Yizhan.

Von MichiLugo

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- Para tí ¿Que es Yizhan? - Un nombre. - ¿Y si te dijera que más que un nombre, son dos, que incluso existe u... Mehr

Prólogo.
Promesa.
Feroz.
Deuda.
Destinados.
Mi Corazón es Tuyo.
Solo Mio.
Promesa Rota.
Unión.
Nuestra Noche.
Esa Flor.
Una Vida Pacífica.
Convivencia
Armonía.
Lucharé por ti.
Confabulación.
Cautiverio.
Nuestras Almas Gemelas, Nuestros Grandes Amores.
Inesperada Confesión.
El Pequeño Príncipe.
Castigo.
Paseo.
Tristeza.
Confesión.
El Cachorro del León.
Batalla.
En el frente.
Sorpresas.
Sol y Luna.
Una luna travieza.
Cambio.
Una Peonia Oscura.
Resentimiento.
Peonía negra.
Un amor que provoca enojo.
Cuando el peligro acecha.
Una gran lealtad.
Calma antes de la tormenta.
Preludio.
El desastre se aproxima.
¿Un adios o un hasta luego?
El caos se avecina.
El dolor de la traición.

Desde aquel balcón.

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Von MichiLugo





Aquella noche, Wang Yibo observaba el cielo estrellado de Liang mientras disfrutaba de un delicioso y fragante vino. Ahora se encontraba a solas en sus aposentos los cuales estaban ubicados no muy lejos de los aposentos del 13 avo príncipe.

Desde su balcón podía observar aquel que pertenecía al joven príncipe. Se quedó por un largo rato observando la tenue luz que se filtraba cada vez que la fría brisa movía las delicadas cortinas.

Allí estuvo un largo rato divagando entre sus pensamientos, perdiéndose en una gran cantidad de recuerdos entre el pasado y los más recientes. Justo en ese momento pensaba en el instante en que tuvo que utilizar sus feromonas para calmar al joven omega.

Era la primera vez que hacía algo como eso, ni siquiera con su Emperatriz se había atrevido a utilizar este tipo de métodos. Hasta aquel momento, de la única forma en que podía darle uso a sus feromonas era para intimidar a quien lo tuviera merecido.

Lo sospechó desde el momento en que sus miradas se encontraron. Pudo percibirlo en su cuerpo y en su ser, aquel omega tan único y diferente, era su destinado.

En aquel momento no entendió porqué su mano se detuvo cuando lo tenía apresado. Nunca había titubeado ante algún enemigo o amenaza, esa era la razón por la cual muchos le temían pero ahora lo entendía.

Su cuerpo había reaccionado, un alfa jamás lastimaria a su persona destinada. Los alfas no sólo eran territoriales y celosos, también eran protectores cuando se trataba de su otra mitad.

Se había unido desde muy temprana edad en matrimonio con su Emperatriz, siendo tan joven, nunca le importó aquello de las almas destinadas y mucho menos de el tan mencionado enlace. Había encontrado a la compañera perfecta y con quien era feliz por lo que no sintió la necesidad de encontrar a aquella su otra mitad.

Una gran cantidad de hermosos omegas desfilaron ante él sin lograr llamar su atención. Ni siquiera aquellos que de forma atrevida e intencionada liberaban sus feromonas sólo para atraer su atención lograron su cometido.

Para él aquello no tenía relevancia alguna, tenía a su Emperatriz y no necesitaba a nadie más. ¿La amaba? No podía llamarse amor, más bien cariño y complicidad, era quien estaba a su lado en todo momento y quien lo había apoyado de principio a final y para él eso era más que suficiente.

Pero en el momento en que aquel omega apareció frente a él, sus pensamientos empezaron a cambiar. Empezaba a culparse por ello, había hecho una promesa, no podía romperla.

Su Emperatriz era única, su compañera, su mujer, no podía fallarle pero aunque su cabeza repetía esto una y otra vez, su corazón y su instinto le indicaban lo contrario.

En aquel momento debía sentirse afligido por tener aquellos pensamientos pero en cambio se sentía extasiado, emocionado e incluso...un tanto eufórico.

Había encontrado a su destinado, su otra mitad y este era un omega único en su especie. El más bello de todos.

- Wang Yibo...- Habló para si mismo mientras se recostada sobre el diván y cerraba sus ojos.- Oh Wang Yibo...¿Que se supone que debes hacer? ¿Deberías solo ignorarlo y alejarte o deberías apresarlo y arrastrarlo contigo?.

