Nota: Bullying, y lenguaje (muy) inapropiado desde el comienzo hasta el final.
Oh mierda. Oh, maldita sea. ¡¿Cómo diablos había sucedido esto?! ¡¿Cómo había dejado que todo llegara tan lejos?! La boca de Remus estaba seca, sus palmas húmedas, y cuanto menos se hablara de su interior, mejor. Deseó tener a Sirius cerca, o incluso a James, para ayudarlo a calmarse. Pero nadie podía ayudarlo ahora. Estaba por su cuenta.
McGonagall se volvió hacia él.
— ¿Listo, señor Lupin?
Tragó saliva y asintió con la cabeza. Era hora de morder la bala.
Joder. Todo esto era culpa de Christopher.
...
Todo el lío había comenzado cuatro días antes. Los merodeadores estaban en la biblioteca estudiando para su último examen; Aritmancia. Bueno, Peter no tomaba Aritmancia, pero de todos modos se quedó allí; aparentemente para apoyo moral, pero sobre todo para proporcionarles sustento. Había sido un regalo del cielo para Remus en particular, haciendo viajes a cada hora a las cocinas y regresando con pasteles de caldero, tortas, tocino y tartas de mermelada.
— Son las once y media — bostezó Sirius — Vamos, no creo que mi cerebro pueda absorber más conocimiento esta noche.
— Creí que tu cerebro no absorbía nada... ¡Ay! — James hizo una mueca cuando Sirius lo pateó debajo de la mesa.
— Vamos — repitió — pronto será el toque de queda, de todos modos.
— Estamos con el Head Boy, no creo que el toque de queda importe. — Remus respondió, garabateando tan rápido como su pluma le permitió.
Pero James había captado el bostezo de Sirius. Se quitó las gafas y se frotó los ojos, apartándose del escritorio.
— No, Padfoot tiene razón, llevamos aquí horas. ¿Dejemos de hacerlo y tengamos una sesión de revisión mañana?
Peter miró a Remus esperanzado, claramente aburrido. Remus frunció el ceño a todos ellos.
— Ustedes váyanse, si quieren, pero prefiero no perder el tiempo ¡Es nuestro último exámen!
— No estás perdiendo el tiempo — dijo Sirius — Has estado tanto en la biblioteca este trimestre que están considerando colocar una placa en tu honor.
— Es necesario. — Remus dijo: — Quiero vencer a Snape.
— Y lo harás. — Sirius lo tranquilizó — Vamos, te están saliendo ojeras negras.
— Oh no — suspiró Remus, sarcásticamente, guardando sus papeles —Mi hermosa apariencia, arruinada...
— Cállate, hermoso idiota. — Sirius le dio un leve codazo.
Recogieron el resto de sus libros, limpiaron las migajas lo mejor que pudieron y se dirigieron a la salida de la biblioteca. Todavía había muchos alumnos estudiando, todos en diferentes estados de angustia.
— No puedo esperar a que todo termine — susurró Peter — ¡Imagínense! ¡No más deberes, para siempre!
Remus debió verse afectado por esto, porque Sirius ladró de risa y le pasó un brazo por los hombros (ese era un gesto fraternal, decidió Remus, así que le permitía hacerlo en público).
— Todavía tendrás plazos de entrega. — reflexionó James, bostezando de nuevo cuando entraron en los pasillos del castillo con poca luz. — Si vas a tener un trabajo en el Ministerio. Papá se queja de ellos todo el tiempo.
— Dudo que alguna vez llegue a ser tan importante como tu padre — respondió Peter, metiendo las manos en los bolsillos.
— ¿Cómo van las solicitudes de trabajo, de todos modos? — James le preguntó.
— Oh. Van bien. Mamá dice que mi padrastro podría ayudarme un poco... ya sabes, en caso de que no reciba respuesta de ningún lado.
— No es personal, Wormy — dijo James — Están haciendo recortes en todas partes, debido a la guerra. Las cosas están difíciles por todas partes.
— No para los jugadores de quidditch. — Peter murmuró.
Sirius negó con la cabeza con desaprobación, pero no dijo nada.
— No voy a ser un jugador de quidditch — dijo James, a la ligera — No hasta que gane la guerra.
Lo que no se decía aquí, pensó Remus, era el hecho de que James en realidad no necesitaba un trabajo, con o sin guerra, con talento o sin talento. Lo mismo le sucedía a Sirius, que era tan rico que nunca hablaba de dinero en absoluto. Aunque no estaba de acuerdo con la amargura, Remus simpatizaba con Peter en esto; los Pettigrew eran firmemente de clase media, y aunque siempre tendría una vida lo suficientemente cómoda, se esperaba que comenzara a ganar dinero lo antes posible. Mientras que Remus, que apenas era parte de la clase trabajadora incluso en un buen día...
Fue interrumpido de sus pensamientos por un ruido extraño más adelante y se detuvo en seco. Los demás también se detuvieron.
