SUNFLOWER | Harry Potter

By etrnaldream

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γ…€βͺ π—¦π—¨π—‘π—™π—Ÿπ—’π—ͺπ—˜π—₯. γ…€π’˜π’Šπ’•π’‰ 𝒍𝒐𝒗𝒆, etrnaldream.❜❜ El girasol simboliza el amor y la admiraciΓ³n, y es... More

──── π•»π–—π–”π–‘π–”π–Œπ–šπ–Š.
Chapter one.
Chapter two.
Chapter three.
Chapter four.
Chapter five.
Chapter six.
Chapter seven.
Chapter eight.
Chapter nine.
Chapter ten.
Chapter eleven.
Chapter twelve.
Chapter thirteen.
Chapter fourteen.
Chapter fifteen.
Chapter sixteen.
Chapter seventeen.
Chapter eighteen.
Chapter nineteen.
Chapter twenty.
Chapter twenty-one.
Chapter twenty-two.
Chapter twenty-three.
Chapter twenty-five.
Chapter twenty-six.
Chapter twenty-seven.
Chapter twenty-eight.
Chapter twenty-nine.
Chapter thirty.
Chapter thirty-one.
Chapter thirty-two.
Chapter thirty-three.
Chapter thirty-four.
Chapter thirty-five.
Chapter thirty-six.
Chapter thirty-seven.
Chapter thirty-eight.
Chapter thirty-nine.
Chapter forty.
Chapter forty-one.
Chapter forty-two.
Chapter forty-three.

Chapter twenty-four.

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By etrnaldream

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎
───────────────
Consecuencias.

.

LOLA WINDSOR.

¿Qué fue lo que había pasado ayer exactamente? No sabía las palabras que podía usar para describirlo.

Lo único que sí sabía es que Harry me había hecho sentir única.

Me hizo sentir mil sensaciones que jamás había experimentado y que nunca creí que se podían llegar a sentir.

Y si antes no podía olvidar un simple toque en mi cintura, en definitiva todo lo de ayer no se borraría de mi mente jamás.

—Buenos días. —sentí su voz ronca a mis espaldas.

Cerré los ojos con una sonrisa, mordiéndome el labio inferior.

Lo sentí tomar mi cabello hasta hacerlo a un lado, rodeándome con más fuerza con su brazo para acercarme a él y darle la posibilidad de besar mi hombro.

Su fina barba me hizo cosquillas, ocasionando que riera.

—Buenos días. —respondí, acurrucándome contra él— ¿Dormiste bien?

—Nunca había dormido tan bien, cariño. ¿Y tú?

Suspiré. —Muy bien... bastante bien.

Sus dedos me brindaron caricias en mi abdomen, causándome un estado de relajación a tal punto de querer dormir otra vez.

Todo bajo las sábanas estaba tan abrigado, con él no sentía frío.

—Lo de ayer fue increíble. —lo sentí murmurar una vez más— Si antes no podía estar lejos de ti por mucho tiempo, ahora menos.

—Pero creo que hay más posibilidades de reunirnos los fines de semana.

—¿Ya se te olvidaron las clases extras que pidió tu padre? —soltó una risa— No te vas a librar de mí tan fácil, Lola.

—Tampoco lo quería.

Aún con su brazo rodeándome me di vuelta, apoyando mi diestra en su pecho para darle suaves caricias, aprovechando la oportunidad para analizarlo.

Habían marcas por todo su pecho, cicatrices; lo que suponía que fueron a causa de la guerra de años atrás.

—Cada una guarda un recuerdo que quisiera borrar, ¿sabes?

Parpadeé algo descolocada, subiendo la mirada a él.

Sus ojos estaban viéndome con cierto cansancio, podía percibir que aún guardaba sueño y me hizo sonreír un poco. Se veía tan bien con el cabello revuelto, ocultando ciertas facciones.

—Me imagino que debió ser todo difícil... antes y después de la guerra. —opiné en un hilo de voz.

—Lo fue, pero sé que no solo para mí. —una mano subió a mi mejilla, acariciando con los nudillos— Mi único propósito era salvar el mundo mágico... y veo que lo pude hacer, siempre con ayuda de la cual estaré eternamente agradecido.

Hice una mueca. —Si no quieres hablar de ésto sólo dime, ¿si?

Abrió un solo ojo, acercándose para dejar un beso en mi frente que duró un par de segundos, luego apretándome contra él hasta que mi rostro quedó oculto en su pecho.

