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Día 27
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—Chuya Nakahara, por favor... Acepta tener una cita conmigo.
En medio de la sala de estar, Dazai se encontraba arrodillado frente a Chuya; el pelirrojo —con los brazos cruzados— se mantenía mirando con el ceño fruncido al contrario.
Akiko —la amiga inseparable de Dazai—, actuaba como espectadora mientras fingía leer una revista de chismes en el sillón.
—¿Te estás escuchando? —cuestionó con frialdad al pelirrojo.
—Si, te acabo de proponer una cita —en su rostro había una sonrisa encantadora—. Esta noche quiero solo seamos tu y yo, Chuya.
—No. Estás loco —giró la cabeza, no queriendo verlo.
Una risa se escuchó en el fondo.
—Chuya, no me hagas quedar mal frente a Akiko...
—¿Por qué no me dejas pensarlo...?
—No tienes nada que pensar. La reservación está lista.
—¡¿Por qué haces las cosas sin preguntar?!
Dazai se puso de pie, tomó ambas manos del más bajo y lo atrajo hacia él abrazándolo por la cintura. Esto causó que Chuya se avergonzara e intentara alejarse, pero todo esfuerzo fue en vano.
—Chuya... hasta que llegue ese día, tu y yo somos una pareja —susurró— ¿Ya lo olvidaste?
—N-No, solo que... me gustaría que me invitaras con anticipación...
—¿Eso es un "sí"?
Maldición, cada día que pasa se vuelve una tortura no poder negarme a lo que pide.
—Sí...
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—Chuya, ¿podemos hablar? —Akiko se asomó por la puerta de la habitación.
No esperó una respuesta del pelirrojo que se miraba en el espejo del tocador, sabía que cualquier cosa que pasara podía decírselo sin titubear.
Soltó un suspiro, acomodó su cabello y se cruzó de brazos recargándose en el marco de la puerta; su vista estaba fija en el suelo, ¿por dónde debería empezar?
Su alma se sentía demasiado tranquila, su mente estaba llena de recuerdos que la hacian comparar el antes con el ahora. Un sentimiento extraño que había decidido ignorar desde que puso un pie en esa casa días atrás, pero ahora no podía ignorarlo.
—Se trata de Dazai —rompió el silencio.
—¿Que ocurre con él? ¿Te preocupa que salga con él? Estaré bien.
—No, creo que estás en buenas manos.
—¿En serio? Me parece que Dazai es un tipo peligroso... De solo imaginar lo que tiene planeado me pone los nervios de punta.
—No quiero que vuelvas a verme así, pero es algo que no puedo ocultar más.
—Akiko...
—Es demasiado pronto, ¿no es así? De cualquier manera, gracias por cuidar de Dazai.
Chuya no lo comprendió, ladeó la cabeza y dirigió su mirada hacia Akiko.
—Creo que es él quien ha estado cuidando de mi...
—Desde que Odasaku falleció, Dazai no volvió a ser el mismo... Estoy segura que su corazón le perteneció de una manera especial, pero había algo en él que lo hacía sentirse vivo.
La sonrisa de Akiko era melancólica.
—Cuando te conocí, la primera impresión que tuve de ti es que estabas por él por lo que podía ofrecerte y que en cualquier momento le romperías el corazón... aún si él ya me había hablado de ti, no podía permitirme que nadie lo lastimara y se aprovechara de su fragilidad...
¿Frágil? ¿Ese tipo?
—... pero me equivoqué. Tus sentimientos por él son puros y brillantes. Es por eso que...
Los ojos violeta de la mujer pasaron de estar viendo el suelo a mirar a aquellos ojos azules que exigían una explicación a sus palabras.
—... elige quedarte con él... Sería una desilusión no tener que verte aquí nunca más y verlo a él hundido nuevamente en esa depresión.
—¿Elegirlo? —dejó escapar una pequeña risa— Aún es muy pronto para pensar en eso... Porque al principio, lo único que quería era irme de aquí.
—¿Aún piensas que no te gusta estar aquí?
—Yo, en realidad...