— ¿Qué ocurre? — Sirius preguntó: — ¿Olvidaste algo?
Remus negó con la cabeza, escuchando. Les susurró a sus amigos.
— Hay gente a la vuelta de la esquina. — Podía oírlos respirar, pero no se movían, ni iban ni venían, lo cual era extremadamente sospechoso, dada la hora de la noche.
— ¿Filch? — James susurró.
Remus negó con la cabeza.
— Creo que es... — avanzó a grandes zancadas, doblando en la esquina — ¡Chris!
— Oh, hola... um... ¿Remus? — Christopher le sonrió aturdido.
No estaba haciendo nada. El chico solo estaba allí de pie, apoyado contra la pared, mirando al vacío.
— ¿Estás bien?
— Oh, sí — el chico más joven asintió de nuevo, enfáticamente — Muy bien, gracias. Todo está bien. Muy bien.
— ¿Está... drogado? — Sirius ya estaba al lado de Remus, y estaba examinando a Chris con una leve diversión disfrazada.
— No lo creo... — Remus frunció el ceño. Extendió la mano y tocó el brazo de Chris, gentilmente, hablando lentamente — ¿Christopher? ¿Qué estás haciendo? Es casi el toque de queda, ¿Estás de patrulla?
— ¿Patrulla? — Christopher lo miró sin comprender, antes de parpadear, para luego asentir con la cabeza de nuevo, sonriendo — ¡Sí! ¡Si, debe ser eso!
— Está confundido. — Dijo James. — ¿Christopher? ¿Alguien te ha hechizado esta noche? ¿O intentó hechizar a alguien cerca de tí y disparó mal?
— Tal vez se lo hizo él mismo — sugirió Wormtail. — Me pasó una vez, ¿Recuerdan?
— No, Chris no intentaría confundir a nadie. — Remus negó con la cabeza. — Chris, ¿Quién fue la última persona a la que viste?
— ¿Hm? Oh er... ¿Fuiste... tú?
— No — Remus puso sus manos sobre los hombros de Christopher, mirándolo a los ojos y tratando de mantener su atención — No, yo no. Concéntrate. Antes de que yo llegara, ¿Qué estabas haciendo?
— ¿Estaba... patrullando?
— No, quiero decir... oh, ven, volvamos a la torre, ¿eh? — Remus mantuvo su mano sobre el hombro de Christopher y comenzó a guiarlo suave pero firmemente por el pasillo, lanzando miradas ansiosas a los demás.
— ¿Deberíamos decírselo a alguien? — Sirius le preguntó a James: — O... no sé, ¿Llevarlo con Madame Pomfrey?
— ¡No estoy enfermo! — Christopher dijo alegremente.
James se pasó las manos por el pelo y se encogió de hombros.
— No sé. Le preguntaremos a Lily, ella sabrá qué hacer.
Lily no sabía qué hacer. Se puso de pie con una mano en la cadera y una mirada escéptica en su rostro, y le hizo algunas preguntas, pero estaba tan perpleja como el resto de ellos. Se sentó frente a ella, bastante feliz, en un sillón, sonriéndole de nuevo. No pareció importarle el interrogatorio, y aunque no pudo darles ninguna información real, respondió todo con una cortesía alegre y en blanco. Lily se rindió y chasqueó la lengua.
— Quiero decir, se ve bien... y no parece molesto... ¿Christopher? ¿Te peleaste con alguien? ¿O algo?
— No lo creo. — Christopher dijo, pensativo, su voz gruesa y soñadora. Bostezó. — Creo que me iré a la cama, si les parece bien.
Remus, James y Lily se miraron con impotencia. Luego Lily se volvió hacia James.
— Levántalo, ¿Quieres? Solo asegúrate de que no se pierda en el camino.
James asintió, feliz de poder actuar y le dio una palmada en la espalda a Christopher.
— Vamos, amigo, vamos a llevarte a tu dormitorio...
Lily, Remus, Sirius y Peter los vieron desaparecer por las escaleras.
— Que extraño. — Dijo Lily. — ¿Y no había nadie más?
— No que yo haya visto — dijo Remus. — Pero Dios sabe cuánto tiempo estuvo allí solo.
— Bueno, él tenía que patrullar esta noche — dijo, sacando su pequeño organizador encuadernado en cuero para comprobarlo. — Sin embargo, siempre les digo a los prefectos que vayan de dos en dos, por lo que no debería haber estado solo. Por lo general, es tan confiable. Hablaré con él por la mañana, tal vez esté más despavilado entonces.
— No parece que haya sufrido ningún daño — dijo Peter, despreocupadamente, hojeando una copia antigua de su seminario de Quidditch —Tal vez estaba borracho, o drogado o lo que sea, y solo está tratando de cubrir sus huellas.