.........

- ¿Ya te sientes mejor?.- Shaham examinaba al omega desde una distancia prudente.

- Ya no duele.- Zhan se encontraba sentado sobre su cama.- ¿Te asusté cierto?.- Levantó sus cejas y sonrió.

- Hubiera asesinado a ese sujeto con mis propias manos si te hubiera sucedido algo grave.- Arqueo una ceja.

- Ese sujeto es el Emperador de Liang.- Sonrió mientras negaba.

- ¿Acaso me importa? Al único que tengo que obedecer es a ti.

- Ese es mi chico.- Sonrió con orgullo.- Escuché que casi te metes en problemas ayer. ¿Que hubiera ocurrido si mi padre te azotaba? No podría ir a rescatarte.

- Yo soportaría los azotes. Si cometí un error, lo pago. No me importa, ya lo dije, mientras se trate de ti, haré y soportare cualquier cosa.

- No sé cuántas veces te diré esto pero a pesar de que seas mi hombre de confianza y de que me pertenezcas...- Suspiró.- No significa seas mi mascota o mi esclavo. Si accedí a tomarte como mio fue exactamente para eso, quería evitar que los demás te vieran como un esclavo.

- Lo sé.- Sus ojos se encurvaron dejando ver que detrás de la máscara anti mordida se encontraba una gran sonrisa.

- Crecimos juntos, tu padre es el hombre de confianza de mi madre y al igual que nosotros, ellos también tienen ese vínculo que los une. No quiero que te metas en problemas por mí, mucho menos que salgas herido.

- Prometo no volver a preocuparte.

- Voy a confiar en eso.

- ¡Su Alteza la Emperatriz ha llegado!.- Una voz provino desde afuera e inmediatamente Shaham colocó su rodilla sobre el suelo.

- Buenos días.

Una sonriente mujer hacia acto de presencia en aquella habitación. Una hermosa omega de pelo tan negro como la noche el cual llegaba hasta por debajo de sus caderas, piel un poco tostada, grandes ojos oscuros, labios gruesos, nariz fina y un coqueto lunar debajo de su labio.

Esta era la Emperatriz de Liang y madre del 13 avo príncipe. Un bella omega Persa de gracia y brillo único, incluso su andar estaba bañado de elegancia.

Ayesha era la mujer más amada del Emperador de Liang y su destinada.

- Madre.- El príncipe sonrió.

- Mi hermoso bebé.- Se sentó en la cama junto a su hijo.

- Shaham saluda respetuosamente a la Emperatriz.

- Mi querido niño.- La Emperatriz hizo un movimiento con su mano indicándole al alfa que se levantara.- ¿Por qué llevas esa horrible cosa en tu rostro?

- Ya le he dicho que no tiene necesidad de hacerlo cuando estamos a solas.- El omega rodó los ojos.

- Sabe que esta fue la única condición que puso el emperador para que siguiera junto al príncipe luego de haberme manifestado como Alfa.- Shaham levantó la mirada hacia la emperatriz.- Yo estoy bien con eso. Además es una medida para que el príncipe esté seguro.

- ¿Que medida?.- Zhan chasqueo la lengua.- No veo necesario que la uses. Primero, porque tu nunca me lasyimarias, eso me queda claro y segundo...- Dibujó media sonrisa.- Porqué antes de que me ataques yo ya te habré atravesado con mi espada 10 veces.

- En eso tiene mucha razón alteza.- El alfa negó mientras sonreía.- Los dejaré a solas.- Salió de la habitación.

- ¿Como se siente mi flor del desierto?.- Besó la mejilla de su hijo.

- Ya me siento mejor.- Sonrió.

- Tu padre está muy orgulloso de ti y yo también.- Palmeo la mano de su hijo.- Al igual que estamos agradecidos con el emperador de Yang. No sabía que era tan joven.

- Sin el Emperador no hubiera podido lograrlo.

- Espera...- Observó con sospecha a su hijo.- ¿Quién eres tú y donde está mi bebé?

- ¿Como?.- Sonrió.

- Mi niño tan arrogante no sería capaz de darle crédito a los demás aunque lo merezcan. ¿Quién eres?

- Vamos madre.- Recostó su cabeza del hombro de su madre.- Solo digo la verdad.

- ¿Te agrada el emperador?

-....- Se quedó pensativo.

- Eso quiere decir que si.- Sonrió.

- Madre...

- ¿Si?

- ¿En realidad eso existe?.- De quedó viendo hacia la nada.

- ¿Que cosa?