El latido tan sereno de su corazón hizo que el mío fuera al mismo ritmo, deslizando mis uñas por su brazo totalmente perdida en él y en lo que su cercanía causaba en mí.

Su aroma me hacía sentir segura, la calidez de su cuerpo, su respiración chocando contra la cima de mi cabeza y la mano abierta que había en mi espalda.

Harry no se sentía real, nada lo parecía.

¿Por qué él iba a fijarse en mí cuando sólo soy una chica común?

—Estás muy callada. —interrumpió el silencio— ¿En qué piensas?

—En nada. —bostecé.

Tomé su brazo que estaba por encima de mi cuerpo hasta que su mano quedó en alto, colocando la mía frente a la de él como si estuviera midiéndolas.

Era gracioso ver que la mía era un poco más pequeña y delgada.

—¿Te arrepientes?

Fruncí el ceño, alzando la mirada pero aún dejando nuestras manos pegadas.

—Para nada... siento- siento que hice lo que debía hacer. —asentí— Tú quizás puedas arrepentirte.

Entrelazó nuestras manos, así acercándolas a sus labios hasta que éstos dieron un beso en el dorso de la mía, frotando los dedos en modo de caricia.

—Nunca me voy a sentir arrepentido de poder tenerte, Lola, porque es lo único que quería.

—¿Estás seguro?

—Te lo dice el elegido.

Sus palabras me hicieron rodar los ojos, soltando su mano para envolver su torso desnudo por debajo de las sábanas, acurrucándome en él.

Mi propósito era continuar durmiendo, aprovechar el resto de la mañana con él antes de tener que irme.

Irme...

—¿Harry? —me alejé, apoyándome en una mano— Harry.

Moví su cuerpo, escuchándolo gruñir pero abriendo los ojos. —¿Qué pasa?

—¿Qué hora es?

—Nueve con diez. —frunció el ceño— ¿Por qué?

Ni siquiera le di una respuesta, puesto a que me encontraba destapando mi cuerpo de un tirón para poder sentarme en el borde de la cama.

Pero ese movimiento tan brusco me hizo gemir de dolor, apoyando ambas manos a la altura de mi pelvis.

Lo sentí moverse detrás de mí rápidamente, rodeando la cama hasta poder quedar de frente, agachándose y quedando a mi altura.

—¿Estás bien, cariño? —analizó mi postura con preocupación.

Asentí con una mueca. —Sí, sí... estoy bien.

—Déjame ayudarte.

Antes de que pudiera levantarse lo obligué a mantenerse en su lugar, sosteniéndolo desde su hombro.

—Va a pasar, sólo dame un minuto. —bufé.

Sus manos se apoyaron en mis muslos para brindarme caricias, con sus ojos puestos en mí en todo momento a la espera de que mi situación mejorara.

Hasta que luego de unos segundos el dolor desapareció, haciéndome suspirar con alivio.

—Ya está. —le di el aviso.

Se puso de pie consiguiendo quedar más alto que yo, tomando mi rostro para volver a depositar un beso en mi frente, frotando sus pulgares.

Sonreí inconscientemente, apoyándome un rato en su abdomen.

—Por favor, déjame ayudarte. —repitió al separarse, alzando mi mentón.

—No es necesario, de verdad.

—Quiero hacerlo. —insistió— ¿Puedo?

Me encogí de hombros. —Creo que no tengo opción.

Me quedé sentada en el borde de la cama viendo que Harry iba en dirección a la ropa acumulada en una silla.

Tras lo que habíamos hecho decidimos arreglar el desastre que se formó, finalmente llegando a la cama y cayendo en un sueño profundo del que no despertamos hasta hoy.

Volvió a mí con la ropa que utilicé ayer, dejándola a un lado para partir desdoblando el pantalón.

—¿Y qué piensas hacer hoy? —quiso saber, metiendo los pantalones en cada pierna.

Levanté mis caderas para que pudiera subirlos, teniendo que ponerme de pie para que los ajustara.

—¿Hoy? Dylan quería que nos reuniéramos con sus amigos.

La mención de su nombre hizo que acomodara el pantalón con un poco más de brusquedad, provocando que chocara contra su cuerpo por el movimiento.

Le di un manotazo en el brazo, gruñendo.

—¿Y para qué?

—¿Para qué más iba a ser? —lo miré, sintiendo que abrochaba el botón y después subía el cierre— Para charlar, conocernos más, yo que sé.

Se inclinó, esta vez tomando mi brasier para ajustarlo en mi cuerpo.

