Tik Tak Tear [Vol. 2] ⋆ Kookv...

By chispasrojas

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Libro publicado en físico en Amazon [⋆] Lejos de la sociedad nosferatu, las sombras aguardan en cada rincón... More

⋆ Créditos
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
[Tercera parte]

Capítulo 9

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By chispasrojas

Capítulo 9. Química

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Yoongi estaba preparando algo de ramen para los cuatro en una olla, y cortó unas verduras frescas mientras se calentaba la sartén. Jimin se cruzó de brazos a su lado, observando silenciosamente su labor sin interferir, mientras su estómago rugía provocándole un repentino rubor. El humano le miró de soslayo, levantando una ceja.

—Mantendré el secreto —sonrió descaradamente, concentrándose de nuevo en su faena.

Él echó el calabacín, pimiento, cebolla y zanahoria bien cortados en la sartén, y salteó la verdura levemente con algo de sal y aceite.

«Al menos, se alegraba que alguien entre ellos supiese cocinar —pensó Jimin—. Porque si no, morirían comiendo productos precocinados hasta su muerte».

Y en todos esos días no había probado nada fresco ni caliente.

—Ten —Yoongi le ofreció unos cortes de verdura con unos palillos metálicos que rebuscó en el primer cajón de la cocina—. Pruébalos. ¿Es que no has comido nada en toda tu vida?

El dhampir parpadeó algo cohibido, estiró el cuello y probó la verdura. Masticó animadamente.

—Está muy buena —dijo con timidez—. ¿Cuánto le falta al ramen?

Yoongi resopló apartando la sartén. Recordó que debía llamar a su trabajo si no quería perder su puesto en el BCE si faltaba los próximos días (porque algo le decía que inevitablemente faltaría).

—Cinco minutos —respondió, levantando una ceja—. ¿Es normal que a los dhampir os guste tanto la comida?

—¿Disculpa? —Jimin se sintió levemente desorientado con aquel comentario.

—Jungkook pone la misma cara que tú —le contó Yoongi, apoyándose en la encimera—, como un cachorro de perro que no ha comido en su vida.

—¿Me acabas de llamar perro? —cuestionó el dhampir.

—Puede —sonrió Yoongi.

Jimin abrió la boca divertido, pero Taehyung apareció en la cocina eventualmente para mencionarles algo importante.

—Jungkook debería quedarse aquí —dijo—. Está muy débil. Y si sigue lloviendo, no creo que sea seguro salir para nosotros...

—Tú también deberías quedarte aquí —añadió Jimin—. Ya le he dicho a Yoongi que yo le acompañaré a recoger vuestras cosas.

—Pero... ¿estáis seguros de...?

—Qu-quédate con Jungkook —insistió ruborizándose esporádicamente—. Pero nada de jugar a cosas raras mientras que no estamos, ¿de acuerdo?

Taehyung se quedó atónito con su comentario.

—¿Qué? —dudó el moroi.

—¿Qué de qué? —soltó Jimin a la defensiva.

—¿Qué le pasa? —formuló nuevamente, dirigiéndose a Yoongi.

Yoongi sacó unos boles para servir la comida, y le miró de soslayo, como si no tuviera mayor importancia.

—Os ha visto en el dormitorio.

—Oh.

—N-no pasa nada. Quiero decir, y-yo os apoyo —balbuceó Jimin avergonzado—. Sólo me preocupa lo de que...

Taehyung se ruborizó y tomó el silencio como respuesta.

—Lo sé. No te preocupes.

Yoongi esbozó una mueca incomprensible, mirándoles a ambos.

—Sois muy raros, de verdad —soltó—. Y luego el rarito en todo esto era yo.

A pesar de que Jimin se sintiese muy extraño con aquel tema, sabía que Jungkook y Taehyung estaban enamorados desde hacía tiempo. Había visto al dhampir atormentado en sus años de novicio por tener que reprimir sus sentimientos. Sin embargo, de alguna forma, jamás se imaginó que aquello crecería lejos de la comunidad nosferatu. Les había visto acercarse como dos imanes desde que tuvieron doce años, llegando a presentir que, en ocasiones, él era incapaz de comprender aquel tipo de conexión profunda e invisible que les conectaba.

Y aun con todo, Jimin se juró a sí mismo el permanecer ajeno a su ecuación romántica, y seguir queriéndoles del mismo modo. Sus sentimientos por Jungkook y Taehyung eran los mismos, estaban intactos, así deseasen unirse de otras formas, prohibidas para la comunidad nosferatu. ¿Quién era él para seguir defendiendo esas duras leyes? Se había visto obligado a cerrar su contrato con otra persona para proteger a Jungkook, mientras profundamente deseaba estar con él y Taehyung. Deseó abandonar su trabajo de guardián durante meses (a pesar de que adorase a Namjoon), posteriormente viéndose forzado a renunciar a su protegido por causas mayores y externas, que ni siquiera comprendía.

