Capítulo cuarenta y uno.
¿De qué tienes miedo?
—Necesito enfrentarlos eventualmente, independientemente de si les importa un carajo que no haya estado en casa en días —Aspen suspiró mientras ella y Stiles esperaban a que repararan su jeep después de que Erica lo destrozara tan amablemente.
—¿Realmente no han llamado? ¿Enviado mensajes de texto? ¿Algo? —Stiles dijo con pena.
Se compadeció de Aspen por lo que había sido de su familia. Hace un par de meses, los Carter eran la familia del póster perfecto y funcional. Después de la pérdida de Ace, Aspen se acercó aún más a su mamá y papá. Pero parece que desde que apareció esa única carta en el mostrador de su cocina, no ha sido lo mismo.
Stiles se abstuvo de preguntar de qué se trataba la pelea. Si Aspen quisiera hablar de ello, lo habría hecho.
—Silencio radiactivo —La chica Carter suspiró—. Probablemente podría estar muerta y todavía no les importaría.
—No digas eso —Stiles murmuró, ni siquiera queriendo pensar en la mera idea de que ella estuviera muerta, incluso si era simplemente una forma de hablar en esta circunstancia.
—Me iré a casa esta noche, una vez que terminemos aquí y tu jeep esté listo y funcionando, me iré a casa y me enfrentaré a la guarida de los leones, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —Stiles estuvo de acuerdo, luego se dio la vuelta y vio al mecánico de automóviles jugueteando con su jeep.
—¡Oye! ¿Oye? ¿Q-qué crees que estás haciendo? ¡Todo lo que necesitaba era un motor de arranque! —dijo un chico Stilinski irritado.
—Sí, pero parece que todo tu sistema de escape tiene que ser reemplazado aquí —le dijo el hombre.
—¿Por qué tengo la sensación de que estás sobreestimando un poco el daño?
—Probablemente te costará alrededor de mil doscientos en piezas y mano de obra —dijo el reparador, ignorando por completo la declaración anterior de Stiles.
—¿Estás bromeando? ¡Esta cosa no tiene ni un convertidor catalítico! —Stiles gritó—. Y sí, sé lo que es un convertidor catalítico".
—¿Sabes lo que es un 'diferencial autoblocante'? —dijo el hombre condescendientemente.
—No...
—Sí —se burló el hombre—. Puede que sean mil quinientos.
—Está bien, solo termina —Stiles murmuró, visiblemente poco impresionado.
—¡Esperaremos aquí, hirviendo de impotencia!
Aspen no pudo evitar soltar un resoplido de risa, pero Stiles solo puso los ojos en blanco juguetonamente. Hasta que agarró la manija de la puerta que estaba cubierta con una sustancia pegajosa antihigiénica, lo que provocó arcadas en ambos adolescentes.
—Oh. Genial. Es muy higiénico —Stiles murmuró—. ¡Que establecimiento de calidad que diriges aquí!
—Eso es asqueroso —la chica de cabello púrpura murmuró por lo bajo, levantando la nariz con disgusto mientras Stiles intentaba sacudirse lo que fuera que tenía en la mano.
Aspen vislumbró una foto enmarcada fuera del taller de reparación, una foto del hombre que estaba dentro con una camiseta de lacrosse de Beacon Hills. Cuando pudo ver mejor, el tipo parecía casi idéntico a Jackson. Ella dejó escapar una risa sin humor.
—El idiota pretencioso es un Whittemore. Figuras —dijo, ganándose una risita de Stiles.
Stiles sacó su teléfono de su bolsillo para enviar un mensaje de texto, solo para que su mano comenzara a congelarse. Aspen frunció el ceño mientras lo observaba esforzarse por mover los dedos o los pulgares.
—¿Stiles? —dijo en interrogatorio, entrando en pánico por lo que estaba viendo.
—¿Qué dem... —susurró Stiles, hasta que de repente sus manos enteras comenzaron a temblar.
—Stiles, ¿qué diablos está pasando? —Aspen comenzó a entrar en pánico, tratando de sostener sus manos para que dejaran de temblar, pero fue inútil. Su teléfono celular se le cayó de las manos, cayendo al suelo, mientras el temblor y la falta de movimiento se extendían por los brazos del chico.
