Sous le ciel de Paris

NatsumiNiikura

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Marinette y Luka disfrutan de una relación fuerte y sana, Kitty Section continúa adelante imparable y la rela... Еще

01.- Despertar
02.- Padre e hijo
03.- La joven compositora
04.- Un helado amargo
05.- Morir
06.- Sueño
07.- Malas noticias
08.- El balcón
09.- Comienzos
10.- Praga
11.- La vida sin Luka
12.- Nocturno
13.- Bunnyx
14.- Frío
15.- Debut
16.- Agreste
18.- Akuma
19.- Abismo
20.- Consecuencias
21.- Pedazos
22.- París
23.- Reloj de arena
24.- Lento
25.- Conspiración
26.- Las decisiones que hay que tomar
27.- Un traje de serpiente
28.- Kwamis
29.- Un plan mayor

17.- El factor Chat Noir

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NatsumiNiikura

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1586.

17.- El factor Chat Noir

Alya le dio un sorbo a su refresco de naranja y sonrió amable. Marinette empezaba a arrepentirse de haber aceptado su invitación, pero ya era tarde para eso.

—Vi el debut de Luka en streaming —declaró buscando el modo de abordar el tema que le interesaba—. Fue una pasada.

—Es un gran violinista.

—Y el pelo negro le sienta muy bien estaba guapísimo.

—Alya —bufó viéndola venir.

—Marinette, soy tu mejor amiga y estoy preocupada por ti. ¿Te acuerdas de cuando querías olvidarte de Adrien?

¿Qué si se acordaba? Claro que se acordaba, fue duro, fue pesado, pero lo logró.

—Estabas afectada —continuó sin esperar a que contestase o asintiera—, pero estabas... bien o algo parecido a bien. No estabas sola, contabas conmigo, con Nino, con Juleka, con Rose y, sobre todo, tenías a Luka a tu lado.

»No querías seguir atrapada en Adrien, estabas dispuesta a empezar algo con Luka porque te gustaba, aunque me dijeras que no.

»Querías salir adelante, empezar de nuevo. Pero ahora... —Alya suspiró—. Ahora estás derrotada, Marinette. Ni siquiera soy capaz de reconocerte.

—Alya no quiero hablar de Luka.

—No quieres hablar de Luka, no quieres hablar de cómo estás, no quieres hablar de tu trabajo con Jagged. ¿Qué es lo que quieres, Marinette?

Desaparecer. Eso era lo único que quería.

º º º

Sentía con total claridad como la desesperación de quien había identificado como Ladybug crecía día tras día. Pronto llegaría al límite, o eso le parecía. Tantos sentimientos y emociones negativas retorciéndose con fuerza en su interior, acabaría por derrumbarse.

Debía ser paciente, lo sabía. Si la akumatizase ahora era poco probable que la derrotase, porque existía el factor Chat Noir. Si ambos héroes seguían siendo buenos amigos fracasaría, su apoyo podría hacer zozobrar sus planes y sólo tendría una oportunidad.

Antes de liberar a su akuma definitivo tenía que dinamitar la confianza de entre aquellos dos, porque si Ladybug se quedaba sola cualquier golpe podría acabar con ella y ya no opondría resistencia a su akuma.

Por el momento se contentarían con otra energía negativa mucho más débil.

º º º

El móvil de Adrien vibró en su bolsillo, lo ignoró, aunque tenía la esperanza de que fuese Marinette queriendo hablar de nuevo. Si Rose le veía sacar el móvil en medio de un ensayo se pondría hecha una furia. La guitarra de Vivicia sonaba con firmeza replicando las notas de la partitura con una perfección insultante, sin embargo, no estaba interpretando. Se hacía muchas preguntas sobre ella, le desconcertaba, pero cuando trataba de aclarar sus dudas ella se retraía y no contestaba.

El bajo de Juleka protestó cuando una de las cuerdas se rompió.

—Lo siento.

—Hagamos un descanso —sugirió Iván—. Llevamos horas ensayando.