«¿Acaso podría continuar siendo un seguidor de las leyes que le habían inculcado? —se preguntó ese día—. Tenía severas dudas de ello. Y muchas más sobre si podrían volver a la normalidad después de lo que estaban viviendo».

—Quiero que seáis felices —expresó Jimin, levantando la cabeza y posando sus irises castaños sobre el moroi—. No importa cómo, Taehyung.

Taehyung se aproximó para abrazarle, justo cuando Jungkook se asomó a la cocina llegando a escuchar su comentario. Tras compartir una mirada con su compañero dhampir, se unió a su abrazo con emoción. Sabía que recibiría su aprobación, como Yoongi le contó un tiempo atrás, y, aun así, no pudo evitar haber sentido cierta inseguridad al respecto. Ellos bien sabían lo delicado que era que un dhampir y moroi deseasen estar juntos.

—Creo que voy a vomitar un arcoíris —confirmo Yoongi saliendo de la cocina con teatralidad—. En seguida vuelvo.

—¡Me muero de hambre! —alegó Jimin cuando se soltaron.

Y mientras Jungkook soltaba una risita, entre los tres se pusieron de acuerdo para poner la mesa y servir la comida que Yoongi había preparado. Una vez que los cuatro se sentaron para almorzar debidamente, comentaron algunos de los hechos que habían sucedido.

—Lo de las sombras y tu amuleto... —formuló Jimin, devorando su ramen—. ¿Qué me he perdido?

Jungkook intentó resumirle lo que había sucedido. Desde el tren comenzó a sentirse mal, hasta enfermar cuando llegaron a Busan. Después Mingyu le había dicho en ese Otro Lado que era una especie de limbo o purgatorio, y él lo había usado contra los strigoi para comprobar si podía pelear con aquel efecto.

—¿Mingyu estaba allí? —preguntó su amigo conmocionado.

El azabache le mostró la pulsera que anudaba a su muñeca.

—Está bien, no te preocupes —le contó—. Me dijo que este tipo de objetos sirven como ancla, y que por eso podía verle.

—Espera, espera —le detuvo Jimin—. Es como si tuvieras un poder nuevo, puedes entrar en un plano distinto lleno de sombras, puedes ver a gente que ha muerto... ¿por qué demonios te ha llegado todo esto de repente?

—No tengo ni idea.

—No lo sabemos —respondió Taehyung al unísono—. Desearía encontrar una respuesta...

Después del almuerzo, Jimin se levantó y trajo el contenido de su cinturón y las correas protocolarias que había llevado sobre sus hombros. Tenía dos granadas de verbena y una estaca elemental, y la daga helada de Jungkook, que había recogido en el suelo del párking antes de marcharse.

—Ten, esto es tuyo. Y esta también es para ti —le ofreció la daga y una de las granadas, apoyando seguidamente las manos sobre la mesa para lamentarse por la escasez de su armamento—. Sólo me queda una estaca...

—A mí otra —dijo Jungkook—. Estamos bajos en recursos.

—Podemos buscar una tienda de arsenal, pero... para eso hay que usar la credencial de guardián, y yo me deshice de la mía en Seúl.

—Yo aún la tengo encima.

—Pues deshazte de ese carné —mencionó Jimin—. Te recuerdo que toda la comunidad te busca, si lo utilizas, podrán identificarte fácilmente.

Jungkook se mordisqueó el labio, sacó la tarjeta plateada de su bolsillo, y la observó durante unos instantes. Seguidamente, la dobló entre los dedos con una gran fuerza de voluntad. Había luchado tanto por conseguir aquello, que era aún más extraño tener que deshacerse así de su credencial de guardián. Taehyung sabía lo mucho que significaba aquella tarjeta para él. Pero era lo más seguro para ambos. Lo único que quedaba en el bolsillo de Jungkook a esas alturas era algo de dinero, y el broche de Tigridia que la Directora Nira le regaló.

—¿Estáis diciendo que hay tiendas donde venden esas estacas? Es una broma, ¿no? —dijo Yoongi desconcertado.

—No. No lo es —expresó Jungkook—. Y no las venden, reponen el arsenal de manera gratuita a todos los guardianes o dhampir que trabajen de forma activa en la seguridad de la comunidad nosferatu.

—Wow.

Jimin se puso el cinturón, enfundando su única estaca y pasando una mano por encima de su valiosa granada de verbena. Apretó el puño recordando que aún tenía su anillo doble, encantado con la magia de Namjoon. Tal vez podría serles útil, aunque comenzasen a escasear en armas.

—Bueno, hemos comido —dijo enérgicamente, dirigiéndose a Yoongi, quien se reclinaba en la silla cómodamente—. ¿Vamos a ese apartamento?