- Eso...los destinados.

- Tu padre y yo lo somos ¿Aún lo preguntas?

- Si pero..

- ¿Que?.- Sonrió.- ¿Ya encontraste el tuyo?

- No...- Frunció los labios.- No lo sé...

- Oh...- Asintió mientras sonreía con picardia.- Si tienes dudas, solo averigualo. Tendrás tiempo para ello.- Palmeo su mano.- Así que aprovechalo.

- ¿Tiempo?.- Se agitó.- No entiendo de que me hablas.

- Yo solo dije que tendrás tiempo para descubrirlo.- Volvió a sonreír con picardia.- ¿Tu que crees que quise decir?

- No lo sé.- Empezó a ponerse nervioso.

- Bueno.- Besó la frente de su hijo.- Cómo dije, tienes tiempo para descubrirlo.- Se levantó de su lugar.- Pero no demores mucho pues los días pasan tan rápido como las partículas de arena dentro del reloj.- Se marchó dejando a su hijo inquieto.

..........

- Han pasado 5 días desde la última noticia del Emperador.- La emperatriz se encontraba junto a la Emperatriz madre.

- En Liang lo invitaron a hospedarse. Imagino que aprovechó para descansar.- La mayor tomaba su té.- Lo necesita, llegó directamente del frente de guerra para hacerse cargo de los asuntos del reino.

- Lo sé, es solo que nuestro hijo lo extraña y quisiera saber si se encuentra bien.

- No es la primera vez que mi hijo se marcha o está ausente.- La mayor sonrió con ironía.- Y si hubiera sucedido algo malo puedes estar seguro que las noticias habrían llegado ya. Son las que más rápido viajan.

- Si.- Forzó su sonrisa.- Es solo exageración mía.

- Imagino que mi hijo debe estar pasando un agradable momento por allá.- Se quedó viendo a la nada con una sonrisa de satisfacción.-  En Liang son muy hospitalarios y su gente es muy cálida. Recuerdo cuando el difunto emperador me llevaba con él.

- ¿Usted viajaba muy a menudo con el padre real?.- Se sintió curiosa.

- Casi a todos lados.- Suspiró.- Creo que a los únicos lugares que no lo acompañé fue al frente de batalla y a resolver asuntos políticos.

- Eran muy unidos.- Sonrió.

- Nos amábamos.- Asintió.-Por eso decidí quedarme en reclusión después de su muerte. Para mi ya nada tenía sentido sin él.

- Eso es muy hermoso.- Suspiró.- Me gustaría que nuestro amor fuera así.

- ¿Todavía codicias más mi querida niña?.- Le sonrió.

- ¿Perdón?.- Se sorprendió ante las palabras de la mayor.

- Tu y mi hijo ni siquiera son destinados. Lo hiciste prometer que nunca traería a alguien más a su lado, de no haber sido por esa tonta petición quizás hubiera conocido a su persona destinada. ¿Y aún esperas que tu historia y la de mi hijo sea similar a la mía y la de mi Emperador? El era un Dragón y yo era su Fénix, estábamos destinados, nuestra historia es muy diferente.

- ¿Aún me reciente madre?.- La vio con indignación.

- Llevo una vida pacífica y para ello debo estar líbre de sentimientos negativos.- Colocó su taza de té sobre la mesa.- No tengo resentimiento alguno hacia ti.

- Parece todo lo contrario ya que siempre que puede menciona el hecho de que el Emperador y yo no somos destinados.

- Un alfa puede tener cientos de omegas, incluso puede marcarlos a todos pero con su persona destinada es distinto. No sólo una marca los une sino un vínculo, único y especial. Lamentablemente mi hijo rechazó esa oportunidad de encontrar a su persona y todo gracias a ti. ¿No debería de sentirme molesta?

- Yo le di un hijo. Hice lo que usted y padre deseaba. Le brindé descendencia. ¿No es suficiente?

- Solo le pudiste dar un hijo. No te culpo por ello pues sabemos que tu cuerpo no tuvo la fortaleza para soportar otro embarazo. Tampoco quería que te dañaras por ello. Lo que se me hizo injusto fue que le pidieras a mi hijo aquello. Que lo hicieras prometerte que nadie tomaría tu lugar.

- Yo...- Se quedó en silencio.