Remus no estuvo de acuerdo, eso era algo que Chris no haría. Pero claro, no había visto mucho a Chris, últimamente, ambos habían estado tan ocupados. Recordó haberse encontrado con el chico más joven en Hogsmeade hace un tiempo; también había estado actuando de manera extraña esa vez, pero Remus había asumido que estaba nervioso porque iba a salir con alguien y no quería que Remus supiera con quién. Y si alguien respetaba la privacidad de otras personas, era Remus.
James regresó, diciendo que Chris parecía estar bien una vez que llegó a su habitación, y no hablaron mucho de eso durante el resto de la noche. Sólo fue una de esas cosas. En una escuela llena de adolescentes que aprenden a usar la magia, no era del todo fuera de lo común que ocurrieran accidentes.
Rápidamente se pusieron a hablar del próximo partido de Quidditch de Gryffindor contra Slytherin; el último partido del año y el último partido de la trayectoria escolar de James y Sirius. Remus se distrajo un poco, dejando que sus tres amigos discutieran al respecto. En secreto, no podía esperar a que terminara, por mucho que los hiciera felices a todos, y por mucho que quisiera que Gryffindor ganara, era terriblemente de aburrido escuchar hablar de eso todo el tiempo. Cogió su libro de Aritmancia y volvió a su revisión, acomodándose en el sillón más cómodo.
— Moony, vamos, hora de dormir. — Sirius lo despertó media hora después. Maldita sea.
Remus parpadeó, adormilado, mirando su libro de texto. Apenas había pasado el primer párrafo antes de quedarse dormido, su pluma todavía estaba en equilibrio entre sus dedos.
— Carajo. — Murmuró, cerrando el libro y estirándose.
Sirius se rió entre dientes.
— Te dije que ya era suficiente por un día.
Remus bostezó y se levantó. La sala común se había despejado casi por completo, ahora, a excepción de James y Lily, que estaban diciéndose "buenas noches" en el sofá. Eso usualmente tomaba un tiempo, por lo que los otros tres merodeadores los dejaron y subieron las escaleras hasta la cama.
...
A la mañana siguiente, Sirius despertó a Remus, o más bien, la ausencia de Sirius lo hizo. Estaba saliendo de la cama y tratando de ser sigiloso.
— Mmm, quédate... — Remus lo alcanzó adormilado, tratando de tirar de él hacia atrás. Sus manos recorrieron la piel de los brazos de Sirius. Sirius tenía una piel fantástica, era suave e inmaculada en todas partes excepto en la parte posterior de sus piernas. Se la pasaba hablando de querer hacerce tatuajes, un pensamiento que horrorizaba a Remus.
— Lo siento, Moony — sonrió Sirius, desenredando su cuerpo suavemente — El partido es en dos días, tengo que practicar.
— ¿Qué hora es?
— Van a ser las cinco.
— Puaj. — Remus se dejó caer de nuevo en la cama, arrojándose las mantas sobre su cabeza — Estás loco.
— Sí. — Sirius se rió — vuelve a dormir, te veré más tarde.
Se fue con cuidado, cerrando las cortinas detrás de él. Remus rodó hacia el cálido hueco que el cuerpo de Sirius había dejado atrás, inhaló el aroma de su almohada y volvió a dormirse.
Se despertó justo a tiempo para tomar lo último del desayuno y luego regresó a la biblioteca donde se reunió con Lily para estudiar más Aritmancia.
— ¡Estoy tan cansada de los números! — Lily gimió frotándose los ojos. Llevaban algunas horas ya estudiando y pronto sería el almuerzo.
— Voy a extrañar esto — respondió Remus — Me gustan las listas, son relajantes.
— Bueno, me alegro de que no haya nada como esto en las pociones
— ¿James dijo que ibas a buscar trabajo en un boticario?
— Quizás — Lily se encogió de hombros. — Me gustaría hacer algo así. Quizás investigar para St Mungo's. Slughorn se ofreció a escribir recomendaciones para mí. Pero las cosas se complicarán por un tiempo, creo. James es optimista, pero...
— Sí. — Remus asintió. — Tendremos que ver.
— ¿Bajamos a almorzar? — cerró su libro, tirando su cabello sobre un hombro — Los chicos terminarán pronto, podemos ir a buscarlos.
El estómago de Remus gruñó y se rindió.
— Vamos, pues.
Justo cuando se estaban levantando para irse, las puertas de la biblioteca se abrieron y Madame Pince gritó: — ¡No puedes correr!
— ¡Lily! ¡Remus! ¡Necesito su ayuda! — Christopher se acercó a ellos tan rápido que sus piernas golpearon su escritorio, empujando todos los libros hacia adelante.
— ¡¿Qué ocurre?! — Preguntó Lily, sus ojos esmeralda muy abiertos.
— No puedo explicarlo, solo... Tienes que ver...
— ¿Ver qué? — Preguntó Remus, reordenando su pila de libros.
— He... he hecho algo estúpido. ¿Por favor, pueden venir? — Suplicó Chris. Su rostro estaba rojo y brillante de correr, y aunque definitivamente se veía más alerta que la noche anterior, claramente estaba realmente nervioso por algo. Así que fueron.
