en una bolsa de rollos de huevo. —¿Cómo puedes soportarlo?
Ella me miró desde el otro lado de la mesa de café con la caja de comida china para llevar en la mano. —La poesía es una hermosa obra de arte—, me explica antes de atiborrarse la cara de pollo agridulce.
Resoplé ante sus palabras y negué con la cabeza. —Pero es tan aburrido, es como decirlo ya. Nos estamos muriendo aquí— Expreso mi disgusto por la poesía. Yo no era el tipo de persona que tenía suficiente paciencia para eso.
—Esto viene de la persona que disfruta de Austen y Dickens— responde Zayna mientras toma un sorbo de su vaso de agua. Una cosa que descubrí sobre ella después de unas horas de conversación fue que no le gustaba el café. En absoluto. Ella despreciaba su sabor amargo y no tenía miedo de decírmelo.
—No sería la persona que soy hoy sin ellos—, comenté mientras ponía la caja de comida para llevar en mi mano sobre la mesa y cruzaba las piernas en el sofá. —Deberías intentarlo—, la animé.
Mantuvo su brazo bien abierto mientras miraba alrededor de nuestra sala de estar. —Es una pena que no tengamos una biblioteca aquí— se burló cuando le envié una sonrisa traviesa.
—Pobre niña—dije mientras señalaba en dirección a mi habitación. —Echa un vistazo al estante, te juro que no te arrepentirás.
Zayna pone una cara pensativa mientras gira algunos mechones de largo cabello castaño entre sus dedos. —Si hago esto, ¿puedo elegir la cena de mañana?
—Puedes pedir comida directamente desde México si quieres—, acepto sus términos mientras comienza a levantarse del sillón en el que estaba sentada.
Se detiene a mitad de camino hacia mi habitación y se vuelve hacia mí. —¿Puedo elegir la música también?— Suspiro y asiento con la cabeza hacia ella, sabiendo que tenemos un gusto musical bastante similar si ignoras sus innumerables álbumes de Jazz.
—¿Tienes alguna sugerencia?— La escuché gritar desde el interior de mi habitación mientras continuaba picando cualquier comida que quedara en la mesa.
—¡Toma mi copia de la Princesa Prometida!— Le grito mientras consumo otro rollo de huevo. Escuché algunos movimientos provenientes de la habitación cuando me di cuenta del gran error que cometí. Mis ojos se abrieron y dejé caer mis palillos en la mesa y corrí hacia mi habitación.
Me habría caído de cara al suelo si no fuera por mi mano agarrando el pomo de la puerta. Miro hacia arriba para ver a Zayna hojeando la copia de La princesa prometida que Jess me había dado.
Observó las páginas con el ceño fruncido mientras observaba todas las notas en los márgenes y las líneas resaltadas. Mi cabeza decía algunas cosas pero mi boca simplemente no se movía. Se sentía tan extraño ver a alguien más además de mí hojear ese libro. Era como si alguien estuviera revisando todos mis recuerdos.
Sin querer nada más que arrebatarle el libro de las manos, sabía que no podía hacer eso. Sería grosero, especialmente porque le sugerí ese libro. Fue simplemente un error inocente.
Zayna abrió la boca para decir algo, pero se detuvo cuando vio la expresión de mi rostro. Sin duda, era una especie de mirada que retrataba todo lo que sentía de alguna manera desordenada.
—Lo siento— dijo rápidamente una vez que notó cuán intensamente estaba mirando el libro. Me lo devolvió a las manos y me lanzó una mirada de disculpa. —Es solo que me dijiste que tomara este libro y....
Rápidamente niego con la cabeza hacia ella, interrumpiéndola. —Está bien, de verdad—. le aseguro —Solo olvidé que traje esta copia. Mi otra está en casa—. Sabía que debería haberle dicho que aún podía tomar el libro, pero no me atreví a dárselo.
—¿Alguien te lo dio?— Zayna adivinó mientras yo simplemente asentía en respuesta. —¿Alguien especial?— Maldición, ella era buena en esto.
—Se podría decir eso—, le resté importancia a lo especial que era Jess para mí. Jugué con las páginas deshilachadas del libro mientras ella continuaba hablando.
—Era un chico, ¿eh?— Agregó cuando levanté una ceja, preguntándome cómo consiguió todo eso tan rápido. —Y supongo que se fue.
Por alguna razón, no me sentí rara de que ella supiera todo esto. No fue como lo que pasó con el libro. Esta vez, solo conocía la trama. Pero en ese libro, conocería a Jess. Su carácter y sus comentarios y la forma en que escribe. Y eso no me sentó bien.
Inclino la cabeza hacia un lado interrogativamente. —¿Cómo sabes eso?
Se encoge de hombros como si no fuera gran cosa que prácticamente me acaba de decir lo que han sido los últimos dos años de mi vida. —Estoy tomando un curso de Psicología—, explica. —Leí un poco para salir adelante.
Asiento con la cabeza en comprensión mientras ella hace un movimiento hacia la puerta. Pero la detengo antes de que pueda pasarme. —Todavía puedes tomar un libro—, sugiero mientras señalo la mini biblioteca en mi habitación. Asegurándome de mantener la copia de Jess en mi mano para excluirla.
—¿En serio?— Me pidió confirmación mientras miraba los libros que tenía en el estante pequeño.
