Hablándole a la luna de ti ©

By spaceymoonn

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«Cuando la luna este acompañandote por tu jardín, imagina que también estaré yo, a tu lado. Cuidare tu camina... More

⚘ Hablándole de ti.
⚘ P E R S O N A J E S.
1 | Bajo las estrellas.
2 | Prometió volver.
3 | Vestido blanco.
4 | Mi desespero por el saber.
5 | Tiempos incorrectos.
6 | Reglas de la sociedad.
7 | Brutalidad: La cruda realidad.
8 | Después de la tormenta.
9 | Nos gobierna la avaricia.
10 | Mi bella damisela.
11 | Descubriendo cosas de ti.
12 | ¿Cuál es tu nombre?
13 | Simpáticos hoyuelos.
14 | La primavera llegando.
15 | Miedos.
16 | Amaneciendo con el sol.
17 | Las calles de Buenos Aires.
18 | Nostalgia.
19 | Algo inesperado.
20 | Quiero ser libre, no valiente.
21 | Querida Lydia.
22 | Desesperación, injusticias y miedo.
23 | Mujeres sin libertad.
24 | Los Fontaine.
25 | Vísperas del festival.
26 | Máscaras y un hombre muy pesado.
27 | Cuando veas a la Luna.
29 | Notas.
30 | Recuerdos.
31 | Conociendo a los Moretti.

28 | Mil preguntas, pero ni una respuesta.

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By spaceymoonn

Un sol cálido se filtraba por los vidrios de aquellas elegantes ventanas, iluminando cada rincón de la habitación haciéndolo lucir mucho mejor a cuando está oscuro y sólo las sombras de los objetos se podía ver. Incluso los rayos de este llegaban el maquillaje que la joven olvido limpiarse de anoche. Y con una mueca de desagrado, por que le molestaban, comenzó a abrir sus ojos lentamente como si fueran dos persianas.

El ruido de la puerta siendo abierta bruscamente provocó que tomará con sus manos las sábanas y se ocultara entre ellas, sin querer ver ni un poco de luz solar.

──Se que estas despierta, Eva. Es mejor que te vayas levantando o me iré sólo a la feria.── Exclamó un muchacho que se apoyaba contra el marco de la puerta, con aires de que no tuvo una buena mañana y con su mirada hacia cualquier punto de la habitación.

──¿Crees tu que esas son maneras de despertar a alguien?── gruñó destapandose con fastidio y llevando sus pies al suelo, sus dedos se cerraron sobre la madera al sentirla tan gélida ¿Por qué si había sol las maderas no llegaban a ser un poco cálidas?

──Me da igual. Sólo quiero que te levantes por que vamos a llegar tarde. ──sus ojos casi verdes finalmente tuvieron contacto con los de Eva, sintiendo como esta lo miraba molesta y el negó. ──Ni me mires así, yo te dije que nos íbamos temprano o no tendríamos lugares. Tu elegiste ir a esa fiesta, llegar tarde y quedarte no se que haciendo en la ventana en la mitad de la madrugada.── la excusó con su dedo índice.

──Sólo disfrutaba la noche...── musito recordando como escribía en su libreta, a la luz de la luna, lo bien que la paso esa noche, dándoles también un pequeño protagonismo a los malos sucesos que también paso, escribió tanto que luego su mano había comenzado a doler y tuvo que darse un descanso.

──¿Mirando a la luna?── elevó una de sus cejas y haciendo su mirada intimidante que tanto lo caracterizaba.

──Si, ¿Por qué no? A veces esta bien tener un buen momento para uno y mirar la luna me parece increíble...

──Estas loca. ──negó masajeando su cien, Eva le mostró su dedo corazón y este rodeo sus ojos por sus ocurrencias.── Vístete y nos vamos.

──Necesito desayunar, aún no como nada.

Se levantó de su cama, con las sábanas alrededor de su cuerpo y poniéndose sus pantuflas, yendo hasta donde estaba su hermano que se encontraba con una mano en los bolsillos.

