En alguna calle de Venecia

By Vaaalmoon

4.3K 1.4K 1.3K

La música corre por sus venas, así como corren las aguas por los canales de la ciudad del amor. El vehemente... More

Editorial Cobellette
Introducción
Capítulo 1 •Turbulencia•
Capítulo 2 •Karma•
Capítulo 3 •Croissant y chocolate•
Capítulo 4 •Hipnotizada•
Capítulo 5 •Primer día•
Capítulo 6 •Caballo loco•
Capítulo 7 •Tarde de películas•
Capítulo 8 •Plantado•
Capítulo 9 •Mentirosos•
Capítulo 10 •Rarita•
Capítulo 11 •Inesperado•
Capítulo 12 •Tequila•
Capítulo 13 •Llámame por mi nombre•
Capítulo 14 •Perfectamente imperfecto•
Capítulo 15 •Amigos•
Capítulo 16 •El inicio de una guerra•
Capítulo 17 •Zona de peligro•
Capítulo 18 •Cannolis•
Capítulo 19 •Piscina, vodka y retos•
Capítulo 21 •Fugaz•
Nota de la autora

Capítulo 20 •Regla número seis•

58 15 5
By Vaaalmoon

Zaid Sabbag

En algunas ocasiones la tentación es tan intensa que te hace olvidar tus principios y te obliga a dejarte llevar por el deseo, justamente eso es lo que acaba de pasar.

Desde que tengo uso de razón, cree una lista de reglas, basada en cosas que me prohibí a mi mismo hacer. Entre las más importantes está: nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, enredarme con alguna amiga de mi hermana. ¿La razón? Simple, estoy casi seguro de que tarde o temprano terminaré rompiendo su corazón, lo cual ocasionaría que Zari se molestara tanto conmigo hasta lograr romper el mío, y es que, de todas las personas que habitan este mundo, mi hermana es lo más valioso para mí y la única persona capaz de hacer eso posible.

Todo iba bien, en veintidós años no había roto alguna de esas reglas, he estado cerca de hacerlo, si, pero siempre me cohibía. A excepción de hoy, juro que me esforcé, intenté mil veces abandonar el juego e irme, pero no fue posible.

No puedo determinar la verdadera causa, pero fueron varios los factores que me llevaron a tomar la decisión de seguir adelante con el reto; su risa nerviosa, su torpeza al escupir la cara de Jace, su mirada profunda y ansiosa, sus labios rosados incitándome a saborearlos, y sobre todo esta estúpida atracción que siento por ella desde el día en que su rostro se enrojeció tanto que parecía estar cerca de estallar, cuando Zari la trajo a casa y me detalló sin una pizca de vergüenza, el mismo día en que la molesté llamándola "pequeña" y su enojo la hacía ver tan tierna como un conejito, desde ese maldito día mi mente se ha encargado de reproducir en bucle la regla número seis, recordándome día y noche que no puedo romperla, que aunque me torturaran como un veneno las ganas de besarla, no podría hacerlo.

Pero hoy, oficialmente, mandé mi propia regla al carajo y me odio por haberlo hecho.

—¡Así que aquí estabas! Te he buscado por toda la casa, pensé que tenían algún escondite secreto entre las paredes.

Oh no, lo que me faltaba, la tentación en persona.

—¿Para qué me buscabas?

—Porque huiste como un cobarde, y no me gustan los cobardes —ríe, acercándose a mí.

—Alessia, estás tambaleándote. ¿Cuánto has bebido? —tomo su mano tratando de estabilizarla, noto cómo se sobresalta, pero luego vuelve a adoptar la misma sonrisa de hace unos segundos.

—Tal vez lo suficiente como para estar feliz —comenta, apoyándose en el árbol a mi lado—. ¿Por qué estás aquí?

—Siempre que quiero pensar vengo a este jardín, casi nunca hay nadie y me genera paz.

—Es un lugar bonito.

—Sí que lo es.

—Como tú —comenta con una sonrisa traviesa, acortando la distancia.

—Gracias —respondo con indiferencia—. ¿No prefieres irte y continuar disfrutando de la fiesta? Creo que aquí vas a aburrirte.

«Dios, nunca te pido nada, pero por favor deja de ponerme estas pruebas tan difíciles, haz que se vaya, la tentación es muy grande»

—Estoy segura de que no voy a aburrirme —me informa, mientras se remoja los labios con su bebida—. Prefiero disfrutar de ti que de la fiesta, además, vine hasta aquí porque necesito que me hagas un favor.

—¿Cuál favor?

—Que me vuelvas a besar hasta que me ardan los labios —suplica, arrojando su vaso hacia el suelo.

Bueno, parece que Dios no me escuchó.

No puedo negarme, la manera en que me lo pidió y cómo me miran sus ojos verdes entrecerrados por el alcohol, esas simples palabras enviaron electricidad por todo mi cuerpo.

En un movimiento rápido logro aprisionarla de espaldas contra el árbol, pegando mi cuerpo al suyo, tomo sus muñecas y con algo de brusquedad las sostengo sobre el roble, por encima de su cabeza, haciéndola soltar un pequeño gruñido.