—Oh, sí. Claro —carraspeó incorporándose—. Mi nuevo trabajo a tiempo parcial, niñera del cazador de vampiros.

—Oye, yo soy el que te va a escoltar a ti, ricura —soltó Jimin airadamente—. De niñera nada.

—Y-Yoongi —Taehyung abandonó la mesa, siguiendo sus pasos por el salón brevemente—. Espera...

Jimin se sentó en la butaca para anudarse las botas y ponerse los mitones protectores, además de su chaqueta de cuero (quemada en una manga por un cigarrillo gracias a Yoongi). Y el humano se dio la vuelta, posando sus iris curiosos sobre Taehyung. Repentinamente se sintió zarandeado descubriendo su timidez.

—¿Qué ocurre? No te preocupes, traeré vuestra ropa y esas cosas —soltó despreocupadamente.

—N-no, no... es que quería preguntarte si...

Yoongi parpadeó, y Jimin levantó la cabeza. Jungkook dejó los platos en la cocina, y casi tropezó consigo mismo cuando regresó al salón escuchándole decirlo:

—¿Te importaría que te mordiese? —preguntó adorablemente.

El humano abrió la boca y volvió a cerrarla en un titubeo. «¿Desde cuándo los vampiros preguntaban ese tipo de cosas?». En las películas de ficción tomaban lo que querían, pero Kim Taehyung tenía que ser pulcramente educado y adorable.

—¿Qué? —Jungkook frunció el ceño claramente receloso.

—Huh... ¿supongo? —dudó Yoongi, debatiéndose moralmente—. No tengo ningún problema.

—Un momento, ahora que lo pienso, ¿cómo demonios has estado sobreviviendo sin proveedores? —preguntó Jimin acercándose a ellos.

Él mismo tuvo su respuesta antes de que alguien dijese algo. No había que ser adivino para razonarlo.

«Jungkook ya había alimentado a Taehyung en la academia, y por supuesto que iba a seguir haciéndolo en esas circunstancias —pensó con suspicacia.

—Oh, no me digas más —suspiró Jimin.

—¿Qué? —emitió Yoongi—. Lo dices como si fuera algo pervertido.

—Créeme, es pervertido —confirmó de brazos cruzados—. La sangre de dhampir es como un caramelo para los moroi, incluso tiene connotaciones sex-

Jungkook puso una mano poco amistosa en la nuca de Jimin, recordándole que estaba delante. Jimin esbozó una sonrisita tensa y cerró la boca de inmediato. Taehyung se encontraba un poco ruborizado, pero tenía demasiada hambre para ponerse a pensar en Jungkook de nuevo.

—Puedo alimentarte —se ofreció Jungkook con un extremo orgullo de guardián—. Me siento mejor, puedo hacerlo.

—No —negó Taehyung, desviando su mirada—. No quiero hacerte daño, aún estás recuperándote.

—Vale, parejita enfurruñada —canturreó Yoongi, ofreciéndose decididamente—. Yo lo haré. Sólo es sangre, vamos. Una vez doné en el hospital de Busan, ¿ya os conté que mi hermano mayor trabaja allí? Me mareé delante de él y le vomité en los zapatos. Todo bien.

—Supongo que yo también puedo hacerlo —mencionó Jimin repentinamente, recibiendo todas las miradas encima de él—. ¿Qué? Yoongi tiene razón, sólo es sangre y Taehyung necesita alimentarse. Además, la única vez que alguien me mordió fue Namjoon, cuando estuve a punto de...

—Jimin, te adoro —masculló Jungkook por lo bajo, sacando dientes—, pero Taehyung no va a morderte ni en tus mejores sueños.

Jimin le miró mal. Muy mal.

—No hace falta que marques territorio, campeón —gruñó Jimin—. Sabes que tu príncipe no me interesa de esa forma.

—Huh, ya —soltó sarcásticamente.

«Eso era porque no había probado los condenados colmillos de Taehyung —pensó disgustado.

Taehyung se frotó la frente sintiéndose avergonzado por la disputa grupal. Jungkook estaba sintiéndose tan celoso como para estrangular a su mejor amigo. Y no podía culparle: ambos conocían la tensión sexual que generaban los mordiscos entre moroi y dhampir. Y por supuesto, que Jimin se ofreciese como voluntario era casi como si «se ofreciese a besar en su nombre a la persona que amaba. O peor, a sentir placer con él».

—Bueno, ya basta —les detuvo Taehyung—. Morderé a un desconocido si es necesario. Creo que puedo usar el espíritu para que olviden lo del mordisco, aunque no sé si debería...

—No. No es necesario —Yoongi resopló y se quitó la cazadora. Comenzó a arremangarse para ofrecerle una de sus muñecas resueltamente, permitiéndose bromear con ello—. Ohm, ¿prefieres mi cuello?