──No tenemos tiempo...──puso por completo la palma de su mano en el rostro de la joven y la obligó a dar unos pasos a atrás.──Te vistes y comes allá.

En modo de reproche Eva chillo enojada.

──¡Sos un fastidio! sólo quieres ir a ver mujeres que puedan levantar tu ego...

La interrumpió de forma rápida.

──¿Acaso es un crimen?── ironizó.

──¿Acaso es un crimen ser tan fastidioso?── replicó elevando una de sus cejas y viéndolo con una de sus peores caras.

──Vístete ya.

Con una voz de enfado cerró de un portazo la puerta haciendo que Eva se sobresaltara en su lugar. Sus rasgos se transformaron para hacerle burla y fue a ponerse una vestimenta acorde para ir a la feria. Siempre se hacían este tipo de ferias, donde se podía jugar a diversos entretenimientos, tambien vendían revistas y libros clásicos de autores famosos característicos de la época. A Eva le encantaba este tipo de cosas y sobre todo la venta de libros, leer era su gran pasatiempos después de tomar café y escribir en su libreta.

Una suave tela decoraba una camisa, camisa que se decidió poner la joven junto con un saco lila que cominaba con la falda que llevaba puesta. Su cabello rubio se caia en hondas muy elegantes hasta su cintura. Eva sabía lucirse con sus perfectos atuendos y formas de peinarse.

A los minutos de estar pronta, salió de su habitación y al bajar las escaleras se encontró con su hermano que movía inquieto su pie sobre suelo, dándole pequeños golpes a este sin parar. La paciencia no era una virtud que destacaba a su hermano. No sabía esperar, todo tenía que ser rápido y a ella le ponía de mal humor que la apuraran. Entre los se armaba un combo totalmente explosivo.

──Si demorar fuera un crimen, ya te hubiesen condenado a perpetua.

──Mientras esperabas, ¿Ingeniabas una frase para contraatacar lo anterior?

Soltó una risa haciendo que el contrario saliera primero de la casa y dejándola atrás, con rasgos en su rostro que delataban lo enojado que se le veía. Lo que para Eva acababa de confirmar que si, efectivamente el se había quedado pensando algún tipo de contraataque y eso lo que causaba más gracia todavía.

Después de aquello fue corto el viaje, ninguno de los dos emitió sonido desde que se fueron. La música y la lectura de un libro pequeño de Eva, era el ambiente que estaba en ese momento. Los pasos curiosos de la joven resonaban por las calles de la excéntrica feria de la ciudad. Música, bailes y talentos se podían sentir desde las veredas, el ambiente, además de sonoro, resultaba ser uno sereno, donde todos se ayudaban y estaban para el otro. Multitudes de personas en sus puestos vendiendo infinidades de elementos variados; desde libros, a discos de vinilo, joyas y accesorios para vestir y típicas comidas hecha por la gente que desde muy temprano comenzaron a vender. A Eva sólo le interesaba un único puesto. El de los libros.

──No demores mucho.── Eva rodeo sus ojos y se dispuso a ver a sus alrededores.── Tengo que salir de noche, no quiero llegar tarde.

──¿A dónde vas?── preguntó llevando su mirada a el.

──A comprar un cazador de curiosos.

──¿Un que?── fruncio su ceño sin entender a lo que se refería, el se rió y negó levemente.

──Oh, soy un genio. Acabo de cazar uno, sin ninguna máquina y uno muy estúpido.── A lo lejos se podía divisar un pequeño puesto de libros, puesto que tuvo la atención completa de Eva.

──Eres patético.──rodeo sus ojos y con su mano jalo la manga de su hermano y luego fue tirando de este hasta llegar al puesto.

──Tratame con delicadeza que me rompo.── se acomodó las hombreras del saco que se bajaron por el tirón que sufrieron.

──A ver si te rompes y se te va un poco el ego.

El sonrió acomodando su cabello elegantemente. ──Es inevitable, querida.