- Al final, solo por tu egoísmo detuviste la línea de sucesión y la propagación de la sangre real.- Se levantó de su asiento.- Entiendo que deseas que tu hijo se convierta en Emperador pero...¿Podrá ser un Emperador adecuado? ¿Uno justo como su padre? ¿Que te hace pensar que seguirá siendo el niño bueno que es ahora? Solo te recuerdo que el poder corrompe y que no todos pueden resistir esa tentación así como lo hizo mi hijo.- Se alejó dejando sola a la más joven.

...........

- Emperador.- Una joven doncella hizo una reverencia.

- ¿El príncipe está despierto?.- El alfa se detuvo ante la puerta.

- Ya está despierto pero...- Jugó con sus manos.

- ¡Con un demonio!.- Se escuchó la enfurecida voz del omega.- No quería tener una maldita cicatriz.

- ¿Que sucede?.- Yibo cuestionó a la doncella.

- El príncipe está furioso porque el doctor dijo que su herida dejaría una cicatriz.

- Entiendo.- Asintió.- ¿Podrías avisarle a tu maestro que estoy aquí?

- Usted es el Emperador de Yang. No necesita pedir autorización.

- Alguien me dijo que aunque fuera el Emperador de Yang, justo ahora me encontraba en Liang.

- Imagino que ya tuvo un enfrentamiento con Shaham.- La joven negó mientras sonreía.

- Por favor, avisale.

Han trascurrido alrededor de 10 días desde que el joven Emperador de Yang ha estado hospedado en el reino de Liang. No sólo a tomado aquella visita como una excusa para descansar sino también para resolver algunos asuntos y formar unos que otros tratados.

Gracias a su visita a aquel lugar y como agradecimiento por parte del emperador de aquella nación, el acuerdo de comercio entre ambos países fue nuevamente aprobado.

El joven emperador no sólo se ha invertido su tiempo en ocio, sino que también se ha encargado de reforzar relaciones y crear acuerdos beneficiosos para ambas naciones.

Debido a ello, han sido muy pocas las veces en las que se ha cruzado con el joven príncipe quien se había mantenido en su habitación, recuperándose.

Había tratado de mantener la distancia del joven omega, quería primero acomodar sus pensamientos, no quería estar cerca de él cuando su mente estaba hecha un desastre.

Noche por noche se detenía en su balcón y miraba hacia la habitación del príncipe. Desde allí sólo veía su silueta pasearse de un lado al otro, algunas veces lo atrapaba en medio de algún cambio de ropa o a punto de tomar un baño y en lugar de retirar su mirada, solo se quedaba allí.

No podía ver con claridad pero la silueta través de las cortinas le permitía a su imaginación volar alto. Una sola vez cometió lo que consideró un acto lascivo y sucio provocado por aquellas imágenes.

Esa vez se mastrubo en la oscuridad de su habitación mientras se imaginaba aquel blanco y esbelto cuerpo. No lo había visto del todo desnudo pero sólo bastó con recordar aquella silueta y lo poco que pudo apreciar de aquel blanco torso aquella vez en la habitación del omega.

Cerró sus ojos, se tocó, gimió y gruñó mientras llamaba entre susurros el nombre del omega. Luego se sintió culpable, sucio y desvergonzado por haber hecho algo como eso.

Se decía a si mismo que debía controlarse, que no debía caer, que tenía que mantener la distancia pero ahora se encontraba allí, dentro de la habitación del joven pelinegro, caminando directo a su cama mientras trataba de contener su ansiedad al verlo con aquella blanca y ajustada túnica.

- ¿Por qué está enojado el príncipe?

- ¿Sabe usted a cuántas batallas he ido?.- Estaba visiblemente molesto.

- Imagino que a muchas.

- He sido un soldado desde los 15 años. He luchado con ciento de personas, ya fueran alfas o betas, ninguno pudo lastimarme.

- Eso es admirable.-Sonrió con suavidad.

- Ni una sola cicatriz en mi cuerpo...no tengo ninguna pero ahora...- Se tumbó de espaldas sobre la cama.- ¡Carajo!.

- Veo que eres alguien que se preocupa mucho por su aspecto.- Caminó más cerca de la cama.

- ¿Le parece algo superficial?

- No...- Dibujó media sonrisa.- Me parece algo...- Con rapidez se trepó al regazo del omega.- Lindo...

- ¿Que hace?.

El 13 avo príncipe se sobresaltó al ver a aquel alfa sobre él. Había sido tomado por sorpresa y en ese momento se encontraba petrificado.

Su manzana de adan subía y baja con rapidez y sus ojos oscuros se habían hecho más grande. Aquel alfa tenía una inquietante sonrisa mientras empezaba a desajustar su túnica.