Los condujo hacia el corredor del salón de Encantamientos, y durante todo el camino se la pasó balbuceando sobre cómo había sido un accidente, y cómo no había querido que sucediera. Lily siguió tratando de sacarle algo de sentido común, pero él no les dio ni una pista.
Finalmente, se paró ante la puerta cerrada del aula de Encantamientos. El profesor Flitwick realmente debería empezar a cerrar el salón, pensó Remus para sí mismo, mientras Christopher los miraba, pálido y tembloroso. Jugueteó con las mangas de su túnica, mirando hacia abajo.
— Ok... por favor que no cunda el pánico... fue un accidente...
— Christopher, solo enséñanos, ¿Quieres? — Dijo Lily, dando golpecitos con el pie en el suelo de losas.
Christopher saltó ante su tono autoritario, generalmente reservado para los estudiantes que se estaban portando mal, pero respiró hondo y abrió la puerta, haciéndolos pasar y cerrándola de golpe detrás de ellos.
— ¿Qué demonios...? — Lily respiró, cuando lo vieron.
Lo que estaba frente a ellos era una enorme, temblorosa y reluciente gelatina azul. Fácilmente era del tamaño del escritorio de Flitwick, y estaba allí en el medio del salón, translúcido y tambaleante. Remus ahogó una risa. En siete años en Hogwarts, esta era definitivamente una de las cosas más ridículas que jamás haya visto.
Christopher bajó la cabeza.
— ¡Me atacó, fue en defensa propia!
Remus dejó de reír y miró de nuevo.
— ¡¿Eso es una persona?! ¡Chris! ¡¿Qué mierda pasó?!
— Remus, lenguaje —Lily le dio un codazo. —Christopher, ¿Quién es ese?
— Es Roy. Guilderoy.
— ¿Lockhart?
— ¿Me voy a meter en problemas? — Chris parpadeó a ambos, sus ojos marrones enormes y asustados.
— ¿Qué hiciste... cómo lo hiciste? — Lily se quedó boquiabierta.
— Se suponía que iba a ser una maldición de piernas de gelatina. Lo amplié un poco, ¡Remus me lo enseñó!
Lily miró a Remus, quien levantó las manos.
— ¡James me enseñó! Y nunca había obtenido ese resultado.
— ¿Pero por qué lo hiciste, Chris? — Preguntó Lily, sin dejar de mirar.
— ¡Me iba a confundir de nuevo!
— Espera, ¿Qué? ¿Fue Lockhart ?
Christopher asintió, rehuyendo el temperamento de Lily. Remus se dio cuenta de que estaba avergonzado. Se miró los pies.
— Lo hizo el otro día, pero fracasó, creo que traté de esquivarlo. Tal vez lo haya hecho antes, no lo sé.
— ¿Pero por qué?
— Estaba... estaba preocupado de que fuera a decir...
— ¡¿Decir qué?!
— Él hizo... nosotros... él...
— ¡Christopher, por el amor de Dios! — Lily se cruzó de brazos con enojo. Remus sintió una punzada de simpatía cuando las mejillas de Chris se tornaron de un rojo más intenso.
— Mira, Lily, no importa ahora, ¿verdad? — Dijo, volviéndose hacia ella para intentar desviar la atención de Christopher. — Deberíamos llevar a Lockhart para que lo revisen, primero...
No estaba seguro de cómo se las arregló, pero al final convenció a Lily de que fuera a buscar a Madame Pomfrey, mientras él y Christopher esperaban con el Lockhart gelatinoso.
Una vez que se fue, Christopher pareció ponerse aún más ansioso.
— ¡Me van a expulsar!
— No, no lo harán. — Remus se apoyó contra la pared casualmente, sacando su cajilla. Le ofreció uno a Chris, quien negó con la cabeza, inquieto y preocupado, retorciendo los puños de sus mangas. — James y Sirius han hecho cosas peores que esto.
— ¡Nunca antes me habían castigado!
— ¡¿De verdad?! — Remus arqueó las cejas mientras encendía su cigarrillo — Bueno, no es tan malo. Sobrevivirás. Entonces... ¿Quieres decirme qué ha estado pasando?
Christopher lo miró, sus mejillas se oscurecieron de nuevo.
— Fue solo... nosotros solo...
— ¿Supongo que esta es la persona con la que saliste en Hogsmeade esa vez? — Remus preguntó, tratando de hacerlo más fácil.
Chris volvió a mirar sus pies y asintió.
— Está bien — Remus exhaló humo. Estaba sorprendido, obviamente, y más que intrigado, pero tenía que tratar de no mostrarlo si quería que Chris le dijera más. — Entonces, ¿Salieron algunas veces? — Otro asentimiento — Y luego... — Remus trató de reconstruir la historia — ¿Algo salió mal? ¿Tuvieron una pelea?
— Más o menos, yo... um...