Error. Él se juró a sí mismo que había escuchado gruñir a Jungkook en alguna parte de su cerebro.

—La muñeca está bien —asintió el moroi—, gracias Yoongi.

Taehyung le señaló con la cabeza para que se sentasen. Por nada del mundo quería verle desmayarse por un poco de sangre. Y mientras se preparaban para ello, Jungkook resopló convenciéndose a sí mismo de que su actitud irascible residía en los celos y la adicción por los mordiscos.

«¿Estaba jugándole aquello una mala pasada? Después de todo, Yoongi era un humano. Y Taehyung había estado toda su vida alimentándose de proveedores humanos —pensó el dhampir azabache.

El moroi tomó la muñeca de Yoongi entre sus finos dedos, notando el acelerón de su pulso.

—No te preocupes, no te haré daño —le dijo—. No hace falta que aprietes los dedos.

—Un segundo, ¿vais a quedaros ahí mirando cómo pasmarotes? —se quejó con voz aguda—. Se me está empezando a revolver el estómago de los nervios.

Jimin soltó una risita, y Jungkook se dirigió a la ventana que daba al rellano exterior, posando sus iris sobre la lluvia que comenzaba a amainar. Su amigo dhampir le siguió, otorgándole algo de tranquilidad a los otros dos.

—¿Estaréis bien si salís solos? —formuló Jungkook.

—¿No confías en mí? —expresó Jimin con una sonrisa—. Tranquilo, no tardaremos más de una hora.

Al otro lado del salón, Taehyung se inclinó levemente y hundió los colmillos crecidos en la piel intacta de la muñeca de Yoongi. El humano apretó los párpados en el primer pinchazo, encontrándose con un breve subidón de adrenalina, seguido de un dolor que se disipó gracias a la química de su saliva. Por un instante, pensó que aquel hormigueo de su sangre abandonando su muñeca sería doloroso, pero se convirtió en una sensación confortable con el paso de los segundos. Supuso que se trataba de la droga de su saliva, que Jungkook le mencionó en una ocasión. E incluso llegó a preguntarse si aquel mordisco de perro en su brazo se hubo sentido así de bien. Aunque algo sobre su forma de despertar de las pesadillas que habitualmente tenía, le respondió automáticamente que lo dudaba mucho.

Taehyung no estuvo más de un minuto sorbiendo su sangre en un sonido amortiguado, y cuando se dio por satisfecho, soltó delicadamente su mordisco y relamió sus labios rojizos.

—Ten, haz presión así —le dijo, tapando las marquitas enrojecidas con un pañuelo de papel—. Se curará en unas horas.

Yoongi asintió y retomó el control de su propia muñeca, vislumbrando por unas décimas de segundo las cuatro incisiones de sus colmillos y el enrojecimiento de la piel.

—¿Te sientes mareado? —le preguntó el moroi atentamente.

—Huh, no... —respondió Yoongi lentamente—, más bien, me siento como en una nube. ¿Es normal?

Taehyung se rio con suavidad, mostrando sus colmillos retráctiles mucho más decrecidos.

—Supongo que sí.

Él se guardó su apetito por tomar algo más, creyendo que podría decírselo más tarde. Y como era su primera vez, valoró positivamente que Yoongi había mantenido excelentemente sus nervios, a pesar de que su corazón bombease algo más rápido de lo común su fluyo hemoglobínico.

«Al menos, estuvo menos nervioso que Jungkook, la primera vez que le mordió. Él casi se puso a temblar cuando lo hizo —pensó con una irremediable dulzura.

—¿Habéis terminado ya? —preguntó Jimin con su habitual impaciencia—. Ha dejado de llover, creo que incluso se está despejando. Deberíamos salir ahora.

Yoongi retiró el pañuelo, comprobando que no estaba desangrándose ni nada de eso. Las hendiduras eran diminutas, y sus plaquetas habían hecho un gran trabajo en la piel perforada.

—Listo. Vomitaré mis vísceras en el coche, lejos de este «nada imponente vampiro del mal» —confirmó él, poniéndose la cazadora de nuevo—. ¿Queréis algo en especial? ¿Unas chucherías? ¿Un osito de peluche?

Jungkook guardó el silencio durante su breve despedida, pero Taehyung se mostró algo más reticente a que se fueran.

—¿Seguro que estaréis bien? —repitió—. Quizá yo debería...

—Estaremos perfectamente —masculló Jimin acercándose y echando un brazo sobre sus hombros—. Además, no puedes dejar a Jungkook solo. No se lo digas, su orgullo es delicado, pero tienes que cuidar bien al conejo león.