Eva suspiro negando por las palabrerías que su hermano tiraba. Sus ojos se vieron inmersos en el puesto finalmente, viendo los maravillosos clásicos que se encontraban todos apilados en una enorme torre de libros; Romeo y Julieta, Jane Austen, Mujercitas, Don Quijote, La Divina Comedia, Oscar Wilde y miles más que Eva se disponía a leer su breve descripción en la tapa de atrás que se encontraba en los respectivos libros.

Mientras Eva se dedicaba a leer con entusiasmo los clásicos. Los ojos de su hermano vagaron por el lugar hasta encontrarse con una figura bastante conocida, que para el, hubiese preferido encontrarse en ningún momento. Se detuvo unos segundos en mirarlo con detenimiento, observando para asegurarse que era esa persona. Su vista se volvió a sus zapatos cuando el contrario se dio cuenta de su presencia y el ritmo de su corazón se volvió nervioso y acelerado. Volvió a su compostura intimidante para no verse sospechoso, pero por dentro se moría por un filoso nerviosismo. Su mirada en alto esperando a que su hermana termine su pequeño momento entusiasta con los libros.

──¿Eva?

Pregunto un joven de rizos naranjas, acercándose sigilosamente hacia ellos, observando atentamente a los dos, sabiendo que los conocía bastante bien. El ambiente se volvió tenso con muchas preguntas queriendose responder.

──Soy Fausto...──La joven lo miro tratando de recordar aquel nombre y al chico reconocer que está no recordaba su nombre hablo nuevamente. ──...el amigo de Lydia, nos encontramos en la cafetería.

El chico de rulos naranjas replicó pero su vista se encontraba en la del hermano de Eva. Que con su ceño fruncido aún se mantenía cabizbajo y jugueteando con sus dedos.

──¿Lydia?── subió su cabeza para ver a su hermana.── ¿Quién es Lydia?

──Una...una...──zapateo con su pie el suelo y nerviosa trato de pensar que decir, tenía al mejor amigo y a su hermano mirándola expectante a lo que respondería, aunque el primero parecía más confundido que nunca.──...una amiga que conocí.── se rio nerviosa.

──Ajá...una amiga ¿Y donde la conociste?── Elevó una de sus cejas.

──Tanto tiempo sin verte, Ramiro.── replicó con una sonrisa de oreja a oreja, pero el rostro del chico se volvió blanca como una pared, nadie podía saber que se conocían y menos su hermana.

No tenía que saber sobre su vida.

──No te conozco, lo siento.

Eva escuchaba como toda una fisgona la conversación. ¿El amigo de Lydia y su hermano se conocían? ¿De dónde? Distintas preguntas iban y venían en su cabeza, pero sabía lo reservado que era su hermano. Daba por hecho que no se respondería ninguna.

Quizás sólo era un amigo que conoció de algún bar.

Fausto iba a hablar, pero la joven lo interrumpió queriendo saber sobre su amada.

──¿Sabes algo de Lydia?── Pregunto dando algunos pasos hacia el chico.

──¿Quién carajo es Lydia?── volvió a preguntar su hermano y aún seguía sin su respuesta.

──Solamente se que iba a venir conmigo a la feria pero su padre no la dejó.── alzó sus hombros con tristeza, contagiando a Eva que hizo una mueca con sus labios. ──Su padre es un poco duro, no le gusta que se junte conmigo.

Su mirada fue hasta Ramiro que tenía sus ojos puestos en el, pero los quitó cuando se dio cuenta que fue descubierto.

──¿Nos vemos hoy?── cuestionó guardando sus manos en los bolsillos al sentir un poco de frío.

──¿Se iban a ver hoy?── pregunto confundida.

──No.── dijo con cierta frialdad, haciendo que el corazón del contrario se estrujase.── No nos podríamos ver, por que nisiquiera lo conozco ¿No es así? ──con su mirada brava, apretó sus labios formando una línea y lo fulmino con su mirada.