Dios, esto era insoportable.
— Mira, Chris, no me importa, ¿De acuerdo? Él es un idiota al
que le iba a pasar esto de todas formas, y si tú y él... bueno, no importa, ¿verdad?
— No quiero que pienses que soy estúpido, o... o ingenuo o algo así. Ni siquiera me gusta mucho, lo juro, eran sólo... sólo besos, y es que... ya sabes, desmostró un poco de interés, y pensé; bien, esto podría ser mi única oportunidad.
— Oh... — El corazón de Remus se compadeció de él. Tocó su hombro, agarrándolo en lo que esperaba que fuera un gesto reconfortante. — Por supuesto que no es tu única oportunidad. La gente no tiene una sola oportunidad...
— Bueno lo que sea. — Chris dijo, mirando el espacio justo sobre el hombro de Remus, evitando su mirada deliberadamente. — Supongo que tiene mucho que ver con la suerte. De todos modos, era un imbécil. Resultó que todo lo que realmente quería era averiguar sobre la broma. Pensó que tú y yo éramos... pensó que podía darle información privilegiada.
— Bueno, podrías — respondió Remus — Hiciste la mitad de la investigación conmigo, sabes más de lo que Sirius sabe.
— No lo hice — dijo Chris — No le dije nada.
— Bien. Sabía que no lo harías.
Chris sonrió ante eso y miró a Remus a los ojos correctamente por primera vez.
— Le dije que mantuviera la nariz fuera. Se molestó y me llamó algo horrible. Luego me enojé y le dije que iba a contarles a todos lo que habíamos estado haciendo, y debió de haber entrado en pánico.
Chris suspiró profundamente. — No habría dicho nada, lo juro. No sería tan desagradable. Estaba enojado, eso es todo.
— Lo sé, amigo — le aseguró Remus. — ¿Así que trató de confundirte para que no se lo contaras a nadie?
Chris asintió.
— Todo lo que puedo pensar es que debí haber intentado desviarlo de alguna manera, lo que lo debilitó. Probablemente es la razón por la que actúe de una manera tan extraña ayer.
— Y esto... — Remus hizo un gesto hacia Lockhart, la gelatina.
— Cuando me desperté esta mañana un poco más de mi memoria había vuelto. Me di cuenta de lo que había hecho y vine a enfrentarlo. Yo... eh... perdí un poco los estribos.
— Bien. — Remus apagó su cigarrillo — No voy a regañarte por esto.
Lily era otro asunto. Regresó con Madame Pomfrey y la profesora McGonagall. Para entonces, Remus ya había decidido lo que iba a hacer.
— ¿Podría alguno de ustedes, muchachos, explicar lo que pasó aquí? — Dijo su jefa de casa, sus ojos plateados y afilados. Remus era un poco más alto que ella ahora, pero de alguna manera McGonagall siempre parecía más grande que la vida, especialmente cuando estaba a punto de regañarte.
— Ni idea. — Remus dijo, rápidamente, ignorando la mirada de horror de Lily detrás del hombro de McGonagall. — Chris lo encontró así, ¿No es así, Chris?
Christopher miró desesperadamente a Remus, luego a McGonagall, abriendo y cerrando la boca como un pez. Finalmente asintió con la cabeza.
— ¿Eso es verdad, señor Lupin? — McGonagall enarcó una ceja oscura.
— Sí. — Asintió con la cabeza, con las manos en los bolsillos, tratando de parecer casual.
— El Sr. Barley simplemente se encontró con el Sr. Lockhart ya transformado en esta... — señaló a la enorme jalea, que Madame Pomfrey ahora estaba dando vueltas, lentamente, murmurando en voz baja — ... Cosa de estado raro.
— Sí. — Remus asintió con firmeza. Le hubiera gustado otro cigarrillo, pero no era tan descarado.
— Entonces, por favor, explique — los labios de McGonagall se curvaron en las esquinas — ¿Cómo el señor Barley supo que este era el señor Lockhart?
— Um. — Remus miró hacia atrás a la gran mancha azul. — Bien. Se parece a él, ¿no?
— Esto no tomará mucho tiempo, Minerva — dijo Madam Pomfrey, alegremente — No se ha hecho daño a largo plazo, pero estará fuera de acción por unos días. — Ella comenzó a agitar su varita y a murmurar encantamientos.
— No obstante, me tomo muy en serio los ataques a los estudiantes — respondió McGonagall. —Una semana de detención, señor Barley. Y en cuanto a usted, señor Lupin, como este es su último mes en la escuela, no veo que la detención sea muy eficaz.
Esto no fue un alivio para Remus. Ella todavía estaba sonriendo, lo que significaba que sabía exactamente cuál era la mejor manera de castigarlo, y no le iba a gustar.
— ¡Deme detención si quiere! — Dijo rápidamente.
McGonagall se rió entre dientes, negando con la cabeza.