—Yo seguiré un poco más si no os importa —musitó Vivicia.

Adrien sacó su móvil para echarle un vistazo mientras el resto, a excepción de Vivicia, abandonaba el escenario. No era Marinette, era una alerta akuma, se había acabado la paz. Buscó a Rose con la mirada, pero no la encontró.

—¡Vivicia! —La chica le miró sin dejar de tocar—. Dile a Rose que vuelvo en seguida, tengo que hacer algo importante.

—Vale.

Saltó del Liberty y corrió por la ribera del Sena para ocultarse en un callejón y transformarse sin ser visto.

Chat Noir se encaramó al tejado más cercano. Un ataque siempre era un fastidio, pero llevaban tanto tiempo sin que hubiera uno que casi se alegraba, necesitaba un poco de acción para despejarse.

Se encontró a Ladybug en lo alto de una farola, observando desde cierta distancia a la persona akumatizada. Siempre era cauta, pero aquella distancia le pareció excesiva y extraña.

—Tenemos que ir con cuidado —musitó cuando él se plantó en la farola adyacente—. Si nos toca nos quedaremos dormidos.

—Es mejor dormirse que acabar convertido en caramelo.

Le miró de reojo, pero no rió como pasaba cada vez que mencionaba aquel ataque. Fuera lo que fuese lo que la preocupaba le había robado hasta el sentido del humor.

—¿Sabemos dónde está el akuma?

—No, aún no. Acabo de llegar.

Lo encontrarían, siempre lo hacían. Sólo tenían que dar con la estrategia correcta y vencer. No obstante, Ladybug se lanzó al ataque de un modo despreocupado que no encajaba nada con ella, por un momento pensó en la posibilidad de que fuese en sentimonstruo, pero lo descartó al oírla hablar.

Algo no iba bien. Normalmente era él el imprudente, siempre le reñía por sobreexponerse, pero hoy lo estaba siendo ella. No parecía estar atenta a los movimientos de su rival, no parecía, ni tan siquiera, pendiente de descubrir dónde se ocultaba el akuma. Lo único que hacía era atacar frontalmente y sobreexponerse. En aquella situación no sabía cómo protegerla, no le estaba dejando espacio para actuar. Y entonces el desastre se cernió sobre ellos.

Lo vio casi a cámara lenta. Chat Noir quiso evitarlo, pero se topó con la imposibilidad de hacerlo, no había sido lo suficientemente rápido, su vara, no alcanzó el objetivo a tiempo y la mano del akumatizado se estrelló contra la frente de Ladybug que cayó al suelo como una muñeca de trapo, dormida como el resto de los parisinos.

—¡El prodigio es mío!

—No tan rápido —soltó chat Noir golpeándole con la vara en el estómago lanzándole lejos—. Lo siento, pero tenemos un poquito de prisa.

Se cargó a su compañera al hombro y se alejó con agilidad. Tenía que ponerla a salvo, tenía que proteger su prodigio y descubrir el modo de despertarla.

Rondó por los tejados y ninguno le pareció lo suficientemente seguro, eso le dejaba una única opción: las alcantarillas. No sería la primera vez que las usaban como refugio, estaba seguro de que tampoco sería la última, allí podría ganar el tiempo suficiente como para que se le ocurriese algo. Levantó la tapa y se deslizó hacia la oscuridad reinante.

La recargó contra la pared y la zarandeó con suavidad. Nada. No reaccionó. Había sido estúpido el albergar la esperanza de que se despertase. Chat Noir soltó un resoplido. ¿Qué podía hacer? Con Ladybug fuera de combate no había Lucky Charm con el que solucionar el caos de la ciudad y estaba seguro de que él solo no podría con aquello.

«Luka» pensó. Él podría ayudarle, y con su poder especial podrían evitar que la ciudad quedase arrasada. Sacó el móvil para emergencias y le envió un mensaje pidiendo ayuda y con la ubicación de donde se había refugiado.

—Tranquila, Ladybug, lo arreglaremos.