—¿Estás segura de que quieres esto, pequeña?

—Nunca había estado más segura de querer algo.

Y ese fue el detonante de un beso profundo y salvaje, del deseo que ambos sentimos y soltamos a través de nuestros labios moviéndose en sintonía. Libero sus manos y sin pensarlo dirijo las mías hacia su cintura, atrayéndola hasta que nuestros cuerpos estén lo suficientemente juntos como para que pueda sentir los efectos que causa en mí, sus manos están aferradas con fuerza alrededor de mi nuca y nuestras lenguas se rozan con lujuria. Tiro suavemente de su cabello haciéndola emitir un gemido ahogado contra mis labios, quiero observar su rostro, así que me separo unos centímetros y abro mis ojos, se ve preciosa.

De repente siento como sus manos empujan mi pecho con brusquedad, haciéndome retroceder con nerviosismo.

¿Hice algo que la incomodara?

Observo cómo se aleja tambaleando y se tumba en el suelo, llevándose ambas manos hacia su cabeza.

—Zaid, me siento mal, estoy mareada. —habla con dificultad—. Quiero vomitar, perdóname.

—Tranquila, es normal, has consumido demasiado alcohol.

Me inclino ante ella y la tomo entre mis brazos, levantándola con facilidad.

—¿Qué estás haciendo? ¡Podría vomitar sobre ti en cualquier momento! —se queja.

—Agárrate de mi cuello, te llevaré al baño.

No se quejó, en su lugar hizo caso a mi petición y me envolvió con sus brazos.

Me dirijo a paso rápido hacia el interior de la casa, tratando de buscar con la mirada a mi hermana, pero no la veo.

—Apóyate con fuerza y vomita tranquila —le indico mientras se sienta frente al inodoro.

—¡Qué vergüenza! No puedo vomitar contigo aquí —protesta.

—Si puedes, no voy a dejarte sola.

Me paro detrás de ella y sostengo su cabello para que no se lo vaya a ensuciar, con mi mano libre le doy suaves palmadas sobre su espalda, intentando facilitarle el proceso.

—¡Si vomito se me va a quitar el sabor de tus labios! —lloriquea.

No puedo evitar reír ante su comentario. ¿De verdad es eso lo que le preocupa?

—Pequeña, después de que vomites te volveré a besar las veces que quieras —suelto sin pensarlo.

«¿De dónde ha salido ese lado cursi?»

—¡No querrás besarme porque voy a saber a vómito! —habló, y entre convulsas arcadas comenzó a salir todo el vodka que había consumido esta noche.

—Terminé —añadió pocos minutos después.

—Bien, vamos a lavarte la cara —le ofrezco mi mano para ayudarla a levantarse.

La guio hasta el lavabo, abro la llave dejando correr el agua y mojo mi mano para luego pasarla con cuidado sobre su rostro.

—Puedo hacerlo sola, ya me has ayudado mucho.

—Está bien, te esperaré afuera —le informo—. Estaré tras la puerta por si necesitas algo.

Salgo del baño y apoyo mi espalda contra la pared mientras la espero.

La sorpresa me invade al ver dos rostros conocidos acercándose a mí, y no me gusta para nada.

—¡Hasta que decidiste salir de tu cueva! Estuvimos preguntando por ti —habla Daniel.

Daniel es mi mejor amigo, al cual no veo desde hace un año cuando se fue a estudiar fuera del país, pero el problema no es él, es su acompañante. 

—¡Flaco, te extrañé! Estás tan hermoso como la última vez —dice Lia, sonriendo.

Ella, es la hermana de Daniel, fue mi novia durante casi dos años, pero definitivamente no es alguien a quien aprecie mucho, desde que terminé con ella no la había vuelto a ver, ni siquiera en fotos, pues la bloqueé de todas las redes sociales.

—No puedo decir lo mismo —respondo con frialdad.

Se acerca a mí con sus brazos extendidos para abrazarme, pero la esquivo pasando por su lado hasta llegar a Daniel.

—Hermano, a ti si te he echado de menos —le doy un fuerte abrazo.

—Te mandamos a buscar hace rato, con una amiga de Za... —añade Lia, pero se interrumpe—. Con ella —completa la frase, señalando hacia el baño.

Alessia está saliendo con su rostro húmedo, frotando sus ojos.

Rápidamente, me dirijo hacia ella y por instinto la sostengo, aún sigue mareada y no camina muy bien.

—No me dejaste algo para secarme —dice señalando las gotas de agua que caen de su cara, ignorando a las personas que se encuentran observando tras de mí.

Tomo el extremo de mi franela y la levanto por encima de mi cabeza hasta quitármela, la doblo un poco y la acerco a ella, secándole el rostro.

Mi acción pareció haberla sorprendido, porque sus labios y sus ojos se abrieron notablemente, pero segundos después se relajó y su expresión cambió por una leve sonrisa.

—Ya está, ahora estás seca —le sonrío—. Te llevaré a que te acuestes.

Paso su brazo por encima de mi cuello y luego coloco el mío alrededor de su espalda, para servirle de soporte.

—Dani, debo irme —le explico a mi amigo—. Si estarás en la ciudad podemos vernos mañana.