Eso me hizo recordar que todo ese tiempo él estuvo viendo mis senos desnudos; sentí vergüenza por eso.

—No creo que sea necesario que conozcas a otra persona. —su opinión hizo que sonriera divertida.

—Y yo creo que eso no lo decides por mí, eres igual o peor de celoso que Scorpius.

Al momento de abrochar el sujetador me tomó de las mejillas con una sola mano, presionándolas hasta acercarme a su rostro, dejando ver que sus cejas estaban fruncidas.

Estaba notablemente molesto.

—Mientras estés conmigo no quiero escuchar otro maldito nombre que no sea el mío.

¿Cómo me sentí después de escucharlo?

Debía ser honesta, y él hacía que todo pareciera más excitante.

—¿Fui claro, Lola?

—Sí, señor Potter.

Me soltó, rodando los ojos para tomar la última prenda que era mi blusa, pasándola por mi cabeza e indicándome que alzara los brazos, finalmente quedando vestida.

Respecto a los zapatos le dije que eso lo hacía yo, colocándome los calcetines y luego haciendo un nudo a los cordones.

Él se vistió en poco tiempo, situándose frente al espejo del baño para acomodar su cabello tras haberse lavado.

Yo tuve que cepillar mis dientes con el dedo ya que por obvias razones no tenía un cepillo el cual usar.

—Sal con cuidado. —me advirtió, colocando mi abrigo sobre mis hombros.

Suspiré. —Haré el intento.

Quitó el seguro de la puerta, pero antes de poder abrirla me tomó de la cintura para unirnos en un beso, posiblemente el último hasta una próxima visita.

Me pegó a su cuerpo con suavidad, dejando una sola mano en mi cuello para evitar que me alejara.

Lo abracé por esa misma zona de su cuerpo, colocándome de puntas para evitarle un cansancio por estar levemente inclinado.

—Fue un día increíble, Harry. —susurré, dando un beso más corto— De verdad gracias.

—No tienes nada que agradecer, lo haría todo el tiempo si lo quisieras.

Rozó nuestras narices.

—¿Mañana comienzan tus clases? —pregunté.

—Sí, ¿qué dices si nos reunimos a las siete? Lunes a viernes. —propuso— Así tienes tiempo para descansar después de tus últimas clases.

—Me parece bien. —asentí— Nos vemos mañana.

Dejó un último beso igual de largo sobre mis labios, separándose finalmente para abrir la puerta, asomando parte de su cuerpo primero para asegurarse de que todo estuviera tranquilo en el exterior.

Luego salí al recibir una aprobación de su parte, bajando con velocidad las escaleras y avanzando por el salón a la puerta de éste.

La abrí, dando una mirada por encima de mi hombro para despedirme y salir sin pensarlo.

Si lo dudaba haría las cosas más complicadas.

Por suerte no había nadie en el lugar, dándome libertad absoluta de ir por los pasillos hasta mi sala común.

Guardaba un mínimo de esperanza; Némesis podía seguir dormida y fingiría haber llegado durante la madrugada. No sonaba tan mal plan.

Claro, si es que ella hubiera estado en su cama.

Pero al llegar no estaba, y podía sentir el agua del lavamanos correr en el interior del baño. Estaba completamente jodida y si quería librarme de un problema necesitaba inventar otra excusa rápido.

Me quité el abrigo para dejarlo a los pies de mi cama, sentándome en ella y quitándome los aretes que traía.

Iba a cambiarlos por unos más pequeños.

—Buenos días. —escuché que habló al salir.

Mi estómago se apretó, pero hice todo lo posible por disimular mis nervios.

—Buenos días. —le respondí con una sonrisa.

Me imitó, tirando las sábanas de su cama hacia atrás para meterse nuevamente, dejando su espalda apoyada en la cabecera.

Sus ojos estuvieron sobre mí y en cada acción que realizaba, haciendo que soltara una pequeña risa.

—¿Dormiste bien? —pregunté, cruzándome de piernas.

—Oh, sí. ¿Y tú?

Tragué saliva. —Muy bien, sí.

Mis manos comenzaron a sudar y las metí bajo mis piernas.

Necesitaba calmarme ahora.

—Me alegro. —asintió— Cuéntame qué hiciste ayer con Dylan, que por cierto, tuve que convencer a los chicos de no ir a interrumpirte.

Bajé la mirada.

—Estuvo bien, pudimos conocernos un poco más y al resto de su grupo. —expliqué aquella mentira— Tuve que quedarme en su sala común por el toque de queda, pero hoy acordamos reunirnos otra vez.