Taehyung sonrió, y tanto él como Jungkook les observaron abandonar el apartahotel tras cerrar la cremallera de sus cazadoras. El humano agarró su bate de béisbol y se lo echó sobre el hombro.

—¡No tardaremos! ¡Besis! —se despidió alegremente Jimin.

La puerta del apartamento se cerró, y Taehyung y Jungkook quedaron a solas.

Bajando por la escalera del rellano del vecindario, Jimin miró a Yoongi de soslayo y se quitó uno de sus anillos de acero con cierto misterio.

—J-Balvin, alias —tarareó Jimin—, ¿cómo decías que era tu apellido?

—Min —respondió con voz grave, encendiéndose un cigarro en su camino hasta el coche.

—Min Yoongi, ¡hoy estás de suerte! —manifestó abiertamente, mostrándole un anillo—. ¿Qué crees que es esto?

Yoongi se fijó en el grabado mientras caminaban, sin demasiado interés. Una marca hexagonal de algo que parecía ser el símbolo del elemento agua llegó a su razonamiento, sin ánimo de reconocer que ese tipo de dibujos eran típicos de los elementos mágicos en los videojuegos.

—No sé, ¿el anillo del infinito? —ironizó.

Jimin se mordisqueó la punta de la lengua.

—Casi. Prueba otra vez —insistió sin tomárselo en serio.

Yoongi inspiró una calada de humo, y volvió a mirarle.

—¿Tu anillo de pedida?

—¿Qu-qué? —jadeó el dhampir tropezando consigo mismo—. ¡No tengo novia!

—Oh, genial. Entonces ese es el anillo del tal Namjoon —apuntó astutamente—. El tipo encantador con dotes de hielo.

—Así es —confirmó, ofreciéndosela—. Te lo prestaré por si acaso.

Yoongi y él se detuvieron frente al coche, y el humano tomó el anillo tras lanzar su colilla al suelo.

—¿Y para qué quiero yo eso? —dudó, reparando en lo pesado que era—. Dios, ¿es que está relleno de cemento? Podría partirme los dedos con esto.

—Por si algún día pasase algo, ya tienes con qué defenderte. Los elementos son útiles contra strigoi —mencionó Jimin lentamente—. Dijiste que vendrías con nosotros, ¿no? ¿No se supone que quieres saber por qué demonios borraron tu memoria?

Yoongi frunció levemente el ceño.

—Vale, lo tomo —aceptó orgullosamente—. Pero que sepas que es de mala educación darle a otra persona el anillo que te regaló tu no-novio.

—¡Que Namjoon no es mi novio!

—Huh —Yoongi se colocó el anillo con cierto descaro, y cuando apretó el puño, emitió un gritito tratando de sacárselo de la mano—. ¡Qu-qué ha sido eso! ¡Qué es eso!

Jimin le dirigió un rostro absolutamente perplejo.

—¡Pero, por qué gritas! —exclamó sintiéndose avergonzado en mitad de la calle, e inmediatamente bajó el tono de voz, agarrándole del cuello de su cazadora—. Idiota, no es un simple anillo de acero, está encantado con el elemento hielo. Bueno, agua, en realidad.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Yoongi sacudió la mano, sintiendo los dedos helados. Observó en anillo en la palma de su otra mano, cuyo acero se había vuelto vidrioso como el hielo, y comenzaba a deshacerse lenta e inexplicablemente.

—¿Y me lo dices ahora? —masculló en su defensa—. ¿Podrías haber dicho un instante antes que si aprieto el puño mi mano también se convierte en hielo?

—¿Yo que sé? —respondió Jimin, encogiéndose de brazos—. No sabía que podrías activarlo tan rápido.

Yoongi le miró fatal. Tal y como se mira a alguien que parecía muy tonto. Pero Jimin le hizo reírse destartaladamente con un comentario informativo.

—Si golpeas a un strigoi con los nudillos, te partirás la mano —dijo—. Pero ese tipo de anillos te la pone dura como un hierro.

—E-espera, ¿seguimos hablando de mi mano? —escupió seguido de unas carcajadas que le hicieron apoyarse en la luna del coche.

—¿Quieres escucharme? —se quejó Jimin—. ¿Sabes cómo usar el puño? ¿Alguna vez te han enseñado a golpear?

Yoongi suspiró, y forzándose a serenarse y armarse de paciencia, intentó no tomarse demasiado en serio la ingenuidad con la que Jimin estaba tratándole.

—No, en el instituto acariciaba caras con puños de terciopelo, Jimin —soltó sarcásticamente—. Por pura curiosidad, ¿acaso piensas que por ser humano soy un inútil integral?

Jimin le miró con los ojos muy redondos.

—Huh. No. Inútil no... E-es que nunca me he relacionado con humanos —mencionó en su defensa—. Lo siento.