──Si...si es verdad.── titubeo apretando sus dedos en los bolsillos ya que una cierta tristeza mezclado con rabia comenzaba nacer dentro de su pecho. ──No nos conocemos, me confundí. Te habré confundido con mi pareja. ──sonrió con una falsedad casi notable.

Elevó una de sus cejas y tomo del brazo de su hermana. ──Vámonos Eva.

──Pero recién llegamos y aún no pude comprar un libro...

──Perdiste tu tiempo, ya es tarde. Nos vamos. ──replicó aún mirando mal al contrario y jaló del brazo de Eva para la dirección de la salida.

──Me lastimas Ramiro...──dijo entre dientes tratando de zafarse de su hermano.── ¡Hasta luego, fausto! ──Saludo con su mano libre, provocando que su hermano volviera a jalar de su brazo. ──Sueltame idiota, no soy una niña pequeña.

Ambos se fueron de aquella feria. Los dos se encontraban con un mal humor que cada segundo crecía aún mas. Estaban enojados, no sólo uno con el otro, sino que Eva por no haber visto a Lydia y por no poder comprarse un libro. Y Ramiro por aquel encuentro tan inesperado, jamás creyó que se lo cruzaria, y mucho menos que su hermana lo conociera.

Eva al llegar a su dormitorio, con su ceño fruncido y sus brazos cruzados sobre su pecho. Noto que la luna se iba acercando poco a poco a su ventana. Indicando que la noche lentamente se acercaba. Y eso la puso contenta, olvidándose de su mala tarde. La luz de la luna se reflejaba en la tapa de aquella libreta. Libreta que contenía los pensamientos y esas esquelas que iban dirigidas a Lydia. Le recordaba las madrugadas desveladas por culpa de esos rulos chocolate, esas sonrisas que se formaban en sus mejillas cuando esos labios carmesí aparecían como unos intrusos por su mente. Con una emoción que recorría por sus dedos, tomo la pluma que estaba en su escritorio, la miro por unos segundos y se fue sentando en la silla. Su vista fue a la ventana mientras que abría aquella libreta y con una enorme sonrisa plasmó las más lindas palabras.

Aún me acuerdo de esa noche.
Mis manos aún sienten la suavidad
de las tuyas y mis ojos recuerdan
los pocos lunares que marcaban tu piel.

¿Cómo se podía ser tan bella con
esas perlas que decoraban tu cuello
y ese vestido marcando
la silueta de tu cuerpo?

¿Cómo algo tan lindo era tan simple
y elegante a la vez?

Mis labios aún recuerdan los
tuyos sin reproche,
aún recuerdan
la textura suave de estos
¿Qué clase de hechizos me has
tirado que quisiera tenerlos
siempre pegados a los míos?

Espero que la luna te haya
deseado las buenas noches por mi,
querida mia.

Eva.

Un ruido la hizo sobresaltar en su asiento, eran como unas pisadas que intentaban ser sigilosas pero que aún así se lograban hacer notar. Esas pisadas no cesaban con los segundos ¿Y si alguien había entrado a robar? En su rostro se notaba el miedo que comenzaba a sobresalir en ella, pero su curiosidad la hacia querer bajar para ver que nada malo estuviera pasando en su propia casa. Era una mujer con mucha fortaleza, por lo que decidida tomo una bocanada de aire y cerró sus ojos tratando de recuperar la compostura de señorita valiente. Antes de salir, y para estar más segura, tomo su secador con sus manos ¿A quién lastimaria con un secador? Probablemente a nadie. Pero ella pensaba que era su mejor defensa. De su cuarto comenzó a salir, con sus pies temblando y tratando de no hacer ningún tipo de ruido. Y si mejor era no respirar, lo intentaría. El ruido de las llaves resonó por la casa ¿Los ladrones tenían las llaves de la casa?

──¡Mierda!

Aquello la paralizó, ese insulto no podría ser de ningún ladrón. Nuevamente respiro profundo y fue bajando las escaleras. Una por una, pisando suavemente y sin hacer estruendo.