—Chuya, el auto está listo.
Ambos —Yosano y Chuuya— dieron un pequeño brinco al escuchar la voz que se había filtrado de un momento a otro en la habitación: era Dazai.
—¿Los interrumpí? —cuestionó intrigado.
—¡No, para nada! —se apresuró a decir la mujer— Solo le estaba dando consejos a Chuya de como sobrevivir a una cita contigo.
—No es un nuestra primera cita —alzó la ceja, sospechando.
—¿Y eso qué? ¿Por qué no hacer de esta, o las que siguen, tus primeras citas? Dios, ustedes los hombres son todos unos idiotas.
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Desde que Odasaku falleció, Dazai no volvió a ser el mismo... Estoy segura que su corazón le perteneció de una manera especial, pero había algo en él que lo hacía sentirse vivo.
¿Cómo habrá sido la relación de Odasaku y Dazai? ¿En verdad eran tan felices? ¿En verdad Dazai se sentía vivo al estar con él?
Debió ser un hombre maravilloso.
¿Cómo se siente Dazai al estar conmigo? Aunque, no debería ser algo que me importe...
Sé que al finalizar todo esto, tenemos que decir algo... ¿realmente me siento preparado para esto? Ya lo intenté una vez, ¿y si no vuelve a funcionar?
No quiero ser su segunda opción... siempre me ha visto así... El hecho de que ayer hayamos tenido eso en ese lugar que tal vez le perteneció a él, significa que no puede olvidarlo y que me ve como plato de segunda mesa...
Si extraño tanto mi vida afuera, ¿por qué tengo miedo de alejarme de él?
—Chuya...
¿Por qué simplemente no puede decir que no quiere corresponderme?
—Chuya...
¿Por qué esta tortura simplemente no termina?
—¡Chuya!
Al escuchar el grito, el pelirrojo se sobresaltó. El auto estaba estacionado unos cuantos semáforos antes del lugar de destino.
Se dio cuenta que había estado por unos segundos sin parpadear porque sus ojos ardían; los frotó suavemente y el nudo que inconscientemente se había formado en su garganta le había ocasionado dolor, por lo que esperó unos segundos antes de contestar el llamado de su conductor.
—¿Estás bien? Has estado raro desde que salimos de casa.
—Si, si... Lo siento. Estaba pensando en que nos vamos a divertir mucho.
—Mentiroso —dijo a la par que el semáforo cambiaba de color.
—¿Hah? No estoy mintiendo. Aquí el único mentiroso eres tu.
—No sé de que estás hablando, pero el tiempo que llevamos jugando a los novios no he te mentido una sola vez. A diferencia de ti, que vociferas a mis espaldas con Akiko y mientes.
—¿Escuchaste algo de nuestra conversación?
—Voy a reservarme el derecho a la respuesta... Solo puedo decirte, que dejes de sobrepensar las cosas.
—No sé de que estás hablando, bastardo —chasqueó la lengua con desagrado—. Será mejor que regreses el auto, ya no quiero...
—No. Te dije que la reservación está lista y no vas a matarme el momento.
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Un restaurante de primera clase; comida que nunca había probado; un delicioso vino tinto y whisky, acompañado de la mejor música jazz.
Dazai estaba arrepentido de haberle dado a beber esa botella de vino a Chuya, ahora más que nunca estaba convencido que era un peligro andante cuando tomaba.
La siguiente parada era un hotel cerca del puerto de Yokohama.
Había tenido que soportar a Chuya quejarse de sus deberes en el trabajo y toda la carga que se le acumularía una vez retomara sus actividades regresando a su vida normal. Apenas y había entendido una sola palabra de lo que decía, porque sus palabras eran barridas, pero era evidente que se quejaba.
En el auto, también tuvo que soportar a Chuya quejarse porque quería probar un poco más la especialidad de la casa. No había quedado satisfecho con una sola botella.
Llegando al hotel, lo cargó y llevo hasta su habitación; en recepción le preguntaron si todo estaba bien entre ellos porque el pelirrojo no dejaba de patalear y pedir que lo bajara. Dazai solo dijo que estaba pasado de copas (nada que no fuera cierto).