— No, creo que tengo lo justo. Con Lockhart fuera de servicio, creo que tenemos una vacante para comentarista de Quidditch.
Remus prácticamente sintió que el color desaparecía de su rostro. La mujer era claramente una mente maestra malvada. Todo menos eso. Por encima del hombro de McGonagall, Lily sonrió.
...
James y Sirius pensaron que todo el asunto era divertido, por supuesto, después de que terminaron de maldecir el nombre de Lockhart. Les encantó la idea de que Remus, que sabía tanto de quidditch como de fútbol o física cuántica, tuviera que comentar su último partido.
— Simplemente no lo haré. — Remus seguía diciendo. — Me quedaré allí sentado con la boca cerrada, no hay nada que puedan hacer.
— ¡No seas ridículo! — Sirius le dio un codazo — ¡Tienes que gritar nuestras alabanzas!
— Realmente se trata de seguir la quaffle — dijo James — si puedes mantener tu ojo en eso, estarás bien.
— ¡Oye, piensa en los golpeadores! — Llamó Marlene.
— ¡Y la guardiana! — Añadió Yasmine.
Peter fue menos alentador y pasó el resto de la noche enfurruñado en un rincón, meditando sobre su juego de ajedrez.
— Lo siento, Pete — lo intentó Remus, después de horas de incómodo silencio — Sé que te hubiera gustado hacerlo, pero recuerda que esto es un castigo para mí.
— Yo habría sido muy bueno en eso. — Peter murmuró, con los brazos cruzados sobre su pecho. — Sé todo sobre el equipo, ni siquiera has visto ninguna de las prácticas.
— Lo sé, habrías sido increíble — le aseguró Remus. — ¿Me ayudarás?
— ¿Ayudarte? — Peter miró hacia arriba, con cautela — ¿Ayudarte cómo?
— Ponme al día —alentó Remus — Dame tus apuntes, por una vez.
— Sí... sí, supongo que podría hacer eso.
— Incluso le preguntaré a McGonagall si puedes sentarte conmigo en el palco de comentaristas — dijo Remus — Así, si lo arruino, puedes ayudarme de nuevo.
— ¡Ok! — Peter asintió, entusiasmado, ahora. — Sí, necesitarás saber mucho... ¡Empezaré ahora mismo, Moony, no te defraudaré!
Al final, Peter produjo más apuntes sobre la final de Gryffindor vs Slytherin de 1978 de las que había escrito para cualquiera de sus lecciones. Había resmas y resmas de pergamino con diagramas etiquetados, listas de jugadores y sus números, formaciones de vuelo y una explicación detallada de lo que parecía ser el equivalente de quidditch de la regla del "fuera de juego". Incluso había escrito un pequeño guión de frases que Remus podría usar si se quedaba atascado.
Entonces, incluso después de que terminó el examen de Aritmancia de Remus (estaba bastante seguro de que había hecho un trabajo perfecto en eso, había sido pan comido), ahora tenía otra prueba para la cual estudiar.
Aun así, nada podría haberlo prepararlo para cómo se sentía ahora, sentado en una torre muy por encima del campo, un asiento de estudiantes con túnicas rojas y verdes debajo de él, esperando que hablara.
Se sintió mareado y deseó no haber comido un desayuno tan abundante. También se había tomado un trago de whisky de fuego (cortesía de James) y medio porro con Mary antes de que comenzara el juego, con la esperanza de que eso calmara sus nervios. Desafortunadamente, parecía haber tenido el efecto contrario, y el consejo extremadamente inútil de Sirius de 'imaginar a todos en ropa interior' se había quedado atascado en su cabeza, así que ahora Remus no sabía dónde mirar.
— Señor Lupin — dijo McGonagall de nuevo — ¿Está listo?
Remus miró las notas de Peter y las barajó. Tragó y asintió con la cabeza.
Peter tenía una letra muy limpia, bonita y redonda, pero la cabeza de Remus estaba un poco nublada ahora, el whisky lo había afilado al principio, pero eso combinado con el porro lo hacía sentirse un poco tonto y cálido. Pellizcó el interior de su muñeca para mayor claridad.
— Señor Lupin — susurró McGonagall, empujando el micrófono hacia él. — Los jugadores están en el campo.
— ¡Oh! ¡Perdón! — Parpadeó, sorprendido, mirando la hierba por debajo y aclarándose la garganta. Leyó con atención el pergamino que tenía frente a él: — Hola... eh, quiero decir... Bienvenidos a todos, a la final de la copa de Quidditch de Hogwarts de 1978...
Su voz sonaba extraña, resonando en todo el estadio ovalado, pero podía escuchar los vítores subir mientras hablaba, lo que le dio un poco de valor. Miró a McGonagall, quien sonrió y asintió alentadoramente. Remus volvió a concentrarse en el suelo y trató de comentar un poco.