—Sí, veo que tienes algo importante que hacer —me dice con una expresión pícara y entiendo perfectamente lo que trata de insinuar, pero se equivoca.

—Vaya, ahora entiendo por qué esta mocosa salió a buscarte y nunca regresó —comenta Lia con repulsión.

—Ni se te ocurra volver a decirle mocosa, y vete de mi casa.

Es lo único que le digo, no quiero caer en discusiones con esa mujer, de verdad cuando se lo propone es un dolor de cabeza.

Les doy la espalda a ambos y me alejo en dirección contraria, a paso lento por el estado de Alessia.

Al llegar a la habitación de Zahara, toco la puerta, pero no obtengo respuesta, así que la abro.

—¡Zaid lárgate! —gritan al unísono Jace y mi hermana, cubriéndose con una sábana.

«Definitivamente no esperaba encontrarme con esta escena. ¿Cómo me reinicio la memoria?»

Alessia no ha emitido ni una sola palabra desde que salió del baño, lo más probable es que se haya sentido mal por lo que dijo mi ex.

Las habitaciones de huéspedes están ocupadas, así que no me queda más opción que llevarla a la mía.

Abro la puerta frente a la habitación de Zahara, enciendo la luz y el aire.

Con cuidado acuesto a Alessia y le ofrezco una sábana para que se cubra del frío.

—Si quieres ducharte hay un baño ahí —le indico señalando la puerta al lado del armario—. Te vendría bien quitarte el bikini mojado, podrías resfriarte.

—¿Me prestas algo de ropa seca?

—Claro.

Saco de mi closet una de mis franelas más holgadas y unos shorts de pijama que Zahara dejó en mi gaveta.

—¡Quiero mis pantuflas con orejas de conejo! —lloriquea haciendo un puchero.

—Debiste haberlas traído pequeña, aquí no tenemos de esas, pero esto te servirá —le digo entregándole la ropa—. Iré a buscarte agua y una pastilla mientras te duchas, en el baño hay toallas limpias.

Ella simplemente asiente y se levanta de la cama mientras yo salgo de la habitación.

Unos minutos después, termino de servir el agua y me dispongo a volver a la habitación.

—Zaid.

Al escuchar mi nombre detrás de mí no me giro, sigo caminando, pues por la voz ya sé de quién se trata.

—No tengo nada que hablar contigo, creo que fui muy claro al pedirte que te vayas de mi casa.

—¿Es tu novia? —pregunta Lia, refiriéndose a Alessia.

—No te incumbe.

—Vi como la tratas y como la defendiste, no parece ser solo alguna con la que te acuestas.

Mierda, me está haciendo perder la paciencia.

—¿Te gusta verdad? A ver dime ¿Qué tiene ella que no tenga yo? —pregunta con tono burlón.

—¡Maldición ya cierra la boca! Me tienes harto, nada de lo que pase en mi vida es tu problema, preocúpate por tus propios asuntos y déjame en paz —vocifero con furia—. Y a ella también déjala, por favor.

No le permito responder, me alejo a paso rápido y al entrar en la habitación cierro la puerta con fuerza.

Noto como Alessia da un pequeño brinco del susto, y se incorpora en la cama.

—Ya estaba dormida —comenta.

—Lo siento, no quise asustarte, la puerta se cerró sin querer —miento, sentándome a su lado—. Ten, bébete esto, es para evitar la resaca —le entrego la pastilla.

—Perdón —dice después de tragar—. Realmente te estaba buscando porque tu novia me mandó, lamento haberte besado, no sabía que estabas en una relación —me mira avergonzada.

—No es mi novia, es mi ex. No es nadie importante en mi vida, no sé cómo no lo notaste hace un rato —rio entre dientes—. Y no te lamentes por besarme, pequeña.

Se acuesta nuevamente y se cubre con la sabana.

«Qué triste, se veía tan linda con mi ropa»

Me levanto de la cama y tomo una almohada.

—Descansa pequeña, yo iré a dormir en el sofá —le informo mientras le doy la espalda para salir.

—Zaid —habla nerviosa.

—¿Si? —pregunto, tomando el pomo de la puerta.

—Por favor no te vayas, quédate conmigo esta noche.





N/A:

¡Mis amores, he vuelto!🥳
Discúlpenme se que he estado desaparecida y tenía semanas sin actualizar, es que pasaron cosas y pues no había tenido tiempo. Pero, aquí les traje por fin el hermoso capítulo veinte, espero que lo hayan disfrutado mucho❤️

Por favor las #TeamAllan no me odien, yo las quiero😭

Y para las #TeamZaid en multimedia les dejé una linda foto de él en la piscina antes de que llegaran los invitados😍

Si desean votar o comentar, me harían muy feliz, amo leer sus comentarios 🥰

Continue Reading

You'll Also Like

895K 46.7K 36
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
1.1M 53.7K 53
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
580K 96.4K 74
Kylian Craig tiene claras dos cosas: enamorarse debilita y todo se puede negociar, así que cuando se da cuenta de que una de sus más grandes inversio...
59.7M 1.4M 17
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...