—Suponía que habría problemas con el toque de queda, pero lo que importa es que estuviste bien.

Asentí sin saber muy bien que responder y me puse de pie, rodeando la cama para poder dirigirme al baño lo más pronto posible.

Pero antes de poder dar un paso más en el interior, habló.

¿Y el señor Potter te trató bien?

La presión en mi estómago se incrementó al igual que el sudor de mis manos. Sólo pude quedarme quieta en mi lugar, dándole la espalda.

No me atrevía a verla a la cara.

—¿De qué hablas? —murmuré.

—De que es mejor dejar de seguir ocultando cosas y por una vez sincerarnos. —continuó hablando— Es absurdo que me sigas mintiendo, Lola, yo ya lo sé.

El nudo que se estaba formando en mi garganta no me dio posibilidades de hablar sin tartamudear. —T-Te estás confundiendo, Némesis... y-yo...

—¿Creíste que no me iba a dar cuenta después del primer castigo que nos dio a todos?

Mis ojos ardieron de la simple vergüenza que ya no podía ocultar un segundo más; permití que una sola lágrima cayera, sabiendo que pronto serían muchas más.

—Te dio una semana, a nosotros dos días. —hizo una pausa— Nosotros con la profesora Carolyn y tú con él.

—Eso n-no tiene nada que ver conmigo.

—O el girasol que te regaló ese mismo día. ¿Por qué un profesor haría obsequios especiales a una alumna? Su flor favorita.

Me atreví a girarme, sin importarme si para ese entonces ella me veía llorar.

—Sólo malinterpretas las cosas...

—¿Entonces me vas a explicar los gemidos del viernes mientras te dabas una ducha? —se puso de pie, caminando hacia mí— Escuché su nombre, Lola. No consigues nada mintiéndome más.

No sabía que responder.

Estaba sin palabras y sin ninguna otra defensa creíble; todo lo que ella decía tenía sentido, siempre estuvo atenta a cada cosa que hacía y nunca le tomé importancia.

—Lo miras en cada oportunidad que tienes, como si fuera el único hombre en el castillo. Misteriosamente siempre consigue encontrarte en alguna parte para llevarte a su oficina.

Rompí en llanto.

Sus brazos no tardaron en rodearme desde los hombros, acercándome lo más posible a ella para brindarme suaves caricias en la espalda.

Que ella haya confesado saber hizo que cayera con toda la culpa, que cayera en la realidad hasta darme cuenta del daño que estoy creando a una persona.

El daño que iba a formarle a Albus si llegaba a enterarse.

—¿Qué es lo que estás haciendo, Lola? —susurró.

Negué. —N-No lo sé...

—Es un profesor, es el papá de Albus. —hizo que nos sentáramos en mi cama— Un hombre mucho más mayor que tú, ¿te das cuenta de lo grave que es?

Sollocé.

—Lo sé, Némesis, lo sé. —mi labio inferior se dobló en un puchero, bajando la mirada— P-Pero... p-por favor entiéndeme...

—Créeme que te entiendo, lo he hecho todo este tiempo. —sostuvo mi rostro con delicadeza— Pero no quita el hecho de que siga estando mal, son personas completamente diferentes.

Esnifé, volviendo negar.

—Némesis...

—¿De verdad te gusta?

Harry realmente me gusta y consideraba que nadie me haría sentir de la misma forma que él.

Por primera vez me sentía querida por alguien.

—Sí. —respondí— Y sé que está mal... p-pero no puedo.

—¿Qué cosa no puedes?

—No puedo alejarme de él. —agaché la cabeza— Némesis, él... él me hace sentir bien.

Suspiró, limpiando el rastro de lágrimas que había en mis mejillas. Deslizaba sus pulgares con delicadeza, como si aprovechara a la vez de acariciarme.

En el fondo estaba destruida; siempre creí que todo esto sería de otra forma, que sería yo quien se lo contaría cuando me sintiera lista.

Pero claro, las cosas se saben de alguna forma u otra.

No siempre como queremos.

—Quiero que me cuentes todo. —dijo decidida, alejándose un poco para verme mejor— Por favor, Lola.

No tenía más opción que hacerlo.

De mi boca salió todo lo que estuve ocultando, tratando de no saltarme ningún detalle que Némesis se merecía saber. Mencioné las veces que Harry se aparecía en la biblioteca, aquella vez en su oficina y tuvimos nuestra primera cercanía.