Entonces, la chica Carter miró a su alrededor, específicamente dentro del taller de reparación, y casi le da un ataque al corazón cuando vislumbró un cuerpo escamoso con aspecto de reptil. Stiles también lo vio, notó cómo la criatura comenzó a jugar con algunas configuraciones, específicamente la maquinaria que mantenía el jeep arriba.
—¡Oye! —Stiles gritó en advertencia.
—¡Amigo, tienes que salir de ahí! —Aspen gritó.
Antes de que el hombre pudiera hacer algo al respecto, el monstruo reptil le arañó la nuca.
Luego cayó directamente al suelo.
—¿Qué diablos está pasando... —Aspen no pudo terminar su oración, porque segundos después, Stiles también cayó al suelo.
—¡Stiles!
Entonces ella también. En ese momento, se dio cuenta de que cuando fue a tomar las manos de Stiles para evitar que temblaran, cualquier sustancia pegajosa que estuviera en sus manos ahora también estaba en las de ella.
—¡Aspen! —Stiles gritó cuando escuchó su cuerpo caer al suelo, no podía verla porque su cuello estaba paralizado, pero escuchó el gruñido que hizo cuando su cuerpo golpeó el suelo.
—¡Estamos jodidamente paralizados! —Aspen gritó de miedo cuando perdió toda capacidad de movimiento en sus extremidades.
—Yo... —Stiles gruñó—. Puedo alcanzar... el teléfono...
Trató desesperadamente de mover su cuerpo por el suelo para llegar a su teléfono que estaba a menos de un metro de él. Usó toda la fuerza que tenía para usar sus dedos temblorosos para tratar de marcar el 911, pero cuando miró hacia arriba, vio que su propio jeep descendía lentamente sobre el cuerpo del hombre.
—¿Asp? —él gritó.
—Mmmm —su voz temblaba de miedo.
—¡Cierra tus ojos! —él advirtió.
Recordó cómo ella le dijo una vez que no sería capaz de soportar ver a alguien morir frente a ella, incluso si era un extraño. Quería salvarla de esto.
Aspen no lo cuestionó, entrecerró los ojos para evitar ver lo que fuera que Stiles no quería que viera.
Stiles mantuvo los ojos abiertos por puro pánico mientras observaba cómo la maquinaria se derrumbaba sobre el reparador, pero los cerró justo a tiempo para no ver su muerte real. Ver su cuerpo aplastado y sus restos salpicados en las paredes sería suficiente para marcarlo de por vida.
Sus ojos se volvieron a abrir momentos después, cuando no escuchó un grito o el sonido de huesos rompiéndose, cosas que debería haber escuchado.
Cuando sus ojos color avellana se abrieron de golpe, se encontró con la criatura reptil justo en frente de él, inclinando la cabeza, simplemente mirando.
Después de un par de segundos, el monstruo se alejó de Stiles y se acercó a la chica. Aspen escuchó los débiles sonidos de silbidos a su alrededor y abrió los ojos por instinto corporal. Cuando sus ojos esmeralda se abrieron de golpe, se encontró con lo mismo.
Solo que el monstruo escamoso la miró mucho más que a Stiles. Los ojos de Aspen estaban vidriosos por las lágrimas que amenazaban con derramarse, pero no las dejó. Dejar que las lágrimas se derramaran requeriría parpadear, lo cual, por alguna razón, no se atrevía a hacer.
Esta cosa parecía reconocerla, incluso conocerla.
—¿Q-quién eres... —su voz se estremeció en un susurro, pero tan pronto como pronunció las palabras, la criatura se escabulló tan rápido como entró.
. . .
—Te lo dije, simplemente... entramos y vimos el Jeep encima del tipo. Eso es todo —Stiles le mintió a su padre una vez que apareció la policía debido a la llamada al 911.
—¿Qué le pasa a tu mano? —El sheriff Stilinski le preguntó a su hijo, notando que estaba temblando un poco.