Me muevo para pararme a su lado, su altura me hace sentir pequeño. —Las hermanas Kerouac y Brontë son buenas.
—Te aceptaré— dice antes de agarrar Desolation Angles del estante y salir por la puerta. No sin antes decir un agradecimiento rápido. Una vez que se fue, tomé el libro en mis manos y lo coloqué cuidadosamente debajo de mi almohada antes de salir por la puerta.
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—Tienes que estar bromeando— gemí mientras miraba a la persona al otro lado de la puerta.
Benjamin Barclay estaba allí con su estúpida nariz torcida. Llevaba un par de jeans informales y una camiseta que me hizo parecer divertido, ya que solo lo vi con un traje y una chaqueta en Washington.
—Oh, no—, dijo en el mismo tono disgustado que yo había usado. Me miró fijamente mientras cruzaba los brazos sobre mi camiseta de Nickleback.
Apoyándome contra la puerta, niego con la cabeza hacia él. —¿Qué diablos estás haciendo aquí?— cuestioné —¿Yale no te dejó entrar?
Dejó escapar una risa falsa, —Podría decir lo mismo de ti.
—No es asunto tuyo— respondo mientras lo fulmino con la mirada acaloradamente. —En realidad no me importa si entraste a Yale o no. Solo quiero saber qué estás haciendo en mi puerta.
—Bueno, no estoy aquí para ti si eso es lo que tu yo narcisista se pregunta— comenta mientras pongo los ojos en blanco. —Estoy aquí por mi novia.
—¿Tu que?—Pregunto, sin creer las palabras que salían de su boca.
Me ignoró y miró dentro del dormitorio por encima de mis hombros. —Creo que me equivoqué de habitación—, murmura para sí mismo.
Asiento con la cabeza, ansiosa por alejarlo lo más posible de mí. —Sí, es probable que esté en la habitación de tu cabeza—, comento. —La mayoría de la gente lo llama su imaginación.
Benjamin estaba a punto de replicar cuando Zayna salió de su habitación, vestida y lista para nuestro primer día de clases. Estaba arreglándose el hiyab en la cabeza cuando vio a Benjamin.
Había abierto la boca para decirle que lo sacaría de aquí cuando pasó corriendo junto a mí y saltó directamente a los brazos abiertos de Benjamin. Me quedé como en estado de shock mientras miraba a los dos. De ninguna manera Benjamin consiguió una chica como Zayna. Aparté la vista una vez que empezaron a volverse un poco más íntimos.
—Cassie— escucho a Zayna decir mi nombre, arrastrando mi mirada hacia las dos. —Veo que has conocido a mi novio—, dice con dulzura mientras mira a Benjamin, que la rodeaba con sus brazos.
Cuando vi la forma en que la miró, obtuve mi respuesta de por qué no fue a Yale. Fue desconcertante para mí verlo tan feliz con otra persona. Solo lo vi enojado o molesto, lo cual, para ser justos, es probablemente la forma en que miraba a su alrededor.
—Sí— hice una mueca cuando le respondí a Zayna. —Nos conocemos desde hace mucho tiempo, ¿no es así, Benny boy?
Con una mirada en mi dirección, responde. —Por desgracia, sí.
Zayna observa nuestra interacción pasivo-agresiva con el ceño fruncido.
—¿Es este el de Washington?— Le preguntó a Benjamin mientras me miraba con una ceja levantada.
—Soy la carne— respondí por él. Supuse que debió haberle contado sobre nuestro pequeño y divertido tiempo en Washington.
Zayna niega con la cabeza al darse cuenta y golpea a Benjamin en la cabeza, lo que le valió un gemido y una risa mía.
—¡Dijiste que era una perra!— Ella acusa a Benjamin mientras lo miraba con los ojos muy abiertos. —¡Ella está notando eso!
—¿Me llamaste perra?
—Me llamaste idiota— replicó mientras me burlaba de él.
Zayna se movió para pararse entre nosotros, con una mirada mordaz a cada uno de nosotros. —Ninguna pelea—, dijo en un tono que me recordó vagamente a mi madre. Primero miró a Benjamin en busca de confirmación. —¿Entendido?
Él solo puso los ojos en blanco, pero inmediatamente se congeló cuando ella dio un pequeño paso hacia él amenazadoramente. Ella apuntó su dedo en su rostro, desafiándolo. —Nada de pelear— repitió.
Satisfecha con su respuesta, giró sobre sus talones para mirarme. Rápidamente puse mis manos en defensa, —No pelear.
—¡Excelente!—Zayna rápidamente cambió de humor mientras nos sonreía a los dos. —Vamos a clase. Podemos acompañarte, Cassie, el edificio de la ley no está muy lejos de nuestro salón—. Agarra su bolso que estaba en el mostrador de la cocina antes de unirse a Benjamin afuera de la puerta.
—Ustedes van primero— agito mi mano hacia los dos. —Todavía tengo que empacar mis cosas— Señalo mi pulgar detrás de mí en mi habitación donde sabía que todavía tenía mi mochila a medio hacer.
—Está bien—, dijo Zayna con una pequeña sonrisa. —¡Nos vemos!— Cierra la puerta detrás de ella y dejo caer mi sonrisa falsa. Supongo que Nueva York es realmente el lugar donde conoces gente nueva.