Y también el primer beso que nos dimos junto al lago, el mismo día que comenzaron las discusiones con ellos y donde considero que caí en una gran debilidad.

Traté de ver su rostro en todo momento para descifrar lo que estaba pensando; odiaba creer que estaba decepcionada de mí, o avergonzada por haber caído tan bajo.

Pero al terminar de contar todo —a excepción de lo de ayer— sólo tomó mis manos, dándoles un fuerte apretón con los labios fruncidos.

—¿Y qué va a pasar con Albus? O más importante aún, ¿qué va a pasar con toda la familia que tiene el señor Potter?

Jadeé, poniéndome de pie y caminando de un lado a otro.

—Pienso en eso todo el maldito tiempo, Némesis. Pienso en que todo esto siempre será un error del que no quiero salir más. —solté con desesperación— Pero no sé qué hacer, sé todo lo que hay a nuestro alrededor... sé que estoy poniendo en juego su puesto de profesor.

—¿Y te ha dicho algo de la mamá de Albus?

Hice una mueca. —Una vez le pregunté y nada más, no quiero tocar el tema.

—Deberías.

Avanzó hacia mí, tomándome de los brazos para intentar calmarme y dejarme quieta en un solo lugar.

—¿Es por eso que me dijiste que me apoyarías en todo? —un nuevo puchero se formó en mi labio.

Asintió. —No voy a dejar de reconocer que todo está mal, desde cualquier punto de vista, pero creo que no puedo juzgarte por las decisiones que tomes.

Volví a sollozar, lanzándome a sus brazos y cerrando los ojos con fuerza, aferrándome a ella como si fuera a salvarme de esta situación; claramente no podía, pero el saber que contaba con el apoyo de alguien me calmaba un poco más.

—¿No estás molesta? —susurré.

—No, no lo estoy. —me apretó con más fuerza— Porque estoy en una situación similar a la tuya.

Mi ceño se arrugó notablemente, separándome de ella para verla con confusión.

—¿Situación similar?

—Con el padre de Scorpius, Lola. —bajó la mirada— Creo que me gusta.

Mi boca se abrió de la impresión, dando un paso hacia atrás. No tardé en formar una sonrisa divertida por su confesión, soltando una risa.

—¿El señor Malfoy?

—Honestamente no quiero hablar de ese tema ahora porque no se trata sobre mí. —quiso restarle importancia, haciendo gestos con sus manos— El punto es... qué pretendes hacer ahora con todo esto, ¿seguirás manteniéndolo oculto?

Bufé. —No tengo más opciones, Némesis. Si le digo a Albus se volverá loco y no quiero convivir con eso lo que queda de año escolar.

—¿Y qué pasa si en realidad se lo toma mejor de lo que esperas?

Alcé una ceja.

—No creo que a alguien le agrade la idea de que su mejor amiga salga con su padre.

—Entonces están saliendo. —dedujo.

—No, no somos nada. —me senté en la cama— Sólo... ¿nos reunimos en su oficina?

Se cruzó de brazos. —¿Las reuniones en su oficina incluyen marcas en el cuello?

Mi diestra fue directo a esa zona, tratando de cubrirla y sintiendo que los colores subían a mi rostro. Había olvidado por completo que Harry hizo eso, pero ahora sólo tenía que ocultarlo con algún hechizo o simplemente maquillaje.

—Némesis, por favor, tienes que prometerme que esto no lo sabrá nadie. —tomé su mano— Trataré de buscar alguna solución y lo hablaré con el señor Potter, pero necesito tu promesa.

—No tienes que preocuparte por mí, toda mi vida he guardado tus secretos. —respondió— Si tengo que ser tu cómplice, lo seré, pero de mí no saldrá nada hasta que tú decidas lo contrario.

Entonces alzó su dedo meñique, dejándolo frente a mí.

Sonreí, sabiendo que esa era una típica promesa de niños, pero a Némesis le creía totalmente.

Si tenía que reconocer algo, es que Némesis podía convertirse en una tumba de secretos si se lo pedías.

Así que alcé el mío, causando que ambos se entrelazaran en un apretón, tirándonos a la vez para abrazarnos con un suspiro.

Por lo menos había ocurrido algo bueno.

[ . . . ]

A las cinco salí de la habitación con Némesis, bajando las escaleras en completo silencio y simplemente encontrándonos a los chicos recostados en los sillones de cuero, contemplando cualquier punto del techo.