—Nada —Stiles lo rechazó—. ¿Puedo salir de aquí ahora? Necesito llevar a Aspen a casa —señaló con la cabeza en dirección a la chica, que estaba parada sola, envolviendo su chaqueta de cuero apretadamente alrededor de su cuerpo para calentarse.
—Mira, si hay algo que no crees que puedas decirme...
—¿Crees que estamos mintiendo?
—No, claro que no —dijo el Sheriff—. Solo estoy preocupado por ti. Ahora, si viste a alguien hacer esto, si tienes miedo de que tal vez regresen y se aseguren de que no digas nada al respecto...
—No vi nada, no vimos nada, en absoluto. ¿Puedo irme ahora, por favor?
—Claro... Pero, no en tu Jeep. Vamos a tener que incautarlo —le dijo su padre, ganándose una mirada poco impresionada de su hijo—. Lo siento, hijo. Es evidencia. Asegúrate de que ella llegue a casa a salvo y te veré cuando regreses.
—Lo haré —Stiles lo prometió—. ¡Pero al menos asegúrate de que lo laven! —agregó, refiriéndose a su jeep.
Su padre se alejó y Stiles se apresuró a salir de allí con Aspen.
Prácticamente corrió hacia ella después de que la conversación con su padre llegó a su fin. Estaba fría, temblando, lo cual no pudo descifrar si era por la temperatura o el miedo o ambos.
—Oye —dijo en voz baja, llamando su atención mientras ella levantaba la cabeza para mirarlo a los ojos—. Somos libres de irnos, vamos.
Ella no respondió con palabras, simplemente asintió mientras los dos comenzaban a caminar. Afortunadamente, Beacon Hills era una ciudad razonablemente pequeña, todo estaba a poca distancia a pie hasta cierto punto.
. . .
La pareja caminó en silencio por un rato. Ninguno de los dos sabía realmente qué decir después de lo que acababan de presenciar y experimentar.
El silencio era definitivamente incómodo, pero ninguno de los dos hizo un esfuerzo por romperlo hasta que la casa de Aspen estuvo a la vista.
Doblaron una esquina para estar en su calle, pero las piernas de Aspen de repente dejaron de caminar mientras sus ojos se fijaban en la casa. Stiles también se detuvo, y cuando se giró para mirarla, para preguntar por qué se había detenido de repente, notó que estaba llorando.
Ella había estado llorando en silencio.
—Oye, Asp —dijo en voz baja, con calma y con comodidad mientras tomaba su pequeña mano entre las suyas—. ¿Qué es? ¿Es lo que pasó allá atrás?
Ella no respondió de inmediato, y Stiles se preocupó cada vez más. Empezó a hacer círculos con el pulgar en la palma de su mano para tratar de aliviarla. No estaba llorando, pero sus ojos estaban rojos y brillantes y una lágrima rodaba por una de sus mejillas.
—Asp... —repitió, continuando con el movimiento circular en la palma de su mano.
—Tengo miedo —ella finalmente habló. Sus ojos se elevaron para encontrarse con los de él, viendo cómo la miraba con tanta preocupación. No dijo nada más, solo que estaba asustada.
—Está bien tenerlo —Stiles susurró—. Yo tengo miedo, diablos, siempre tengo miedo. Sería raro si no tuviéramos miedo —Trató de consolarla, pero la expresión solemne que ella tenía no vaciló, así que continuó.
—No somos esos mismos niños que fueron a buscar un cuerpo en el bosque hace tantos meses. Hemos visto cosas ahora, sabemos cosas. Y es aterrador.
—No tengo miedo de lo que sea que sea esa cosa —Aspen habló, tomando a Stiles por sorpresa. Pensó con seguridad que eso debe haber sido de lo que ella estaba hablando.
¿De qué otra cosa estaría asustada?
—¿Entonces que es? —preguntó él, entrelazando sus dedos con los de ella—. ¿De qué tienes miedo?
Pasó un momento de breve silencio, mientras otra lágrima corría por el rostro de Aspen. Stiles obviamente había visto llorar a la chica antes, pero no sucedía a menudo. Pero cuando ella lloraba, le rompía el corazón.
Entonces ella finalmente habló, respondiendo a su pregunta.
—De mi papá.