— Bien, um. Entonces, aquí vamos... los equipos están en el campo. Ahí está Gryffindor en rojo: su Capitán James Potter y Slytherin en verde: su Capitán Kerensa Smythe. Um... no hay que decir, en realidad, hasta que estén todos arriba... — Volvió a mirar las notas de Peter: Presenta a los jugadores y sus puntos fuertes. — Oh, está bien, entonces los jugadores... bueno, obviamente está James. Él es el cazador... es bastante bueno, me han dicho. Quiero decir, él fue quien me dijo...
Algunas risas de la multitud. Remus sonrió, luego tragó saliva y continuó.
— Um. La guardiana de Gryffindor, Yasmin Patel, también muy buena, supongo, quiero decir, que yo sepa, no soy un experto... Sirius Black y Marlene McKinnon, golpeadores, buenos golpeadores... quiero decir, todo el equipo es realmente bueno, dejémoslo así.
Escuchó a Peter gemir, sentado detrás de él, y una carcajada de la multitud. McGonagall le estaba dando una mirada cínica, pero todo lo que pudo hacer fue encogerse de hombros con impotencia y enumerar a los jugadores de Slytherin con igual ineptitud.
(Sin embargo, se complació mucho en anunciar al 'Buscador de Slytherin, Reggie Black'; estaba seguro de que vio los hombros de Regulus encogerse ante eso).
— Oh genial, parece que están a punto de empezar — continuó Remus, acomodándose ahora — Sí, ahí va el silbato, y... no hay sorpresas aquí, Potter está en posesión de la quaffle. Caray que es rápido, ¡Mírenlo ir! ¡Aaa... y es un gol! ¡Diez, cero para Gryffindor! ¡Buena esa, Prongs!
La multitud aplaudió y James cruzó la cancha con los brazos en alto en señal de victoria. Le lanzó un pulgar hacia arriba a Remus mientras volaba más allá de la torre del comentarista, luego chocó los cinco con Sirius en el aire, antes de regresar su enfoque al juego.
Esto no estaba tan mal, pensó Remus; todo lo que tenía que hacer era ver lo que sucedía y luego decirlo en voz alta. Un idiota podría hacerlo.
— Slytherin ahora en posesión de la quaffle... er... creo que es Timothy Bulstrode... sí, ok... hm, no es tan rápido como James, ¿Verdad? No importa, ya casi está allí, ¡Argh! No, bloqueado por una bludger de McKinnon, bien hecho Marlene, ¡Eso se vio doloroso!
— Señor Lupin, un poco menos parcial, por favor.
— Lo siento, profesora... está bien, Potter de nuevo en posesión, se lo pasa a Eriksson ... Eriksson realmente está volando, ella casi... oh, mierda. Slytherin de nuevo en posesión de la quaffle.
— ¡Lenguaje, señor Lupin!
— ¡Perdón! Bulstrode se dirige a los postes de la portería ahora... oh vamos, incluso yo soy más rápido que eso... dispara, y... ¡BLOQUEADO por la guardiana de Gryffindor, Patel! ¡Ya ven, les dije que era buena!
Los vítores subieron de un lado de la multitud, los abucheos del otro. Yaz hizo un giro de victoria, sonriendo, y Sirius pasó volando junto a la caja de comentaristas, sonriendo a Remus mientras lo hacía. Remus tuvo que admitir que el quidditch era más emocionante de lo que recordaba.
— Eriksson de nuevo en posesión de la quaffle ahora, se la pasa a Potter, Potter está subiendo al campo, ¿Ves eso, Bulstrode? Así es como vuelas, lo siento profesora, ¡GOL! ¡Veinte a cero para Gryffindor!
— ¡Regulus! — Peter chilló detrás de Remus, su dedo apuntando por encima del hombro de Remus al hermano menor Black vestido de verde, que ahora volaba muy rápido, con una mirada de concentración en su rostro mientras se acercaba a un cuadrado vacío del cielo.
— Parece que Black, el buscador de Slytherin, pudo haber visto la snitch — dijo Remus apresuradamente en el micrófono, esperando que el buscador de Gryffindor estuviera escuchando. — Sí, definitivamente ha visto algo, está acelerando, tiene... ah, mala suerte, bloqueado por una bludger del golpeador de Gryffindor, Black.
Remus sonrió y podría haber jurado que Sirius le lanzó un guiño desde el otro lado del campo. Regulus, que había tenido que frenar y zambullirse de repente, parecía furioso, al igual que el resto del equipo de Slytherin. Las cosas se pusieron bastante feas después de eso, tanto en el juego como en los comentarios de Remus.
— Eriksson tiene la quaffle otra vez, ¿Se la va a pasar a Potter...? No, parece que ella misma intentará anotar: ¡VAMOS, ERIKSSON! OH MIER... Quiero decir, ¡MALDITA SEA! ¡Eso fue innecesario! Eriksson golpeada por una bludger de Avery, de Slytherin, y Knott ahora tiene la posesión. Eriksson parece aturdida... ¿Está...? ¡No, eso es un pulgar hacia arriba, buena chica!