"¿Ramiro?── pensó la joven."

Se detuvo en la mitad de la escalera y recordó que su hermano se iba de noche ¿Por qué no le aviso? ¿Por qué saldría a escondidas si sólo se iría? ¿Qué secretos guardaba? Dejó el secador en el último escalón y cuando su hermano cerró la puerta, aprovechó para correr de puntitas de pie hasta la ventana que tenía al lado.

Su ceño estaba fruncido. Ramiro se encontraba entre la oscuridad de la noche, con sus manos en los bolsillos de un traje muy elegante y en sus labios tenía un cigarrillo. Se notaba nervioso, sus pies caminaban de un lado al otro en la cera, parecía querer esconderse de alguien o algo en especial.

¿Pero de que?

Eva se escondió debajo de la ventana con su corazón a mil por hora, cuando la cabeza de su hermano se volteo hacia la dirección de donde estaba. Cerró sus ojos esperando que este no descubriera que lo estaba espiando descaradamente. Unas hojas ser pisadas hizo que Eva volviera a su hermano, que ahora tenía entre sus dedos el cigarro y este estaba viendo a una figura que se acercaba a el. De algún lado le resultaba conocida dicha figura. Pero gracias a la oscuridad de la noche no se reflejaba bien su rostro. Aunque unos rulos se asomaban entre las sombras, estaba aún más confundida que antes.

Estos hablaban y como toda fisgona quería saber de que charlaban, entonces con sus dedos trato de abrir un poco la ventana.

──¿Así que pareja?

Reconoció la voz de su hermano inmediatamente.

──¿Así que desconocidos?

Fruncio su ceño al escuchar la voz de un hombre, pero no cualquier hombre. Esa voz creía conocerla bien, aunque no quería sacar conjeturas tan apresurada. Decidida a querer escuchar más y descubrir esa extraña figura, trato de abrir un poco más la ventana.

Esta estaba media dura y no podía abrirla.

──¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!── susurró muy bajito Eva cuando está hizo un chirrido al hacer demasiada fuerza y se escondió nuevamente. Su respiración comenzó a acelerarse cuando pensó que la descubrieron, estaría en graves problemas si eso pasaba.

──¿Hola?── Escucho de nuevo la voz de su hermano. ──¿Eva?

──Nunca me contaste que tenías una hermana. ──Le reprochó le desconocido y poco a poco Eva comenzaba a salir de su escondite tratando de no volver a ser descubierta.

──Y vos que tenías pareja.

──Sabes bien que lo inventé.

Su hermano estaba...¿Celoso? ¿De dónde se conocían?

──Sólo vámonos, llegaremos tarde y reserve una mesa.

Estaba perpleja, sin creer lo que sus ojos podían ver, ni sus oídos oír ¿Su hermano se veía a escondidas con un hombre? Sus manos se apretaban al borde de la ventana, viendo como Ramiro tomaba con sus dedos largos la mano del contrario y este le sonreía levemente. Era una situación bastante difícil de asimilar y mucho menos con la imagen que su hermano quería darse a demostrar.

¿Tenía un romance a escondidas?

Eva tuvo un deja vú al aparecerse esa pregunta por su mente.

La figura extraña beso la mejilla de su hermano, para pronto encaminarse hacia el otro lado de la casa. Y daba la casualidad que un foco decoraba la vereda, foco que daba la poca iluminación del barrio. Ambos pasaron por abajo de este y el desconocido pudo darse a conocer. Eva abrió sus ojos como platos, su boca se abrió en una enorme "O" al verle el rostro al hombre. Paso su mano por su cabello consternada, pérdida, confundida. Esta noche no dormirá, esta noche se daria el lujo de hacerse miles de preguntas.

Algo cambiaría en su forma de ver a los dichos personajes.

¿Qué estaba pasando realmente?

Con sus cejas al cielo y con una mirada total de sorpresa susurró:

──¿Fausto?

Y aquel nombre se perdió entre las paredes de la casa.


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