Yoongi reprimió un gruñido tratando de ser un poco más comprensivo. Aceptó el hecho de que no se había parado a pensar lo diferente que eran (Taehyung también había sido así de rarito con él al principio), e intentó excusar a Jimin por eso que decía sobre que no se había relacionado demasiado con humanos.

—Genial. Vamos.

Jimin desbloqueó el coche, lo rodeó tranquilamente y entró en el asiento de piloto, uniéndose nuevamente a su compañero de copiloto.

—¿Vas a llevar ese bate de béisbol a todos lados? —preguntó arrancando el motor.

—No. Lo dejaré allí —dijo, sacando un segundo cigarro—. Despídete de Back To Hell.

—Eh. Ni se te ocurra encender esa mierda dentro de mi coche —le avisó Jimin.

Yoongi puso los ojos en blanco, y se guardó el paquete en el bolsillo. Jimin comenzó a conducir bajo la indicación del muchacho.

—A ver, rubito, ¿el carné de conducir también es obligatorio para guardianes?

Jimin esbozó media sonrisa, sin despegar sus ojos de la carretera.

—Sí —respondió golpeteando el volante con unos dedos—. Nos lo sacamos el verano previo a séptimo curso.

—Huh, ya veo que lo tienen todo pensado... primeros auxilios, carné de conducir, montar a caballo... —suspiró Yoongi—. Pero ahora que has dejado de ser guardián, es cuando de verdad te has convertido en uno.

—¿Qué? —Jimin le miró de soslayo, pensando que estaría vacilándole—. ¿Qué dices?

—Oye, tío, es como en esas películas de acción —le dijo muy convencido—. Un policía no es un verdadero poli hasta que abandona el cuerpo de seguridad. En el momento en el que alguien renuncia a su placa, es cuando de verdad busca paridad, se convierte en una especie de adalid de la justicia y la verdad, y encuentra la respuesta que buscaba.

El dhampir soltó un carcajeo leve.

—Has visto demasiadas películas, Yoongi —respondió divertido.

—Sí, pero ese no es el asunto —sostuvo con media sonrisa—. El punto es, ahora que no tienes un jefe, o un código policial que seguir, así como ningún lazo que te una a alguien del cuartel, puedes comenzar a basarte en su propio criterio y descubrir la realidad desde una perspectiva muy distinta, ante la que previamente te sentías cegado. ¿Buscarás venganza o justicia, Park Jimin?

Jimin se sintió algo reflexivo por las palabras de su compañero. Puede que el humano simplemente estuviera siendo ocurrente, pero, «¿deseaba él realmente vengarse de la comunidad nosferatu?».

—¿De verdad piensas eso? ¿Qué ahora soy... un auténtico guardián?

—Vamos, tienes hasta cicatrices de bala —contestó despreocupadamente—. Sólo que las balas de tu mundo tienen forma de media luna.

Jimin esbozó una lenta sonrisa, sin despegar los ojos de la carretera. Yoongi jamás supo de cerca el efecto de sus palabras, sin embargo, y de alguna forma, él comprendió que no había dejado de ser quien era. Y sí, era un poli exiliado, en busca de la verdad.

—Es ahí —le dijo Yoongi—. Puedes estacionar justo en frente, suele haber aparcamiento libre.

—Ya. Tengamos cuidado, ¿vale? —musitó echando un vistazo a través del cristal—. Apenas se está despejando.

—Descuida, soy tu sombra.

Jimin aparcó frente al edificio y ambos salieron del coche recibiendo unos cálidos rayos de sol sobre el asfalto mojado. Yoongi arrastró el bate por la acera, soltando un suspiro y sintiéndose como en casa en mitad de aquel barrio.

—No, yo soy tu sombra —le corrigió el dhampir, cerrando la puerta—. Te sigo.

—Oh, no me digas eso de que las damas van primero —canturreó Yoongi—. ¿O es que te da miedo entrar a un edificio de humanos? Somos algo así como, ¿el último eslabón de la cadena de inútiles que habitan en este planeta?

—¿Sabes que me da miedo, Yoon? —le preguntó Jimin cuando reanudaron el paso—. Que nunca cierres la boca.

—Vaya —Yoongi cerró su propia boca tirando de una cremallera invisible.

Caminaron hasta el edificio, y el joven empujó la pesada puerta instándole a Jimin a que pasara primero, seguido de su silencioso y coqueto guiño de ojo. Él entró manteniéndose alerta, sin hacerle demasiado caso, llegando a plantearse si tal vez estaba siendo excesivamente paranoico. Yoongi pulsó el botón del ascensor y dio un pequeño paseo por el portal despreocupadamente.

—¡Oh, dios! ¡Joder, no! —chirrió.

Jimin brincó como un gato al acecho, y puso la mano sobre su cinturón, por encima de su única estaca enfundada.