En la habitación, lo arrojó a la cama. Dazai odiaba tener que cargar a las personas, sobre todo cuando lo hacian pasar vergüenza frente a la multitud.
—Deberías dejar de quejarte por un minuto...
—Dame la... botella de vino —dijo, alargando la vocal.
—Aquí no hay vino —lo miró de reojo mientras de quitaba el saco y desajustaba la corbata.
—¡Dazai! ¡Estoy harto de todo esto!
—¿Harto de qué? —se acercó a él.
—De esto... Mírate, te ves tan estúpido estando encima mío... Siento que me asfixias...
—Bueno, no estás en derecho de quejarte. ¿Te gustó la comida?
Chuya asintió exagerado, tomando el rostro del contrario con ambas manos.
—Es hora del postre, ¿que piensas?
—Dazai, ¿te sientes bien conmigo?
El castaño alzó una ceja, la pregunta le había caído por sorpresa. No podía permitirse decir nada que lo delatara hasta el último el día, nada que pudiera confundir los sentimientos de ese pelirrojo vulnerable.
—Akiko... ella me dijo que tu eras feliz con él... con Odasaku...
—Vaya que si eres del tipo "mala copa" —expresó con un poco de molestia.
—Todos me lo recuerdan... Verlaine, Akiko... ¿por qué saben tanto de él? Me pregunto si estoy haciendo algo mal...
—No, no... Chuya, no has hecho nada malo.
—Por eso, ahora me pregunto si estoy cumpliendo el propósito de hacerte feliz... aunque sea un poco... no quiero que me hagas a un lado...
¿Qué debía responder en momentos como ese? Los ojos de Chuya estaban llenándose de lágrimas y ese sentimiento le causaba intranquilidad.
Pensaba que Chuya no tenía motivos para sentirse así, pero bien dicen que en estado de ebriedad uno saca lo que realmente está pensando...
Los niños y los borrachos no mienten, eso solía decirle Odasaku.
Y ahora lo entendía.
Sin embargo, decir algo tan pronto podría ser perjudicial en los sentimientos de ambos porque al final del día, Chuya no recordaría nada.
Las palabras se irían con el viento y sus sentimientos no llegarían de la forma correcta.
Entonces, ¿que debería hacer o decir?
—No puedo devorarte si estás así... Me rehuso siquiera a tocarte, no quiero hacerte daño mientras estás confundido...
—¿"Devorarme"? ¡¿Eso es lo único que te importa de todo esto?! ¡Dime algo! ¡Dime que te hago feliz!
—Chuya... ¿Recuerdas mi promesa? Cuando ese reloj de allá atrás de la media noche, solo quedarán tres días... ¿Qué harás si mis sentimientos cambian mañana?
—Aún no lo olvidas, ¿cierto? Al diablo nuestra promesa, bastardo... Te amo, estoy enamorado de ti. Me pregunto que sería pasar mi vida contigo... Ya no quiero una vida en la que no estés tu...
Sus labios rozaron los del castaño, quien parecía resistirse a tener contacto de cualquier tipo.
Está confundido. ¿Por qué de todas las personas Akiko tenía que mencionarle a Oda?, pensó.
Sabía que era injusto culpar a su amiga... Porque era cierto, había escuchado parte de la conversación que ambos había tenido.
—¿Qué dices, Dazai? ¿Vas a corresponder mis sentimientos?
—Voy a cumplir mi promesa, Chuya. Es lo que elijo. Duerme... mañana solo tendrás dolor de cabeza.
Lo único que pudo hacer Dazai en ese momento fue abrazar a Chuya, quien se encontraba inquieto y queriendo besarlo. Todos los esfuerzos del pelirrojo continuaban siendo en vano, Dazai se rehusaba a hablar y eso había ocasionado que llorara incontrolablemente.
No estaba feliz por tenerlo así.
No se suponía que esa noche sería de esa manera.
Al amanecer, quizá Chuya lo odiaría.