— Señor Lupin, el partido, por favor...
— Bien, entonces Knott tiene la quaffle... dispara... diez puntos a Slytherin, ¡Pero sigue siendo el juego de Gryffindor! Potter tiene la quaffle, está volando... está casi allí, está... MIERDA, ¡CUIDADO, JAMES!
Kerensa Smythe, la golpeadora de Slytherin volaba a toda velocidad directamente hacia el costado de James, y fue derribada en los últimos segundos por Marlene, quien se estrelló de cuerpo entero contra el Capitán de Slytherin.
— ¡Maldita sea! — Remus gritó: — ¡Bien hecho, McKinnon! Esa chica es brutal... oh vamos, Hooch, eso debería ser penal para Gryffindor, ¡Baja tu trasero de allá arriba y arbitra el partido en serio! Uh oh, parece que el pequeño Reggie Black ha vuelto a poner el ojo en la snitch...
— ¡Señor Lupin! — McGonagall espetó de nuevo — Le quitaré el micrófono.
— Oh, por favor — le ofreció, sonriéndole. Ella negó con la cabeza, bromeando. Remus regresó al juego — Así que ahora estamos.. ¿Cuánto es? Oh, claro, sesenta a veinte a favor de Gryffindor, eso solo demuestra que hacer trampa no va a dar sus frutos. Espero que estés escuchando, Black, me refiero al Black más joven, obviamente.
— ¡Remus! — Peter siseó detrás de él. — ¡Cálmate! Se supone que debes ser... ¡Oh, Merlín!
— ¡Maldito Cristo, estuvo cerca! — Remus gritó, mientras Regulus y el buscador de Gryffindor intentaban alcanzar la snitch al mismo tiempo, solo para que se lanzara tentadoramente fuera de su alcance, enviando a ambos jugadores corriendo a las gradas, Regulus acercándose un poco más rápido que el buscador de Gryffindor, pero ambos milagrosamente se quedaron en sus escobas.
— ¡Remus! — Peter volvió a susurrar: — Slytherin acaba de anotar...
— ¿Ellos qué? ellos... ¡Mierda, lo siento, amigos! Slytherin anotó de nuevo, me perdí eso...
Remus se disculpó con la multitud aullante, la mitad de ellos riendo, la otra abuchándolo.
— ¡No volverá a suceder! — Les aseguró alegremente — Bien, Potter de vuelta en busca de la quaffle, esquiva una bludger de Avery justo a tiempo... Jesús, este juego es violento, Black - el que es bueno - alcanza la bludger y la apunta a... sí, Regulus Black una vez más tiene que esquivar. Suerte que está acostumbrado a escabullirse de los problemas, eh...
— Detención, Lupin — murmuraba McGonagall — Estarás castigado por el resto de tu trayectoria escolar.
— ¡PUTA MADRE! — Remus gritó en el micrófono, mientras Sirius y Marlene disparaban bludgers a la golpeadora de Slytherin que resguardaba a Regulus, obligándola a abalanzarse tan bajo que casi golpea el suelo.
— ¡Es una completa locura! — Remus se quedó boquiabierto — En serio, no tengo idea de por qué alguien juega esto... ah, pero bien jugado, Regulus se distrajo lo suficiente como para... espera... ¡Sí! ¡SÍ! ¡POR UNA MIERDA! ¡ESO ES GRYFFINDOR CON LA SNITCH! ¡GANAMOS MALDITA SEA! OH DIOS MIO, TE DOY LAS PUTAS GRACIAS POR ESO, REALMENTE...
— ¡Ya es suficiente! — McGonagall le arrebató el micrófono, finalmente.
Él le sonrió de nuevo, demasiado eufórico con la victoria como para preocuparse mucho por meterse en problemas. Peter también estaba saltando detrás de él, lo que no ayudó.
— Lo siento... — comenzó.
— Estoy absolutamente sorprendida — dijo McGonagall con severidad. — Espero este tipo de comportamiento de Black, ¡Pero no lo espero de un ex prefecto! Espero una carta de disculpa para el equipo de Slytherin y para Madame Hooch.
— Sí, profesora. — Remus bajó la cabeza y trató de parecer arrepentido, pero no pudo evitar que sus labios se crisparan un poco. No podía esperar a ver a Sirius. Correría hasta los vestuarios si su cadera (e inhibiciones) se lo permitían.
Afortunadamente, si había algo que a McGonagall le gustaba más que hacer cumplir las reglas de la escuela, era que Gryffindor ganara en quidditch.
— Después de que las celebraciones hayan terminado, por supuesto. — Ella dijo.
— ¡Gracias, profesora! — Remus miró hacia arriba, sonriendo de nuevo.
— Honestamente — se rió, sacudiendo la cabeza — Nunca me has recordado más a Lyall.
Sea eso algo bueno o malo, a Remus no le importó. Por una vez, ni siquiera una mención de su padre podía tocar el buen humor de Remus.