—¿Qué? ¿Qué ocurre? —preguntó preocupado.

—Me han dejado el buzón lleno de publicidad, pero, ¡qué despropósito! —expresó teatralmente.

A Jimin le apeteció hundirle la cabeza en el suelo. No obstante, se pasó una mano por el cabello, rebuscando su paciencia mental mientras recordaba que Yoongi era el amigo de la infancia de Jungkook, y técnicamente, su existencia resultaba útil para la alimentación de Taehyung. Lo cual le eximía de su ansiedad por golpearle allí mismo.

—E-eres idiota —resopló en voz baja, seguido del ding del ascensor.

—Eso me dijo mi madre cuando me echó de casa —manifestó Yoongi sacando toda la publicidad y deshaciéndose de ella en una papelera—. Número 5. Vamos, Buffy.

Jimin pulsó el cinco cuando Yoongi entró en el ascensor. La puerta se cerró y los segundos hasta su planta transcurrieron como en un cuentagotas.

—¿Quién es Buffy?

—Una cazavampiros rubia que estaba buenísima —expresó descaradamente—. Mi amor platónico en la adolescencia.

—Oh.

Pese a que Jimin estuvo a punto de preguntarle si aquello era un cumplido, intentó apartar su descarado flirteo a un lado. Es más, necesitaba parar de debatirse entre si, estaba burlándose de él, o su espontaneidad simplemente le había dejado fuera de juego.

Cuando salieron del ascensor, Yoongi pulsó el interruptor de la luz y ambos se cruzaron a una anciana, completamente vestida de rosa, sombrero que cubría su rostro, y una sombrilla de encaje en la mano.

—Buenas tardes, jovenzuelos —saludó con cabeza baja y voz temblorosa.

Jimin la siguió con la mirada, apretando los labios.

—Señora, debería cambiar su sombrilla por un paraguas —soltó Yoongi, dirigiéndose a su apartamento—. ¿No ha visto cómo está el cielo? Aunque se haya despejado, volverá a llover en cualquier momento.

Ella no respondió, pasó de largo sin mayores preocupaciones, y el silencio se hizo en el rellano. Jimin se acercó a Yoongi murmurándole algo:

—Así que te llevas genial con el vecindario... muy alentador, Min Yoongi.

—Mi encanto natural los atrapa como las moscas en el matamoscas.

—¿No deberías decir, miel? —cuestionó el dhampir, seguido de un levantamiento de ceja.

—Demasiada azúcar —respondió con maestría— ¿Eres de los que les gusta el azúcar?

—Supongo que sí. Aunque me gusta más lo picante —soltó casi arrepintiéndose en el instante en el que lo pronunciaba.

Jimin reprimió una sonrisita cuando escuchó la leve risa de Yoongi. Él metió las llaves en la puerta del apartamento, pero contra todo pronóstico, esta se abrió sola. Ni siquiera tuvo que girar las llaves, puesto que la rendija se empujó con su propia mano, y sus iris almendrados se posaron automáticamente en el interior de su apartamento.

—¿Qué demonios...? —exhaló, dando unos pasos en el interior.

El apartamento se presentó irreconocible: la moqueta levantada, los muebles volcados, el sofá bocabajo, las cortinas desgarradas. Todo estaba destrozado.

Su corazón desbocado se lanzó contra su pecho.

—N-no puede ser... es imposible que hayan entrado —masculló Yoongi, avanzando hasta la cocina—. No puede ser...

—No lo es —comentó Jimin, siguiéndole con los ojos muy abiertos—. Las persianas están bajadas, me huele a que...

—Dios...

—Los strigoi no pueden entrar en una propiedad humana, al menos que alguien les haya dado permiso, o... —pensó en voz baja—, matasen al propietario.

Yoongi se giró en redondo para mirarle, mostrando un rostro claramente perturbado.

—Eh, hasta donde sé, sigo vivo —expresó levantando las manos.

—Tú no, Yoon —le dijo—. ¿Tienes un casero? ¿Están todos los papeles a tu nombre?

—Vivo de alquiler.

Jimin se mordisqueó el labio.

—Pero, ¿firmaste el contrato de propiedad, o no? —cuestionó el dhampir.

—No lo sé, llevo aquí dos años, ya no lo recuerdo —contestó el otro.

—¿¡Cómo no puedes recordar eso?! —exclamó Jimin—. ¡Es tu apartamento!

—Mira, vivo solo desde los dieciséis —gesticuló enojándose—, ¿me puedes decir que hacías tú con esa edad?

—Entrenarme en un bosque al sur del país a las dos de la mañana.

—Oh, genial, ¿¡para qué habré preguntado nada!? —se preguntó Yoongi a sí mismo, en voz alta.

Jimin suspiró profundamente, se acercó a Yoongi y apoyó una mano en su hombro, apretándolo con firmeza.