La pelinegra a mi lado frunció el ceño al verlos, adelantándose para llegar a ellos, cruzada de brazos.

—¿Puedo saber qué les pasa? —se inclinó por encima de Albus, viendo su rostro.

Él parpadeó. —¿Tendría que pasar algo?

Pasé por detrás de ella para llegar a Scorpius, quién cerró los ojos apenas llegué a su lado. Ladeé la cabeza, agachándome para subir una mano a su frente.

—Mmh, no estás enfermo al parecer. —opiné, brindándole caricias a su cabello— ¿Ocurrió algo?

No respondió y no tardé en perder la paciencia, poniéndome de pie.

—Bueno, sea lo que sea espero que se lo digan a Némesis. —gruñí— Iré a reunirme con Dylan.

Scorpius no tardó en recomponerse, sentándose en el sofá para verme.

Me crucé de brazos.

—¿Entonces de verdad vas a juntarte con él? —preguntó.

—Por supuesto, ¿por qué iba a mentir con eso? —chisté— Sólo serán unas horas, volveré antes del toque de queda.

De repente Albus comenzó a toser, como si estuviera ahogado.

Nuestros ojos fueron en su dirección y yo avancé hasta él, agachándome de la misma forma que hice con Scorpius. Mi mano fue por debajo de su cabeza, tratando de alzarlo un poco y ver si así tenía resultados positivos.

Pero tuve que alejar la cabeza cuando de su ropa desprendió un olor muy particular.

Un poco desagradable para mi gusto.

—¿Qué estuvieron haciendo? —comentó Némesis, esperando respuestas.

Albus apoyó su diestra en su pecho, sentándose en el sofá con ayuda de ambas.

—Reconozco ese aroma. —murmuró la pelinegra, acercándose para oler su ropa.

—Ya, Némesis. —se quejó el chico.

Entonces me miró con leves negaciones de cabeza, tomándome de los hombros para levantarme y comenzar a alejarme del pequeño grupo, dejándome más confundida que antes.

—¿Qué haces? —traté de detenerla.

—Ve con Dylan, yo me encargaré de ellos.

Miré por encima de su hombro. —¿Pero qué les pasa?

Suspiró.

—Están drogados, Lola. Eso pasa. —rodó los ojos— Seguramente estos fueron los Hufflepuff, siempre consiguiendo cosas de algún lado. Sin ofender a tu amigo, por supuesto.

—¿Qué?

Le restó importancia, volviendo a darme un pequeño empujón en dirección a la salida de la sala común.

—Sé como solucionarlo, confía en mí. —insistió— No los dejaré salir de aquí hasta que estén mejor o van a meterse en aprietos.

—¿Estás segura? Puedo ir con Dylan y decirle que-

—Más que segura, no vas a plantarlo por segunda vez.

Tras dar una última mirada a los chicos que continuaban con la mirada perdida, asentí, dándole un pequeño abrazo y saliendo por la puerta que justo se abría para dar paso a un par de chicos que deseaban ingresar.

Les di un saludo corto con la mano y me puse en marcha por los mismos pasillos que recorría todo el tiempo, pasillos que sabía que me llevarían al exterior del castillo y donde por supuesto pude encontrarme a Dylan al llegar.

Estaba de espaldas al interior, apoyado en un costado de la puerta y de brazos cruzados.

Sólo toqué su hombro un par de veces para llamar su atención, consiguiendo que mirara por encima de él mismo con una sonrisa.

—Hola. —saludó, alejándose de aquella superficie.

—Hola, perdón si llego un poco tarde, pero ocurrió un problema con mis amigos y bueno. —traté de explicar.

Él negó de inmediato. —No te preocupes, en realidad llegaste más temprano de lo que esperaba.

—¿De verdad?

—Sí. —apoyó una mano en el centro de mi espalda— ¿Nos vamos ya?

—Oh, sí. Tienes que guiarme, no sé en que parte del bosque suelen reunirse.

Comenzamos a caminar a pasos tranquilos, cubriéndonos inconscientemente del frío que para variar se iba formando en el ambiente. El cielo ya estaba en un tono gris debido a las nubes, dando la bienvenida a una posible lluvia.

—No tan al interior. —negó— Una de nuestras amigas odia el bosque prohibido y le aterra la idea de perderse en la oscuridad, así que por ella creamos un pequeño espacio por detrás de la cabaña de Hagrid.

—¿Cerca hay unos girasoles plantados?

Me sonrió. —Justamente.