- ¿Que cree que hace?.- La voz del omega tembló.

- ¿Yo?.- Descubrió el torso del omega.-Algo que tenía planeado desde hace tiempo.- De la parte trasera de su cintura extrajo una daga de plata con empuñadura de oro y diamantes.

- ¿Va a lastimarme?.- Deslizó suavemente su mano debajo de la almohada. Él también tenía su propia daga, siempre la llevaba consigo.

- Solo un poco.- Tomó una de las velas sobre la mesa y de deslizó sobre la daga.

- Majestad...- Apretó sus dientes.

- Tranquilo.-Volvio a colocar la vela sobre la mesa y sonrió.- Solo dolerá un poco.

- Príncipe.- La voz de Shaham se escuchó fuera de la habitación.

- Shah...- Trató de gritar pero la mano del alfa cubrió sus labios.

- Ssshh.- Susurró sobre su propia mano y cerca del rostro del omega.-No formemos un escándalo.-Sonrió.- Será rápido.

El omega estaba a punto de sol un golpe con su daga directo al costado del alfa cuando aquella repentina sensación provocó que esta cayera de sus manos. Aquel fuerte ardor sobre su herida, el ardor que provocaba la carne cuando era quemada, hizo que el joven príncipe gruñera del dolor.

El alfa cubrió los labios del omega mientras este gruñia, pataleaba y derramaba lágrimas de dolor. Por alguna razón, aquello le provocó pesadez en su propio corazón así que decidió no alargar su agonía y con rapidez retiró la ardiente daga de la herida.

El omega temblaba, gemia y derramaba lágrimas mientras veía como el alfa sobre él se levantaba quedando nuevamente sentado sobre su regazo. Quería golpearlo, quería gritar para que Shaham entrara a la habitación y lo desollara vivo con su puñal pero no tenía fuerzas.

- No querías una cicatriz.- El alfa sacó un pequeño envase de su bolsillo.- Y yo te dije que te ayudaría con eso.- Derramó un poco de polvo color rojo sobre la herida.- Este es un secreto que temos en Yang para esto.

Con cuidado vendo la herida del joven príncipe quien se mantuvo inmóvil en su lugar y en silencio. Luego levantó la mirada al su rostro y se percató de que sus lágrimas seguían brotando y su cuerpo no para de temblar, había sido sorprendido de gran manera.

- Te sorprendí ¿Cierto?.- Llevó su mano al rostro del pelinegro y limpió sus lágrimas con delicadeza.- Lo siento.

- Estuve a punto de...apuñarte.- Su voz era temblorosa.

- Entonces hubiéramos estado a mano.- Sonrió.

- No vuelvas a hacerlo.- Se incorporó quedando cara a cara con el alfa.- Mi mano no tiembla y mucho menos falla a la hora de atacar.

- De acuerdo.- Volvió a sonreír.- Asegúrate de aplicar la medicina 3 veces al día, verás que no habrá cicatriz.

- Gracias.

- Y esto...- Tomó su daga y la colocó en la mano del omega.- Es un obsequio de mi parte.

- ¿Qué?.- Se agitó.

- Es mi daga personal. Solo hay una como esa.- Tómala como una disculpa y un presente.

- ¡Tú!...- Bajó su mirada a la daga.

- Tu padre está noche dará una fiesta.- Se levantó de su lugar.- Me gustaría verte allí.- Empezó a caminar hacia la salida.- Compartamos un poco de vino.

El joven emperador se marchó de aquella habitación dejando a solas al sorprendido omega quien seguía sin retirar su mirada de aquella daga.

Las manos del pelinegro temblaban y su rostro empezaba a enrojecer. Wang Yibo se habia marchado de allí sin saber lo que había provocado pero sobre todo...el verdadero significado de aquel obsequio.

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Yibo sabe que el encantador omega es su destinado. Terminó por confirmarlo pero tiene presente la promesa que le hizo a su Emperatriz.

Zhan le preguntó a su madre sobre los destinados ¿Será que también lo descubrió?

Al final el mismo reconoce que lo que siente por ella no es amor, aún así quiere mantener su palabra y serle fiel ¿Podrá lograrlo?

La emperatriz madre está enojada con su nuera por haber provocado que su hijo no pudiera conocer a su persona destinada. ¿Como lo tomará cuando descubra que en realidad ya lo conoció y que es tremendo príncipe? Jajajaja

El emperador quiere mantenerse alejado del príncipe pero bien que siempre va a buscarlo. Jajajaja

Gracias por leer.

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