—Escúchame, eso da igual ahora mismo. Agarremos lo justo y necesario, y salgamos de aquí —le dijo—. Ahora. Este apartamento ya no es seguro.

Yoongi asintió y rápidamente se dirigió a su dormitorio.

—Las cosas de Kook y Tae están allí —le señaló la respectiva habitación.

El dhampir le ayudó tomando varias mochilas deportivas y desgastadas, en las que empezaron a empacar todo lo que encontraban.

—Oh, wow... —Jimin tomó en su mano las joyas que Taehyung portó en la fiesta de palacio—. Sí que son impresionantes.

Aún lo recordaba esa noche, aunque recordaba mucho mejor la cara de estúpido enamorado de su amigo, el cual comenzó a perder su cordura durante la celebración, hasta el punto de casi montar un numerito. Él guardó las joyas y la ropa de ambos en un par de bolsas.

Entre los dos, dejaron las pertenencias en el salón. Y Yoongi se agachó para cerrar las cremalleras, y comprobar si le quedaba algo, mientras Jimin revistaba el apartamento.

—¿Has recogido tus cosas? —le preguntó el dhampir regresando al salón—. Recuerda, sólo lo necesario, ropa y poco más.

Yoongi se incorporó y le dirigió una mirada repentinamente enfurruñada.

—Jimin, no estoy haciendo la maleta para irme de vacaciones a Malta. Ni siquiera sé lo que llevo o no llevo —dijo con nerviosismo—, si sigo pensando en mi inminente muerte.

—Oye, no es mi culpa que te haya sucedido esto —gruñó el rubio—. Te dije que era peligroso venir aquí, ¡te dije podrían haberos rastreado! Los strigoi tiene un excelente olfato.

—¡Yo que sé si firmé el contrato de propiedad! —exclamó el otro, cambiando de tema bruscamente—. ¿Crees que pensar en que han matado a mi casero me hace sentirme más seguro? ¡Cerraré los ojos y fantasearé con ello un rato!

—¿Qué tipo de persona no recuerda si firmó unas escrituras? —le echó en cara Jimin, cruzándose de brazos.

—¡Yo! ¡Con mis pérdidas de memoria! —le recordó frustrado—, ni siquiera recuerdo un año completo de mi vida.

Jimin apretó los parpados y se armó de paciencia nuevamente.

—Okay, lo siento —le dijo con voz más baja—, baja la voz. Todavía podrían andar cerca.

—¿En plena tarde? —cuestionó Yoongi, volviéndose drásticamente sarcástico—. Seguro que hay otro documento que, si no he firmado, tienen el derecho de caminar bajo el sol y pedirme que les eche crema en la espalda. ¡Min, muéveme la tumbona a primera fila de playa!

«Toc, toc». La anciana vestida de rosa se asomó a la puerta del apartamento, levantando la mano contraria a la de su sombrilla, con una sonrisa perturbadora en su rostro arrugado y cetrino.

—Sí, un segundo —le pidió Yoongi con una mirada de soslayo.

Sus ojos se clavaron en Jimin de nuevo, bufándole el resto de su absurda conversación.

—Yo estaba muy tranquilo en mi vida, hasta que todo se me vino encima: independizarme, casi no tener ni unas monedas para el almuerzo, trabajando doce horas al día sin apenas terminar el instituto —le contó a una gran rapidez—. Y luego aparecéis vosotros. No Jungkook y tú, me refiero a toda esta gran nube negra que flota sobre mi cabeza; vampiros, magia, asesinatos. ¿¡Crees que si quiera puedo concentrarme en tener una vida normal después de eso?!

Jimin agarró su muñeca y tiró de ella acercándole a él mismo.

—Yoon, espera —profirió con una voz grave.

El ánimo de Yoongi por seguir discutiendo se desvaneció en el mismo instante en el que sus rostros se acercaron. Pero la atención de Jimin se dirigía a otro lado, mientras su otra mano se deslizaba sobre la puntiaguda estaca de su cinturón y esta comenzaba a vibrar en sus dedos.

Yoongi giró la cabeza hacia la puerta del apartamento, y descubrió el pastel.

Con un inquietante rostro, la anciana exhaló una sonrisa llena de afilados dientes y colmillos. Sus pupilas se encontraban rodeadas de un deslumbrante halo del color carmín y su bufido, llegó hasta ellos electrificándoles.

—Vampiro malo —balbuceó Yoongi.

Ella se lanzó hacia los chicos en un movimiento increíblemente felino y dinámico, y desde luego, poco recomendable para personas mayores de sesenta y cinco años.

*Historia creada y escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Libro publicado en formato físico y digital en Amazon. También se encuentra disponible en Patreon en formado digital. 💖 Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar este y otros libros completos, así como capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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