—Bueno, te informo que esos girasoles son míos. —dije con orgullo— El señor Neville me ayuda a cuidarlos.

—¿Con que robándonos a nuestro profesor favorito?

Rodé los ojos con diversión, dándole un pequeño empujón con mi hombro, lo que apenas lo movió de su lugar.

—Él también es mi profeso favorito.

—¿De verdad? Pensé que lo era el señor Potter, siempre escucho comentarios por ahí que tú y Rose son las más destacadas de Defensa.

Aclaré mi garganta, bajando la mirada a mis pies pisando el césped.

—Bueno, eso no tiene nada que ver. —me defendí— Al señor Longbottom lo conozco de mucho más tiempo, en cambio al señor Potter no.

—Tienes razón.

Unos minutos más tarde llegamos al área donde sus amigos estarían ya reunidos en nuestra espera.

Y era cierto, a pocos metros de la cabaña de Hagrid había un pequeño grupo situado en unos troncos puestos de forma cuadrada, de tal forma que todos podían verse los rostros.

De un momento a otro me sentí levemente intimidada cuando sus ojos estuvieron en mí, observándome con curiosidad.

Entonces Dylan me miró con una pequeña sonrisa, indicándome que podía sentarme donde quisiera.

—Bueno, ella es Lola. —me presentó— La Slytherin de la que tanto les he hablado y la que no sabía que podía dar golpes a alguien más.

Entrecerré los ojos. —Te vas a sorprender cada día más, Hufflepuff.

Sus amigos soltaron una risa, haciéndome sonrojar.

—¿Quieres que te los presente?

Asentí. —Claro.

—El de tu derecha es Archie, el chico junto a él es John. —él de inmediato alzó la mano en un saludo— La del frente tiene un nombre muy largo pero puedes decirle Vero, y junto a ella-

—Elizabeth. —me sonrió— Soy Elizabeth.

Le imité, sólo que con los labios apretados.

—Lindo nombre. —decidí soltar— E-Es un gusto conocerlos.

—Oh, no te pongas tímida. —Archie arrugó la nariz con diversión— Con nosotros estás en confianza, además es un poco extraño ver a una Slytherin avergonzada, ese suele ser nuestro rol normalmente.

Sus palabras nos hicieron reír, a lo que negué con la cabeza.

—Quizás tengo algo de Hufflepuff. —alcé ambas cejas.

Dylan a mi lado carcajeó. —Lo más mínimo, seguramente.

Otra vez me hizo rodar los ojos, brindándole un suave codazo que impactó en la zona de sus costillas, haciéndolo retorcerse un poco aún riendo por mi reacción.

—¿Y podemos saber más de ti? —Elizabeth habló— No lo sé, de tu entorno o lo que quieras.

—Comparte el mismo desagrado que tenemos hacia Rose.

Sus reacciones felices me hicieron reír más.

—¿De verdad la odian?

—Desde que enfrentó a una de nuestras compañeras en el baño de mujeres. —opinó Vero, enseñando su mueca— La vio como una amenaza al saber de sus calificaciones en, ¿cuándo fue?

—Tercer año. —finalizó John, haciéndome jadear de la sorpresa.

—Ahora su nueva amenaza eres tú. —dedujo Dylan.

Me encogí de hombros, apoyando ambas manos a cada lado de mi cuerpo.

—Necesito evitarla o me traerá más problemas. —me quejé— Más de los que quisiera.

—Bueno, ya conoces a nuevas personas que podrían ayudarte.

Sonreí, teniendo que desviar mi mirada a John, quien metía la mano al bolsillo de su sudadera para sacar unos objetos que llamaron mi atención.

Inconscientemente miré a Dylan para que me ayudara con ello, pero sólo me dio un vistazo rápido para luego volver a él.

—No harás eso aquí. —demandó.

Él abrió los ojos. —¿Qué? ¿Por qué?

—A Lola puede molestarle, genio.

Ahora todas las miradas estuvieron sobre mí... una vez más.

—No sé qué pretende hacer. —murmuré.

Se formó un silencio el cual Elizabeth dio por acabado. —Quiere... ya sabes, fumar.

Mi boca se entreabrió, retomando mi postura firme.

—Es el último que me queda. —protestó el chico— El resto se lo di a esos dos chicos.

Sus palabras me pusieron en alerta.

—¿Qué chicos? —pregunté.

—Uhm, al hijo del señor Potter y el otro era... ah sí, Malfoy.

Dylan llevó una mano a su nuca, incómodo.

Lo miré.