Sólo esperaba que no estuviera en mitad de un ensayo y tardase una eternidad en ver el mensaje. Sin embargo, Viperion no tardó más de cinco minutos en aparecer.

—Cualquiera diría que estabas esperando a que te avisase.

—No he desactivado las alertas akuma —contestó sin molestarse por la broma—, para estar a punto si me necesitáis.

Y no podía hacerse una idea de cuánto se lo agradecía.

—¿Qué le ha ocurrido? —preguntó Viperion arrodillándose ante Ladybug.

—No he podido evitar que la tocase, se ha dormido, como el resto de París.

—¿Tienes algún plan?

Chat Noir se encogió de hombros y sacudió la cabeza.

—Derrotarle. Espero que me ayudes con la segunda oportunidad a minimizar los daños en la ciudad —musitó intranquilo—. Sin el Lucky Charm no podremos...

—No, lo necesitaremos.

—A menos que conozcas un modo de despertarla creo que no podrá ser.

Viperion se giró para mirarle. No sabía cómo despertarla, pero tenían una oportunidad.

—Mister Bug.

—Creo que estás olvidando un pequeño detalle: el secreto de las identidades.

—Yo le quitaré el prodigio.

—Esa norma te incluye a ti, Viperion.

—Sé quién es —declaró.

—¿Qué? ¿Te lo ha dicho?

Disintió despacio. Nunca había esperado tener que confesarle que sabía quién era su compañera, sabía que le dolía porque Chat Noir llevaba años con ella y aquel secreto era el que seguía rigiendo sus vidas.

—No exactamente —contestó, no tenía por qué mentirle, con una verdad a medias podía evitar el desastre—. El día en que atacó Deviner, cuando volvió a confiarme el prodigio, ¿lo recuerdas?

—Sí, claro.

—Nos refugiamos en las alcantarillas, como hoy. Os quitasteis los prodigios para intercambiarlos. Os oí hablar sin estar transformados. La reconocí, te reconocí.

—Imposible, ¿cómo podrías...?

—Sabes quién soy —continuó y vio claramente como se sorprendía—. Sabes que oigo cosas que los demás no oyen.

—Si de verdad sabes quién soy di mi nombre.

Viperion sonrió. Le pedía el nombre porque no creía que lo supiese.

—Digamos que sé que eres un buen pianista y que has mejorado mucho en los últimos dos años.

—De acuerdo, tú ganas. Pero... ¿Ella sabe que conoces su identidad?

—Sí —se limitó a contestar porque no quería tratar de mentirle.

La tomó en brazos y la llevó hasta uno de los múltiples escondrijos de la red de alcantarillado. Ladybug y él las habían recorrido varias veces en busca de puntos estratégicos que pudieran usar durante los combates, así que, a aquellas alturas, conocía las alcantarillas como la palma de su mano. La dejó en el suelo con cuidado bien apoyada contra la pared.

—Lo siento, tengo que hacerlo —musitó quitándole los pendientes, la transformación cayó con un fogonazo rojizo—. Sé que lo comprenderás.

—Viperion.

—Hola Tikki. Tranquila, lo solucionaremos.

—Sí, Azucarillo, no tienes de qué preocuparte. Lo arreglaran.

—Plagg.

—Yo la cuidaré mientras os encargáis del akuma.

—Gracias, Plagg —musitó Viperion. Le ofreció los pendientes a Tikki quien los tomó con cuidado—. Dáselos a Chat Noir, cuando Mister Bug esté preparado atacaremos.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Hawk Moth ha soltado a un akuma para sembrar un poco de caos y acción en París, aunque no el que no habría deseado poder liberar. Al final el estado anímico de Marinette ha afectado a su papel como Ladybug, pero, por fortuna, tiene a un par de compañeros fantásticos dispuestos a arreglar la situación.
He dividido el capítulo en dos porque era tremendamente largo, pero no os preocupéis que en un par de días tendréis el siguiente.
Nos leemos en unos días.


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