—¿Le dio droga a mis amigos?

—¿Tus amigos? —volvió a hablar, ahora con preocupación— No sabía que eran tus amigos, d-de verdad lo siento, Lola.

—No vas a fumar aquí. —ordenó Archie.

Eso lo hizo volver a guardar todo otra vez, generando una pequeña discusión entre ellos y las otras dos chicas por lo que había hecho.

A mi lado suspiraron y sólo imité, pero sonriendo levemente para evitar hacerlo sentir mal.

Sí me sorprendía que Albus y Scorpius hayan recurrido a ese método, pero John no tenía la culpa.

—Perdón por esto. —susurró cerca de mí.

Giré mi cabeza hacia él, negando e inclinándome para también susurrarle. —No te preocupes, sólo dile que no lo haga otra vez, hoy estaban completamente idos.

—De haber sabido que eran tus amigos los involucrados habría hecho que lo evitara mucho antes de que la consumieran.

—Está todo bien. —le aseguré.

Volvimos a tomar distancia, riendo en silencio cuando Dylan se puso de pie para intervenir entre el grupo, recalcando que tenían una invitada entre ellos.

Elizabeth aprovechó esa instancia para tomar su lugar, sentándose a mi lado de piernas cruzadas.

—Como veo que el resto no va a dejar que hables de ti, puedes contarme a mí. —propuso, viéndome.

Alcé una ceja. —¿No vas a aburrirte?

—Te he observado un par de veces y no pareces aburrir a la gente.

—¿Me has observado?

Asintió sin problema.

—Sí. —hizo una pausa— Así que cuéntame lo que quieras, como tu fecha de cumpleaños, tus cosas favoritas, algún hobby que tengas.

Bajé la mirada tras sentir un poco de vergüenza, pero accedí.

—Siempre y cuando reciba lo mismo de ti.

—Por supuesto, soy una Hufflepuff de palabra.

Mojé mis labios. —Bueno, me gusta mucho leer... mi padre en su biblioteca tiene una sección especial para mí de novelas, ya sea de romance, acción. Antes adoraba pintar, tengo un lienzo en blanco que nunca usé.

—¿Ya no te gusta? —quiso saber.

—No mucho, no desde que... —guardé silencio; había cosas que no podía contar— Simplemente perdí la pasión por ello. ¿A ti te gusta?

—Soy más de escribir. —comentó— Conservo un cuaderno donde suelo escribir, expresar mis sentimientos y problemas, como un diario.

—Eso es muy bonito. —sonreí.

Ante mis palabras ella me imitó, esquivando mi mirada por unos momentos para meter un mechón de cabello por detrás de su oreja.

Y sin poder dejarme hablar, Dylan apareció de brazos cruzados.

—Me quitaste el lugar. —frunció el ceño.

—Vas a terminar siendo la pulga de Lola, odioso. —rodó los ojos para ponerse de pie— Que conste que voy a volver, Beckham.

—Sueñas, Hood.

Vi a la chica alejarse. —¿Hood es tu apellido? ¿Elizabeth Hood?

Asintió hacia mí.

—Es bonito.

El Hufflepuff tomó asiento a mi lado, envolviendo mis hombros con su brazo para aprovechar la oportunidad de recostarnos en el árbol a nuestras espaldas.

—Bueno, podemos continuar.

Dejó que el grupo comenzara una nueva conversación, y pese a mi concentración en ellos a la espera de tener un momento para hablar, murmuró:

—Puedes estar tranquila, ya le dije que no lo hiciera otra vez.

Sonreí.

—Gracias, Dylan. —di un largo suspiro— De verdad.

—Y perdón otra vez si eso te hizo sentir incómoda, te prometo que con nosotros no volverás a sentirte así.

—Comienzas a delirar, nadie me hizo sentir incómoda. —negué con seguridad— Ahora aprovechemos el tiempo que queda antes de la cena, ¿si?

Accedió, causando que eso diera por terminada nuestra conversación para unirnos a la que ellos ya tenían.

Y debía ser honesta, ellos conseguían más comodidad de la que pensaba.

Y que olvidara por un momento los problemas que estaban llegando a mi vida.

⊹──⊱✠⊰──⊹

Némesis el verdadero she knows.

Vengo a agradecer sus palabras por el cap anterior, nunca pensé que iba a gustarles tanto.

Les amo demasiado. 💗

(Y si no se pueden imaginar físicamente a Dylan, su faceclaim es Dylan O'Brien <3 )

G.

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